Parte 4. "Si el mundo se acabara"

El día esperado por los diseñadores de moda, finalmente llegó y en la habitación de una casa se encontraba una rubia vestida con un elegante vestido blanco que resaltaba sus atributos físicos, un digno trabajo hecho para una hermosa mujer.

Pero Chloé a pesar de verse radiante, no podía evitar sentirse horrible, sucia y manipulada.

¿A dónde se había ido toda su fuerza de voluntad que algún día tuvo?

Se preguntaba mientras sentía como su mamá terminaba de ponerle el velo al tenerlo que trabar en la peineta que sostenía su cabello, de forma que no arruinara el peinado que le habían realizado.

—Claudine, sé que no suelo ser tan halagadora, pero he de admitir que te ves muy bien... Obviamente no tanto como yo en el día que me casé con el remedo de hombre que tienes como padre...

Escuchó a su madre, pero no respondió y solo esperó a que terminara, que fue cuando se puso frente a ella, la cual notó la expresión de tristeza en el rostro de su hija.

—Ay Clotilde... —algo molesta— Por Dios, ya deja de estar así, hoy es tu gran día...

—No puedo decir lo mismo... Esto es falso

—Y vas de nuevo con lo mismo... ¡Ya olvídate de ese músico de pacotilla, le hiciste un favor, así que deja que siga su vida y sigue la tuya!

—¿Ya terminaste?... Jean ya vino a recogerte para llevarte a la iglesia.

—Es imposible hablar contigo... —molesta— Ya me iré pero no lo haré antes de recordarte lo que le puede pasar a ese tal Lucio si no te comportas como una hermosa y feliz novia...

—Tranquila Audrey... Fingiré estar feliz en la boda... No pasarás vergüenzas...

—¿Ahora soy Audrey y no mamá?... ¡Ja!... Como sea, quiero verte que sonrías y seas amable, no quiero malas críticas, estás advertida, Claudia... No tardes en arreglarte, no quiero atrasos...

Dijo antes de tomar sus cosas y salir de ahí, yendo directo hacia el auto que la llevaría a la iglesia, dejando a la novia sola, permitiéndole la entrada a la recámara a la Raincomprix que esperaba afuera de la misma por haberles dado algo de privacidad madre-hija.

—¡Chloé!— exclamó la joven al ver a su amiga. —¡Estas quedando preciosa!— halagó a la vez que se acercaba a ella. —Permíteme terminar de arreglarte, tenemos tiempo antes de que vengan por nosotras.

Al ver que la rubia no decía nada, se preocupó, colocando una mano sobre su hombro para así darle apoyo.

—Tranquila, sé lo nerviosa que puedes estar, ya que es el día de tu boda, pero tranquila, todo saldrá bien.— sonrió tratando así de darle ánimos.

—Si... Todo saldrá bien... —soltó con decepción mientras veía a su amiga— Sabrina... Gracias por estar aquí... De verdad, agradezco que a pesar de todo, sigas siendo mi mejor amiga...

La de ojos verdes negó, para luego sonreír y abrazar a la muchacha.

—Te lo dije una vez y te lo repito hoy, yo siempre será tu mejor amiga, pase lo que pase siempre estaré para apoyarte...

—Y yo estaré ahí para ti... —esbozó un intento de sonrisa antes de dudar en preguntar algo, terminando por hacerlo bajo una excusa— Sab... Tengo una pregunta... Tú sabes que adoro escribir historias... Y últimamente he entrado en dilema con una... ¿Qué harías tú, si el amor de tu vida se está desvaneciendo de la misma como si de humo se tratara?...

Tras esa pregunta, la pelinaranja le dedicó una confundida mirada, no dudando en responder lo que le pedía.

—Bueno... Si algo así me pasara, no dejaría de luchar con todas mis fuerzas por él, daría todo de mi para estar con la persona que amo, sin importar qué, sería egoísta al menos por una vez en ese sentido.

—Y... ¿Cómo volverías a él cuando lo has herido?

Ella pareció meditarlo un momento, guardando silencio antes de responder.

—Pues... Si fue con intención, obviamente pediría perdón, pero si no lo fue, simplemente le explicaría los motivos por los cuales hice lo que hice, y si me ama podrá entender las razones.

—Ya veo... Gracias...

