CAP 14.1:El santo matadragones
Roma d.c.
- Mamá ¿donde está papá?.
Una mujer cargaba a una pequeña criatura entre sus brazos, estando su cabeza con una capucha para que nadie la reconociera entre todas aquellas personas que hacían una fila para poder subir a una carreta, la mujer solo llevo su mano para acariciar el cabello de la criatura.
- Está descansando, hijo, está en los cielos descansando, esperándonos, solo espera tranquilo, estás con mamá.
- ¡Que pase el siguiente, no tenemos toda la noche!.
Las personas subieron a la carreta, para enseguida un hombre ponerse al frente e impedir el paso de los que estaban en la fila, era un cobrador quien obtenía el dinero de las personas y así poder llevarlos a su destino, él mantenía el orden sobornando a algunos soldados romanos que mantenían el orden en la zona.
Él hombre terminó de tomar las monedas y dejó que las personas pasarán, volviendo a interponerse frente a la mujer que cubrió el rostro de su hijo con su mano y con su otra mano la extendió para entregarle unas tres monedas de plata al hombre quien solo la miró curioso.
- ¿Ah qué lugar se dirigen usted y su hijo? -metiendo las monedas en su bolsa.
- Lydda -él hombre agudo su mirada ante la extrañeza- se que está lejos pero al menos espero que pueda acercarnos lo más posible.
Agachó su mirada mientras el hombre la vio por un par de segundos, pero solo se aportó para dejar que la mujer pudiera subir a la carreta, la mujer sentó a su hijo y ella se sentó a su costado para cubrirlo con su capa, algunas personas más subieron a la carreta antes de que él hombre golpeara el costado de la misma.
- ¡Ya está llena, listo para irnos!.
Se subió a su caballo y movió su soga para que el animal empezará a avanzar, jalando la carreta hacia la dirección donde le mandara su dueño, él pequeño acostó su cabeza y alzó la mirada para ver el oscuro cielo lleno de estrellas.
- ¿A dónde vamos, mamá?.
- A una ciudad natal mía, donde vivía antes de estar con tú padre aquí en roma, es un lugar tranquilo y en donde la paz abunda, como en casa, solo que más grande.
- ¿Papá estará ahí?.
- Te dije que él está en el cielo.
- Pero tú siempre dices que el cielo es un lugar tranquilo y de paz.
- Lo sé, lo sé, pero a lo que me refiero es que es un lugar donde aprenderás muchas cosas, de las cuales te traerán una gran paz cuando las sepas entender.
Él pequeño no entendía muy bien cuando se esforzará, así que su madre señaló al cielo para apuntar a una de las estrellas.
- Las estrellas son como ojos en los cuales tú padre y otras personas que viven ahora en los cielos, ellos te pueden ver y escuchar, verán tus logros y el esfuerzo que des para conseguirlos.
» Pero no solo verán lo bueno que hagas, sino también lo malo, no sentirás que te juzgan ni escucharás alguna palabra de ellos, solo sentirás que cometiste un error del cual está la forma de cambiar a algo mejor.
- ¿Puedo ser alguien bueno incluso cuando cometí algo malo?.
- Algo así, si muestras tanto tu arrepentimiento como tú perdón al hacerlo, ese acto de mal se borra, y así se crea algo nuevo mejor en ti.
Él pequeño con su expresión inocente no entendía a lo que se refería su madre, algo que la mujer noto y solo sonrío para acariciar el cabello de su hijo.
- Cuando lleguemos lo entenderás mejor, ahora solo duerme mi pequeño Jorge, será un camino largo.
Con la duda aún en su mente, él pequeño recostó su cabeza en el costado de su madre mientras ella lo tapaba con su capa como si fuera una cobija, San Jorge sin dejar de ver al cielo, solo quedó viendo cada estrella hasta que el sueño por fin le hiciera cerrar los ojos.
(.....)
Su llegada a Lydda fue algo larga, le costó algo adaptarse a este nuevo entorno que no era parecido a Roma, este lugar era más acogedor y amable tanto sus habitantes como los hogares y praderas que tenía, fue gracias a su madre con quién le enseñó y le hizo conocer a personas las cuales de un día para otro le empezaron a enseñar algo que no entendía.
El "cristianismo" como lo llamaban ellos, era una religión la cual Jorge no entendía muy bien, no lo odiaba ni sentía algún repudió, solo no lo entendía del todo, así que su madre lo empezó a llevar a reuniones en donde se hablaba de cosas referidas a esta religión, además de llevarlo a unas clases en donde había otros niños de la ciudad en donde enseñaban sobre ese mismo tema.
- ¿Y bien? ¿puede alguien decirme de qué se trata nuestra religión?.
Levantó su mano, algo que él maestro noto y que le asintió para que hablara, obteniendo las miradas de todos los menores.
Jorge:¿Es algo parecido a adorar a un ser? como en roma cuando adoramos al dios Júpiter, o cuando los soldados le dejan monedas al dios Neptuno o al dios Marte para que logren ganar sus guerras.
Su mirada inocente no le hizo captar como el mayor tuvo una mirada algo aguda, así que solo se acercó a una mesa que tenía y se inclinó para de un cajón sacar algo.
- Algo así, pero igual es un buen concepto de nuestra religión, Jorge, pero en vez de dar monedas o cosas parecidas a ofrendas, lo único que damos es nuestra fe como forma de ayuda.
Jorge:¿Solo la fe?.
- Si, no hay algo más físico como dar sacrificios o cosas que hacen en otros sitios, como en roma, aquí en nuestra religión la cosa es más sencilla, es solo dar tu espíritu en manos del señor como forma de que todo estará bien.
La incomodidad se notó en el pequeño sobre la mención de su hogar, algo que él maestro se dio cuenta, alzando para la vista de todos un objeto el cual era una cruz de madera.
- ¿Quien me puede decir que es esto?.
Otra vez él pequeño alzó su mano, haciendo que él maestro, para su fastidio, le indicará con un asentimiento que diera su respuesta.
Jorge:Es una cruz, un método que se utiliza en roma como forma de castigo a los criminales, siendo una forma de deshonra para su cuerpo.
- ¿Y que más, Jorge?.
Él pequeño se quedó unos segundos pensando en que más decir, trato de recordar algo más referente a ella que no fuera solo de Roma, aguda su mirada y apretó sus manos en busca de una respuesta.
Jorge:Es la forma en la que... su señor... murió.
Él mayor solo soltó un suspiro y no ocultó su desdén, yendo de nuevo a su mesa para volver a su lugar de dónde saco la cruz, y volvió al frente para ver al chico que tenía la mirada desviada.
- ¿Quien te enseñó esas cosas paganas, Jorge?.
Jorge:Fue mi padre, Geroncio, fue un oficial del ejército romano, él siempre llegaba a casa para contarme cómo eran las cosas en el ejército y que algún día estaría ahí, así que debía de conocerlas todas.
- Entiendo, eso explica las respuestas paganas que das, llevas un año aquí y aún no sabes si quiera lo básico.
Algunos niños no contuvieron su risa la cual hizo sentir mal a Jorge quien se hundió en su asiento, el maestro escucho eso pero lo ignoró y siguió con su sonrisa.
- Bueno jóvenes, terminó la clase por hoy, pueden salir.
Todos los jóvenes se levantaron y salieron corriendo a la entrada, algunos pocos se quedaron en despedirse de su maestro, aunque otros solo soltaron pequeñas risas dirigidas a San Jorge quien solo salió del salón para sentarse afuera en una banca.
Sus compañeros que se quedaron a dentro salieron corriendo, aunque igual tuvieron el tiempo de gritar algunas cosas contra Jorge que solo le hizo tapar sus oídos.
- ¡Es mejor que vuelvas a roma, soldadito!.
- ¡No queremos que nos castigues!.
- ¡Eres más sucio de lo que me dijeron mis padres sobre ti!.
Siempre se quedaba esperando a su madre cuando terminaba la clase, aún no conocía este lugar a pesar del tiempo que ya llevaba aquí, tal vez era porqué no pertenecía aquí o no estaba acostumbrado a ver tantas cosas que no fueran polvo o piedras como era en Roma, aquí todo tenía un color blanco y era algo más religioso, más de lo que acostumbraba.
Los niños como los adultos lo detestaban, todo porque era romano, pero no podía meter a todos en un solo saco, pero mayormente siempre escuchaba eso de la gente, Jorge solo llevo su mirada a un dúo de mujeres las cuales caminaban y con cuidado lo veían, pasaron a su al frente pudiendo él escuchar lo que decían.
- No sé porque su madre lo trajo aquí, los romanos suelen ser tercos y bruscos, no me imagino que podría hacer ese niño cuando sea grande.
- Seguro será como el resto de romanos, volverá aquí solo para castigarnos por creer diferente, incluso me da miedo que contagie a mi hijo de su paganez.
Agachó su cabeza, sin querer ver a nadie a la cara, él pequeño solo quería saber en qué se había equivocado, había respondido bien las cosas, algo que su madre le dijo que hiciera, que respondiera bien e hiciera las cosas bien, pero no entendía aún la forma de ser de las personas de aquí.
