Capítulo 40
Ella
No esperaba que Sean aceptara mi propuesta. Bueno...en realidad, si lo esperaba.
Tenía miedo de perderlo, es agradable saber que siempre habrá una persona capaz de bajarte la luna sin esperar nada a cambio. Sé que era una mala persona por quererlo a mi lado dándole falsas esperanzas, pero, ni siquiera yo sabía que es lo que realmente sentía.
Él haría lo que fuera por mi, sin embargo yo ni siquiera me atrevía a mirarle a la cara.
Tal vez fue una mala idea pedirle que me acompañara.
Mi mente vagó hacía Nochebuena. Él irrumpió en mi cuarto y me besó sin pedir permiso, me perdonaba.
A pesar de todo lo que le hice él siguió a mi lado, intentando rescatar los vestigios de una relación. Sin embargo, yo jamás podría corresponderle de la misma forma.
Me dije que tal vez si me esforzaba por amarle con el tiempo podría conseguirlo.
Sentí una punzada.
Jamás podría amarle.
Zack me miró por el retrovisor preguntándose que es lo que me mantenía tan distraída como para ignorar sus comentarios.
—¿En qué piensas?—preguntó. Yo me incorporé en mi asiento y volví a la tierra.
—Nada importante—respondí. Él asintió fingiendo creerme, posó su vista en la carretera y yo volví a concentrarme en como el paisaje se iba desdibujando conforme avanzábamos.
—No sé qué pasará cuando la vea...—confesé.
—Si te sirve de consuelo yo también estoy asustado.—respondió él—La verdad es que no sé porqué necesito verla, es como si tuviera algo pendiente...—Lo entendía.
Cassie nos había hecho la vida imposible a todos pero, a pesar de todas las maldades que había cometido, sentíamos que aún no había terminado todo. Necesitábamos respuestas.
—Oye, perdón por interrumpir pero chicos, hemos ganado, no es necesario remover el pasado.—Respondió Abbie cansada. Ella no quería ir a verla, solo quería sacarla de su cabeza y su vida. Sabía que jamás lo que conseguiría, había perdido demasiado por su culpa.
—Nadie ha pedido que vengas.—Respondió Zack indiferente. Abbie se limitó a chasquer la lengua y apoyar un codo sobre la ventanilla bajada del coche. Apoyó la barbilla sobre la palma de su mano y inspiró tratando de calmar los impulsos de contestarle mal a Zack.
—Lo sé, pero no pienso dejar que mis dos mejores amigos vaya directos a un manicomio sin mi. La loca podría de nuevo lanzarse a tu cuello con un cuchillo.—Dijo ella.
—¡Oh vaya! ¡Pero que altruista eres!—Respondió Zack irónico.
—¿Verdad?—Preguntó ella.
—No.—Respondió él serio.—Tú lo que quieres es verla mal. Nada te causaría más satisfacción que verla indefensa y derrotada.—Zack me observó por un momento a través del retrovisor y de nuevo apartó la mirada al observar mi expresión de descontento.—No eres tan buena como dices ser.—Abbie se quedó muda y yo apreté su mano en un intento de calmarla.
Zack no poseía ningún tipo de filtro que le evitara suavizar la verdad, él siempre decía lo que pensaba sin importar los sentimientos de los demás.
—Zack, basta, te estás pasando.—dije severa.
—No, Ella. Tiene razón.—Confesó Abbie—Cassie me ha destrozado la vida, ha pateado mi felicidad por diversión. Nada me haría más feliz en este momento que verla sufrir, ver como su vida se cae a pedazos.—Yo observé a mi amiga sin creer ni una de sus palabras. Abbie podía ser la persona más dulce cuando se lo proponía pero, a veces, cuando su faceta oscura afloraba al exterior, llegaba a inquietarte.
—Es una zorra—dije tratado de suavizar las cosas.
