Problemas titulados como Damián

—Esto se ha salido de control —habló mi amiga permitiéndonos ingresar a su casa —¡¿Desde cuándo veo a mi amiga salir en las noticias?! ¡Eso es loco!

Shane cerró la puerta y me tomó la mano a lo que Isabela respondió con una sonrisa.

—¿Ves que no perdías nada intentándolo?

—Aún nos sigue sorprendiendo todo —mencioné después de que Shane me dejara un beso en la cabeza.

Isabela me recibió en sus brazos y luego Shane se nos unió apretándonos a ambas.

—La fortaleza que ustedes tienen es sorprendente. Que nadie les quite ese amor ¿si? Luchen siempre por ello —nos dijo Isabela para luego soltarse.

Lo mismo hicimos nosotros solo que Shane no soltó mi mano.

—¿Han desayunado? —nos preguntó.

Silencio por parte de los dos.

Con todo lo que había pasado no hubo tiempo para poder hacerlo, ni para llegar a pedir el supuesto delivery.

—Eso es un no —se levantó —Kiara, sabes que no debes saltarte ninguna comida y el desayuno es sumamente importante —detalló para dirigirse a la cocina —Primero desayunaran.

Tanto Shane como yo nos quedamos sentados sin decir algo.

Estaba cansada y otra vez no tenía hambre, pero no podía rechazar a mi amiga, no podía dejar que la falta de apetito me ganara. Debía hacer un esfuerzo.

¿Cómo puedes pensar en comida cuando tienes un asunto que solucionar?

Tranquila. El desayuno debía ser primero.

—Te prometo que todo estará bien —escuché hablar a Shane.

Dirigí mi vista hacia él.

—Sé que podrás terminarte todo lo que Isabela te sirva —me sorprendió que supiera lo que estaba pensando.

No dije nada.

—Vengan —nos pidió mi amiga.

Al acercarnos hacia la mesa, visualicé dos vasos llenos de jugo de papaya con plátano y a su lado iban metidos en una canasta, muchas tostadas.

Me senté y comencé probando el jugo. El sabor no era nada desagradable, pero lo que sentía era como si mi estómago estuviese amarrado y todo quisiera ser devuelto. Fue una pesadilla por mucho tiempo, pero pude conseguir que ello fuera detenido. Tal vez no del todo, porque aún me costaba, pero si me tomaba mi tiempo podía dejar que mi estómago lo aceptase.

Decir que no tenía hambre, era como decir que mi estómago no quería aceptar un alimento.

Estaba en mí pensar que yo podía.

No dejé ni una sola gota de jugo, y me comí dos tostadas. La ración que siempre me pedían.

Ellos sabían que no me gustaba que ese tema sea tocado; es más, sabían que yo detestaba que me felicitaran cuando lo conseguía.

—Me iré a vivir con Shane —solté sin más.

Mi amiga en ese momento escupió el jugo que tenía en su boca.

—¿Qué dijiste? —preguntó limpiándose la boca con una servilleta.

—Será solo un tiempo, hasta que consigamos que nada de esto le afecte —detalló Shane.

—¿Han pensado en Damián? —preguntó Isabela limpiando está vez la zona que había ensuciado.

Mucho más de lo pensado.

El hecho de pensar en él, solo me traía confusión y temor. No me quería imaginar qué pasaría cuando lo vuelva a ver. Sabía que Shane estaría conmigo protegiéndome, pero el solo hecho de pensar que sus miradas solo estarían dirigidas hacia mí, me debilitaba y me volvía torpe.

—Lo enfrentaremos juntos. No tiene por qué ponerse a la defensiva. Kiara está conmigo y él con Alice —confesó Shane.

—Sí, y recuerden que ellos se casarán. No deberían preocuparse tanto —nos sugirió Isabela.

Si mis pensamientos dejaran tanto de pensar, sabría que estaría mal porque yo más que nadie sabía todo lo que él me había dicho, sabía lo que también significaba ello. Lo dijo claramente.

Y podía entender que nada era falso; sin embargo, era el momento exacto para dejar todo sobre mi pasado. Eso incluía a Damián. Me lastimó y lo demostró al no luchar por lo que quería. Estaba más que claro que su familia no me aceptaba.

Yo no podía estar con él. No podía aceptar sus sentimientos.

—Está bien, ya dije lo que tenía que decir, pero solo una cosa más. Él anda algo mal, solo no se separen cuando él esté cerca —pidió mi amiga.

