Capítulo 6

Es entre vivir y sobrevivir donde mi alma decide si eres o no mi último fracaso...
Charlotte Johnson.

Me mantuve en el cuarto de mi hijo antes de que le llamara a mi madre para contarle todo lo que había pasado y de paso pedirle asilo por unos días.

    Le dije a mi hijo que hiciera una maleta y que nos iríamos a la mañana siguiente.

    Asintió y yo enfilé a la salida.

—Mamá —dijo deteniendo mis pasos—. ¿Vas a pelear por esta casa verdad? También es tuya.

    Me acerqué de nuevo a él y lo abracé.

—Voy a pelear porque es tu patrimonio —dije ganándome un asentimiento—. Ahora haz lo que te digo y duerme que mañana nos iremos.

    Me fui a mi habitación y solo entonces me permití llorar de frustración, de dolor, de rabia y sobre todo de miedo ante lo que venía.

    Fui al lugar donde siempre guardaba dinero por cualquier imprevisto pero ahora que habían pasado varios días y no había recibido el dinero de la despensa estuve tomando de los ahorros.

   Revisé el pequeño bote. No había mucho pero sí lo suficiente por ahora.

    Caminé hacia el armario y recogí todo aquello que me era de vital importancia.

    Había guardado todos y cada uno de los regalos que me había dado Colin desde que el noviazgo empezó.

    Lloré al ver el contenido. Eran diecisiete años a la basura por el hecho de haber envejecido para él y son ser tan valiosa.

    Tomé el álbum de fotos y extraje todas aquellas que solo eran de mi hijo, mi amiga, mi familia y yo.

    Me dolía desprenderme de todo eso pero atesorarlo era como guardar la esperanza de que todo volvería a ser como antes y definitivamente ya nada pintaba para serlo.

    Guardé todo en una maleta y la dejé a un costado de la cama y solo entonces me acosté.

    Di vueltas por la cama pensando en lo que sería mi vida de ahora en adelante. Nada habría en esta casa que fuera mío y cuando ella llegara los recuerdos que yo tuviera se ensombrecerían para siempre.

    Pensé en lo mucho que dolía dejar una relación con la persona que uno amaba. Me casé pensando en que esto sería eterno, todas nos casábamos pensando eso, pero desgraciadamente no éramos valoradas una vez que los años nos alcanzaban.

    Lloré hasta que no tuve más lágrimas y solo entonces tras el cansancio fui vencida por el sueño, como un escape a la realidad que actualmente me atormentaba.

Desperté temprano y bajé a la cocina para preparar algo antes de que mi hijo bajara. Era bastante temprano pero estaba segura que no querría quedarse mucho tiempo y no me equivoqué al verlo bajar minutos después.

—¿Quieres un café? —dije apenas lo vi. Asintió.

    Le di el café y apenas lo probó pero en cuanto escuchó pasos arriba se envaró.

—No quiero quedarme más aquí —dijo con seguridad—. Vámonos ahora mismo mamá. Hazlo por mí.

—Por supuesto —dije resuelta—. Ve por tus cosas.

    Subí por mi maleta y me topé con mi hijo al bajar.

    Me sonrió con ojos llorosos pero decidido a dejar todo esto.

   Bajamos y él estaba ahí en la sala, tenía un aspecto terrible, como si no hubiera dormido en toda la noche, el cabello revuelto y la misma ropa de la noche anterior.

    Miró las maletas y sus ojos se humedecieron al ver a su hijo más alejado que nunca de él.

—Ya no vamos —dije tratándome la retalía de insultos que tenía para él—. Solo voy a pedirte que me aportes con los gastos de nuestro hijo. Voy a ayudarte pero no voy a hacerlo sola.

    Él no respondió, solo miraba a Cody como si no reconociera a su propio hijo.

—Cody —dijo tratando de acercarse pero mi hijo retrocedió—. Entiende que te quiero y lo que pasa entre tu madre y yo no tiene por qué afectarte.

    Mi hijo rió de forma amarga.

—No va a afectarme pero me echas de la casa por meter a la puta de turno —dijo con una media sonrisa—. No va a afectarme pero me echas de tu vida por ella.

—En primer lugar cuida tus palabras —dijo con aire intimidatorio—. En segundo lugar soy tu padre y te amo, deseo que te quedes aquí, es tu casa, solo que tu mamá y yo simplemente ya no podemos convivir juntos.

—Entonces me puedo quedar pero echas a mi madre y yo te tengo que aplaudir no solo que la lances a la calle, sino también que me impongas a un zorra que ha destruido mi familia —dijo enardecido y conteniendo las lágrimas—. Me das asco. Mi madre es la única mujer que voy a querer como tal y que vengas imponiendo a una perra me parece absurdo.

