Un sentimiento nuevo
Teníamos todo listo para regresar; a decir verdad, aún faltaba la otra parte de la cita y esa me correspondía a mí. Me tocaba sorprender a Shane, tal y como lo había dicho desde un inicio y tal vez no tenía el dinero suficiente como para sorprenderlo y llevarlo a lugares increíbles; sin embargo, sabía de un sitio que estaba muy segura que le encantaría. Sin más, le pedí que regresáramos por el mismo camino que venimos.
Tuvimos que esperar dos horas para que nuestra ropa sea lavada y luego secada. Cuando Petunia nos dijo que todo estaba listo, acudimos a cambiarnos y luego partir.
Iría con Shane a un sitio donde más que sentirse encantado, pues la palabra correcta sería sentirse cómodo.
—Voltea hacia a la izquierda.
—De acuerdo.
Nos vimos ingresar por una zona donde había solo tierra. Conocía perfectamente el sitio, pues en muchas ocasiones había caminado sola por ahí, le dije que siguiera de frente, sin detenerse. El lugar era seguro.
Todo estaba oscuro y había muchos arbustos, pero ningún transeúnte.
—¿Segura que es por aquí?
Me eché a reír.
—No me digas que estás empezando a tener miedo.
—Si quieres que sea sincero, debo admitir que este lugar me recuerda a las películas de terror.
—Sí, esas donde una pareja anda sola y nunca más regresan de donde vinieron.
—Suena feo si lo dices así.
Volví a reírme.
—Tranquilo, Shane. No pasa nada. Conozco este lugar como la palma de mi mano. Lo mejor viene después.
El auto siguió su ritmo. Sabía que nos estábamos acercando; así que, le pedí que se detuviera. Menos mal que él solo asintió con la cabeza no estando seguro del todo, pero finalmente confío en lo que hacía.
Dejamos estacionado el auto y empezamos a caminar. Rápidamente Shane me cogió la mano y solté una risa pequeña. No podía quejarme, me gustaba.
Caminamos por una subida que estaba hecha de piedras y plantas, hasta llegar a la cima de mi lugar favorito. Aquella cima que sobrepasaba al valor que le había dado al tejado de la universidad, y cómo no hacerlo, si lo que veía era prácticamente una noche iluminada de luces de colores.
—Es un paisaje hermoso ¿verdad?
—Es increíble.
Me senté cruzada de piernas sobre el pasto y lo mismo hizo Shane. Quería compartir una noche con él a solas.
—Gracias por aceptar —sonreí mostrando mis dientes —Te iba a subir a la fuerza si es que te negabas.
—A ti no podría negarte algo —puso su mano sobre la mía —Gracias por invitarme.
Se acercó lentamente y dejó un pequeño beso sobre mi frente. Lo hacía como señal de protección y yo amaba que lo hiciera, me hacía sentir especial.
—Solo será un momento. Comienza a oscurecer y ahí sí me da miedo que manejes.
—Matas el momento queriendo regresar, pero está bien.
Sonreí observándolo para luego recostarme de cuerpo completo.
—Espero ser el primero en haber sido invitado aquí.
—Lo siento, pero no es así. Ya he venido antes con Isabela y Clear.
—No hay problema, me alegra que hayan sido ellos, porque eso me indica que soy el primer hombre que traes aquí siendo algo más que amigos .
Sonreí.
—Eres sorprendente ¿sabes? —me levanté para estar sentada —Pero estaba muy emocionada por traerte.
—Siempre desearé ir a donde tú vayas.
Sus palabras calentaron mi corazón y por unos momentos, sentí mis mejillas arder.
Desvié mi vista hacia aquellas luces y un flash alumbró sobre el perfil de mi rostro. Al voltear supe que en sus manos tenía su celular. Shane, me había sacado una foto.
—Quería guardar un recuerdo de este día —me observó —que mejor forma que teniéndote en mi celular en una foto.