Podía ver sus miradas de rechazo cada vez que decía algo sobre Roma y las cosas que le enseño su padre, no entendía porqué hacían eso, él solo quería irse, quería volver a casa, quería estar de nuevo en ese lugar que le daba paz y tranquilidad, quería volver a roma.
Policronia:¿Que sucede hijo? ¿que tienes?.
Alzó la mirada para ver a su madre frente a él, la mujer solo le sonrió aunque tenía una mirada preocupada en sus ojos, él pequeño solo negó con su cabeza mientras la mujer se sentaba a su lado.
Jorge:No es nada mamá, solo estoy pensando.
Policronia:¿Y en qué piensas para tener la cabeza agachada?.
Jorge:Solo son cosas, nada más.
Policronia:¿Otra vez volviste a responder de acuerdo a roma?.
Agachó la cabeza, con eso su madre pudo saber que era verdad, aunque no se refería a eso, sino por lo que cada vez pasaba su hijo al responder en ese sentido, le preocupaba lo que pudiera pasarle.
Policronia:No les hagas caso, son solo niños que se guían por lo que ellos ven y escuchan de ti, nadie se toma el tiempo para conocerte, y eso igual pasó tu padre cuando llegó aquí.
Jorge:¿Él también recibió el rechazo de las personas?.
Policronia:Fue más de mi padre, pero si, fue rechazado al venir él de roma y sus creencias que él tenía, aunque jamás él hizo algo contra los de aquí o los juzgo por nuestra religión, él solo acepto como eran las cosas.
Jorge:¿Y se enamoró de ti a pesar de estar en un sitio donde no lo querían?.
Policronia:Si, para él solo le importaba yo -puso su mano en la cabeza de su hijo para sobar su cabello- y tú, no le interesaba la fe, pero jamás intento algo malo con ninguno de aquí.
» Y eso debes de entenderlo, incluso si no logres entender la fe o la forma en que nosotros creemos, igual eso no quitará los buenos valores que tienes, así que no permitas que la gente te obligue o te menosprecie por eso, tú crees en lo que tú padre te enseño, y eso es bueno.
Jorge:Pero... incluso cuando respondo bien o algo bueno, sin tener o estar con lo enseñado de mi padre, igual veo a todos reírse o sentir molestia por mi.
» Llevo un año aquí y me siguen viendo con odio, trato de aprender de sus creencias pero aún no las entiendo, no notan el esfuerzo que doy.... solo sigan con esa actitud de rechazo porque vengo de roma, solo eso ven en mi y no entiendo porqué.
» Yo no fui quién lástima a su señor... pero solo por ser romano creen que si, y duele.
Alzó su mirada y vio al frente a las personas pasando el tiempo, algunos hablando sobre el tal señor y otros haciendo sus típicas cosas del día, sentía que estaba a punto de llorar y derrumbarse frente a su madre, algo que le hizo volver a agachar la cabeza.
Policronia:Entonces ellos son unos estúpidos.
Su hijo se sorprendió cuando la escucho decir eso, no le era muy común para él escuchar a su madre decir algún insulto contra alguien, incluso su padre se sorprendía cada vez que su madre llegaba a decir algo como eso.
Policronia:Dime ¿tienes miedo cuando quieres hacer algo? como cuando quieras decir, ayudar o responder una pregunta, ¿tienes miedo que esas personas se ofendan y sientas más rechazo por ti?.
Jorge:Si -agito su cabeza con algo de timidez.
Policronia:Entonces no tengas miedo, no hay nada de miedo en hacer algo, incluso cuando ese algo -voltea a ver su hijo con una sonrisa- es algo bueno.
» No le prestes atención al rechazo o a lo que la gente de aquí u otros lugares te muestren sobre ti, solo fíjate en lo que tú hagas, y eso será mucho para ti, ya sea bueno o malo, son tus acciones las que te definen como persona.
Le dio unas palmadas a su hijo en el hombro, al pequeño se le formó una media sonrisa, su madre le hacía entender con las mejores palabras lo que quería decirle, eso siempre le ayudaba a él.
Policronia:Así que para ti mismo, demuestra que eres una buena persona, sin importar como te vean o digan los demás sobre ti, solo las estrellas y el cielo lo verán, y de ese modo encontrarás la paz y la tranquilidad que tanto buscas.
La mujer se levantó y se agachó para estar frente a su hijo, llegando su mano a su cachete para poder sobarlo, provocándole una risa a su hijo que amplio su sonrisa.
Policronia:Porqué sabrás que hiciste algo bueno, hijo.
Con su otra mano la mujer limpio las lágrimas que ya brotaban de los ojos de su hijo, quien ya estaba volviendo a sentirse tranquilo ante las palabras de su madre, siempre tenías las palabras correctas para hacerlo sentir mejor, aunque estas eran diferentes.
Jorge:Gracias mamá.
Policronia:Para eso estoy aquí, hijo, solo prométeme que no olvidarás lo que te dije ¿okey?, para que así cuando yo no esté, puedas recordarlo y te ayude.
Jorge:Okey mamá.
Policronia:Bien, pero ahora dime con la verdad ¿quieres volver a esas clases?.
Negó moviendo cabeza de lado a lado, la mujer sonrió y asintió un par de veces estando de acuerdo con la decisión de su hijo.
Policronia:Está bien, pero tendrás que acompañarme al trabajo para ayudarme, no puedo dejarte solo en casa -su pequeño asintió- pero eso sí, de aquí a un mes te volveré a preguntar lo mismo, si querrás volver a esas clases o no.
» Lo único que quiero es que aproveches tu tiempo, antes de que seas grande y decidas que hacer, ahora vamos a casa, necesito que me ayudes a preparar la comida.
Su hijo asintió, la mujer se levantó al igual que su hijo, agarrando lo de la mano y llevándose consigo a casa, él pequeño solo podía pensar las palabras que le dijo su madre, quería recordarlas para así nunca tener miedo, a lo que fuera, nunca tendría miedo.
(.....)
Su tiempo en Lydda fue mejorando poco a poco, más fue por el consejo de su madre quien lo ayuda a como manejar los problemas que pasaba por aquí, ya no fue a las clases y se concentró más en ayudar de alguna manera a la ciudad, Policronia fue quien le dio la idea de que ayudará en las cosechas, algo que su hijo aceptó.
De ese modo tuvo una forma de no estar solo en casa, además de cierta forma conectar con los adultos mayores quienes pudo conocer mejor, a diferencia de muchas personas que conoció en la ciudad, ellos no parecían juzgarlo ni darle algún tipo de rechazo, lo trataron como a un joven más, incluso cuando llegaban los descansos todos se sentaban en un círculo y hablaban sobre la fe y la religión.
No era para enseñarle a él o a otros, era más bien una forma de conocer más solo por curiosidad y de distraerse en su trabajo, Jorge solo guardaba silencio en cada reunión y se concentraba en comer, pero eso no quitaba su curiosidad sobre la religión de aquí, así que se quedó escuchando a los mayores quienes pudieron enseñarle de una indirecta manera más sobre esta religión.
Aunque ya entendiera la religión y de cierta manera la manejaba en su día a día, Jorge nunca olvidó su sueño de volver a casa, de volver a Roma, ya casi estaba por cumplir la mayoría de edad y aún no se lo había dicho a su madre, así que después de terminar de cosechar volvió a su hogar en donde su madre se encontraba preparando la cena.
Jorge:Hola mamá, ya volví de trabajar -cerrando la puerta a su atrás.
Policronia:Muy bien hijo, ya estoy a punto de terminar de preparar la cena, tú por mientras ¿podrías ordenar la mesa?.
Jorge:Claro que sí.
Hizo lo que le pidió su madre y fue a ordenar los platos, mientras hacía esto en su mente se le empezaba a crear muchas situaciones, si le decía a su madre que se iría del pueblo, no sabría cómo se lo tomaría, no quería dejarla sola en la ciudad, ella ya había sufrido mucho por lo sé su padre y no quería volverla a ver así.
Buscaba alguna solución, alguna forma de que esto fuera sencillo, palabras o hacer un regalo, mayormente eran ideas negativas que solo lo empezaron a frustrar más y que provocó que no se concentrara en su entorno, Jorge quería ser un soldado pero no quería lastimar de ninguna manera a su madre solo por ese deseo, poco a poco esa valentía de decirle se empezaba a cambiar por arrepentimiento y aceptar en quedarse en la ciudad.
Policronia:Hijo.
Su mirada se agudizo y solo agachó la cabeza, penso en que las cosas serían diferentes si solo permanecía aquí más tiempo.
Policronia:¡Hijo!.
No quería quedarse a vivir aquí, no porque no le gustará, sino que quería hacer realidad su sueño, quería hacer sentir orgulloso a su padre donde quiera que estuviera.
Policronia:¡HIJO!.
