La boda/parte2
—Es el colmo que permitan que esta muchacha ande con su hijo Shane. No saben el error que están cometiendo —escuché la voz amarga de esa mujer hablar con suficiente desprecio hacia mí.
—Para ti Kiara siempre fue un error madre —la voz de Damián también se oyó —Pero el hecho de que no desee casarme con Alice no tiene nada que ver con ella —Damián caminó posicionandose delante de su progenitora —Entiende que no es lo que quiero.
Otra vez se sintieron los flashes sobre nosotros y comencé a sentir la presión de ser el centro de atención; sin embargo, la mano de mi novio no me soltó en ningún momento y eso me quitó las inseguridades de colapsar en mis más grandes miedos.
Le tenía a él. Ya no había porqué temer.
Por ello es que yo sabía que seguir callada no era lo correcto. También tenía que defender a Shane y protegerlo así como él lo hacía conmigo. Tenía que demostrar a todos cuánto lo amaba y la gran importancia que él tenía en mi vida.
—Tú nunca entendiste que todo lo hacía por tu bien —visualicé en los ojos de aquella mujer que se aproximaba lo peor —Alice es la compañera perfecta para ti no una enferma que sufre de anorexia y bulimia.
Dolió ver cómo ella pronunciaba esas palabras porque era cierto. Era un desastre que estaba hundida en la miseria y que nunca pudo encontrar su salvación porque solo sabían tacharla como una enferma que todo lo que tocaba dañaba. Pero lo que más me dolió fue ver a Damián caer al suelo y golpear su mano contra el suelo en una desesperación inexplicable.
Si alguien no lo sacaba de aquel ambiente inestable él también terminaría mal.
—Detente por favor mamá —se escuchó la voz rota de Damián —No sigas.
Aún así ella no se compadeció del estado en que su hijo había llegado. Podía por fin comprender el sentimiento de dolor que Damián había experimentado todas las veces en que él tuvo que cargar solo para complacer a su madre. Definitivamente a ella no le importaba nada.
No supe de dónde saqué ese arranque de valentía pero me solté de la mano de Shane y caminé hacia Damián.
—Esta bien Damián. Tranquilo —le ayudé a levantarse.
Él se dejó guiar por mí y permitió que le limpiara la sangre que provenía de sus nudillos con un pañuelo que cargaba conmigo.
—Lo siento —le escuchamos disculparse.
—No te disculpes por algo que tú no has hecho.
—Y que tampoco debería de hacer —la voz autoritaria de esa mujer se volvió a oír.
Giré mis talones de una vez para enfrentar a uno de mis más grandes temores. Desde la distancia identifiqué la furia que provenían de sus ojos. Me odiaba a más no poder.
Volví a observar pero esta vez hacia la persona que nunca dudó de mí. Vi al hombre que amaba y me adentré en aquellos ojos que brillaban con tanta intensidad y que solo me veían a mí. Mi corazón dejó de temer y se ablandó llenándose de mucha fuerza y coraje.
Reconocí el sentimiento de amor con el que no sólo él me había reparado, si no con el que todos me habían llenado y me habían hecho creer que yo era más que una enfermedad.
Los amaba. Los amaba demasiado. Todos ellos habían dicho mi nombre sin dudar y para hacerme entender que yo era amor.
Eso era suficiente.
—Sí, señora. Todo lo que dice es cierto pero sabe algo, yo no he vuelto a recaer —desafié con mi mirada —Deje de mirar donde nadie le pide que se involucre. Mi vida a usted no le interesa.
—En eso tienes razón, pero lastimosamente debo lidiar con que a mi hijo sí le interesa la tuya y debo terminar con eso ya.
Di un respiro hondo y me atreví a decir lo que mucho tiempo me negué a aceptar.
—Él está enamorado. No hay nada malo en amar.
—Es una burla. Damián sufrió al enamorarse de ti.
—No fue mi culpa y usted lo sabe.
Como respuesta ella guardó silencio haciéndonos saber que reconocía que parte de su plan era separarnos y que lo había conseguido pero que eso había lastimado a su hijo.
—Todos continúan lastimando a mi hijo porque incluso Alice no desea casarse con él.
Se oyó las pisadas de unos tacones que se acercaban y que yo sabía bien de quiénes eran.
—Los que más lastiman aquí son ustedes al creer que por cumplir lo que ustedes quieren estaremos bien —Alice hizo aparición y yo me permití volver a respirar —La prensa debe saber que la realidad es que hay muchas cosas que no están bien.
Se sentía bien saber que soltar todo lo que era frustrante liberaba nuestra alma. Y es que así poco a poco todos comenzaban a descubrir que eran dueños de sus propias vidas y que ella consistía en aprender y equivocarse. Debía ser así.
Comenzaba a disfrutar sabiendo que estaba donde pertenecía. Tenía a las personas más grandiosas conmigo y eso me era suficiente. Tal vez no tenía una familia, ni tuve la oportunidad de tener a la verdadera conmigo; sin embargo, esa pequeña Kiara que siempre sufrió en un pasado, me lo agradecía. Me mostraba una sonrisa, porque por fin había sentido el sentimiento de unión y calidez. Una semejante al de una familia.
Por fin también comenzaba a ser libre de sus miedos.
—Lo siento —escuchamos al padre de Alice y Shane disculparse después de soltar un fuerte suspiro—Creo que todos estamos de acuerdo con que solo queríamos lo mejor para ustedes —hubo unos segundos de silencio —Fuimos unos padres duros y ausentes pero jamás quisimos que llegaran a esos extremos.
—Pues llegamos a ese punto papá. Nos presionaron a convertirnos en quienes no éramos —siguió Alice —Ignoraron a mi hermano solo por ser adoptado pensando que no podían tener hijos, pero cuando consiguieron uno lo dejaron en el olvido y a cambio de eso, quisieron que yo sea su hija perfecta.
Cada uno había sufrido en silencio la cruel realidad de vivir en un lugar lujoso, estable y a la misma vez ser hundidos por la falta de lazos fraternales.
—Eres libre de continuar hija y lo mismo va contigo Shane —esta vez fue el turno de ver el rostro de la mamá del hombre que amaba más de cerca —No tenemos nada en contra de ti. Desde que Shane anda contigo ha cambiado mucho y eso te lo agradecemos.
La señora se alejó después de darme un abrazo con confianza y que yo acepté un poco extrañada pero que luego correspondí dándole la seguridad y agradecimiento por confiarme a Shane.
—No habrá boda —Fueron los mismos adultos quienes nos pusieron las cosas más sencillas —Por favor, pedimos a la prensa que se retire.
Tuvimos que luchar para hacerles ver que esa idea rompería a muchos pero se pudo conseguir lo que se anhelaba.
Solo faltaba encontrar esa felicidad que tanto se quería conocer.
Yo ya había hallado la mía, así que deseaba también conocer la felicidad de los demás.
Debía reconocer que no solo yo había pasado la página. Todos lo habíamos conseguido.
Había suficiente material para unas buenas noticias.
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