46: "Esa es mi chica"

Sol

Estoy intentando procesar todo lo que acaba de pasar.

Acabo de humillar a Júpiter delante de toda la escuela y todos me apoyaron.

¿Esto es en serio? ¿De verdad hice eso?

Ni siquiera sé cómo pasó. Me enojé tanto cuando me empezó a decir todo eso y cuando quise a acordar yo era quien lo estaba humillando no él a mí.

Aún no puedo creer que yo, Sol Shining, le haya dicho todo eso a Júpiter. Tal vez si lo hubiera hecho meses atrás me hubiera ido corriendo llorando y no hubiera salido de mi casa nunca más. Pero lo enfrenté delante de toda la escuela y le dije lo que pensaba, lo humillé, ¿En qué momento me cambiaron?

Estoy en los vestidores, sola, mirándome al espejo he intentado reconocer a la chica delante de mí.

Antes me miraba al espejo y lloraba. Pensaba que mi cuerpo, mi actitud, todo de mi era completamente horrible y que no merecía nada bueno en la vida. Pero ahora me veo y siento orgullo de mí misma porque no veo a una niña asustada, veo a una mujer que se valora y quiere ser feliz por más difícil que sea. Quiero ser feliz y sé que me lo merezco.

—Sabes, estoy muy orgullosa de ti—me dice Luna y yo me doy vuelta para mirarla.

—Sí, yo también—le digo. Ella se acerca a mí para besarme.

Luego me abraza y se me escapan un par de lágrimas.

—Dios, jamás olvidaré su cara de vergüenza—me dice Luna y yo me río.

—Sí, yo también disfruté de eso—le digo riéndome.

Fue muy satisfactorio decirle todo eso, humillarlo.

—¿Dónde está mi mejor amiga?—escucho decir a Mercurio.

—Aquí—le digo al verlo.

—Ven aquí y dame un abrazo—me dice él y yo voy al encuentro de sus brazos.

Él es mucho más alto y grande que yo, por lo que quedo pequeña en sus brazos.

—Eres la mejor ¿lo sabías?—me dice él.

—Gracias—le digo con una sonrisa.

—Okey, ya déjala. Interrumpiste nuestro momento, niño bonito—dice Luna.

—No eres la única que quiere abrazarla, Luna—dice Mercurio.

Luna y Mercurio empiezan a discutir como siempre y en eso llega Saturno.

—Hoola, amiga miaa—dice Saturno abrazándome de atrás y yo sonrió.

—Holiss—le digo. Luego llegan Marte y Venus.

—Saben, creo que tendrían que hacer un feriado de este día—dice Venus.

—No es para tanto—le digo.

—Por supuesto que sí, lo pusiste en su lugar—dice Marte—. Te recomendaría intentar no cruzártelo, eso sí.

—Sí, lo sé—le digo—. Gracias—le digo a mis amigos.

—No hay nada de que agradecer—me dice Saturno—. Estamos completamente orgullosos de ti—ella me abraza nuevamente.

Si no fuera por ellos yo no hubiera sido capaz de enfretarlo. Estoy muy agradecida con mis amigos.

—Okey, ¿qué tal si vamos a celebrar?—dice Mercurio—. Ya inauguraron la feria.

Con mis amigos nos dirigimos a la feria que organiza la escuela.

El día del espíritu escolar siempre es mi favorito, la escuela siempre organiza algo fabuloso. Este año hicieron una feria en donde hay puestos de comida, juegos y artesanías.

—¿Vamos?— le digo a Luna agarrándola de la mano.

—Vamos.

Luna

—Okey, yo nunca he robado—dice Saturno.

—Veo que quieres verme perder, Saturno— le digo a la chica agarrando mi hamburguesa y pegándole un mordisco, y Marte hace la misma acción.

Estamos jugando al Yo nunca, pero en vez de tomar tragos le damos un mordisco a nuestra hamburguesa el que se acaba la hamburguesa primero pierde.

