Capítulo 14
Ian
-Harley.- Dijo Ella con su voz melódica.- Debe de ser una niña estupenda.- Sus ojos brillantes y una hermosa sonrisa en el rostro hicieron que mi corazón diera un vuelco. Era preciosa.
-Si, la verdad es que lo es.- Dije con tristeza. La niña no merecía vivir con aquella horrible mujer que no la quería.
-Yo tengo un hermano de su misma edad, Owen. Tal vez se llevaran bien.- Dijo Ella.
-La energía de Harley me recuerda a una buena amiga. Se llama Ann.-Dije con la mirada perdida. Hacían varios meses que no la veía. Exactamente diez meses habíamos permanecido sin contacto. Durante ese tiempo la llamaba y no había señales de vida.-Hace mucho que no hablamos ¿Sabes?- La miré a los ojos.- No creo que te importe demasiado estas cosas.- Dije frotándome las manos.
-¡Oh! Me encanta escuchar.- Dijo Ella poniendo una mano sobre mi hombro. Ya llevábamos una semana encontrándonos en aquel prado cada noche. Cada vez que nos veíamos, más nos podíamos convencer de que aquello podía funcionar. Nuestra relación se había estrechado, al caer la noche nos sentábamos y nos abríamos el uno al otro. Sentía que me escuchaba, que podía contarle todo y que no me juzgaría como otros podrían hacer. Se lo podía contar todo. Todo menos que solía utilizar a las mujeres para llenar un vacío emocional... Quería ser bueno por ella, en cuanto la conocí quise borrar aquella parte de mi vida.
-Si me paro a pensarlo... Toda la vida he estado rodeado de locas. -Esbocé una sonrisa. Ella me la devolvió y me dio un suave empujoncito...
-¿Y se supone que me debo ofender?- Preguntó divertida. Se recostó sobre la hierba y centró su vista en las nubes que suavemente se mecían en el cielo. Me tumbé a su lado girado en su dirección.
-Si eres del mismo tipo de locas que Charlotte, ya lo creo. - Ella me miró y me miró comprensiva, me entendía.
Y entonces recordé el momento en que Charlotte había aparecido sin más en la puerta de habitación. Mi ex-novia tenía un aspecto horrible y no se había molestado en ocultarlo. Típico de ella, tratar de ponerme entre la espada y la pared para conseguir que hiciera lo que ella quería. Ya no la creía. Cuando desesperada se agarró a mi pierna no vacilé en deshacerme de ella. Descolgué el teléfono "Una loca ha intentado agredirme, por favor, llevénsela inmediatamente." Dije fríamente. Cerré la puerta y dejé a Charlotte fuera. La joven comenzó a aporrear la puerta mientras suplicaba entre llantos que la ayudara. Seguridad se la llevó a rastras, cuando cesaron los gritos me sentí mucho más tranquilo, ya había cerrado aquella puerta que ella me obligó a cerrar. No tenía derecho a abrirla cuando a ella se le antojase.
-L-lo siento...-Dijo Ella despertándome. No era momento para ponerse sentimental.Traté de cambiar de tema y poner fin a aquel incómodo silencio.
-¿Dónde vives?- Pregunté pareciendo interesado. Ella titubeó debido al brusco cambio de tema.
-Actualmente vivo en Chicago ¿Por?- "No puede ser" Pensé. Tenía que ser alguna especie de broma.
-Por qué yo también vivo allí.
-E-es imposible. Me estas engañando. No puede ser...- Dijo desconcertada. Al igual que ella, no me lo acababa de creer. Estábamos tan cerca...
-¿Sabes lo que significa eso?- Ambos nos miramos a los ojos, esperanzados.
Los encuentros con Ella ,al principio, eran cortos y pasaba bastante tiempo desde la última vez que nos habíamos visto. Poco a poco nos encontrábamos con más frecuencia y podíamos pasar tiempo juntos. Cada día que pasaba junto a ella descubría una nueva parte estupenda de su personalidad. Estaba ilusionado. ¿Que podía pasar?
-Ella...-Dije vacilando. Ella se incorporó y me miró con sus ojos intensamente azules.
-¿Si?
-Tengo miedo de que seas un espejismo.- Dije retirándole un mechón rubio de la cara. La miré a los ojos tratando de convencerme de que aquella hermosa chica era real, que no era fruto de mi imaginación.- Tengo miedo de que hoy sea la última vez que te vea, la última vez...- Ella me interrumpió con un beso. Me quedé sorprendido y seguí el beso con intensidad. Es difícil de explicar la sensación que sentí, era la primera vez que nos besamos y fue extraño. Era como si estuviéramos allí, en cuerpo y mente pero se sentía incompleto, como si aquello pudiera ser más especial, más tangible, más... real.
