El colmo

Sakura asomó la cabeza una y otra vez mientras parpadeaba para asegurarse de que no estaba alucinando, llevaba diez minutos haciendo lo mismo desde detrás de uno de los muros de la oficina en la que trabajaba.

¿Sería muy tarde para renunciar y regresar a Tokio?

Se dio la vuelta y azotó la cabeza en la pared tres veces antes de frotar el pequeño chichón que seguro ya se le había formado.

¿Por qué ella? ¿Acaso era mala persona?

Bien, se fue de Tokio sin avisarle a su pareja y roomie, huyó de Tomoeda para superar a su mejor amigo.

¡Pero eso no la hacía mala persona!

—¿Sakura? Te están esperando —dijo Chiharu al aparecer en su rango de visión con un gesto de confusión.

—¿Sabes? Olvidé que dejé prendido el horno en Tokio, tal vez deba volver y...

La chica frente a ella le dió una mirada de molestia.

—Te recomendé porque eras la mejor, me vas a hacer quedar mal —espetó en un susurro.

—No entiendes, no puedo entrar ahí —musitó la castaña en tono desesperado al señalar la sala de juntas.

La otra chica entornó los ojos creyendo que era un ligero ataque de pena o intimidación.

—Claro que puedes —aseguró y la tomó del brazo para llevarla fuera de su escondite—. Sé que es repentino, pero ya sabías que se te contrató por la empresa que solicitó el servicio y...

—No, Chiharu, en serio no puedo entrar ahí —insistió Sakura tratando de liberarse del agarre antes de que la persona en la sala alcanzara a verla.

La aludida la vio contrariada, pues su compañera estaba peleando con ímpetu para no entrar, no entendió porqué se negaba a conocer a los nuevos clientes, pero estaba por dejar mal parada a la empresa con personas muy importantes.

Sakura negó varias veces.

—Le explicaré al jefe, dame cinco minutos —alegó y se giró para regresar a la oficina dónde pensaba inventarse un dolor de ovarios para librarse de la amarga presentación.

—¡Tú!

O tal vez podría saltar del ventanal a unos pasos, sí, también era buena opción.

Ojos ambarinos la vieron con furia a lo que ella trató de mantenerse impasible o ya de mínimo, indignada.

—Eres una irresponsable, loca... —exclamó el hombre caminando en su dirección mientras la señalaba.

—¡Oye! Casi me matas, deberías ser más considerado —intervino y cruzó los brazos.

—¡Te lanzaste a la avenida! Ni siquiera tenías el paso —alegó él al pararse a escasos dos pasos de ella.

—El peatón siempre tiene preferencia... —gruñó y lo vio a los ojos.

—¡Ibas en una bici!

—¡Sigo teniendo preferencia!

—Eres una mujer insufrible, irresponsable y...

—Mira quién lo dice, imbécil que iba a gran velocidad.

Se miraron enfurecidos ignorando que tenían audiencia.

—¡Kinomoto!

—¡Xiao Lang!

Pero ambos brincaron y se tensaron al escuchar las voces llenas de enojo.

****

Eso era ridículo, parecía haber regresado a la pubertad al estar sentada afuera de la oficina del director con miedo a su destino. No llevaba ni tres horas trabajando para la empresa y lo más seguro era que la corrieran.

Escuchó un bufido a su lado y de reojo notó a su acompañante cruzar los brazos y recargarse en la silla mientras su mandíbula se ponía rígida.

Ese idiota le iba a conseguir un trabajo si perdía el actual.

—Casi me matas —espetó y entrecerró los ojos.

—Cruzaste sin fijarte y lo sabes —susurró Syaoran sin mirarla—. Seguro se te hizo tarde y saliste corriendo, como siempre...

—Tú ibas sobre el límite de velocidad —interrumpió ella al empuñar las manos.

Él no dijo nada, solo se reacomodó en su asiento y volvió a bufar.

Algo le dijo en la mañana que era un buen día para quedarse en cama, fingir una enfermedad y no ir a trabajar. Pero entre la petición de su padre y que ya había planeado su día...

Además, esperaba que el actual incidente hiciera que su madre olvidara el tema que iban discutiendo en el auto, después de todo... Pero, ¿qué demonios?

Giró con una mueca de enojo en su rostro mientras frotaba su brazo, su ex compañera loca le lanzó una pequeña piedra de la maceta a su lado.

