Libre amando.
El sonido constante de las hélices del ventilador girando es lo poco que se oye en la habitación. Dos respiraciones ya acompasadas harían saber a cualquiera que ahí hay personas. YoonGi está despierto, absorto por la belleza natural de Jimin. Su Jimin. Él no está siendo posesivo, pero gusta de saber que parte de ese chico le pertenece. Parte de él también es de Jimin. Eso está bien.
El chico a su lado luce tan confiado, con sus pestañas luciéndose y con sus labios tan rosas como si dijera "hey, puedes besarme. Sé que lo quieres", y por supuesto, YoonGi quiere. Él probablemente besaría esa boca cada vez que pudiera, pero aquello no es posible. Y en realidad sí lo es, pero no debe. No debe porque no es correcto, no debe porque muchos no están de acuerdo.
Se mantiene amando a Jimin en secreto no tan oculto. Sus amigos lo saben; algunos de sus conocidos, también. A una parte de ellos les da igual, a otros les parece bien y al resto les parece equivocado. A él... tal vez debería empezar a importarle.
Jimin, Jimin, Jimin. ¿Qué le había hecho ese chico?
YoonGi no lo sabe. De un día a otro él había comenzado a reírse de sí mismo porque empezó a imaginarse al lado del rubio de mejillas mullidas, sueños atrevidos, cabello rebelde, voz suave, pasión intensa y decisión pura. Se enamoró de Jimin sin notarlo y solo podía culpar al chico por ser tan bonito. Y porque sus labios saben a gloria.
Muchos le han dicho que ese tipo de sentimientos deberían ser quemados, que ese tipo de querer es errado; pero los soniditos casi inaudibles que hace Jimin mientras duerme le dicen lo contrario. Le dicen que se quede, que le abrace y que después prepare una taza de café y piense sobre eso: lo bello, lo hermoso. Otros dicen que él solo está confundido, que no puede amar a otro hombre porque no es natural; YoonGi solo sabe que todos estamos confundidos en este mundo, así que no le halla problema a ser otro más estándolo.
Algunos le dicen que siga su sueño, que ignore esos sentimientos sin sentido y que termine su carrera olvidándolo. Pero él solo sabe que su sueño es ser libre, que terminará su carrera estando o no al lado de Jimin, y que, incluso si quisiera, no podría olvidar. No podría olvidar el canto tan melódico de Jimin, sus besos lentos, su besos rápidos, su estilo, el sonido de su risa, los saltitos que da cuando algo le sale bien, cómo frunce el ceño cuando no está de acuerdo con algo, su fuerza y belleza.
Girando en amor, YoonGi se siente bien. Si está equivocado, es a su manera. A su lado Jimin se remueve y va abriendo los ojos. El chico le mira con amor incluso cuando parece no haber enfocado su vista por completo. Luego sonríe y se estira para abrazarle y respirar cerca de su cuello, haciendo que se sienta real.
─Tú tienes razón. Dormir por las tardes se siente tan bien, me siento renovado —dice suspirando complacido, su nariz de botón está haciéndole cosquillas a YoonGi.
Él carcajea suave y Jimin hace lo mismo.
¿Cómo podían decir que eso era errado? Si él siente que se le va el alma de tanto amar, que su corazón es terco y no quiere cooperar, que sus sonrisas escapan sin autorizar.
Cuando conoció a Jimin fue casi catastrófico. Él estaba saliendo de su trabajo cuando vio cómo un chico de rizos rubios caía estrepitosamente en el pavimento. Este mismo maldecía en voz alta, incluso él pudo oír algunas groserías provenientes de esa boca esponjosa. La calle estaba casi vacía, así que el rubio parecía estar tomándose la libertad de gritar lo que quisiera. Pero después de gritos, gruñidos, quejas y demás; el muchacho tan solo empezó a llorar aún sentado en el frío suelo y con una caja mediana sobre sus piernas.
Claramente YoonGi es humano; muy en el fondo se sentía mal por ello a pesar de que no sabía las razones para tanta furia y tristeza. Pensó en retirarse, pero bendito sea el destino que le hizo caminar hasta el otro lado de la calle y agacharse solo un poco hacia la frustración personificada.