-Yo también tengo miedo, pero no puedo pensar en que puede que te vayas y me dejes sola. No puedo.-Dijo mirándome a los ojos acariciándome la mejilla. En aquel momento me pareció la chica más real que había conocido,en cualquier caso, si aquello era un engaño prefería no volver a la realidad . Ella no ocultaba sus defectos, no trataba de enmascarar su personalidad. Simplemente era ella misma y se sentía cómoda siendo quien era.- Cuanto más pienso en ti, más real me pareces. Es extraño pero es lo que siento cuando estoy contigo.- Suspiró.- Me estoy enamorando de una idea imposible.- Dijo riendo sarcásticamente. La miré tristemente y la abracé como nunca había abrazado a nadie. Algún día ella se iría, aquello no podía durar mucho y ambos parecíamos obviar esa parte, apartarla y olvidarla. Creía que si me aferraba a su recuerdo la mantendría más tiempo a mi lado, de verás lo creía.
-Ella. Escúchame. Soy real. Y quiero creer que en algún lugar, ahí fuera tú me estas esperando.- Me acerqué y le cogí una mano.- Que estas ahí fuera, viendo Gossip Girl con tu loca amiga Abbie. O quemando tu cena.-Ella esbozó una sonrisa que tapó con su mano.- Es como si te hubieran hecho a medida para mi. No quiero imaginarme sensaciones contigo, quiero sentirlas. Quiero...tocarte de verdad, oírte reír y verte brillar. - Dije acariciando su mano, ella miró hacia el suelo evitando mi mirada.
-No se si esto esta bien... Después de Dean... No soy la misma.-Dijo con tono triste.- No podré soportarlo... Trato de ser una persona fuerte, pero no soy ni la mitad de lo que trato de aparentar. Intento no encariñarme de las personas porque sé que de una manera o otra acabaré sufriendo. Y mírame ahora, soy débil y estoy volviendo a caer en lo mismo.- Atrapé una lágrima que descendía lentamente por su mejilla.
-Sufrir forma parte de la felicidad. Es mejor sentir dolor que nada en absoluto.- Lo sabía perfectamente. Vacío interior. Sin nada que te mueva. Ni frío ni calor, no había nada. Si hubiese alguna forma de poder verla la cuidaría, le demostraría que yo nunca le haría daño. Si hubiera alguna forma de ser como aquella flor que le había regalado... La flor. De pronto una luz se encendió en mi cabeza.-Dices que la flor que te regalé está en tu cuarto ¿No?- Ella asintió, la muchacha no entendía a dónde quería llegar con eso.
-Es magia.-Se limitó a decir.
-Es amor.- Nos fundimos en un beso cuando me aparté Ella reprimió un grito haciendo que olvidara lo que pensaba en aquellos momentos.
-¡No, no! ¡No te puedes ir ya!- Dijo alarmada. Observé mis manos, me estaba desvaneciendo. Me estaba despertando. La miré desesperado.
-Escúchame.- Dije muy serio.- Mañana a las seis de la tarde estaré en el Millenium Park, te esperaré en Wrigley square .- Ella me abrazó tratando de retenerme por más tiempo. Mis manos semitransparentes acariciaban su larga melena. Ella trató de decir algo pero yo tan solo oía la alarma diciéndome que ya estaba de vuelta a la cruda realidad.
Puse las manos sobre mi cabeza y sonreí como un tonto.
Ella
Cuando abrí los ojos traté de volver a dormir, de volver a verlo; pero fue inútil, nada... solo oscuridad. Suspiré y me levanté a regañadientes de la cama. El reloj marcaban las doce del medio día y la cama contigua estaba vacía y torpemente hecha, por primera vez Abbie había hecho un esfuerzo por adecentar la habitación.
Saqué los apuntes con intención de estudiar para el próximo examen que tenía. En la secundaria no era una chica que destacara por su inteligencia, más bien, era de aquellas que se la pasaban pensando en el fin de semana mientras trataban de no dormirse en clase y se pasaban notas con amigas que se encontraban a la otra punta de clase. Pero estaba en la universidad, lo había conseguido, y estudiaba lo que me gustaba. Mi rendimiento incrementó notablemente y, junto con ello, mis notas.
Mis esfuerzos por concentrarme no sirvieron de nada pues tan solo podía pensar en que tan solo quedaba un día y me reuniría con él. Tras una hora mirando las hojas desparramadas por la mesa que trataba de aprenderme las aparté y las ordené cuidadosamente para ponerlas de nuevo en su correspondiente carpeta. "¿Que estará Ian haciendo ahora? " Pensé. Aquella tarde lo vería, estaba nerviosa, contenta. De pronto el móvil sonó. Era un mensaje de Sean.
