Capítulo 46

Ian

  —Espera aquí ¿vale?— dije alejándome lentamente de ella. 

Cogí la botella vacía de champán. 

  —Voy a por un poco más de esto.—dije. 

—¿Quieres emborracharme?—preguntó Ella riendo. 

—Tal vez.—respondí. Ella dio unos cuantos pasos hasta mí y plantó un beso en mis labios.

—No tardes.—pidió con ojos de cachorrito tomando mis manos con delicadeza.

—Te lo prometo.

Solté su mano despacio y me alejé del lugar.

Volví a la fiesta y me encaminé hacia una de las muchas mesas llenas de comida.  

Comencé a mirar las botellas de champán y, aunque yo no era precisamente un entendido en ello, escogí la que me pareció mejor. Cuando me dí la vuelta observé a mi alrededor. 

Los invitados se agolpaban en medio del vasto jardín; mientras unos preferían bailar acompañando a los novios que se encontraban en el centro, otros charlaban y comían soltando de vez en cuando una carcajada. 

Mi mirada se detuvo por unos breves instantes en una pareja en particular que bailaban abrazados. Kyle y Abbie. 

¿No se suponía que Harley estaba con ellos? 

Con paso decidido me acerqué a la pareja comenzando a sentir como el miedo y la ira me llenaban por dentro. "Cálmate Ian, seguro que está jugando con algún chiquillo."

—Perdonad si interrumpo, pero... ¿dónde demonios está Harley?—pregunté. 

Abbie se separó de su novio y me miró extrañada.

—¿Harley? Una mujer quería hablar con ella, decía ser de la familia así que no pude negarme.—dijo. 

—¿Una mujer?—pregunté más para mí.

—Sí. Llevaba un vestido verde bastante ceñido y tenía los ojos azules y el pelo muy negro.—dijo.

Mi mente intentó adivinar quién podía haber sido pero mis intentos fueron en vano.

—¿Tienes idea de a dónde pueden haber ido?—cuestioné manteniendo la calma. 

Abbie puso un dedo en su labio inferior y arrugó la nariz esforzándose en recordar. 

—Creo que se fueron en esa dirección, tal vez entraran en el restaurante. —señaló— Ella quería hablar con la niña a solas.

Yo asentí con la cabeza y apreté la mandíbula. Si aquella extraña le había hecho algo...

Fui en la dirección que Abbie me había indicado y entré en el edificio. No me fijé en como las columnas se alzaban majestuosamente, ni en como los bellos cuadros y esculturas decoraban la estancia, tampoco presté ni la más mínima atención a aquella enorme lámpara de cristales que ocupaba gran parte del techo. No. Yo solo pude ver a Harley sujetando a un gato negro y observando atentamente a la mujer que Abbie había descrito. 

  —¡Ian!—exclamó la pequeña saltando de la silla y corriendo hacia mí. Yo la atrapé al vuelo y envolví su cuerpecito con mis brazos.

—¿Quién es tu amiga?—pregunté en voz baja. Ella miró a la extraña y volvió la mirada hacia mí con una sonrisa.

La joven de cabellos negros como el carbón se dio la vuelta permitiéndome ver su rostro, un rostro que conocía. La muchacha caminó elegantemente hasta llegar a mí, esbozó una amplia sonrisa y acarició el pelo de la niña.  

—Cuanto tiempo, Ian.—dijo posando sus ojos azules sobre los míos. 

Las palabras parecían no querer salir de mi boca. 

—¿No vas a decir nada?—preguntó ella riendo.

—¿C-como has...?

—¿Llegado hasta aquí?—completó por mí.—Para una persona como yo es fácil hacerlo, bueno, para nosotras—se corrigió mirando a Harley.

—Ella va a ayudarme, Ian. Es como yo, además ha encontrado a Sombra.—dijo Harley acariciando  al gato. 

Observé a Megan desconfiado y me pregunté si debía fiarme de una persona con tantos secretos. 

—No va a ayudarte hasta que me explique lo que está pasando aquí. Eres responsabilidad mía Harley y necesito saber que es lo que está pasando.—respondí muy serio. 

La sonrisa de la pequeña se desvaneció y apretó los labios, en cambio Megan rió y se aproximó un poco más a la posición en la que me encontraba. 