Volteó algo asustado, teniendo a su madre a su costado y con los platos ya servidos en la mesa, Jorge solo sacudió su cabeza y rápidamente dio una sonrisa de que todo estaba bien, aunque su madre no era la persona que caía fácilmente en ese tipo de cosas.
Policronia:Ven, siéntate, la cena está lista -con un tono amable pero algo serio le dijo a su hijo quien asintió.
Ambos se sentaron y cada uno comió la cena, Jorge tenía una mirada de duda que permanecía incluso mientras comía, volviendo a concentrarse en sus pensamientos sin fijarse en su entorno ni si estaba comiendo, solo se quedó viendo a la nada, algo que su madre noto, así que solo vio la oportunidad de hablarle a su hijo.
Así que con su pie le dio una leve patada a su hijo quien se salió de sus pensamientos para verla a ella, su madre con su mirada le indico que comiera y su hijo con vergüenza le hizo caso.
Policronia:¿Estas bien, Jorge? te veo pensativo, incluso dejaste de comer y casi se para un insecto en tu plato.
Jorge:Si, estoy bien madre, son solo cosas del trabajo y de cómo ha ido la cosecha estas últimas semanas, pero nada serio, todo está bien -trato de dar su mejor sonrisa, algo que su madre notó.
Policronia:¿De verdad?, ¿no se trata sobre alguna chica de la que no estoy enterada? te veo más fijado en el trabajo que querer estar pasando el tiempo con chicos de tu edad.
Jorge:No, no es nada de eso, siempre veo y estoy con mis amigos en el trabajo, además por el mismo trabajo es que no estoy interesado en ninguna chica, digo, no estoy concentrado en eso.
Policronia:¿Es un "por ahora" o es para toda la vida?.
Jorge:Creo que es un "para siempre", no tengo nada contra el matrimonio, pero no tengo ese interés en tener una relación con alguien o hasta casarme cuando sea adulto, solo es eso.
Policronia:¿Entonces por qué estás tan pensativo? no son cosas de las cuales preocuparse mucho, así que dime la verdad ¿cual es la razón de que pienses tanto?.
Trago saliva cuando su madre le pregunto eso, Jorge tuvo nervios de responder e incluso busco la manera de cambiar la dirección de la pregunta o el tema, pero viendo los ojos de su madre, pudo ver que si o si debía de responder con la verdad, la estaba preocupando y era algo que no quería ver, así que solo suspiro y agarro fuerzas de donde sea que tuviera en su interior.
Jorge:Estoy pensando que cuando cumpla la mayoría de edad, pueda irme del pueblo y alistarme al ejército romano, es algo que mucho me estuvo hablando mi padre antes y pienso cumplirlo.
» No es una obligación que me dio él, es más porqué quiero hacerlo, quiero hacerlo, estuve muy pensativo sobre eso porque buscaba la manera de decírtelo sin lastimarte o preocuparte, se que por lo que sucedió con mi padre te quedó ese malestar de que me pasará lo mismo si es que voy a roma para ser soldado, pero quiero hacerlo, por mi.
Acabo de hablar y agachó la cabeza para concentrarse en su comida, no quería ver a su madre a la cara, sentía cierto miedo de verla llorar, siguió unos minutos así hasta que volvió a sentir la misma patada, lo cual le hizo levantar lentamente la cabeza hasta ver a su madre quien para asombro suyo, la mujer solo se tapaba la boca para contener su risa.
Policronia:Jajaja... lo siento, lo siento -se limpio los ojos con sus manos, aún manteniendo esa sonrisa la cual le transmitía calma a su hijo- disculpa por eso, pero es solo que parece que me decías que era un obstáculo para tus sueños.
Jorge:¿Qué? ¡no!, claro que no, ¿como diría tal cosa sobre ti mamá? eso--
Fue interrumpido con otra patada lo cual le hizo volver a verla.
Policronia:No me refiero al mal sentido, sino que le causa gracia como crees que yo te obligare a que te quedas aquí sin que te deje cumplir tus sueños, digo ¿parezco una madre quien no apoyaría a sus hijos en lo que ellos quieran ser en la vida? por supuesto que no.
Su hijo solo pudo sentir su miedo interno desaparecer, le tranquilizó bastante ver cómo su madre se tomaba esta noticia, algo inesperado su reacción pero fue algo que le alegro a Jorge quien también se empezó a reír un poco.
Policronia:Aunque mentiría si dijera que no sintiera dolor al verte irte, y como tú dices, saber que te unirás al ejercicio romano -la expresión de la mujer cambio a una de desánimo, pero su tranquilidad como su sonrisa no se borraban de ella.
» Pero no puedo detenerte, de hecho, yo estoy orgulloso de verte aquí, a pesar de todos los obstáculos que hubo en tu llegada y primeros años aquí en Lydda, tú permaneciste a mi lado e incluso seguiste mi consejo, ignoraste a la gente mala y solo te concentraste en tus acciones como una buena persona.
La mujer se levantó de la silla y camino algunos pasos hasta estar al costado de su hijo, Policronia se agachó hasta estar hasta la altura del joven que solo la veía, y ella solo le toco su cachete para poderle sobar tanto ahí como a sus ojos.
Policronia:Aún recuerdo la mirada que tuviste al llegar aquí como en nuestro viaje, una inocente y que no entendía las cosas a su alrededor, y aunque ya no se note, se que aún esa mirada permanece en ti, una mirada sin ningún mal interior.
» ¿Conoces que es un ángel?.
Jorge:-asiente- es un ser parecido casi a nosotros, solo que ellos tenían alas blancas emplumadas y que sirven a los cielos, son seres que tienen bondad, belleza e inocencia en su interior y que la transmiten a otros.
Policronia:Muy bien, entonces eso quiere decir -sonrie, casi al punto de que se le salgan las lagrimas- tú eres mi ángel, hijo, y quiero verte triunfar en lo que más quieras, tanto como persona como en tus sueños en la vida.
» Así que siempre cuenta conmigo en que te apoyaré y estaré ahí para ayudarte, y si no estoy presente, entonces mi palabra como las de tu padre lo estarán.
Él joven se levantó y agarro las manos de su madre, la cual igual lo hizo y sin demorar, la abrazo, Policronia derramó sus lágrimas en el hombro de su hijo quien igual lloraba, ambos se apoyaban.
Policronia:Tú padre y yo estamos orgullosos de ti en lo que lograrás.
Jorge:Lo sé mamá, lo sé, y gracias por estarlo.
(.....)
Cuando cumplió la mayoría de edad, fue por un día por la noche en la cual alistó sus cosas y salió de la ciudad, debía de hacerlo de ese modo ya que no quería que alguna persona de la ciudad sospechara y pensará mal las cosas, no quería meter a su madre en problemas por algún mal entendido.
Se dirigió a un punto de las colinas en donde era un lugar en el cual siempre paraban carretas, dio una moneda de plata al cobrador y este lo llevo junto con más personas a Roma, fue un paseo largo para llegar hasta ahí, pero el pudo aguantar el resto del viaje hasta poder llegar a donde quería, nunca imaginó que desde donde estaba Roma sería tan grande, incluso parecía un laberinto si es que volviera a vivir en el interior de la ciudad.
Pero ese no era su objetivo, llevo las únicas cosas que trajo consigo; que era un simple saco lleno de algunas frutas y otro cambio de ropa, además de algunas monedas, lo suficiente para poder mantenerse en el ejército romano, o bueno, eso queria suponer, solo siguió las indicaciones que le daban las personas que le preguntaba para llegar más rápido a donde se podía ingresar al ejército.
Cuando llegó vio que había una larga fila donde había mayormente jóvenes, en cada esquina del lugar había soldados custodiando la zona, Jorge disimuló su cansancio y se acercó para ponerse en la fila, el tiempo qué transcurrió hasta hacerse casi de noche, la fila avanzó de manera lenta, pero él joven pudo aguantar lo suficiente hasta que llegó su turno y se puso firme para poder estar frente al oficial a cargo de los nuevos reclutas.
Las preguntas a responder fueron sencillas, y aunque el dinero no fuera suficiente, fue gracias a que su padre fue un difunto oficial del ejército por lo cuál lo aceptaron, con eso su nueva vida de entrenamientos y enseñanzas en el Imperio Romano iniciaba.
Conocer a sus compañeros de legión como someterse a los entrenamientos rigurosos y pesados que tuvo que hacer el primer día fueron un golpe de adrenalina que no creyó sentir algo, no era como trabajar el campo, aunque eso no le hizo retroceder en su decisión, con su buena actitud y sonrisa se preparó para que esto se volviera lo normal de cada día.
El primer entrenamiento fue físico, correr, saltar y hacer cada cosa con el uniforme puesto bajo el sol, el segundo entrenamiento que tuvo fue una forma de mostrar el arma en la que se especializaría él como a cada uno de los jóvenes cuando estuvieran en el campo de batalla, siendo los movimientos aplicables en las batallas y el manejo de armas, Jorge tuvo más mejora en manejar la espada y la lanza que el propio arco, aunque intento lo posible de no herir a algún compañero suyo cuando se trataba de hacer un duelo de práctica.