—Ella también.—Interrumpió Zack. Si las miradas mataran la mía desde luego hubiese matado a Zack. Abbie sonrió y ignoró el comentario de Zack.
—Pon música ¿Quieres?—ordené. Zack puso un disco y poco después "Don't cry" de los Guns n' roses comenzó a sonar en el coche.
Abbie se durmió y yo estuve a punto. Cuando llegamos al mani... digo psiquiátrico Zack se giró y observó como Abbie dormía, río y puso un dedo en sus labios indicándome que callara. Yo asentí y se dió la vuelta.
El ensordecedor claxon hizo que Abbie se despertara azorada.
Reprimí una risa y observé como Abbie buscaba al causante de todo ese estruendo. Cuando lo encontró comenzó a teñirse de rojo.
-¡Quién te crees que eres!-gritó Abbie levantándose del asiento y comenzó a golpearle la espalda con el bolso. Zack reía divertido y yo simplemente me mantenía al margen divertida.
Ambos sabíamos como Abbie se ponía cuando le despertaban bruscamente.
—Te voy a partir esa cara bonita que tienes—exclamó ella.
—¡No, mi mayor encanto no!—respondió él divertido. Ambos acabaron riendo.
No entendía como estos dos se habían hecho amigos. De todas formas me alegraba de que decidieran dajar sus diferencias a un lado.
Los tres bajamos del coche y pedimos ver a Cassie, quien se encontraba en su habitación.
Su doctor nos acompañó a su habitación.
—Lleva dos semanas sin hablar, tal vez ver caras conocidas la ayude—dijo el hombre.
—Y... que pasa si nos intenta agredir—preguntó Abbie temiendo volver a vivir una experiencia similar a la que había vivido hace dos meses.
—En ese caso pulse este botón.—dijo el doctor. Ella lo tomó con manos temblorosas y lo miró a lo ojos vacilante.
—Vaya. Me deja mucho más tranquila...—dijo ella.
—No se preocupe, ha tomado su medicación. Eso tan sólo es el mando de mi garaje.—bromeó. El hombre le arrebató el mando y sonrió. Sospeché por la cara que puso Abbie que a ella no le había hecho tanta gracia.
—Hasta los médicos se ríen de ti.—susurró Zack en voz baja. Ella golpeó su hombro y entró la primera en la habitación.
Yo fui la última en entrar.
Observé como las cámaras se movían en mi dirección, nos observaban. De alguna manera eso me tranquilizó.
Cassie se encontraba sentada en una silla enfrente de una mesa. Su cabellos anteriormente brillantes y suaves estaban crespados y enredados. Su mirada perdida apuntaba hacía una hoja en blanco con una sola palabra escrita en el centro.
"Charlotte"
Coloqué una silla enfrente de ella y inspiré hondo. Cassie ni siquiera me miró a la cara. Parecía ausente, ida...
Abbie arrastró una silla y se sentó a mi lado.
Yo sentía pena por Cassie en cambió los puños de Abbie de habían cerrado y su mandíbula estaba tensa.
—Cassie...—Me oí decir con voz trémula.
Ella fingió no oírme. Pestañeó y torció levemente la cabeza hacia la derecha.
—Está en su mundo. Vámonos Ella.—Abbie hizo ademán de levantarse pero Zack plantó ambas manos en sus hombros impidiéndole que se levantara.
Yo observé a Cassie que continuaba observando aquel nombre como si no existiera otra cosa en el mundo.
—Sé que estás ahí.—Susurré acercándome a Cassie, ella siguió ignorandome.—Yo jamás deseé esto.
Cassie levantó lentamente la cabeza y posó sus ojos faltos de expresión sobre los míos. Me eché hacía atrás.