—Te lo explicaré todo si me lo permites.—dijo ella.—Harley, por favor ¿podrías dejarnos un segundo solos?—preguntó con su voz dulce.

 La niña enseguida asintió y se marchó contenta.

—Es una niña estupenda y muy especial.—dijo observando como la niña se alejaba corriendo. 

—Respuestas—respondí tajante. 

Ella se volvió hacía mí y sonrió sin despegar los labios una vez más. 

—Muy pocos tienen los dones que ella posé.—dijo maravillada.

—¿Don? ¡Ha matado a un hombre, incendiado un orfanato lleno de niños como ella y hecho temblar el suelo! ¿A eso lo consideras tú un don?—espeté. Ella mantuvo la calma y se frotó las manos. 

—Dime, Ian. ¿Naciste sabiendo andar?—preguntó.—Su don requiere práctica y paciencia. Al principio puede resultar algo difícil de manejar e incluso duro pero una vez se controla...

Megan abrió la mano y en la palma de su mano comenzó a brotar una flor de pétalos azul turquesa que yo conocía a la perfección.

—... puede resultar hermoso.—concluyó entregándome la flor.—Es una flor muy especial para ti, igual que la persona a la que se la diste. ¿Me equivoco?

Negué con la cabeza. 

—Desde que la conociste tu vida ya no es igual. Has visto con tus propios fenómenos que se escapan al entendimiento humano, cosas que creías imposibles...

—No sé a que estás jugando...—dije.

—Esto no es ningún juego Ian, todo tiene una explicación.—respondió muy seria. 

—Quiero saberlo.

Megan sonrió y se sentó en una silla. 

—Siéntate por favor.—pidió. 

Yo hice caso y me senté en la silla situada delante de ella. 

—Te escucho.—dije impaciente. 

Megan se aclaró la voz y comenzó a hablar. 

—Nos llaman viajeros. Yo soy una viajera y Harley también lo es. He venido para ayudarla, Ian. No le deseó ningún mal, quiero creer que estamos en el mismo bando.—hizo una pausa y se apoyó en el respaldo de su asiento—La madre naturaleza es sabia, planea con detenimiento cual va a ser su próximo movimiento en el curso de la vida. Pero, hasta ella se equivoca.—dijo con amargura—Cuando creó la vida y todas sus formas, unió varios mundos con todas sus alternativas en uno solo dónde las barreras eran tan estrechas que, de alguna manera, se abrió una brecha que los comunicaba entre sí. Ella, como solución al problema, decidió crear, a partir de esa brecha, un mundo donde, a partir de los pensamientos y sentimientos humanos, todos ellos se unieran. Era la frontera, el lugar dónde todo era posible, dónde la realidad y lo imaginario apenas podían distinguirse. 

—¿Los sueños me transportan a ese mundo?—pregunté alucinado. 

—No exactamente.—respondió apoyando los codos sobre la mesa—Cada sueño es distinto al anterior, cada persona crea su propio mundo a su medida. Es infinito, cuanto más sueña la gente, más vasto se vuelve.—aclaró—Tú no sueñas lo mismo que yo, pero... si lo mismo que Ella.

—¿Por qué?—quise saber,.

—La madre coloca en cada mundo una persona que complementa a otra. Hay gente que es compatible con más de una persona, en cambio, existen personas que no han podido ser emparejadas con nadie. Ella trata de mantener el mundo en armonía, que el ciclo de la vida sea perpetuo.

—Y Ella y yo somos de esas personas.—entendí. 

—No, tú estabas enamorado. Pero ella te traicionó a pesar de que te quería.—dijo.—Se supone que tenías que perdonarla, que debías protegerla de todos los males... Pero ella estaba rota y tú también. Acabaste por huir de los sentimientos, rechazar todo lo que te hace humano.—continuó.—La naturaleza encontró una sustituta que te llenara, una mujer que había sufrido mucho y había renunciado igual que tú a sentir. Una persona sin sentimientos no es una persona. La naturaleza es justa y no puede permitirse algo así, por tanto os juntó.

¿Qué más sabía aquella mujer sobre mí?