—Llevo cinco minutos llamándote y no me haces caso —justificó y levantó el rostro con indignación.

Syaoran arqueó una ceja.

—¿No se te ocurrió que te estaba ignorando deliberadamente? —ironizó.

Sakura tomó otra roca, esta más grande que la pasada, y él levantó ambas manos en ademán de rendición.

—Bien, ya, ¿qué quieres?

—¿Qué haces aquí? —preguntó Sakura en un susurro inclinándose en su dirección, la puerta de su jefe los separaba.

Syaoran entornó los ojos y suspiró de manera audible.

—El chófer de mi madre está enfermo y mi padre no confía en nadie para llevarla de un lugar a otro.

Ella ladeó la cabeza mirándolo con confusión.

—Existe Uber —alegó.

Él la miró como si fuera lenta.

—¿Qué parte de mi padre...?

—Ya, como sea; con lentes oscuros no eres reconocible... Ni tu madre —interrumpió haciendo un ademán con la mano descartando la absurda pregunta que el castaño lanzó en su dirección

Syaoran se encogió de hombros, ese era el chiste.

—Ibas sobre el límite de velocidad —insistió la chica.

Él soltó otro suspiro exagerado y tras poner ambos codos en sus rodillas, puso los dedos en su sien tratando de masajear.

—Dios, me vas a matar —musitó, cansado.

—Karma —ironizó ella y se apoyó en el respaldo de su silla para después cruzar los brazos.

Ambos se miraron con molestia pero rompieron el contacto visual cuando la puerta se abrió, primero apareció la madre del idiota y luego su jefe que la miraba con cierta decepción.

Syaoran se levantó con lentitud y vio a ambos con aprehensión, la chica lo sacaba de sus casillas, pero jamás se perdonaría que perdiera el empleo por una absurda pelea.

—Kinomoto, tu actitud hacia los nuevos clientes ha sido deplorable —señaló su jefe.

Sakura bajó la mirada, avergonzada, pues tenía razón; el castaño notó sus hombros decaer y se preparó para intervenir, sin embargo, su madre habló.

—Incluso así, pocos se animan a hacerle frente a mi hijo. —Pareció alabar—. Por eso decidimos que llevarás la publicidad de la corporación tal como ya se había hablado.

Syaoran y Sakura la vieron con sorpresa mientras que ella les daba una sonrisa que su hijo conocía a la perfección... Y a la que le temía.

—La única condición es que trabajen en equipo —concluyó Yelan con cierto brillo en sus ojos.

Y ahí estaba... Aquella era la razón por la que Syaoran le tenía más miedo que respeto a su madre.

****

Escuchó un ligero suspiro y de reojo notó los ojos amatistas que lo veían con nerviosismo.

—¿Y bien?

La miró por unos momentos antes de regresar su atención a los documentos frente a él.

—No veo algo turbio, el contrato está hecho para lo que dice, expander la línea —rectificó leyendo de nuevo, no quería pasar nada por alto.

Tomoyo se cambió de su lugar y se puso junto a él, sus brazos se rozaron mientras ambos leían el contrato sobre el escritorio. Eriol movió un poco el suyo con disimulo, cada que su piel rozaba la de ella su corazón se aceleraba a tal grado que no podía respirar bien.

—No sé, no me convence —alegó ella en voz baja y casi decepcionada.

Eriol se enderezó y tomó el contrato del escritorio, luego se giró y se apoyó sobre él.

—Incluso las ganancias para tu compañía se verán beneficiadas al recibir ingresos en dólares... —explicó leyendo las cláusulas.

Ella caminó y se sentó en el sillón a unos pasos de él con el ceño fruncido, entrelazó las manos en su regazo y clavó la mirada en ella.

—¿A qué le temes? —preguntó Eriol en voz baja al dejar el contrato a un lado.

Sus ojos amatistas lo miraron con sorpresa, luego una diminuta sonrisa se formó en su rostro.

—Me conoces tan bien. —Suspiró y cruzó los tobillos—. Es un nuevo mercado, los riesgos son muy altos, las exigencias de los americanos...

El de lentes asintió y tomó asiento en el mismo sillón pero en el otro extremo.

—Lo son, pero si ellos te ofrecieron la expansión es porque ya hicieron los estudios pertinentes y conocen los riesgos —alegó.

Tomoyo asintió.

—Pero el fracaso se quedaría conmigo.

