Miedo a volver a fallar
Sentí una fuerte luz sobre mi rostro y aunque hubiese querido abrir mis ojos no lograba conseguirlo por lo que intenté movilizarlos un poco para ver si así lo conseguía, finalmente pude ver lo suficiente como para entender que había un cuerpo al frente mío durmiendo.
De ese mismo modo, dicho cuerpo abrió sus ojos visualizándome por unos segundos.
Cuando entendió que había despertado se levantó de golpe para salir y llamar al médico.
¿Cuánto tiempo llevaba dormida? ¿Y qué le pasaba a mi cuerpo? ¿Por qué me sentía tan pesada?
Intenté levantarme de la cama, cuando Isabela regresó al cuarto, pero esta vez acompañada de Clear. Ambos venían corriendo. Eso hizo que me asustara y que volviera a caer acostada.
—¡¿Intentan matarme?! —exclamé sobándome la cabeza.
—Eres tú quien planea matarnos —caminó hacia mi cama para colocar la almohada en la posición correcta —¿Porqué has dejado de alimentarte correctamente?
¿Eso era lo que el doctor les había dicho?
No necesité que me dijeran más, me levanté de la camilla y pisé el suelo para intentar localizar mis zapatos, pero no los hallé.
—Quiero irme —pedí volviendo a mirar a mis amigos.
—Y nos iremos —agregó Clear cogiendo mis zapatos que estaban debajo de la mesita que se hallaba al lado de la puerta.
Él camino hacia mí y me ayudó a colocarme mis zapatos.
—Deja que compre las vitaminas, encárgate de ella —terminó de decir Isabela, dejándonos solos.
Me sentía una inútil.
Te ves como una inútil.
Clear se dirigió hacia la silla donde antes estaba sentada nuestra amiga y seguido a ello, soltó un fuerte respiro.
—Nos iremos ¿verdad? —debía preguntarlo.
—Sí, Kiara. Regresaremos los tres.
Seguí mirando a mi amigo quien se veía sumamente cansado. Sabía que estaba siendo una completa egoísta por no haber pensado en ellos y dejar que poco a poco volviera a enfermarme como un fantasma en el vacío.
—¿Todo bien? —volví a preguntar mientras que me animaba a pararme.
—Creo que eso debería preguntarte yo a ti —respondió ayudándome a dar unos pasos sin caerme.
—Pero yo quiero saber cómo estás.
—Y yo también quiero saber cómo estás tú.
—Clear —dije cerrando mis ojos —Estoy hablando en serio.
Sabía que algo le pasaba, muy a parte de tener el problema de una amiga con problemas alimenticios, estaba segura que había algo más que le preocupaba. Él se quedó en silencio observándome mientras que yo intentaba ver más allá de su mirada, cuando conseguí verificar que había abierto sus labios para articular alguna palabra, no pude escuchar nada porque teníamos a Isabela otra vez con nosotros.
—Listo. Ahora sí podemos irnos —dijo ella para ayudarme también a caminar colocándose en el otro extremo mío.
Salimos del hospital después de escuchar las indicaciones del doctor. Por mis adentros suponía que iríamos a mi departamento; sin embargo, el taxi dio otro rumbo y terminamos en un restaurante.
Era la hora del almuerzo.
Tu hora.
Cuando ingresamos, hallé a una figura sentada en el fondo dándonos señales con su mano derecha, a ella se le veía muy feliz y no me sorprendió que se levantara y caminara hacia nosotros. Lo que sí me sorprendió, fue que se dirigiera de frente, hacia los brazos de mi amigo y que él la recibiera con un fuerte apretón.
Lo siguiente sí me dejó más que sorprendida, lentamente pude ver cómo ella fue se ponía de puntillas para alcanzar a Clear y robarle un pequeño beso. Por el otro lado vi como mi amigo le correspondía.
¿Pero qué había pasado mientras yo dormía?
