Capítulo 17

Ian

La luz bañó la sencilla habitación anunciando que ya era de día. Me di la vuelta y traté de dormir un poco más, pero la cama era estrecha e incómoda y no pude volver a conciliar el sueño. Así que decidí levantarme, desde luego aquella cama no era igual de cómoda como la recordaba.
Abrí un cajón y busqué algo que ponerme, decidí que una camiseta blanca de manga corta y unos pantalones vaqueros eran la mejor opción, me calcé unas deportivas y bajé las escaleras silenciosamente.
El reloj de pared marcaba las seis y media de la mañana, procuré no hacer demasiado ruido para evitar despertar a mi madre que dormía plácidamente en el sofá. Al parecer, se había quedado dormida viendo, por enésima vez, Preety Woman, que por excelencia era su película favorita.
Saqué algunos utensilios de cocina del pequeño cajón y comencé a preparar unos huevos con bacon.

-Vaya- Dijo mi madre estirándose e incorporándose desde el sofá. Le sonreí y ella me imitó.- Me vas a malcriar, creo que me podría acostumbrar a ello.- Se colocó a mi lado y puso una mano en mi hombro mientras yo preparaba el desayuno.

-Se supone que es una sorpresa.- Serví el desayuno y puse cubiertos y servilletas.- ¡Tachán!- Exclamé. Ella rió y se sentó en la silla en frente mía.

Nos contamos anécdotas, yo le hablé de lo bien que me iba en la universidad, de lo maravilloso e idílico que era mi estancia allí. Decidí que era mejor mentirle que preocuparla.

Ella me contó que había estado ahorrando durante aquellos últimos meses para comprar un local. Durante todo su relato la  escuché atentamente.

Josh, un viejo amigo de mamá, y ella habían comprado un local a nombre de los dos y estaban convirtiéndolo en una academia de refuerzo para ayudar a niños con dificultades académicas.

Josh y mi madre habían sido compañeros de trabajo antes de que yo naciera, ambos impartían clases a adolescentes en el mismo instituto y no tardaron en convertirse en buenos amigos. Por aquel entonces, mamá era simplemente conocida por el nombre de Rosalie Wallace y estaba llena de ilusiones y amor. Josh siempre estuvo enamorado de ella y mamá sentía más que cariño por él. Pero cuándo un buen día mi madre conoció a mi padre en un acto benéfico ya no tuvo ojos para ningún otro hombre más. Se habían enamorado, y Josh se quedó en la sombra, olvidado, observando como el amor de su vida se alejaba y formaba una familia con otro hombre.

Josh Brown era un buen hombre, simpático, amable y atento, pero simplemente no era papá. Liam Jenkins, mi padre, era un prestigioso abogado que amaba viajar y vivir cada día como si fuera el último, siempre tenía alguna aventura que contar sobre sus viajes y experiencias, y eso a mi madre, que jamás había salido de Illinois, le fascinaba.
Mi padre era romántico, justo y aventurero, ella siempre decía que un día con él era siempre diferente y hacía prácticamente imposible caer en la monotonía.
"Tu padre me contaba sus aventuras mientras él se convertía en la mía."

Pero mi madre por fin había pasado página y estaba preparada para volver a ilusionarse.

Pude adivinar por como mi madre reflejaba en su mirada un brillo especial al hablar sobre Josh y el proyecto que tenían en común, que aquella historia no había quedado cerrada y, aunque al principio me mostrara reacio a que mi madre estuviera con otro hombre que no fuera mi padre, acepté la idea de que ella pudiera rehacer de nuevo su vida.

Todos los fines de semana Josh y mi madre se reunían para pintar el local que habían adquirido. En poco menos de un mes podrían comenzar las clases y mi madre no tendría que volver a preocuparse por las facturas.

Realmente me alegraba por ella.

-¿Que te parece si preparamos una tarta?-Preguntó mi madre una vez hubo acabado de desayunar.

-Un cumpleaños no es un cumpleaños si no hay tarta.- Dije sonriendo. Ella me dirigió una sonrisa y preparó los utensilios necesarios mientras yo recogía la mesa. La tarta no quedó espectacular, yo no era muy habilidoso en la cocina, pero no era él resultado lo que importaba si no el proceso de hacerla juntos.

-Josh parece un buen hombre.-Dije mientras jugueteaba con un trozo de tarta que meneaba de un lado a otro del plato. 

