Capítulo 18
Ian
Me tumbé sobre la fina hierba y esperé a que Ella se presentara delante mía. Sonreí y miré como las nubes se deformaban conforme yo deseaba que lo hicieran. Un nubarrón gris tapó el Sol y yo extrañado traté de deshacerme de él, sin embargo, seguía ahí; pronto el cielo se encapotó y una gota aterrizó en mi frente. Comenzó a tronar y el luminoso día se volvió en uno triste y apagado, me levanté y vi una larga melena rubia que se mecía por el enfurecido viento. Ella me daba la espalda y parecía no percatarse de mi presencia pues estaba muy ocupada provocando una tempestad en medio de nuestro idílico paraíso.
-¿Que estas haciendo?- Dije suavemente acercándome a ella.- Ella, por favor... para.- Ella se giró y me miró ausente.
-¿Por qué siempre acabo haciendo daño a las personas que más quiero?- Dijo sin expresión alguna. Inspiré hondo y posé una mano en su hombro para hacerle saber que me tenía a mi. La joven miró mi mano con una frialdad glacial y la aparté de ella sintiendo como el frío de su mirada calaba en mis huesos.
-Ella. Sea lo que sea, sabes que me tienes aquí contigo...-Dije sin vacilar.
-No, me estás mintiendo. ¡Ni siquiera eres real!- Exclamó con desdén. Sentí como si me hubieran apuñalado en el corazón. Sacudí la cabeza, Ella no era así, algo grave le había tenido que pasar.
-Soy tan real como tú. ¿Crees que no te entiendo?- Dije obligándola a mirarme a la cara. Ella pestañeó rápidamente para deshacerse de las lágrimas que comenzaban a formarse un sus ojos.- Siempre es más fácil huir que enfrentarse a los problemas ¿Verdad?.- Suspiré.-Es más fácil darse la vuelta y echar de tu vida a la gente que tiene la capacidad de hacerte daño que quedarse para ver como todo se derrumba.- Ella se apartó de mí bruscamente.
-No sabes nada de mí.
-Claro que sí, te conozco más que tú a ti misma.- Dije manteniéndome sereno. Sabía que aquella era la única forma de que me escuchara.
-Tan solo eres una broma de mi imaginación. Tan solo te estas riendo de mi.- Apreté la mandíbula y cerré los ojos.
-Nunca conseguirás ser feliz si no dejas que la gente se acerque a ti, créeme.
-Tampoco seré infeliz.- Espetó.
-Cierto. Pero serás una roca, no una persona.- Me acerqué a ella.- Irrompible, insensible, fea.- Acaricié su mejilla y sus ojos azules como el mar se enrojecieron, una lágrima descendió y ella trató de ignorarla.- Es mejor sentir dolor, tristeza, odio... que no sentir nada. Al menos así sabes que estas vivo.- Aquellas palabras eran más para mí que para aquella chica dolida. Sostuve una de sus frágiles manos y la miré a los ojos con la esperanza de traer de vuelta a la Ella soñadora y enérgica de antes. "Vamos, sé que estás ahí" Me dije para mi mismo.
-Te quiero.- La tempestad amainó y pronto pude ver el cielo completamente despejado. Sonreí y la abracé. "Ya está, ya ha pasado todo." Quise decirle.
-Yo también te quiero, Ella.- Dije estrechándola con fuerza.
-Soy débil, Ian.
-Eres humana.- Aclaré.
-Prométeme que nunca me abandonaras, que hayarás el modo de encontrarme y vendrás a por mi.- Odiaba hacer promesas, pero a su lado nada parecía ser imposible. Ella se frotó los ojos y aguardó mi respuesta.
-Te encontraré.-Le miré a los ojos para mostrarle que no mentía, le besé la frente y cerré los ojos.- Te lo prometo.- Aquella promesa la iba a cumplir, aunque no tuviera ni idea de como comenzar.
No recuerdo cuanto tiempo permanecimos abrazados, puede que fuera una eternidad o tan solo un segundo; La cuestión es que, cuando me vi abrazando únicamente al aire, me di cuenta que mi mayor miedo era perderla.
Ella
¿Que me estaba pasando? Me agarré la cabeza con ambas manos y comencé a llorar en soledad. Necesitaba desahogarme. Me esperaba que fuera Casie quién acabara por destruir mi relación con Sean, no mi mejor amiga. No le encontraba el sentido de su traición, no era propio de ella. En un arranque de furia comencé a lanzar puñetazos a la almohada mientras las lágrimas me nublaban la visión, estaba sola, nadie me estaba mirando ni cuestionaba mis acciones. Apreté los dientes y me derrumbé de nuevo sobre el colchón haciéndome un ovillo. Por más que deseara odiar a Abbie, no podía; por más que quisiera convencerme de que Sean no me importaba, no podía; por más que buscara el modo de olvidarme de Ian, no podía. Todos ellos eran capaces de volver mi mundo patas arriba, todos podían destrozarme con un suspiro si así lo quisieran.
