Capítulo 29
Que sea nuestro amor el eclipse de la maldad y el engaño...
Charlotte Maguire
Volvió a la habitación y se dejó caer sobre la cama.
Esperaba que me diera la espalda y dijera que dormiría, al fin y al cabo estaba acostumbrada a eso; sin embargo, lo que hizo fue atraerme hacia él y volverme a besar.
Me acaricio y besó varias veces antes de dejar que mi cabeza descansara en su pecho.
No dijimos nada pero de sobra sabíamos que las palabras no hacían falta, no cuando ambos lo habíamos disfrutado tanto.
Con él no hubo después frases como: «me dio hambre, traeme algo de cenar» tampoco preguntó si me había gustado con la finalidad de levantar su ego; no hizo ningún comentario sobre que había subido de peso, mucho menos me dio la espalda para dormirse e ignorarme.
—¿Te quedarás conmigo toda la noche? —preguntó dejando un beso en mi cabeza—. Cody no estará y bueno podemos pasar mañana por él y luego te llevo a tu casa para que te cambies y vamos a trabajo o mejor aún, nos podemos tomar el día.
Escondió su rostro en mi cuello y me besó con descaro.
—Quiero que te quedes conmigo —dijo mordisqueando mi cuello.
—Puedo quedarme —respondí—. Pero mañana debemos trabajar.
No dijo nada sino que siguió besándome hasta que levantó el rostro y me miró.
—Tengo hambre y sed —dijo y yo me tensé.
Esperaba la frase pidiendo que me levantara para hacer algo pero solo lo vi ponerse de pie y rebuscar en su ropa para sacar su celular.
—Voy a pedir algo.
—Pero si cenamos —dije entre risas y mucho más relajada.
—Pero tengo hambre y tengo pereza de pararme a preparar algo —replicó encongiéndose de hombros—. Además necesitamos comer porque tenemos mucho que hacer esta noche.
Comencé a reír al comprender lo que tendríamos que hacer y no es que quisiera ponerle peros tampoco.
Llamó para pedir algo y luego volvió a la cama para hacer lo mismo: besarme y acariciarme, solo que esta vez estaba mucho más descarado que antes.
—Aiden —dije interrumpiendo sus besos—. Quiero decirte algo.
Dejó lo que hacía y levantó la cabeza para verme.
—¿Pasa algo? —inquirió.
—No, es solo que, hace rato... —Hice una pausa sin saber como decírselo—. Hace rato dijiste que me amabas.
Agaché la vista un tanto avergonzada.
—¿Y te resultó incómodo? —preguntó con recelo—. Lamento si decirlo causo incomodidad para ti, solo lo dije porque lo siento pero si te sientes presionada...
Me senté de inmediato para abrazarlo y besarlo callándolo.
—No, no es eso —respondí—. Solo creí que lo dijiste por el momento.
—Charlotte —dijo pasando sus manos por la cabeza—. Yo no voy diciendo cosas por la euforia de los momentos, tampoco lanzo miraditas y mucho menos digo cosas a las mujeres solo porque sí. Contigo puedo decir cosas subidas de tono porque hemos pasado esa línea ya, puedo meter mano tanto como tú a mí porque somos pareja y puedo decirte que te amo porque es lo que siento. No espero que me ames ahora pero llevamos meses juntos y varios más siendo amigos. No estoy lanzando un te amo después de dos días de novios.
—Deja de regañarme —dije divertida—. Yo también te quiero mucho, por todo lo que eres para mí y porque te has metido en mi corazón completamente.
Sonrió y me lanzó a la cama con fuerza haciendo que lanzara un grito antes de que se subiera sobre mí y comenzara de nuevo a besarme y a tocarme.
Aiden tocó cada parte de mi cuerpo y volvió a hacerme el amor antes de que la cena llegara.
Comimos y bebimos en la cama, brindando por estar juntos para siempre y después volvimos a la cama para acostarnos, tocarnos besarnos y acariciarnos hasta que prácticamente amanecía.
Me quedé dormida sobre su pecho y al amanecer estaba cansada pero dichosa de tener a un hombre que me hacía feliz y que me enamoraba cada segundo más y más.
Me moví aún adormilada esperando que el reloj mintiera y no fueran las siete.
Sentí sus brazos enrollarse sobre mi cintura y después sus labios sobre mi cuello y espalda.
—Aiden —advertí—. Es hora de levantarnos e irnos.
Lo escuché suspirar resignado antes de levantarse y después arrastrarme con él al baño.