Se miró al espejo frente a ella con decepción, ¿por qué había dejado ir al chico que amaba?...

—No es nada, espero haberte ayudado y puedas darle un buen final a la historia que estas escribiendo.— alentó.

—Trataré de darle un final feliz... Aunque a veces la realidad sea dura y no dulce...

La joven suspiró.

—Hay obstáculos que por más imposibles de pasar parezcan, puedes superarlos, es cuestión de tener la determinación para hacerlo y que tu realidad sea tan dulce como quieras.— sonrió mientras proseguía a ayudarle con su arreglo—El miedo no siempre es la mejor opción.

La Bourgeois solo la miró a través de su reflejo en el espejo, dejando que la chica terminara de ayudarla, mientras su mente vagaba un poco al recordar su última plática con el Couffaine, sintiendo su corazón palpitar fuerte...

—Ojalá te hubiera abrazado... —susurro en voz baja para ella mientras limpiaba una lágrima traicionera que resbaló por su mejilla.

Aquello no pasó desapercibido para su acompañante, quien al terminar lo que hacía, se enderezó, finalmente arreglando el velo de la joven.

No parecía tan feliz como cualquier novia el día de su boda.

—Chloé...—sin querer decir algo de más, rápidamente guardó silencio para después negar. —Ya estás lista.— sonrió. —¿Quieres que hayamos de una vez a la iglesia?— cuestionó. —Ó ¿necesitas un momento?

—Creo que... Necesito un momento Sabrina... Quisiera relajarme un poco antes de irnos...

La mencionada asintió, comenzando así a guardar todo lo utilizado en su arreglo, para solamente irse cuando llegará el momento.

—Iré a retocarme el maquillaje, vuelvo en un momento y cuando estés lista... Nos vamos.— avisó para luego abrazar a su amiga y posteriormente marcharse, dejándola completamente a solas.

La rubia asintió y la miró irse antes de regresar su vista a su reflejo y reflexionar sobre lo hablado con su amiga...

—Chloé... ¿Pero qué demonios vas a hacer?... —bajó la mirada a su mano donde tenía el anillo que le habían pedido que usara— ¿De verdad te vas a casar con alguien que no amas?... ¿De verdad vas a permitir que te enganchen a alguien que no quieres de por vida?...

Soltó de manera incrédula antes de acercarse a la puerta de la recámara donde se encontraba y gritar...

—¡Sabrina, voy a acomodarme bien mi vestido, sin querer está algo desaliñado, así que cerraré la puerta, ¿vale?!

—¡Claro!— exclamó la joven del otro lado. —¿Quieres que te ayude?— cuestionó a punto de abrir la puerta, sin embargo, al recibir una rápida negativa de la rubia, se detuvo. —Está bien, si necesitas algo me dices.— murmuró, dándole así la privacidad que la de ojos azules necesitaba.

—¡Gracias!

Agradeció antes de cerrar con seguro la puerta y voltear a su lado como en busca de una respuesta a su problema.

Ella amaba a Luka, lo amaba tanto que no podía simplemente casarse con alguien más cuando su corazón estaba ocupado por él.

Pero pronto una idea algo loca y peligrosa ocupó su mente.

Iría por el verdadero amor de su vida.

Pero claramente no podía salir como cualquier persona por la entrada de su casa, nadie, absolutamente nadie debía de saber lo que haría, no aún y la única forma de huir de ahí era por la ventana que daba al patio trasero de su casa por lo que giró la vista a su alrededor, buscando con que podría bajar de ahí, pues estaba en un primer piso y saltar no era opción.

Fijó su vista en las cobijas de su cama y luego en la tela de la falda de su vestido, la cual era gruesa y se veía resistente a lo que sin dudarlo cortó la parte baja de su vestido y alrededor para hacer con ellas un par de tiras que amarró fuerte entre si antes de deshacer el tendido de su cama e igualmente hacer tiras con la sábana, agregándolas a las tiras hechas con su vestido que a ser sincera, le restó valor al no importarle todo el trabajo y dinero que habían invertido en el mismo.

