Capítulo 8

Ian

Cambiar de aires esta bien, era justo lo que necesitaba. 

Observé que, las fachadas de los edificios estaban bien cuidadas y, al contrario que el barrio dónde mi madre y yo vivíamos,  parecían obras maestras de la arquitectura. Todo aquello resultaba lujoso a mis ojos; ya no trabajaría, ya no tendríaa que preocuparme de nadie... allí conseguiría la tranquilidad y soledad que necesitaba para reflexionar sobre mi mismo y olvidar el pasado. 

La verdad es que era de esperar que me concediesen la beca completa así que, en cuanto me comunicaron que había conseguido entrar en aquella prestigiosa universidad, no me sorprendí en absoluto. 

Y ahí estaba yo, un chico de clase media-baja en una universidad pija la cual no nos podríamos haber permitido de no ser por la generosa beca que obtuve.

 Ann se alegró por mí, aunque eso implicase perdernos de vista una temporada. La verdad es que antes ella era un pilar fundamental de mi vida pero, cada día que pasaba, me importaba menos. 

 —¡Ah! ¡Ahí esta nuestro joven promesa!—exclamó el decano aproximándose a mí. 

Era un hombre alto y delgado, vestía un traje gris oscuro que parecía diez veces más caro que el patético coche de segunda mano que tanto me costó pagar, era atractivo, el típico hombre el cual embelesaría a todas las cuarentonas y se acostaría con mujeres quince o veinte años menores que él, pero los cabellos canosos demostraban que el tiempo pasaba y su juventud se le había escapado de entre los dedos bastante tiempo atrás.

—Es un placer tenerlo con nosotros aquí señor Jenkins—dijo tendiéndome la mano para que se la estrechara—Debo decir que su prueba fue absolutamente brillante.—Dejó anonadados a los evaluadores con sus excelentes respuestas, tanto en la prueba escrita como en la entrevista con el vicedecano. 

—Debo agradecer su amabilidad al recibirme personalmente—respondí con el tono más correcto que supe mientras le devolvía el apretón de manos.

—El placer es mío señor Jenkins.—declaró—Fue asombroso descubrir que usted posee aptitudes para muchos de los campos científicos impartidos en este centro—continuó—Posee una capacidad de memoria extraordinaria y un cociente intelectual muy por encima de la media, lo que le convierte a usted en una mente brillante. Es un honor tenerlo aquí con nosotros.

—La verdad es que estoy interesado en muchos de los campos que se ofrecen, pero creo que la astrofísica es una opción muy adecuada para mí.—contesté.    

—Excelente decisión, estoy seguro de que triunfará en cualquier cosa que se proponga.—dijo esbozando una sonrisa. 

—Espero hacerlo, señor. 

—Muy bien,—dijo—espero que sea de su agrado la habitación que le hemos asignado, yo mismo me encargaré de que no le falte de nada dentro de las instalaciones además, nuestra prestigiosa universidad le ingresará mensualmente una generosa cantidad de dinero en su cuenta bancaria para que nunca le falte de nada.—anunció aparentemente satisfecho.

—Me siento muy agradecido y afortunado de vivir esta oportunidad de la que muy pocos disponen.—dije cuidadosamente. 

Aquel lugar no estaba hecho para mí, la gran mayoría de estudiantes habían conseguido su plaza allí mediante el dinero, los odiaba, odiaba pasear con aquellas personas que gastaban su dinero en coches y bolsos caros mientras mi madre debía trabajar duro para pagar las facturas. 

Quería huir de aquel lugar y volver a mi hogar, con mi madre, que me necesitaba más que aquellos hipócritas con trajes de etiqueta.

—Señor Jenkins, recuerde que aquí solo aceptamos mentes brillantes con altos potenciales. Usted, es uno de los pocos que cumple los requisitos para conseguir estudiar con nosotros. Sé con exactitud que no me defraudará.—dijo pronunciando las últimas palabras lentamente. 

Dos conversaciones estaban teniendo lugar en aquel momento, lo que Martín callaba y lo que decía.  Aquello no era un mero comentario, era una advertencia. 

Sentía la responsabilidad  sobre mis hombros, había rechazado muchas ofertas de universidades y al final decidí en entrar en esa por mi padre, quien estudió derecho en la misma. 