Pero las cosas que le dijo su padre sobre cómo era estar dentro del ejercicio Romano no se vieron cuando ya pasó un año, cada uno de 10 legionarios era castigado por intentar salir del ejército o falta de disciplina, en plena plaza abierta el condenado era azotado o terminaba en la misma muerte, esto como advertencia para las demás legiones, Jorge tuvo disgusto de ver esto pero no podía hacer nada, tenía que aparentar o sino también sufriría el mismo destino.
Paso 2 años más entrenando y practicando, todo a la mirada del Cónsul de la legión, él era quien recomendaba que soldados estaban más capacitados en ir a la batalla y quiénes aún no, además de que puesto tomaría cada uno si así fuera, ese mismo día se quedó todo el rato bajo el sol entrenando con su espada y lanza contra un tronco de madera que simulaba ser un individuo, no cabe decir que quedó cansado después de acabar y solo se sentó un rato para poder tomar agua.
Además de una manzana para aligerar el hanbre, viendo al cielo en donde el sol ya empezaba a ocultarse, Jorge se quedó viendo por unos segundos el cielo hasta percibir otra presencia con él, de inmediato se volteó para ponerse de pie e inclinó la cabeza en respeto a su Cónsul que estaba aún costado viendo el campo de práctica.
- ¿Como te sientes, Jorge?.
Jorge:Bien señor, solo tomando algo de agua para recuperar las fuerzas para mañana, espero esto no sea una forma de debilidad para la legión -levanto la cabeza para ver al mayor.
- No, tranquilo con eso, cada hombre aquí necesita entrenar como descansar, sin ninguna de las dos ninguno sería un buen soldado para roma, así que no te preocupes por eso, y más cuando yo estoy aquí presente.
Jorge:Entiendo señor, gracias señor.
Él hombre mayor lo vio por unos segundos, volvió a ver al campo donde estaba el tronco de madera que tenía muchas marcas ante los constantes ataques recibidos, se levantó de donde estaba apoyado y empezó a caminar.
- Sígueme Jorge, quiero hablar contigo sobre algo.
Jorge:Claro señor.
Llevó consigo su cantimplora y siguió al mayor hasta estar a su costado, hubo algo de silenció en el camino, eso alarmó a Jorge quien trataba de entender la razón que su mayor lo hubiera llamado que no fuera por algo malo.
- Llevas ya casi 4 años aquí con nosotros ¿es así, o me equivoque?.
Jorge:Está en lo correcto señor, me úni a la legión cuando tenía 18 y llevo ya 4 años aquí.
- Pues ya llevas tiempo en que no pidas algún campo de batalla, aunque eso de cierta es bueno, soldados jóvenes sirven para grandes cosas si les enseñas bien, ¿tú eres originario de roma o de algún otro lado?.
Jorge:De roma, mi padre fue oficial del ejército, así que seguí sus pasos para poder llegar a ser como él, fue por él y lo que me contaba que fue por lo que me úni al ejército, y no me arrepiento de haberlas seguido.
- Muy bien dicho Jorge, aunque obvio, no solo te debes de conformar con ser oficial como lo fue tu padre, puedes ser más si sabes hacer bien las cosas que te mandan, solo procura que te reconozcan por ello.
Jorge:Gracias por el consejo señor, pero no estoy aquí por el reconocimiento o las demás cosas, solo estoy aquí para poder servir a roma y hacer lo correcto por las razones correctas, eso es todo.
- Mmm es bueno escuchar eso de un soldado, y más viniendo de ti, la mayoría se enfoca en los beneficios que obtendrá siendo soldado o de más alto cargó, eso a veces nubla la visión de tus mayores deseos y te ponen un lugar poco práctico.
» Pero yendo con eso, exactamente ¿que quieres ser aquí en el ejército? te he visto entrenar durante largos días sin descanso, además de notar esos deseos de poder salir a servir tu labor de soldado, pero en verdad ¿que quiere llegar hacer aquí?.
Esa pregunta dejo algo callado al joven quien no sabía cómo responder a eso, se había conformado mucho con ser un soldado, pero más allá de eso no tenía un objetivo claro, sin embargo, eso no evitó que respondiera con la mejor energía que tenía.
Jorge:Quiero llegar a ser alguien del cual pueda brindar seguridad y bienestar a los inocentes, quiero hacer las cosas correctas por las razones correctas; ser un soldado, un oficial, un comandante o volverme alguien famoso, eso no me importa, lo que me importa es hacer lo bueno, lo bueno para roma como para sus ciudadanos.
Esa respuesta hizo que él Cónsul sonriera, aunque lo disimuló e hizo su cabeza aún lado, solo asintió en respuesta para Jorge y se detuvo para poder girar a otro pasillo, él joven ahora que lo notaba podía ver cómo estaban en la parte donde alojaban a los caballos como a los distintos animales que necesitaba la legión, él Cónsul abrió la cerca para así él junto al joven entrar.
- ¿Conoces a la caballería imperial?.
Jorge:Si, si lo conozco señor, son una tropa de no ciudadanos romanos, es notable conocerlos debido al ser la tropa, junto a otros altos rangos que portan caballos.
- Eso es cierto, pero no solo los soldados de alto rango pueden portar un caballo, otros más como en persecuciónes o viajes largos, a cada uno se le otorga un caballo si es necesario, aunque también se le puede dar a un caballo aún soldado si este resulta ser destacable.
Quitaba algunos grandes trozos de heno para poder buscar por lo que vino aquí, unos sonidos de relincho era lo que escuchaba de entre todo el heno que había aquí dentro, por instinto Jorge lo ayudo suponiendo que era lo que quería enseñarle, el Cónsul buscaba con la mirada lo que tanto buscaba, dejo de mover el heno para fijarse más hacia el fondo.
Jorge:Sin faltarle el respeto, señor, pero ¿que es lo que quiere enseñarme?.
- Es por lo que sigues aquí Jorge, ya llevas mucho tiempo aquí en la legión y aún no has salido al campo de batalla, te has mantenido entrenando y eso es lo que necesitamos aquí, necesito que los soldados están lo mayormente capacitados para poder salir a la guerra y no morir al primer paso.
» Así que necesito que estés listo, en verdad listo para cuando te manden a salir afuera, ya que es muy diferente hacer una práctica de lucha que una lucha de verdad -frunce el seño- ¡¿donde carajo está ese estúpido animal?!.
Sin darse cuenta al estar atento por las palabras del mayor, Jorge quitó un montículo de heno que por sorpresa le hizo ser embestido por una cosa que lo llevo a chocar contra el suelo, él Cónsul de inmediato lo volteo a ver y se encontró con el animal que tanto buscaba, un potrillo adolescente de color blanco que estaba encima del joven.
Jorge:¡Oye, oye, tranquilo, no te la quitaré! -sonrie mientras se aguantaba la risa, moviendo su manzana la cual el potrillo quería morder- será tuya si me dejas levantar primero.
El animal relincho un poco pero se quitó encima del joven para que se pudiera levantar, cuando ya lo hizo Jorge le extendió el pedazo de manzana y el caballo de un mordisco se la quitó para empezar a comerla.
Jorge:Si que rápido para comer pequeño -sobando la melena del potrillo quien se distraía con la manzana.
- Es un potrillo en desarrollo, solo le faltan 2 años para que ya sea adulto y que ya alguien lo monte, es difícil de domesticar lo debido al ser muy de tratar, se esconde o huye de todo aquel que intente ponerle una soga.
» Incluso para comer es muy alocado, la última vez no dejo comer a los demás potrillos, aunque contigo se comporte de manera diferente por lo que veo.
Jorge:Tal vez sea porqué tenía hambre jaja -no aguanto reír al caballo lamerle la mano en busca de más comida- no, no tengo más manzanas, en más rato te traere más.
Viendo al joven con el potrillo, él Cónsul se quedó pensando mientras veía aquella amistosa interacción entre ambos, su idea que tanto estuvo pensando desde el inició ya pudo confirmarla con este ejemplo que tenía al frente suyo.
Jorge:¿Esto es lo que quería enseñarme?.
- Pues si, eres alguien que se esfuerza en sus ejercicios, así que cuando salgas al campo de batalla tendrás que caminar extensos lugares los cuales cansarán de una u otra forma, así que necesitarás ayuda si no quieres tener ese problema.
Jorge:-se quedó viendo al animal que movía la cabeza para recibir más rascadas del hombre- ¿esto lo estuvo pensando cada vez que me veía entrenar?.
- Si, pensaba en dártelo por esa misma razón, te faltan pocos años para ya estar listo, solo necesitaba saber si este potrillo era bueno para ti, ya puedo confirmar que es así.
Jorge:Entiendo, agradezco este regalo de ayuda que me está dando, de verdad, pero ¿porqué solamente yo recibo esto y no otros que si son mejores?.