Algo dudosa amarró la "cuerda" que había hecho a la pata de su cama y lanzó lo demás por la ventana, la cual agradecía que no tuviera rejas, para asomarse por la misma, dándose cuenta que era algo corta y tendría que dejarse caer un poco, dejando de lado que dudaba en la fuerza que lo que había hecho pudiera resistir su peso sin separarse, no por los materiales, si no porque por la rapidez que había hecho todo podía ser que los cortes o nudos que había realizado fueran débiles y ella no se hubiera percatado de ello, por lo que caminó a la cama, tomó las cobijas y las lanzó hecha bola hacia el jardín, justo debajo de la cuerda, para entonces ir hacia la ventana y tomando una gran cantidad de aire, comenzar a bajar por su creación, hasta caer encima de sus cobijas, las cuales le hicieron un favor al amortiguar su caída, para luego correr con algo de trabajo —por sus tacones— hacia la puerta trasera del jardín y tratar de abrirla con cuidado, dándose cuenta que estaba cerrada por lo que no tuvo más opción que tener que comenzar a trepar con cuidado pero rápidamente la mediana barda que rodeaba su patio, sin importarle que estuviera raspando su vestido, sus rodillas y manos y codos al hacerlo, continuando hasta llegar a la parte alta, donde se quitó sus tacones y los sostuvo un momento para saltar hacia el exterior de su casa, cayendo de cara, raspandose un poco su barbilla, causándole un querido de dolor que ignoró para ponerse sus tacones y comenzar a correr hacia la casa del Couffaine, apresurándose para alejarse lo más lejos posible de ahí, antes de que notaran su ausencia.

Llevaba bastantes minutos desde que la diseñadora había llegado a la iglesia, la cual planeaba que pronto llegara su hija, pero al contrario, el tiempo pasaba y no había ni una remota señal de ella o su amiga, cosa que le empezó a causar molestia al oír unos cuantos comentarios cuestionando la hora de inicio o quejándose de la demora de la menor de los Bourgeois...

—Por amor de Dios... Como siempre Clotilde dejándome en ridículo...

Murmuró asimisma antes de salir de la iglesia para marcar a la Raincomprix.

Por su parte la joven de lentes se encontraba terminando de arreglarse, cuando una llamada entrante la sobresaltó, por lo que contestó enseguida vio el nombre de la persona que la llamaba.

—¿S-Si, señora Bourgeois?— cuestionó con nerviosismo a la madre de su mejor amiga.

—¡Sabine o quien seas, ¿donde demonios está mi hija?!... ¡Ya es tarde!

La mencionada no pudo evitar alejar el aparato de su oído ante los gritos de la mujer, soltando un pequeño suspiro para luego asomarse y ver la puerta aún cerrada.

Ya había tardado mucho.

—Permítame, estoy yendo a buscar a su hija.— murmuró temerosa, encaminándose a dicha habitación para tocar la puerta, en espera de que su amiga le abriera. —¡Chloé!— le llamó al no recibir respuesta. —Tu madre esta al teléfono, dice que es hora de irnos.— avisó, tocando con más inasistencia. —¿Chloé?— preguntó ya asustada al no escucharla del otro lado. —S-Señora, ella se encerró en la habitación hace un rato y no responde...

—¿¡Cómo que se encerró!?, ¿¡acaso la dejaste sola!?

Ante ese reclamo la muchacha no dijo nada, dando a entender que efectivamente eso había hecho.

—¡L-Lo siento!... Ella me pidió un momento para alistarse a solas y ahora no abre la puerta...— murmuró apenada.

—¡Esto es ridículo y tú eres una incompetente!... ¡Sigue Insistiendo, vamos para allá! —regañó antes de colgar la llamada, metiéndose a la iglesia hecha una furia dirigiéndose directamente a su marido y el diseñador— Chloé está haciendo sus estupideces.

El de lentes miró con seriedad a la mujer, quien denotaba ira por todos lados.

—¿Ahora que hizo la señorita Bourgeois?— cuestionó, soltando un suspiro cargado de frustración.

—Está haciendo su berrinche, creo que alguien tiene que ir y traerla... —dirigió la mirada a su marido— André, ve por ella, si Gabriel o yo vamos, ella se aferrará a quedarse ahí.

—Ahora vengo.

Mencionó con cansancio el mayor comenzando a caminar hacia afuera de la iglesia, dirigiéndose a su mayordomo.

—Jean, vamos a la casa por Chloé.

Y sin más se subió al auto.

Por otro lado, en la casa, cierta joven se encontraba llamando con insistencia a la puerta, entrando en pánico al no lograr abrirla y no recibir repuesta por parte de la rubia.

