La amaba
Shane
La luz de la ventana daba hacia mi dirección y eso ocasionó que mis ojos se abriesen lentamente. Estiré mi brazo y sin darme cuenta mis dedos chocaron con el cuerpo de Kiara que dormía plácidamente a mi costado. En ese instante, muchos recuerdos se vivenciaron otra vez.
Kiara era una mujer increíble y sumamente hermosa, aún me dolía ver la duda en su rostro cuando pronuncié esa palabra. Sin embargo, pude tenerla conmigo y demostrarle que ella era especial, incluso le había dicho que la amaba. En ese momento no pude detenerme y terminé buscándola para cumplir lo que tanto quería.
La amaba demasiado. Ella me tenía enloquecido y sabía que Kiara, sería mi perdición.
Ella aún no se había despertado. Me encantaba verla dormida, era el único momento en que ella se liberaba de cada cosa que la destruía.
Decidí tomar una ducha y luego de hacerlo, me cambié de ropa para salir a pedirle a Petunia que nos hiciera el desayuno.
—Buenos días joven. ¿Cómo amaneció? —me preguntó Petunia friendo unos huevos en el sartén.
—Muy bien Petunia. Gracias por la pregunta.
Caminé hacia la refrigeradora para sacar una botella de agua.
—En unos minutos estará el desayuno, joven Shane.
—Gracias —agradecí y luego salí de la cocina.
Por el pasadizo hallé la figura de Alice bajando las escaleras. Ella al verme caminó hacia mí y me saludó con un abrazo.
—¿Estás bien?
—Sí. Iré a probarme el vestido de novia.
—Alice.
A veces me molestaba ver lo muy bien que ella podía actuar.
—Tengo que seguir con los preparativos, pero te aseguro que está decidido. No habrá boda —se separó para mirarme y luego sonrió pícaramente —¿Dónde está Kiara?
—Sigue durmiendo.
Alice automáticamente me dio un pequeño golpe en el hombro.
—Deberías estar con ella para cuando despierte.
Como si la invocáramos ambos nos fijamos cómo la puerta del cuarto de Kiara se abría y su figura pequeña salía de el.
—Buenos días —nos saludó a los dos.
Cómo era posible que solo su presencia me podía poner de lo más nervioso y más con lo que había pasado la noche anterior.
Alice corrió hacia Kiara soltando un pequeño chillido y la abrazó enseguida.
—¡Kiara bonita!
—También me alegra verte Alice.
—Pero no tanto como a Shane ¿verdad? —se separó de ella y giró su rostro para verme a mí —¿Qué haces ahí parado? Ven.
Volví a dirigir mis ojos hacia Kiara y también pude ver que ella intentaba disimular sus nervios. Yo ocasionaba el mismo efecto que ella ocasionaba en mí.
—¿Qué les pasa a los dos? —escuchamos otra vez a Alice.
—Nada. Ven porqué no desayunas mejor con nosotros y luego te vas —respondí tratando de calmar el ambiente.
—Descuiden. Yo desayunaré con Damián —contestó Alice giñándonos un ojo —Provecho.
Dicho ello, siguió su camino bajando las escaleras. Dejándonos solos.
Me animé a tomar su mano y ella lo recibió. Mi corazón latía enloquecidamente en su sitio.
Todo miedo se fue cuando Kiara se paró de puntitas y me dejó un pequeño beso en mi frente.
—Espero que hayas podido descansar bien —habló mostrándome una sonrisa hermosa.
Ella iba a terminar matándome.
Petunia nos llenó la mesa con vasos de jugo de naranja, acompañado de unos platos con huevo frito, hot dog y tostadas. Seguido a ello, nos agregó tazas de café y unos pequeños platos que contenían arándanos con fresas, cortadas en trozos.
Cada uno cogió lo que deseaba y así nos pasamos la mañana. Me gustaba ver que Kiara comía sin hacer un esfuerzo grande. Ella realmente estaba disfrutando del desayuno.
Ya habiendo culminado, ambos nos dimos rumbo para la universidad. En el transcurso del camino nadie dijo nada, nos pasamos escuchando música en inglés y por momentos la veía anotando algunas cosas en un cuaderno que tenía en sus manos.
Cuando llegamos vi que guardó aquel cuaderno y se cargó la mochila a la espalda.
—Lo siento —alzó su vista hacia mí —Yo no sé cómo manejar esto —mi vista cayó en sus labios rosados.
Observé que mi atrevimiento le hizo ponerse otra vez nerviosa porque vi cómo pasaba la saliva al descubrir que miraba sus labios.
—Parece que lo que siento por ti es más fuerte de lo que creí.
No necesité decir más y me quité el cinturón para llegar hacia ella y besarla. Ella esperaba que lo hiciera porque me recibió sin protestar.
En un pasado nunca creí llegar a tener posibilidades de poder besarla aún cuando me moría por hacerlo pero habían pasado pocos días y ya había probado sus labios en varias ocasiones y quería seguir haciéndolo.
—Supongo que empezamos a comprendernos con cada beso que nos damos —dije entre besos.
—Es una completa perdición.
—Lo es, pero acepta que te encanta —dije separándome para verle a los ojos.
No quería presionarla. Yo ya había creado tensión al decirle que la amaba pero tampoco podíamos seguir evitando lo que podíamos provocar el uno en el otro.
—Me encantas tú.
Quise seguir escuchándola pero no dijo más ni me dejó a mí hablar porque volvió a juntar sus labios con los míos.
Con una mano le sujeté la cintura y con la otra le quité el cinturón para que ella pudiese sentirse cómoda. Kiara movilizó una de sus manos hacia mi mejilla y la otra la llevó a mi cabeza. Ella amaba jugar con mi cabello y a mí me encantaba que lo hiciera.
Volvimos a separarnos al cabo de unos minutos pero nos quedamos mirándonos a los ojos.
Ella era preciosa, todo de ella me tenía enamorado. Lo supe desde que era niño y lo pude confirmar con seguridad cuando la besé verdaderamente.
—Gracias por amarme Shane.
—Gracias a ti por intentarlo.
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