Capítulo 1 | Y vivieron felices para siempre...
Siempre soñé con tener una historia de cuento de hadas, donde el príncipe salva a la princesa y se dan un tierno beso de amor como en las películas y el; y vivieron felices para siempre tan repetido.
A medida que fui creciendo, me di cuenta de que nada de eso iba a suceder. También comprendí que el amor no era tan transparente como lo pintaban, pude ver como era la vida en realidad.
Nadie elige de quien enamorarse, y yo definitivamente me había enamorado de la persona equivocada, sin saberlo. No quería saber nada de chicos hasta entonces cuando vi a Dylan Bower, no sé exactamente que fue lo que hizo enamorarme de él. Casi causarme una caída que probablemente me habría dolido bastante, no creo que sea una razón accesible.
Ese solo fue como un pequeñísimo paso para que mi amor por él creciera, supe que lo habían transferido y era nuevo. Y como buena presidenta del consejo estudiantil me ofrecí humildemente; a mostrarle el instituto —el cual curiosamente era muy grande—.
—Bueno, aquí acaba el paseo turístico —termino, acomodando un molesto mechón sobresaliente de mi fleco, estaba acostumbrada a dar este tipo de recorrido ya que el director siempre me lo pedía —o más bien, me lo exigía—, pero por lo general no me gradaba tanto, ni siquiera me apetecía hacerlo, siempre le pedía a Lauren que lo hiciera por mí. Ella era la segunda encargada así que por obviedad no podía negarse, además no podía negarle un favor a su mejor amiga.
Pero desde aquel encuentro que tuvimos; de lo más normal, iba caminando de espaldas mientras conversaba con Lauren de cualquier chisme —¡Oh vamos! El pasillo estaba completamente desierto no había manera de tropezar con alguien—, que se me olvidó con el pre-infarto que me llevé por la sorpresa y el impacto; por la puta baldosa que no está bien nivelada, casi tropiezo cuando apareció de no sé donde, justo pasando detrás de mí. Y seguidamente tropecé con él, hubiera sido romántico si hubiera pasado como en las películas; él abrazándome para evitar mi caída y miradas furtivas entre ambos, ¡ah! Y no podía faltar esa cercanía que alentaba a un beso.
Claro, hubiera, si no fuera porque me llevó con él —tratando de sostenerse de algo, al parecer me vio cara de soporte o salvavidas o en este caso, salvacaídas—, cuando choqué con su cuerpo, se tambaleó y por inercia me tomó del brazo.
Por fortuna —o desgracia—. Amortiguó mi caída y él en cambio se llevó el gran impacto, chillé cuando sentí el jalón. Quedé un poco aturdida un momento, ¡casi vomito la empanada de la mañana!
Levanto la mitad de mi cuerpo y lo primero que puedo enfocar son un par de vans y luego a mi amiga.
—Lau ¿desde cuando uso vans? —le pregunto a la morena.
—Dios santo ya la perdimos.
Las toco, no siento nada, me asusto.
—No siento los pies Lau —grito horrorizada. Comenzando a golpear las piernas frente a mí.
—¡Auch! Pues creo que yo sí —escucho una voz masculina a mis espaldas.
No, no, no.
Volteo con sigilo. ¡Un chico! No puede ser, como es posible que esté sentada sobre el regazo de un chico —al cual no conozco y jamás he visto—, siento como toda la sangre abandona el resto de mi cuerpo y cambia su dirección a mi rostro.
Me levanto de un salto apenada.
—L-lo s-siento, discúlpame de verdad fue mi culpa, no te vi... —¡Mierda! No puedo articular palabra sin que mi voz flaquee.
—¡Ah! Descuida también fue mi culpa por no fijarme —lo veo levantar con dificultad, y sobándose la espalda. Me siento culpable el pobre chico se llevó la peor parte; caí encima de él no es para menos, debe dolerle mucho.
—Oye, podemos llevarte a la enfermería, digo para descartar fracturas o lesiones —¡Gran idea Lau, te amo!
—Si por favor, no creo que tenga algo roto pero quiero algo para aliviar este dolor, además no tengo ni puta idea de en que parte de este instituto estoy.
—¿Eres nuevo? —nunca lo había visto ni por casualidad, era más que obvio que no estudiaba aquí. Pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino más bien a este punto. Estábamos casi culminando las clases, ¿porqué cambiarse a estas alturas?
—La verdad, sí. Vine a hablar con el director, llegué hace rato pero no vi a nadie por ningún lado, y no quería irrumpir en clases —lucía consternado, y también dolorido.
A paso lento pero seguro llegamos a la enfermería, se veía aún más agotado. Le explicamos a Lucy —la enfermera— lo sucedido, de inmediato mientras le pide que se quite la camisa. ¡Santo Cristo de todos lo palitos! No puedo creer lo que estoy viendo, esto es gloria pura, seguramente estoy babeando pero no me importa de igual manera él está muy concentrado en darme un buen espectáculo flexionando sus suculentos músculos, que ni notará la mirada de depravada que le estoy dando en este momento.
Mi amiga carraspea, al perecer ella si lo notó. Puedo ver como se voltea, quisiera seguir viendo su abdomen marcado y sus pectorales; pero por donde lo vea sigue siendo una colisión entre mi poca cordura y mi decencia. Su espalda es tan masculina y ancha, no como la de los flacuchos que estudian en mi clase de química... No se que es peor; que esté más interesada en la lluvia de pecas que cubre sus hombros o que se me haya olvidado la razón por la cual estamos aquí.