—¿Estás bien? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar, quien estaba en el suelo levantó la mirada y le hizo saber que no era adecuado estar ahí. Hubo algo en esos ojos que le decían "vete mientras puedas, luego serás esclavo de nuestro dueño". Tal vez YoonGi esté exagerando, pero él supo que ese chico iba a significar algo importante en su vida.
—Podría estar mejor... —le respondió casi en un suspiro, pareciendo aguantar las ganas de llorar.
—Lo entiendo. —YoonGi sonrió comprensivo, quitándole la caja de encima y poniéndola a un lado sobre el suelo—. ¿Quieres ayuda?
—Oh, no, no. No quiero hacerle perder su tiempo, solo... estoy tomándome unos minutos para ser patético o algo así —dijo riendo apenas, YoonGi gustó mucho de su sentido del humor o lo que fuera.
—Puedo acompañarte y no tendrás que ser patético solo. —Él no sabe por qué lo dijo, pero no importaba mucho, tenía tiempo libre. Le extendió una mano al rubio para ayudarle a incorporarse.
—Gracias. —Una vez estando de pie, se pronunció—. Lamento que haya tenido que ver todo este espectáculo, estoy teniendo un día de mierda.
—No es nada que a alguien no le haya pasado, puedes estar tranquilo. Soy YoonGi. —Se presentó, viendo al muchacho sacudir su pantalón jean con ambas manos y suspirar.
—Oh, lo siento —avergonzado, se disculpó instantáneamente—. Yo soy Jimin o Jiminnie. Como gustes.
—Buen nombre —respondió sin saber qué agregar. Jimin le miró como inspeccionándole y, por primera vez, sonrió sinceramente.
—Gracias. —Le dijo más animado—. Espero no verme muy tonto, ni siquiera tuve tiempo para vestirme bien hoy, ¿sabes? Y tú estás vestido como casi elegante —comenzó con su hablar infinito—. Cielos, qué vergüenza. Debo verme fatal...
A pesar de que lo último lo dijo para sí mismo, YoonGi decidió intervenir—: Trabajo, es por el trabajo. No visto así todos los días, no interesa.
—No tienes que intentar hacerme sentir estupendo, es suficiente con que te hayas detenido a ayudarme. ¿No te molesta si te hablo así de informal?
—No, no hay problema. —Si Jungkook, su hermano menor, le escuchara decir eso, probablemente sacaría su fiera interior—. Podrías ser mayor y sería yo quien esté tomándose mucha libertad.
—Uh, tengo 24. No digas que parezco menor, por favor —respondió entre divertido y serio, levantando la caja con esfuerzo, un bolso colgando de sus hombros.
—No te molestes, pero pareces menor. No por mucho, sin embargo —Él reveló con leve afán de bromear—. No es nada por lo que sentirse mal. Yo parezco mayor.
—No te pongo más de 27 —murmuró Jimin, riendo cortamente—. ¿Sigue en pie lo de querer ser patético también? Porque en realidad sí necesito un poco de ayuda —agregó acomodando más la caja en sus brazos.
—¿A dónde tienes que ir con eso? —trató de indagar, no tenía tanta energía como creyó—. Y tengo 26.
A lo último que dijo, Jimin solo sonrió de lado. Al instante informó, esperando una respuesta afirmativa del joven a quien apenas conocía—: A mi nuevo departamento. Está a unas dos calles...
YoonGi ni siquiera le preguntó por qué no iba en un taxi o por qué no pidió servicio de mudanza. Él no preguntó mucho ese día, al menos no lo básico. Pero sí preguntó cosas como qué es lo que había hecho que Jimin tuviera un mal día o qué bebida le gustaba (porque se detuvieron en una dulcería que estaba de paso). Sobre todo, respondió a las constantes preguntas para nada comunes que le hizo Jimin. Esas que te hacen cuestionarte qué sucede con tu existencia, esas que ni siquiera habrían pasado realmente por tu mente hasta que te las hacen, esas que te dejan pensando un largo rato hasta que, de alguna manera, tu mente te dice "aquí está la respuesta, estuve esperando por esto".
—¿Así que no crees en que hay otras vidas? —Otra vez el rubio volvía a dejarlo sin certezas, bebiendo lentamente con ayuda de una pajilla del batido que había pedido.