—Ella no es una sustituta y a mi nadie me dice a quién tengo que amar.—dije sonando demasiado hostil.

—Por supuesto que no, Ian. Ella solo quiere lo mejor para todos nosotros e intenta que todos seamos felices—respondió.—El caso es que, cuando la madre decidió crear esa frontera, surgieron nuevos efectos colaterales: los viajeros.—sonrió—Los mundos vecinos se conectan a través de ese mundo y, a veces, dos almas son capaces de conectar a través de ellos. Como Ella y tú. Si ese amor da como fruto una nueva vida, el niño que nace no pertenece a ninguno de los mundos. Está en medio de todo, no es capaz de pertenecer a uno solo, si no que lo hace a todos.—Hizo una breve pausa y se sirvió un poco de agua de la jarra que había depositada en la pequeña mesa. Cuando hubo bebido continuó.—La naturaleza nos dotó de capacidades extraordinarias que nos permitieran comunicarnos tanto con ella como con el entorno. Somos sus protectores, nos encargamos de que todo se haga a su voluntad y de impedir que la vida se marchite. 

—¿Los padres de Harley se conocieron en sueños?—cuestioné. 

Megan apretó la mandíbula y clavó sus ojos sobre los míos.

—Nathan era un traidor—dijo inspirando profundamente por la boca.—Tiempo atrás fue un viajero, como yo. Los hijos de los viajeros heredan todas sus capacidades. 

—Aunque todo esto suena a locura creo que lo entiendo. 

Megan se acercó hacia mi rostro y me miró muy fijamente.

—He venido por ella, por la niña.—confesó—Necesita ayuda y para ello tengo que llevármela conmigo.—dijo.

De pronto un nudo se hizo en mi garganta y mis puños se apretaron.

—No te la vas a llevar.—respondí muy serio.

—He pasado por todo lo que ella ahora mismo está pasando. Es fuerte, Ian, demasiado fuerte como para soportarlo sola. Necesita aprender a manejar sus capacidades y desarrollar el hermoso don que la madre le ha regalado o acabará por destruirse.—dijo ella.

—He dicho que no.—dije mirándola desafiante. 

Megan me sostuvo la mirada durante unos segundos que me parecieron interminables hasta que al fin habló de nuevo.   

—Escuchemos lo que ella opina—dijo ella observando a la niña que había regresado.

—Harley...

La niña alzó la mirada del suelo y se quedó inmóvil observando un punto fijo. 

—Vamos pequeña. ¿Qué deseas tú?—preguntó Megan aproximándose hacia ella. 

Megan le acarició la melena y Harley volvió a mirar al suelo.

—¿Veré de nuevo a Antoine?—preguntó ella. 

—Por supuesto. Podrás ver a todos cuando quieras.—respondió ella dulcemente.

—¿Y a él?—dijo la pequeña señalándome—¿Podré verle a él?—preguntó.

Megan me observó de pies a cabeza y dijo:

—Siempre que quieras.

"No, no, no puedes irte..." quise decir, pero en vez de eso me quedé quieto en mi posición sin decir ni una sola palabra observando como Megan esbozaba una sonrisa. 

Harley se acercó hacia mí y tomó mi mano con delicadeza. Posó sus ojos cargados de tristeza sobre los míos y yo la miré sin creer que es lo que estaba pasando.

—Es lo mejor para mí. No puedo seguir haciendo daño a la gente que quiero. ¿Quién sabe que es lo próximo que haga?—dijo. Yo asentí.

Aunque me dolía admitirlo, la niña tenía razón. Con esos extraños poderes descontrolados resultaba una amenaza para todo el mundo. Aquello era lo mejor.

—Promete que me visitarás a menudo.—dije poniendo mis manos sobre sus hombros. 

—Lo haré.—respondió.

La pequeña se acercó a mí y pasó sus pequeños y frágiles brazos sobre mi cuello. Yo la abracé y sentí como sus cálidas lágrimas mojaban mi cuello. 

Harley se enjugó las lágrimas y le dio la mano a Megan. Caminó hacia delante y, antes de desaparecer junto con Sombra y Megan, se dio la vuelta y sonrió. 

Me levanté y alisé mi traje. 

Cogí la botella de champán de la mesa y salí del edificio. 









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