Capítulo 23

Son las ilusiones el alimento del amor y la felicidad ya sea momentánea o eterna...
Charlotte Maguire.

    Se giró a verme mientras yo me acercaba de nuevo al auto y sin esperar más me subía.

    Enarcó una ceja al verme pero no dijo nada.

—Podemos ir a cenar —dije un tanto insegura—. Esta vez invito yo.

    Me miró unos segundos en los que creí que me diría que no pero finalmente con un suspiro arrancó y condujo.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó con seriedad.

—A donde sea que podamos hablar y que yo pueda pagar —respondí y él solo asintió.

     Condujo solo unos minutos antes de aparcar frente a un restaurante modesto de donde bajó de inmediato y me ayudó a salir para que ingresáramos.

     Fuimos atendidos y nos sentamos.

    Ordené mi cena y después él, antes de que nuevamente el silencio reinara.

—¿Y bien? —dijo mirándome.

—Lamento lo del sábado —dije agachando la vista—. De verdad lo lamento.

—Ya te he dicho que no tienes que darme explicaciones sobre eso —respondió—. Charlotte...

—Por favor deja que me explique —dije tomando su mano—. Lo necesito.

     Asintió con una suspiro resignado.

—Lo que dijiste, eso de que estás desilusionado —dije mirando hacia otro lado—. Yo también me siento desilusionada de mí misma. No debí ceder y me avergüenzo de ello. No debí ceder a la presión de mi hijo y mucho menos soportar y permitir que Cody lo use para manipularme, tampoco debí mentirte, tenía que haber sido sincera. 

—Charlotte —dijo levantando mi barbilla—. Me enojé y mucho cuando supe que me mentiste, pero mi desilusión no fue porque cediste sino porque me gustas y su vuelta trae y me resta oportunidades. Es todo. No soy la clase de hombre al que le gusten los triángulos amorosos prefiero guardar mi distancia y evitar problemas. Si quieres volver con él, está bien pero no juegues conmigo porque eso sí va a enfadarme mucho. Ni tú ni yo somos unos adolescentes, al contrario somos adultos y podemos hablar claramente y sin tapujos. No me gustan los juegos y creo que he sido lo suficientemente honesto y claro en cuanto a lo que quiero y espero. He dejado claras mis intenciones pero exijo el respeto que voy a darte y si no puedes hacerlo entonces dímelo claro, si no te intereso o crees que no va a pasar nada también hazlo saber, no voy a enojarme ni a reclamar. Me lo dices y no pasa nada, ya está, nos olvidamos de esto y asunto solucionado. Háblame con la verdad siempre.

    Escuchar cosas como esas me hacía cuestionarle por qué yo no había conocido un hombre así antes y por qué me había dejado encandilar por el primero que se me acercó.

     Tal vez había sido la razón por la que dependía tan fuerte de Colin, porque me faltaba mundo, porque no conocí a otros chicos ni tuve amigos. Las prohibiciones de Colin alegando celos siempre fueron estrechas y provocaron que me alejara de otros hombres idealizándolo y provocando todas mis inseguridades.

—No voy a volver con él —declaré segura de lo que decía—. No lo haré porque por fin he dejado de verlo como perfecto, porque ya no lo extraño, ya no pienso en él ni lloro porque no está conmigo. Por fin he comprendido que valgo mucho más de lo que él me ha hecho saber siempre y que merezco todo de la vida.

    Me miró serio sin decir nada.

—Sé que cedí ante mi hijo pero no pienso ceder más porque sé que intentará usarlo —continué—. En cuanto a lo demás no sé qué decir, no sé si me gustas porque jamás me había sentido así, pero no me gusta verte enojado conmigo, me gustan tus detalles, me gusta que seas como eres conmigo pero no sé si eso es suficiente para decir que me interesas más allá de una amistad.

     Agaché la vista avergonzada y como si fuera una adolescente, me sentía tímida e inquieta.

     Lo vi ponerse de pie y sentarse a mi lado durante unos segundos sin decir nada.

—¿Charlotte por qué no me miras? —preguntó.

    Levanté la vista para encontrarme con sus ojos mirándome fijamente como si estuviera escudriñándome.

    Colocó su mano en mi barbilla y me hizo mirarle a pesar de que me moría por virar la vista hacia a otro lado.

—¿Te gusta que te bese? —preguntó directamente y yo sentí que enrojecía.

     Acercó su rostro al mío sin dejar de verme.