Algo no estaba bien.

—Chloé, por favor, abreme, se que debes estar nerviosa, pero si quieres cancelar esto, solo dilo.— murmuró desesperada, aún sin escuchar señal alguna de la de ojos azules.


La chica simplemente no recibía respuesta alguna, siguiendo con su insistencia durante varios minutos más hasta que el mayor llegara a su casa y se dirigiera al origen de los llamados desesperados por parte de la de lentes...

—Sabrina, ya estoy aquí, dime exactamente qué sucede, ¿Chloé ya te ha contestado algo?

La mencionada negó.

—Desde que cerro la puerta no ha dicho nada, estoy muy preocupada por ella, estaba muy nerviosa y simplemente pidió estar a solas.— explicó.

—Okey... Respira profundo y tranquilizate...

Mencionó ocultando su nerviosismo al pensar que quizá su pequeña pudiera haberse lastimado con el fin de no casarse.

—Chloé... —tocó la puerta—  Princesita... Contesta... Por favor...

Esperó unos segundos y al no recibir respuesta, salió en busca de algo con que romper la puerta para poder entrar, encontrando un mazo para volver a donde la Raincomprix...

—Hija, hazte para atrás por favor...

La de ojos verdes al verlo, se hizo a un lado para que pudiera hacer lo que pensaba, deseando que su mejor amiga se encontrará a salvo del otro lado y solo pasará por una crisis normal a la que cualquier novia tendría el día de su boda.

El de cabellera gris comenzó a golpear con fuerza contra la perilla de la puerta hasta que esta se separara de la puerta, abriéndola y permitiéndole el paso al Bourgeois, quien una vez adentro observó el desastre de la habitación y el camino de tela hacia la ventana, a lo que se asomó e inmediatamente supo lo que sucedía, cosa que lo hizo sentirse bien.

Su pequeña no sería infeliz.

Y desvaneciendo su sonrisa, caminó hacia afuera de la recámara, donde la de cabello naranja esperaba preocupada por una respuesta.

—¿Y Chloé?— cuestionó con preocupación la joven al no ver a nadie más que al mayor en la habitación.

—No está, escapó por la ventana. —dijo en tono neutro.

La de ojos verdes no pudo evitar palidecer, entrando en pánico al escuchar aquella respuesta.

—¿Y-Y ahora que va a pasar?— cuestionó. —¿Qué le vamos a decir a la señora Audrey?

—Que Chloé no está, así de simple, vamos a la iglesia... —mencionó comenzando a caminar hacia la salida de la casa.

Por su parte, la nerviosa joven suspiró, siguiendo sin decir más al hombre.

Solo esperaba que su mejor amiga estuviese bien.

Por otro lado, en el recinto religioso, todos los presentes no hacían más que murmurar, y los medios de comunicación comenzaban a sacar conjeturas por la demora de la novia, cosa que no hacía más que estresar a la editora.

Todo por un capricho de su hija.

—Audrey, ¿dónde demonios esta Chloé?— cuestionó el diseñador, quién claramente se encontraba más que molesto. —Se supone que debería estar aquí hace veinte minutos.

—Tranquilo Gabriel, sé que también estás muy molesto, pero André ya me avisó que ya vienen para acá, así que pasaré a calmar un poco la situación...

Mencionó la rubia antes de tomar aire y sonreír falsamente, caminando hacia el frente de aquella iglesia para dar un par de palmadas y atraer la atención de los presentes...

—Queridos invitados, perdonen la demora y el tiempo que han estado aquí, pero al parecer pasó un pequeño inconveniente pero mi marido y mi preciada hija ya vienen en camino, así que por favor les pediré que no entren en pánico y tomen sus lugares correspondientes porque en cualquier momento llegarán.

Todos los presentes guardaron silencio, y al escuchar aquel comunicado, sin más opción, accedieron a tomar asiento, en espera de que la novia llegara y finalmente pudieran dar comienzo a la ceremonia.

—Solo espero no demoren, ya perdimos mucho tiempo aquí.

Los minutos transcurrían con lentitud, sin embargo, lo que todos esperaban sucedió, finalmente, el automóvil en el que se supone llegarían la rubia, su padre y la de lentes, había llegado, por lo que, la mayor, ordenó que comenzarán a tocar la marcha nupcial.