-Si... Realmente es maravilloso.- Dijo para si misma mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro. Recordé las palabras de mi padre antes de morir. "Ahora empieza mi gran aventura."  Miré a mi madre y le dirigí una sonrisa. Siempre pensé que lo que dijo era una estupidez, un delirio. Por fin comprendí sus palabras, él quería que nosotros lo superáramos y viviéramos como él nuestras propias aventuras sin limitaciones, que su muerte no nos frenara.
Y la mirada soñadora de mamá demostraba que también parecía haber descubierto el valor de aquellas palabras.

Ella

Me despertó una suave caricia en la mejilla, abrí los ojos y vi a Sean que me miraba con ternura.

-Buenos días.- Plantó un suave beso en mi frente.

-Buenos días.- Sonreí y me incorporé. Me acurruqué junto a él y respondió envolviéndome con sus brazos.- Me quedaría así todo el día...- Susurré.

-Podemos hacerlo si quieres.- Propuso con una sonrisa traviesa. Le miré y recordé que yo era el detonante que podía destruirlo todo.
"¿Por qué eres tan manipuladora? ¿Por qué sigues a su lado si no le quieres realmente?"
Debía decírselo, aunque me odiara para siempre. Le miré a los ojos.

-Esto... tengo que decirte una cosa...- Dije apartándome. Me mordí el labio y pensé como iba iba a decírselo.

-Soy todo oídos.- Dijo contento. Esperando a que hablara. Me aferré a la manta con fuerza y lo miré a los ojos. Estaba asustada.

-Te he...-La puerta se abrió y Abbie entró en la habitación. Vaya, que oportuna. Suspiré.

-¡Oh! Creo que he interrumpido algo...- Me miró decepcionada y cruzó los brazos sin tratar de ocultar su descontento.- Pero bueno, ya que estoy aquí no te importará que me lleve a Ella un momento ¿No?- Dijo mi compañera de cuarto, Sean avergonzado asintió con la cabeza.

-Te importaría...

-Cariño, no hay nada que no haya visto ya.- Dijo mi mejor amiga con desdén. Sean se tiñó de rojo. La miré furiosa.

-¡Abbie!- Exclamé ¿Pero de qué iba? Ella mostró en su rostro una mueca y puso los ojos en blanco mientras giraba lentamente. Sean se vistió y inmediatamente se marchó.- ¿Quién te crees para...?

-No se lo merece.- Interrumpió
Su voz sonaba fría y su mirada se clavaba como puñales en la mía. Pestañeaba muy deprisa y ni siquiera podía mantenerme la mirada. La Abbie que yo conocía jamás me recriminaba nada. La miré confusa

-No pude evitarlo...- Justifiqué avergonzada diciendo lo que ella quería oír.

-¿Cuando vas a dejar de mentir?- Dijo acercándose a mi.- Haz por una vez en tu vida lo correcto.-Suspiró y me miró fijamente fijamente los ojos.- Que tú hayas sufrido no significa que tengas derecho para hacer lo que te da la gana con la gente.- Inquirió completamente seria. Notaba como me enfurecía, apreté los puños. -Despierta Ella, no eres la única que ha tenido una vida de mierda.- Exploté.

-¡No tienes ni idea de lo mal que me siento por haberlo engañado! Como si no fuera suficiente ¡Si, lo he utilizado para vengarme de Cassie! No sabes como me arrepiento de ello.- Dije llorando.- Cree que soy su chica perfecta, y tan sólo soy una perra más que le pateará el corazón.- Me desplomé sin fuerzas en la cama.- Me he metido en un callejón sin salida y ahora es demasiado tarde para solucionar las cosas.- Abbie me miraba impasible.

-Sabes que es lo correcto.- Dijo en voz baja.- Abbie cerró los ojos, inspiró y expiró y abrió la puerta. Cuando me percaté de un chico con los cabellos castaños claro con el rostro ensombrecido que apretaba la mandíbula y respiraba agitadamente me levanté apresuradamente. El corazón comenzó a latirme con fuerza y sentía que a mi alrededor todo daba vueltas.

-Sean...-Dije en voz baja. Él levantó la mirada y me miró asqueado. Apreté la mandíbula y cerré los ojos comvenciéndome de que aquello era una horrible pesadilla de la que pronto despertaría.- No es...

-¿Lo que parece?- Espetó. Río sarcásticamente y me estremecí.- ¿Nunca te han dicho lo buena actriz que eres?- El corazón se me encogió y me sentí muy pequeña. "No, no, esto no puede estar pasando..."- Tienes razón, eres como ella.- La mirada se me nubló y un torrente de lágrimas comenzó a descender por mis mejillas sonrosadas descontroladamente.

