ꕤCapítulo O2: Cartas de amor a $50.

Realmente no sé qué es lo que pensaba Jungkook al correr detrás de mí en las mañanas cuando estoy yendo al instituto, ¿Es tonto o qué? No me va alcanzar si voy en bicicleta.

Vivimos en el mismo vecindario, nos hemos topado algunas veces pero nunca hemos hablado o interactuado, ni siquiera una mirada, pero bueno no me importaba porque estaba ocupado con mis cosas.
Salía de casa temprano para ser uno de los primeros en llegar al instituto y coger uno de los primeros asientos. Me gusta ser el primero en todo.

Sin embargo, desde que le dije a Jungkook que no le ayudaría con la carta a Ji Eun, se tomó la molestia de salir temprano de su casa para ir corriendo detrás de mí.

En el instituto me escondía de él cada vez que la veía por los pasillos. Por suerte no estudiamos en el mismo salón, porque de ser así me estaría atormentando todo el día.

Así pasaron cinco días. Me sorprende la perseverancia y voluntad de Jungkook como para corretear detrás de mí por cinco días, porque yo ni hubiera llegado al segundo día.

El sonido de mi celular vibró, notificando nuevamente el pago.

—¿Por qué Jungkook llega corriendo detrás de ti?—rodé los ojos. Ya va a empezar con los interrogatorios para saber a fondo el chisme. ¿Acaso no tiene una vida de la cual preocuparse?— También lo ignoras cuando intenta acercarse a ti ¿Sucede algo entre ustedes?

A veces pienso que Jimin es algo así como un dios que lo ve todo.

Estampé el fólder en su pecho con fuerza.—¿Qué podría suceder entre el chico más popular de la escuela y yo?

Jimin se encogió de hombros.— Es por ello que pregunto.

— Bueno, eso no te importa, Jimin. —agarré mi mochila y la coloqué en mi hombro. El timbre de salida sonó hace unos minutos, pero tuve que quedarme para entregarle su ensayo de ciencias.

—¿Jungkook es gay?— preguntó Jimin antes de que saliera del salón.

Otra vez diciendo falacias sobre Jungkook. ¿Realmente esos chicos no pueden resolver sus problemas? Desde hace un tiempo que se la tienen jurada.

Fruncí el ceño.—¿Qué? ¿Acaso piensa que Jungkook y yo...? No, claro que no. A él le gusta Ji Eun.— Jimin sonrió de manera muy malvada que me dio escalofríos. Creo que no debí mencionar lo último así que salí corriendo del salón.

Jimin no es alguien confiable, solo hará correr el chisme por todo el instituto.

Primero fui a mi casillero a dejar algunos libros que no los utilizaría hasta mañana, y para hacer menos la carga. No obstante, cuando cerré mi casillero, me topé con Ji Eun, ella no me notó claro, estaba en su casillero—que queda frente al mío —, leyendo una hoja.

No lo había dicho antes pero, en los últimos cinco días estuve observando con más precisión a Ji Eun las pocas veces en las que me la cruzo, no sé la razón, quizás solo porque sí o quizás trato de entender qué es lo que Jungkook vio en ella.

—¡Ji Eun, apúrate!—uno de sus amigos lo llamó.

Ella giró a verlos.—Ya voy.—metió unos cuadernos en su mochila y cerró su casillero,  colocó su mochila en su hombro y fue tras sus amigos.

Me quedé allí parado mirándolo hasta que mis ojos ya no presenciaron su silueta.

—¡Oye! ¡Taehyung!—la voz de Jungkook me sacó de trance.

Mierda. Es hora de correr.

Cuando llegué a casa luego de terminar mi turno en la estación de tren, las luces estaban apagadas, la oscuridad era sombría y sepulcral, la estancia apenas era visible gracias a la luz de la luna.

Fruncí él ceño. ¿Papá no se encontraba en casa? Pero si nunca sale de casa, lo único que hace es estar sentado todo el día viendo sus novelas favoritas o escribiendo en la laptop uno que otro artículo del diario en cual trabaja.

—Taehyung.—escuchó una voz ronca en la estancia.

—¿Papá? —esa voz era inconfundible, por más que no viera sabía perfectamente de quién era el propietario.—¿Dónde estás? —quise encender el interruptor pero este no funcionaba.

—En el sofá.

Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y prendí la linterna. Efectivamente, estaba en el sofá frente al televisor, con una botella de cerveza en la mano, viendo a la nada.

—¿Qué pasó con la luz?

—La cortaron.—dio un trago a su cerveza.