Eriol la miró con cierta tristeza, debajo de toda esa capa de éxito y seguridad aún existía la Tomoyo que se exigía perfección para encajar... Para enamorar.

—Tomoyo, eres buena, sabes que lo eres, y si la línea fracasa en América tienes lo que has logrado en este continente... No puedes darle gusto a todos —debatió con una pequeña sonrisa.

Ella lo miró fijamente antes de morder su labio y asentir, suspiró y cerró los ojos.

—Tal vez solo sea el miedo a decepcionar a todos —masculló.

Eriol empuñó la mano pensando en que ese todos solo incluía a "Syaoran". Era abrumador tratar de mantenerse alegre o impasible ante la relación de ellos.

—Te aseguro que no lo harás —dijo al levantarse para regresar al escritorio y darle otra revisada al contrato.

Tomoyo suspiró ligeramente y apretó sus manos. A veces Eriol no entendía de qué se trataba.

****

Syaoran se jaló un poco el cabello mientras escuchaba a la persona hablando del otro lado de la línea.

—¿Puedes...? —Un suspiro de resignación—. No, está fuera de mis manos.

Pasó una mano por su cabello castaño y bufó viendo hacia arriba.

—Eriol, no necesito un sermón, es lo que menos quiero escuchar, ¿lo harás o no?

Percibió a su amigo suspirar antes de finalmente aceptar hacer lo que necesitaba.

—Gracias, hablamos después.

Apagó la pantalla de su celular y endureció la mandíbula, el día era un desastre y aún no estaba cerca de acabar. Suspiró y negó regresando a la mesa.

Arqueó una ceja al ver a la chica de ojos verdes emocionada —al grado de dar pequeños brincos en su asiento— mientras comía papas con catsup.

—Estás en un restaurante cinco estrellas, ¿y lo único que pides es una hamburguesa? —cuestionó al tomar asiento frente a ella.

Sakura movió la cabeza lado a lado mientras masticaba, una vez que se pasó el bocado se encogió de hombros.

—Te dije que pidiéramos comida rápida para ser más prácticos, pero tu absurdo miedo a la comida sencilla...

—No es absurdo —alegó, tajante.

La chica se encogió de hombros.

—Si te hace sentir mejor, esta es la mejor hamburguesa que he comido en mucho tiempo.

Syaoran entornó los ojos mientras le servían su corte.

—Una bicicleta, papas, hamburguesa, ¿qué más? ¿Tienes una bolsa de dulces escondida en la ropa?

Sakura lo ignoró mientras comía otra papa, jamás le haría saber que efectivamente en la mochila donde cargaba su laptop y tablet, había una bolsa de dulces confitados.

—Si la tuviera no te daría —acató.

El castaño de nuevo hizo girar los ojos.

—Eres tan infantil —musitó cortando un trozo de carne.

Sakura se encogió de hombros mientras tomaba otra papa, lo miró por un momento y se la ofreció, él levantó el rostro contrariado y frunció el ceño.

—Es broma, ¿cierto?

Ella puso la barbilla en su mano e hizo la cabeza de lado sin desviar la mirada.

—Apuesto a que jamás has probado comida rápida —susurró.

Él la ignoró regresando a comer de su carne, de reojo notó que sus hombros decayeron y suspiró hastiado.

—Trae acá —gruñó arrebatando la papa y metiéndola a su boca tratando de contener el asco ante un alimento tan... Wow... Frunció el ceño mientras masticaba, Sakura metió otra papa a su boca y le sonrió con sorna.

—¡Mesera! —exclamó levantando la mano para pedir otro plato de asquerosamente deliciosas papas.

****

Meiling creyó estar alucinando o dormida, cualquiera de las dos era mejor que aceptar la realidad.

—¿Qué? —Se atrevió a preguntar, finalmente.

—Curriculum, estoy segura de que tienes uno, tu madre...

Parpadeó y sacudió la cabeza para tratar de despertar o arreglar sus ideas.

—Tengo, pero yo...

—Perfecto, tráelo —concluyó su tía mientras revisaba unos papeles en el escritorio frente a ella.

—Tía, no creo... No sé —alegó moviéndose incómoda.

Los ojos ambarinos de su tía la miraron con tanta intensidad que se sintió bicho siendo disecado; nadie debatía a la mujer, ni su tío lo hacía.

—Es tiempo de que te involucres en la empresa que algún día Xiao Lang y tú van a heredar —le recordó antes de regresar la atención a los papeles—. Entrarás como apoyo para la extensión.

