Me encantaría estar enamorado de ti
Una fuerte luz, hizo que me viera obligada a abrir mis ojos. Aún no había recuperado el sueño por completo, aún seguía sintiendo el cansancio de no haber dormido toda la noche y por ello, ya estaba odiando haber despertado. Algo que me aliviaba era saber que no tenía clases, así que podía dormir un poco más pero el sonido del timbre causó otra vez fastidio en mí.
Hice un esfuerzo por salir de la cama y recibir a la persona que estaba afuera.
Tenía la esperanza de que fuera Isabela, no habíamos vuelto a hablar desde la discusión que habíamos tenido y honestamente extrañaba su compañía. Aún no podía entender el porqué de su molestia con que fuera cercana a Shane. Era necesario conversar.
Abrí la puerta y claramente mi sorpresa se vio reflejada en mi rostro.
No entendía nada. ¿Acaso él lo hacía para molestarme?
¿Qué era lo gracioso que veía en todo?
—Te veo sorprendida —habló Damián con total naturalidad.
—¿Qué haces aquí? —pregunté sin ocultar la molestia en mi voz.
—De acuerdo, no esperaba que me recibieras bien, pero por lo menos si pensaba que ya estarías vestida —señaló mi atuendo.
—¿Acaso eso importa? Estoy en mi casa —resalté con firmeza que era mi hogar haciéndole dar cuenta que él no debía estar ahí.
Por el silencio que guardó supe que lo había captado.
—¿Me dirás a qué viniste? —pregunté otra vez.
—Alice me pidió que te invitara a su fiesta de cumpleaños —respondió entregándome una caja que llevaba cargando en sus manos.
Fijé mi vista en la caja que ahora cargaba yo ignorando lo que había dicho apenas unos segundos antes.
—Es un regalo de ella —volvió a hablar tras ver mi confusión e intentó caminar con la intención de irse, pero fui más rápida y lo detuve.
Con una de mis manos me atreví a tomar su brazo deteniéndolo, pero al darme cuenta de lo que había hecho lo solté.
—Lo siento, yo... —volví a callarme sin saber qué más decir.
Damián también guardó silencio mientras que solo se mantenía observándome, luego de ello él sonrió permitiéndome ver aquellos hoyuelos que amaba.
—Sigues siendo la misma de siempre —informó y con ello caminó en dirección contraria a mi casa.
Tenía que desaparecer. ¿Porqué todo se convertía cada vez más complicado? ¿Cómo mi corazón podía latir de esa manera por el de alguien que ya no lo hacía?
—¿De qué me perdí? —escuché la voz de Shane despertándome de mis pensamientos.
Puse mis ojos en él y caminé en su dirección para abrazarlo tras haber soltado la caja que me habían entregado.
—Pasa algo ¿cierto?—me preguntó apretándome contra él.
No quise responder; sin embargo, nos permití seguir abrazados unos minutos más. Solo deseaba unos pequeños minutos para volver a reconstruirme.
—No pasa nada —dije soltándolo.
Me agaché para recoger la caja que había tirado, por suerte estaba bien forrada.
Tomé la mano de mi amigo y lo guie hacia dentro de mi departamento.
—Puedes hacer lo que quieras, iré a cambiarme —mencioné subiendo las escaleras.
Estando en mi cuarto dejé la caja que Damián me había dado sobre mi cama, después cogí una toalla y me adentré al baño para asearme.
Se suponía que había decidido no hacer nada más que estar tirada en mi cama durmiendo y luego irme a trabajar, pero ya se me habían quitado los deseos incluso para ello.
Era mejor tener la compañía de Shane. Mucho mejor que estar pensando todo el día en Damián.
Opté por usar un pantalón suelto de tela negra con una camiseta a cuadros de color azul. Algo cómodo que me permitiera movilizarme para atender a los clientes.
Estaba amarrándome los pasadores de mis zapatillas blancas cuando escuché la puerta sonar de mi habitación.
—Puedes pasar —dije soltando la toalla que tenía sujetada a mi cabello.
Shane ingresó y se sentó en mi cama, no sin antes haber tomado la caja que estaba posada ahí.
—¿Qué es?
—Un regalo de tu hermana.
—¿Alice?
Asentí mientras que comenzaba a desenredarme el cabello.
—¿Quieres que salgamos para darle celos? —me preguntó sonriente.
—Si no te conociera diría que lo dices en serio —respondí observándolo a través del espejo.
Me volteé con la intención de sentarme a su costado. Tomé la caja para analizarla por fuera. Tenía mucha curiosidad por saber qué había dentro, pero tampoco me atrevía a hacerlo. Por lo menos no todavía.
—Alice cree que eres más que una amiga para mí —lo escuché decir.
Dejé la caja otra vez en el mismo lugar y dirigí mis ojos hacia él atentamente.
No sabía porqué nunca había podido ver a Shane de otra forma a como siempre solía verlo.
Él era lo que toda muchacha deseaba; atento, buen estudiante, sus padres eran grandes empresarios y él nunca dependió de ellos. Por lo menos eso era lo que todos podían ver por fuera.
Sin embargo, yo sabía el porqué nunca podíamos vernos como algo más que buenas compañías. Nos conocíamos más de lo que pensábamos y sabíamos más de lo que queríamos creer. Aquella inestabilidad que creímos haber dejado en el pasado.
Él sabía que yo aún seguía con mi lucha diaria de hacer creer a los demás que todo iba bien y yo sabía que él aún luchaba por parecer estar bien.
No había amor en ello.
—¿Tú qué le respondiste?
—Que me encantaría estar enamorado de ti.
Nos quedamos observando por más de un minuto cuando fue él quien cambió su mirada hacia el techo de mi cuarto.
Nuestra conversación había llegado hasta ahí. Ni él dijo algo más, ni yo quise preguntar por más.
Si tan solo hubiésemos sabido comprender lo que podíamos sentir realmente.
—Isabela dejó de hablarte por mí —habló Shane metiéndose una tajada de mango a la boca.
—¿Cómo es que tú... ? —no pude continuar de hablar porque Shane arrastró la silla muy de repente y se levantó.
Copié sus acciones y me levanté siguiéndole.
—No deberías intervenir —le pedí cogiendo su brazo
—Créeme cuando te digo que puedo solucionarlo —afirmó seguro.
Él salió de mi departamento dejándome más confundida de lo que ya estaba.
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