Parte 2. "Rescue me".
Una semana aproximadamente había pasado desde que la rubia y el azabache habían terminado su relación de manera desastrosa, una semana llena de complicaciones para ambos mientras la tristeza se plantaba aún más en lo profundo de sus corazones.
Una semana donde por más doloroso que le fuera pensar a la Bourgeois el jamás haber conocido al músico, lo deseaba, pues así jamás hubiera tenido que romper el corazón del hombre que más amaba en el mundo.
Ella se encontraba en el balcón de su recámara observando con detenimiento como el sol se escondía para dar inicio a la noche, hasta que de un momento a otro escuchó como la puerta de su cuarto se abría sin previo aviso, haciéndola saber al instante de quien se trataba...
—Claudine... —canturreo mientras veía a los lados de la habitación sin ver a su hija— ¿En dónde estás?
La rubia suspiró, preparándose mentalmente para lo que sea que quisiera esa vez su progenitora.
De ella ya no se podía esperar nada.
—En el balcón, madre.— respondió con sequedad, manteniendo la vista al frente.
Realmente no tenía ganas de verla, y mucho menos escucharla, mientras tanto, la mayor al oírla, no pudo evitar rodar los ojos con molestia por la actitud de su primogénita que le empezaba a cansar, pero sabía que si quería que su plan se llevara a cabo sin contratiempos, tendría que tenerle paciencia a lo "que más amaba en el mundo", así que ocultando su molestia con una falsa e hipócrita sonrisa, habló...
—Clotilde... ¿Crees que puedas entrar?... Tengo que decirte algo muy importante...
La de ojos azules no respondió, simplemente obedeció, entrando sin ganas a su habitación, topándose con la elegante mujer.
Envidiaba que a pesar de todo, ella si fuera feliz, a costa incluso de su propia felicidad.
No era justo.
—¿Qué pasa?— cuestionó a la vez que se cruzaba de brazos.
—Uy, que grosera... —arrugó un segundo la nariz antes de negar con la cabeza— Pero como sea... Tengo algo para ti... Esperame aquí...
La misma dio vuelta y salió de la habitación por unos segundos antes de entrar con un elegante vestido blanco en un brazo y un par de tacones en el otro...
—Toma, esto es para ti...
La joven alzó una ceja, mirando detenidamente aquel extraño obsequio que su madre le daba.
—¿Y esto?— preguntó mientras aceptaba lo que la diseñadora le entregaba.
—Es para que lo uses esta noche, —sonrió— tendremos visitas muy importantes.
Chloé no entendía nada, realmente se encontraba muy confundida, pues su padre no le había mencionado algo sobre una reunión...
Tenía un mal presentimiento.
—¿Visitas?
No tenía ánimos para presenciar una más de sus extravagantes cenas.
—Si, se trata de unas personas sumamente importantes, por lo que también necesitaré que te pongas muy bonita y quites esa horrible cara de molestia...
La rubia rodó los ojos ante su petición, asintiendo a lo que su madre le decía.
—Bien, ¿algo más?
—Si, usa esos tacones, arregla tu cabello y por favor, cuando estés con esas personas que vendrán, se amable... —dijo con un fingido tono de dulzura— De nuevo, por favor te lo pido, ¿de acuerdo?
La joven pareció pensarlo un momento, sin embargo, luego de unos segundos asintió, no iba a hacer lo mismo que ella y dejarla mal.
—Perfecto, eso haré, madre.— respondió sonriendo con total falsedad a su progenitora.
—Así me gusta... —mencionó mientras se acercaba a ella y acariciaba su cabello lentamente— Estarás feliz de ver de quien se trata... —dio un toque en la punta de su nariz— Tienes 2 horas.
Cortó de repente y giró sobre sus talones, dispuesta a marcharse de ahí.
Un suspiró brotó de los labios de la muchacha, quien nuevamente observo los accesorios que su madre la había regalado.
—¿Qué tramas ahora, madre?
Solo esperaba que está vez fuese paranoia suya.
—Cuando sea hora, lo sabrás... En lo mientras arreglate, Claudia. —respondió sin verla antes de salir de la habitación.
La menor estaba por hablar, sin embargo guardó silencio al verla marchar, guardando sus palabras y optando así por esperar.