Meiling frunció el ceño.

—¿Xiao Lang no estaba a cargo de eso?

Yelan asintió firmando un documento.

—Así es, pero llevará el proyecto de publicidad y será mucho trabajo; estarás de apoyo en la revisión de contratos y el se encargará de la publicidad, que de igual forma, es un punto importante en la expansión —explicó con desdén.

Meiling bajó la mirada y mordió el interior de su mejilla; no planeaba quedarse mucho tiempo en Tomoeda, de hecho, el plan era acompañar a Lien y luego embarcarse a Sudamérica.

—¿Y él está de acuerdo? —indagó tratando de encontrar un escape a lo inevitable.

Su tía la miró con obviedad y ella suspiró resignada; claro, no preguntó, solo avisó.

—De todos modos trabajarán juntos, aunque no en todo... ¿El currículum?

La chica bufó derrotada, ahí iban sus vacaciones para olvidar a Lien, aunque, tal vez con el trabajo podría lograr el mismo objetivo.

—Lo mandaré en la noche.

****

Se escuchaba un ligero murmullo a su alrededor y cubiertos chocar con la cara porcelana del restaurante, aún así, la chica tenía toda su atención.

—Y se supone que el logo también va a ser modificado, pero me gusta el tipo de letra, creo que solo se le podrían agregar algunos detalles para hacerlo más llamativo —explicó.

Syaoran trató de ocultar su sorpresa cuando Sakura entró en modo trabajadora; después de comer hablaron sobre lo que la corporación Li buscaba cambiar y cómo se debía hacer.

Las ideas que presentó eran buenas, mucho, pero faltaba el detalle de agregar los países a los que se extendería la compañía.

Y eso no lo podían hacer hasta cerrar el trato.

—¿Entonces...?

Sakura tomó su tablet y observó la lista que hicieron.

—Podría crear una imagen con ambos continentes, como fusionados —murmuró frunciendo el ceño mientras trataba de imaginar la manera en la que lo haría.

Syaoran bebió un poco de agua.

—Se verá sobrecargado —alegó tratando de imaginarse el logo.

—A menos de que encuentre un equilibrio entre la fuente y el dibujo —rebatió ella sacando su stylus y comenzando a trazar algo.

Él la observó trabajar en la tableta, tenía el ceño fruncido, la mirada concentrada y la boca en una línea, después notó como sus ojos se iluminaron y una sonrisa se posó en sus labios.

Giró la tablet y le enseñó lo que hizo, Syaoran miró por unos segundos el dibujo antes de encogerse de hombros.

—No te muestres tan emocionado —espetó ella con sarcasmo.

El castaño sacó su celular, jamás lo admitiría en voz alta, pero ella siempre tuvo un enorme talento... Y una bonita sonrisa.

—Se ve bien, pero falta agregar la letra que es lo que me preocupa, si se ve cargado dejaría de dar la imagen que la corporación quiere —señaló leyendo un mail de su madre.

Sakura entorno los ojos, irritada.

—Confía en mí, quedará perfecto y será algo menos de qué preocuparse —gruñó a sabiendas de que tarde o temprano lograría que el idiota diera el visto bueno al logo.

Syaoran terminó de leer y luego se dispuso a escribir un mensaje para Eriol, quien llevó a Tomoyo a comer en su lugar; esperaba que no se tomara personal el que faltara a su cita.

—Y también posters tuyos en ropa interior.

Levantó la cabeza de golpe y miró a Sakura con la boca abierta, mientras que ella lo veía con molestia.

—¿Qué?

—Oh, ¿Ya volviste? Creí que seguirías haciendo lo que sea que haces para ignorar mis ideas —ironizó con ojos entrecerrados.

Él endureció el gesto.

—Por más que disfrute ignorarte, tengo un asunto personal que resolver, no es que quiera dejar de escuchar tu molesta voz —espetó y apagó su celular sin leer lo que sea que su mejor amigo contestó.

Los ojos de Sakura parecieron destellar mientras él le daba una sonrisa irónica. Luego ella sonrió con malicia.

—Tal vez sí proponga esos posters, te aseguro que la compañía crecerá en cuanto a clientes... Y tú no tendrás un minuto de paz.

Se miraron a los ojos retando al otro, ninguno estuvo dispuesto a dejarse intimidar.