Por el rabillo del ojo veo que Lauren me da una mirada llena de reproche haciéndome parar mi rocorrido.
—Pues por lo que veo, solo es una lesión leve, no tienen porque preocuparse por una ructura —explica Lucy anotando en un papel—, así que te recomiendo tomar analgésicos para aliviar el dolor, y en caso de inflamación; antiinflamatorios. También reposo y una ducha caliente que también es muy efectiva —después nos entrega una orden con los medicamentos que debemos comprar.
Respiro aliviada, es maravilloso saber que está bien. Al menos no tiene ningún hueso roto, me sorprende de verdad, yo mínimo estuviera haciendo drama y llorando.
Ya sentados en una banca, mi amiga habla.
—Hay una farmacia a unas cuantas cuadras cerca de aquí —nos indica Lauren—. Lex pásame unos billetes.
—No, no es necesario, toma mi tarjeta —pronuncia el chico, aún erguido.
—Toma Lau.
—Pero que... —lo callo.
—Yo tengo en parte culpa sobre el incidente de hace un rato, es lo mínimo que puedo hacer —él asiente no muy seguro—. ¿Te duele mucho?
—Solo un poco, ya no me duele tanto. Por cierto... ¿como te llamas?
—Virginia en caso de que quieras demandarme —reimos al unísono, al menos pude relajar el ambiente—. Lexus.
—Un gusto Lexus, nunca olvidaré mi primera experiencia en mi nuevo instituto —me siento apenada, si hubiera mirado al frente y caminado como una persona normal esto no habría pasado—. Dylan en caso de que recibas una demanda.
Es tan lindo cuando ríe. Y esos hoyuelos Dios mío, tu que creaste a esta preciosura de hombre y me lo mandas en bandeja de plata, Cupido ¿acaso no pudiste elegir una mejor forma de conocernos?
—Espera, tengo una pregunta que ha estado rondando en mi cabeza. ¿Porqué te cambiaste de instituto tan repentinamente? Es que, solo falta un mes para que empiecen las vacaciones de verano; la verdad hasta a mí me sorprendería si el director te admitiera.
—De hecho ya estoy inscrito, solo venía por el horario y mañana comenzaría, pero ya que la enfermera me pidió que guardara reposo. Creo que comenzaré la semana que viene.
—Lo siento —me disculpo nuevamente bajando la mirada, me siento muy avergonzada.
—Ya deja de disculparte por eso ya pasó, también fue mi culpa, no te vi y además, también tuve culpa de que cayeras conmigo —puedo ver en su mirada un destello de lamento. Siento unas ganas de pasar mis manos por las hebras rubias de su cabello, se ve tan suave y brillante.
—Bueno quedamos a mano, por cierto. ¿De donde eres?
—De Atlanta, y la razón por la que me mudé aquí a Nashville, fue por el trabajo de mi padre. Fue repentino pero tenía que venir de inmediato, y ya que mis padres están separados; me tocó vivir con mi padre.
A lo lejos veo a Lauren que viene corriendo, y llega un poco exaltada.
—¡Dios, no puedo creer que corrí dos cuadras sin detenerme! —exclama con la respiración entrecortada.
—¿Por qué vienes corriendo Lauren? —ella no era una chica de deportes al igual que yo, somoss un par de vagas.
—Me topé con Yerik, sigue tan psicópata e insistente como siempre —rueda los ojos con fastidio—. Me preguntó si estaba bien porque me vio cuando compré las cosas en la farmacia, creo que hasta interrogó al pobre farmacéutico sobre qué compré exactamente.
Yerik es su ex novio, la verdad nunca pensé que llegaría a comportarse de manera tan intensa después de que Lau terminara la relación. Aunque realmente él la terminó cuando le fue infiel, los tres estudiamos juntos desde la primaria pero ellos se hicieron novios después que salimos de la escuela.
Nosotras seguimos estudiando juntas desde entonces, pero él entró en otro instituto diferente. Su relación duró entre dos o tres años, cuando empezaron a llegarle rumores sobre sus infidelidades, ella no lo creyó, ni yo. ¡Era nuestro mejor amigo! ¡Su novio, carajo! No lo creíamos hasta que lo vimos con nuestros propios ojos, la destrozó verlo con otra.
Y aún así tuvo el descaro de negarlo todo.
Después de todo, él siguió insistiendo y pidiéndole una segunda oportunidad. Aun no se cansa y me sorprende, pero eso no quita lo que hizo y lo mal que la pasó Lau, lo amaba y él la lastimó.
—Sería gracioso si el fármaco se hubiera confundido y le hubiera dicho que fueron pruebas de embarazo, ya me puedo imaginar su cara —me burlo, la verdad si sería muy gracioso. En cambio ella me lanza una mirada llena de fastidio.
—La verdad no sería tan malo, talvez así dejaría de molestarme.
—O talvez piense que tiene una mínima esperanza contigo por la criatura que los “une”, nunca se sabe con él —me encojo de hombros, aunque pensándolo bien, si eso llegara a ser cierto lo más probable sería que saliera huyendo.
Escucho a Dylan aclararse la garganta, mientras se levanta de la banca.
—Bueno fue un placer conocerlas, ¿Lauren?... Lexus, espero verlas pronto.
—Nosotras también —finalmente se despide, y Lau le entrega la bolsita con los medicamentos.
—Ya límpiate la baba Lex.
—Cállate —pronuncio mientras inflo mis mejillas, sintiendo como el alma me regresa al cuerpo.
¡Tengo que verlo de nuevo!
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