- Porque te he visto esforzarte cada día, y más con la conversación que tuvimos antes de estar aquí, me diste respuestas que son dignas de un soldado romano, incluso más sin que tú supieras que era un interrogatorio, pudiste hacerlo muy bien, y se que lo harás bien cuando salgas haya afuera.
Él Cónsul camino de vuelta a la salida, pudiendo notar aún la duda que se reflejaba en la expresión de Jorge, él mayor se detuvo antes de salir y volteo un poco su cabeza para ver al joven.
- Lo entenderás con el tiempo, pero es una ayuda que te doy para que no caigas tan fácil afuera, así que no vuelvas tan de noche a los dormitorios, además de ahora ser tu responsabilidad cuidar y mantener a ese caballo hasta su adultez, que los dioses cuiden tú camino chico.
Sin decir una palabra más él mayor se retiró, dejando al joven quien solo pudo asentir y dar un leve gracias ante esta ayuda que recibió, eso lo hizo antes de recibir un cabezazo del potrillo en la barriga que le provocó apoyar contra una pared y tratar de recuperar aire.
Jorge:Off... -tosiendo un poco pero sin borrar su sonrisa por el potrillo que corría en todo ese lugar relinchando- ahora me encargaré de ti, así que espero nos llevemos bien.
(....)
A partir de esa ayuda que recibió del Cónsul, él joven paso día y noche entrenando y mejorando sus capacidades, además de también entrenar a su caballo quien aún no sabía que nombre ponerle, pero lo dejo así al no ser un problema, fue difícil al principio, pero poco a poco el animal lo trato de mejor forma cuando lo llevo a cabalgar, Jorge encontró que el animal necesitaba correr para calmar toda su hiperactividad, y funcionó.
Los 2 años restantes pasaron volando sin que se diera cuenta, aunque supo aprovechar todo ese tiempo para prepararse por lo que fuera cuando saliera afuera, y así fue cuando le anunciaron que saldría con una gran tropa de soldados como refuerzo a las filas romanas que estaban siendo oprimidas por los bárbaros.
Ahí fue cuando por fin pudo desatar todo lo que estuve guardando detrás de los muros, montando su caballo y con su lanza en mano, se lanzó junto a sus demás a compañeros a la batalla, y esa fue una y más de sus primeras victorias que tuvo lo llevaron a destacar bastante bien y de las cuales también a ser casi reconocido por Roma, incluso por Emperadores de otras ciudades controladas por la misma Roma.
Incluso a los 23 fue nombrado como tribuno y a los 24 fue Patricio, todo eso antes de los 30, eso llevo a que ya a sus 25 años, le informaran que había sido escogido por él propio Emperador de Nicodemia para que servíera como su guardia personal, no pudo rechazar tal ofrecimiento y fue llevado con su caballo a la ciudad de Nicodemia en donde haría cumplir su labor.
Su caballo fue llevado al establo del rey y él solo tuvo que entrar a la sala del trono en donde se encontraba Diocleciano sentado en su trono, Jorge se detuvo cuando llegó al frente del trono y espero a que su ahora Emperador hablara, él mismo estaba ocupado escribiendo en un pergamino el cual un sirviente suyo sostenía.
Diocleciano:¿Tú eres él destacado soldado Jorge de roma? -sin quitar la vista de lo que hacía.
Jorge:Sí, Emperador, estoy aquí por escogimiento de usted mismo para servir en su guardia personal -hizo una reverencia al nombrado en señal de respeto.
Diocleciano:Ya veo.... -alzo poco a poco la mirada para ver de arriba a abajo al hombre que tenía al frente suyo- solo puedo decir....
Se levantó de su trono y empujó aún lado al sirviente que se aparto para dejarlo pasar, se acercó a Jorge quien permanecía firme en su posición, aunque internamente esperaba un comentario frío y denigrante del rey al ahora verlo cara a cara, no esperaba ninguna otra reacción más, incluso la que siguió lo sorprendió bastante.
Diocleciano:¡Que es un gran honor tenerte aquí!, ¡de verdad, tú mismo, el mismo soldado que derroto a todos sus enemigos y que no tuvo ninguna baja en toda su carrera como soldado!, ¡es todo una alegría tenerte aquí y que me complace que hayas aceptado mi invitación!.
Jorge:.... disculpe ¿que?.
Diocleciano:¡Osea digo, se que por algunos contactos que tengo en roma, tú no eres alguien que se mete en la vida política, a pesar de tú posición de Tribuno y de Patricio!, ¡pero no crearás la sorpresa que tuve al saber que aceptaste invitación!.
Jorge:Pero soy un soldado señor, no podía rechazar su pedido y más viniendo personalmente de usted mismo, incluso con todos los títulos que tengo sigo siendo un soldado que sirve a sus mayores.
Diocleciano:Lo sé, lo sé, pero incluso si no hubieras aceptado, no me hubiera molestado, para nada, incluso entendería las razones del porqué.
Los comentarios de Diocleciano confundieron a Jorge que seguía sin entender tal reacción y comportamiento del Emperador, pero la palabra "admiración" surgió en su mente al notar más ese comportamiento, así que todas sus dudas se respondieron con eso.
Diocleciano:Dime ¿que opinas de Nicomedia?, ¿la pasaste bien en tu bienvenida en la ciudad?, ¿hay algo que tengo que cambiar?, ¿alguien se atrevió a molestarte?.
Jorge:Bueno, en la primera y segunda pregunta pues para mí todo estuvo y está bien, tanto la ciudad como sus habitantes, incluso las construcciones son espectaculares, y en las dos últimas no pase ningún problema.
Diocleciano:Es bueno saber eso, trate de ir para recibirte yo mismo, pero ante todo el trabajo que tengo por culpa de esos sucios cristianos, no pude hacerlo, espero con las persecuciones sean capturados y así yo tenga más tiempo libre.
Una expresión de enojó y asco se reflejó en la cara del Emperador cuando mencionó a esas personas, eso hizo sentir algo incómodo a Jorge pero que supo disimularlo bien.
Diocleciano:Por lo que se, tú nunca participaste en ese tipo de cosas, y lo respeto, de eso solo se tienen que encargar los soldados comunes, en cambio los soldados de mérito y reconocimiento deben de estar ocupados con sus propias misiones.
Jorge:Si, he estado ocupado con muchas misiones, además de no ser mucho de mi interés ese tipo de temas religiosos.
Diocleciano:Ya entiendo, pero exactamente ¿cuál es tu posición religiosa en todo esto?, lo quiero saber cuando toque el momento de conversar sobre esos asuntos.
Jorge:Bueno.... no soy alguien que tenga un punto religioso exacto, hace tiempo que le deje de rezar a los dioses, y ahora ya solo no creo, aunque obvio -inclina su cabeza- estaré de acuerdo en todo lo que usted esté señor, al ser ahora su guardia personal.
Diocleciano:Me gusta oír eso de ti, ¡ahora!, vayamos a enseñarte tú lugar donde vivirás en adelante -dandose la vuelta para que él caballero lo siga.
Jorge:¿No va a seguir escribiendo en su pergamino? No quisiera interrumpir lo, si gusta yo mismo con ayuda de sus sirvientes me guío para buscar mi cuarto.
Diocleciano:No, nada de eso, está será como la bienvenida que no te pude dar en tu llegada a la ciudad, así que vamos, ya de esos asuntos me ocupó más tarde, las persecuciones podrán esperar.
Él caballero asintió y siguió a su Emperador, sería la mejor forma para él acostumbrarse y saber cómo sería vivir en su nuevo hogar que sería este palacio, pero todo esperaba que saliera bien.
Su tiempo en el palacio y ser guardia personal de Diocleciano resultó ser algo tranquilo, a diferencia de estar en Roma y estar saliendo cada rato a cumplir una misión en el campo de batalla, todo su tiempo era estar dentro del palacio y acompañar al Emperador a donde sea, incluso estar ahí dentro en sus reuniones más importantes.
Se sintió un trabajo muy diferente, aunque eso no significaba que tenía que estar confiado, siempre estaba alerta cuando estaba en público o estaba con otros guardias, aunque también en todo ese tiempo se volvió un amigo muy personal del Emperador, tanto así que le llegó a contar sus problemas y algunos asuntos personales debido a todo el tiempo que paraban juntos, incluso Diocleciano siempre lo metía en su conversación cuando no era el caso.
Pero no todo era bueno en si, en los casos cuando se trataba de los cristianos y sobre las persecuciones que Diocleciano permitía contra ellos, escucho varias cosas y vio mucha irá las cuales todos los de alto rango les tenían, eso hizo que su incomodidad aumentará durante todo ese tiempo, pero supo controlarse y aparentar que no pasaba nada con él, era su deber estar de acuerdo siempre con su Emperador, sino, no sabría lo peor que podría pasarle.
En los 2 años que Jorge llevo en la ciudad, ya con 27, nunca le pudo mandar una carta a su madre debido al riesgo que corría al hacerlo, por las persecuciones y todo lo demás que enfrentaban los cristianos, sería una sentencia de muerte hacerlo, más ahora que estaba en Nicomedia, así que toda su vida en la ciudad era solo servirle y estar siempre al lado del Emperador y cuidar a su caballo, nada más.
