Mentirosa
En cuanto sus labios tocaron los míos perdí la fuerza para poder separarlo de mí. Sabía que debía hacerlo pero no podía controlar aquellas emociones que siempre surgían cada vez que lo tenía cerca. Era un completo caos por no ser valiente y detener lo que tanto me hacía daño.
Lo amaba más que a nadie y extrañaba poder darnos un beso sin que la culpabilidad me hiciera sentir tonta. Solo poder disfrutar de un beso como antes.
Porque sabía que no estaba bien. Nada estaba bien.
Me permití disfrutar de unos pocos segundos cuando detuve el beso empujándolo, mientras que mi cabeza estaba agachada mirando hacia el piso.
—Hazme un favor y por lo que más quieras... —alcé mi rostro para observarle —No vuelvas a hacer eso.
Dicho ello empecé a caminar alejándome por completo agradeciendo de que Damián no me siguiera.
Caminé visualizando la pista que tenía en frente, todo iba recto pero con un destino único.
Volver a refugiarme en mis penas manteniéndome ocupada.
No podía con tantos acontecimientos, no podía ni si quiera calmar a mi corazón que luchaba desesperado por correr otra vez hacia su otra mitad. Me dolía el solo pensar en sus palabras.
Cuando me fijé que estaba súper cerca de la cafetería rogué para mis adentros que Alice no siguiera ahí. No podría aguantar verla después de lo que había sucedido con Damián, más grande fue mi alivio al solo ver a Mina observando tras la ventana.
—¿Cómo te fue? —me preguntó en cuanto crucé la entrada.
¿Qué cómo me fue? Tenía hasta para poder escribir un libro de puras desgracias que ocurrían en mi vida.
—Si Damián regresa lo atenderás tú, no puedo volver a verlo.
—Si pasó algo, ¿verdad?
—Pasó que solo soy un desastre Mina. Un desastre por amar a alguien cuando no debería hacerlo.
No ganaba nada negando lo que era cierto y menos ocultándoselo a Mina cuando era seguro que ella se iba a terminar enterando.
Las horas transcurrieron como debían, solo dejé que mi mente se centrara en ello, en las labores que tenía. Quería cuanto antes retirarme a casa y darme un baño de agua caliente para luego meterme en mi cama. Era de ese único modo en que se acabaría ese día detestable.
Me despedí de todos y me apresuré a tomar un taxi cuando un auto que se hallaba estacionado en la esquina me llamó la atención. Vi cómo la ventana se resbalaba hacia abajo y enseguida la visualicé a ella.
Alice.
Me mostró la misma sonrisa perfecta que tenía y me pidió que me acercara hacia donde estaba ella con un gesto realizado con su mano.
—Hola —le saludé tratando de no sonar nerviosa.
—¿Tienes tiempo?
Debería ir a mi casa ahora mismo.
—Estaba por ir a mi departamento.
Vi cómo ella jugueteaba con sus manos como tratando de pedirme algo.
—Pero en realidad no tengo nada que hacer.
Esta vez ella dejó sus manos en paz y alzó su rostro para observarme.
—¿Puedo ir a tu departamento contigo y pasar la noche ahí?
Me quedé en silencio procesando lo que me acababa de decir.
—¿Cómo?
—No quiero ir a casa.
¿Así sin más? ¿Y tenía que escogerme justamente a mí?
—Hoy ha sido un día de muchas emociones y sé que mis padres me matarán pero... —volvió a tocarse las manos para jugar con ellas —Solo por hoy, por favor.
No sé si habría sido porque sabía que algo no andaba bien con Alice o solo por el simple hecho de que por una extraña razón a ella no podía negarle algo, pero llegué a hacer lo que me pedía. Llegué a traerla a mi casa.
—¿Estás bien? —le pregunté en cuanto terminó de secarse su cabello con la secadora.
Alice dejó la secadora en el sitio en donde lo había encontrado y se tumbó en uno de los muebles de la sala.
—Es cansado ¿sabes?
—¿Qué es cansado?
—Todo —se levantó de un salto —Es cansado aparentar que todo está bien cuando en realidad no lo está.
Sí, yo lo sabía.
Aparentar algo que no era.
—Ya sé lo que estás pensando —me interrumpió mis pensamientos —Que todo en mi vida es perfecto.
¿Lo era?
Siempre había pensado que todos llevaban una vida mejor que la mía.
Sin embargo, también admiraba verla sonreír a todo el mundo. Había que tener fortaleza para ser agradable con todas las personas.
—En realidad no lo había pensado.
Pero tampoco me imaginé que estuviese cansada.
—Dime Kiara —caminó hacia mí —¿Eres la ex de Damián, verdad?
No pude articular ni una sola palabra. Mi mente solo podía pensar en aquel beso que Damián y yo nos habíamos dado aún sabiendo que él mantenía una relación con Alice. Solo podía pensar en ese mismo nombre que sabía que siempre me perseguiría.
Y lo peor es que me dolía seguir sintiendo cuando no tenía que ser así. No podía seguir amando a Damián.
Al no decir nada ella se volvió a lanzar sobre el mueble.
—He visto cómo se miran.
—Espera —obligué a mi voz soltar unas palabras antes de que las de ella siguieran afectándome —Es cierto que estuve con Damián en un pasado pero tú eres su presente ahora.
Vi cómo ella miraba hacia el suelo sin responder a mi comentario.
—Tú lo amas.
—¿Acaso no escuchaste que te dije que fue en un pasado?
—Entonces dime que no lo amas —pidió esta vez mirándome directamente a los ojos.
Mis palabras volvieron a ser atascadas confirmando lo que Alice había dicho con seguridad.
No podía seguir negando algo que ni si quiera podía ocultar porque estaba más que claro que Damián había sido mi pasado y seguía también en mi presente. O quizá yo estaba en el presente de él y Alice.
—Eres pésima mintiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top