—El momento llegó...— murmuró con una sonrisa el diseñador, mirando de reojo a su primogénito, quien claramente no estaba nada feliz por lo que iba a hacer. —No lo arruines.

El menor no dijo nada, centrando su atención en el auto, esperando a que su prometida bajara, sin embargo, tal fue su sorpresa al ver bajar de el, y acercarse al lugar, al padre de su prometida junto a su ex compañera de clases.

Eso no lo vio venir.

Por su parte, la editora, al darse de cuenta de tal confusión, inmediatamente posó su molesta mirada en el recién llegado.


—¿Qué demonios?

La diseñadora esperó unos segundos a ver una pista de su hija, pero no, los únicos 2 tripulantes que habían bajado del auto, seguían siendo los únicos en caminar hacia el interior de la iglesia, ganándose las miradas de los presentes...

—Amor... —mencionó la diseñadora con una fingida sonrisa al ver como todos los miraban— ¿Y nuestra princesa?

—Ella no vino, ni va a venir Audrey...

—¿¡Qué!?... ¿¡En dónde está ella!?

—Escapó.

Dijo con tranquilidad, ganándose una mirada molesta del mayor de los Agreste y haciendo explotar a la crítica de modas que había estado conteniéndose todo ese tiempo

—¿¡Cómo que Claudia escapó!? —dijo en voz alta, ganándose la atención de todos, incluyendo los medios de comunicación.

—Simplemente lo hizo

—¿¡Y tú que hiciste!?

—Nada

—¡Agh!... ¿¡Por qué no hiciste nada!?

—Cuando llegué ella ya se había ido

—¿¡Y por eso decidiste quedarte como el inútil que eres, en vez de ir a buscarla!?

—Audrey, para con tus palabras...

—¡Quieres que me calle pero no dejas de mostrar que eres un idiota y un incompetente! 

—Detente ya... —dijo con la última pizca de paciencia que tenía hacia las actitudes de su mujer.

—¡No André!, ¡el que tiene que detener su estupidez eres tú!... ¿¡Cómo rayos pudiste permitir que tu hija se escapara!?... ¿¡Acaso no te importa!?

—¡Por supuesto que me importa!... —por primera vez le alzó la voz a la modista que lo miró sorprendida— ¡Por eso mismo no hice el intento de detenerla!

—¡Deja de alzarme la voz!

—¡Por amor de Dios, Audrey!... —enojado— ¡Solo quiero que por una vez pienses realmente en la felicidad de tu hija y no en la tuya!

—¡No se de que me hablas!... ¡Ella está abandonando al amor de su vida aquí en el altar, o sea, ve al mini Agreste, está deshecho!

—¡No seas irónica, Audrey!... ¡Ni Adrien ama a Chloé, ni Chloé ama a Adrien!

—¡Mientes!

—¡No lo hago y ya me cansé de tus idioteces y de las de Gabriel!... —se alejó un poco de ambos y los señaló mientras veía a los presentes— ¡Este par de "gente digna",  están obligando a sus hijos a casarse!

—¡Claro que no, André miente!

—¡No es así!... ¡Audrey y Gabriel planearon este repentino matrimonio con el fin de unir sus empresas y alimentar aún más su ambición y obligaron a Adrien y a mi hija a terminar con sus parejas bajo amenazas!...

—¡Callate!. —ordenó la diseñadora pero él simplemente la ignoró.

—¡Mi hija era feliz con su novio Luka, pero el monstruo que tiene por madre la obligó a dejar al hombre que amaba bajo la amenaza de que si no lo hacía, él jamás podría progresar en el mundo de la música, pues ella se encargaría de arruinar su vida!... ¡Diganme, ¿eso es amar a tu hija?!

Mencionó con lágrimas en los ojos, causando indignación en los invitados a aquel evento que se iba a llevar a cabo...

—¿¡Y saben que es lo peor!?... ¡Que al lado de ella mi palabra no tiene poder, porque ya no soy alcalde de París, por lo tanto no encontré la forma de que mi hija no se enredara con esto!...

—¡Felicidades André!... ¡Tu lengua larga nos llevara a la ruina ahora y nuestra dignidad se irá a los suelos!

El mayor al oírla volteó a verla totalmente furioso...

