Capítulo 94: Desconfianza
– Ese es el verdadero motivo… ¡Lucho en este Ragnarok para salvar la belleza del ser humano! ¡No dejaré que los dioses dañen eso! Si quieres jugar con ellos para lograr tu cometido…
» ¡Tendrás que pasar sobre mi!
Ante la propuesta de Afrodita, esa fue la respuesta de Geir. Una respuesta sorprendente, que se atisbó con la mirada de la diosa griega así como el silencio absoluto que se formó, interrumpido por la sorpresa de los golems de la diosa y la respiración de Geir…
Y también por la carcajada que soltó Afrodita.
– ¡Pero qué divertida eres, semidiosa!
– ¿Qué? ¿¡De qué se ríe!?
– Ay… Ay… – tras algunos segundos, Afrodita cayó de rodillas y se puso una mano en el estómago mientras seguía riendo – ¡Qué buen… Jajajajaja! ¡Es solo que… que…!
» ¡No puedo aguantar la risa! ¡Esto es demasiado! ¡Siento que estoy a punto de orinarme!
– ¿¡Por qué se ríe!? ¡¿Cree que no estoy hablando en serio!?
– ¡Por supuesto…! ¡Deja de jugar conmigo de esa forma! ¡Que tengas esa cara linda no quiere decir--!
– ¡No estoy jugando! Estoy hablando muy en serio… ¡No dejaré que la humanidad pierda sin darlo todo! Tampoco dejaré que usted use a mis amigos y a mi familia a su antojo… ¡Tendrá que matarme primero!
De nuevo el silencio fue la primera respuesta de la griega. Un resoplido, levantarse del suelo con movimientos lentos, y la mirada aterrada de parte de los golems indicaba que… Lo siguiente por ocurrir…
No sería agradable.
– Ya veo.
El ambiente cambió de inmediato: una gran tensión se sintió en el aire, y el aura de Afrodita volvió a cambiar de forma drástica.
El gas rosado apareció de las manos de la diosa griega, y antes de darse cuenta la valkiria se encontró en una nueva situación problemática: ahorcada por la mano de Afrodita, levantada un par de metros del suelo, y aplastada contra la pared más cercana a su sitio de reunión.
– ¡¿Agh…!?
« ¿¡Qué es esto!? ¿¡Cómo rayos lo hizo…!? »
– Espero que no estés hablando en serio… Ya, di que estás jugando.
– … No, claro que no… No estoy… jugando…
– … Tonta semidiosa.
Afrodita apretó un poco el agarre de su mano, con lo que empezó a generarle dolor al cuello de la pequeña valkiria además de empezar a privarle de oxígeno.
– ¡Suel… Suélteme…!
– Quieras o no, ya formas parte de todo esto… Quieras o no, ya eres uno de los peones de mi tablero. Desde el momento en que aceptaste mi ayuda… No, más bien, desde el momento en que aceptaste el juego de parte de Zeus…
» Niega todo lo que quieras… Pero ya eres parte de este juego que llamamos Ragnarok. Es tu decisión si quieres ganar… o perder.
– … Ya le dije… Que no… Haré lo que sea… Menos estar de su lado…
– Oh, insignificante tesorito… Yo soy todo lo que tienes para lograr tu “haré lo que sea”.
» Sin mi, Sobek y Nut habrían ganado sus peleas a nuestro favor… Y sin mi ayuda, este show de la sexta ronda ya habría acabado antes de empezar…
» Todo lo que has ganado y logrado es gracias a mi, así que… Conoce tu lugar.
Geir cerró un momento los ojos ante la falta de aire; momento en el cual aparecieron a modo de vistazo mental su recorrido a través del segundo Ragnarok, dándose cuenta que lo que decía la diosa era cierto…
Pero también apareció su figura divina más especial: cabello negro, ojos verdes, y una sonrisa tan tranquila a pesar de su actitud…
– No… No es cierto… Mis hermanas… Mis amigos… Y yo… Hemos llegado hasta aquí… Gracias a nuestro… Nuestro esfuerzo…
– Miéntete todo lo que quieras, pero es verdad. Ni siquiera puedes resistirte a mi, ahora mismo… ¿Crees que tan fácilmente saldrás de mis manos?
» La verdad es que no eres ni la mitad de lo que fue Brunhilde. Incluso ella necesitaba que los dioses le salvarán el culo… ¿Qué te hace pensar que eres mejor que eso?