—Ying Fa.

—Chino del demonio.

****

Eriol suspiró antes de abrir la puerta a su departamento, estaba agotado... Mentalmente.

Dejó las llaves en la mesa del comedor antes de despojarse de su chamarra y sacar su celular. Marcó el número de su mejor amigo y esperó que ahora sí tuviera la decencia de hablar.

—¿Cómo les fue? —preguntó Syaoran apenas contestó.

—Mas o menos, ¿sabías que su madre le presentó a la organizadora de bodas? —cuestionó sintiendo su estómago revolverse.

Escuchó a Syaoran bufar del otro lado de la línea, eso fue un "no".

—Te dije que no... —Trató de justificarse el castaño.

Eriol negó e interrumpió el argumento.

—Tomoyo me preguntó si me habías comentado algo, obviamente fingí demencia —contó a la par que cerraba los ojos y trataba de borrar el recuerdo de la mirada ilusionada de la mujer.

Escuchó algo de interferencia antes de una serie de maldiciones en su lengua natal.

—Syaoran...

—No puedo, Eriol... No me lo pidas, me tomó un mes de preparación para dar el paso ese día y... Sakura...

Eriol cerró los ojos no sabiendo si agradecerle o no a su amiga, detuvo el momento más crucial en la vida de los tres y no tenía idea de haberlo hecho.

—¿Por eso no la viste hoy? —preguntó en voz baja

Escuchó a Syaoran carraspear.

—No, no mentí, salió algo del trabajo —explicó con cierto tono borde—. Voy a hacerme cargo de la nueva publicidad de la empresa.

Eriol arqueó una ceja.

—¿Y la expansión?

—Meiling entró al equipo, me va a apoyar cuando yo no pueda.

El chico de lentes frunció el ceño.

—Te estás cargando, de nuevo —gruñó molesto. La última vez que Syaoran se llenó de trabajo fue para evitar pasar tiempo con cierta pelinegra.

—No, la expansión era mi proyecto, no lo iba a dejar de lado...

—Te pudiste negar a la publicidad.

Escuchó silencio y luego un suspiro muy marcado.

—No pude, mi madre... Ya sabes cómo es, dijo que Meiling tomaría mi lugar en la expansión y me negué, prometí llevar los dos proyectos con su apoyo —alegó cansado—. No es lo que piensas, esta vez no lo es.

Eriol pasó una mano por su cabello, sí lo era, pero probablemente su amigo lo estaba haciendo de manera inconsciente.

—Syaoran...

—No lo digas, Eriol, sé lo que hago —alegó el castaño con enojo.

Hubo silencio en ambos lados de la línea, sabían que tocaba preguntar, pero ninguno quería tocar ese tema hasta que Eriol recordó la mirada llena de esperanza que le dió cuando preguntó si acaso Syaoran había comprado un anillo.

—¿Y Tomoyo? —preguntó finalmente en un susurro.

Silencio fue la respuesta. Pasados unos segundos, su amigo se aclaró la garganta para hablar.

—Te tiene a ti —señaló como en muchas otras veces.

—Pero no soy lo que quiere —le recordó Eriol con pesadez.

De nuevo hubo silencio, ese mucho más incómodo que el anterior.

—Me las arreglaré —concluyó, tajante, dando por terminada la conversación.

Eriol no intentó debatir más, el tema de Tomoyo era delicado para ambos:

Él la amaba profundamente y por eso la apoyaba en todo incluso poniendo su corazón de por medio. Por otro lado, Syaoran había cometido demasiados errores que tenía, o creía tener, que enmendar.

El hablar con cierta verdad podía romper demasiados corazones en el camino, así que ambos les quedaba aguantar y callar.

De todos modos Syaoran llegó a la conclusión de que nunca encontraría una mujer que lo hiciera sentir ese amor por el que Eriol sufría a diario.

****

Sakura frunció el ceño al vislumbrar la figura sentada en el suelo a un lado de su puerta, casi gimió de cansancio al notar que cerraría con broche de oro el día.

Casi la atropellan en la mañana —aunque fue descuido de ambos—, hizo el ridículo frente al cliente por el que la contrataron —que casualmente era la madre del idiota inconsciente que casi la asesina—, y terminó trabajando con el ya mencionado idiota.

Y ahora, tendría que afrontar a su ex.

—¿Qué haces aquí, Lien? —preguntó, agotada.