Retrocedí mi cuerpo poniendo mis brazos hacia atrás y así apoyarme en ellos; por unos minutos observé el cielo estrellado, todo era hermoso que no me di cuenta de que Shane se había vuelto a acostar a mi lado. Solo bastó que volteara para que me robara un beso, esta vez uno sobre mis labios.
No me negué, ni puse resistencia. Le seguí volteándome lentamente y conseguir estar frente a él.
Tomó mis manos y las dirigió hacia sus hombros para luego dejarlos ahí. Besaba cada parte de mi rostro, mis labios, la comisura de ellos, mis mejillas, mis pómulos, e incluso mis ojos, nariz y frente. Yo solo me dejaba disfrutar del momento porque nunca había experimentado un amor con esa intensidad, ni si quiera cuando andaba de novia con Damián. Ni cuando me entregué a él por primera vez. Shane ocasionaba de todo en mí con solo unos simples besos.
Cuando decidimos dejar de besarnos, sus brazos enseguida me abrazaron con fuerza. Sabía que hasta él tenía miedo. Éramos humanos, y podíamos equivocarnos.
—¿Estás bien?
—¿Qué pasará cuando Damián decida buscarte?
Detuve mis pensamientos. No había pensado en ello, no me creía capaz de volver a verlo, ya no era amor lo que sentía, pero si sentía miedo de cómo vaya a reaccionar. No quería traer problemas.
—No sé, no he hablado con él desde el percance que tuvimos en el baño.
—Lo hará —aseguró, separándome un poco —Está desesperado. No puede detener su propio matrimonio y tampoco puede tener a la mujer que ama.
Mi mente quedó en blanco intentando procesar las palabras de Shane.
—Sigo pensando porqué no pueden detener esa boda.
Shane volvió a quedarse callado por un corto tiempo.
—El día en que ellos se opongan a algo que sus padres quieren, será como desatar una guerra.
Yo sabía de ello perfectamente pero me parecía muy injusto que ellos no pudieran tomar sus propias decisiones y más me causaba repulsión verlos siendo manipulados.
—No quiero a la familia de Damián en mi vida y tampoco no quiero a la familia de Alice en tu vida.
—Y eso es algo que dejamos en un pasado. No pienso soltarte, Kiara.
No dije nada más, solo me dejé abrazar otra vez por él, mientras que intentaba memorizar el olor de su colonia. Olía muy agradable.
Mi mente viajó a los momentos en que compartí con Damián desde nuestro reencuentro. El choque que nos dimos en la universidad, la vez que llegó a mi casa dejando el regalo de Alice, la vez que lo vi con ella besándose en el tejado, el día en que llegó a mi trabajo, los dos besos que me plantó diciendo que aún me amaba, el día en que publicaron su futura boda con Alice y finalmente la seguida que me dio hasta el baño de hombres.
Eran demasiadas cosas y tenía miedo, demasiado temor porque él abarcaba mi pasado, presente y no quería que llegase hasta mi futuro, solo deseaba que fuera un pasajero más que pronto conseguiría irse.
De pronto, mi celular empezó a sonar, y al ver la llamada vi que se trataba de Isabela.
—Aló.
—Kiara, debes regresar. Él anda como loco buscándote, tenía que advertirte antes de que te hallara. Anda demasiado desesperado y temo que algo les pase a ti y a Shane, tienen que regresar cuanto antes.
—Espera que no logro entenderte. ¿De qué estás hablando?
—Te hablo de Damián —sentí como un balde de agua helada me caía encima —Anda buscándote, Kiara. Tienes que venir ya.
Shane al detectar mi reacción me quitó el teléfono.
Sentí mi cuerpo temblar y sin reaccionar, caí al piso desmoronada. Shane al verme corrió hacia mí, preocupado.
Quería desaparecer, necesitaba que mi presencia dejase de existir.
—Kiara, amor. Mírame, todo estará bien, te lo prometo.
Solo podía observar sus lindos ojos y sus labios moverse, más mi cuerpo no reaccionaba, ni podía trasmitir ninguna palabra. Estaba siendo otra vez inútil.