[1:42] Sean : ¿Donde estás?
¡Lo había olvidado! Habíamos quedado para comer juntos a la una y media y yo seguía aún con mi pijama de Snoopy y mis calcetines de rayas. Rápidamente le escribí una respuesta.
[1:43] Ella: Estoy bajando. Lo siento!
Cogí los primeros pantalones que vi y rápidamente me puse una camiseta cualquiera. Me peiné rápidamente y me puse un poco de mascara de pestañas. Me miré al espejo, iba hecha un desastre. Esbocé una sonrisa, no, eso no mejoraba mi aspecto. Cogí una mochila y bajé lo más rápido que pude las escaleras. Debía decírselo a Sean, acabar con aquella farsa aunque el me odiara.
Pero cuando llegué a la planta baja vi a Sean y a una morena que estaba con él y no paraba de tocarse el pelo, me lleve una sorpresa cuando me percaté de que era Cassie. Mi sonrisa se desvaneció poco a poco. Cuando Sean reparó en que miraba con recelo a Cassie interrumpió la interesantísima conversación que la bruja le parecía estar dando y se aproximó hacia mi contento. Cassie frustrada trató de llamar la atención de Sean, al ver que tan sólo este tenía ojos para mí se aproximó a él y hizo algo que no pensé que sería capaz de hacer. Lo besó. Sean sorprendido la apartó rápidamente.
Sentí una fuerte opresión en el pecho y tuve unas irrefrenables ganas de matarla, en vez de eso apreté los puños y me fui con paso rápido tratando de no derrumbarme allí mismo.
-¡Ella! Espera.- Gritó Sean detrás mía. Yo hice caso omiso de sus palabras tratando de alejarme lo más posible. Cuando me alcanzó me agarró firmemente de la muñeca para detenerme. Yo traté de deshacerme de él pero era mucho más fuerte que yo, no quería que me viera llorando apreté los dientes tratando de no llorar. Aquello se suponía que no tenía que pasar. ¡Si ni siquiera me gustaba aquel chico! ¿O si? Tenía ganas de enterrar la cara en la almohada y llorar hasta que no me quedaran fuerzas, de desaparecer del mundo por un instante.
-¿Por qué finjes que te importo? Me evitas durante semanas, te olvidas completamente de mi... -"Sí me importas, idiota" Pensé.
-Sean, por favor, suéltame.- Dije con voz entrecortada. El seguía ejerciendo la misma fuerza en mi brazo, no tenía intención de soltarme.
-No, Ella. Escúchame.- Dijo Sean con tono serio.
-¡No Sean! ¡Escúchame tú a mi!- Dije interrumpiéndole. Sonaba desesperada. Me sentía patética.- ¡Estoy harta de que ella esté rondando a tu alrededor como un buitre y tener que quedarme de brazos cruzados! ¡Estoy harta de ser siempre la que sufre!- Me di cuenta de que estaba llorando. De que la muralla había caído y me mostraba como realmente me sentía. Sean apretó los dientes y yo me solté tratando de huir de aquel sitio. Sean no me siguió, se quedó paralizado, decepcionado. Y yo traté de limpiarme las lágrimas mientras corría.
Subí las escaleras rápidamente y busqué las llaves. No las encontré por ninguna parte.
-¡Mierda!- Dije llorando. Me senté delante de la puerta y me abracé las rodillas mientras sollozaba. ¿Por qué me importaba? ¿No se suponía que aquello era simplemente un juego? No, no lo era. ¿Por qué dolía tanto? Y lloré silenciosamente hasta que una voz familiar me interrumpió.
-¿Que estás haciendo ahí?- Dijo Abbie preocupada.
-M-me he dejado... las llaves.- Dije con los ojos enrojecidos y la voz ronca. Debía de tener un aspecto horrible pero en aquel momento todo me daba igual.
-Vamos, levántate.-Dijo Abbie tendiéndome la mano. Acepté su ayuda y traté de sonreír.
Ella sacó las llaves y las introdujo en la cerradura. - No hace falta que me lo expliques ahora.- Me limité a asentir.
-Oye, Abbie...
-Dime.
-¿Me das un abrazo?- Pregunté tímidamente. Ella sonrió y se sentó junto a mi. Me abrazó y me sentí un poco mejor. Como si descargara un enorme peso que había acarreado al largo de los años. Lo necesitaba. Aquel día había dejado salir mis debilidades. Aquel día lloré todo lo que no había llorado en su momento.
"Mejor así." Me dije.
Me odiaba a mi misma por haberlo engañado y manipulado. No, no era eso. Me odiaba a mi misma por qué una pequeña parte quería a ese chico.
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