—Porque a mí me encanta besarte —susurró tan cerca de mí que no supe qué decir.

    No me besó pero me miró esperando una respuesta.

—Sí, me gusta —dije girando mi rostro a la izquierda y lo escuché reír.

    Tomó de nuevo mi barbilla y me acercó de nuevo.

—¿Mucho? —preguntó y yo asentí.

    Sonrió y me besó por tercera vez desde que nos conocíamos, solo que esta vez me apretó a su cuerpo y fue mucho más intrépido al besarme.

     Sus labios sabían a dulce y cuando su lengua invadió mi boca de forma desesperada me perdí por completo en la marea de sensaciones.

    Mis manos recorrieron su pecho antes de enrollarlos en su cuello y dejar que condujera el beso.

     Mis sentidos se perdieron inmediatamente que él dejó claro que buscaba profundizar cada vez más y más y yo no hice nada más que ceder ante él y ante la forma tan sublime de acariciar mi cintura y mi rostro.

     El carraspeo de alguien hizo que nos separáramos para encontrarme la mirada del mesero incómodo frente a nosotros con la cena.

    Recargué mi rostro en su hombro mientras él decía algo al mesero y este dejaba la cena frente a nosotros.

    No cenamos frente a frente sino a un costado porque él no volvió a su lugar, solo se sentó a mi lado y dejó que yo comiera en silencio.

     Apenas podía comer con los nervios atravesados como los tenía.

   Terminando la cena yo no pedí postre ni él, yo porque me sentía incapaz de pasar algo más cuando mis entrañas se retorcían de nervios.

—¿Qué somos? —pregunté cuando no pude soportarlo más—. ¿Somos novios?

    Me pareció ridículo decir eso cuando seguía casada; sin embargo él solo sonrió y me abrazó.

—Somos lo que tú quieras —dijo nuevamente muy cerca de mis labios—. Pero preferiría que seamos una pareja, los novios suelen guardarse cosas, suelen mentir un poco, las parejas están obligadas a siempre ir al par.

     Entonces yo jamás había tenido una pareja pensé y me pregunté dónde estuvo metido este hombre antes de que yo hubiera conocido a Colin.

—No quiero que seas mi novia —declaró mirándome a los ojos—. Quiero que seas mi igual. 

    Sonreí al verlo y me abracé a él como otras veces solo que esta vez no era mi amigo. Era Aiden, el hombre.

—Quiero que me lo cuentes todo —dijo acariciando mi espalda—. Que no dudes nunca de hablar conmigo, que me pidas ayuda, que cuando yo te la pida estés para mí, que hagamos las cosas juntos, sea cual sea y que siempre podamos contar uno con el otro. Que seamos siempre uno solo para todo. Eso es lo que siempre he esperado de la vida.

     Me abracé mas fuerte a él y esta vez fui yo quien lo besó para después asentir efusivamente.

    Sonrió mientras me abrazó y dejó un beso en mi frente.

—No voy a meterme en tus asuntos con él —dijo respirando tranquilo—, pero tampoco voy a permitir que te maltrate o haga algo que te incomode.

—La ha dejado —dije y él pareció envararse—. Sin embargo, eso no cambia en absoluto nada de lo que me hizo. Lo malo de todo es que ha estado sobre mí desde entonces pretendiendo que vuelva y utilizando a mi hijo para eso.

     Se quedó callado pero después de unos segundos me abrazó y dejó claro que estaba dispuesto a estar conmigo también en eso.

—Por ahora no puedo decirle a Cody —dije esperando que no se enojara—. Estoy segura de que lo tomará muy mal pero tal vez más adelante pueda decirle.

—Creo que sería mejor decirle cuanto antes para evitar que continúe pensando que su papá y tú volverán pero respeto tu decisión —aclaró—. Si te parece mejor que por ahora no le digamos nada está bien para mí.

—¿Tú familia lo tomará bien? —pregunté apenada—. Ya sabes tú eres soltero, sin hijos y bueno pues yo ya...

—Mi familia respeta las decisiones ajenas —interrumpió con seguridad—. Y aunque no fuera así, soy mi propio hombre y no le debo explicaciones a nadie. Mi familia no se meterá, te lo aseguro.

    Sonreí esperando que fuera así porque no soportaría que tuviera problemas por mi culpa.

    Nos mantuvimos un rato ahí hasta que fue hora de irnos.

    Quise pagar la cena pero no me lo permitió, dijo que no y no fue flexible en su postura.