Estaba cansada y quería dormir pero la realidad es que tenía que trabajar y aunque él había propuesto quedarnos en la cama, yo no quería que abusáramos de su condición de jefe.
Nos duchamos y después salimos en busca de Cody.
Condujo todo el camino tratando de convencerme para que nos quedáramos en su departamento pero al final no lo logró, decidí ir al trabajo.
—Ya tengo hambre —dijo de pronto mientras estacionaba frente a la dirección donde Cody había dormido—. ¿Estás segura de que es aquí?
—Sí —respondí—. Ayer cuando pidió permiso para salir a hacer tarea me dio esta dirección.
Salimos del auto y caminamos tomados de la mano pero antes de tocar la puerta se abría dejando ver a una horda de chicos, entre ellos Cody saliendo de la casa.
—¿Mamá? —preguntó extrañado—. ¿Qué hacen aquí?
Saludó a Aiden antes de darme un beso en la mejilla.
—Venimos por ti —dijo Aiden—. Pasábamos por acá y decidimos pasar por ti.
Si mi hijo se dio cuenta lo que significaba ver a su madre con la misma ropa del día anterior con el cabello húmedo y con su novio, no dijo nada, solo asintió, se despidió de sus amigos y abrió la puerta para que subiera y después se subió al asiento trasero.
—¿Ya desayunaron? —preguntó Cody—. Yo no y tengo mucha hambre. Tal vez podamos hacerlo juntos en casa.
—Yo también tengo hambre —secundó Aiden.
Miré el reloj, apenas tenía tiempo antes de que mi hora de entrada se cumpliera pero sin decirle nada a Aiden entendió.
—Vamos a llegar tarde de todas formas —dijo tomando mi mano—. Podemos comprar algo y comer en tu casa para no distraernos tanto.
Cody secundó la idea y después de detenernos para comprar algo para comer llegamos a casa donde me cambié en tiempo récord y salí para desayunar.
Ya habían servido el desayuno y solo terminaban de preparar jugo por lo que solo esperé y terminamos los tres por devorar la comida.
Apenas terminamos empecé a levantar los platos pero mi hijo dijo que lo haría él para no atrasarnos.
Solo me lavé los dientes y retoqué el labial antes de volver para que Aiden y yo nos fuéramos a la oficina.
—Le he llamado a mi hermana para decirle que llegarás tarde —dijo y yo me sonrojé.
—¿Le has dicho que dormimos juntos? —dije avergonzada.
—Hermosa, casi no dormimos —replicó divertido—. Y no, no le he dicho nada, aunque supongo que no hizo falta.
Me removí incómoda pero era tarde, justo llegábamos a la oficina y el bajaba para abrir la puerta.
Pasaban las diez de la mañana y cuando entramos fue abordado en la entrada por el jefe de seguridad por lo que me despedí y dije que subiría.
Subí el ascensor para ir a mi piso y apenas se detuvo y abrió salí para ir directo a mi cubículo.
—Buenos días chicas —dije pero solo una respondió el saludo.
Me metí a mi cubículo haciendo caso omiso a la sensación incómoda y comencé a ordenar todo para comenzar cuanto antes.
Pensaba que podía ser cordial con todas sin necesidad de hablarles pero estaba siendo tan duro cuando no entendía por qué de buenas a primeras ya no me aceptaban.
También quería decirle a mi madre que tal vez juntas podríamos montar una pequeña fonda de alimentos y quizás así se atreviera a dejar a mi padre.
Habían tantas cosas que deseaba hacer que mi corazón saltaba de anticipación ante eso.
Vi a Aiden pasar a su oficina y sonreírme pero la llamada de su hermana me distrajo.
Llamó para darme la mejor de las noticias. Lo había logrado, al fin era una mujer libre. La sentencia de divorcio había sido dada y con ello según palabras de la abogada solo era cuestión de días para recibir la constancia.
Me felicitó y rió conmigo cuando di un grito de alegría y dijo que había que festejar entre nosotras.
Colgué profundamente agradecida y sin poder parar de saltar ante la emoción se verme libre al fin.
Salí disparada a la oficina de Aiden, tan así que no me detuve a tocar.
Se puso de pie apenas me vio aparecer y sin dudarlo me lancé sobre él.
—¿Estás bien? —dijo un tanto confundido—. Me estás alarmando.
Me separé de él y luego volví a abrazarlo antes de respirar y calmarme.
—Han dado la sentencia de divorcio —dije y volví a abrazarlo—. Solo hace falta que den las constancias pero oficialmente soy una mujer libre.
Me abrazó antes de darme un beso y levantarme por los aires.
