Extra 2 (Parte II)

Sol

Me despierto cuando el despertador empieza a sonar.

Ayer nos dormimos tarde por decorar el árbol y hoy me propuse a levantarme temprano para hacer una casa de jengibre. Luna me dijo que me ayudaría, así que no le quedará de otra que levantarse.

Son las seis de la mañana y ella está durmiendo abrazada a mí.

—Luna—la llamo y no responde—. Luunaa.

Le pincho el cachete y nada. ¿Será que se murió por el golpe de ayer?

— ¡Luuunaaaa!

— ¡¿Quée?! —me dice malhumorada.

—Hora de levantarse. Tenemos que hacer la casita.

—Pfff, sí. Yendo.

Ella se da vuelta tapándose más y yo la miro ceñuda. Me dijo que me iba a ayudar, que malvada que es.

Me tiro sobre ella molestándola.

—Me dijiste que me ayudarías.

—Pero jamás me dijiste que querías hacerlo a las seis de la mañana. Si me lo hubieras dicho te hubiera dicho que no de entrada.

—Vaamos, por favor.

—Ni loca. Deja de molestar que quiero dormir.

—Qué mala eres.

—Mala no, dormilona puede ser.

Le tiro un almohadón enojada y Luna se tapa con la manta antes de que el almohadón estrelle.

—Ojalá no puedas dormir—le digo y me voy a la cocina.

Ya va a ver, la próxima vez que me pida ayudarla en hacer algo voy a estar durmiendo.

No dejaré que Luna me ponga de mal humor, en diciembre no me gusta estarlo. Miro por la ventana y la nieve cae tranquilamente, también veo a Robert, el muñeco de nieve que hicimos con Mercurio y que la amargada de Luna casi destruye.

Luna el Grinch Growing.

Noto como un gatito de Julieth me empieza a rasguñar la pierna y me doy vuelta a verlo. Es el más parecido a Julieth, tiene manchas negras por casi todo su pelaje y los ojitos de su mamá.

La levanto y la gatita empieza a ronronear.

—Aaaw, no entiendo porque Luna los quiere dar en adopción. Son tan tiernos y... ¡Aaaau! Ooyee, no me muerdas soy tu abuela.

Ahora lo entiendo.

Como Luna no me ayudará los gatitos lo harán, je.

—Julieth, acompáñame—miro a la gata y noto que también está dormida.

De tal palo a tal astilla.

Irina sí está despierta y me acompaña. ¿Para qué quiero que los gatos vengan conmigo? Porque no quiero estar sola.

Agarro el libro de cocina y veo la receta que me dejó señalada mi mamá. Creo que vendrá hoy a la tarde. No lo sé. Luna dijo que no piensa estar aquí para recibirla.

Leo la receta y presto atención.

Bicarbonato de sodio 2 cucharas.

¿Qué mierda es eso?

Aaaah. ¿Por qué no nací cocinera como Mercurio?

Llamo a mi amigo y al cabo de unos minutos llega a mi casa bostezando y con un gorrito de nieve.

—Hooola—lo saludo.

—Feliz navidad.

—¿Eh?

—¿Qué no es navidad?

—No. Es en dos días.

Mercurio me ve confundido.

—Oh. Pensé que era 25 de noviembre.

—¿Noviembre? Estás un poquitín perdido. ¿Ayer saliste?

—Sí. Tuve una noche un poco alocada con Libra.

—¿Alocada de manera de fiesta o de manera de sexo?

—Ambas. ¿Qué necesitas? Y ¿tienes algo para el dolor de cabeza?

Le busco un remedio mientras le cuento lo que tiene que hacer. Al principio se queja porque lo desperté para cocinar, pero luego se entretiene mezclando ingredientes. También invité a Venus.

—¡Venus, vete de aquí! —exclama Mercurio.

—¡Pero quiero ayudar!

—Ayudar en que si no sabes hacer nada.

—Oooye.

—¿Puedo dar mi humilde opinión? ¡Dejen de pelear y pónganse a cocinar que para eso los invité!

—Y yo que pensaba que nos invitaste porque hace tiempo no estábamos los tres juntos. Voy a llorar—dice Venus.