—Te acepto como pago que me lleves mañana algo a la oficina —dijo divertido—. Te prometo que me lo como todo.

     Sabía que no me dejaría pagar por lo que al final derrotada no me quedó más que aceptar.

    Subimos al auto y condujo a casa llevando mi mano entre las suyas y diciendo alguna cosa sobre trabajo o alguna tontería.

    Se detuvo frente a la casa pero no bajamos inmediatamente sino que permanecimos ahí hasta que decidió bajar y abrir la puerta para mí.

    Me tomó la mano para darme un beso en los nudillos y sonreírme.

—Te veo mañana en la oficina —dijo con un guiño—. Tal vez podamos ir por ahí.

     Sonreí y asentí. Quería que me besara pero sabía que mi hijo podría vernos por lo que solamente me reí al ver que él también pensaba lo mismo.

—¡Por eso dejaste a papá! —gritó Cody saliendo desde la casa hecho una furia—. Fue por ti, me lo ha dicho y te negaste maltratándolo porque andas con este.

—Cody cállate y vuelve a la casa —dije un tanto alarmada al verlo—. No hagas un escándalo.

—¿Por qué eres mentirosa? —gritó más fuerte si es que eso era posible—. No quieres a papá porque estás de suelta con este hombre.

     Mi mano voló con voluntad propia al rostro de mi hijo antes de que pudiera pensar en nada más.

     Cody me miró furioso y yo solo mire a Aiden que veía con fijeza a mi hijo pero no había dicho nada.

     Los vecinos habían comenzado a salir al escuchar los gritos.

—¡Te enoja que te diga la verdad! —gritó sacando su rabia—. ¡Papá tiene razón no nos quieres juntos!

    Comencé a llorar mientras lloraba de escuchar a mi hijo diciendo todo eso.

—No eres más que...

—¡Ya basta! —gritó Aiden y mi hijo dio un respingo.

    Lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró para meterlo dentro de la casa.

    Me quedé parado mirando antes de reaccionar.

—¡Suéltalo! —dije pero no me hizo caso.

     Lo metió a la casa y yo corrí tras ellos temiendo que le hiciera daño.

    Una vez dentro lo dejó caer sobre el sillón pero mi hijo se puso de pie de inmediato.

—¿Te sientes un hombre? —dijo Aiden mirándolo—. Entonces desquítate conmigo. Los verdaderos hombres, no gritamos a las mujeres, no ofendemos a las mujeres, no las maltratamos y mucho menos si esa mujer es tu madre. ¡Si quieres que te trate como un hombre compórtate como uno!

—Voy a decirle a mi papá que me has maltratado —dijo respirando con dificultad.

     Aiden se rió.

—Puedes ir a quejarte con el presidente si quieres niño.

    Mi hijo se lanzó sobre él pero no lo movió ni un milímetro.

—¡No soy un niño! —gritó furioso.

     Siguió golpeando hasta que se cansó.

     Cuando se separó lloraba mirándolo con odio.

—Eres un niño porque te comportas como tal —declaró—. Cuando crezcas y aprendas a valorar a tu madre entonces tendremos esta  conversación.

    Cody estaba ardiendo de furia pero no dijo más, solo observaba a Aiden.

—¿Quieres ser un hombre y que yo te trate como tal? —preguntó mientras se acercaba a él sin tocarlo—. Muéstrame lo hombre que eres, mientras tanto esta conversación se pospone dado que no eres capaz de comprenderla. Cuando entiendas que tu mamá tiene derecho a desear una vida mejor que la que tuvo junto a tu padre y cuando entiendas que el que hizo mal fue él entonces nos sentamos a hablar.

     Mi hijo me miró y salió corriendo a su habitación dando un portazo.

    Seguí parada sin decir nada hasta que él habló.

—Jamás lastimaría a tu hijo Charlotte —dijo sin girarse—, pero tampoco voy a permitir que te insulte enfrente de mí, va contra todo lo que aprendí de mi madre y no me pidas que lo tolere porque no lo haré. Necesitas ser un poco más dura con él y dejarle claras algunas cosas o un día te pasará encima.

    Se giró a verme y se acercó limpiando mis mejillas.

—No quise asustarte —dijo dejando un beso en mi frente—. Habla con él pero no le permitas que te violente.

    Asentí sabiendo que tenía razón y que tal vez lo que hacía falta era dejar claro por fin que no había una segunda parte entre mi ex esposo y yo.

   Me dejó un beso casto antes de despedirse y asegurar que podía llamarle a cualquier hora...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top