—Voy yo—dice Mercurio—. Yo nunca he perdido el celular—dice el chico y varios de la ronda muerden un mordisco de su respectiva hamburguesa.

—Me toca a mí—digo cuando termino de tragar—. Yo nunca fui celoso con mi pareja.

Todos muerden un pedazo de la hamburguesa menos Sol.

—¿Jamás fuiste celosa?—le pregunto a la rubia.

—No, jamás—me dice ella—. No soy de ese tipo de personas.

—Yo solo lo fui cuando estabas de novia con Júpiter—le digo.

En ese momento se escucha el teléfono de Mercurio sonar interrumpiendo el juego.

—Hola, Libra—dice él a través del teléfono y se aleja de la ronda.

—¿Quieres ir a caminar?—le pregunto a Sol y ella accede, así que empezamos a dar vueltas por todo el campus.

Paramos en puestos de artesanías y para tomar un helado. Sol me habla de lo orgullosa que está del equipo de porristas y yo solo la escucho hablar mientras caminamos.

—Que hermoso está todo—me dice ella.

—No está mal—digo yo—¿Tú cómo te sientes?

—¿Por qué preguntas?

—Porque no sé qué está pasando por tu cabeza en este momento, no sé si estás feliz por lo que le dijiste a Júpiter o si te sientes mal por lo que te dijo él a ti.

Ella se queda un rato callada y yo le agarro de la mano.

—No lo sé, me siento feliz por haberlo enfrentado, pero no sé cómo me siento—me dice ella mirando para abajo.

Sé que por más de que ella haya enfrentado a Júpiter puede llegarse a sentirse mal por lo que dijo, así que quiero asegurarme que ella esté bien.

—Estoy cansada, y no de manera de tener sueño o algo así, estoy tan cansada de toda ésta mierda—me dice y yo abrazo Sol.

—Es entendible, pero ya terminará.

—¿Y qué tal si no termina nunca? Qué tal si tengo que seguir viviendo así, con un ex novio que está loco y con mi madre que me odia—me dice y yo no sé qué decir ante sus palabras, solo la abrazo y le doy un beso en la frente.

—¿Tú sabes por qué tú madre es tan mala contigo?—le pregunto.

Jamás le he preguntado eso. Siempre quise hacerlo, pero jamás me atreví.

—No—me dice ella—. Creo que jamás me quiso, no lo sé.

—No digas eso, Sol.

—Es la verdad, Luna. No tengo algún recuerdo de ella tratándome bien ni siquiera cuando vivía mi padre.

—Debe de haber una explicación de porqué ella es así, no solo puede odiarte y nada más. Eres su hija. Una madre ama a su hija.

—Pues, yo soy la excepción supongo—me dice ella—. Pero sabes qué, no importa. Tengo una novia fabulosa es lo único que importa.

—No puedes comparar un amor de madre con el de noviazgo—le digo.

—No importa, lo haré igual. ¿Quieres ir a ese puesto de juego? Sí, vamos—me dice ella agarrándome de la mano y llevándome a la parte donde están todos los juegos.

—Luego tendremos que hablar sobre esto ¿lo sabes?—le digo.

—Sí, lo que digas—me dice ella casi ignorándome.

Soy consciente de que Sol no quiere ni siquiera recordar a su madre, odia hablar del tema. Pero quiero ayudarla porque veo como le afecta el tema y lo triste que la pone, pero ella está completamente negada de hablar del tema lo evita cada vez que hablamos de esto.

—¿A cuál quieres ir?—me pregunta.

—Mmm, ese.

—¿Ese?—me dice ella con duda.

—Sí, se ve divertido—le digo—. Si tú no quieres no vamos.

—No, si quiero ir. No me da miedo una casa de terror—dice ella riéndose nerviosa.

—¿Segura?—le pregunto.

—Por supuesto. Enfrenté al idiota de mi ex novio puedo enfrentar a hombres disfrazados con motosierras.

