Esto sí que está mal
Todo el camino me la pasé recostada mi cabeza sobre la ventana pensando en cómo debía actuar al llegar a la dichosa fiesta, sabía que presentarme ahí no era malo, pero aún así algo muy en fondo me decía lo contrario. A quién quería engañar, por más que lo quisiera negar, sabía que no seria nada cómodo volver a ver a Damián con Alice juntos.
No para el pobre de mi corazón.
Me permití cerrar mis ojos para descansar; sin embargo, mis pensamientos no se detenían.
Siempre veía la imagen de ambos estando juntos tomados de la mano o abrazados. Era una imagen hermosa.
No había lugar para mí en esa fiesta.
—Llegamos —mencionó Shane.
Observé tras la ventana del auto hacia el exterior y efectivamente estábamos fuera de una casa enorme y muy bien construida. Había una persona en terno negro parado en la puerta recibiendo a los invitados.
Como lo sospechaba, era un lugar que no acostumbraba pisar.
Nos bajamos del auto de Shane y siguiéndole a él nos encaminamos hacia el hombre que ya había detectado nuestra presencia.
—Buenas noches, señor —saludó el hombre con cortesía dejándonos ingresar.
Estando dentro me quedé totalmente sorprendida por el espacio enorme que pisábamos. Era una casa que por dentro se veía mucho más grande que por fuera.
La decoración era muy preciosa, todo estaba en su equilibrio, nada exagerado pero tampoco simple.
—Kiara —escuché mi nombre.
Giré mi rostro hacia esa voz.
Quedé paralizada.
Damián estaba al frente mío, vestido como siempre lo recordaba. Llevaba unos pantalones negros, una camisa blanca y el cabello mojado. No era ciega, después de mucho tiempo, Damián seguía siendo el mismo hombre apuesto que conocía.
A su lado estaba Alice tomándole del brazo. Ella estaba más que preciosa.
Un vestido largo con un moño algo desordenado que la hacía ver adorable.
—Sabía que el vestido te quedaría precioso —halagó ella.
Sonreí o eso intenté hacer.
—Tienes muy buen gusto. Gracias por el obsequio —agradecí.
Alice soltó unas pequeñas risas con satisfacción.
Se le veía que solo deseaba que nos sintiéramos cómodos.
—Fue Damián quien lo escogió. Dijo que ese vestido combinaría perfecto con tus ojos. No se equivocó —respondió sonriendo y sobando delicadamente el brazo de su acompañante.
Me quedé en silencio sin saber qué más decir.
No me esperaba ello.
—Linda fiesta —intervino Isabela salvándome.
Alice solo asintió con una sonrisa dibujada en sus labios.
—Diviértanse, por favor —pidió ella para luego alejarse hacia sus demás invitados junto con Damián.
—Sin duda ella aún no sabe nada de lo que pasó entre tú y su querido novio —habló Isabela.
—¿Estás bien? —preguntó Clear.
No pude responder a su pregunta porque en efecto yo no estaba bien.
Aún seguía sintiendo muchas cosas por Damián y detestaba que fuera así. Me dolía verlo caminar con Alice cuando anteriormente lo hacia conmigo, no en estas fiestas pero si cuando nos escapábamos de clases. Cuando éramos dos adolescentes que creían estar siempre juntos.
¿Ello era lo correcto?
Tenía que darse así para aprender que cosas mejores estaban por suceder.
—¿Kiara? —escuché la voz de Shane interrumpiendo mis pensamientos.
Volteé hacia mis amigos.
—Estoy bien —. ellos seguían mirándome con duda—En serio —seguí.
Todos soltaron una serie de suspiros en coro.
¿Tan mal me veía?
—De acuerdo. Vamos a bailar. Ahora —indicó Isabela.
—No —me negué.
—Claro que sí. Vamos a la pista de baile todos —dijo en euforia Clear.
No tuve ni tiempo para volver a negarme porque en tan solo un segundo, sentí como estaba siendo jalada sin mi consentimiento hacia la pista de baile.
—Vamos, Kiara. Solo suéltate y disfruta —gritó Isabela entre todo el sonido de la música.
La vi cerrar los ojos y ponerse a cantar la letra de la canción mientras que se movía al ritmo de la música.
Efectivamente ella lo hacía bien, pero yo no quería seguir haciendo más ridículos en mi vida.
Me quedé quieta en el mismo sitio viendo cómo todos los cuerpos se movían en parejas disfrutando de una música lenta. Incluso Isabela había encontrado una pareja en tan corto tiempo.
Mis alarmas se activaron y sabía que tenía que salir de ahí cuanto antes.
Cuando estaba por intentar hacerlo, sentí la mano de alguien dirigirse hacia mi cintura.
Mi cuerpo dio un pequeño salto y alguien a mi atrás se rio.
Sabía a quien le pertenecía esa risa.
Me giré para quedar frente a Shane.
—No creo que sea buena idea —le sugerí rotundamente.
—Solo este. Prometo no pedirte otro —me pidió.
Tomó mis manos e hizo que se quedaran en sus hombros para después sujetar mi cintura con las suyas aproximándome hacia él.
—Solo relájate, Kiara.
La sonrisa de Shane me brindaba confianza.
Esta era la diferencia de estar con Damián y cualquier otro hombre. Damián solo me provocaba nervios y ganas de querer huir. Solo su presencia me traía inestabilidad.
Por otro lado, Shane era lo contrario, me traía protección y sabía que con él estaría siempre bien.