-Os quiero...- Dije en un susurro. Cerré los ojos y continué llorando en silencio. El sonido de una llaves abriendo la cerradura me hicieron incorporarme y limpiarme las lágrimas. Un chico de negros cabellos rizados y ojos negros me miró sorprendido.
-¿Qué haces tu aquí?- Preguntó bruscamente. No se le veía muy contento.
-Yo...
-Mejor ni me lo digas.- Interrumpió.- Un acto de caridad de Robert.- Asentí. Zack fingía ser un encanto con todo el mundo cuando Robert estaba delante, cuando él no estaba presente era un completo... imbécil.
-No quiero molestar.- Zack miraba hacia el suelo como si no fuera merecedora de su mirada.
-Pues no te sale nada bien. El mero hecho de que estés aquí ya me molesta.- Espetó. Abrí la boca de asombro y apreté los puños.
-No te lo mereces.- Dije haciendo volver mi tono autoritario de siempre. Zack me miró con frialdad y instintivamente cerré mis manos en torno de la blanca sábana.
-Lo sé.-Dijo simplemente. Se quedó mirándome sin decir nada y yo le sostuve la mirada a pesar de que me hacía sentir indefensa.- No quiero verte aquí.- Dijo rompiendo el silencio. Reí.
-Algo en lo que estamos de acuerdo.
-Vete, si no quieres que convierta tu vida en un infierno.- Recogió la mochila que había venido a buscar y de nuevo me dejó sola. "¿Tan molesta soy?" Me pregunté. Ignoraba el motivo por el cual Zack me quería lejos, tal vez se había enterado de lo mala persona que era. De todas formas no iba a hacerle caso ¿Quién se creía que era para darme órdenes?
Me miré al espejo y traté de sonreír, no me iban a ver triste. Me peiné la melena y me la planché, me maquillé y me vestí con unos pantalones negros y una camiseta blanca con un bolsillo negro, me puse unas deportivas blancas y bajé a desayunar. Abbie estaba sentada con Mia, Robert, Kyle y Zack. Mia y Robert me saludaban con una mano indicándome que me sentara con ellos como de costumbre. Abbie apartó la mirada y hizo como si no me hubiera visto y yo hice lo mismo. Me senté sola en una mesa vacía lo más lejos posible de ella y jugueteé con la comida sin probar bocado.
-Vaya, al parecer te has quedado sin amigos.- Dijo una voz femenina divertida. Cassie me miraba satisfecha delante mía, me clavé las uñas en las palmas para mantenerme serena. Ella rió y cogió un bollo relleno de chocolate de mi bandeja y lo examinó minuciosamente.- Vaya... si que debes de estar deprimida...
-No todas somos unas zorras anoréxicas como tú.- A Cassie le desapareció la sonrisa de la cara y me miró asqueada. Sonreí triunfante. Cassie apoyó las palmas en la mesa y se acercó a mi.
-Escúchame, voy a hacer que odies cada segundo de tu patética vida.- Olí el sutil aroma a vainilla que desprendía, exactamente igual al mío; me percaté de que en vez de llevar el pelo en sueltos tirabuzones ,como de costumbre, esta vez se lo había alisado como yo; había sustituido el estilo de vestir propio de una muñeca Barbie por el mío. Hice una mueca y aparté la mirada de ella.- No quieres perder a los pocos amigos que te quedan ¿Verdad?- Sostuvo mi barbilla obligándome a mirarla.-A mi nadie me ignora.- Dijo seria, yo me mantuve callada, no le iba a dar lo que quería.- Esta vez tu cara bonita no va a salvarte, Ella. Yo soy mejor que tú. Más guapa, más lista, más delgada, más popular, más rica...- Cassie acarició mi mejilla y sonrió.
-Cassie, me gustaría hablar con Ella.- Dijo la voz de Zack a mis espaldas. Yo lo miré sorprendida. Cassie se mordió el labio.
-Zack. Uf... siempre he lamentado que juegues en el otro bando...-Dijo ella dándole un repasón de arriba a abajo. No pude evitar reír.
-Cassie...- Dijo Zack con voz tierna. A ella se le iluminó la mirada.
-¿Si?- Contestó esperanzada.
-¿Por qué no te largas y nos haces un favor a todos? - Cassie miró a Zack con desprecio, parecía dolida. ¿Qué demonios pasaba entre aquellos dos?- Nadie te quiere. ¿Cuándo te darás cuenta?- Se levantó y se largó echando chispas hacía su mesa. Zack me miró indiferente y se fué. Confundida me levanté y recogí mis cosas y me dispuse a salir tras él. Cuando estuve a punto de salir recordé que había olvidado tirar a la basura el desayuno que no me había acabado. Cogí la bandeja y me dirigí a la mesa donde estaban Sean, Charlotte y sus amigos. Sean miró divertido como echaba encima el vaso de leche a su querida novia. Ella lanzó un grito.