– … ¡Mi espíritu!
Geir sin dudar movió su boca, con lo que alcanzó a darle un mordisco frenético a la mano de Afrodita.
– ¡Ahh…! – por el dolor Afrodita soltó a Geir, quien cayendo de boca contra el suelo tosió por la falta de aire.
– … Ya sé… Que no soy mejor que ella… Pero yo… Yo no permitiré… Ser controlada por las manos de alguien más…
« Yo también tengo un objetivo que alcanzar, así como Hilde onee-sama quería salvar a los humanos y a Siegfried… Pero yo no quiero ser una marioneta como lo fue ella. Yo puedo… Puedo lograr ganar este Ragnarok con mis manos… Yo puedo-- »
Sus pensamientos y espíritu se esfumaron cuando vio a la diosa griega del amor: llena de una ira divina indescriptible, con una mirada asesina que sería imposible de comparar, y su mano levantada con gotas de sangre provenientes de su herida recién hecha.
– No quieras creerte más lista que los dioses, maldita semidiosa…
– … N-No importa lo que diga… Ni lo que haga… Yo sigo firme en… En mis convicciones…
– … Ya veremos si sigues con esa maldita arrogancia… Cuando sepas que no ganarás.
– ¿Cómo… dice?
– Hace 1000 años Zeus no se tomó las cosas en serio, y escogió a los peleadores que mejor le parecían… Después hizo pelear a los más peligrosos entre sí, los dioses exteriores, solo por placer y para elimitar rivales… Un error que le costó hace 1000 años…
» Ahora este torneo está diseñado para que ganemos… Gracias a que Zeus permitió que los exteriores peleen… Y gracias a que ha usado su mejor carta de triunfo…
» La maldita mocosa de Atenea.
Afrodita aumentó el aura de su furia divina con la sola mención de ese nombre; Geir se asustó bastante al ver aquella reacción de parte de la diosa, lo mismo que sus golem que se alejaron de la zona lo más posible aunque sin desaparecer del todo.
Pero, después de unos segundos, Afrodita movió sus ojos con duda; su aura divina se apagó y su rostro se volvió dubitativo, como si… Una idea acabase de aparecer en su cabeza.
– … Creo que… Eso sería mejor… – susurró para sí misma.
Afrodita volvió en sí y se acercó a Geir, agachándose a su altura y extendiendo una de sus manos.
– Lo siento, semidiosa. Me dejé llevar por mis emociones…
– ¿Eh?
– Ven, que debo decirte algo más…
– … Eh… – casi por inercia, Geir extendió su mano a la diosa griega…
Una vez estrecharon manos, Afrodita jaló a Geir de modo que la orejas de la semidiosa coincidieran con sus labios; de esa forma podría susurrarle lo necesario para que nadie más pudiera escuchar ese pequeño fragmento.
– Lamento mi cara fea de hace un segundo… Te haré una mejor oferta que no podrás rechazar.
– ¿¡Ehh!?
– Sé que eres muy pequeña y tonta para ser consciente de lo que ocurrirá en este segundo Ragnarok… Además que, si eres mi aliada, debes tener un beneficio también… Además de decirte el orden de los peleadores, te daré un consejo muy importante…
» Atenea, la diosa de la guerra e hija de Zeus… Asegúrate de que gane su combate.
Geir abrió bastante los ojos y se separó de golpe de Afrodita.
– ¿¡Qué dice!? ¡Eso no me ayudará en nada!
– No lo entiendes, pequeña semidiosa, así que déjame explicarte…
» A la hija favorita de Zeus le encantan los espectáculos, pero más le encanta ganar peleas… Siempre que gana, estará de tan buen humor que podría acceder a cualquier tipo de trato, así que te ofrezco lo siguiente…
» Cuando sea el turno de Atenea de combatir, asegúrate de enviarle un humano que ella pueda matar. Estoy segura que tienen en mente a alguien fuerte para emparejarlo con ella, pero elimina ese pensamiento de su cabeza…
» Una vez que su turno haya terminado, Atenea estará tan complacida que, si le pides que sea tu asesora, aceptará sin dudar. Y ella… Ella será tu carta de triunfo para que logres ganar el Ragnarok.
La valkiria se mostró muy confundida, más aún respecto a las palabras que había dicho hace 5 segundos atrás.
– ¿Por qué…?
– Haces muchas preguntas, pero me estoy dando cuenta… Si tu no estás feliz, no me ayudarás. Pero si estás feliz, me ayudarás… Así que…
» Haz lo que te digo, y tendrás una muy buena recompensa que reclamar.
