Hoguera de la vanidad
"El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos"
-Epicteto de Frigia
https://youtu.be/pdXfxzMWXGU
Camino alrededor de la sala de juntas y explicó sobre el nuevo proyecto y las cosas que no me gustan, así como las cosas que deben mejorar y les doy algunas ideas. Veo de reojo como algunos toman notas y otros solo me miran atentos a todo lo que yo hago. Me muevo por la sala de juntas con pericia, estoy en mi elemento aquí y me gusta. Estar recorriendo el mundo y disfrutar fue muy bueno para mí pero no me había dado cuenta lo mucho que extrañe mi trabajo hasta ahora que regresé hace unos días y me sumergí en el mundo de la publicidad, un mundo que adoro y el cual representa una parte importante para mí. Recorro la sala de juntas explicando los puntos claves de esta nueva campaña que significa mucho para mí, es la primera campaña que voy a manejar a mi regreso y tiene que ser perfecta, no hay tiempo para el fracaso o para los errores y se lo hago saber a mi equipo. Creí que sería difícil para mí regresar al trabajo que me costaría ponerme al corriente de todo lo que había pasado pero no fue así, con una excelente memoria como la mía fue fácil estudiar todas las campañas en unos días.
-Eso es todo por hoy-les digo.
Les doy una medía sonrisa mientras tomo mis cosas y salgo de la sala. Entro en mi oficina y dejo las carpetas sobre mi escritorio. Recojo mis cosas y las guardo en mi cartera. Me pongo el bolso en mi hombro y vuelvo a tomar las carpetas.
-Buen fin de semana, Olivia-me despido de mi secretaria mientras camino hasta el ascensor.
Esperando el ascensor se encuentra uno del departamento de marcketing que en este momento no recuerdo su nombre. Creo que empieza con D o tal vez es con B, no estoy segura. Él cuando me ve me sonríe y me saluda con mucho entusiasmo. El ascensor se abre y me hace una seña para dejarme pasar, entro en el ascensor.
-Soy Enzo-me dice él.
-Eva.-le digo sin dejar de mirar las puertas del ascensor.
-Lo sé.
Lo miro de reojo y entonces lo recuerdo él me invitó a cenar hace tiempo pero estaba con James en esa época. Lo miro un momento, no esta nada mal pero mi tiempo como jugadora ha terminado. En este momento no quiero salir con nadie de forma casual, aunque tampoco quiero algo serio, lo único que quiero ahora es estar conmigo y con nadie más.
Las puertas del ascensor se abren y sin darle oportunidad a decir algo salgo a toda prisa dándole una sonrisa de despedida. Camino hasta mi auto y mi teléfono empieza a sonar antes de poder llegar abrir la puerta del auto, cuando consigo abrir la puerta de mi auto mi teléfono ya esta en silencio. Dejo mis carpetas y mi cartera en el asiento del copiloto. Tomo el teléfono y veo que la llamada es de Lexi. Una llamada de Lexi un viernes a esta hora solo puede significar una cosa, noche de copas locas. Seguro quiere una previa por mi cumpleaños que es mañana. Me encantan las noches de copas locas pero a veces Lexi se deja llevar, en la previa de su cumpleaños terminamos en las Vegas en una noche del "pecado de ganar" y yo si que gané.
-Hola Lexi ¿Para que llamabas?
-¿Dónde estás?-me pregunta ella y puedo escuchar la música de fondo.-No importa, deja lo que estas haciendo y al hombre con el que lo estas haciendo y ven aquí.
-¿Dónde es aquí?
-Estamos en casa de James. Ven y no acepto un no por respuesta. Hablo en serio.
Sé muy bien que ella habla muy en serio. Sería la primera vez que pongo un pie en ese lugar desde que terminamos pero negarme es solo dar pie a especulaciones. Tampoco es que me importe ir.
-Estoy en camino.
Tal vez la noche no sea tan mala, aunque no me apetece ir con ellos, lo único que quiero ahora es estar en mi bañera con una copa de vino en la mano y fresas con chocolate en la otra. Pero al parecer mis planes tendrán que esperar un poco. Voy a estar con ellos un momento y después me iré a casa a relajarme. Mañana será mi cumpleaños y me siguen preguntando que voy hacer, ellos no parecen creer que no tengo planes, no he pensando en nada para mi cumpleaños porque realmente no sé lo que quiero. Siempre me he ido de viaje con James para mi cumpleaños, es una tradición. Me siento algo perdida sobre ese tema ahora y no me siento con ganas de crear una nueva tradición en este momento. Solo veré que sucede mañana. Tampoco tengo altas expectativas sobre mi cumpleaños.
Me retoco el maquillaje antes de bajarme de mi auto y subir el ascensor hasta el Penthouse de James.