-Te he confundido con la basura, lo siento.- Dije fingiendo sentirme culpable.
-¡Serás...!- Ella intentó levantarse pero Sean le obligó a quedarse en su sitio.- ¿¡Vas a dejar que se vaya de rositas!? ¡Suéltame!- Exclamó enfadada deshaciéndose bruscamente de la de Sean.
Les di la espalda y caminé rápidamente con la esperanza de encontrar a Zack y obtener respuestas. ¿Por qué actuaba como un gilipollas y luego me ayudaba? No lo entendía.
Cuando abandoné la cafetería corrí por los pasillos, al salir del edificio lo vi sentado en un banco de piedra con los cascos puestos y las piernas cruzadas.
-Sabía que vendrías.-Me miró y volvió enseguida la vista a su libro. Yo me senté a su lado esperando que me dijera lo horrible que era soportarme.- Siempre metiendo las narices.- Se limitó a decir.
-No tenías por qué hacer eso.- Le arrebaté el libro de las manos y lo lancé a la hierba. Él se quitó los auriculares y puso los ojos en blanco.
-¿Es qué nunca te vas a callar?- Preguntó cansado.
-No hasta que me expliques porque lo has hecho.- Zack rió y me miró por primera vez a los ojos.
-¿Te extraña que por una vez en mi vida haya hecho una buena obra?
-Me extraña que lo hayas hecho por iniciativa propia.- Él me miró entrecerrando los ojos.- ¡Deja de tratar de intimidarme!- Exclamé molesta.
-Lo estabas pasando mal.- Dijo simplemente como si eso fuera explicación suficiente.
-Eso te da igual a ti.
-¿Nunca te han dicho lo pesada que eres?-Dijo molesto, apoyó la cabeza sobre su mano fingiendo que oírme le daba dolor de cabeza.
-¿Y a ti lo capullo que puedes ser?- El me miró divertido y sonrió. "¿Qué le había visto Robert?"
-Charlotte te odia.- "Dime algo que no sepa." Pensé.- Y yo la odio a ella.- Aclaró.
-¿Por eso me has ayudado?- Pregunté.- ¿Para fastidiarla?
-Por eso y porque sé de lo que es capaz.- Apretó los puños y desvió la mirada.- No te lo mereces, nadie se lo merece.- ¿Que tenía que ver ella con él? Me pregunté. De pronto todo tuvo sentido.
-¿Que ha hecho?- Conocía la respuesta, comencé a sentir que todo daba vueltas a mi alrededor.
-Piénsalo, llegas tú y su reinado se derrumba. Todos parecen prestarte más atención a ti que a ella y para colmo su ex-novio se fija en ti.- Dijo recogiendo el libro del suelo.- Le has quitado todo lo que a ella le importa y ella quiere hacer lo mismo contigo.
-¿Ha sido ella la que ha puesto en mi contra a todos mis amigos?- Él negó.
-No, tan sólo a Abbie.- Confesó.- Pensó que si Abbie te traicionaba causaría más dolor que si lo hacía ella misma.- Tenía ganas de vomitar, siempre era ella la causante de mi problemas. Desde el principio sabía que Casie no se tragaba el rollo de que me había enamorado de Sean, la había subestimado. Me había hecho creer que estaba en ventaja cuando ella era la que manejaba los hilos del espectáculo.-No fue difícil, tan solo tuvo que decirle a Abbie que si no hacía lo que ella quería conseguiría expulsarla de la universidad y le contaría a su madre su pequeño secretito.- No sabía a que secreto se refería, al parecer Abbie no confiaba del todo en mi. Ahora todo parecía encajar, sabía que no me haría daño sin más.
-¿C-como sabes todo esto?- Pregunté impresionada. El chico de los cabellos ensortijados parecía tener muchos secretos, tal vez por eso se escondía.
-Charlotte habla alto y vivir en la misma casa no ayuda a ocultar un secreto. -Sonrió tristemente.
-Eres su hermano.- No podía creerlo.
-Su... hermanastro. Solo faltaba eso...- Dijo riendo sarcásticamente.
-Y tu padre es el dueño de la universidad.- Me estremecí. Charlotte tan solo tenía que decir unas pocas palabras para convencer a su querido padrastro. Zack asintió.
-Me odias más a mí o a ella.- Dije divertida, él sonrió.
-No te odio. Simplemente no me caes bien.- Arrugué la nariz fingiendo molestarme por su comentario.
-Pero ahora menos. ¿No?
-Sí, ahora menos.- Dijo sonriendo.
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