    Recibió una bofetada de su padre antes de que yo pudiera prevenirlo, pero Cody en lugar de quedarse de brazos cruzados regresó el golpe para mi consternación y la incredulidad de su padre.

    Vi a Colin levantar la mano de nuevo pero antes de que lo hiciera me interpuse dándole un empujón.

—¡No vuelvas a tocar a mi hijo! —grité furiosa mientras lo empujaba—. No tienes ningún derecho.

—¡Me ha faltado al respeto! —Su estridentosa voz dejaba ver lo furioso que se encontraba—. ¿Entonces debo permitirlo?

—Ya no existe el respeto por ti —dijo mi hijo jalando ambas maletas—. ¡Vámonos mamá!

—Hasta nunca —dije lanzándole las llaves al piso y salí tras mi hijo que permanecía a unos pasos de la casa.

     No dijimos nada en el camino solo lo abracé y dejé que llorara ante la segura ruptura de corazón que acababa de tener.

    Detuvimos un taxi y fuimos a la casa de mi madre que apenas abrió las puertas nos recibió con abrazos y besos como muestra de apoyo y asegurando que todo estaría bien.

    Nos asignó una habitación a cada uno.

    Miré el que antes había sido mi cuarto cuando vivía ahí. Había sido modificada en algunas cosas pero en la esencia seguía siendo la misma.

    El cuarto de Cody era el que antaño había sido de mi hermano.

    Miré mi mano y vi mi argolla de boda. Esa que tanto había amado y que ahora me preguntaba por qué aún la llevaba puesta.

     Me la quité y guardé dispuesta a superar una prueba más.

    Me paré y miré frente al espejo, me preguntaba si todas las mujeres se veían como yo, así  totalmente destruidas después de una separación.

    ¿Era posible que pudieran acabar con la autoestima de una mujer con solo decirle que lucía vieja y poco deseable? ¿Esto lo vivían todas o solo yo? ¿A todas les dolía el pecho de dolor y humillación? ¿Todas sentían que el mundo se estaba acabando? ¿Todas querían morirse después de esto?

     No sabía si todas las mujeres después de separarse pensaban lo mismo, pero yo sentía que agonizaba.

    Me había considerado siempre una chica linda pero ahora después de verme desplazada por una más joven, me preguntaba dónde se había metido toda esa autoestima porque al verme al espejo solo veía una señora común y corriente, con poco o nada de maquillaje, con los ojos hinchados, unos kilogramos de más, los senos no tan firmes y los ojos surcados de pequeñas arrugas.

     Nunca antes me había sentido vieja pero ahora sentía que tenía más de cincuenta porque mi autoestima se había ido por la coladera.

    Aún amaba a mi esposo, tal vez lo amaría toda la vida, pero tampoco era una tonta. No era una mujer que creyera en las segundas oportunidades, al contrario era fiel creyente de que solo existía una y la mía con Colin había terminado.

    Acomodé algunas cosas y bajé para encontrar a mi madre con mi hijo en la cocina sirviendo su desayuno.

—Justo iba a llamarte para que bajaras —dijo mi madre—. Estamos por desayunar.

    Mi madre me sirvió y pronto todos comíamos en silencio.

—Iré a hacer tarea —dijo mi hijo apenas terminó—. Gracias abuela estaré en mi cuarto.

    Se retiró sin esperar respuesta y solo cuando estuvimos solas mi madre preguntó.

—¿Te ha echado? —Asentí volviendo a llorar.

—La llevará a vivir ahí —respondí—. No es justo mamá pero bueno qué importa, al fin de cuentas no puedo hacer nada.

—Pero es tu casa —dijo ofendida—. La de tu hijo.

—Está a su nombre —dije mirándola—. Mamá de cualquier forma no puedo hacer nada.

    Hubo un silencio antes de que ambas nos sobresaltáramos al escuchar el teléfono.

    Mi mamá atendió y después me lo pasó indicando que Elinor estaba en la línea.

    Lo tomé y apenas respondí fui abordada a preguntas.

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué te has ido? ¿Estás bien? ¿Debo matarlo? Dime que no te ha hecho daño —dijo una pregunta tras otra—. Voy a matarlo amiga, de verdad que vas a ser una mujer viuda hoy mismo.

—Estoy bien —dije tratando de calmarla—. ¿Podrías venir?

—Estoy en el trabajo pero apenas salga me voy hacia la casa de tu madre —decretó con seguridad—. Esto lo vamos a resolver.

    Agradecí su apoyo antes de colgar y dejar caer la cabeza en el respaldo del sofá.