» Solo espero que… Después de aceptar eso, tengas en consideración mi humilde petición… ¿Si?
Geir quedó en silencio unos segundos; los suficientes para que el momento entre ambas fuera interrumpido por los gritos de los humanos y dioses quienes observaban los últimos momentos de la sexta ronda, a la cual ambas mujeres divinas también prestaron atención…
Aunque, en todo ese tiempo, la pequeña Geir no pudo librarse de la cabeza esa oferta y recompensa que le había entregado Afrodita en bandeja de plata…
Mucho menos al recordar que las únicas diosas que habían ofrecido ayuda sin pedir nada ya estaban muertas.
Por lo bajo, apretó sus manos con rabia e impotencia, sin querer levantar la mirada a las pantallas de transmisión del combate…
« Jeanne… De verdad… Lo siento mucho… »
En el campo de batalla, la doncella francesa apretó su espada gigante y se lanzó directamente al ataque, mientras que Atenea apretando su lanza dio un salto para embestir de frente con el escudo Égida.
En cuestión de segundos sus armas chocaron una contra la otra.
Cuneum Formatio
[ Formación de avance ]
Senjuu Musou Avenir
[ Defensa de mil imágenes futuras ]
– ¡Jeanne D’Arc y Atenea entran a un nuevo intercambio de ataques, una contra la otra, con un frenesí de batalla que se está superando a sí mismo segundo con segundo!
Heimdall se sintió muy afortunado de presenciar aquella batalla tan de cerca; eso no quitaba que los espectadores humanos y divinos estaban igualmente emocionados por tal intercambio entre ambas rivales.
– No lo puedo creer… – Sasaki Kojiro no pudo evitar sonreír al ver la batalla – Esa niña es una completa loca.
– ¿¡Huh!? – Lífthrasir levantó los ojos como si fueran pistolas – ¿¡Estás hablando de Jeanne!?
– ¡Claro que si! – Leónidas acompañó a Sasaki – ¡Esa niña definitivamente está loca!
– ¡¿Por qué hablan así de ella!? ¡¿Es porque las leyendas dicen que escucha voces!?
– Es por lo que está haciendo… Se está superando más y más.
– ¿No debería ser bueno?
– Lo normal es superarse mediante entrenamiento y descanso continuos a lo largo de meses y años… No a mitad de una batalla a muerte donde depende tu vida enteramente de los más mínimos errores.
» Pero Jeanne está evolucionando, después de ese truco con la esencia de ángel. Logró herir a la diosa, y ahora está aprendiendo a un ritmo muy acelerado.
– ¿No se supone que debía ser imposible para un humano? ¿No es imposible para ti, Sasaki?
– Si me dieras unos cuántos miles de años, podría ser capaz de entender el funcionamiento de esa habilidad divina y lograría hacer lo mismo… Ella solo necesitó un par de minutos.
– Eso entonces confirma lo que dijiste… – sonrió Leónidas, dándole un golpe a Geir en su costado – Esa cosa del futuro.
– ¡¿Eh!? Ah… Si, si…
– Es cierto… – asintió Sasaki con la cabeza – Si puede ver el futuro, entonces no necesita predecir los movimientos de Atenea… Ya sabe cuáles son, así que los esquiva y contraataca mediante eso. Eso podría mejorar su rendimiento mucho más…
– Eso explica porque Jeanne sigue viva hasta ahora. – Leónidas rió con toque de envidia – No puedo creer que siempre haya existido una jovencita ton tanto potencial sin usar.
– ¡Eso me recuerda al joven Okita! – Sasaki rió un poco – ¡Estoy seguro que se habrán llevado muy bien!
– ¡Claro que si!
– Llevarse bien… – Lífthrasir quedó en blanco un segundo – Eso… ¿Eso sería lo mismo que coquetear? ¿Como tu, Hrist nee-sama?
– ¡¿Ehh…!? – Hrist ‘la que ruge’ desvió su mirada con rubor en sus mejillas.
Atenea arrojó la lanza a la humana con un intento de darle una estocada directa, la cual falló rotundamente con Jeanne esquivando de último momento; aquello le permitió acercarse todavía más a la diosa para empuñar su arma divina en un tajo directo.
Souffle D'Ange
[ Soplo de ángel ]
Atenea actuó en respuesta evasiva levantando su escudo con la suficiente fuerza para deshacer la ofensiva de la francesa, así como su postura.
