Mi historia

—¿Te sientes mejor? —preguntó Clear extendiendome un vaso con agua.

Me mantuve en silencio mirando un punto fijo del suelo.

Mi amigo se quedó observándome por unos largos segundos. Aunque no me viera, sabía que tenía el rostro hecho un desastre. Me tomé el agua de un solo trago y volví a bajar la vista para jugar con mis dedos después de haber dejado el vaso en la mesita pequeña de mi sala.

Volví otra vez a ser esa pequeña insegura con temores y eso solo sabía traerme malos recuerdos.

Clear suspiró y volvió a envolverme en sus brazos.

No era la primera vez que él presenciaba mi inestabilidad y odiaba que fuera así. No por el hecho de que no me gustara que me viera débil e indefensa, sino porque no era la única persona con problemas y no quería agregar más peso a la carga, mucho menos cuando esto reflejaba que no había mejorado ni un poco.

Necesitaba estar en silencio y tener un momento para mí sola y agradecí mentalmente que Clear lo hiciera. Amé que no se fuera, pero sí que se mantuviera callado. Sentía ese vacío que por muchos años nada conseguía llenarlo; es más, algo dentro de mí temía que otra vez esas manías regresaran con fuerza a destruirme. Eso sería lo último que haría, aunque mi cuerpo me rogaba que fuera arrastrada a ello y los nervios solo sabían asustarme.

Escuchamos que llamaron a la puerta y Clear se dirigió a abrir.

—Lamento no haber respondido tu llamada Kiara —intervino Isabela apareciendo delante mío agitada.

Se notaba que había corrido sin detenerse.

—Yo lamento ser débil —agregué sabiendo que era cierto.

—No —caminó hacia mi dirección, Isabela.

Clear se paró para darle espacio.

—Tú no eres débil. Solo has tenido un tropiezo en el que pudiste salir y que estoy más que segura que no volverás ahí otra vez. Eso no te hace débil. Débil es que vuelvas a caer en ello —pidió Isabela sobándome la cabeza como forma de consuelo.

Un tropiezo y una marca que vivirá siempre conmigo.

Mi amiga se paró y levantando las bolsas que traía consigo, me ayudó a ponerme de pie.

—Fui a comprar unas películas, tostaremos palomitas, prepararemos refresco y por supuesto que traje conmigo mucho chocolate —. informó Isabela con una gigante sonrisa.

Se escuchó la sonrisa de Clear a nuestras espaldas.

—Me siento algo celoso ahora —habló él acercándose otra vez.

—El hecho de estar con nosotras, es un honor para ti. Vamos —indicó Isabela.

Dejé que ellos se adueñaran de mi cocina mientras que yo aprovechaba para llamar a mi jefe e inventar una excusa por motivo de haber faltado al trabajo. Cuando comprendí que tenía un problema menos me dirigí a poner mi celular a cargar y me cambié de ropa a una más cómoda.

Si quería asegurarme de que todo estuviera bien, debía eliminar todo lo que me trajera a esos años de perdición; entre ellos, era necesario cambiar todo de Damián en mi vida, necesitaba hacerlo cuanto antes. Fui por aquella caja que tenía guardada debajo de mi cama y saqué toda variedad de fotos que tenía con mi ex novio; busqué esas cartas que muchas veces, me sacó suspiros para juntarlas con las fotos que ya no me iban a servir, seguido a ello, las ubiqué en el tacho de basura. Al día siguiente el basurero se encargaría de desaparecer cada cosa que me hacía recordar a él.

Eso fue lo que hice con todo lo que me relacionaba a esa familia.

—Es lo mejor. Verás que pronto lo conseguirás y que todo esfuerzo, valió la pena —. intervino Isabela señalándome la bolsa que había traído consigo.

Giré mis talones y me apoyé sobre mis rodillas para facilitarme la búsqueda de los vídeos que mi amiga había comprado. Al parecer Isabela intentaba eliminar toda existencia de amor de mi vista, pues todas eran de terror.

—De lujo, ya se me antojaba ver de este género. —escuché la voz de Clear a mi lado.

—El conjuro, La noche del demonio, Annabelle, Posesión infernal, ¿acaso planeas una maratón de películas de terror? —pregunté viendo todas las películas que tenía en mi mano.

—Acepta que es muy buena idea —. dijo Isabela, metiéndose palomitas a la boca.

—¡La noche del demonio! ¡Esa veremos! —exclamó Clear cogiendo el control que estaba tirado en el mueble. 

—Siéntate, Kiara. Pondré la película —contestó Isabela.

Clear jaló de mi brazo consiguiendo que caiga a su lado. Isabela se sentó al otro extremo y fue así como dimos inicio a la maratón.

Si tan solo ellos hubieran sabido que no solo estaba así por Damián, todo hubiera cambiado, pero sabía que decirles el resto solo traería problemas, porque ellos imaginaban que yo estaba totalmente recuperada y eso era lo que yo también intentaba hacerme creer, pero les advertí que no era perfecta y que también sabía mentir. Cuando esas figuras que siempre vivían en mi cabeza me torturaban, hacían creerme que con ellas estaba bien y que solo ellas me comprendían, porque el resto solo sabía decirme que me estaba acercando a mi propia destrucción.