-Espera...- Sean tras lanzarme una mirada de odio se marchó. Me quedé paralizada asimilando todo lo que había acabado de pasar. Cuando me percaté de que se había ido, corrí tras él, olvidándome de la traidora amiga que se había mantenido al margen durante toda la discusión. No podía perderle, no quería...

-¡Sean!- Él ignoró mi súplica ahogada.- ¡No puedo perderte!- Sollocé desconsolada. Sean frenó en seco. Me escuchaba y sentí esperanza. "No la cagues ahora." - Al principio todo era un juego, una simple venganza.- Dije desesperada por que se quedara a mi lado. Avancé lentamente hacia él y puse una mano en su hombro.-Pero luego... me demostraste que eras maravilloso, inteligente y bueno.- Reí irónicamente mientras seguía llorando.- Te necesito a mi lado.

-Responde sinceramente.- Su voz  vacía de expresión, rompió el silencio.

-Lo que sea.- Mi labio temblaba y sentía que había una pequeña esperanza.

-¿Alguna vez me has querido de verdad?- Se giró y aguardó mi respuesta. Había pasado buenos momentos con Sean, nos entendíamos y era obvio que sentía que era más que una amistad para mi. Pero cuando pensaba en el amor, el rostro de un joven apuesto con ojos azules y cabellos dorados aparecía en mi mente. Apreté la mandíbula y cerré los ojos sin responder a su respuesta. No podía hacerlo, ya había mentido suficiente.

-Lo suponía.- Sean, decepcionado y traicionado desapareció y se marchó. Me arrodillé en el suelo y me cubrí la cara con las manos, lloré hasta que se me agotaron las lágrimas.
Volví a mi habitación como un alma en pena y allí encontré a Abbie con la mirada perdida y una taza de té  humeante entre las manos, a pesar de que estaban emitiendo su serie favorita ella no parecía prestarle atención, estaba inmersa en sus propios pensamientos. Apagué la televisión y le dirigí una mirada de odio.

-Lo sabias. Sabias que Sean estaba escuchando cada una de mis palabras.-La acusé. Notaba el sabor amargo de la traición, lo conocía muy bien. Ella miró hacia el suelo.

-Lo siento, era... lo correcto.- Se limitó a decir sin mirarme a la cara. Cogí una bolsa y metí un par de cosas en ella lo más rápido que pude. Cerré la cremallera furiosa y abrí la puerta de la habitación. Me apoyé en el marco de la puerta dándole la espalda.

-Mandaré a alguien a por mis cosas.- Dicho esto cerré la puerta. Y una última lágrima se precipitó.
Recorrí el pasillo y me paré en un número de habitación que conocía muy bien. Me limpié las lágrimas y traté de estar presentable.
Toqué a la puerta, y una cara amable me abrió.

-Hola, Ella. ¿Ocurre algo?- Dijo Robert preocupado por mi.

-He discutido con Sean... y bueno... también con Abbie.- Él observó mi bolsa y pronto entendió. Asintió.

-Pasa.-Anunció.- Puedes quedarte todo el tiempo que necesites.- Cogió mi bolsa y la depositó sobre un sillón marrón.

-Gracias.- Dije sinceramente. Los ojos verdes de Robert me miraban atentamente como si esperará que me desplomara en cualquier momento.

-Si necesitas algo, ya sabes... solo tienes que pedirlo.- Asentí ante su petición y le estuve profundamente agradecida.

-¿Me das un abrazo?- Pregunté. Él me abrazó y, aunque no me sentí mejor, me sentí menos sola.

-No hace falta que me cuentes toda la historia ahora, ¿Vale?- Robert se estaba mostrando muy comprensivo y eso significaba un mundo para mí.

-Ahora, sólo necesito descansar y despejarme. Al parecer al destino le gusta burlarse de mí. -Esbocé una sonrisa triste mientras me separaba de mi nuevo compañero de cuarto.

-De acuerdo.

-Espero no ser una molestia...-Dije avergonzada.

-No eres ninguna molestia. Ya sabes que a Zack y a mi nos encanta pasar tiempo contigo.- Aclaró poniendo las manos en mis hombros.- Ya sabes lo bueno que es mi novio.- Esbocé una tímida sonrisa y Robert me la devolvió. Le agradecí en silencio lo que mi amigo había hecho por mí.

Quería que la tierra me tragase.

En tan sólo un día, mi mundo se había caído a pedazos.

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