Una visita escalofriante

Shane

A veces el tiempo era demasiado corto que no nos dejaba disfrutar de los buenos momentos. Solo nos tomaba por desprevenidos y creíamos que aceptar era mucho más fácil, o eso creía antes porque todos estábamos perdidos y hundidos en temores y limitaciones pero si debía ser sincero, con todo aquel tiempo de aprendizaje, lo único que podía decir es que "estaba orgulloso". Orgulloso de las decisiones que se pudo llegar a tomar a tiempo.

Cuando conocí a Kiara sabía lo increíble que ella era y todo lo que podía conseguir. Más que estar enamorado, ella me motivaba. Me encantaba ver lo mucho que había crecido y que nunca había dejado de escribir. Era mágico cuando se lo proponia. Por primera vez ella se estaba dando una oportunidad. Había conseguido un sueño propio y que yo fuera parte de esa alegría me llenaba.

No me sorprendió leer grandes cosas en su libro. Ella podía transmitir lo que quisiese y sus manos podían descubrir un talento hermoso.

Tenía que dejar que ella se mostrase al mundo, segura de sí misma.

Todos se estaban esforzando por liberarse de reglas, temores y sobre todo de juicios en el mundo.

,—Feliz día de tu boda hermanita —saludé a Alice quien estaba bajando las escaleras.

—Vete al infierno —terminó de bajar las escaleras y salió de la casa.

Regresé a mi piso satisfecho de ver a Alice estable. Con el mismo humor de querer golpear a todos para acabar con la boda de una vez.

—¿Prefieres que recoja tu vestido? Yo pasaré por mi atuendo también —pregunté en cuanto vi a Kiara salir de su dormitorio.

—No es bueno que te saltes el desayuno —contestó ella sonriendo intentando pasar por mi costado —Además, ambos lugares están lejanos y no es tan temprano que digamos.

La detuve tomándola del brazo y atrayendola hacia mí.

Últimamente sentía que no podía dejar de tenerla siempre conmigo, cada vez que la veía era inevitable no tenerla cerca.

—En serio que puedo cuidarme.

—Lo sé. Solo déjame estar así un segundo más.

Ella no respondió y dejó que siguiéramos abrazados.

Era el día en que todos teníamos que ser valientes. Kiara era también mi refugio y estabilidad para darle la fortaleza que ella también necesitaba.

—Te amo —la escuché decir.

¿Era posible que tales palabras no me permitieran saber qué hacer o decir?

Moría muchos días por escucharla decirme ello pero efectivamente ella sabía sorprenderme.

Kiara se separó de mí y me miró directo a los ojos.

—Alice me dijo que no temiera y que solo dijera lo que realmente sentía.

Sin darme cuenta mis pies caminaron sin dudarlo más y la atraje hacia mi boca. Ella me respondió enseguida enrollando sus manos en mi cuello y encajando en mis brazos.

Mis labios sincronizaban tan bien con los suyos que me sorprendió cuando ella se separó para empujarme.

—Debo ir por mi vestido.

—¿En serio? —abrí mucho más mis ojos —¿Te irás después de decir que me amas?

Ella sonrió.

—Habrá tiempo. Te prometo.

Fue mi turno de sonreír.

—Yo te prometo que ni bien termine todo este desastre haré que nada nos interrumpa.

Ella se acercó para dejar un beso corto en mis labios y luego observarme sonriendo.

—Te apoyaré con ello.

La amaba. La amaba a más no poder.

La observé coger su mochila negra y marcharse dejándome otra vez sin palabras pero con el corazón inmensamente acelerado.

Kiara era un exquisito encanto. Pero uno que disfrutaba a más no poder.

Me apresuré también en tomar el desayuno que Petunia había preparado y salí de casa. Debía recoger el terno que habían hecho a mis medidas.

Era el día en que ya todo estaba planificado para eliminar con todo lo que solo había ocasionado daño, especialmente era el día definitivo para Alice y Damián. Ellos por fin serían libres de las acciones externas.