—Espero que no sea nada malo...— susurró.
El tiempo comenzó a pasar rápidamente, la noche ya caía sobre la ciudad parisina y la diseñadora ya estaba totalmente preparada para recibir a sus tan esperados invitados, se encontraba sentada en la gran Sala de su casa hasta que escuchó la voz de su marido hablarle...
—Audrey, cielo...
—¿Qué quieres, André?
—¿Estás segura de lo que harás?... No creo que sea bueno para Chloé...
—No me importa eso, el tiempo se arreglará de hacer lo suyo, en lo mientras solo haz caso y sigue el plan, ¿de acuerdo?... Aprovechando, ve al cuarto de Caline y ve si ya está lista, que ya tardó y nuestros invitados no tardan en llegar... Sería una vergüenza hacerlos esperar...
El mayor la miró no muy convencido de las acciones de su mujer, pero sin decir nada, comenzó a caminar hacia la recámara de su única hija...
Por su parte, la de ojos azules se encontraba mirándose en el espejo, si bien, estaba acostumbrada a vestirse de esa manera, había algo diferente.
Ella se sentía diferente.
Rápidamente limpio una traicionera lágrima que resbalaba por su mejilla, procurando no correr el poco maquillaje que se había colocado.
Estaba mal, pero prefería aparentar que no.
—Todo ira bien...— susurró.
—Ay, Dios... Perdóname por esto... —murmuró para si el de cabellera gris, antes de acercarse a la puerta de su hija y tocar— Princesita... ¿Estás?...
Tras escuchar la voz de su padre, rápidamente retocó su maquillaje para después suspirar y sonreír falsamente.
Como si nada estuviera pasando.
—Si papi, adelante.
—Gracias... —mencionó mientras entraba a la habitación y se dirigía a su hija— Te ves linda...
—Muchas gracias...— respondió a la vez que se daba la vuelta, posando sus zafiros en el mayor, quien parecía verla con tristeza. —¿Ya llegaron los invitados de mamá?— cuestionó con desánimo.—Muchas gracias...— respondió a la vez que se daba la vuelta, posando sus zafiros en el mayor, quien parecía verla con tristeza. —¿Ya llegaron los invitados de mamá?— cuestionó con desánimo.
—No... Aún no... —caminó hacia la cama de su hija y se sentó en la orilla— Chloé...
La miró y pensó en decirle la verdad de la situación, aunque sabía que si lo hacía, perdería a la mujer que tanto trabajo le costó recuperar pero estaría bien, pues al final del día su hija podría —quizá— ser feliz...
—¿Sabes que eres lo que más amo, verdad?
La joven sonrió levemente ante las palabras de su padre, asintiendo a la vez que se acercaba a él.
—Lo sé...— confirmó para luego abrazarse al mayor. —También te amo papá...
Quizá en un principio no valoraba todo lo que su padre hacía por ella, pero con la llegada de su madre, se dió cuenta de quien si la amaba realmente.
Y quien solo buscaba verla sufrir.
—Ay, hija...
Respondió su abrazo mientras sentía sus ojos cristalizarse antes de carraspear un poco con la garganta y separarse de la misma...
—Chloé... Tengo que—
—Ay, pero si tardan demasiado... —interrumpió la diseñadora que apenas llegaba a la recámara— ¿ya bajan o qué?... Los invitados ya están aquí...
La joven soltó un suspiró, para posteriormente separarse de su progenitor.
—En ese caso supongo que ya hay que bajar.— respondió sin ánimos de pelear por la intromisión de su madre.
Una vez más debían fingir ser la familia del año.
—Así es, los espero abajo en el comedor.
Sentenció la mayor antes de alejarse de ahí, dejando a padre e hija nuevamente...
—Si, ya deberíamos bajar... No queremos que tu madre se enoje... Otra vez...
Soltó una bocanada de aire y ofreció su brazo a la rubia...
—¿Vamos?
La joven miró al mayor, a la vez que le sonreía dulcemente, aceptando aquel gesto.
—Vamos.
Comenzaron a caminar hacia donde Audrey les había dicho que estarían, pero mientras iban, el mayor se lamentaba por no poder decirle a su hija lo que ocurriría.
