Confusión
Shane
Fuera de todo lo que podía sentir al saber que esas dos personas volverían a estar otra vez en mi vida, podía decir que estaba en la bendita gloria.
Está bien, era cierto. Siempre tuve una atracción por Kiara, mucho más que solo amigos, porque vamos, ella era preciosa. Todo cambió cuando me enteré de quién era ella en realidad o bueno, mucho antes que eso. Poco a poco Kiara se fue convirtiendo en alguien interesante para mí, me gustaba ver el empeño que siempre ponía a todo lo que realizaba, amaba y a la vez odiaba verla sonreír porque cuando ella lo hacía, luego me hallaba a mi haciéndolo; de alguna u otra manera siempre la espiaba desde su ventana.
Me gustaba molestarla porque cuando lo hacía era ese único momento en que ella ponía solo su atención en mí. En su momento me encantaba la idea, pero cuando me daba cuenta de que algo no iba bien, huía de su cercanía.
Aún podía recordar aquella vez en que me caí de un árbol, Kiara no dudó en correr hacia mí. Al ver mi pierna dañada me ofreció su espalda; sin embargo, yo me reí descaradamente debido a que ella solo intentaba ayudarme. Cuando la vi ponerse de pie, supe que intentaba irse, no entendí porqué mi mano fue directo a su polo para conseguir detenerla. Ella volteó, sonriendo.
Estaba seguro que su sonrisa se debía a que ella creía que realmente si necesitaba ayuda, pero en verdad, yo no quería que se fuera.
Ese día fui el "hazme reír" de todos, pero no me importó. Tenía a Kiara cargándome y estaba seguro que eso no se volvería a repetir. A partir de ese día mi actitud cambió, ya no quería ser alguien que solo sabía molestarla, quería ser su protector; quería ser un hermano mayor para ella porque yo más que nadie la conocía a la perfección. Habíamos sido criados juntos después de la muerte de nuestros padres y hasta en el presente seguí tomando esa postura, pero cuando descubrí que eso no era así, me asusté. Eran mis sentimientos disfrazados.
Me enteré que en el albergue donde fuimos criados había un niño que también le gustaba Kiara y eso no me pareció bien. ¿Quién se creía ese niño para intentar algo con ella? Primero debía pasar por mí y yo ya vería si él era adecuado.
Fue mi primera locura que hice. Citarla una mañana.
Ella apareció con un vestido de flores que le hacía verse sumamente hermosa.
Le dije que había hallado unas flores de la suerte, fue muy tonto, pero ella se lo creyó. Definitivamente ese día la suerte estaba de mi lado porque dichas flores a Kiara le encantaron. Ambos nos reíamos por todo, inclusive de la nada, solo nos bastaba vernos para ya comenzar a reír; sin embargo, podía comprender que era producto del nerviosismo.
Ese día jamás lo pude olvidar, tuvimos nuestra primera conversación del hecho de separarnos en un futuro. Sabía que ese día llegaría, pero deseaba que tardase. También le confesé sobre el día en que mis padres tuvieron aquel accidente que era el responsable de todas las pesadillas que me perseguían cada noche al dormir, un accidente que en realidad fue un asesinato. Ese mismo día Kiara también me contó sobre la muerte de sus padres, un suicidio. Ese era el lazo que nos unía. Ambos conocíamos la muerte en vivo. Ver a nuestros padres morir siendo tan solo niños.
No sabría decirles de dónde saqué determinación para acercarme hacia ella y tomar con mis manos sus mejillas y darle un pequeño beso. Un pequeño beso inocente de niños que me hizo resolver mis dudas. Kiara, me gustaba.
Nunca volvimos a tocar ese tema porque fue de niños e imaginaba que ella lo había olvidado.
Todo en ella radicaba felicidad, hasta que ellos se atrevieron a quitarle su luz.
Le quitaron eso que la mantenía viva.
Ella fue adoptada mucho antes que yo y siempre le escribía tal y como se lo había prometido, pero de un momento al otro, ella dejó de hacerlo. Yo no lo comprendía.
Cuando salí del albergue, pasé dos años de mi vida hundido en las pesadillas que comenzaban a renacer. La busqué como lo había prometido, pero fue ahí cuando descubrí que andaba de novia con Damián. Estuve muchos días y semanas vigilándola desde lejos y decidí hacerme a un lado porque ella era feliz con él. Tenía que aceptarlo. Ella era feliz.
Cuando me había convencido que lo de Kiara era solo un capricho de un amorío no cumplido, decidí buscarla porque una parte mía la extrañaba, fue así como volví a entrar a su vida, pero grande fue mi sorpresa cuando la vi intentando mostrar algo que no era. Muy a fondo podía ver a una chica vacía y rota que encima había bajado mucho de peso y eso me preocupó. Le pedí que me contara, a cambio yo haría lo mismo con ella. Le contaría lo terrible que era mi vida.
Estuvimos así un año juntos, ella hablándome emocionada siempre de Damián y yo transformando mi cara en felicidad, cuando en realidad deseaba estar en el lugar de él, aún así tuve que volver a partir. Mi familia adoptiva me necesitaba.
Me mantuve como un mejor amigo protector desde lejos, solo hasta ahí llegaba la línea para mí, más el retorno de Damián hizo que me pusiera a la defensiva, mucho más cuando ella ya me había contado todo lo que había pasado con él. Sabía que yo no era el indicado para ella, pero definitivamente Damián tampoco lo era.
Sentía a potencia que en cualquier momento mi corazón iba a explotar. Tenía a Kiara entre mis brazos mientras que disfrutaba de lo que tanto ansié hacer por muchos años.
Al cabo de unos minutos más ambos nos alejamos permitiéndonos volver a vernos directamente a los ojos. Estaba más que seguro que ella estaría confundida por lo que había hecho, pero que ella me siguiera y no me detuviera también me dejó confundido a mí.
-Yo... -dijimos los dos al mismo tiempo.
-Las clases.
-Sí, deberíamos ir aunque sea para la segunda hora ¿no?
-Sí, tienes toda la razón.
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