-Pensamos que no ibas a venir-me dice Lexi con una copa de un extraño cóctel. Estoy segura que aquel cóctel lo preparo Alexander.
-Te dije que venia.
Alexander me saluda y pone un cóctel color azul en mi mano. Yo lo miro dudosa antes de darle un pequeño sorbo, sabe muy bien, los cócteles de Alexander siempre saben muy bien lo que haces con unos cócteles encima es el problema o lo que sucede el día después.
-Sube el volumen Dj-grita Lexi a Theo que veo que es el encargado de la música.
Doy una rápida mirada al lugar y me pregunto que hizo James con las cosas que había en la habitación que tenía aquí para mí. Yo nunca me lleve todas mis cosas y él nunca me las devolvió, tal vez él simplemente las tiro. De todas formas no es algo que le voy a preguntar. El lugar sigue tal y como lo recuerdo excepto por algunas cosas y el hecho que no hay nada navideño en esta época. Miro hacía la chimenea y veo que aún conserva la foto que nos tomamos en Hawái en mi cumpleaños número diecinueve. Es la única foto que conserva de nosotros, antes solía haber muchas fotos de los dos y de mí aquí, no es que esperaba que siga así, no. Me sorprende incluso que conserve aquella foto. Yo tengo una foto del mismo día en el escritorio que hay en mi oficina. Mi mirada va hacía el piano negro y no puedo evitar caminar hasta él.
-¿También tocas?-me pregunta Amanda.
Ella lleva una extraña corona de flores en su cabeza y un vaso de cóctel naranja en la mano.
-Sí.-le respondo y paso mis manos por la tapa del piano. Reprimo el impulso de levantar la tapa y tocar alguna melodía que me llevará a unos años atrás.
-Yo aún sigo insistiendo a James que toque algo para mí-me dice ella.
La miro sin poder evitar la interrogación en mi rostro y ella nota mi confusión.
-Dice que no le gusta tocar este piano.
-¿Qué tiene este piano?-pregunto yo, más para mí que para ella. Puedo recordar con precisión todas las veces que él toco aquel piano para mí o para los demás ¿Qué esta mal con el piano ahora?
Dejo de pensar en eso cuando llega Tessa y Dallas junto con Apolo. James había salido por más mezcla para los cócteles de Alexander Ivanov. Alexander mueve con mucha confianza las botellas de trago en el aire mientras prepara los cócteles.
-Te ves asustada-me dice Dallas mientras tomamos los cócteles que nos da Lexi.
-No es para menos, la última vez Alexander chocó mi auto contra el árbol en su casa.
-¡Oh por Dios! ¿Cómo fue eso?-pregunta Amanda.
-Él quería ir a su casa-le digo Amanda.
-Pero el muy idiota en toda su embriaguez se olvidó que la fiesta era en su casa-dice Lexi mientras mira con algo de reproche a su hermano.-Tú tampoco saliste muy bien parada de aquella fiesta.
Levanto mi mirada del cóctel en mi mano y le doy una advertencia con la mirada a Lexi pero ella lo toma como un desafío y veo como me sonríe con malicia.
-¿No fue aquella noche que se acostaron por primera vez?-pregunta ella con fingida inocencia mientras nos señala a James y a mí. Casi escupo mi cóctel al escucharla.
Quién no te conoce que te compre Lexi.
-James después de eso fingió que no recordaba nada-sigue Lexi ignorando el ambiente de incomodidad que se ha creado desde su pregunta- lo hizo para no asustar a nuestra querida Eva. Pero al final ya sabes lo que sucedió.
Esto último lo dice mirando directo Amanda.
-Creo que ya has bebido suficiente-le dice Tessa a Lexi.
Yo quito la copa de su mano y con una fingida sonrisa la llevo lejos de ellos.
-¿Pero que demonios te pasa?-le pregunto.
Ella vuelve a tomar su copa. Puedo ver que no esta ni cerca de emborracharse. A ella le gusta ver el mundo arder.
-Nada.
La veo encogerse de hombros pero me doy cuenta que sabe más de lo que dice ¿Qué sabe ella? ¿Porqué lo esta ocultando?
-Aún amas a James-me dice ella.
Eso me toma por sorpresa y la miro para ver si aquel cóctel no la embriago. Pero ella esta parada frente a mí con naturalidad sin esperar una respuesta.
-No-le digo.
-No te estaba preguntado.-me responde.
Ella le da un sorbo a su trago.
-Puedo saber que te hace creer eso.
Ella se encoge de hombros.
-La forma en que miraste aquella foto sobre la chimenea. Aún lo amas. Puedes repetir miles de veces que no, pero aún lo amas y puedes seguir mintiendo a los demás pero no a mí.
