Los truenos me trajeron a Shane

¿A quién engañaba?

¿Por qué justo en ese momento debía haber truenos?

Estaba sentada sobre mi cama, envuelta completamente con toda mi sábana mientras que mi cuerpo temblaba a más no poder.

Le tenía miedo.

Le tenía miedo a recordar lo que había pasado años atrás.

Tenía miedo revivir esos momentos y no poder salir otra vez de ellos.

Tenía miedo a los truenos.

Fijé mi vista hacia el pasadizo que daba con mi sala, había dejado las luces encendidas y la puerta abierta. Sabía que debía pararme y refugiarme en mi mueble viendo unas películas.

Sí, eso debía hacer hasta que todo pasase.

Pensaba, seguía pensando y volvía a pensar, pero tenía un terrible miedo que no permitía que pudiera movilizar a mi cuerpo. 

A ese paso solo terminaría desmayada.

Otro trueno se volvió a escuchar y mis ojos se abrieron mucho más. Estaba entrando en pánico. Empecé a sobar mis piernas para intentar calentarlas y permitirme así poder moverme. Me animé a movilizarme hacia el extremo de la cama, saqué mis pies dando movimientos lentos, me puse las pantuflas y me estabilicé sobre mis dos piernas. Sentía que la respiración se me iba, que respiraba con mucha dificultad y; aun así, necesitaba salir de ahí.

Di unos cuantos pasos, cuando desde afuera se escuchó unos golpes fuertes provenientes de mi puerta. Eso fue suficiente para alarmarme; sin embargo, solo escuchar su voz me tranquilizó. Solo escucharlo hablar me alivió. Lo había extrañado un montón y no me animaba a preguntar por él porque no estaba segura si hacerlo era lo correcto.

Había huido de Damián pero también había huido de él. 

—¡Kiara! ¡Sé que estás ahí! ¡Soy yo, Shane! ¡Ábreme la puerta! 

No necesité seguir escuchando más. Sin pensarlo, corrí hacia la puerta y en el intento, me di muchos tropiezos con leves golpes en mis piernas, pero llegué a conseguir mi objetivo.

El aire dio sobre mi cara y a su vez, unos brazos me sujetaron fuerte. Hice lo mismo y me permití llorar. Él no decía nada, solo me tenía sujeta e intentaba peinar mi cabello.

Me cargó en sus brazos y nos recostamos juntos sobre el sofá, yo encima de él. Así nos pasamos varios minutos en silencio, hasta que por fin pude calmarme. No me bajé de sus piernas, primero porque él no me lo permitió y segundo, porque tampoco yo lo deseaba.

Me sentía segura en sus brazos. 

—Lamento que tengas que sufrir tanto. Si tan solo yo pudiera hacer algo para aliviar todos tus dolores, créeme que lo haría.

—Haces mucho, Shane.

—Pero no lo suficiente. 

Miré hacia el vacío de la pared y volví a recostarme sobre su pecho.

Sentí los latidos de su corazón correr desesperados. Me daba pena saber que él amara a un ser tan inútil como yo. Shane se merecía algo mejor y estaba muy segura que él podía conseguirlo. 

—Solo quiero que sepas que soy lo que soy gracias a ti.

Se quedó callado y no me importó que no me respondiera. Intentaba calmar el espacio lejano que había creado entre nosotros.

Tenía mis ojos abiertos al igual que los de él. Mi sala se volvió tan silenciosa que solo se escuchaba los ladridos de algunos perros callejeros y de algunos carros.

—Eres increíble, Kiara —me animé a observarlo —Realmente te admiro.

Me quedé unos minutos detallando su rostro. Me dejé hipnotizar por sus ojos marrones, mientras que mi mano derecha tocaba su mejilla dejando caricias en él. 

—Gracias por venir.

—Siempre acudiré a ti, Kiara. 

Seguí bajando mi mano hasta llegar a sus labios. Aquellos labios que habían besado los míos. Alejé mi mano y volví a mirarlo; él tenía una expresión seria, su mirada era penetrante, como si quisiera atravesar los muros que yo había creado y luego dirigió su vista también a mis labios. Lo mismo hice yo.

Cuando reconocí lo que estaba pasando, decidí bajarme de su encima para calmar la atmósfera que habíamos creado. 

—Lo siento.

—¿Porqué?

—Por ser una completa tonta cuando estoy contigo. Por no saber tratar bien a tus sentimientos.

—El enamorado soy yo, no es tu culpa.

—Pero es que no puedo evitar sentirme... 

Me callé al descubrir lo que estaba a punto de decir. 

—¿Sentirte mal por no corresponderme?

Lo observé desde mi posición sin poder ordenar mis pensamientos correctamente.

—Sentirme nerviosa con tu presencia. 

Esta vez fue turno de Shane para quedarse callado y ordenar sus ideas. Estaba muy segura que se hallaba pensando en que era la chica más complicada que él había podido conocer. Alguien que ni si quiera sabía identificar qué era lo que sentía. 

Me siguió mirando en silencio.

Su respuesta fue un silencio, un silencio que no duró mucho tiempo, debido a que esta vez fui yo quien se atrevió a romper lo que intenté proteger tanto.

Caminé hacia su dirección decidida, si luego iba a arrepentirme eso no me importaría. Quería saber qué era lo que sucedía conmigo y anhelaba mucho por hacer ello desde hace muchos días atrás. Quería volver a sentirle. Jalé de su camisa consiguiendo que se agachara y así presionar mis labios sobre los de él. A inicios Shane no me respondió y eso me molestó. Hice que mis labios danzaran de una manera lenta y del mismo modo, dirigí mis manos hacia su cabeza para jugar con sus cabellos y así poder acercarlo más a mí. Sabía que era una locura, pero una locura que comenzaba a disfrutar.  

Una sonrisa se extendió sobre mis labios cuando por fin sentí que él también me respondía.

—Rayos, Kiara. Voy a enloquecer.

Me presionó la cintura con una de sus manos y con la otra alejó una parte de mi cabello para después apegarme contra la pared que estaba atrás de nosotros. Siguió besándome mientras que aquella mano que estaba en mi cabello la puso sobre la pared dándome un pequeño espacio y no sentirme tan aprisionada. Al cabo de unos minutos se separó de mí y me abrazó sin soltarme. 

—No quiero pensar que todo eso fue un sueño. 

Subí mi mano a su cabeza y empecé a sobarle delicadamente. 

—No lo fue Shane. Nos acabamos de besar.

Dicho ello sentí que él me dejó un beso en mi cabeza. 

Esa noche solo nos abstuvimos a estar acostados en mi cama, yo en sus brazos de él y disfrutar del preciso momento que estábamos teniendo. No existía nada más. Solo él y yo tratando de entender los fuertes sentimientos que comenzaban a surgir. 

—Debo confesarte algo.

—Dime.

—Rechacé a Damián.

Silencio.

—También debo confesarte algo.  

Me levanté para enfrentarlo y del mismo modo en que yo me levanté, él hizo lo mismo. Nos teníamos uno frente del otro.

—Le dije que te amaba.  

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