—Enferma.—dijo ella. Los tres nos sorprendimos al oír su voz. A pesar de su mal aspecto, seguía conservando aquel tono de voz controlado y altivo de siempre, ella no cedería, se mantendría intacta hasta el final.—Cassie, estás enferma... Eso es lo que los médicos me repiten a todas horas.—Posó sus ojos sobre Zack y se quedó durante unos instantes observando sus facciones.-Tú -Zack se mantuvo inmóvil y ella desvío de nuevo la mirada.
—¡Asesina!—exclamó Abbie dando un golpe en la mesa. Sus lágrimas salían de sus ojos como torrentes y se deslizaban por sus mejillas enrojecidas. Cassie se mantuvo tranquila y esbozó lo que parecía ser una sonrisa.
—Estaba muerta mucho antes de que yo le hiciera el enorme favor de librarla de este mundo—respondió ella.
—¡Eres una loca de mierda!—gritó Abbie perdiendo el control e intentando abalanzarse sobre ella. Zack la sujetó y trató de tranquilizarla. Abbie era una persona muy impulsiva, no había sido buena idea dejar que nos acompañara, el dolor aún estaba muy presente en su vida.
—Cassie ¿Por qué lo hiciste?—Ella me miró fijamente ignorando mi pregunta.—Cassie... ¿Por qué lo hiciste?—repetí. Ella comenzó a reír y Zack y yo nos miramos sin entender nada de nada.
—Pobre y tonta Ella... no te das cuenta de que estás igual de sola que yo. Mira a tu alrededor. Tu madre ha rehecho su vida con otro hombre, tus amigos te ocultan cosas y todo hombre que se cruza en tu vida acaba por engañarte—dijo al fin.—Tú y yo somos iguales.
—Ella jamás será como tú.—Interrumpió Zack.
-Cierto. Ella no tiene el valor para enfrentarse a nada. Prefiere dejar que otros lo hagan por ella—escupió.—Además, si fuera como yo jamás te hubieses enamorado de ella—
Observé a Cassie que sonreía triunfante. Me giré tratando de descifrar los sentimientos que Zack ocultaba. Él posó sus ojos negros sobre los míos y entreabrió la boca para decir algo.
"No, no, no, no... Esto no puede estar pasando."
Quería creer que Cassie estaba celosa de mí, que tan sólo eran alucinaciones. Pero cuando sus palabras me lo confirmaron quedé desarmada.
—Lo siento.—dijo Zack. Una lágrima descendió por mi mejilla y aparté la mirada. Él abrió la puerta y abandonó la estancia.
—¿No te cansas de joderle la vida a la gente?—preguntó Abbie. Cassie negó con la cabeza y esbozó una sonrisa aún más amplia que la anterior.
Aunque la manera de demostrar su amor era un tanto peculiar, Zack jamás me había fallado.
Siempre se preocupaba por mí y me defendía en todo, trataba de hacerme reír e incluso a veces renunciaba a salir con sus amigos por quedarse conmigo jugando a estúpidos juegos de mesa.
¿Cómo había sido tan tonta como para no darme cuenta?
Él me amaba de la misma forma que yo amaba a Ian. Su corazón estaba dividido, Robert ocupaba un lado y yo otro. Supe por la forma en que sus ojos brillaron que jamás quiso sentir nada por mí.
Abbie evitó mirarme, Cassie tan sólo reía a carcajadas disfrutando del dolor que de nuevo había provocado.
Al parecer todo el mundo lo sabía menos yo.
—Escúchame, zorra.—dije agarrando a Cassie por el cuello de su camiseta.—He venido aquí porque creía que había algo de humano en ti. Creí que merecías una oportunidad, hacer las paces contigo para que ambas nos sintiéramos bien. Veo que me he equivocado. Llámame tonta por haber intentado solucionar las cosas. Tan sólo eres un monstruo incapaz de sentir algo por alguien que no seas tú.—le dije cargada de odio. Acto seguido solté su camiseta y ella se incorporó en la silla mientras estiraba su camiseta. Cassie comenzó de nuevo a reír y yo me levanté de la silla. Suficiente. Abbie me siguió y ambas salimos por la puerta.
