Capítulo 24

Ian

-¡Ian, no quiero volver con el monstruo de las uñas rojas!- exclamó Harley descontenta. 

Apreté la mandíbula sin saber que decir, odiaba decepcionarla.

-Tenemos que volver.- Dicho esto la niña me soltó la mano y se paró en seco, se sentó sobre el asfalto y me miró desafiante, no tenía intención alguna de moverse.

-No pienso levantarme hasta que me prometas que me puedo quedar contigo y con Sombra.- Yo me pasé los dedos por el cabello pensando en que debía hacer. 

-Vamos Harley levanta de ahí.- La gente observaba el numerito que Harley estaba montando mientras yo sentía una creciente vergüenza. Deseé  que Harley entrara de una vez por todas en razón y me ahorrara todo aquel bochorno.

-Adóptame.-pidió la niña suplicante, yo la miré y negué con la cabeza, no podía hacerme cargo de una niña, simplemente yo no podía.- Estaríamos siempre juntos...

-Yo... no puedo. Soy muy joven para hacerme cargo de una niña que necesita cuidados, además ¿Que diría tu tía?.-Harley se puso a llorar y se levantó apretando los puños encolerizada.- Vamos Harley, voy a llevarte a casa.- Le tendí la mano y ella la apartó de un manotazo, aquello fué como un jarro de agua fría.

-¡No! Si tú no me quieres yo a ti tampoco.- espetó mientras echaba a correr lejos de mí. 

-¡Harley!- grité alterado mientras trataba de abrirme paso entre el gentío. 

Mi corazón se aceleraba conforme ella se alejaba de mí, la gente me impedía alcanzarla y yo, asustado, me maldecía por no haberla visto venir.

 Los truenos indicaban que pronto iba a desatarse una tormenta por tanto me dije que tenía que encontrarla pronto si no quería que se resfriara.

Harley era escurridiza y se colaba entre la gente con facilidad, en cambio yo era incapaz de desenvolverme tan bien como ella y no tardé en perderla de vista.

- ¿Perdone ha visto a una niña peliroja de  ocho años corriendo con un gato negro en esa dirección?- dije señalando la dirección por la que ella se había marchado. El extraño negó, al igual que muchos otros más a los que pregunté, estaba nervioso e incómodo pero aún así continué mi carrera. No pararía hasta dar con ella. 

Corrí y corrí hasta que la lluvia incesante y agresiva me impedió ver más allá de dos pasos delante de mi. Frené y me quedé paralizado sin saber que hacer, la lluvia me había empapado por completo y, mientras mi respiración jadeante trataba de recuperarse y mi mente barajaba las opciones que tenía, el cielo rugía encolerizado.  Desbloqueé el móvil y me pregunté a mi mismo a quién debía pedir ayuda. ¿Llamaba a la policía? No, se metería en líos. ¿Llamaba a Dana? Empeoraría las cosas. ¿Que podía hacer? De pronto noté como una extraña fuerza me empujaba hacía delante obligándome a caminar sin saber a dónde acabaría, me sentí raro e indefenso, alguien, más bien, algo estaba manejando los hilos de mi voluntad a su antojo.

 Mis pasos me llevaron hasta un callejón oscuro dónde pude entrever a una figura doblada sobre sí misma, pronto aquella extraña sensación de ser controlado me abandonó y me sentí más libre. Me acerqué hacia Harley vacilante, esta se encontraba agazapada sobre el suelo mojado mientras lloraba y acariciaba a Sombra. 

-Tú me quieres ¿Verdad?- Sollozó la niña sin percatarse de mi presencia.- Tú no me dejaras.- La niña pareció prestar atención a algo que yo no pude adivinar que era y más tarde fijó la vista en mí descontenta.- ¿Por qué lo habeis traído aquí?- Preguntó rabiosa al aire.- ¡Quiere llevarme con ella! ¡Lo odio, lo odio!

-Harley... no digas tonterías. Aquí no hay nadie.- Dije confundido al ver que la niña hablaba sola.

-¡Claro que sí! Ellos están delante mía.- Contestó la pequeña aferrándose a Sombra.

-Ven conmigo, vas a resfriarte. Te llevaré a casa...- Dije mientras me acercaba a la niña cautelosamente, no iba a huir de nuevo pero de todas formas yo estaba alerta.

-Y vosotros también quereis que esté triste ¿Verdad?- Exclamó de nuevo al viento haciendo caso omiso de mis palabras.- ¡No! No quiero volver, quiero estar con vosotros.- Yo le dirigí una mirada triste y ella comenzó a llorar de nuevo.- ¡No, no os vayais! ¡No me dejeis sola!- gritó la niña desesperada con los ojos desorbitados. Más tarde se tranquilizó y miró hacia la nada apagada.