—Yo me hubiera quedado en mi camita calentito junto con Libra, pero soy buen amigo y vine. ¿Por qué no le dijiste a Luna que te ayude?

—Se niega a levantarse de la cama. Quiere dormir. Así que hagan el mayor ruido posible así no lo hace.

—¿Desde cuándo tan malvada, Sol? —pregunta Venus con una risita.

—Desde ayer que me dijo que no tengo ideas buenas y ahora no me quiere ayudar.

¿Estoy enojada con Luna? Na, pero si tengo ganas de fastidiarla, je.

Me siento en la mesa para mezclar algo que me pidió Mercurio mientras él y Venus están con otra cosa. Si extrañaba poder estar con ellos y escuchar sus peleas.

Estoy tan concentrada en lo mío que apenas los escucho discutir, pero noto como como Mercurio se queja de todo y como Venus lo insulta.

—Sol, pásame el jengibre—me pide Mercurio.

—No tengo jengibre.

—¿Entonces cómo pensabas hacer la casa? —pregunta Venus.

—Pensaba que así se llamaba la niñita que vivía ahí—les digo y ambos ruedan los ojos.

Ahora entiendo porque se llama casa de jengibre.

—Iré a comprar—nos avisa Mercurio agarrando las llaves de su auto.

—Yo quiero ir.

—Yo también.

Voy rápido a cambiarme. Hago el mayor ruido posible para fastidiar a Luna, es más, cerré tan fuerte la puerta del armario que casi se me cae encima. Ella no parece estar despierta.

Empiezo a pegarle almohadazos y se remueve un poco.

—¡Eso por no querer ayudarme! —le digo entre almohadazos.

—Vete a gastar tu tiempo en la vivienda esa.

—¡Es una casa!

—Es lo mismo.

Para salir de la cama pasé por arriba de ella y luego azoto la puerta al salir.

⋇⋆✦⋆⋇ 

La idea era ir a un supermercado a comprar el jengibre y venirnos, pero terminamos yendo al centro comercial a ver una juguetería.

—Aaaw, quiero este peluche—Venus agarra el peluche de una zanahoria sonriente.

—Son igualitos—le dice Mercurio viendo más peluches—. Le compraré este a Libra, a ella le gustan los pingüinos.

Mercurio muestra un peluche de un pingüino con un corazón en la mano. Al final se lo termina comprando para Libra.

Le compraría algo a Luna, pero la desgraciada no me quiere ayudar, así que no.

Caminamos por toda la juguetería viendo cosas para niños. Yo quiero estos juguetes, pero si los compro luego me llaman infantil así que me quedo con las ganas.

En un momento perdimos a Venus y con Mercurio seguimos recorriendo el lugar.

—Mira, este juego de mesa se ve bueno—me muestra un juego de amigos y leo de que se trata mientras él ve otras cosas.

Cuando estoy por dejar el juego, Mercurio me empuja para un costado abrazándome y lo miro confundida, luego veo el árbol gigante que se cayó y casi me aplasta.

—¿Estás bien? —me pregunta.

—Eso creo. Gracias por empujarme.

—¿Quién fue el imbécil que tiró un árbol de cinco metros?

A lo lejos vemos al imbécil con un arco y flecha para niños.

—Por supuesto que iba a ser el imbécil de mi mejor amigo—dice Mercurio viendo a Venus.

Venus deja el arco y flecha rápido y se acerca a nosotros rápidamente con cara de susto.

—¿Tú eres idiota? Casi matas a Sol.

—Lo siento, no fue mi intención disparar y tirar el árbol. ¿Ahora qué hacemos? Deberíamos juntarlo.

—Claro, Venus. Hay que juntar el árbol de cinco metros y decorarlo de vuelta. ¿Te piensas que podemos hacer eso? Vayámonos rápido y ya está.

—¿Eso no está mal? —pregunto.

—Me chupa un huevo si está mal o no. Vamos.

—Se te está pegando lo argentino de Libra—le digo levantándome.

—Sí, lo sé.

Caminamos rápido y disimulado para que no se note que somos los culpables, creo que nadie nos vio. Cuando estamos por salir afuera la alarma de robo empieza a sonar.

Ay, mierda.

Tres policías se nos acercan junto con la empleada de la juguetería, yo miro para abajo y ruego para que estos dos no metan la pata.