Turturis Formatio
[ Formación de defensa perfecta ]
– ¿Qué pasa, Jeanne? ¿No puedes seguir mi ritmo?
Jeanne apretó los dientes al notar, mediante sus imágenes futuras, que los siguientes ataques sería igual o más fuertes que ese.
– Non… ¡No me pasa nada!
– … Lo que digas… Mediocre.
– Hé…!?
– ¡Anoigo!
Médousa
[ Protectora de piedra ]
Los ojos de la gorgona en la Égida de abrieron y sacaron a relucir su brillo petrificador, de manera que la armadura de Jeanne se cerró para evitar ser congelada. En ese instante, Atenea apretó el agarre de su escudo divino y lo lanzó directamente a la cabeza de Jeanne.
Del mismo modo que segundos atrás, Jeanne sabía de ese lanzamiento; movió su cuerpo para esquivar en limpio el ataque, al mismo tiempo que Atenea se preparaba para su siguiente ataque:
Los pies plantados en el suelo pastoso con gran fuerza, un giro que recorría desde sus talones hasta el torso, y un movimiento giratorio a manera de aumentar la fuerza centrífuga para dar un tajo lateral con la lanza.
Romulus
[ Rey fundador ]
Un golpe que Jeanne apenas fue capaz de evadir; levantando su espada mandoble, la cual con su reciente adaptación se volvió un gancho que logró desviar el avance de la lanza. El frenesí el ataque estaba superando su velocidad de reacción; aunque sabía lo que pasaría no tuvo la velocidad para actuar.
Y así fue con el siguiente golpe:
Romulus et Remus
[ Gemelos fundadores ]
Aprovechando que el impulso no había sido detenido, Atenea dio un segundo giro para golpear ahora desde el otro costado de Jeanne; su velocidad de reacción fue similar al Tsubame Gaeshi de Sasaki, logrando un segundo golpe que tomaría desprevenida a Jeanne, además que el impulso desviado y la fuerza de la diosa aumentaron la potencia del golpe…
El golpe dio de lleno en el escudo de Jeanne, recorriendo la fuerza del impacto por el interior de la armadura bastante reforzada por las adaptaciones. Así hasta llegar al cuerpo orgánico de Jeanne, el cual no fue capaz de soportar esa fuerza y presión: un crujido óseo salió de su torso, el cual solo ella pudo escuchar.
– ¡Argh…! – la potencia del golpe logró también despegarla del suelo y lanzarla por los aires, a pesar de su intento de resistir; chocó contra una columna cercana, que se destruyó, y cayó rodando sobre los escombros restantes.
– ¡De nuevo, Atenea supera a Jeanne D’Arc en la competencia de fuerza! ¡Tras su duelo igualado, Atenea retoma el control!
– … Claro que si… – suspiró Atenea por lo bajo, con toques de indeferencia en sus palabras.
La diosa de la guerra apretó su lanza divina y caminó hasta Jeanne, tirada en el suelo y sujetándose el torso por el dolor de haberse roto las costillas.
– ¿Y bien, Jeanne? ¿Ya dejarás de jugar?
– Qu'est-ce que ça dit*?
[ *N/T: ¿Qué dice? ]
– Ya te lo había dicho. No quería copias baratas, imitaciones ni limitaciones… Quiero una pelea en serio. Deja de jugar y pelea en serio.
– … Non! ¡Ya estoy peleando en serio! ¡No haré lo que digas solo para complacer tus deseos!
– No es un deseo, es la realidad. Aunque eso ya lo deberías saber; después de todo, ya sabías que estaría de pie aquí, hablando contigo, ¿No es así?
Jeanne abrió los ojos con mucha sorpresa.
– Comme…?
– Tal vez haya sido por tu modo angelito santo, pero no importa… Puedes ver el futuro. Y si usas el futuro para tu análisis… Lograrías romper mi capa, rozar mi escudo, y probablemente pronto logres herirme otra vez… No siempre que pueda evitarlo.
La diosa levantó su lanza divina, apretando con todas sus fuerzas hasta el grado que sus palmas empezaron a sangrar por debajo de las placas de su armadura, soltando gotas de sangre que se colaron en las aberturas.
– Dime, ¿Ya viste cómo te mataré? ¿O todavía me falta para eso…?