En la sala del trono, Diocleciano se hallaba sentado en el mismo, bebiendo una copa de vino mientras al frente tenía aún sirviente sostenida la botella, y parado a su costado izquierdo tenía a Jorge que estaba de costumbre cumpliendo su deber.
Diocleciano:¿Quieres un poco de vino? hay mucho trago de sobra
Jorge:No gracias, señor, no soy de consumir ese tipo de bebidas.
Diocleciano:Bueno, más para mi -da un sorbo a su copa- hoy no va a ver nada importante por hacer, así que tenemos todo el día libre para estar en el palacio, así que para no aburrirme ¿podrías contarme alguna de tus maravillosas historias?.
Jorge:Ya le he contado todas las que tengo, creo que sería mejor hablar de algún tema para pasar el rato, como el tema de los cristianos, po--
Diocleciano:¡Hay, eso no!, tuve una semana muy mala en tratar de limpiar esa plaga que no tuvo ningún resultado, solo pude capturar aún cuarto de ellos.
» Esa gente, por su culpa y detestable presencia ha ocasionado que este de muy mal humor estos últimos meses, ya ni siquiera mi esposa me soporta.... al menos tengo a alguien como tú que me escucha Jorge -suspira- no tengo humor de hablar de eso, así que cambiemos de tema.
Jorge:Está bien señor, bueno, ¿quisiera que le vuelva a repetir alguna de mis historias? alguna en particular.
Diocleciano:¡Eso ni se pregunta!, cuentame la vez que fuiste a combatir a los Persas en tu primera misión, es la que más me emociona de entre todas las demás.
Jorge:Con gusto señor, bueno, cuando me anuncia--
Unos golpes resonaron en el palacio, todos viniendo de la entrada, una vena se formó en la frente de Diocleciano debido a está fortuita interrupción, alzó su mano para darle la señal a sus sirvientes cercanos a la entrada de que abrieran las puertas, los sirvientes hicieron caso y abrieron las puertas para dejar entrar a un hombre fornido el cual venía acompañado por una secta de guardias de la ciudad.
Ambos, tanto Diocleciano como Jorge se acomodaron en sus respectivas posiciones, ambos reconocieron que él hombre recién llegado era un soldado romano, él cual camino hasta detenerse frente al trono y que se quitó el casco que llevaba puesto, dando paso a una reverencia.
- Emperador Diocleciano, soy un mensajero enviado de parte del occidente de roma, por él mismo Emperador Maximiano.
Diocleciano:No recibe un aviso o algo similar sobre este mensaje que me traes, así que supongo que es de último minuto -da un sorbo a su copa de vino- ya di lo que tienes que decir.
- El gobernador de Judea, apoyado por el Emperador Maximiano, enviaron a muchas tropas nuestras a que conquistaran una ciudad en Líbano, cerca de Israel, para que así deforma interna poder conquistar todo ese territorio, pero cada vez que enviamos a nuestras tropas, no recibíamos ninguna respuesta de ellos.
» Tanto las nuevas como las antiguas tienen ese problema y no sabemos si fueron atacados o siguen vivos en algún lado, es por eso que él Emperador Maximiano pide de vuelta a uno de los mejores soldados para que pueda cumplir su última misión, que líde--
Diocleciano:¡¿Que él está conquistando otros territorios sin informarme lo?!, ¡¿como es que no sabía de nada eso?! -vio a sus sirvientes como a sus guardias en busca de algún culpable, provocando una tensión en el ambiente.
Él mensajero no supo cómo responder a eso, sintiendo una presión al sentir la mirada de Diocleciano que ya lo estaba tachando como responsable, Jorge movió su codo para empujar un poco a su amigo él cual lo volteo a ver, no dijo nada pero con su silencio Diocleciano entendió lo que le quería decir su guardia personal, así que solo suspiro.
Diocleciano:Dejaré pasar eso, así que continúa con lo que querías decir.
- Gracias señor -volvio a su postura aunque estuviera algo nervioso- él Emperador Maximiano pide que el soldado Jorge pueda cumplir una última misión, la cual es que lídere una tropa de soldados y los dirija a la ciudad que tanto buscan conquistar, y poner--
Diocleciano:¡¿Quiere que le preste a mi guardia personal?! -se alzó de su trono, lo cual provocó el susto de los presentes y más del mensajero.
Por ayuda del mensajero que Jorge notaba que estaba a punto de colapsar por los nervios, le puse una mano en el hombro a Diocleciano quien solo se sentó de vuelta a su trono y volvió a beber de su vino, volteó a ver a su amigo quien le quitó la mano del hombro.
Diocleciano:¿Tú qué dices?, ¿quieres cumplir tú última misión?.
Jorge:Si, si usted me deja cumplirlo, señor -fijo su mirada en el mensajero que ya estaba recuperando el aire.
Diocleciano:Bueno, no puedo discutir con lo que decidas hacer, así que... -se levantó de su trono y señaló al mensajero que le provocó de nuevo un susto- tú, mándale un mensaje a Maximiano de parte mía, que en 4 días enviaré al soldado Jorge para que cumple la misión que le encomienda.
- Como usted ordene, señor.
Diocleciano:¡Ahora retirense todos, incluido los sirvientes!.
Sin decir una palabra más todos los presentes en la sala se retiraron, dejando la sala despejada y con eso mismo Diocleciano volteo a ver a su amigo con una mirada incredulidad por la respuesta que dijo, Jorge solo permaneció en silenció sabiendo por qué lo hacía.
En esos 4 días Diocleciano intento que Jorge cambiará de opinión en no ir a esa misión, pero él estuvo firme en su decisión, tenía sus razones internas por las cuales hacerlo, si no iba, más soldados serían enviados y terminaron muertos, y quería impedir eso, incluso si su amigo era Emperador de Roma, sabía bien que personas como Maximiano seguirían haciéndolo incluso en secreto a espaldas de su Emperador.
(.....)
Con un barco y acompañado de su caballo llegó a Judea, ahí fue donde se encontró con él gobernador el cual le brindó una docena de soldados romanos los cuales igual tenían sus propios caballos, Jorge trato de saber la razón por la cual cambiaron de una tropa a solo una docena, solo recibió la respuesta de que era para no generar más pérdidas a la legión, algo lo cual estuvo de acuerdo internamente para no perder más vidas inocentes.
Vio al mismo mensajero que fue a Nicodemia él cual le informó sobre cuál sería el propósito de su misión y en cuántos días debía de volver a Judea, si tardaba entonces enviaran a otra tropa para su búsqueda.
En ese mismo día sarpo con toda su tropa en un barco directo a Líbano, no les dieron tiempo de conocerlos ya que Maximiano quería que está misión se hiciera lo antes posible, el viaje duro 2 días en su totalidad, en ese transcurso Jorge se propuso a conocer a toda su tropa, aunque la mayoría fuera algo callada, pudo con su actitud poder conocer algunas cualidades de cada uno, aunque se mantuvo al lado de su caballo para calmarlo por los relámpagos y movimiento brusco del barco por las olas.
Fue por la noche del segundo día en la cual por fin pudieron tocar tierra en Líbano, Jorge ocultó el barco entre unas rocas para evitar que algún extraño se los robará y ya no tuvieron un medio de vuelta a Judea, después de eso con sus hombres montando sus caballos se dirigió directo a la ubicación de la ciudad donde le señalaba el mapa, demoró al menos 1 día en estar cerca a la ciudad.
- Ya vieron, incluso desde donde estamos se puede ver aún el mar.
- ¿No será porqué estamos encima de una gran colina? idiota, se puede ver todo desde lugares altos.
- Lo sé, pero digo que no estamos muy alejados a pesar de que pasamos un día cabalgando -volteo de nuevo hacia atrás para ver el paisaje.
- Creo que eso se debe más a que paramos algunas veces para descansar y comer, y con el tiempo que nos tomó volver a guardar todo y montar a los caballos, pues es obvió que demorariamos.
- ¿Acaso estás criticando las decisiones del tribuno?.
- ¡No!, solo digo que debimos estar más concentrados en la reunión y volver lo más antes posible a Judea -trato de justificarse, recibiendo la mirada juzgadora de su compañero.
- ¿Acaso crees que es fácil conquistar una ciudad? obvio que lo lograremos, pero solo somos una tropa, así que tomara tiempo.
- Solo trato de decir de qué si volvemos antes, tal vez recibamos una mejor recompensa.
Jorge:-alza su mano para qué los dos guarden silencio- si, es mi culpa que hayamos demorado un día, no necesitan pelearse por eso, lo hice para que ustedes y sus caballos tuvieran las fuerzas necesarias por si nos enfrentamos a algo.
» Además, nos quedan 4 días más para poder cumplir nuestra misión, así que tengan paciencia todos, si dejamos de pelear y nos mantenemos unidos obvio que lo lograremos -sonrie con confianza.