Al llegar, vieron como en el comedor se encontraba la pequeña familia Agreste, conformada por Adrien y Gabriel.
El Bourgeois miró con lastima al rubio y luego miró con desprecio al diseñador antes de saludar...
—Buenas noches, Gabriel...
El mencionado levantó la vista, sonriendo con falsa amabilidad a los recién llegados.
—Buenas noches André, Chloé.— murmuró a modo de saludó.
Por su parte, la rubia no pudo evitar sorprenderse al ver a su mejor amigo de la infancia y a su padre, jamás se hubiera esperado que ellos fueran las visitas que tenían tan emocionada a su madre.
Nada bueno saldría de esa reunión, estaba segura.
—Buenas noches señor...— sonrió. —Adrien.— saludó con auténtica amabilidad al rubio, notando que éste lucía un tanto desanimado.
Quizá solo era su imaginación.
—Hola Chloé... —saludó tratando de sonreír antes de ver al mayor— Buenas noches para usted también, señor Bourgeois...
El antes mencionado asintió con su cabeza para luego oír a la crítica de modas hablar...
—Bueno, ya hemos perdido mucho tiempo esperando a mi hija, ¿les parece si ya tomamos asiento para comenzar a cenar?
El diseñador asintió gustoso, seguido de la rubia, quien fuera de estar entusiasmada, seguía con un incómodo sentimiento.
Algo que prefería ignorar.
—Después de ti, Audrey.— respondió el de lentes, mirando con complicidad a la mayor.
—Gracias Gabriel.
Dijo con una sonrisa ladina la mujer mientras jalaba una silla y tomaba asiento, siendo empujada por su esposo hacia adentro de la mesa para después él tomar asiento a su lado, antes de que el menor de los Agreste se acercara a la silla al lado del señor Bourgeois y la jalara hacia él, carraspeando un poco con la garganta para atraer la atención de su amiga quien parecía pensativa...
—Chloé...
La de ojos azules salió de su ensoñación, dirigiendo sus zafiros al joven rubio para luego acercarse y tomar asiento.
—Gracias...— sonrió.
El joven asintió con la cabeza y empujó con delicadeza la silla hacia la mesa para entonces dar la vuelta a la mesa y tomar asiento al lado de su padre...
—¿Y bien?... —volteó a los lados hasta fijar su mirada en el mayordomo— Juan Luis o como seas, sirve la cena. —ordenó.
—A sus órdenes, señora.— murmuró para luego retirarse a la cocina, llegando momentos después regresar en compañía de otros empleados para así comenzar a servir.
Por su parte, tanto los anfitriones, como los empleados, se encontraban hablando amenamente, exceptuando a cierto par de rubios, los cuales no despegaban la vista de sus platos.
—Y bien, Gabriel... —habló en voz alta la diseñadora para atraer la atención de su hija— ¿Qué tal te ha ido en tu empresa?
El mencionado sonrió.
—Como bien sabrás, Audrey, la empresa esta en el mejor de sus momentos, créeme, si sigue así, puede llegar aún más alto, y sabes muy bien cual es la manera para que una empresa llegue a la cima... ¿Verdad?
La joven realmente no comprendía de lo que hablaban, realmente jamás se había interesado en los asuntos de su madre y el progenitor de su mejor amigo, puesto que aquello no le afectaba en nada.
O eso pensaba.
—Claro que lo sé, Gabriel, tanto tu empresa como la mía pueden llegar a la cima con ayuda de—
—Lo siento, —interrumpió de un momento a otro el de mirada verde esmeralda— tengo que ir al baño...
—Adriano, espera tantito y primero termina de cenar o se enfriará la comida...
La de ojos azules miró al rubio, asintiendo a lo que su madre decía, pues conocía como era cuando sus órdenes no eran acatadas.
—Mi madre tiene razón, se va a enfriar Adrien, termina de comer...— sonrió.
Por otro lado, el de lentes miraba sumamente complacido la escena, mirando de reojo a Audrey, quien tenía la misma expresión en su rostro.
Todo saldría de acuerdo al plan.
—De acuerdo...
Se acomodó nuevamente con una expresión de incomodidad para seguir cenando, cuando la verdad no tenía apetito...