—Tenías razón. No debimos venir.
Ian
Cerré la maleta y observé a Harley, quién se encontraba agazapada en un rincón de la estancia. Intenté descifrar los pensamientos que ocultaba su mirada perdida en vano. Ambos estábamos asustados, había pasado todo tan deprisa...
Hice todo lo posible por ignorar el cadáver envuelto en una sábana pero no pude. Parecía que sus ojos atravesaban el tejido, observándome, culpándome. Y, aunque no fui yo el causante de su muerte me sentía como si yo fuera su asesino.
Harley tiró del bajo de mi camiseta y dijo con voz trémula:
—¿Y ahora que haremos?—preguntó. Sus ojos comenzaban de nuevo a humedecerse y sus mejillas a enrojecerse. Tan solo era una niña de nueve años.
—Nos vamos—Me cargué una mochila a mis espaldas con lo imprescindible y busqué dinero entre los cajones. Como vi que no llevaba suficiente busqué en los bolsillos de Martin y cogí todo lo que llevaba encima. Me dije que robarle a un muerto es un acto miserable pero estaba muerto, ya no iba a necesitarlo más.—Cogeremos el vuelo de las ocho y media y nos marcharemos muy lejos olvidando nuestra anterior vida.—Conseguir los pasaportes falsos no era tan complicado, conocía gente que podía conseguírmelos en menos de una hora, el problema venía después. En cuanto descubrieran que el decano había sido asesinado comenzarían a sospechar y yo sería el primer sospechoso. Huir no era una opción muy prudente pero era la única viable.
Era consciente de que aquello, probablemente, saldría mal pero prefería intentarlo a pasar el resto de mi vida entre rejas.
—Diré que he sido yo—dijo la pequeña. Yo sonreí. No, no podía dejar que aquello ocurriese.
—No, no dirás nada—respondí severo. Ella me observó fijamente sin saber que responder y luego desvió su mirada hacia el suelo, como si tuviera algo que ocultarme.—Harley, ahora estamos juntos en esto. Voy a protegerte mientras pueda pero para ello necesito que confíes en mí ¿Vale?—ella asintió y comenzó a hablar.
—Antes del accidente una mujer venía todos los días a visitarme. Decía que me quería ayudar, que yo era importante.—asentí, no sabía que quería decir con eso.—Dice que soy capaz de ver y hacer cosas increíbles.
Aquello era cierto. Por alguna razón poseía un don tanto monstruoso como impresionante. Era una caja de sorpresas y eso me asustaba.
—La cuestión es que... puedo llevarte con Ella.—dijo.
Mi corazón dio un vuelco.
—¿Realmente puedes hacerlo?—pregunté incrédulo.
—Creo que si.—respondió insegura. Yo me agaché para estar a su altura y puse ambas manos en sus hombros. Si podía llevarme hasta su mundo ya jamás tendría que huir.
—En ese caso marchémonos allí.—ella me observó a los ojos y por un momento atisbé duda.
—Lo que le pasó a Ella solo es el comienzo.—advirtió ella.
Recordé la pérdida de memoria de Ella, no recordaba nada de lo que había dejado atrás en su mundo. Traté de encontrar algo por lo que aferrarme en este mundo pero no había nada. A diferencia de Ella yo no tenía nada que valiera la pena recordar. Todo lo que había vivido hasta ahora había sido sufrimiento y dolor.
—No me importa—respondí. Ella fue a decir algo pero asintió y tomó mi mano.
Harley cerró los ojos y yo la imité. Noté como pequeñas descargas eléctricas de baja intensidad procedentes de ella recorrían mi cuerpo.
No me importaba olvidar mi pasado, mi presente y mi futuro los forjaría al lado de Ella.
Todo me daba vueltas, la energía que Harley desprendía estaba en el ambiente.
Mantuve los ojos cerrados.
No importada nada, comenzaba de cero.
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