    Eran demasiadas cosas que se veían, demasiadas cosas que sufrir y muy pocas resistencia de mi parte.

    Me pasé el día ayudando a mi madre en cualquier cosa que fuera posible y por la tarde hicimos la comida.

   Traté de darle el dinero que tenía pero me rechazó alegando que eso me podría servir. Después de comer traté de ayudar a mi hijo con su tarea pero lo cierto es que no sabía nada de lo que estaba estudiando. Hacía tanto que había dejado la escuela que no recordaba nada de eso.

    Por la tarde recibí la visita de mi amiga, quien afligida por la situación, de inmediato se ofreció a ayudarme.

—¿Vas a divorciarte? —dijo bastante preocupada—. Creo que con la gravedad del asunto no queda más.

    Escuchar la palabra divorcio me resultaba incómodo, no solo porque nunca lo había pensado sino también porque pasar por eso iba a ser un proceso difícil; sin embargo, sabía que era un proceso necesario.

—Sí, lo haré —respondí con seguridad—. No hay más opciones, además parece decidido a no darme manutención por Cody.

—¡Pero que hijo de puta! —replicó enfadada por todo—. Es un malnacido.

—Voy a tener que trabajar y siento pena por dejar a Cody pero tal como lo veo, él no quiere darme dinero —dije con pesar—. No pretendo una batalla también por eso.

—Pero es que es su obligación —dijo furiosa—. Es dinero que te ayudará y ayudará al hijo que tienen juntos y se lo va a quedar una zorra interesada. Es que es inaudito que los hombres sean tan desalmados.

—Solo espero que le vaya bien y no se arrepienta nunca de lo que ha hecho con su hijo —dije a punto de soltarme a llorar de nuevo—. No quiero un hijo resentido con su padre y yo de verdad que espero que Colin recapacite y se acerque a él de nuevo.

    Le conté lo de los golpes que se habían dado como despedida y antes de volver a imaginarlo ya estaba llorando de nuevo.

—Amiga —dijo compartiendo las lágrimas conmigo—. No llores más. Sé que es doloroso pero eres una gran chica y seguramente la vida tiene algo mejor para ti. Deja de pensar tanto en esto y verás que poco a poco todo va a salir mejor.

    Agradecí sus palabras pero también agradecí a la vida que me hubiera dado una amiga como ella. Siempre dispuesta a apoyarme.

Con la días la situación estaba cada vez más difícil, mi hijo necesitaba materiales escolares y yo casi me terminaba los ahorros en eso, también había que ayudar en los gastos porque mi padre se la pasaba echándome en cara que no estaba aportando nada ni yo ni el zángano de mi marido, palabras de él. Colin no había llamado para nada ni buscado y a pesar de que le había llamado en un par de ocasiones pidiendo su ayuda monetaria. Siempre tenía alguna excusa, como gastos, descuentos, problemas y jamás me ayudaba e incluso los últimos días de este mes ya no me había tomado las llamadas; sin embargo, de ella sí que tenía respuestas constantes, siempre ofensivas, llamándome vieja, inútil, tonta y todo tipo de ofensivos, además de pedir de forma grosera que dejara de buscar a Colin.

    Escucharla ofenderme me dolía, más cuando pensaba que un día nuevo traería consigo alguna bendición pero entonces recibía algún mensaje de ella desmotivándome y todo cambiaba para mal.

   Como fuera, estaba decidida a empezar de nuevo y justo me dirigía a la primera entrevista de trabajo.

    Me había postulado a todos los que pude y había dicho a mi madre que me mudaría sola con mi hijo apenas pudiera mientras tanto ayudaba en casa tanto como fuera posible, incluso Cody parecía haber encontrado un punto de equilibro al colaborar con nosotras.

    Me puse de pie frente a la tienda de maquillajes y me relajé antes de entrar.

—Buen día —dije con una sonrisa—. Tengo una entrevista de trabajo.

—Buen día —respondió la chica—. ¿Me da su nombre?

    Después de dar los respectivos datos fui conducida a una oficina pequeña donde una mujer esperaba.

   Apenas me vio dio un repaso a mi apariencia y me removí incómoda.

—Buen día —dije a la mujer.

—Tome asiento —respondió señalando una silla—. ¿Viene por el puesto de dependiente?

—Sí, así es —respondí mientras hojeaba mis documentos y mi currículum.

—Lo lamento —dijo levantando la vista de los papeles—. La edad máxima es de treinta años...

Hola a todas y gracias por leer, por sus votos y sus comentarios que siempre me animan mucho. Nos leemos el próximo viernes con esta historia y el resto con sus días acordados. Gracias y besitos ❤😘

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top