Capítulo 25
Los días al aire son como golondrinas en un atardecer funesto...
Charlotte Maguire.
Mi hijo había mirado ilusionado a Aiden o tal vez miraba ilusionado la laptop; sin embargo con ello habíamos avanzado muchísimo. Sin duda, mi hijo se había acercado a él y Aiden acababa de marcar un punto en el acercamiento para ganarse a mi hijo.
Me ayudó a bajar del auto para entrar al lugar, era un lugar juvenil y fresco, apto para mi hijo y sin duda le iba a gustar.
—¿Vamos a dejar mi regalo ahí? —preguntó mirando la laptop—. Pueden robarla.
Aiden rió y se acercó.
—Si quieres la llevamos o la dejamos en el maletero —dijo dando una sonrisa amable.
—En el maletero estaría perfecto.
Aiden asintió y abrió de nuevo el auto para tomar el regalo y meterlo a la cajuela.
Solo entonces nos metimos al restaurante donde a pesar de que Cody seguía callado le devolvía las sonrisas a Aiden de vez en cuando y él por su parte no daba tantas muestras de cariño conmigo como cuando estábamos solos respetando la comodidad de mi hijo.
—El sábado podrías ir a casa —le dijo y Cody levantó la vista de su plato—. Tendremos una pequeña reunión en casa pero llegaran chicos de tu edad, hijos de algunos amigos, primos en fin. Tal vez te diviertas.
—No creo que sea buena idea —dijo agachando la vista—. Tal vez papá llegue el sábado.
—Bueno si llega me cancelas —respondió—. Si no pues voy por ustedes y nos vamos a mi casa.
Me miró buscando ayuda y después de unos segundos asintió.
—El próximo martes tengo un partido por la tarde —dijo mirándome a mí—. Tal vez puedas ir.
—Claro que sí —respondí—. Sin embargo sabía que lo estaba invitando.
—Quizás quieras ir también —dijo desviando la vista—. Aunque entiendo que trabajas, pero bueno si quieres ir en agradecimiento por esto pues adelante.
—Ahí estaré.
La comida siguió entre comentarios de Aiden integrando a mi hijo a la plática que después de un rato se soltaba como pocas veces lo había hecho.
Bebimos y comimos muchísimo y solo entonces nos llevó a casa prometiendo estar en el partido del martes y asegurando que podíamos ir con él el fin de semana.
Cody aferraba su regalo afuera de la casa y sonreía abiertamente mientras Aiden se despedía de ambos.
Lo vimos partir y solo entonces mi hijo corrió a casa para encender su laptop.
—Mamá mira —dijo con los ojos brillantes de emoción—. Es preciosa y de las mejores.
—No sé de eso pero supongo que sí —dije pasando las manos por su cabello—. Me alegra que te haya gustado.
Con el regalo y el buen rato que Aiden nos había hecho pasar tanto Cody como yo habíamos olvidado el asunto de su padre.
Solo habían pasado dos horas de haber llegado cuando él asomó por la casa. Estaba ebrio o al menos lo estuvo antes.
—Hijo lo siento —dijo con un aspecto deplorable—. Se me pasaron las copas y me quedé dormido.
Cody no dijo nada pero vi la desilusión en sus ojos y yo preferí no meterme.
—Cody espero que me perdones —dijo fingiendo estar avergonzado—. Te prometo que no volverá a pasar.
—El martes juego a las seis —respondió olvidando su coraje—. Tal vez puedas ir.
—Seguro que sí ahí estaré —respondió dando un abrazo a Cody—. No voy a faltar.
Miró la laptop en el sofá y se acercó.
—Te va muy bien en el trabajo para comprar algo tan caro —dijo con tono sarcástico—. Es un muy buen equipo.
—Me la ha regalado su novio —dijo Cody y su padre se giró a una velocidad impresionante hacia él—. Ha ido al evento.
—¿Qué dices? —Se acercó a él de nuevo furioso—. ¿Tu madre tiene un novio?
No esperó respuesta y se giró hacia mí con actitud prepotente.
—¿Así que andas de zorra descuidando a mi hijo? —acotó enfadado—. ¡Y encima se lo impones!
—¡No me hables así! —dije enojada—. Cody ve a tu cuarto por favor, y tú no tienes derecho a decir nada cuando no eres capaz de ir a algo tan importante para mi hijo.
—¡Me quedé dormido! —gritó enojado—. No te hagas la estúpida y cambies el tema. ¿Quién es? ¿Sabe que eres casada?
—Claro que lo sabe —dije dispuesta a no dejarme pisotear más—. Sabe que estoy separada y en planes de divorcio. No soy esposa, soy mujer separada. Lo irónico es que te enfades por algo que tú pusiste de ejemplo. Ella sabía que eras casado y que sin duda aún vivías conmigo y no parecía que la moral te importara tanto, pero bueno no es lo mismo para ti cuando no te conviene.