—Bueno, retomando, decía que nuestras empresas podrían crecer con la ayuda de ustedes dos, hijos... ¿Cierto, Gabriel?...
La misma le sonrió con complicidad mientras el Bourgeois bajaba la mirada lentamente a su plato...
—¿Perdón?— murmuró confundida la de ojos azules, mirando extrañada a los mayores.
El diseñador acomodó sus gafas, mirando sonriente a su primogénito y a la joven.
—Ustedes tienen el poner necesario para ayudar a que nuestras empresas, se unan y formen un Imperio en el mundo de la moda.— explicó.— Siendo nuestros únicos hijos, y herederos, es necesario que ustedes aprendan el manejo de las acciones, la organización y dirección del personal.—aclaró.— Y tanto Audrey, como yo, acordamos que sería mucho mejor que hicieran todo eso... Juntos.
—Audrey, —habló el mayor— amor, ¿no quisieras—
—Cállate André, —interrumpió molesta— ya está decidido y no hay marcha atrás.
Sentenció, causando tensión en la mesa, tanto por parte del mayor, como por ambos jóvenes rubios que se encontraban ahí...
—Supongo, Claudine... —atrajo la atención de su primogénita que estaba notoriamente confundida— Que has de tener una idea de a que nos referimos...
—Lo siento...
Murmuró de manera casi imperceptible el modelo mientras veía con tristeza a su amiga.
—No creo que se refieran a... —tras ver como su amigo asentia, negó.— Tiene que ser una broma. —soltó irónica tras reír levemente.— Nosotros no...
—Querida...—interrumpió el de ojos grises, provocando que ella callara nuevamente.—Lo lamento, pero ya está acordado, no hay marcha atrás.
La rubia nuevamente negó, a la vez que se ponía abruptamente de pie.
—Ustedes no pueden hacernos esto.—murmuró mirando con ira a los presentes.—Adrien y yo no...
—Chloé, ya se decidió, y él está de acuerdo, así que todo seguirá como hasta ahora.
La joven no respondió, simplemente dio media vuelta y se marchó de ahí, subiendo las escaleras para así salir a tomar un poco de aire a la terraza.
Sabía que de esa inesperada reunión no podía salir nada bueno.
—¡Chloé!... —gritó molesta su madre mientras se ponía de pie y observaba como se marchaba su hija— Que ridícula situación, André, ve por ella...
Ordenó, a lo que el mayor se puso de pie pero inmediatamente fue detenido por el rubio que se puso de pie...
—Descuiden... Yo voy con ella, también necesito tomar algo de aire... Con permiso...
Dijo y comenzó a ir en la misma dirección que la rubia había ido, hasta llegar con ella, quedándose detrás...
—Chloé... Lo siento...
La mencionada limpio las pocas lágrimas que había derramado, y sin mirar al rubio, suspiró.
—¿Cómo pudiste prestarte para esto, Adrien?—cuestionó con un ligero temblor en la voz.—Creí que tu y Marinette estaban bien y sería con ella con quien tú te casarías...—murmuró.— No conmigo...
—Yo... —sintió su voz cortarse un poco antes de acercarse a ella y ponerse a su lado sin dirigirle la mirada— También pensaba eso... —admitió con tristeza— Pero... Mi padre me obligó a terminar con ella...
Tras escuchar aquello, la joven miró con sorpresa a su acompañante, no creyendo lo que le decía.
—¿Tú padre fue capaz de hacer eso?—cuestionó incrédula.
Le hicieron lo mismo que su madre hizo con ella.
—Si... Amenazó con que todas las campañas de moda le cerrarían las puertas... Chloé... Yo jamás he amado tanto a alguien como a ella... Marinette es lo mejor que me había pasado después de lo de mi mamá... —sus ojos comenzaron a cristalizarse por lo que caminó al barandal que rodeaba el balcón y se recargó sobre el mismo, mirando hacia ningún lugar en específico— Y ahora... Ya no está y la lastimé...
La de ojos azules guardó silencio por un momento, logrando entender perfectamente todo por lo que había pasado.
A ambos les habían arruinado la vida.