—¿Sucede algo? —pregunta Venus nervioso.

—¿Pagaron por ese peluche? —pregunta la chica señalando el pingüino de Mercurio.

—Oh, no. Lo olvidé. Es que estábamos apurados y bueno. Ahora se lo pago sin ningún problema.

Vale, no se dieron cuenta que nosotros fuimos los del árbol. Eso es bueno, solo hay que esperar que Mercurio pague y nos vamos de aquí con éxito.

—No se dieron cuenta—me susurra Venus y yo lo callo.

El policía que tenemos al lado nos ve sospechoso, yo le sonrío simpáticamente, él solo me mira mal.

Amargado.

Mercurio paga el peluche y nos vamos, pero no podemos llegar a la salida porque nuevamente suena la alarma de robo.

—Oigan, debe ser un problema de su alarma. Nosotros no llevamos nada más—les dice Venus levantando las manos para demostrar que no tiene nada.

Nos quedan viendo unos segundos más, pensativos. Hasta que la chica dice:

—Tantéenlos.

Nos ponen en contra de una pared con las manos arriba y empiezan a tantearnos.

—Oigan, no es correcto que a ella la tantee un hombre. Traigan a una mujer—se queja Mercurio, pero nadie le responde.

—Está bien. No pasa nada—le digo.

Si me parece incómodo que lo haga un hombre, pero como no encontrarán nada, así que esto será rápido y podremos ir nos sin ningún problema...

—Encontré algo—dice el policía que me tanteaba a mí.

Mierda. Mierda. Mierda.

Yo no robé nada, ¿qué mierda encontró?

Saca de mi bota un bastón de caramelo. ¿Cómo mierda llegó eso ahí? Jamás agarré eso.

—Yo...yo no sé cómo llegó eso ahí. Nunca lo había visto—les digo.

—Es una decoración del árbol que se cayó—dice la chica.

Mierda, de seguro quedó en mi bota y no lo sentí por los nervios.

Miro a Mercurio y a Venus, quien están muy preocupados como yo. Si voy a la cárcel por esto voy a morir.

—¡Encontré quién tiró el árbol! —anuncia un empleado que llega corriendo—. Fueron esos tres.

—¿Qué? No, ellos no hicieron nada, fui yo quien lo tiró—les dice Venus cuando empiezan a ponernos las esposas.

—Pero tus amigos estaban robando y te ayudaban a escapar. Fuera de mi negocio, no los quiero ver más por aquí.

Y así es como terminamos los tres en un auto de policía esposados. Ninguno dice nada, yo estoy por largarme a llorar y Mercurio mira por la ventana con los ojos cerrados. ¿Acaso se durmió?

Ahora estamos en una celda. Mercurio ya se despertó, yo estoy llorando y Venus está consolándome.

—Tranquila, Sol. Dentro de poco podremos pagar la fianza y saldremos de aquí—me dice Venus acariciando mi espalda, Mercurio está apoyado en las rejas suspirando—. Todo esto es mi culpa. Soy un idiota.

—No digas eso, no fue tu culpa.

—¿Saben de quién es la culpa? —ambos me miran—. ¡De Luna!

—¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —me pregunta Mercurio.

—¡Porque si se hubiera levantado y me hubiera ayudado no estaríamos en la cárcel muriéndonos de frío!

—Ya, vale. Deja de llorar, Sol—Mercurio se acerca y me abraza—. ¿Quieres mi abrigo? —niego con la cabeza y él se levanta acercándose a la reja—. Oiga, tenemos derecho a hacer una llamada.

—¿Para qué llamar? Sí Luna ni se va a querer levantar para sacarme de aquí. Nunca me quiere ayudar en nada.

Creo que mi manera de descargar mi frustración en el Luna. Pobrecita, ella solo quiere dormir. Y por eso me desquito con ella.

Los tres hacemos una llamada. ¿Y adivinen quién no contesto? Esa peli azul ya va a ver. Si tanto quiere dormir voy a hacer que duerma de por vida.

No me dejaron hacer otro intento, pero le dijimos a Marte que la llame y la traiga para acá.

Pasa una hora y llegan las mamás de Mercurio con Luna, Marte y Libra. Están con el ceño fruncido. Nosotros las miramos sentados en un banco que hay en la celda.

