Te dejo porque no nos hacemos bien

-—¿Pero qué haces, Damián?! —gritó Alice.

Yo no decía nada, solamente tenía la mirada de Damián clavada esta vez en mí mientras que la mano de Shane me sujetaba. Sentía que el temor recorría todo mi cuerpo, era mucho temor que por un momento creí que la ansiedad iba a aparecer otra vez en mí. No podía articular ni una sola palabra.

—¿Podrías dejar de mirarla así? —habló Shane usando un tono frío.

—¿Y tú podrías soltar de una buena vez su mano? —ordenó Damián usando el mismo tono.

No lo hizo.

—Gracias —agradeció la señora a una sirvienta.

Vi cómo ella se acercaba hacia su hijo y lo obligaba a sentarse para abrir el botiquín y limpiarle la parte que le sangraba. Alice corrió hacia Damián y lo tomó del brazo.

Ni ella se atrevió a soltarlo a él, ni tampoco Shane me soltó a mí.

Los ojos de Damián aún seguían clavados en mi persona, tanta era su intensidad que tuve que bajar el rostro. No podía soportarlo.

—Tienes la nariz rota, será mejor que un doctor te vea —sugirió su madre.

—Estoy bien —indicó Shane.

Ella se levantó y se alejó para observar a todos desde su posición.

—Ahora sí hablarán qué fue lo que realmente pasó —se escuchó la voz del hombre de la familia.

Tanto él como su esposa nos miraban serios, ninguno se interpuso en la pelea, pero se notaba que estaban controlando su enojo.

Alice obligó del mismo modo sentar a Damián a la fuerza.

—Kiara es mi novia —habló Shane.

Vi como los puños de Damián se apretaban y fue en ese momento cuando deseé con todas mis fuerzas desaparecer.

—Eso todo el país lo sabe. ¿Cuándo planeaban decirnos que estaban saliendo? Tuviste la oportunidad de presentárnosla como tu novia en la fiesta de bienvenida, Shane —respondió el señor.

No me imaginaba que sería más difícil de lo pensado, pero todo era un completo caos y me sorprendía ver la valentía que Shane tenía para enfrentar a sus padres.

—No lo hice porque aún no estábamos saliendo. Ella aún no era mi novia para ese entonces —informó Shane.

—¿Y esto de ahora? ¿Por qué pasó? —preguntó la señora.

Otra vez silencio.

Si los ojos mataran, en estos momentos Shane estaría muerto porque Damián lo observaba con tanto desprecio.

Solté un fuerte suspiro y me animé a hablar.

—Lo siento —me disculpé —Nunca fue nuestra intención ocasionar un alboroto así —me detuve para hallar las fuerzas suficientes y decir lo que tenía que decir —Amo a su hijo y lo que menos quisiera es que por mi culpa él tenga que estar en problemas.

En ese instante Damián se levantó activando las alarmas de todos. No le importó la presencia de Alice, ni mucho menos la de sus suegros. Vi como su intención era dirigirse hacia mí; sin embargo, en el camino Shane se interpuso colocándose delante mío y Alice aprovechó para apretarle la mano.

—Debes calmarte —pidió Alice mirando con determinación a su prometido.

Mi respiración estaba sumamente acelerada. Eso me había asustado.

Alice caminó esta vez hacia sus padres y cogiéndoles de los hombros, les mostró una sonrisa.

—Todo está bien. Es algo confuso porque nadie se imaginaba ver a mi hermanito con pareja y eso ocasiona que todos perdamos la cabeza —agregó caminando hacia su prometido —¿Verdad? —preguntó acariciando su pecho.

Él no le respondió, pero tampoco la alejó. Esa era la parte que más detestaba de él, sabía que sus deseos eran otros, pero no hacía algo como para cambiar la situación. Todo lo contrario a Shane.

Era mejor dejar que Alice arreglara la situación.

—Sí. Me disculpo por mi actitud indebida, no debí haber golpeado a Shane y mucho menos en presencia de su nueva novia —dijo esa última palabra observándome con intensidad.

—¿En serio? Ese golpe fue muy duro y dio la impresión de que en realidad querías asesinar a mi hijo —habló el señor.

—Me disculpo si es que eso pareció.

—De acuerdo. Hagamos como si esto no hubiera pasado. Tenemos que apurarnos para llegar a tiempo. No quiero que el vuelo nos deje —indicó la señora dirigiéndose a su esposo.

—Está bien —afirmó —Bienvenida a la familia, Kiara —dijo el padre de Shane con mucha naturalidad como si la pelea de hace unos minutos nunca hubiese pasado.