La diosa apuntó y arrojó su lanza en un golpe descendente con toda la intención de destruir la armadura y cuerpo de su rival; Jeanne activó sus alas de inmediato, las cuales se elevaron lo suficiente para poder volar en el aire y escapar de ese golpe…
Hasta que la Égida sobrevolando y chocando volvió a golpear sus alas, deshaciendo su aleteo de forma repentina.
– ¡Agh…! – el golpe se sintió peor que antes dado sus costillas heridas.
Con Jeanne en el aire detenida por un segundo gracias a su Égida, Atenea realizó el verdadero golpe: su movimiento descendente solo fue para juntar más fuerza y velocidad, para levantar la lanza en el último momento y lograr un golpe desde el punto ciego del oponente.
Un ataque que había sido creado después de la muerte de Poseidón a manos de Sasaki Kojiro, usando el mismo concepto del corte que usó el espadachín para provocar al tirano de los mares.
Pax Augusta
[ Fin de la guerra mundial ]
La punta de la lanza golpeó de lleno en el estómago de Jeanne, además de arrasar con Margarita en su forma de escudo de cruz; Jeanne tosió sangre en gran manera además de sentir más dolor ante el nuevo crujido óseo proveniente de las nuevas costillas destrozadas.
Todo mientras Atenea la observaba, con los ojos más fríos posibles tal que la Conciencia de Guerra no podía hacerlos brillar…
– Ugh… Qué golpe tan feo…
En el coliseo, dentro del laboratorio del dios australiano del caos que ahora estaba ausente, una figura divina se hallaba haciendo experimentos e investigaciones por su propia cuenta, a pesar de su cuerpo no recuperado del todo, mientras veía la batalla en transmisión.
Beelzebu, el señor de las moscas.
– Es una lástima que esa humana le haya tocado pelear con Atenea… Es una verdadera pena.
La cara del dios se desanimó al encontrar ciertas semejanzas a lo que estaba pasando ahora mismo y lo que había pasado en la ronda pasada, respecto a Dziva con su nuevo cuerpo divino así como el estado Doppelgänger; movió la cabeza de lado a lado.
– No tiene caso por lamentarse de eso… Tal vez ahora cambien las cosas.
– ¿Está todo bien, señor Beelzebu?
– ¡Ah! – una voz fémina que lo sacó de sus pensamientos y le provocó un pequeño salto.
A sus espaldas una mujer muy joven con escasas vestimentas de tonos de azul claros y vivos, como si las pequeñas olas del mar fueran su cubierta corporal que hacía juego con su piel oscura, llena de tatuajes.
Rostro muy sonriente y tranquilo, de forma inusual; sabello brillante y estrellado como la noche, piel cálida y húmeda junto con su cabello corto…
Beelzebu frunció la mirada cuando se dio cuenta de quién era: una de las “invitadas especiales” de Bamapana, el motivo por el que no le gustaba el laboratorio de ese dios.
– No pasa nada… ¿Tú qué haces afuera de tu jaula?
– ¿Por qué tanta crueldad, señor Beelzebu? Solo estoy aburrida, porque mi señor no está aquí. Y me preguntaba si… Tal vez usted quiera--
– Para nada. Estoy ocupado.
– No sea malo, mi señor… – Mérope se acercó a Beelzebu para abrazarlo de su espalda – Divirtámonos un poco--
– ¡He dicho que no!
El dios apartó a Mérope con suficiente brusquedad para hacerla caer de espaldas al suelo, de forma que de entre su cabellera se mostró cierto detalle: cicatrices en las sienes, muy parecidas a las que había ejecutado el dios australiano para cumplir el pedido de los egipcios respecto a Dziva y Dzivaguru.
Mérope, al contrario de asustarse o molestarse por la actitud de Beelzebu, sonrió con lujuria.
– Así que usted es más rudo de lo que pensaba… Eso me gusta~
– Maldición… Tenías que salirte de tu estúpida jaula. Ahora no dejarás de joderme.
– Solo usted tiene que aceptar… Tendremos un poco de diversión y lo dejaré en paz. O… quien sabe… – Mérope se acercó gateando a Beelzebu con movimientos provocativos que dejaron ver todavía más de su cuerpo.
El dios cananeo suspiró de muy mala gana, siendo que había visto lo que esas 7 diosas podía lograr en ese estado del hechizo de control: nunca detenerse.