—No es que crea en que no la haya, solo no estoy seguro de ello —admitió, entreteniéndose ocasionalmente con los dedos de Jimin dándole muy débiles giros a la pajilla. Una y otra vez, una y otra vez danzando como la llama imaginaria en esa mirada no suya.
—Pero... ¿nunca has usado alguna frase que comenzaba con "en otra vida tal vez..."? —continuó, riéndose por lo que decía él mismo—. No lo sé, es como... ¿qué harías si te dijera que creo haberte conocido en otra de mis vidas? Yo sé que no tiene mucha lógica y que...
Jimin continuó hablando, pero YoonGi no prestó mucha atención al resto. Había algo fijo en su mente: ¿cómo decir que no le parecía tan absurdo el que ambos se hayan conocido en otra vida? Jimin era de las pocas personas con las que pudo hablar tan fácil y libremente, como si la confianza abundara. Como si fueran muy íntimos, como si este chico le hubiera robado el corazón desde hace ya muchos años.
Quizá Jimin tenía razón, quizá si habían otras vidas de las que no se tenía conocimiento total, pero estaban ahí contigo. Justamente como el nitrógeno está en el agua, pero se considera más al hidrógeno.
Esa noche decidió que Jimin era muy hablador y él no tenía problema con eso: no habían silencios incómodos que llenar. Descubrió que Jimin es muy bromista, que estaba mudándose porque un supuesto amigo lo había traicionado, que tenía que costearse a sí mismo, que habían cosas que le preocupaban, que había discutido con su madre porque ella le dijo que no podría independizarse y que ahora estaba bebiendo un batido con un casi desconocido. Así es como comenzó su peculiar amistad. YoonGi también notó que Jimin vivía relativamente cerca. Y que su bolso pesaba más que la caja.
Lo que no esperaba era enamorarse justamente de ese chico. De ese chico que bebía seis copas de vino seguidas y actuaba como si nada hubiera pasado, que a veces podía reír tanto que lloraba haciéndolo. De ese mismo al que un ventarrón le despeinaba pero le hacía ver más lindo aun. YoonGi quiso ser el viento que podía acariciar con libertad el rostro tan apolíneo de Jimin.
Jimin es todo un caso que YoonGi está dispuesto a revelar poco a poco.
La primera vez en que lo besó fue cuando discutieron por algo que ahora ya no tiene tanto sentido. Eran celos sin razón, porque ellos aún no eran nada cercano a una pareja amorosa. Pero esa discusión fue importante porque, después de todo, entre palabras llenas de frustración terminaron confesando algo que estaba inminente. Lo gracioso en eso, según YoonGi, es que se besaron con enojo (o algo parecido) que fue apaciguado en brevedad. Se sintió como en una película romántica; y vaya que a YoonGi no le interesaban de ese tipo, sin embargo, si era con Jimin a su lado eso sería lo de menos.
YoonGi conoció al amor de su vida de una forma poco común, así que, ¿cómo eso podía estar mal?, ¿cómo podía dejar de amar al ser que confiaba plenamente en él? Las flores del pequeño jardín que Jimin ha ordenado en el balcón no serían quitadas de ahí porque estas fueron plantadas con fervor, tanto como el afecto que está instalado en su corazón por ese rubio que le desafía diariamente. El tallado de sus nombres juntos en una esquina de su piano, los días de verano en una playa por la noche tampoco se irían. No de su mente.
—¿Pensando en algo? —La voz calma de Jimin le trae de nuevo al presente—. Estás mirándome raro —agrega casi riéndose.
—Estoy haciéndolo como un enamorado —Le dice él y su chico le mira como si estuviera demente.
—¿Ok?, creo que entiendo. Pero eso es extraño.
—¿Por qué? —pregunta con diversión, Jimin prácticamente se sienta sobre él y lo encara.
—No lo haces por tanto tiempo.
—Tienes razón, a veces no hay oportunidad para hacerlo por mucho, pero ahora estamos solos y no hay nada que me lo prohiba —responde, acomodando un mechón rebelde contrario—. ¿Recuerdas nuestra primera pelea?
Esta vez Jimin se carcajea, negando con la cabeza y dudando—: Ahm... ¿cuando te lancé el patito de hule de la sobrina de Taehyung?