—Pidamos la comida —la voz de Isabela me hizo recordar que ella también estaba con nosotros.
Caminé hacia la mesa de donde aquella muchacha había salido y me senté en uno de los asientos. Isabela se acomodó a mi lado y la nueva pareja también nos acompañó.
—Me alegra que estés bien, Kiara. Por cierto, yo soy Luisa.
En cuanto ella empezó a decir toda su vida vi cómo los trabajadores traían nuestros alimentos, enseguida dejé de escuchar lo que Luisa decía mientras que me debatía en una pelea mental. Mis pensamientos fueron detenidos cuando un golpe pequeño en mi pie me hizo darme cuenta de que me estaba delatando. Isabela se había dado cuenta de que algo no iba bien conmigo.
—Clear me dijo que trabajas en una cafetería —volví a observarla —Supongo que pedirás descanso en tu trabajo —escuché seguir hablando a Luisa que por un momento llegó a desesperarme.
—Estoy bien.
No quería seguir hablando sobre cómo me sentía por ello fui demasiado cortante. Quería que de una vez ella se callara o que se dejara de hablar sobre mi salud.
¿Qué pretendían que hiciera sola en mi departamento?
No me gustaba estar encerrada, años atrás lo estuve y eso solo me ocasionó estrés, ansiedad y claustrofobia. No podía volver a estar en esa misma situación.
Todos sabían la explicación a mi temor y sabía que no me dejarían, todos menos Luisa, pero por influencia social, ella no volvió a insistir.
Antes solía dejar la puerta abierta de mi habitación y la luz encendida mientras que Isabela me sobaba la cabeza para conciliar el sueño. Eso había cambiado, podía dormir con la luz apagada, más mi puerta debía estar abierta.
Le di una bocanada a mi plato y comencé a masticar sin pensar en las consecuencias, solo mastiqué y lo seguí haciendo ignorando las miradas que trataban pasar desapercibidas. Hice el esfuerzo sobrehumano de terminarme todo el plato. Sentía temor el poder fallar.
Cuando ya todos habíamos culminado y al parecer todos habían disfrutado sus alimentos. Lastima que yo no estaba dentro de ese grupo. Decidimos irnos para mi departamento en el auto de Clear mientras que solo escuchábamos las cosas que Luisa decía en todo el camino. No había quién pudiera callarla.
—Te quedarás con ella ¿cierto? —preguntó Clear en un susurro que pude llegar a escuchar.
—Nos dejarás solas otra vez ¿no? —atacó Isabela en voz alta.
—Debo llevarla a su casa.
—Y Kiara, nos necesita. ¿Te has puesto a pensar en eso? Deja de ignorar lo que está bien claro, Clear.
No podía con ello. No podía seguir siendo una carga y más cuando ellos tomaban como prioridad mi enfermedad y me hacían sentirme de ese modo. Me había comido todo ese bendito plato y eso seguía siendo mal para ellos.
Apagué lo que estaba mirando y me dirigí hacia ellos.
—Puedo cuidarme sola. No necesito que se queden conmigo.
—No, si el problema es... —intentó hablar Luisa.
—Quiero que se vayan.
Hubo silencio por parte de ellos. A esas alturas ya no quería la compañía de nadie, me bastaba con estar conmigo misma para seguir intentándolo. Aproveché esa inseguridad que se había originado en ellos y me encaminé para mi habitación.
Hubo un tiempo en el que amaba tener un espacio para mí, en el que estar sola en casa era tranquilidad, pero eso terminó cuando me obligaron a mantenerme despierta todas las noches por temor, cuando ella viajaba y debía quedarme sola con él.
Podía sobrevivir otra vez. Podía sobrevivir a estar sola.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta cerrarse. Ellos habían aceptado mis palabras. Caminé hacia mi cama y me metí en ella, tapé todo mi cuerpo y me obligué a pensar que todo estaría bien.
Como todos los malditos días.
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