« No me dejará en paz, y tal vez quiera traer a sus tontas hermanas… Lo último que quiero es que me estorbe una de las “invitadas” de ese loco, y mucho menos quiero problemas…
» Supongo que… Tendré que hacer “eso”. »
Beelzebu se agachó a la altura de Mérope, quien se comenzó a preparar para entrar en acción.
– No se preocupe, mi señor Beelzebu… Será muy divertido, y me--
– Asherah. Phaticha.
Beelzebu puso una mano en la frente de Mérope y tras pronunciar aquellas palabras, una luz verde apareció en la frente de la diosa; sus cicatrices desaparecieron, sus ojos dejaron de brillar con ese toque lujurioso y su rostro sonriente desapareció por una expresión vacía.
– Ugh… Desearía nunca haber aprendido a hacer eso. Si tan solo hubiera algo para borrar mi mente…
El dios oscuro se quitó la sotana que usaba para vestirse, cubrió a Mérope con ella para que dejara de lucir su cuerpo, y volvió a sentarse para continuar su investigación; pero ni bien empezó a teclear que la joven diosa se abalanzó a sus espaldas para abrazarlo.
– ¡¿Huh!? ¡¿No me digas que no funcionó--!?
– ¡Muchas gracias, señor Beelzebu! ¡Gracias por librarme de eso!
Mérope ahora se encontraba llorando, con una amplia sonrisa de alegría en su rostro, mientras abrazaba al dios cananeo en señal de agradecimiento; al notar que se trataba de eso, Beelzebu ya no se mostró tan molesto.
– … No lo hice por ti. Quería que no me molestaras.
– ¡No importa, se lo agradezco mucho…!
Mérope mostró su verdadero carácter, de una jovencita muy emocional, mientras seguía tirando lágrimas y mocos en la espalda de Beelzebu.
– No importaba lo que quisiera hcaer, mi cuerpo no me obedecía… Y tenía que ver todo lo que… Lo que le hacía a mis hermanas… Y lo que me hizo… Sin que pudiera… Defenderme…
» Le agradezco que pudiera sacarme de ese trance… Se lo agradezco mucho… Mucho, mucho, mucho--
– Ya te escuché. Ahora deja de tocarme.
– ¡Eso si no puedo…! – Mérope se aferró a Beelzebu con mucha fuerza – ¡Si ese loco vuelve, me volverá a encerrar! ¡Por favor, deje que me quede con usted!
– … Deja de llorar y no me molestes.
– ¡Si…! – Mérope aspiró mucho aire y contuvo la respiración, aunque siguió abrazada al dios cananeo. Gesto que todavía molestaba a Beelzebu, pero al menos ya estaba en silencio.
« No puedo creer que me haya metido en esto… No importa. La volveré a su estado anterior en cuanto vuelva ese loco… Por ahora estaré tranquilo para… Seguir con mi siguiente investigación. Si las lecturas de los sensores son correctas…
» Jeanne D’Arc podría serme útil, así como Dziva antes de morir. »
De eso se trataban sus nuevos planes: la energía Shakti que emanó Dziva en su forma final fue un misterio que intrigó a Beelzebu, energía que también emanaban los Primigenios… Y casualmente, la doncella de Orleans que ahora mismo peleaba en el campo de batalla.
Tal vez, si llegase a ganar, la podría estudiar con detalle, sacar los secretos que quisiera, y tal vez… Librarse de Satanás de una vez por todas.
« Aunque viendo la situación del combate… Eso será difícil. »
En el campo de batalla, Jeanne tosió mucha sangre mientras se recuperaba del golpe que había recibido de Atenea; solo para ver cómo ella se aproximaba hacia ella con su lanza en mano, preparando otra ofensiva múltiple.
Cuneum Formatio
[ Formación de avance ]
Gracias al Senjuu Musou Avenir, Jeanne pudo saber cuáles serían los movimientos que ejecutaría la diosa de la guerra a continuación; apretando a Margarita en su forma de espada mandoble para evadir los ataques directos de la lanza divina.
Larmes D’Ange
[ Lágrimas de ángel ]
La espada de Jeanne se movió de lado a lado, evadiendo y recibiendo la lanza de Atenea para desviarla constantemente; mientras que la diosa de la guerra seguía atacando de forma frontal.
En un momento dado sus ataques se volvieron más fuertes y agresivos, además de más certeros, como si ahora un caballo estuviera lanzando sus patas desde todas direccciones para dar golpes vitales en el cuerpo de la humana.