La diferencia de amar con locura a uno y amar como alguien especial al otro.
Dejé que me guiará los pasos y cuando por fin comenzaba a sentir la comodidad de bailar con él, mi hombro fue presionado.
Shane y yo nos detuvimos para hallar la figura de Alice a nuestro atrás.
—Lamento interrumpirlos, pero ¿me otorgarías este baile hermanito? —preguntó ella.
—¿Estás loca? —dijo Shane sin dudar.
—Tú siempre tan cortés. Solo será esta pieza, Kiara —respondió Alice.
—Descuida no hay problema —contesté con una sonrisa.
Los dos se posicionaron en el centro de las demás parejas y me fijé como los demás invitados se hacían a un lado para darles un espacio apropiado.
Caminé hacia algunos asientos vacíos y decidí sentarme en uno. Por lo menos ya había bailado una pieza. Estaba satisfecha.
Desde mi sitio detallé que ambos lo hacían ver como si todos pudiéramos hacerlo así de sencillo. Sabían sincronizarse y se veían tan elegantes.
A diferencia de ellos, yo solo sabía lo básico.
Para eliminar esos malos sentimientos que comenzaban a originarse en mí decidí buscar a mis amigos y me encantó verlos bailar juntos.
Amaba verlos disfrutar de ese gran momento y aunque sabía que para mí era sumamente difícil, mi decisión siempre fue la de apoyarlos e intentar disfrutar con ellos.
—Ellos sí que saben bailar.
—Sí.
—Lamento que tuvieras que asistir. Aún recuerdo que nunca te gustaron estas fiestas.
—No pasa nada. Estoy con mis amigos.
Damián no dijo nada más y del mismo modo tampoco continué con la conversación. Nos vimos sumergidos en un completo silencio.
Era muy raro porque a pesar de tan fuerte bulla, yo solo podía escuchar un vacío enorme.
—¿Bailas?
Me quedé unos segundos mirando hacia el frente sin responder.
Después me atreví a mirarlo.
—¿Ah?
—Bailar —me miró detallando mi rostro —¿Bailarías conmigo? —preguntó otra vez.
Solté todo el aire que tenía retenido.
Afirmé asintiendo sin terminar de convencerme de lo que estaba a punto de hacer.
Él se levantó y extendió su mano hacia mí para tomar la mía. Mi tacto era frío al contrario de la de él y por un momento pensé que me soltaría; sin embargo, no lo hizo. Al contrario, sujetó con más firmeza mi mano.
Cuando nos adentramos en la pista de baile me tomé por sorpresa que la música había cambiado, era una balada en inglés.
Sentí su mano derecha resbalarse por mi cintura y eso me congeló la piel. Hace mucho que no me tocaba, ni si quiera para un simple baile. Moví una de mis manos hasta su hombro y la otra fue enlazada con su mano libre.
Así permanecimos unos minutos, moviéndonos lentamente.
Aquel momento me llevó a muchos años atrás, cuando ya habíamos hecho esto muchas veces.
—Kiara —me llamó.
Alcé mi rostro y me encontré con aquella mirada que siempre amé y que fue mi perdición en muchas ocasiones.
Así como en el pasado, cuando era él quien me volvía loca con cada beso desprevenido que me daba y que solo ocasionaba acelerar a mi corazón.
Me preguntaba si la sensación sería igual.
Sin embargo, sabía que ello era totalmente malo.
—Lo siento, estoy cansada.
Me solté de su agarre y me fui alejando, pero Damián no se detuvo y se atrevió a seguirme.
—Kiara, espera.
Aceleré el paso y empecé a caminar más de prisa con la intención de perderlo, pero aún seguía escuchando sus pasos atrás de mí. Con toda mi desesperación de querer desaparecer no me fijé hacia dónde me había adentrado.
Me detuve para verificar una salida, más su mano sujetó la mía.
Eso ocasionó que otra vez esas ganas de desplomarme se apoderaran de mí.
—Escucha Damián. No me estoy sintiendo bien, así que te pido que me dejes sola.
—Lo siento, pero si hago lo que me pides seguirás huyendo.
Me jaló consigo y me hizo caminar sin soltarme.
—¡Espera! ¡En serio, detente Damián!
—¡Grita lo que desees, pero no te dejaré! ¡No esta vez!
Me hizo ingresar a un cuarto que estaba totalmente oscuro para luego cerrar la puerta con seguro.
Suficiente para perder el control.
—¡Estás loco! ¡Abre esa puerta!
Estaba en campo enemigo y sola, eso era lo que más me atemorizaba. Estar sola, me ocasionaba ser vulnerable.
Él estaba parado solo mirándome y eso me desesperaba más.
—¡Que abras te digo!
—¡Quiero ayudarte!
Me callé de golpe.
—¿Crees que no he notado cuánto has bajado de peso? Asegúrame por lo menos que te estás alimentando bien.
Me quedé callada sin poder decir algo.
Automáticamente sentí débiles a mis piernas y sin pensarlo caí débil al piso.
Que tocaran mi alimentación me desplomaba y que el chico que amaba fuera quien lo tocara me hundía en mi miseria.
—Si quieres ayudarme, solo necesito que te vayas.
Se quedó en silencio mirándome.
—Lo siento, porque creas o no, tú me importas y mucho —caminó hacia mí seguro —No volveré a dejarte sola.
Dicho ello hizo lo que tanto anhelaba hacer.
Sus labios fueron directos a estamparse contra los míos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top