—Adrien...—susurró acercándose a él para así colocar una mano sobre su hombro.— Yo también lastimé a la persona que más amaba por culpa de mi madre...—confesó. —Dijo que si no terminaba con Luka, ella misma se encargaría de que su carrera como cantante no despegara en ninguna disquera, así que yo... Le hice daño para alejarlo de mi...—explicó, no aguantando más y soltándose a llorar junto a su mejor amigo.
No podía creer que sus padres fueran tan crueles para preferir triunfar a costa de su felicidad.
—Todo esto es un asco, Chloé... Tenemos una basura como padres... Y no entiendo que debería de hacer... Pese a todo, amo a mi padre, es mi única familia, pero me gustaría que me dejara ser feliz...
La rubia asintió.
—Igualmente quisiera que mi madre por una vez se pusiera en mis zapatos, que entienda todo el dolor que su ambición esta provocando, no sólo a nosotros, sino también a las personas que más amamos...
—Esto no es justo... Deberíamos poder hacer algo...
Ambos hablaban en paz, hasta ser interrumpidos por una tercera voz, que era la del padre de la rubia...
—Adrien, Chloé... Audrey y Gabriel los esperan abajo... Dicen que aún no terminan de hablar con ambos...
La menor miró con tristeza al de ojos verdes, soltando un suspiro para luego limpiar las lágrimas que había derramado.
—Enseguida vamos, papá...
—De acuerdo...
Dijo no muy animado antes de irse, a la par que el rubio tomaba una gran bocanada de aire y por fin se disponía a ver a la Bourgeois...
—No es justo... —soltó molesto— Debemos hacer algo para impedir esto...
La joven asintió totalmente de acuerdo.
—¿Pero cómo?—cuestionó.— Nuestros padres jamás permitirían que nos opongamos a hacer lo que desean...—suspiró nuevamente mirando al frente.— Es imposible hacer algo, sobre todo en contra de ellos...
—Es solo cuestión de pensar algo... Tenemos tiempo para hacerlo, en lo mientras hay que actuar como ellos quieren que actuemos, ¿de acuerdo?...
Ella dudó por un momento, sin embargo, él tenía razón, en ese momento estaban atados de manos, pero solo era cuestión de tiempo para encontrar una solución a su problema.
Tendrían tiempo suficiente antes del día de su boda.
—Está bien, esperemos y mientras... Busquemos como arreglar esto.
—Concuerdo contigo, ahora movamos nuestros traseros hacia allá abajo y no les dejemos ver que esto lo tienen ganado, ¿vale?
Chloé asintió, para después sonreirle levemente a su mejor amigo.
—En ese caso vamos, caballero, tenemos una guerra que ganar.— guiño un ojo en su dirección para después reír.
—Vamos.
Dijo sonriendo antes de que ambos comenzaran a caminar hacia el comedor donde el trío de adultos los esperaban...
—Hasta que llegaron, —soltó con molestia la diseñadora— tardaron mucho.
El diseñador acomodo sus gafas, mirando con curiosidad a ambos rubios, quienes parecían más tranquilos.
—Estuvimos conversando un momento, madre, disculpen la demora. —respondió con sequedad la de ojos azules.
—De acuerdo, entre ustedes ya han conversado, así que sientense ya, porque ahora es tiempo que nosotros conversemos con ustedes...
El menor de los Agreste sin decir nada se dirigió a la silla donde anteriormente se sentaba su amiga y la jaló hacia él, en señal de que ella se sentara...
La joven suspiró para luego tomar asiento, agradeciendo con la mirada al rubio.
—¿Ahora qué pasa?
El empresario sonrió.
—Ya está todo listo, finalmente el acuerdo está hecho, ya está fijada la fecha de la boda.—soltó con falda alegría, provocando que el semblante de la rubia palideciera.
No podía creer que ya tuvieran todo listo en tan poco tiempo.
—¿Qué?
El modelo había dado la vuelta y estaba a punto de sentarse en su lugar inicial cuando se detuvo en seco al oír a su padre...
—¿Qué demonios?... —volteó a ver a su padre— ¿De qué rayos hablas?
El de lentes miro cómplice a la diseñadora, quien simplemente se limitaba a sonreír.
—Que todo está listo para que ustedes contraigan matrimonio en dos semanas, hijo.— soltó. —En dos semanas Chloé formara parte de la familia Agreste.