Cuando por fin sentí que podía volver a respirar con normalidad, Shane volvió a hablar.

—Quisiera pedir el permiso de ustedes para que ella venga a vivir con nosotros —pidió Shane.

Había olvidado esa parte.

Otra vez la vista de Damián fue dirigida hacia mí. Esta vez no quise huir, tenía que enfrentarlo en algún momento; así que, decidí enfrentarlo. Alcé el rostro y me tomé unos minutos para chocar con su mirada.

Él solo me observaba. Se le notaba más calmado, pero lo conocía y sabía que por dentro se moría de celos. Sentía lástima de él, lástima porque tenía que asimilar lo rápido que se cambiaron las cosas.

—¿En tu cuarto? —preguntó la señora mirando fijamente a Shane.

—El segundo piso tiene muchos cuartos.

—Está bien. Que se quede contigo en el segundo piso. Avísale a Petunia para que le ayude cuando decida acomodarse aquí —aceptó el señor.

Nadie hizo ni dijo algo más. Los cuatro nos quedamos parados en el mismo sitio.

Ambos fueron por sus maletas y teniendo todo listo, decidieron bajar. Se despidieron como si en la casa no hubiera pasado nada y salieron por la misma puerta que ingresamos Shane y yo. Afuera, el chofer particular los esperaba para llevarlos al aeropuerto.
Por ello Shane los odiaba. No había tanta importancia cuando se trataba de él.

Cuando la puerta se cerró, fue cuando volví a sentirme intranquila.

—¿Es que ustedes están mal de la cabeza? ¿Son suicidas o qué? —Alice fue la primera en hablar.

Se notaba que ella también había perdido la cabeza con todo lo que había pasado pero sabía mantener la calma y actuar con tranquilidad.

Damián nos observaba en silencio y cuando nadie se atrevió a decir algo más, vi que sus intenciones eran retirarse, pero me sorprendió verme a mí deteniéndolo.

—Damián —lo llamé.

Se detuvo a medio camino pero no se volteó a verme.

—Te dije lo que sentía, te dije que te amaba —se giró para verme —¿Por qué él entonces?

—Porque lo nuestro no funciona. No sabes cómo negarte a algo que no quieres. Estar juntos fue muy tóxico, yo sentía que sin ti no podía hacer nada. Lo que sentía por ti se fue convirtiendo en dependencia. No me hacía bien y mira cómo hemos terminado, solo hemos sabido lastimarnos.

Me observó en silencio.

—Yo te amo, Kiara; incluso me atrevo a decir que mucho más que Shane. Él no puede darte todo lo que en años yo pude darte y estoy seguro que tú no has dejado de amarme —se detuvo para respirar hondo —Lo nuestro fue real —confesó para luego subir las escaleras e irse.

Ahí en la sala me quedé con mi pena reservada. Dolía ver a la persona que por mucho tiempo amé, destruido de ese modo. No podía brindarle lo que él quería, no podía aceptar que perteneciera en mi vida, si yo sola no podía con todo lo que pasaba conmigo, no podía tampoco cargar con la tristeza de Damián. Eso terminaría destruyendo lo que por mucho tiempo conseguí recuperar.

—¿Están bien? —preguntó la voz de Alice.

Era una pregunta muy general que no podía responder con solo una palabra porque cada respuesta nos llevaría a otra.
Definitivamente no estábamos bien.

—Sé que es una pregunta tonta pero de verdad me alegra verlos juntos. Gracias por seguir a tu felicidad Kiara. Gracias por ser la felicidad de Shane —agregó ella para luego hacer lo mismo que Damián.

Nos quedamos unos segundos viendo cómo ella había desaparecido por las escaleras, cuando decidí girar mis talones para observar a Shane. Su presencia fue fortaleza para mi. No lo evité más y corrí hacia él para refugiarme en sus brazos.

—Tuve miedo —confesó.

Me separé un poco.

—¿Por qué?

—Porque es cierto lo que dice él. Ustedes tienen historia. Temía que en vez de que corrieras hacia mí, fueras tras él.

Sonreí.

—Puedes estar tranquilo. No volveré con Damián.

De un solo impulso, Shane me volvió a atraer hacia él con más fuerza. Amaba que hiciera eso, me sentía amada. Del mismo modo que él, quise demostrarle que en mí podía refugiarse. Me paré de puntitas y dejé un beso sobre su frente. Uno que le transmitiera esa sensación de confianza y protección que yo siempre sentía a su lado. Quería que él se sintiese muy amado al igual que yo.

—Tal y como tú confías en mí, yo también confiaré en ti —dijo palabras que calentaron mi corazón con intensidad.

Definitivamente no me había equivocado con Shane.

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