—¿Qué carajos hicieron? —preguntan al unísono.

—Fue Venus—les decimos Mercurio y yo mientras señalamos la pelirrojo.

—¿Y eso de qué no tengo la culpa en dónde quedó?

—Es echarte la culpa a ti o un regaño de Libra, prefiero la primera opción—le dice Mercurio y Venus rueda los ojos.

Ambos se acercan a sus respectivas novias y se abrazan como pueden. Yo me acerco a Luna con el ceño fruncido y ella me ve con una pequeña sonrisa. Sabe que estoy enojada.

—Lamento no haberte respondido...es que...

—¿Qué, Luna? ¿Qué estabas haciendo que no respondiste mi llamada de urgencia?

Ella me mira un momento.

—Estaba durmiendo. Y te lo digo solo porque estás dentro de una celda y no puedes matarme.

—Pronto dormirás de por vida, Luna.

—Me ahorro de rendir matemáticas.

—Oh, no. Primero rendirás.

Ella se acerca un poco para darme un beso y me niego, pero luego de doy un beso efímero y parece satisfecha.

—Nos dijeron que podremos pagar la fianza en dos horas.

Estamos dos horas aquí. Mercurio, Venus y yo inventamos un juego de manos en ese tiempo y le pedimos disculpas a Venus por echarle la culpa.

Oh, y conocimos a una rata. La llamamos Gipsy. Es una gris y no es mala, pero no me animo a tocarla.

Cuando mi mamá se entere de que estoy en esta situación me matará, estoy segura. Las madres de Mercurio intentaron sacarnos antes con la excusa de que somos menores de edad, pero debemos cumplir las dos horas.

Jugamos con la rata Gipsy e intentamos aprendernos bien nuestro juego de manos, luego un policía viene y abre la celda. Nos da nuestras pertenencias y nos marchamos.

En la entrada de la comisaria veo a Luna con un peluche de un zorro y un batido en su mano.

—Qué raro que no estás durmiendo—le digo.

—Fui a la juguetería que destruyeron. Sigo sin entender cómo pudieron tirar semejante árbol, pero lo importante aquí es que ya saliste de la cárcel y que te compré un obsequio de disculpas.

Agarro el peluche del zorrito y lo veo. Es tierno, sus ojitos son grandes y tiernos.

—Estás perdonada, peero, primero que tienes que ayudar a terminar la casita de jengibre.

—Mm, vale. Acepto.

Me acerco a ella y le doy un beso en los labios. Luego nos vamos a casa y terminamos la casita. Nos quedó linda. Le dimos nuestro toque especial. Hicimos dos personitas de jengibre, una rubia y otra con el pelo azul, y muchos gatitos a su alrededor.

—Aaaw, la Luna de jengibre es muy tierna—digo mientras veo la casa.

—Sí. A mí me salió mal tu cabello.

—No importa. Está linda igual. Y la Julieth de jengibre también es muy tierna.

Nuestra víspera de navidad fue bastante interesante, je.

2 días después.

—Yo a ti te voy a matar, Sol.

—¡Yo no hice nada!

Luna está enojada conmigo porque la obligué ponerse un suéter navideño. No sé por qué se queja, le queda hermoso. Tiene un reno muy sonriente, el mío es igual. Oh, y le puse unas antenitas de navidad, jeje.

Ella me mira malhumorada negando con la cabeza y yo me rio porque sus antenitas se mueven.

Hoy es 24 de diciembre y dentro de poco serán las doce. Estoy emocionada y si Luna lo está no parece demostrarlo.

Yo la abrazo fuertemente y ella intenta echarme, pero no la suelto y le empiezo a sacar fotos con su outfit navideño.

Se está hartando de mí.

—Vaamos, no es tan malo—le digo.

—Mira, lo hago solo porque estamos las dos solas. No pienso dejar que nadie más me vea y...—Luna se queda viendo a Julieth unos momentos—. ¿Qué carajos le hiciste a mi gato?

—Nada. Solo le puse una bincha de renos para gatos que vi en la tienda de mascotas y un mini suéter.

—¿Quieres dejar de tunear a mi gato?

—A Irina la compré lo mismo. Ambas están combinadas, como nosotras.

