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Tú y CL eran prácticamente inseparables, incluso tendrían varias colaboraciones juntas.

[...]

La tienda estaba completamente sola a excepción de ustedes dos sin contar a las empleadas a
quienes desde que entraron les dijeron que no necesitaban su ayuda. Ustedes mismas podían
encontrar solitas la ropa que les gustaba. La soledad era bien justificada, la tienda era de las más costosas en Gangnam pero lo compensaban con las increíbles marcas.

Sus dedos recorrían las diferentes prendas colgadas en el tubo de acero mientras tú contestabas el mensaje de Daesung preguntando dónde estabas, ella seguía hablando sobre lo preciosa que debía verse en su cena de la noche. Creo que yo estaba incluso tan emocionada como ella por su
cita.

— ¿En serio estás escuchándome, Eunbin? —preguntó cuando alzaste la mirada.

—Por supuesto, dices que es como el chico es una mezcla entre rostro de modelo y cuerpo de fisicoculturista, te escucho —dijiste con una sonrisa al escuchar como hacia un sonido como de alegría tal vez al imaginarse de nuevo a su cita—. No puedo creer que de verdad llegó el día de verte así de enamorada.

—No estoy enamorada, Iugh —dijo de inmediato a lo que reíste—. Si tan solo lo vieras,
entenderías el sentimiento.

[...]

Veías maravillada tu obra maestra, es decir, a la rubia maquillada y peinada por ti lista para su cita esperando que el dichoso chico pasara a buscarla. La habías acompañado hasta su casa para ayudarle, para cuando ella se fuera tal vez llamarías a uno de los chicos para que te llevara a tu casa.

Cuando ambas escucharon los toques en la puerta ella se sobresaltó a lo que te echaste a reír pero la detuviste.

—Dame las llaves de tu casa —exigiste poniendo tu mano frente a ella a lo que te miró
interrogante—. No quiero que vuelvas a casa esta noche, mañana vendré en la mañana y la abriré, pero no te las dejaré.

—Agh, eres insoportable —se quejó rodando los ojos mientras sacaba las llaves para ponerlas en tu mano—. Si las pierdes, te asesino.

Te rodeó para ir a la puerta y le diste una palmada en el trasero deseándole muchísima suerte en
la noche y te aseguraste de decir suficientemente fuerte que usara protección con la única intensión de que él escuchara.

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