—¿Nos?... ¡JAJA, no Audrey, TU dignidad será la afectada, TÚ te irás a la ruina... Jamás ha existido un "nosotros", ¿por qué aquí si?!

—¡Porque somos esposos, por eso!

—¡Olvidate de eso!... ¡Ahora todo lo que venga lo enfrentarás sola, porque yo ya no quiero estar al lado de alguien tan vacía y superficial como tú!... ¡Nos vamos a divorciar!

—¡No me puedes hacer eso, André!

—¡Ya lo hice!... ¡Gabriel, Audrey, disfruten sus últimos minutos de dignidad, porque cuando todos vean esto no podrán siquiera salir a la calle sin recibir burlas!

Dijo antes de girar su cuerpo y comenzar a caminar hacia la salida de la iglesia, tratando de ser detenida por su mujer que pronto fue rodeada de cámaras al igual que el mayor de los Agreste.

—¿Es verdad lo que el ex alcalde a dicho?— cuestionó una de las periodistas.

—¿Realmente planeaban obligar a sus hijos a unirse en matrimonio por su propio beneficio?

—Por favor, necesitamos que nos aclaren todo esto, son las noticias, necesitamos respuestas.

Ante tanto revuelto, ambos mayores intercambiaron miradas, negándose a responder a cada intromisión por parte de los reporteros.

Era el fin de su carrera.

—Es verdad.— murmuró una voz a su espaldas, enfocando todos así su mirada en el rubio, quien miraba decidido a su padre y la editora. —Este par no ha hecho más que hacernos la vida imposible a Chloé y a mi, sabían cuan enamorados estábamos de otras personas y no les importó.—respondió.— Me alegra que Chloé haya tenido el valor de hacer lo que yo no.

Ante sus inesperadas palabras, el mayor de los agreste posó sus gemas en él.

—¿Qué demonios estás haciendo?

El menor sonrió.

—Lo que debí hacer desde un principio... Gabriel.

Tras decir aquello, el  modelo salió corriendo del recinto, dejando a su padre y a la mujer en manos de los reporteros e invitados que no habían más que murmurar totalmente indignados.

Definitivamente estaban arruinados.

Corría como si su vida dependiese de ello y la verdad es de que si era así, Luka era su vida.

Su cabello estaba desordenado, su velo estaba fuera de lugar, apenas y sosteniéndose de un extremo de la peineta que usaba, la cual también estaba desacomodada, su vestido ya tenía una que otra mancha de mugre pir rozar con superficies sucias o manchas de algún objeto que cayó sobre su vestido y ella no lo notó, dejando de lado las manchas que tenía del par de veces que se cayó al tropezar o de las veces cuando su pie se torció, justo como le acababa de pasar.

Nuevamente había caído, pues correr con tacones no era lo suyo.

—Demonios... —sobó su tobillo izquierdo para quitarse los tacones dejándolos en el suelo antes de ponerse de pie— Tengo que llegar... Cueste lo que cueste...

Mencionó tomando aire antes de seguir su camino y nuevamente correr a la casa del Couffaine, la cual estaba cercana.

Por su parte, el músico se encontraba recostado, mirando con melancolía aquella fotografía que no mucho tiempo atrás se había tomado con la dueña de sus pensamientos.

Seguía sin creer que todo terminara así.

Realmente la extrañaba.

Desde un principio sabía que su relación no sería fácil, que habrían un sin fin de obstáculos que pusieran a prueba su relación, sin embargo, jamás pensó que uno de esos fuera tan fuerte como para romper lo que ambos tenían.

—¿Porqué acabamos así?

Con gran tristeza miro el reloj colgante de su habitación, sintiendo su corazón romperse al ver la hora.

Ella ya habría unido su vida a la del modelo seguramente.

En verdad sentía que el mundo se le venía encima.

Pronto un par de toques insistentes interrumpieron la tranquilidad de su casa, los cuales atrajeron su atención.

—Nadie conoce el término "quiero estar solo" hoy en día.— murmuró entre dientes para luego levantarse con pesar, caminando sin ganas a la puerta abriendo la misma.

Claramente no esperaba ni quería ver a nadie.

—¿Dig...?

Sus palabras quedaron en el aire, pues al ver quien se encontraba del otro lado, lo había dejado completamente sorprendido.

La Bourgeois al oírlo dirigió su mirada a él y habló mientras tomaba aire de tanto correr...