Me adentré en mi auto y empecé mi viaje. Aún faltaba unas cuantas horas para la boda. Pero tenía que salir cuanto antes porque también era el día en que llegaban mis padres y no me apetecía estar presente para ello.
Ellos no eran mis verdaderos padres y tener que fingir era lo que más odiaba.

Cuando visualicé a lo lejos aquel local de prendas femeninas donde estaba el vestido de Kiara, decidí detenerme un segundo. La vi a ella adentrarse muy alegre, mientras que afuera se hallaba el señor Julián esperándola. Agradecí que él la haya llevado.

Seguí mi camino.

El aire daba con fuerza en mi rostro pero era recompensado por el sol caluroso que ese día había salido.

Volví a detener de nuevo el auto pero esta vez en el local donde se hallaba la ropa formal que yo usaría. No me fijé cuánto tiempo había estado parado mirando el letrero grande y pensando en todo lo que sucedería durante el transcurso del día cuando sentí la presencia de alguien a mi atrás.

—Hola, Shane —escuché una voz gruesa. Una voz que me parecía haber escuchado antes.

—¿Nos conocemos? —pregunté en cuanto me giré para dar con él.

Él me mostró una sonrisa inquietante.

—¿Tan rápido olvidaste mi voz muchacho?

Entrecerré mis ojos ante su presencia. Definitivamente ese hombre no me traía buena espina.
Tenía aspecto de ser alguien importante por como iba vestido, pero también todo de él me ponía los pelos de punta.

—Veo que lo estás pasando muy bien con Kiara.

Dicho ello fue suficiente para que mi sistema reaccionara por su propia cuenta al detectar quién era ese hombre. Intenté acercarme a él y aventarle un buen puñetazo pero me detuve al captar que ese no era ni el momento ni el lugar correcto para hacerlo.
Sin embargo, mi sistema enseguida se paralizó al escuchar una risa macabra proveniente de él.

—¡Bravo! —exclamó aplaudiendo entre risas escandalosas —¿No me digas que te enamoraste? —cambió a un gesto desafiante.

Asco. Me daba repulsión tener que conocerlo y escucharlo en persona.
No podía imaginarme todo lo que Kiara había tenido que soportar y más estando sola.

Me preocupaba saber que ese hombre se había atrevido a tanto. ¿Acaso sabía dónde vivía Kiara? ¿Cómo había descubierto que yo era su novio?

—¿Qué quieres? —pregunté intentando mantener la calma.

—Lo correcto. Quiero que ella regrese a donde pertenece.

—Estas demente si piensas que dejaré que veas a Kiara.

—En realidad no te necesito para ello —volvió a sonreír —Ella vendrá sola a mí.

Comenzaba a perder la cordura con cada palabra que salía de su asquerosa boca.
Quería acabar con él ahí mismo.

—Deberias irte y no volver a aparecer —dije con rabia.

—Me iré pero regresaré. Solo recuerda que Kiara es la niña que también me tiene encantado.

—¡He dicho que te largues! —grité cogiéndole de la camisa que llevaba puesta —Te aseguro que si te atreves a hacerle algo no respondo.

Él me obligó a soltar mis manos de su camisa.

—¿Quieres que esto se vuelva un escándalo?

Entendí a lo que se refería. La gente comenzó a detenerse al vernos haciendo un espectáculo. Eso era de menos, quería matarlo ahí mismo pero era la prensa quien me detenía. No quería que nos vieran y peor aún que nos fotografiaran juntos.

Quería que pagara por el daño que había provocado en Kiara. Por las inseguridades y los temores que había creado en ella. Quería que ese hombre desapareciera de nuestras vidas para siempre.

Lo vi darse la vuelta y subirse en un carro que también estaba estacionado al costado del mío.

Ese hombre sería una completa destrucción si volviera a presentarse. Y peor si es que la próxima vez no viniera por mí si no por quien en realidad deseaba.

—Dale mis saludos a mi pequeña y también a tu hermana Alice. Felicitaciones por su boda —habló antes de meterse a su auto y desaparecer de mi vista.






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