-Por favor... Harley.- interrumpí sin saber que ocurría. Ella se levantó tras mi súplica con Sombra en sus brazos y se limpió las lágrimas sonrió tristemente y trató de aparentar estar bien.

-Dicen que tu me cuidarás, que siempre harás lo mejor para mí...- Ella bajó la mirada y la fijó en su nueva mascota.- Dicen que me quieres.- Yo asentí.

-Lo siento.- No sabía exactamente el motivo por el cual me disculpaba pero sentía que le debía una disculpa.-Yo nunca te haría daño.

-Ellos dicen que todo mejorará pronto si estoy a tu lado.- Yo lo miré perplejo ¿De quién demonios hablaba? 

-¿Quién te ha dicho eso?-me atreví a preguntarle a la pequeña.

-Mis padres, ya te dije que ellos me visitan cuando pueden, ellos han sido los que te han ayudado a encontrarme.-Ella pestañeó rápidamente para evitar derramar más lágrimas y me dirigió un falsa sonrisa. De pronto recordé el frío interior que había sentido hacía unos instantes y la perdida de control sobre mi propio cuerpo, no podía creer lo que oía pero, a estas alturas, nada era imposible. Era de locos.

-¿Y qué más te dicen normalmente?.- Pregunté curioso.

-Normalmente hablamos de la escuela, de mi tía, me cuentan cuentos... Pero ahora no me paran de repetir algo sobre una chica a la que no deberías ver, dicen que te pasará algo malo si vas a buscarla.- Contestó la niña sin dar demasiada importancia a sus palabras. Yo abrí los ojos como platos, no podía referirse a Ella. De todas formas, era imposible que los padres de Harley supieran lo mío con Ella. No, no iba a hacer caso a Harley. ¿Qué podía saber ella? Le sonreí a la pequeña y la tomé de la mano suavemente.

-Vamos.- Ella puso su mano sobre la mía reacia y corrimos por debajo de la lluvia. 

La llevé a mi piso, que se encontraba muy cerca de allí, para que se cambiara la ropa empapada y descansara, no podía llevarla con su tía y ya se había hecho tarde.

 Le dejé una camiseta mía que le venía a modo de vestido, se sacudió el pelo y sonrió. Nunca entendería a Harley, hacía cinco minutos estaba muy enfadada y ahora desprendía felicidad, tal vez el mero hecho de alejarse de su tía le hacía feliz.

-Yo sé que me salvarás de la bruja.- Cogí una toalla y le sequé el pelo.-¡Mira ahora parezco un oso!- Le devolví una falsa sonrisa, pues por más que lo intenaba no podía sacarme de la cabeza lo que Harley me había dicho sobre Ella. Saqué el móvil de mi bolsillo trasero y busqué el número de su tía.

-Buenas tardes señora Finch, soy Ian Jenkins.

-Ian... ¡Ah sí! El joven del cual mi sobrina no para de hablar.- Dijo Dana desde la otra línea aparentando estar encantada de escucharme. 

-Le llamaba para decirle que Harley está conmigo en mi apartamento. Se ha puesto a llover y no podía llevarla de vuelta con este tiempo.

-Por mí puede quedársela para siempre.- La mujer se carcajeó y yo sentí nauseas.- La verdad es que me hace un gran favor al llevársela, soportar a semejante carga es agotador.-prosiguió. Yo miré a Harley con tristeza, esta se encontraba mirando los libros de mi estantería con curiosidad. Otra vez más me mordí la lengua y me callé todo lo que quería decirle a aquella detestable señora.

-Bueno, tan solo era para que estuviera tranquila.- Aclaré educadamente.

-Gracias joven, jamás he estado más tranquila.- Colgué enfurecido y lancé el móvil al colchón.

-Harley he decidido que te quedarás conmigo una larga temporada.- A la niña se le iluminó la mirada y corrió a abrazarme.- No dejaré que ella te haga infeliz, lo prometo.- Acaricié la melena aún húmeda de la niña y ella me ofreció una sonrisa de oreja a oreja.

-Ian eres el mejor.- exclamó contenta.

-¿Has visto algún libro que te guste?- pregunté mientras me agachaba para estar a su altura. Ella asintió y corrió hacia la estantería. Señaló un libro que se encontraba en la última balda, yo me aproximé a ella y levanté a la pequeña para que pudiera cogerlo.- La historia interminable  de Michael Ende.-leí en la portada. Le devolví a la pequeña el libro y le dirigí una sonrisa, Harley abrazó su pequeño tesoro ilusionada.