Fruncí el ceño.—¿Qué? ¿Por qué? La cuenta vence en dos semanas.—papá guardó silencio.—Debe ser una falla. Llamaré a la central.

Y cuando estaba marcando el número, me detuve por las palabras de papá.—Estamos atrasados con la cuenta hace cuatro meses.

—¿Qué? —lo que me decía no tenía sentido.—Pero, si te daba el dinero al día para que pagarás las cuentas. ¿Cómo me puedes decir eso?—papá nuevamente guardó silencio. Entonces supe lo que hizo y me enojé mucho, era su responsabilidad, maldita sea.—¡¿Acaso gastaste el dinero en alcohol?!—silencio otra vez.—¡Qué rayos te pasa, papá! ¿Qué hiciste con el dinero?

Papá no tenía un buen sueldo como escritor de un periódico, no terminó el instituto de comunicaciones por falta de dinero porque justamente yo había nacido y tenía que reparar los gastos en mí. Tampoco se dignó a encontrar un trabajo más decente y que le paguen por sus horas de dedicación al trabajo porque, según él, nació para ser periodista y no gastaría su talento en otro tipo de trabajo, era muy testarudo cuando se trataba de su frustrada profesión que no llegó a culminar. También quiso ser escritor y publicar un libro, el interminable libro que todavía escribe, cree que así se volverá famoso y el dinero le lloverá, pero lleva años estancado en lo mismo que dudo que su fama se pueda lograr, no todos tienen la suerte y privilegio de que su libro se haga muy conocido y que a la gente le guste. Todos se lo merecen pero solo unos cuantos se lo ganan. Otro obstáculo era que Gangwon era un pueblo pequeño que tampoco había mucha oportunidad de trabajo.

Con el poco de salario que posee y con el salario que recibo cada semana en la estación de tren a las justas podemos subsistir, y me da coraje y enojo que él se diera el lujo de gastar en sus porquerías. Papá tenía una responsabilidad y falló por completo.

Antes de hablar bebió su cerveza.—Pagué al detective para que encontrarán a esa mujer desgraciada.—mi enojo cambió a una de cansancio y frustración. Seguía con el mismo tema.—La muy perra se fue a Canadá.—habló con furia y bebió un trago.—Hizo una buena jugada, —rió con sorna.—se aseguró bien para no ir a buscarla, hasta se consiguió un nuevo marido.

Mamá, mejor dicho, la señora que se hacía llamar "mi mamá", me abandonó con papá, cuando yo tenía seis años. Nunca se supo el porqué lo hizo, un día cualquiera solo agarro sus maletas y se marchó de casa cuando papá estaba trabajando y yo estaba en la escuela, sin dejar ningún rastro, nota o carta explicando el porqué de su abandono o siquiera algún indicio  de a dónde se iba, absolutamente nada. Obviamente papá tuvo una recaída porque, aparte de que le dejó varias deudas que saldar, la amaba, sin embargo ese amor se convirtió en coraje y resentimiento.

—¿A quién le importa dónde está?—yo ya no quería saber nada de ella, no es más mi mamá y nunca lo será. Ahora solo somos papá y yo y eso está bien porque solo nos bastamos los dos. —¿no crees que ya es suficiente? La has buscado por años y ahora que sabes dónde está, no puedes hacer nada. Nos dejó, papá, ¡ya supéralo!

A papá se le escapó una lágrima, estaba enojado pero a la vez triste. Sabe que ya no puede hacer nada y que todo el dinero que gastó fue en vano, sabe que por su culpa no tenemos luz y que no podrá trabajar en el computador. Entiende que todo lo que dije es verdad y que es hora de dejarla en el pasado y centrarse en sí mismo.

Él me abrazó de la cintura y colocó su cabeza en mi pecho.—Lo siento, hijo.—sollozó aún más.

Cada vez que teníamos una discusión acerca de ella, él terminaba llorando y pidiéndome perdón, no me gustaba verlo de ese modo, así lo consolaba hasta que se quedaba dormido y luego lo llevaba a su cama.

—Tranquilo, —acaricié su cabeza.—mañana temprano llamaré a la central y veré cuánto debemos. Mientras tanto buscaré la forma de cómo pagarlo.

Cuando llamé a la central temprano me sorprendí la cifra que debíamos, no obstante, debo ver la forma la cual pagar. A papá no le pagaban hasta fin de mes, y con el dinero de mi trabajo no alcanzaba para solventar esa suma que tenemos por deuda. El dinero que tenemos guardado para la comida no se toca, bueno, en realidad papá quiso darme la cuarta parte para  aunque sea pagar algo, ya solo faltaba $1500, tenía que ver la manera de conseguirlos.