—Hola Luka... ¿Puedo pasar?...

El mencionado no podía articular palabra alguna, centrándose en comprobar que no se trataba de alguna alucinación suya.

O simplemente que aquello no era un sueño.

—¿Chloé?— murmuró una vez salió de su ensoñación. —Tú...— negó. —Pasa.— respondió para luego hacerse a un lado, aún dudando en que aquello fuera real.

La chica pasó al hogar del músico con la cabeza baja mientras sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas y un nudo se creaba en su garganta, pero sabía que tenía que decir lo que sucedía, a lo que tomó una bocanada de aire y giró para encontrarse frente a frente con el Couffaine que ya había cerrado la puerta...

—Luka... Realmente lo siento tanto... —pronto la primera lágrima cayó por su mejilla— Lamento haber roto tu corazón, lamento haberte herido, pero sobre todo, lamento haberte mentido...

El joven posó sus zafiros en la rubia, analizando cada una de sus palabras sin poder creer que ella estuviese ahí, con él.

Si ese era un sueño, no quería despertar nunca.

—Y yo lamento no haber luchado lo suficiente por ti...—habló después de un rato. —Perdóname por no haber estado a tu lado cuando seguramente más me necesitabas...— murmuró a la vez que se acercaba a ella y colocaba una mano sobre su hombro para así llamar su atención. —Perdoname por no demostrar cuanto te amo y cuanto sería capaz de hacer por ti...

Ambos habían cometido errores, y ese era el momento perfecto para aceptarlos.

Ese era su momento.

—No... Yo no tengo que perdonarte... Nunca me has fallado... Yo fui quien no trató de luchar por ti cuando pude hacerlo sin necesidad de tocar fondo para reaccionar y venir por ti...  Luka... Tú eres el amor de mi vida... Y lamento no haberte oído lo suficiente la última vez que hablamos... Lamento haber estado vagando en otras cosas, que no permití a mi corazón hablar...

Él sonrió levemente, llevando una mano a su mejilla para así acariciarla con suma ternura.

—Yo sé que tú sabes que amarnos de lejos no es igual, que extrañarnos así nos hace mal.— murmuró. —Tarde o temprano acabaríamos por darnos cuenta de eso, de que no podemos, podíamos y mucho menos podremos vivir sin el otro...

La chica cerró los ojos ante su tacto antes de dejar libres un par de lágrimas más...

—No sabes cuanto anhelo volver a besarte... —lo miró por unos segundos antes de volver a bajar el rostro— Y tampoco sabes cuanto anhelo llegar a mi vejez contigo a mi lado...

El músico limpio cada lágrima que resbalaba por sus mejillas, pegando posteriormente su frente a la de ella.

—Ambos anhelamos lo mismo, tenemos mucho en común.— murmuró soltando una leve risa. —Quiero pasar el resto de mis días contigo Chloé Bourgeois, aún si el mundo se acaba, mientras esté a tu lado nada más importa...

—Entonces... Si sigue tu propuesta en pie... Vámonos... —sonrió levemente mientras miraba sus ojos— Huyamos de aquí...

Al escuchar aquella propuesta, él la miró con total sorpresa.

—¿Lo dices enserio?— cuestionó con una sonrisa. —¿Realmente quieres que nos vayamos?

—Si, estoy completamente segura de eso... Sé que cuando me lo dijiste ese día en el café, no te oí pero... Fue error mío... Pensaba en otras cosas...

El de mechas azuladas no dijo nada, simplemente negó ante sus palabras, en señal de que comprendía perfectamente por lo que estaba pasando.

Ni siquiera él pudo pensar en una manera de ayudarla.

—Te entiendo....— murmuró. —Igual nunca es tarde para hacer lo correcto.— guiño un ojo en su dirección para después tomar sus manos. —Vámonos de aquí, mi reina.

—Vámonos, solo antes... —separó por un momento sus manos de las del chico para quitarse la peineta junto con el velo que sostenían su cabello, dejándolo suelto totalmente— Prefiero estar sin ellos, estorban, además... —alzó su mano y mostró el dedo donde tenía el anillo que le habían dado— ¿Qué deberíamos hacer con el?... ¿Venderlo o tirarlo por la calle?...

El muchacho se alzó de hombros.