Todos los libros que habían sido importantes durante mi infancia se encontraban en el estante más alto, aquel libro me había sacado muchas sonrisas de pequeño, me había hecho creer en la fantasía y en la importancia de soñar, incluso cuando mi vida me exigía mantenerme más que nunca con los pies en la tierra.- Estoy seguro de que te encantará.

-Soy muy feliz Ian.- dijo la pequeña lanzándose con el libro a mi enorme y cómoda cama, se sentó riendo y comenzó con su lectura en silencio. Yo me despedí de ella y me fui al baño para ducharme.

Me desnudé y me metí en la ducha. Abrí los grifos y dejé que el agua caliente recorriera mi cuerpo, suspiré aliviado de que, al final todo hubiese salido bien. Aquella niña me había provocado, muchos dolores de cabeza pero también me había sacado muchas sonrisas, adoraba pasar tiempo con ella, era la única persona aparte de Ella que conseguía hacerme olvidar por un momento todas y cada una de mis preocupaciones.

Harley estaba sola, como yo lo había estado a su edad. Me sentía identificado con ella y me dí cuenta de que, ahora más que nunca, ella necesitaba que alguien la quisiera y la escuchara. Es duro seguir adelante solo, es duro ver como te dan la espalda. Me prometí a mi mismo que haría todo lo que estuviera en mi mano para protegerla y darle una vida mejor.

No recuerdo cuanto tiempo estuve en la ducha, la cuestión es que cuando salí del cuarto de baño, encontré a Harley dormida con el libro a un lado de la cama medio abierto.

Recogí el libro y lo puse encima de la mesita de noche, la tapé con una manta y le dí un beso de buenas noches. Me dí la vuelta dispuesto a estudiar un poco, tenía que ponerme al día con los estudios si no quería que me echaran de la universidad. Me senté en frente de todos lo papeles amontonados y los libros apilados. Observé mi tesis, hablaba de universos paralelos, de como varios universos independientes se unían conformando un multiuniverso. No sabía como continuar, llevaba estancado en el mismo punto desde hacía varios meses. Mi mano jugueteaba con la pulsera de Ella y observaba las complicadas formulas matemáticas escritas sobre el papel, números y más números, estaba harto de ellos.

"Grande, serás grande." Decían todos y cada uno de mis profesores. ¿Qué es ser grande? ¿Sentarse junto a intelectuales que viven por y para la ciencia? ¿Salir en las noticias? ¿Ser reconocido por todo el mundo y dar conferencias alrededor del mundo? Aquello no era para mí, no buscaba la grandeza, no buscaba prestigio ni reconocimiento, tan solo quería llevar una vida modesta, tan solo quería sentarme al lado de la chica de mis sueños y envejecer. No quería hacer grandes cosas por la humanidad, quería comenzar a hacer cosas por mí. 

Pero no podía decepcionarlo, él siempre quiso verme sentado entre los mejores, tiempo atrás también yo lo quise, pero aquel niño soñador que se sentaba todas las noches a ver las estrellas imaginando nuevas fronteras había desaparecido. Simplemente quería llevar un vida sencilla, vivir, envejecer y morir como un don nadie.

Observé la pulsera que jamás me quitaba y sonreí. Ella se había convertido en el motor de mi corazón, pensar en ella me daba fuerzas para seguir luchando. 

Seguí acariciando la pulsera y abrí los ojos como platos. Vivía en mi misma ciudad, tenía una vida y tan solo podíamos vernos en sueños.

-No, no es posible.- dije en voz baja observando de nuevo los apuntes. 

Mi mente comenzó a atar cabos y consiguió llegar a una conclusión que se escapaba al entendimiento humano. Simplemente no podía creer que Ella perteneciera a otro mundo, no quería creerlo. De alguna manera la barrera entre nuestros dos mundos era tan estrecha que pude verla reflejada en la fuente, de alguna manera podíamos contactarnos mediante sueños. Todo parecía parecía tener sentido, los sueños eran la barrera que separaban ambos mundos y era tan sumamente estrecha que al soñar se podían ver a otras personas de otro mundo diferente. Supongo que mis deseos de verla eran tan fuertes que conseguía conectarme de alguna extraña manera a ella. ¿Pero por qué el universo nos había juntado? Eso era algo que debía descubrir.

Arrugué los papeles frustrado, y tiré toda la tesis a la papelera. Tan solo decían tonterías, tan solo eran delirios de un pirado. 

-Ian...- Dijo Harley somnolienta desde la cama.

-Vuélvete a dormir.- Ella no volvió a decir nada, supuse que se había vuelto a dormir. 

Yo me coloqué a un lado de la cama para no molestarla y cerré los ojos dejando que la oscuridad me abrazara.






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