- ¡Ciudad a la vista, tribuno! -apunto con su mano al frente, provocando la alerta de los soldados.
Volteó su cabeza de nuevo al frente para ver a dónde apuntaba el soldado, viendo a unos metros cerca de ellos la ciudad de la cual Maximiano tanto quiso conquistar, era una ciudad muy grande, teniendo su típico palacio real que era lo más notable de todas las casas que tenía a su alrededor, desde donde estaban la tropa tenía una vista muy perfecta de que tan grande era la ciudad y de que la rodeaba, que era mayormente colinas y un extenso bosque.
- Bueno, pues si es muy bella, aunque no es la gran cosa comparada a otras.
- ¿Esperabas un castillo hecho de oro? creo que dormir mucho te estuvo afectando -bromeo, lo cual causo la risa entre sus compañeros.
Jorge:No se ve que tengan alguna guardia que proteja las entradas del pueblo, aunque no se qué tan diferente sea alrededor del palacio.
- Entonces ¿por qué no aprovechamos, señor?, si no hay nadie protegiendo al pueblo tal vez sea porque el rey sea algún arrogante que no se preocupe por su gente, fácilmente podemos hacer que se revelen y pelen por nosotros.
Jorge:No es la mejor opción, solo porque no vemos a los guardias o algun tipo de soldado de esta ciudad, no signifique que no existen, tal vez se oculten dentro de las casas o estén dentro del propio bosque.
- Él señor Jorge tiene razón, no por nada ninguna de las tropas enviadas ha regresado, ni sabemos si están vivos o muertos -algo nervioso respondió.
- Pero tampoco nos podemos quedar aquí esperando a más tropas, somos los únicos romanos que estamos aquí y no creo que a Maximiano le guste vernos solo para pedir a más soldados.
- ¿Que hacemos, señor?.
Él mencionado volteó a ver a sus soldados, con solo sus respuestas sabía que se estaban desesperando por buscar alguna solución que no los pusiera en peligros, todos eran jóvenes salidos de la legión, pero eso lo sumaban con ser los mejores de cada una de sus tropas, volvió a mirar la ciudad y a la entrada del pueblo, así que solo soltó un suspiro.
Jorge:Nos acercaremos pacíficamente, tendremos que hacerles creer que no somos soldados romanos, así que primero tapen todo lo referente a roma, y yo les diré la hora de acercarnos, y háganlo todo en silencio.
Sus hombres asintieron e hicieron lo que les ordenó, debido a que Jorge llevaba su armadura de Nicomedia, le fue rápido tapar las señales con vendas de que era un soldado romano, así que se mantuvo observando las entradas de la ciudad, en busca de algún movimiento que le haga confirmar sus sospechas.
Espero al menos 2 horas vigilando las entradas, hasta que por fin pudo ver una señal de movimiento cuando vió aún grupo de guardias saliendo de la ciudad, supuso que escoltaban a dos personas las cuales igual por sus rasgos y vestimenta supuso que era los que habitaban el palacio, una idea vino a su mente, una la cual no tenía algún tipo de violencia.
Siguió con la mirada a los soldados los cuales los perdió de vista cuando entraron al bosque junto al rey y la que supuso era la princesa, Jorge llevo a cabo su plan a la espera de ver de regreso al rey, espero 3 horas más hasta que por fin volvió a ver al rey de la ciudada acompañado por sus guardias, eso le hizo darle la señal a sus hombres de que se dirigieran a la entrada.
Montó su caballo y con sus hombres cabalgó bajando la colina, dirigiéndose al rey el cual fue rápidamente protegido por sus guardias que apuntaron sus lanzas contra ellos, Jorge alzó su mano en señal de que ninguno de sus hombres atacará, y bajo de caballo para quitarse el casco, haciendo una reverencia.
Jorge:Rey de esta ciudad, soy Jorge, soy líder de este equipo de búsqueda, estamos buscando a carnadas nuestros los cuales se perdieron y no sabemos su paradero, así que por favor, déjeme preguntarle si los ha visto.
Se mantuvo en esa posición de reverencia esperando la respuesta del rey, él cual lo veía con una mirada pasmada a él como a sus hombres, sin mediar palabras él rey le hizo unas seña a sus hombres de que se retiraran, dejandolo solo junto a la docena de hombres los cuales lo veían, Jorge se recompuso y lo vio.
- Es una sorpresa encontrarme con un equipo de búsqueda.... soy el rey Beirut, lastimosamente no puedo dejarles entrar a la ciudad, pero si podría indicarles que lugares buscar a sus hombres desaparecidos.
Aunque lo tratará de ocultar y confundiera a los presentes por su repentina confianza hacia ellos, Jorge notaba la actitud depresiva y desesperada del rey, ahora mismo se encontraba sin la princesa y eso lo hacía sospechar, pero mantuvo su plan dando un asentimiento, con eso el rey fue quien los guío por el camino el cual entrar al mismo bosque donde lo vio antes, le hizo una seña a sus hombres de que se mantuvieran en su actuación y le siguieran el plan.
En todo lo que empezó del camino desde que entraron al bosque, él rey estaba en silencio y tenía la mirada fija en una gran colina, Jorge no decía nada al estar concentrado en sus pensamientos buscando alguna pista de donde estaba la princesa, sin darse cuenta que él rey se había acercado a su lado.
Beirut:Se que es un soldado romano -susurro a lo bajo, provocando que él caballero lo volteara a ver con notable sorpresa- créame, no es la primera vez que veo esas armaduras que portan sus hombres, supongo que usted es igual, solo que con diferente armadura.
Jorge:Sí, es así -mantuvo la calma al notar que él hombre no mostraba alguna actitud de molestia o de querer atacarlo- ¿porqué le ordenó a sus hombres dejarlo con nosotros? no nos conoce, pero confía demasiado en nosotros.
Beirut:Cierto, no los conozco, pero si conozco a los demás soldados que estuvieron aquí antes que usted, así que creo que usted y sus hombres son iguales a ellos -volteo a ver a los mencionados que permanecían hablando entre ellos- pero no puedo mentirles.
» Realmente, en este caso, necesito demasiado de su ayuda, y por favor, aunque suene una locura y casi impensable, por favor créame lo que le diré -empezando a ponerse nervioso- está en juego la vida de mi hija a manos de ese dragón, así que por favor se lo pido.... ayúdame a salvarla.
No respondió nada, su confusión lo invadió por completo, miró al rey de arriba a abajo para notar si le estaba hablando en serio, aunque por ver lo nervioso y desesperado que se encontraba él rey, además de lo que vió, de cierta forma le creía, aunque desconfiaba.
Beirut:Si, se que sueno como un loco, no es el primero que lo cree, pero por favor, ¡por favor ayúdeme a recupera---
Jorge:-le cubrió su boca, desviando su mirada para ver a sus hombres los cuales no se percataron del grito- si, de cierta forma le creo porque lo vi salir con ella de la ciudad con ese grupo de guardias, pero mejor cuénteme desde el principio lo que sucede, y en voz baja por favor.
Respiró un poco para poder calmarse y así Jorge poderlo soltar, él caballero no presionaria al rey para que se lo dijera, solo espero los minutos hasta que el rey se digno a por fin contarle.
Beirut:Hace tiempo atrás, un dragón llegó al reino buscando comida, amenazo en destruir la ciudad si yo y mi gente no le dabamos de comer, al no tener a alguien capacitado para eliminarlo, tome la drástico decisión de darle una persona por día, esto a partir de una votación, quien saldría ganador sería la comida del dragón.
» Pensé que con eso ya no habría problemas, que todo se calmaría y sería costumbre hacer eso cada día, pero no fue así... sin darme cuenta el alcance de la votación, una de las ganadoras fue mi propia hija... yo trate de impedir que fuera entregada al dragón, pero al saber que era inevitable las consecuencias de no hacerlo, me vi obligado aceptarlo.
» Aún tengo las esperanzas de que este viva, ya que él dragón acostumbra a comer en la tarde, así que si llegamos antes, tal vez.... solo tal vez podríamos salvarla, solo si usted me ayuda.
Cerró los ojos, esperando la respuesta negativa del romano que solo permaneció en silenció mientras en su mente pensaba que decir, ya estaban a mitad de camino a la colina, además de también saber de qué si ese supuesto dragón existía, más personas sufrirían por su culpa si dejaba que siguiera con su juego, no pudo ignorar este llamado de ayuda.
Jorge:Okey, lo vamos a ayudar -sonrie para poner su mano en el hombre del rey- así que no se preocupe, vamos rescatar a su hija, será mi principal responsabilidad, además de acabar con ese dragón para que ya no dañe a más personas, eso se lo prometo, su ciudad será libre.
La iluminación en los ojos del rey significaba la esperanza que le estaba teniendo a Jorge, algo que él mismo sabía, en su mente solo empezó a hacerse un plan de cómo rescatar a la hija, aunque no dejaba de lado de que tal vez esto sea una trampa, no le iba a decir nada a sus hombres.
