Fiesta de bienvenida
La fiesta de bienvenida ya había dado inicio, no sabía dónde se hallaba Shane y algo dentro de mí, me decía que debía hablar con él. Cuando la mujer que se había encargado de mi atuendo, había finalizado con su deber, decidí bajar hacia el salón central y recibir a Isabela, quien ya había llegado junto con Josué.
Bajé las escaleras y en efecto, ambos estaban sentados disfrutando de la vista. El lugar estaba perfectamente decorado, tenía tonos de color verde agua, muy aparte de que el espacio era inmenso. Había muchos empleados que iban vestidos igual, ellos serían los que nos atenderían.
No había visto a Alice y sinceramente tampoco quería verla aún, debido a que sabía que él estaría acompañándola.
—Estás hermosa —dijo Isabela en mi oído al acercarme para abrazarla.
Y otra vez esa misma palabra.
Sonreí ante su comentario y me apresuré a darle un apretón de mano a Josué.
—¿Sabes algo de Clear? —nombré a mi amigo tras sentarme al costado de Isabela.
Aseguraba que él con Isabela vendrían juntos; sin embargo, adivinar quién sería la acompañante de Clear era lo más tentador.
—No sé —negó mi amiga de mala gana, encogiéndose de hombros.
Si tan solo ellos pudieran dejar el orgullo e invitarse no habría ningún problema con que todo saliera como ellos lo quisieran. Por lo menos habría oportunidad para Isabela.
Mis pensamientos fueron detenidos, cuando vi que mi amiga había cambiado su gesto. Ya no era la de fastidio, ella estaba sorprendida. También llegué a escuchar muchos murmullos de las demás mujeres, eso solo me indicaba una cosa.
Volteé y dirigí mis ojos hacia donde todos miraban.
Dejé de respirar.
Nunca lo había visto vestir ropa formal, pero debía admitir que verlo vestido así, podía aumentar su ego. Él estaba demostrando poder y madurez.
Llevaba un traje negro con una camisa blanca y una corbata oscura, sin nada de estampado. Si verificaba bien, se notaba que había combinado su ropa con la mía. Todos sabrían que su acompañante era yo y mucho más, cuando no quitaba sus ojos de mí.
Shane estaba parado en las escaleras con las intenciones de bajar, pero una figura apareció a su lado.
Alice.
Ella enroscó uno de sus brazos con la de su hermano y mostró una sonrisa a todos sus invitados.
Con ello pudimos darnos cuenta que la fiesta estaba por iniciar.
—Les damos las gracias a todos los presentes. Estamos muy felices de que ustedes sean partícipes de la llegada de nuestros padres. Ellos ya están aquí y tal vez no estén por mucho tiempo, pero queremos hacerles sentir que siempre habrá alguien esperándolos en casa —agradeció Alice.
Enseguida se escucharon los aplausos de todos y en medio de ello, dos personas se dieron a conocer desde su posición.
Sabía que la familia adoptiva de Shane eran grandes empresarios a nivel internacional, el padre era el líder de la empresa más disgustada por todos los habitantes que podían existir, ellos fundaron la marca "Almendra", una marca que comercializaba vino por todo el mundo; mientras que la madre, era la gobernadora de la marca "Fino", una marca que producía ropa para todas las estaciones.
Tanto Shane como Alice fueron la imagen para ambas empresas en muchas ocasiones.
Observé como ambos cuerpos saludaban a todos con amabilidad. Decidieron subir cogidos de la mano para alcanzar a sus hijos. Alice los esperaba con los ojos brillantes y llenos de ternura; sin embargo, el rostro de Shane no decía nada.
Se le otorgó primero las palabras a la madre.
—Gracias por siempre acompañar a mis hijos. Somos lo que somos porque ellos nunca nos defraudaron y eso es lo que más puedo amar. Tenerlos a ambos conmigo —habló la señora.
—Bienvenidas así no se reciben siempre, pero es grato volver. Muchas gracias —le siguió su esposo.
Se volvieron a escuchar los mismos aplausos, eran palabras cortas, pero sabía que tenían un gran significado. Yo solo podía observar a Shane, no mostraba nada y sentía que solo su cuerpo estaba parado, no su mente, ni su corazón. Ahora era él quien más necesitaba huir y a pesar de ello, siempre admiraría su valentía. Yo no podría hacerlo.
—A todo esto, queremos también presentar a nuestros acompañantes; porque sí, escogimos a dos personas y más que acompañantes, nosotros diríamos que ellos ya son parte de nuestra vida —Alice se detuvo un segundo para respirar y terminar lo que debía decir muy a pesar de que no le gustara la idea —Papá, mamá y también ustedes invitados, recibamos con fuertes aplausos a Damián, Mullisaca Castro y Kiara, Mendoza Saens.
Había prometido a Shane de que yo sería su acompañante para cuando sus padres retornaran pero nunca pensé que se iba a dar de esta manera. Cuando todos estábamos súper incomodos y sobre todo que hubiesen pasado muchas cosas durante todo ese proceso.
Las luces se alumbraron hasta llegar a mí y a alguien que estaba parado a mi lado. No quise voltear porque ya sabía quién estaba ahí, más tuve que enfrentarlo al ver que me ofrecía su mano.
Si dijera qué fue lo que sentí en ese preciso momento yo diría que miedo, odio, amor y deseo, todo ello fusionado en uno solo.
Miedo porque cada vez que lo veía, recordaba mi pasado. El bonito tiempo que pasamos juntos, lo que me quitaron, lo que me ocasionó y lo que siempre me perseguiría.
Odio, porque me mintió, porque por él seguiría podrida en ese infierno de vida.
Amor porque a pesar de todo, lo amaba como nunca, porque me dolía aceptar que no podía eliminar lo que sentía.
Y deseo porque cada vez que lo veía todo en mí ardía.
Tener a Damián y Shane juntos no era bueno, más cuando no sabía que nos esperaría estando arriba.
—Confía en mí —escuché la voz de Damián.
Su mano seguía extendida y yo estaba a tan solo un paso de poder cogerla. Necesitaba ser valiente, del mismo modo ser aunque sea otra persona por ese corto momento. Luego podría volver a ser la inestable de siempre.
Me animé a tomar su mano consiguiendo que él le dé un fuerte apretón.
Caminamos juntos y estando arriba, cada uno se colocó al lado de su pareja.
En una de las mesas de abajo visualicé una cabellera rubia, yo más que nadie conocía ese porte. Esa persona alzó su rostro y enseguida toda mi valentía se fue por el borde. No tenía fuerzas para enfrentar a esa mujer, en ese momento no.
Damián tomó a Alice por la cintura y Shane puso la suya en mi espalda.
Cuando creí que ya no podía más con tanta atención y seguramente burlas hacia mí pude escuchar como daban por hecho el compromiso de Alice con Damián.
Efectivamente quería vomitar.
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