Equitatus Formatio
[ Formación de muralla caballeriza ]
Cada uno de esos golpes resonó en el lastimado cuerpo de Jeanne, de forma que su boca se torció en dolor al mismo tiempo que estaba empezando a toser sangre; entre las gradas humanas, los espectadores cercanos a la doncella estaban bastante preocupados al notar que ahora se encontraba encerrada en una ráfaga múltiple de ataques consecutivos, uno tras otro, más fuerte el siguiente del siguiente, y sin descanso.
– ¡Hermana…! ¡Resiste por favor! – Jean, Jacquemin y Pierre se asustaron.
– ¡Hija! – Isabelle se llevó las manos a la boca mientras que Jacques tenía ambos puños apretados con impotencia.
– Por qué… ¿¡Por qué nuestra niña debe pasar por eso!?
– ¡General D’Arc…! – Gilles de Rais dejó salir un grito lleno de terror.
– ¡Jeannette…! ¡Deja de jugar! – Carlos VII apretó las manos en su asiento – ¡Usa esos poderes de Dios si no te quieres morir!
– ¡La van a hacer pedazos! – Carlos VI concordó con su hijo – ¡¿Por qué no hace esa cosa de nuevo!?
– ¿No se han puesto a pensar en las consecuncias de usar esa cosa de Dios…? – Isabel golpeó tanto a su hijo como a su esposo con su abanico – Insolentes.
– ¡¿Cómo dices, mujer!?
– Dios da, y Dios quita. Si ella tiene ese poder, seguramente habrá perdido algo de valor… En ese caso, no lo usará para no perder más de valor.
– ¡¿Eso qué debería importar!? ¡Lo que importa es ganar!
– ¡Claro que importa! – Isabel azotó las mejillas de su marido con el abanico repetidas ocasiones, hasta dejarle las mejillas rojas e hinchadas – ¡Después de todo, es una niña! ¡Claro que le importa ganar sin perder!
Carlos VII estaba por decir algo, pero solo pudo quedarse en silencio al darse cuenta que su madre hablaba con la verdad. Después de todo, Jeanne seguía siendo una niña que perdió mucho por tan poco…
A pesar de la lluvia de múltiples golpes de Atenea, Jeanne estaba intentando por todos los medios posibles de defenderse; sabiendo la dirección de los siguientes golpes que estaría recibiendo fue moviendo a Catalina su escudo de cruz para intentar bloquear aquellos ataques.
Mur D'Ange
[ Muro de ángel ]
A pesar de ello, Atenea estaba superando en creces la táctica de Jeanne. Mediante el uso constante de su fuerza bruta que aumentaba con cada golpe que daba, la diosa iba deshaciendo toda defensa que pudiera tomar la doncella de Orleans.
Poniendo más y más de su empeño en ello, más y más de su fuerza… Más y más de esfuerzo. Su cara empezó a tornarse roja debido a aquel esfuerzo, mientras que sus mejillas se llenaron de sudor debido a ello.
« Mierda… Mierda, mierda, mierda… ¡¡Mierda…!! »
La diosa plantó sus pies en el suelo con fuerza y se dispuso a girar para realizar de nuevo su ataque más efectivo.
Romulus
[ Rey fundador ]
Aquel golpe de nueva cuenta fue desviado por la espada mandoble de Jeanne que se convirtió en gancho; casi al instante, Atenea apretó sus brazos y piernas para redirreccionar el movimiento de su lanza y asestar el segundo golpe, que era en realidad el que más importaba.
Romulus et Remus
[ Gemelos fundadores ]
Sin embargo, la situación cambió; habiendo ya experimentado el ataque además de haberlo visto en sus imágenes futuras, la humana pudo adaptarse mejor a la situación.
Las alas de su armadura se extendieron, con lo cual se hizo espacio de distancia entre ella y Atenea, de forma que la lanza divina pasó de largo sin alcanzar a Jeanne; una vez que la diosa de la guerra estaba expuesta por su ataque fallido, Jeanne apretó su espada y se lanzó directamente a dar un ataque…
Golpe que fue interceptado por la Égida que iba pasando al mismo tiempo; el escudo chocó con la cabeza de Jeanne, que aunque protegida por el casco si sintió la fuerza de impacto.
– ¡Argh…!