La mencionada no dijo nada, simplemente miró con horror al modelo, reflejando el pánico que en ese momento sentía.
—¿D-Dos semanas?— cuestionó. —Es muy poco tiempo para organizar una boda...
—Opino lo mismo que Chloé, es muy poco tiempo para organizar una boda... Además, Chloé y yo no nos amamos... Nuestro matrimonio sería una farsa total.
Ella asintió.
—Esto no va a funcionar sin un sentimiento de por medio, nos queremos, sí, pero no al grado de querer pasar el resto de nuestras vidas al lado del otro, y eso todo el mundo lo notaría.
El hombre negó.
—En primera, Audrey y yo nos encargaremos de los preparativos, yo me encargaré de darle el vestido a la señorita Bourgeois, mientras que su madre te hará el traje, Adrien.— sonrió. —Ahora bien, el amor llegará con el tiempo una vez convivan, ya verán que acabarán perdidamente enamorados del otro.
Por su parte, la de ojos azules no podía hacer más que mirar incrédula a los presentes.
—Se supone que el amor llega antes de tomar una decisión así... No después.
—Exacto... Yo no la amo y por más grosero que se pueda oír, jamás podría llegarla a amar... Es decir, nos conocemos desde niños y jamás he tenido un interés amoroso con ella... —explicó— ¿En serio creen que aún con todo el tiempo conociéndola, pueda enamorarme de la noche a la mañana?... Quiero decir, el amor no es algo que puedas forzar...
—Ay, por favor... —habló la modista— Se alteran mucho por algo tan simple... ¿Saben?... No todas las parejas que ahora están enamoradas, se casan enamorados... Muchos son como ustedes...
Ambos jóvenes intercambiaron miradas, claramente estaban asustados, pues con eso sus planes se veían frustrados.
No contaban con el tiempo suficiente para crear un plan tan elaborado quemó querían.
Estaban perdidos.
—Todos se darán cuenta de que no estamos felices con el otro...— suspiró la rubia, a lo que el diseñador soltó una leve risa.
—Eso es lo de menos ahora, no hay marcha atrás.— sonrió. —Ya está dicho, en dos semanas la señorita Bourgeois será una digna portadora del apellido Agreste.
—Esto es estúpido, —dijo el modelo mientras ponía bruscamente sus manos sobre la mesa— no pueden obligarnos a hacer esto...
—Claro que podemos, Adrien... —se puso de pie la diseñadora mientras lo veía de manera retante— ¿Y sabes por qué podemos hacerlo?... —cuestionó de manera amenazante.
—Madre, basta...
Por otro lado, el de lentes se levantó, mirando con seriedad a su alterado hijo.
Aquello se les estaba saliendo de las manos.
—Adrien, ya lo hablamos, y supongo que tu madre también lo habló contigo, Chloé.— respondió. —Si ustedes no acatan nuestras órdenes, tranquilos, todo estará bien para ambos.— sonrió. —Pero no creo que para el músico, y el intento de diseñadora la vida les sonría tanto como hasta el momento...— soltó en el mismo todo que la mujer, provocando que la pareja palideciera.
—Esto es... —apretó sus puños con furia— Ustedes... —los señaló— Agg...
Soltó con frustración de no poder hacer nada, antes de dirigirse con la mandíbula apretada hacia el jardín de aquella casa, necesitaba aire para calmarse.
—Ojalá algún día se arrepientan de todo el daño que nos están haciendo a Adrien y a mi...— murmuró con molestia la joven. —Con permiso.— soltó para luego marcharse de ahí para ir junto a su mejor amigo.
Tanta avaricia realmente la asfixiaba.
El mayor de los Bourgeois al verlos marcharse no pudo evitar sentir querer volver a ser el alcalde de París, pues quizá y con su influencia pudiera evitar ese matrimonio sin afectar al par de rubios y a los azabaches que cada uno amaba, pero al no tener poder, simplemente se limitó a mirar con disconformidad y tristeza esa escena...
Mientras tanto afuera el Agreste veía directo al cielo mientras murmuraba con tristeza un par de cosas, como en espera de recibir una salvación...