—Sabes, mejor elijamos otro juego—le digo.

—No, no. Quiero ir a ese—me dice Sol insistiendo.

—Sol, te va a dar miedo.

—Por supuesto que no ¿Por qué dices eso?

—Porque la otra vez miramos chucky y no me dejaste dormir en toda la noche porque tenías miedo—le digo.

—Ay, no te dejé dormir porque tenía fiebre y me sentía mal—me dice ella excusándose—. Dos entradas, por favor—le dice al boletero.

En vez de sugerir la casa del terror tendría que haber sugerido ir al paseo del amor, pero soy estúpida y ahora Sol está adentro de una ambulancia completamente pálida con un jugo de uvas y una intravenosa.

—¿Cómo te sientes?—le pregunto.

—No muy bien—me dice Sol con voz débil.

—Ella estará bien—me dice la enfermera—. Solo se le bajó la presión por el susto. Mañana estará como nueva.

—Que bien—le digo a la enfermera.

La verdad es que todo pasó muy rápido. Me di vuelta para ver a Sol ella estaba tirada en el suelo completamente pálida. A la pobre se le bajó la presión.

—No debiste haber entrado a ese juego si sabías que te iba a dar miedo y que eres propensa a la presión baja—dice la enfermera.

—¿Soy propensa a la presión baja? —pregunta Sol confundida—. Eso explica mucho.

—Las dejaré solas, les vendré a avisar cuando se pueden ir—nos dice la enfermera.

—Muchas gracias—le digo cuando se está yendo y me quedo sola con Sol.

—Lamento que no pudieras terminar de recorrer la casa—me dice Sol.

—Está bien, no estaba tan divertida.

—¿Te asustaron mucho?

—No, solo me asusté cuando te vi tirada en el suelo inconsciente—le digo. Creí que te había dado un infarto o algo así.

—Tal vez no tendría que haber entrado—me dice ella.

—No, no debiste haber entrado— le digo—, pero si no lo hacías tal vez jamás hubiéramos sabido que eras propensa la presión baja. Eso explica porque te desmayas seguido.

—Sí—me dice ella—.¿Me pasas mi juguito? —me pregunta y yo le alcanzo el jugo de uvas que le dieron para que se le suba la presión—. ¿No hay de frutilla?

—No lo sé, supongo que no—le digo y ella se queja—. Tómalo, te sentirás bien.

Ella me hace caso y toma el jugo a regaña dientes. Luego de eso estamos un rato esperando hasta que autorizan a Sol irse y nos vamos a su casa.

—Bueno, tengo que irme mañana tengo que ir a trabajar y... —le digo a Sol, pero noto como ella ya está completamente dormida. Yo le dejo un beso en la cabeza y le digo—. Adiós, Solcito.

Me encantaría quedarme, pero mañana tengo que trabajar desgraciadamente.

Te odio trabajo.

Voy a admitir que hoy fue un día muy bueno por ser que fue la estupidez del espíritu escolar. Vi como humillaban a Júpiter, me divertí mucho con amigos, diré que fue un día perfecto sacando la parte en donde Sol se desmaya.

Estoy llegando a la puerta de la casa de Sol cuando veo a su madre en la otra habitación. Ella está sentada adelante de una chimenea tomando una copa de vino.

Típica madre rica.

He estado pensando seriamente en hablar con ella, debe de haber una explicación de porqué ella es así ¿verdad? Y por más de que no la haya no puede tratar a su hija de esa forma, a ningún ser humano. No lo he hecho porque le tengo miedo a esa mujer, por las cosas que me cuenta Sol y por las vibras que se sienten cuando estás con ella solo te dan ganas de alejarte de ella, pero si esto puede llegar a ayudar a Sol lo haré, aunque también puede empeorarlo, pero me arriesgaré.

—Señora Shining—digo golpeando la puerta y llamando su atención—. ¿Puedo hablar con ustedes?

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Maratón 2/3

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