—Me alegra mucho —dijo sonriente—. No tienes idea cuánto.
Observé su rostro y no pude evitar pensar en que nada podía ir mejor en este momento.
Saberme libre me daba la oportunidad de ser yo de nuevo, de volver a vivir, de hacer aquello que nunca me había atrevido y más con el apoyo de Aiden y de mi familia.
Me mantuve un rato ahí con él pero decidí que lo mejor era dejarlo trabajar por lo que después de muchos besos y caricias regresé a mi lugar de trabajo para ponerme a trabajar.
Seguí mi rutina y a pesar de todo no podía dejar de pensar en que por fin me sentía completamente lista para salir adelante.
Hace tiempo no habría esperado jamás que en el día de mi divorcio yo estaría más que feliz pero sin duda la vida podía sorprender.
Pasé las horas felices y completamente motivada por lo que a la hora de la comida esperaba poder llamar a Elinor y contarle.
Cuando fue la hora de comer salí directo al baño antes de ir a comer.
Iba a abrir la puerta pero de pronto toda la emoción se esfumó.
—Es una cínica —dijo Sally—. La pobre Maggie la pasa tan mal.
—Es cierto —dijo Milli—. Cuando vino creí que era una buena chica pero después cuando las envidias a la pobre Maggie empezaron me dolió saber que es una roba hombres.
—Seguramente el marido se hartó de ella —agregó la otra—. Seguro se dio cuenta de la clase de serpiente que es la Charlotte esa y decidió buscarse a otra mujer.
—Claro pero se hace la ofendida y nosotras de tontas que le creímos —dijo de nuevo Milli—. Mira lo que ha estado haciendo ahora. Tratando de metérsele por los ojos al jefe cuando sabe que está en una relación Maggie.
—Es una zorra oportunista —añadió de nuevo Sally—. No le importa destruir una relación, además Margaret es mucho más bonita.
—Y joven, no lo olvides —dijo la otra chica—. Ya veremos que se le pase la novedad al jefe. Es obvio que se va a dejar enganchar por una zorra vieja y vivida, vaya a saber con cuántos no se ha metido.
No quise escuchar más. Me di la vuelta para irme de nuevo a mi cubículo.
Pensé en que ellas tenían razón y después de todo Margaret era una chica preciosa que merecía que un hombre guapo se fijara en ella pero definitivamente yo no era nada de lo que ellas decían, ni siquiera había hecho daño a nadie y se me juzgaba sin darme el derecho a defenderme.
Me quedé mirando al frente conteniendo las ganas de llorar.
Miré a Aiden salir con una carpeta en sus manos acompañado de alguien y yo giré el rostro para que no me viera pero fue imposible, se despidió del hombre y se desvió hacia mi cubículo.
—¿Te pasa algo? —dijo mirándome intrigado—. No te veo bien.
—Está todo bien —respondí tratando de no llorar—. Es solo que me duele un poco la cabeza.
Se acercó un poco más para observarme con claridad pero después de no deducir nada solo asintió y me mandó a descansar a casa.
—Tal vez sea porque no has dormido bien —respondió con sus ojos vigilando mi expresión—. Será mejor que te vayas a casa y descanses.
—Estaré bien —repliqué e hizo un gesto de cansancio.
—Preferiría que te fueras a descansar. Por favor —dijo abrazándome para después tomar mi rostro en sus manos y dejar un beso.
La ventanilla de conexión con el otro cubículo estaba abierta y por ella vi entrar a las chicas del baño junto a Margaret y dos compañeras más.
Las cinco miraron la escena a través de la ventanilla y se llevaron la mano a la boca perplejas al ver que Aiden acariciaba mi rostro.
Me removí incómoda y solo entonces él vio a las chicas en el cubículo contiguo.
—Señoritas —dijo con una sonrisa mientras todas lo veían perplejas—. ¿Pasa algo?
—No —dijo Margaret con tono ofendido—. No pasa nada.
Salió del lugar seguido de las otras que seguramente irían a consolar alguna de sus mentiras. Era increíble lo que hacía para darle verosimilitud a sus tonterías, incluso dejar desconcertado a Aiden ante el comportamiento de las mujeres que acababan de salir.
—Voy a terminar mi jornada y luego iré a descansar —dije sonriendo apenas y desviando su atención—. Me gustaría que me ayudaras a buscar un mejor departamento para Cody y para mí. Me ha ido mucho mejor y la verdad es que vivimos en una zona horrible y peligrosa porque es lo que podía pagar pero ahora estoy mejor.
Cambiar de tema de esa manera pareció no convencerlo pero al menos no insistió...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top