Él levantó la mirada con sorpresa no percibiendo su llegada antes de incorporarse y sacudir su pantalón.

—Tienes la mala costumbre de huir; decidí esperarte antes de que cambies de ciudad, de nuevo —gruñó al darle una mirada significativa.

Sakura entornó los ojos y se acercó para abrir la puerta.

—No huí —murmuró entre dientes.

Lien se encogió de hombros y cuando ella abrió su departamento, también entró.

Ella dejó su mochila en la sala y las llaves las aventó a la mesa ratona en medio, después se giró y lo miró de frente cruzando los brazos.

El chico se recargó en la puerta y metió las manos en las bolsas de sus jeans casi avergonzado antes de sacudir la cabeza y retomar la postura de enojo.

—Eso que viste no es lo que parece...

Ella suspiró de manera audible con toda la intensión de que no terminara de formular la oración, en realidad sí sabía, el que parecía perdido era él.

—Sí lo fue, estaban acostados, abrazados... —le recordó.

—Con ropa —interrumpió con mirada amenazante.

—Ademas ya llevábamos dos semanas sin hablar...

—Esa fue tú decisión...

Sakura lo miró irritada y arqueó una ceja

—¿En serio, Lien? ¿Quieres ir ahí?

El aludido bajó la mirada y se encogió de hombros, ella hizo girar las ojos y tras quitarse el saco de su traje sastre, se encaminó a las escaleras que la llevaban a la recámara.

—Te dejé una nota para evitar justo esto —le recordó.

Vio de reojo cómo sus ojos grises se intensificaron, una clara señal de enojo.

—Me tenías que dar derecho a defenderme... —gruñó.

—No, de hecho, no —atajó ella con desdén.

Trató de ir a la recámara pero él la alcanzó y se paró a unos cuantos escalones de ella.

—¿Es por él? —preguntó con cierto tono de desesperación.

Sakura se detuvo de golpe, aunque su corazón saltó, suspiró antes de girarse para enfrentarlo.

—No.

Lien la miró incrédulo; claro que era por él, lo sentía en sus entrañas, sin embargo, antes de poder hacerle saber lo que pensaba, ella se sentó en el escalón, cansada.

—No sabía que lo vería tan seguido, sólo... —Se encogió de hombros y llevó la mirada a la extraordinaria vista a su lado—. Se llama cerrar un ciclo, debía hacerlo para no tener miedo a encontrármelo.

Su ex subió tomando asiento junto a ella.

—¿Entonces...?

Sakura se mordió un poco la lengua antes de hablar.

—Es por Mei —admitió llevando la mirada a sus pies.

Sintió a Lien tensarse a su lado.

—Te dije que lo siento, y de verdad, no pasó nada.

Ella negó, no podía creer que su ex fuera tan distraído; bueno, tal vez sí lo debería creer, después de todo, ella fue quien lo invitó a salir esa primera vez.

—No fue el encontrarlos así —susurró.

No mentía, prefirió hacerse a un lado para que su ex dejara de engañarse en cuanto a lo que sentía por la chica de ojos carmesí. Por eso apenas le ofrecieron la plaza en Tomoeda, no dudó en tomarla.

Él frunció el ceño y la miró confundido.

—Lo terminaste después de...

Ella asintió sabiendo lo que sus acciones parecieron.

—Pero no fue por eso, Lien —insistió y recordó que eso solo fue la gota que derramó el vaso.

Él bajó la mirada y entrelazó sus manos.

—No quise... Debí decirte que se quedaría a dormir, debí dormir en otra recámara... —Trató de justificar, en vano.

Frunció aún más el ceño aceptando en silencio su verdad: sí sabía porqué hizo lo que hizo, se sintió culpable ante la familiaridad con la que hablaron esa noche y peor, lo mucho que su cuerpo buscó el calor del de ella.

Sakura lo miró con algo de lástima notando su gesto lleno de culpa, su ex tenía tanto miedo a hacerle daño que vivía engañado sobre sus sentimientos, esperó que su huída de Tokio lo impulsara a explorar eso que tenía con Meiling.

Pero el chico era exageradamente despistado, al grado de no notar que su amiga estaba loca por él, y si le sumaba que era muy aferrado y no podía dejar las cosas en paz... Debió suponer que la seguiría apenas tuviera la oportunidad.

Le dio un pequeño golpe con su dedo en la sien y él la miró con enojo.

—Despierta, Lien.

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