—No planeo hacerlo —declaró Shane.

Isabela asintió con la cabeza.

—¿Tú estás bien? —tenía que preguntarlo.

—Si quieren, puedo dejarlas un momento —intervino Shane.

—No —se negó —Dijiste que no te separarías de Kiara, puedo conversar de esto estando tú presente —contestó Isabela.

Volvimos a sentarnos en el mueble de la sala. Me acomodé cruzando una pierna encima de la otra y dirigí toda mi atención hacia mi amiga.

—Fui a buscarlo. Por un momento creí que no me iba a aceptar e incluso perdí el valor y quise regresar pero justo él salía cuando estaba en ese debate —confesó —Primero quise disculparme por haber actuado distante con él y luego le felicité por su relación con Luisa.

¿Porqué ya no me gustaba el rumbo que iba esta confesión?

Ella soltó una sonrisa triste y enseguida una lágrima resbaló por su mejilla. Su brazo izquierdo fue a limpiar esa zona, pero no pudo detener las demás.

No podía entender su sufrimiento, pero imaginaba que sería frustrante. Saber que pudiste estar con esa persona y que el destino no lo permitió así, porque en realidad tú no quisiste reaccionar a tiempo.

—Es tan doloroso ¿sabes? —su voz salió rota —No pude decirle que lo amaba más que a nadie porque él la ama mucho. Luisa significa mucho para él.

Me levanté de mi sitio y enseguida la enrrollé en mis brazos dejando que ella expulsara todo lo que estaba guardando.

—Para nadie es justo lo que ocurre —Shane comenzó a hablar —Yo estuve toda mi vida enamorado de Kiara y ella solo me veía como un buen amigo. Estoy seguro que para Clear tampoco fue sencillo dejar de amarte.

—¿Cómo es que sabes de quién estamos hablando? —pregunté confusa.

—He visto como ella lo mira. A Josué nunca lo has visto así —detalló dirigiéndose a Isabela para limpiarle las mejillas.

—Josué nunca me interesó —admitió mi amiga.

Hasta que por fin podía admitirlo en voz alta. Tal vez era tarde para aceptarlo, pero a veces uno debe cometer errores para entender.

—Eso también lo sé. Aunque mi amigo anda destrozado, yo diría que él sí estaba enamorado.

Isabela se separó de mí y se dirigió a su baño para lavarse su rostro. Conseguido su objetivo, salió con sus ojos rojos y algo hinchados.

Eso no importaba, en realidad mi amiga era muy bella y eso pasaba desapercibido.

—Solo sé causar falsas ilusiones —se quejó Isabela.

—Por algo eres humana y que te sirva de consuelo. Todos en algún momento hemos cometido torpezas —describió Shane —No todo siempre saldrá como querremos.

Isabela soltó una sonrisa como tratando de animarse más para si misma.

Dando por terminada la conversación, ambos decidimos ir hacia la casa de la familia adoptiva de Shane, mi futura casa. Me preguntaba cómo lo tomarían sus padres, incluyendo a Alice; pero, sobre todo, me preocupaba saber que estaba muy cerca de volver a ver a Damián.

Había decidido luego conversar con el señor que me alquilaba el pequeño departamento e informar que estaría temporalmente viviendo en otro sitio, que podría buscar a otro huésped.

Su carro se detuvo en la enorme casa de la familia Espinoza. Del mismo modo, muchas inseguridades se apoderaron de mí, sabía que cruzar esa puerta, era enfrentar muchos problemas.

¿Qué les diría a sus padres? ¿Qué le diría a Alice?

—Pase lo que pase, yo no te soltaré la mano. De eso puedes estar segura —indicó Shane.

Él sacó las llaves que tenía guardadas en  su bolsillo y de ese modo abrió la puerta. Al ingresar, sabía que lo peor estaba recién por venir. Aún no estaba preparada, pero él al verme, supe que debía darle una respuesta definitiva.

En la sala estaban los padres adoptivos de Shane junto con Alice y Damián. La televisión estaba prendida. Tal y como lo había dicho Isabela, en las noticias Shane y yo salíamos aceptando nuestra relación.

Toda mi vista se volvió roja. Solo vi a Damián acercarse hacia Shane furioso, sus venas en su cuello se le marcaban y el grito de Alice al ver como este le lanzaba un golpe en la cara de su hermano. Rápidamente quise soltarme de su mano, pero Shane no me lo permitió.

Lo peor estaba por aproximarse.

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