Podía acceder a cualquier otra facultad pero, sin duda, el programa de estudios era el que mejor se adaptaba a mis intereses, además de ser el centro de creación de muchos de los genios a los que yo admiraba. No podía permitirme un error, por mínimo que fuese, si iba a hacer esto, lo iba a hacer bien. Ella merecía un futuro mejor.

Los pasillos estaban abarrotados de jóvenes estudiantes de distintas razas y culturas. Intelectuales de todos los rincones del mundo se concentraban en las aulas, bibliotecas y bellos jardines de los cuales yo, podía hacer uso cuando me apeteciese. 

Lo que me extrañó fue el silencio, nadie hablaba excepto en alguna ocasión en la que se intercambiaban unas pocas palabras cuando eran necesarias. 

Los estudiantes se centraban de lleno en los estudios, ser sociables era una de sus últimas preocupaciones, ahí no importaba ser popular, o atractivo; no importaba si eras feo, guapo, arrogante, simpático... si seguías modas o no, importaba el trabajo, el esfuerzo y tu capacidad de aprendizaje. Aquel no era lugar para incompetentes.

 Cuando los días pasaron y asistí a un par de clases y conferencias , me dí cuenta de que aquello era una constante competición de cerebritos que creían ser el próximo Einstein. ¿Y todo para que?—me preguntaba a veces—¿para hacerse hueco en la historia y aparecer en los libros de texto de algún adolescente sin un mínimo de interés en ti y lo que sea que hayas hecho por la humanidad? Que mi nombre sea recordado por los siglos de los siglos no es mi meta, la verdad es que me parece un soberana estupidez.

 No creo en la vida tras la muerte, me parece un tanto estúpido querer que tu nombre perdure si no se puede disfrutar de ello, nos vamos como venimos al mundo, insignificantes, no tenemos poder sobre el tiempo pues si tratamos luchar contra él, sabremos con certeza que la derrota es inminente. 

Al llegar a mi habitación individual, me encontré con una suite lujosamente acondicionada. Encima de la cama gigantesca, que abarcaba gran parte de la habitación, había una cesta de bienvenida cuyo contenido eran un sobre, una botella de champán champán y manjares exquisitos.

 En la carta se me comunicaba que, al otro extremo de la habitación, separado por una puerta corredera, estaba mi estudio el cual había sido proveído del instrumental básico para poder estudiar mi carrera con agilidad y comodidad.

Realmente nunca fue mi objetivo acabar aquí. 

Cuando era un niño siempre pensé que acabaría como abogado, para defender a las personas de las situaciones injustas y estudiaría en la universidad de la ciudad más cercana, más tarde, quise ser astronauta para llegar a conocer a las estrellas, pero, cuando a mi padre le diagnosticaron cáncer cambié de idea y quise ser útil para personas que, como él, se morían.

 Me prometí a mi mismo que yo mismo encontraría la cura para su enfermedad, pero para entonces yo tan solo era un niño de once años que no tenía ni idea de que los tratamientos de mi padre agotaban cada vez más y más los ahorros de toda una vida, incluyendo los fondos destinados a mis estudios. 

Mi madre consiguió de nuevo un empleo para poder pagar los tratamientos de su marido moribundo, ella se aferraba a la esperanza de poder volverlo a ver en casa sano sin tener que depender de aquellas frías máquinas que tan solo podían prolongarle la vida pero, un año después de diagnosticarle cáncer, murió y desde entonces mi única preocupación ha sido mi madre, que, tras la pérdida del amor de su vida, un vacío existencial ocupó su corazón. 

Sólo le quedaba yo.

En cuanto cumplí los dieciséis me puse a trabajar pues mi madre no estaba en condiciones de trabajar y necesitábamos pagar la hipoteca de alguna manera.

 Mi prioridad no era ni mucho menos llegar hasta aquí pero... lo conseguí. Cuando se enteró de que había sido aceptado, se alegró mucho por mí, y sé que mi padre también, en algún lugar, sé que él está orgulloso de mi. 

No creo en el destino, no creo en la suerte. Creo en mí mismo, y algo que he aprendido de la vida es que si no te aguantas tu solo en pie nadie lo hará por ti.


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