Shane me cargó en sus brazos y bajó conmigo hasta llegar al carro, me sentó en el asiento del copiloto y dimos rumbo de regreso a la ciudad. Estaba sentada observando a la nada, mis ojos empezaron a nublarse y fue donde entendí que mis lágrimas estaban empapando mis mejillas.
El carro se dirigió en distinta ubicación, no íbamos hacia mi casa.
Nos detuvimos al frente de un hotel. Ingresó por unos minutos y luego regresó por mí. Parecía una muñeca siendo manipulada por su dueño.
Shane había elegido un cuarto con dos camas, era muy bonito y el espacio no era tan grande, ni tan pequeño. Era perfecto.
—Puedes bañarte, si deseas. Tranquila que te dejaré estar sola, mientras que pido algo para cenar.
No quería que se fuera. A pesar de todo, lo quería a él más que a nadie. Quería tenerlo cerca.
—Me bañaré, pero no me dejes —mi deseo por tenerlo cerca me hizo hablar.
Soltó un suspiro.
—Está bien, luego pediré que nos traigan algo.
Ingresé al baño y estando dentro me quité la ropa para luego meterme a la ducha. Necesitaba agua fría para calmar mi temor. No quería seguir sintiéndome inestable, odiaba cuando esas fuerzas me manipulaban y me golpeaban el alma. Por lo que mi mente estaba en blanco y no pude identificar que Shane seguía en el cuarto cuando yo había salido estando solo en toalla.
Mí inestabilidad se fue al tacho cuando choqué con aquellos ojos marrones oscuros mirándome.
—Yo... lo siento... Había olvidado que... —no terminé de hablar.
Shane se paró de un salto, reacción que me hizo también saltar en mi mismo sitio por el susto.
Se volteó dándome la espalda.
—Deberías cambiarte. Pedí ropa nueva para los dos. Este es tuyo —habló señalando el vestuario doblado sobre la cama.
—Oh, está bien —cogí la ropa y me volví a meter al baño.
Estando dentro volví a respirar. Por una extraña razón había estado reteniendo el aire.
Decidí ponerme la ropa interior nueva, que realmente me sorprendió y el polo blanco sin estampado con un pantalón negro de tela.
—¡¿Deseas comida criolla o marina?! —gritó del otro lado de la puerta.
—Criolla está bien —respondí saliendo.
—De acuerdo —intercambió unas cuantas palabras con la persona que tenía en la otra línea y luego colgó.
Se quedó mirándome por unos largos segundos y de vuelta los nervios volvieron a carcomerme. Desde cuándo actuaba como una adolescente.
Al cabo de varios segundos, reaccionó y empezó a esquivarme la mirada.
—Tienes el televisor para que te distraigas, yo también me bañaré —dicho ello se metió al baño.
Por más que me esforzaba por intentar ver algo, no podía. Cómo pude haber pensado en que sería buena idea pedirle que se quedara.
Pasaron diez minutos cuando Shane salió ya vestido y la toalla sobre su cabeza.
Observé cómo había secado su cabello y también lo vi caminar hacia una canasta para dejar la toalla ahí. Unas cuantas gotas bajaron de las puntas de su cabello hasta caer dentro de su pecho. Me obligué a quitar esa imagen de mi cabeza.
Tocaron la puerta.
—Muchas gracias —agradeció Shane mientras que el hombre dejaba los platos, cubiertos y las bebidas sobre la mesita que había en el cuarto.
Unas inmensas ganas de comer se apoderaron de mí. Fue una sensación muy rara porque sabía que mi apetito era nulo y que yo misma me exigía a comer pero realmente esa vez sí quería comer.
Esa noche comimos juntos, intercambiamos palabras, unas cuantas bromas y unos cuantos besos vergonzosos para luego meternos a la cama. No sabía qué me esperaba el día siguiente, pero de algo estaba segura, empezaba a disfrutar de la vida, siendo la novia de Shane. Lo mejor era que aún no comprendía del todo y ya las mariposas en mi estómago volvían a aparecer como un cosquilleo a un sentimiento nuevo.
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