Luna suspira y se lleva las manos a la cara. Yo le saco fotos a ella y a los gatitos. También quería vestir a los hijos de Julieth, pero son muy bebes y no encontré nada para para ellos.

—Sácale eso a Julieth. No le gustan esas cosas.

—No parece que le desagrade.

—Está toda encrespada.

—Mira, la única encrespada aquí eres tú con tu humor de Grinch—le digo y agarro a Julieth—. Ven, te sacaré una foto con ella.

—No.

—Síí—Julieth maúlla—. Ves, ella también quiere.

En todas las fotos que le saco Luna sale con cara de malhumor y Julieth mirando para otro lado, pero ambas están muy lindas.

Prendo la televisión y veo que ya está la cuenta regresiva para las doce.

Empiezo a contar emocionada y Luna está a mi lado mirándome como si fuera una loquita. Cuando llego al uno le grito a Luna:

—¡Feliz navidad! —salto sobre ella abrazándola y me recibe en sus brazos. Enriendo mis piernas en su cadera para sostenerme

—Feliz navidad, Ridícula—le doy un beso en los labios y así estamos unos momentos—. Te amo, a pesar de que me vistas horrible y tunees a mi gato.

—Yo también te amo, gruñonsito—le doy otro beso y me bajo de ella para agarrar a los gatitos.

Los torturo con muchos besos y deseándoles feliz navidad. Luego me siento junto a al árbol con Luna.

—¿Quién abre el regalo primero? —le pregunto.

—El mío, porque ya no sé cuánto más aguante en la caja.

La veo confundida y agarro la enorme caja que es su regalo. Tiene agujeros y un moño gigante.

La abro emocionada y cuando veo el regalo grito de la emoción.

¡Me regaló uno de los gatitos de Julieth! Tiene manchitas por todo su pelaje de color marrón y negro y su piel es blanca.

—Es para que les haga compañía a ti y a Irina en Australia—me dice mientras abrazo al gatito—. Y no es el único regalo.

Dejo a la gatita en mi falda y veo adentro de la caja con emoción. Encuentro dos cosas. La primera es una foto de nosotras dos armando el árbol de navidad, la segunda son mil cartas que Luna escribió.

—¿Estás llorando? —me pregunta y yo niego con la cabeza junto con una lágrima—. Aaaw, Sol.

Ella se tira sobre mí abrazándome. Me deja un beso en los labios y choca su nariz con la mía.

—Te amo por más de que me pongas horribles suéteres y tunees a Julieth.

—Yo también te amo, Luna. Abre mi regalo o seguiré llorando.

Luna agarra mi regalo y se lo queda viendo unos segundos. Luego lo abre y abre la boca cuando ve de que se trata.

—No puede ser.

Le regalé la edición especial de su libro favorito y está firmado por la autora. Sé cuánto lo quería y estaba triste por no poder pagarlo, así que decidí regalárselo. Y lo de la firma surgió porque me encontré a aquella autora en una firma de libros.

—Espero que te guste, estuve guardándolo casi todo el año—le digo mientras ella ojea el libro con un brillo en los ojos.

—Sol, esto en serio es especial. Muchas gracias. Yo... ¡Aaah! —empieza a gritar y a agitar el libro yo me rio mientras acaricio a Chispi, mi nueva gatita—. ¡Es tan hermoso!

—Me alegra que te haya gustado.

Nuevamente me besa y nos quedamos abrazadas por mucho tiempo mientras Luna me lee el libro y acaricio a Chispi.

Nuestra navidad fue muy divertida.

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🎄Nota de la autora🎄

Aun no es navidad, pero ¡Feliz navidad! ❤🎄💫

Espero que les haya gustado los especiales, quería darles un regalito ❤

Amo cuando Sol, Venus y Mercurio se meten en problemas JAJAJA.

Yo soy Luna en la vida.

Instagram: dell_h16
Tik tok: dell_h1

🎄 ¿Les gustarón los especiales? 🎄

💐 ¿Una tradición que tengan en navidad? 💐

La mía es ver a mi tío borracho bailando con mi papá.

💫 ¿Qué aman de la Navidad? 💫

Espero que tengan una hermosa navidad con sus familias o amigos. Les mando un besoo ❤❤

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