—No, la primera. Cuando me confesé.
—Creí haber sido yo quien se confesó primero. —Enarca una ceja, rindiéndose después.
—Bueno, sí fuiste tú. Aunque yo te besé primero.
—Claro, ¿pero a qué viene esto? —Esta vez la duda se plasma en su rostro, con YoonGi nunca se sabe, después de todo él es tan incierto como el futuro.
—¿Tú recuerdas lo que dije? —Le pregunta, admirando la belleza natural de Jimin. Sus ojos cautivantes llenos de cierta incertidumbre, sus labios como el bermellón y con una ligera marca de mordedura que puede haber sido hecha por el mismo Jimin o por él.
—Lo recuerdo, cómo no hacerlo. ¿Te soy sincero? Decías sonseras —bromea, dándole un golpecito con uno de sus dedos al pecho de YoonGi. Aquello, curiosamente, se siente tan bien.
—Dije que no era normal sentir ese tipo de amor por otro chico.
Jimin blanquea los ojos y asiente, moviendo ligeramente la cabeza para animarle a continuar.
—Yo no sabía lo que decía. Siempre me han dicho que soy libre de escoger lo que quiero en mi vida, pero a la vez me han dado pautas sobre cómo llevarla y, por alguna razón, esas pautas terminan convirtiéndose en reglas —añade, el momento empieza a tornarse entrañable. Jimin pone una de sus manos en su mejilla y vuelve a asentir comprensivo. Una sola mirada de ese chico hace que todos sus sistemas parezcan estar alerta, porque muy en el fondo sabe que en algún lugar de esos ojos se encuentra aquello que le envuelve tan intenso e incondicional, para que así no se pierda en la travesía del amor.
—Sí... —murmura, acomodándose en las piernas contrarias de manera que no provoque adormecimiento.
—Bien... Cuando te besé esa idea voló lejos y me pregunté qué había de malo en besar a un chico y no a una chica, en mi caso. Me pregunté qué había de malo en querer gastar mi tiempo en ti, en querer invertirlo contigo y hacer de ello buenos recuerdos —continúa, pero para ese momento Jimin solo se acerca más y sus exhalaciones se adecúan juntas como las manecillas de un reloj.
—¿Ya lo sabes, no? —sonriendo, deja un corto beso en la mejilla contraria. Sintiéndose conmovido por lo dicho, él trata de no exagerar. "Ven y abrázame", quiere decir; pero sabe que falta un cierre para la conversación.
—Lo sé. Ya sé que no hay nada de malo en eso. Si quiero llamarte el amor de mi vida, puedo hacerlo y no habrá ningún problema. Que te estuve esperando y que, por esa razón, no debería darle el gusto a quienes creen que debo alejarme de ti —dice firme, dejando que Jimin le contenga solo suyo en un abrazo. Su cabeza queda en el pecho de Jimin, oyendo claramente los latidos de un corazón ajeno. Latidos que van rápido y que le sorprenden porque su novio en realidad está muy calmado sobre su regazo y acariciando su cabello con templanza.
—Gracias por amarme, YoonGi —habla, todo sentimientos brotando.
"No, soy yo quien debe agradecerte. Porque me has enseñado lo que antes creí saber, porque has hecho que necesite de tu amor y no me lo niegas, sino que me entregas todo lo que tengas".
YoonGi no lo dice en voz alta, pero sabe que Jimin lo siente. Lo diría luego de besar por unos minutos esos labios tan atrapantes. Unos largos minutos en donde olvidará hasta su nombre.
Si le han dicho que el amor se extingue, que las desacuerdos aumentan, que el mal aprovecha, que no todo estará bien siempre... no es razón concreta para que él se niegue a un sentimiento tan bueno. Esto no tiene relevancia si se trata de Jimin. Porque este chico de sonrisa angelical pero mirada pilla ya lo tiene demasiado como para simplemente tratar de irse. Él será libre por su cuenta.
Él es libre con este muchacho tan sublime. Jimin es el reto que está dispuesto a aceptar. Quién sabe qué pasará en unos años o en unos días... pero si esto es lo que quiere su corazón, esto es lo que será correcto y bueno.
Muy bueno.
Gracias por leer este os, espero que haya sido de su agrado. Buen día. ツ
─defmind.
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