Como puede decirme todo aquello por una simple mirada ¿Alguien más vio lo que ella dice que vio? Veo a los demás y todos están absortos en una conversación ajenos a la extraña e intensa plática que mantengo con Lexi. Ellos no parecen haber notado nada extraño en mi mirada pero Lexi si, obvio que ella lo hizo. Esta mujer es un maldito sabueso o una bruja, tal vez es una extraña combinación de ambos.
-No lo amo.
-Él también te ama.-me dice ella con neutralidad.
-No, no lo hace y deja de decir eso o te juro que cuento lo que paso en nuestro viaje a las Vegas.
Ella abre sus ojos ante aquella amenaza y la veo retroceder un paso mientras abre la boca pero ni un sonido sale de ella. Te tengo Lexi.
-No serías capaz-me dice ella.
-Claro que si cariño-le digo con una sonrisa llena de malicia- ¿Te olvidas? Yo soy igual de perra que tú.
Sin decir nada más camino hasta donde están los demás y me uno a su conversación. Pero mi mente sigue pensando en aquello que me dijo Lexi. Claro que aún lo amo pero ese no es el problema, puedo vivir con eso, el verdadero problema es si aún estoy enamorada de él. Si soy tan idiota de seguir enamorada de él después de todo lo que paso, después de todo lo que sufrí. Siento que ya he tenido suficiente por hoy y sin decir nada me escabullo hasta la puerta y me marcho hasta mi casa. Benjamín esta ahí cuando llego a pesar que hace dos días ya se mudó oficialmente a su apartamento, uno que queda cerca de la Universidad donde da clases pero lejos de aquí.
-Luces terrible.
-Gracias Benjamín, eso es lo que toda mujer quiere escuchar.
Me siento a su lado en el sofá y le quito el vaso de wiski que tiene en su mano. Bebo un sorbo y le devuelvo el vaso.
-¿Qué sucede?
Recuesto mi cabeza en el respaldo del sofá.
-Soy un desastre.-le digo.-Un gran desastre que camina por la calle en unos hermosos tacones y con una sonrisa radiante. ¿Pero que hay detrás de aquella sonrisa? ¿Qué es lo que queda?
-Una mujer fuerte, independiente, valiente, muy inteligente, algo terca y obstinada. Algo mala para el ajedrez pero que siempre logra hacerme sonreír con sus locuras. Eso queda.
Giro mi cabeza para encontrarme con su mirada. Ahí está otra vez aquella extraña manera que tiene de mirarme. Me acerco y le doy un beso en la mejilla.
-¿Quieres jugar?-le pregunto.
Su expresión cambia y una sonrisa felina aparece en su cara.
-Siempre-me responde.
Me levanto del sofá y tomo su mano. Llevo una de las sillas del comedor hasta la sala y le hago una seña para que se siente pero el mueve la cabeza.
-Vamos a cambiar un poco las cosas.
Me hace una seña para que me siente y yo dudo un momento entre ceder el control o no. Al final me siento. Él se quita la corbata y amarra mis manos detrás del respaldo de la silla. Camina hasta mi habitación y trae un pañuelo negro.
-¿Me vas a vendar los ojos?-le pregunto pero él no me responde.
Me cubre los ojos con aquel pañuelo. Siento su respiración en mi cuello y sus labios rozan con suavidad mi piel. Sus dedos empiezan abrir mi camisa y acaricia la tela de mi sostén. Muevo mi cabeza hacía atrás y me muerdo el labio. Él se aleja y escucho sus pasos. ¿A dónde va? Estoy segura que no me va a dejar aquí. Cuando regresa me da un rápido beso en los labios y siento algo pegajoso cubrir mi cuello y resbalar hasta mis pechos. El aroma dulce del chocolate me hace sonreír, él pone un poco de chocolate en mis labios antes de besarme. Empieza lamiendo mi cuello para quitar todo el chocolate. Sonrió y me remuevo en la silla. Quiero poder tocarlo. La frustración de no poderme moverme o poder controlar esta situación lo vuelve todo aún más excitante. Él desliza mi falda por mis piernas hasta quitarla.
-Benjamín-gimo su nombre.
Pero él no dice nada, solo sigue recorriendo mi piel como tratando de memorizar cada detalle pero dudo que haya algo en mi cuerpo que ya no conozca. Él pone un poco mas de chocolate en mi cuello y me remuevo por la sensación de placer que me recorre. Benjamín vuelve a lamer todo el chocolate de mi cuello y pone una mano en mi nuca para darme un beso largo y profundo. Quiero estirar mis manos y sujetarlo con fuerza pero no puedo y gimo llena de frustración.
-¿Más chocolate?-me pregunta él- ¿Dónde lo quieres esta vez?
La respuesta se queda atorada en mi garganta cuando escucho la puerta abrirse y unos pasos.
-¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!
Santa Virgen de las cosas estúpidas. ¿Porqué me pasan estás cosas a mí?
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