—Hagamos lo que mejor consideres.— sonrió. —Siempre y cuando no nos metamos en más problemas por ese anillo.— murmuró con gracia.

—Yo digo que lo vendamos... Estoy segura que a cualquier otra pareja le gustaría porque... —fingió analizar el anillo— Sinceramente este tipo de anillo no es mi gusto esto es demasiado sofisticado y me gustan más las cosas sencillas... —dirigió su mirada a él— Además, necesitaremos algo de dinero para escapar... ¿No crees?

—Tienes razón.— respondió. —Igualmente tengo unos cuantos ahorros y si hace falta podemos vender mi guitarra, ya después que estemos estables podré comprar otra.— sonrió. —Mientras... Vayamonos de aquí y que no importe si el mundo se acaba... Siempre y cuando estemos juntos...

—Juntos hasta el fin... —afirmó sonriendo antes de acunar y acariciar el rostro del chico para entonces acercarse a él y abrazarlo con fuerza, sintiendo sus ojos cristalizarse— Realmente sentí que te perdía...

El negó ante sus palabras, acariciando con delicadeza su rubia cabellera.

—Tu jamás me perderías, creeme, yo te esperaría mil años de ser necesario...— murmuró para luego besar con ternura su frente. —Porque mi amor por ti es tan grande que nadie podría hacerme sentir lo que tú...

—Lo sé... —se separó de él para verlo— Y También sé que vendrías por mi si fuera el fin del mundo...

El joven músico asintió.

—¿No te gustaría que se acabe estando juntos?— cuestionó con una sonrisa, extendiendo su mano hacia ella. —Empecemos una nueva vida, juntos, aún si el mundo se acaba...

—Por supuesto que si... —estiró su mano y tomó la de él— Nada me haría más feliz que eso... Vamos al fin del mundo a crear nuestra historia...

Tras recibir esa respuesta, el de ojos azules tomó la iniciativa para así salir corriendo del lugar, encaminándose al modesto auto del joven, quien le abrió la puerta para que se adentrara en el y posteriormente ocupar su lugar en el asiento del piloto.

Ese día ambos comenzarían una nueva vida lejos de todo y de todos.

—Vámonos de aquí.— murmuró para luego encender el automóvil, arrancando para así irse a un nuevo lugar.

Para comenzar de cero.

—Por fin vamos a esa vida de la que siempre hablamos... Pero... Falta algo...

La Bourgeois estiró su mano al estéreo del auto para encenderlo y cambiar la estación de radio hasta detenerse en una de música escuchando por unos segundos la letra...

"I know, you know, we know
You weren't down for forever and it's fine
I know, you know, we know
We weren't meant for each other and it's fine..."

—Así está perfecto.

El muchacho sonrió

—Ahora que caigo en cuenta... No le hemos dicho ha nadie que nos iremos.— murmuró. —¿Qué crees que digan nuestras familias?

—No te preocupes por eso... —dijo divertida— Luego conseguiremos como comunicarnos con tu familia y quizá yo con mi padre... Si no pues... En algún momento tendremos que regresar, ¿no?

Luka pareció meditarlo, sin embargo, ella tenía razón.

Volverían cuando todo estuviera en su lugar.

—Concuerdo contigo, en ese caso supongo que no hay de que preocuparnos.— sonrió.

—Hakuna matata, amore mío.

Mencionó con una gran sonrisa antes de ver por la ventana y suspirar...

—Hasta el fin del mundo.

—Hasta el fin del mundo.— repitió el de mechas azuladas, continuando con su camino.

Después de todo su historia no había terminado, recién estaba comenzando.

¡Hey!

¿Qué onda?
Aquí LupitaHaibara y Annie_Schade trayendoles el capítulo final de esta bella y triste historia :'3

En verdad, de todo corazón espero que les haya gustado esta historia que ya ha llegado a su final :'c
Saben que cualquier cosita pueden dejarla en los comentarios, nosotras encantadas de leerlos ^^

Bueno, sin más que decir, yo me retiro, :3 nos leemos en otra realidad virtual ^^

Bais~♡

¡Aquí Annie reportándose!, como dice la bellísima Lupita, espero que les haya gustado mucho este último capítulo y que en general hayan disfrutado de la historia, así tanto como nosotras disfrutamos escribirla, sin más que decir... Gracias por leer. ❤

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