No por egoísmo propio, sino porque corría el riesgo de que no le creyeran y lo tacharan como loco, como un traidor que se alió con los enemigos y cosas así, prefirió solo mantenerse al margen y se mantuvo al lado del rey en todo momento, paso una hora entera hasta que todos terminaron por llegar a la punta de la colina, en la cual encontraron una cueva en donde solo podían ver la oscuridad.
- ¿Que hacemos aquí? deberíamos de buscar a nuestros camaradas -pregunto fastidiado por haber caminado tanto.
- No te quejes, como soldado debemos de hacer muchas cosas, incluso caminar largas distintas, además no se te olvidó que él rey nos enseñaría que lugares buscar.
- ¿Y si es una trampa? -pregunto otro- él rey y nuestro tribuno estuvieron hablando de algo que no escuché, tal vez notó el enga--
- ¡Cállate! guarda silencio o sino tu serás él que le haga darse cuenta del engaño -amenazo tomando a su compañero del cuello.
Mientras los soldados discutían, Jorge se acercó a la cueva junto al rey, quien el segundo no quería estar presente en este sitio, pero al tener consigo a un grupo de soldados romanos, su preocupación bajaba un poco, en cambio Jorge solo veía la cueva en busca de algún detalle, pudiendo percibir un olor bastante putrefacto viniendo del interior de la cueva, además de algunas marcas de fuego.
Jorge:¿Aquí es su escondite?.
Beirut:Si, aquí es donde esa bestia hace lo que ya le dije, por eso ese olor y las marcas de fuego.
Jorge:¿No cree que haya salido? por ser un animal es seguro que ya haya notado nuestra presencia como nuestro olor.
Beirut:Llevo mucho tiempo con este engendró del mal, se bien que él nunca sale de su cuevas, más no sea por la comida que le damos, es seguro que este adentro.
Jorge:Entonces es mejor que se mantenga alejado, es seguro que esa cosa lo llegue a reconocer y lo atacará sin dudar, si ve que no estamos ganando, manténgase escondido y cubrace con algo que oculte su olor.
La respuesta que recibió fue un asentimiento del rey quien hizo caso en alejarse, poniéndose cerca a los árboles y arbustos, con eso Jorge volteo para ver de nuevo a la cueva, era demasiado grande para suponer que el dragón fuera una criatura muy pequeña, ignoro su duda y se mantuvo concentrado en cumplir su labor, desenfundó su espada, lo que alertó a sus hombres que se acercaron.
- ¿Que sucede, señor?.
- ¿También a notado ese horrible olor? vuele como a los cadáveres que dejan los campos de batalla.
Jorge:Eso mismo, como tú dices camarada, es seguro que haya cadáveres ahí dentro como para que haya este olor, no se cual fue la cosa que haya causado eso, una bestia o algún enemigo, o el mismo rey, pero necesito averiguar si aquí dentro hay algo.
- De eso no se preocupe -se agachó para recoger una piedra- yo me encargo para saber si hay algo ahí dentro.
Jorge:¡Espera! -alzo su mano para evitar el accionar de su compañero, pero fue tardó cuando lo hizo.
Lanzó la roca que fue a lo más profundo de la oscura cueva, hasta que se escuche el ruido de cómo era que golpeaba algo, seguido de eso vino un gruñido el cual resonó hasta las afueras de la cueva y en seguida una pisadas muy pesadas que resultaron en lo mismo, tales ruidos dejaron en silencio a todo el grupo quien no sabía lo que venía dentro de la cueva.
Pero eso no tardaría mucho para descubrirlo, cuando se resintió una respiración profundo estar muy cerca de ellos, tan cerca que no tardó nada cuando la cabeza de esa criatura salió de las sombras de ese profundo lugar, por instinto el grupo retrocedió lo que pudo y la enorme criatura soltó un gruñido para poder salir por completo de la cueva, mostrando así su apariencia.
Era una criatura cuadrupeda, de piernas traseras largas y de piernas delanteras algo cortas, su piel era escamosa y gruesa de un color verde agua oscuro, en su espalda se notaba una pequeñas alas que eran de un color amarillento, al final de su cuerpo tenía una cola la cual tenía dos picos de cada lado, pero nada de eso se comparaba a su cabeza que era lo más notable de esa monstruosidad.
Mostrando sus puntiguafos dientes, su mirada fija y penetrante que se volvia peor al sus ojos ser grises y no tener al parecer pupilas, tenía unos cuernos grandes en la parte superior y dos cuernos pequeños a sus costados, incluido sus orejas, pero nada de eso fue peor cuando todos fijaron lo que tenía la criatura en sus fauces.
Beirut:¡Mi princesa!.
El grito lleno de terror y desesperación fue lo que hizo que los hombres temblaban, la bestia se comió lo que quedaba del cuerpo, y soltó un gruñido contra los hombres, siendo la primera advertencia antes de que soltará su fuerte rugido que hizo estremecer a todos los presentes, sin pensarlo el soldado que lanzó la piedra empujó a Jorge que era quien estaba más cerca, salvando lo del ataque de la criatura pero en cambio quien lo recibío fue el pobre soldado.
- ¡Un demonio!.
- ¡Ataquen!.
Los soldados desenfundaron sus armas y a pesar del miedo que tenían, no decidieron retroceder y fueron al ataque contra la criatura que solo rugió para voltearse y con su solo dar un ataque de derrape, algunos hombres lo esquivaron, pero otros en cambio lo recibieron de lleno y eso los mando a chocar contra los árboles, muriendo en el impacto.
Los gritos se escuchaban a su alrededor, los sonidos de destrozo eran lo mismo, todo lo escuchaba y él solo se quedaba inmóvil por el miedo al ver a esa bestia, Jorge no podía hacer nada debido al miedo que lo único que hacía era llenarlo de más miedo, volteó a ver al rey notando que se había escondido entre los arbustos, eso le hizo voltear a ver a sus hombres quienes estaban siendo destrozados por la bestia.
La mayoría estaban muertos, no habían durado casi nada contra esa bestia que atacaba sin detenerse y soltaba esos rugidos que lo hacían estremecer, Jorge busco con la mirada a los hombres que le quedaban, notando como estos estaban heridos pero seguían atacando a la bestia.
- ¡Señor Jorge, huya, nosotros lo distrairemos!.
- ¡Rápido señor, aprovecha esta oportunidad que lo está ignorando ese demonio, huya y alertele a roma!.
- ¡Nosotros podremos contra este demonio, salvese usted!.
Gritaban sin darse cuenta que estaban acorralados por la criatura que empezaba a sacar humo de su boca, Jorge no sabía que hacer, bajo la mirada para ver su espada que portaba, y la alzó de nuevo para ver a la bestia que abrió su boca, un grito del rey le hizo voltear a verlo.
Beirut:¡Su aliento! -señalo a la boca de la bestia- ¡su aliento produce fuego, va a quemarlos!.
Volteó a ver a sus camaradas y sin pensarlo se lanzó para atacar a la bestia directo a su costado, dando un corte el cual no le produjo nada a la criatura, en vez de eso solo provocó que la distrajera para poder ver a Jorge quien sintió como sus fuerzas se iban al ver de nuevo la mirada de ese demonio, quedó congelado ahí de pie, lo cual la bestia aprovecho para darle un coletazo el cual lo envío dentro de la cueva.
Chocando contra la dura roca que le hizo soltar su espada, cayó al suelo muy adolorido, ese golpe provocó un fuerte estruendo en toda la cueva lo que la hizo temblar, las rocas y la tierra cayeron empezando a tapar la entrada de la cueva, poco a poco la luz se empezaba a desaparecer y Jorge no sus fuerzas intentaba arrastrarse hacia la salida.
Jorge:No... no por favor -tratando de levantarse pero solo resultando en su caída- ¡no, ven por mí, no por ellos!, ¡por favor, ven por mí!.
Escucho el grito de sus hombres y sintió como la cueva volvía a temblar, provocando que las rocas y la tierra taparan por completo la salida, la impotencia le hizo intentar levantarse pero otra vez cayó al suelo, la luz del sol empezó a desaparecer.... hasta que solo no quedó nada de luz para él, dejándolo en la profunda oscuridad.
» ¡VEN POR MÍ!
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TR
29/01/2024
Créanme que estuve luchando contra mi tiempo para poder escribir y entregarles este capítulo antes de que termine el mes, y bueno, que puedo decir, lo pude lograr, aunque no sé si haya quedado tan bien, pero igual me gusta el resultado.
Como saben, viene la segunda parte de este pasado como es de costumbre, y espero que en ese pueda estar más desocupado para escribir mis ideas ya que ando inspirando, así que manténgase atentos.
Les agradezco por haber leído este capítulo y toda esta historia, que obvio no inicio de una buena manera, pero vamos mejorando, así que nos espera bastante sorpresa por el camino (más por mi y lo que se me ocurra), así que otra vez gracias, y me despido, pasen buen día y cuídense, chau chau.
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