—No empieces —advirtió—. Ese maldito te da regalos a cambio de que te joda no es así.
Mi palma estalló en su rostro de rabia por lo que insinuaba.
Cody corrió poniéndose delante de mí al ver a su padre levantar el puño.
—Hazlo —dije furiosa—. Atrévete a golpearme.
Respiraba fuerte y no hizo mas que caminar por la sala unos segundos antes de girarse a su hijo.
—No necesitas a un imbécil como él -dijo apretando los dientes—. Soy tu padre y voy a ser lo siempre. Ese maldito va a conocerme.
Se acercó al sillón y tomó la laptop.
—¡No papá! —gritó Cody intentando quitársela—. ¡Deja eso!
Quise arrebatársela pero era tarde la lanzó contra la pared rompiéndola en pedazos.
—No necesitas nada de ese maldito —dijo furioso mientras Cody corría por los pedazos—. ¡Que no ves que es producto de la prostitución de tu madre!
Mi hijo no hacía caso sino que lloraba tan fuerte levantando el equipo pero no había más. Se había partido en dos y era evidente que no serviría.
—¡Vete! —dije sintiendo que iba a desmayarme en cualquier momento—. ¡Lárgate y no vuelvas!
Comencé a empujarlo fuera de la casa mientras él seguía llamándome puta, zorra y todos los insultos que se supiera.
Lo eché de casa mientras escuchaba como pateaba la puerta y gritaba estupideces.
—Mamá —dijo mostrando lo que quedaba entre lágrimas—. Ya no servirá.
—No te preocupes. —Lo consolé—. Todo estará bien pero solo provocaba que llorara más.
Colin gritaba desde la puerta hasta que se aburrió y seguramente se largó más furioso de lo que había llegado pero en ese momento solo me importaba mi hijo.
Cody lloró mirando los pedazos durante un rato enorme en el que ya no sabía que decirle para consolarlo. Era como un niño cuando se le perdía un juguete. Así que cuando se calmó llamé a Elinor y le platiqué y aunque ella siempre juraba que lo mataría, lo cierto es que con que me escuchara era más que suficiente.
Apenas había colgado cuando Aiden llamó y por mucho que quise esconder todo terminé llorando y contándoselo.
Dijo que colgaría y solo unos minutos después arribaba a la casa.
Abrí la puerta y lo abracé pero su mirada estaba sobre el sofá donde Cody seguía sollozando bajito.
Se acercó al sillón y se sentó a su lado.
—¿Lloras porque lo hizo él o porque ya no tendrás laptop? —preguntó y Cody lo miró con sus llorosos ojos.
—Lloro por ambas cosas —respondió—. Él sabe que la uso a diario y que aunque no tenga internet al menos puedo trabajar más rápido y no le importó. Los profesores no quieren trabajos a mano y él lo sabe y aún así no le importó nada.
—No puedo hacer nada contra la desilusión que te ha causado —dijo serio—. Lo de la laptop podemos resolverlo.
—¿De verdad? —preguntó ilusionado—. ¿Crees que se pueda reparar?
Aiden miró la laptop y negó.
—No lo creo —respondió y mi hijo suspiro abatido—. Pero te prometo que podemos tener otra. No me molestaría regalarte otra.
Cody negó repetidas veces.
—No gracias —acotó—. No vamos a abusar, solo guardaba la esperanza de que sirviera.
—Hagamos un trato —dijo Aiden atrayendo de nuevo su atención—. Compramos una y tú me haces un favor y lo recibes como pago.
—¿Qué favor? —preguntó intrigado girándose por completo de frente a él.
—Deja que te conozca y tú a mí —dijo con una sonrisa conciliadora—. No quiero que tu mamá elija, ni que se vea en una batalla entre tú y yo. No pretendo ocupar un lugar que no me corresponde pero podemos ser amigos. ¿Qué dices?
Mi hijo me miró y yo me acerqué para sentarme a su lado tomando su mano.
Mi hijo asintió y Aiden sonrió.
Le pasó el brazo por los hombros y lo jaló para abrazarlo.
—Vamos a estar bien —dijo y tomó mi mano—. Si quieres podemos ir ahora a comprarla.
—No, es demasiado —respondió—, pero igual gracias.
—Prometo llevarle el desayuno diario a la oficina —aseguré—. No es mucho pero es un pago extra.
—Ahí está —secundó Aiden—. Además de todo voy a comer gratis.
—Le he dicho a mamá que puedo trabajar —dijo mirándome—. Algo puedo aportar.
—No creo que sea buena idea —dijo entre risas—, pero te dejaré lavar mi coche los fines de semana como pago y mira que nadie toca mi auto. Es como mi hijo. ¿Tenemos un trato?