Nos quedamos hasta las tres de la madrugada viendo todas las películas que alcanzaron en ese tiempo.

Por más que intenté enfocarme en la película, mi mente me traicionaba y por un segundo el terror volvió a invadirme. No estaba estable y a pesar de ello, no lo quería aceptar.

No sé cómo lo conseguí, pero mis ojos lograron cerrarse, más el sonido de mi alarma hizo que enseguida se escucharan las quejas de mis amigos.

—Apaga esa bendita cosa —. habló Clear tapándose los ojos con sus manos.

—Es la alarma —. declaré intentando abrir mis ojos.

—Solo apaga esa cosa, Kiara —pidió Isabela entre quejidos.

Abrí y cerré mis ojos tratando de despertar por completo.

Me deshice de las sábanas que me tapaban y también de la pierna de Clear que estaba encima mío para luego levantarme de donde estaba acostada hallando a Isabela dormida en el suelo.

—¡Calla esa cosa! —gritó Isabela tirando una almohada sobre mi alarma.

A pesar de estar en mal estado, en medio de todo ese alboroto, mostré una sonrisa cálida puesta en mis dos amigos. Sonreí por tener a alguien por quien esforzarme.

Usé toda mi fuerza para empujar a Clear fuera del mueble haciendo que cayera encima de Isabela y conseguir que así ambos despertaran.

—Pero qué rayos —abrió los ojos espantada Isabela.

—¡Lo siento! —exclamó Clear levantándose rápido de dónde había caído.

Apague la alarma que aún seguía sonando viendo cómo los dos se levantaban torpemente.

—En ese armario hay ropa para ambos —. señalé el guardarropa que tenía en mi sala—. Pueden tomar un baño antes, les ayudará —sugerí.

Caminé hacia mi habitación para arreglar la imagen que tenía sin antes no asearme. Opté por una blusa blanca, un pantalón plomo a cuadros y unas sandalias negras. Estando ya lista, me miré por última vez al espejo y escaneé cada parte de mi rostro, pasé mi vista por los lunares que decoraban mi mejilla izquierda, mis labios, el cerquillo que cubría una parte de mi frente y último caí en mis ojos.

—Ya estamos listos —habló Isabela apoyada en mi puerta, observándome.

Ella había cogido un vestido oscuro que le quedaba encima de las rodillas, era uno que hace años había dejado de usar, pero que definitivamente le quedaba mejor a ella. Adicional se volvió a poner sus mismos tacones.

—Ya sabes. A partir de hoy, tienes nuevas prioridades —indicó mi amiga.

Asentí con la cabeza.

—Así está mejor. Salgamos que Clear se volverá loco estando solo. —sugirió ella tomando su bolsa de mano.

Sonreí.

—Vamos —afirmé.

"Tu vida debe continuar y eso debe hacerse a pesar de haber tenido experiencias malas. Estoy segura que el tiempo no te va a esperar, y debes saber que cuando te des cuenta, sabrás que lo has perdido. Depende de ti buscar nuevas oportunidades y si quieres salir de este caos, necesitas aceptar que tienes un problema y aprender a decir adiós a tu pasado. Juntas nos vamos a plantear nuevas metas y que esa sea nuestra prioridad, alcanzar lo que realmente queremos. Hallar tu motivo de vida. Busca tu felicidad querida."

Todo eso lo aprendí de mi terapista y en su momento me obligué a memorizar esas palabras para repetírmelas siempre, porque era lo que me ayudaba a permanecer de pie.

No podía seguir enjaulada en la ruptura que tuve con mi primer amor.

Yo estuve ahí en muchas oportunidades. Era horrible ver como todos te veían que poco a poco te ibas destruyendo y que a pesar de que tú no lo aceptabas, sabías que en realidad sí estabas mal.

Que las horas de estar tirada en cama, valieran más que los momentos de salidas con tus amigos, que dejar que tu parte humana desapareciera, doliera más que los mismos golpes.

Preferir dejar de lado la comida, porque temías que comerla te lastimara.

Tenía adelante muchas cosas que se me acercaban, como también muchos problemas que estaba a punto de volver a despertar, pero muy a pesar de ello, estaba mi yo irrealista que me repetía todos los días que todo estaba bien y del mismo modo, estaban esas voces en mi mente que me lo contradecían.

El amor era una de las cosas que más había disfrutado, pero que también era uno de esos sentimientos que más dolor me había causado y que por ende, yo también lastimaría pero realmente quería enamorarme de la persona indicada y amarlo con locura. Lejos de la enfermedad que siempre me acompañó, quería darle toda mi sanidad.

Bienvenidos al intento de vida normal que una chica ordinaria luce en el fondo de una vida anormal. Alguien con problemas emocionales y trastornos alimenticios. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top