—Lo lamentó tanto, de verdad...—murmuró la rubia a sus espaldas.
Se sentía impotente al no poder hacer nada para evitar su unión.
—No tienes nada porque pedirme perdón... —limpió un par de lágrimas que había derramado antes de voltear a verla— Esto no es culpa tuya, ni mía... Estamos obligados a esto... Y... Lamentablemente... No tenemos salida...
La rubia suspiró.
—Todo sea por no perjudicarlos a ellos...
—¿Lo amas demasiado, no?
Ella asintió, a la vez que se acercaba a su amigo.
—Jamás había sentido por nadie lo que siento por Luka.— respondió. —Él logró cambiar mi manera de ver al mundo...— confesó. —Porque él...— sonrió con tristeza. —Se convirtió en mi mundo...
—Ay... No sabes que mal me siento de verte así... ¿Qué excusa le diste para terminar con él?... De lo poco que conozco a Luka, sé que no es un chico fácil de engañar...
Al escuchar su pregunta, no pudo evitar que un nudo se formara en su garganta.
Recordarlo le dolía.
—Tuve que decirle que jamás sentí nada por él, que solo fue un pasatiempo.— suspiró. —Que todo lo que vivimos no fue más que una mentira para pasar el rato...— respondió apenada. —Tuve que comportarme como cuando éramos adolescentes, lo trate muy mal...— sollozo a la vez que se limpiaba rápidamente una lágrima traicionera que resbalaba por su mejilla. —Pero al parecer funcionó, no supe nada de él desde entonces...— soltó una risa cargada de dolor para luego volver a superar. —Y tu... ¿Qué le dijiste a Marinette?— cuestionó. —Ella a pesar de ser distraída también es muy perspicaz...
—No supe decirle nada en concreto... Le dije que teníamos que terminar porque no podía seguir con ella, le dije que no sentía lo mismo ya... Incluso le dije que varias ocasiones ya había tratado de terminar con ella pero nunca había encontrado el momento adecuado... Por último... Le dije que era una carga para mi... —bajó el rostro y se permitió llorar un poco antes de continuar— Pero pese a eso, ella no me creyó y entré en pánico porque no sabía que hacer o decir por lo que le levanté la voz y le dije que no la quería más y que porque no entendía que la que quería lejos de mi... Después de eso... Solo sentí como mi mejilla ardió, vi su rostro decepcionado y dolido antes de que diera vuelta y se fuera... —su voz se cortó— Soy un idiota...
Ella lo miro con pesar, no resistiendo y acercándose a abrazarlo.
Después de todo ambos pasaban por el mismo dolor.
—Espero que puedan perdonarnos... Y algún día nosotros podamos explicarles el motivo por el cual les hicimos esto...
—Espero lo mismo... —respondió su abrazo con fuerza— Y espero que si pasa eso... No sea tarde y podamos resolver todo...
Dijo tratando de mantener su cordura, mientras a lo lejos la diseñadora veía esa escena con una sonrisa ladina, al igual que su esposo y el Agreste que los veían...
—Es cuestión de tiempo para que se enamoren. —soltó con algo de superioridad.
Él diseñador asintió.
—Su amistad pronto se convertirá en amor real.— siguió. —Nos lo van a agradecer.— sonrió.
—¿Ya oíste, André?... Y tú nada más molestando con que canceláramos esto... Bien dice Gabriel, nos lo agradecerán...
Un tenue silencio se apoderó del lugar, dejando que ambos padres continuarán mirando con orgullo la escena, mientras que el ex alcalde miraba con total pena a los rubios.
Su mundo se estaba cayendo a pedazos.
¡Hey!
¿Qué onda?
Aquí LupitaHaibara trayendo este segundo capítulo junto a la talentosa @Annie_Schade :D
En verdad, de todo corazón espero les este gustando esta pequeña historia, cualquier cosa dejenla en los comentarios, nosotras estaremos encantadas de leerlos ;3
Ahora sin más que decir, me retiro ;3 Nos leemos en otra realidad virtual :D
Bais~♡
Hola, aquí Annie reportándose, espero que este capítulo les haya dolido tanto como a mi el escribirlo, si es así, comenten y dejen su hermoso voto, nos seguimos leyendo. ❤
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