Una notificación sonó de mi celular, al mismo tiempo una idea vino a mi mente.

Revisé el saldo de mi cuenta, tenía $1200, lo tenía ahorrado para la universidad pero utilizarlo ahora era necesario, porque papá no podría utilizar el computador para su trabajo y con ello le descontarán el sueldo, el dinero es lo que se necesita más en esta casa. No obstante, con los cuatro ensayos que entregaré hoy, la suma de mi cuenta aumentaría, solo me faltaría conseguir $300.

Suspiré. No creí que iba aceptar esto.

Cuando salí de casa y me monté en mi bicicleta rápidamente. Pasé por la casa de Jungkook, espere unos minutos frente a ella, esperando que saliera corriendo como siempre lo hace cuando pasó por allí. No obstante, nunca salió.

Supuse que se fue primero al instituto o quizás se habrá quedado dormido. Chasqueé la lengua, hizo que perdiera mi tiempo. Ya en el instituto se lo digo.

Llegué al instituto, primero fui a mi casillero a sacar algunos libros para las primeras horas. Incluso me senté en el banco que está al lado de los casilleros y mate el tiempo allí mientras revisaba mi celular, esperando a Jungkook. Hasta que llegó un momento en cuál me cansé y decidí buscarlo en el receso.

Me levanté del banco y coloqué mi mochila en el hombro, dispuesto a caminar hacia mi salón. No obstante, el timbre que da inicio a las clases resonó por los pasillos, dando paso a la muchedumbre; es decir, la horda de primates, que se amontonaron y causaron revuelo en la zona, empujando y golpeando a su paso. Fui víctima de ello, las hojas que estaban en los fólderes, que llevaba en manos, se esparcieron por el suelo cuando caí por culpa de los salvajes.

Mis lentes también fueron las víctimas pero por suerte no salieron dañadas. Gruñí y acomodé las hojas.

Unos pasos se avecinaron a mí y se acuclillaron.—Cuidado. —me ayudó a recoger las hojas.—La horda de primates no tienen piedad en los pasillos.

Mi corazón se aceleró cuando escuché su voz. Trague duro.

Horda de primates. De alguna manera me emociona que llame así, al igual que yo, a los alumnos.

Levanté la vista. Me puse nervioso cuando me topé con esos ojos, su brillo era especial, entonces supe el porqué Jungkook se había enamorado de ella.

—Soy Kim Taehyung.—me acomodé los lentes. Dije por inercia, es como si mi boca soltara palabras al azar, involuntariamente.

—Lo sé.—sonrió.—Vamos juntos en la clase de música y tocas en el coro de la misma iglesia en la que canto.

Creí que era un fantasma para ella.

—Tienes una muy bonita voz.—me abofeteé mentalmente por decir eso.

Se le notó un leve sonrojo.—Gracias. Y tú tocas muy bien el saxofón.

Algo dentro de mí se removió. Esto no está bien, es la futura novia de Jungkook.

Removí levemente mi cabeza y terminé de arreglar las hojas con la ayuda de Ji Eun. No me atreví a mirarla cuando quedamos frente a frente.

—Que tengas un buen día, Taehyung.—sonrió por última vez y se alejó.

Solté un suspiró cuando lo
La vi desaparecer. Cielos, ¿qué rayos me pasa? El segundo timbre me sacó de trance. Corrí hacia el salón de clases.

El timbre del receso sonó. Guarde mis cosas de la clase y espere a que los salvajes salgan primero para luego salir a paso rápido del salón. Me dirigí hacia la cafetería, casi nunca iba a ese lugar, solo me quedaba en el salón a merendar y solo iba a la cafetería a comprar una que otra cosa que se me antojaba y luego me regresaba al salón; no es que no me gustan los lugares donde hay mucha gente, sino que no tenía amigos y no tenía con quién pasarla, además la cafetería se llenaba rápido y para mí ya no había lugar allí, es mejor el salón, es mejor mi sola compañía. Busqué con la mirada a mi objetivo, él estaba con su grupo de amigos del equipo de básquet. Fui hacia él y le hice un ademán para hablar en privado.

Salimos de la cafetería y fuimos hacia el pasillo.—$50 y el pago es por adelantado. ¿Cuántas cartas quieres?

Jungkook sonrió en grande, hasta pareció haberse iluminado su rostro.

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