Mi hijo asintió divertido y dijo que podía esperar porque era tarde, así que acordamos ir después del partido del martes.
El ambiente pareció mejorar en el que Aiden y Cody platicaban sobre algunas cosas hasta que dije que empezaría a hacer la cena.
Cody se sentó en la mesa para esperar pero Aiden lo tomó del brazo.
—Vamos a ayudar a tu mamá con la cena —dijo arremangando su camisa—. Lávate las manos.
—Pero siempre la hace ella —replicó—. Yo no sé cocinar.
—Yo tampoco —respondió con un encogimiento de hombros—. Pero es una excelente oportunidad para aprender, además no solo va a cenar ella, también nosotros y también vamos a ensuciar platos y vasos así que después de cenar vamos a limpiar.
Los observé, Cody miraba perplejo a Aiden y yo no sabía si llorar o lanzarme a abrazarlo. Jamás me habían ayudado y antes para mí era normal, ellos eran hombres y yo tenía el deber de atenderlos pero con Aiden estaba aprendiendo que las cosas debían ser equitativas y las responsabilidades compartidas.
Él parecía ser un hombre que veía las cosas desde otro punto de vista, parecía un hombre de visión favorecedora para nosotras y yo no podía estar más agradecida.
Sin duda mi hijo no sabía hacer nada pero al menos rebanaba tomates y cebolla. Hizo lo básico pero estaba ayudando sin rechistar y eso era más que suficiente.
Aiden por el contrario sin duda ya lo había hecho antes porque sabía empanizar y marinar muy bien aunque frente a mi hijo fingía la misma torpeza que él.
—Gracias —musité cuando estuve cerca.
—¿Por qué? —preguntó frunciendo el ceño.
—Por ayudarme —dije señalando la sartén.
—No tienes por qué agradecer por algo que debería ser normal —dijo divertido—. Ahora no lo hago porque tenemos gente a cargo pero a la edad de Cody hacía esto y más. Mi madre me enseñó que no por ser hombre debían rendirme pleitesía. No eduques a Cody para que un día mantenga a su esposa en el mismo estado en el que te tuvieron a ti. No lo eduques para someter, edúcalo para que respete no solo a su esposa y madre sino a todas las mujeres que giren en su entorno, enséñalo a ser un caballero y compartir responsabilidades. Cody no tendrá una esposa, tendrá una compañera, igual a él, ni más ni menos pero deja de servirle y de educarlo para ser atendido, dale responsabilidades que son socialmente para niñas, no hay cosas para niñas y niños hay cosas y ya, son para todos. No dejes que se convierta en un hombre como tu esposo que espera que le beses los pies.
Asentí y dejé que me abrazara antes de darme un beso en la cabeza.
Nos giramos frente a Cody que nos veía con curiosidad antes de continuar y sonreír.
—¿Hablaban de mi verdad? —preguntó ceñudo.
—Sí —respondió Aiden con cinismo—. Le decía a tu mamá que ya estás listo para lavar y planchar tu ropa.
Los ojos de mi hijo se abrieron muchísimo y me miró asustado.
—Nunca lo he hecho verdad mamá —afirmé—. Me ayudarás.
—Sí —dije divertida—. Voy a enseñarte.
—¿Eso incluye en el pago de la nueva laptop?
—Sí, incluye —dijo Aiden girándose de nuevo para continuar—. Vas a tener más responsabilidades pero nada que no puedas dominar.
—Pero papá se enojará —dijo—. Se enojará porque siempre dice que mamá debe hacerlo.
—Tú papá miente —replicó—. Yo ayudaba a mi mamá y mira no me pasó nada, no me hice gay, tampoco se me cayeron las manos. De hecho vendo cosméticos, sé maquillar a las mujeres y gano mucho dinero por ello. ¿Te parece malo?
Mi hijo negó efusivamente.
—¿Has visto el auto que tengo? —Volvió a asentir con ojos muy abiertos.
Lo miré porque parecía intrigado.
—Lo he ganado dando cursos de maquillaje a chicas, consejos de belleza, vendiendo cosméticos —dijo divertido—. Todo eso no me hace menos hombre que otros al contrario te ayuda a conseguir chicas.
Le guiñó un ojo y Cody rió enrojeciendo.
—Tienes razón —dijo mirando por la ventana—. Un día quiero un auto así y muchas chicas también.
—¡Cody!
Aiden comenzó a reír.
—Bueno muchas chicas no —replicó—. Solo está permitido una, debes encontrar la que sea perfecta. No sigas los cánones sociales. Has tus propios cánones de belleza...
Mi hijo asintió y siguió cortando la verdura de forma horrible pero estaba ahí, ayudando...
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