« No importa lo que haga o cómo esté peleando… ¡Atenea ya tiene cubierta gran parte del campo con su estrategia! ¡Y sin importar qué imágenes ya haya visto, logra superar mi tiempo de reacción! »
Jeanne aterrizó en el suelo tras el golpe, pero logró recomponerse el tiempo y forma; Atenea tomó el borde de su escudo y se lanzó directamente a enfrentar a Jeanne con el mismo: dio un par de giros con gran velocidad, de forma que cuando soltó el escudo, iba con intención y potencia de cortar todo en su paso.
Perséas
[ Espejo brillante del héroe ]
Jeanne no tuvo tiempo de reaccionar más que para interponer su escudo de cruz; el impacto fue de gran magnitud, de manera que Jeanne retrocedió varios pasos hacia atrás, mientras que la Égida quedó incrustada en la carátula de Margarita.
La diosa llegó hasta Jeanne y con su lanza arrojó un golpe directo en el escudo incrustado, como si estuviera golpeando con un bate.
Romulus
[ Rey fundador ]
Tal golpe dando de lleno en la Égida logró incrustar su borde en el escudo de Jeanne, lo que advirtió a la doncella de inmediato; estaba por romper su defensa con el ataque doble. Por tanto sus labio se abrieron casi de inmediato, sin pensar ni dudar.
– Adapter…!
Las placas de las alas se abrieron para estirar vuelo, al mismo tiempo que el metal arrabio se fortaleció en la zona del escudo para intentar expulsar a la Égida incrustada, mientras que Atenea lanzaba el segundo ataque de su combo especial.
Romulus et Remus
[ Gemelos fundadores ]
Pero la adaptación de la armadura divina logró superar la técnica de Atenea; las alas elevaron vuelo para alejarse y Margarita aumentó su fortaleza, expulsando a la Égida con un disparo que fue directo hacia Atenea.
Vordr Tilpasing
[ Espíritu guardián de adaptación: Octavo ]
Aunque, al parecer ella ya sabía eso: con su segundo golpe con la lanza, Atenea mandó a volar a la Égida por los aires, apuntando a las construcciones presentes en la zona de batalla, de tal manera que empezó a rebotar de lado a lado de forma aleatoria y aumentando la dificultad en ese sitio.
Minótavros
[ Laberinto infinito de Teseo ]
La diosa de la guerra no perdió el tiempo y se lanzó directamente por continuar atacando a la humana, quien apenas fue capaz de reaccionar a las rápidas ráfagas de ataques múltiples con que le empezó a atormentar.
Mur D’Ange
[ Muro de ángel ]
Equitatus Formatio
[ Formación de muralla caballeriza ]
Los golpes cargados de gran violencia llenaron todo el espacio disponible para que Jeanne pudiera recuperar fuerzas o armar una estrategia; todo lo que tenía era tanto su lanza como su escudo para intentar defenderse de tanto ataque violento, que más y más le agotaba con dolor y esfuerzo.
« No se detiene… No importa lo que haga, no se detiene. »
– ¡Deja de ser necia y hazlo, Jeanne D’Arc! ¡Usa tus poderes…!
– … Non! ¡Puedo hacerlo…! ¡Puedo hacerlo…!
– Sigue negándote todo lo que quieras… ¡Pero ya deberías saberlo! ¡Siempre y cuando sigas siendo la misma que eres ahora mismo, yo tengo el control de esta batalla!
Jeanne respiró hondo mientras cada golpe resonaba en su cuerpo, aumentando el dolor en su torso, el cansancio en brazos y piernas, y las gotas de sangre que escurrían de su boca; apretó sus dientes y siguió moviéndose, siguiendo el análisis que estaba viendo y previendo.
Senjuu Musou Avenir
[ Defensa de mil imágenes futuras ]
– Puedo hacerlo… Puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo… hacerlo…
– ¿Por qué tanta necesdad? ¡Hazlo de una vez!
– Yo puedo… ¡Puedo hacerlo!
– ¡La única manera en que me lograrás derrotar es si te haces más fuerte, incluso si es a costa de tu vida! ¡No te dejaré seguir siendo la mediocre que estás siendo!
– Puedo hacerlo… Puedo hacerlo… Je peux le faire!!
– ¡No seas tan necia! ¡No te dejaré ganar si no lo das todo!
En una apertura en la defensa de Jeanne, Atenea le lanzó una patada directa al estómago que le provocó suficiente dolor para romper su postura por completo; apretando su lanza, se decidió por una técnica distinta, cargada de su furia así como de fuerza.
Quíone-Tiro-Deméter
[ Rayo divino que azota los mares ]
La diosa de la guerra atacó sin descanso llenando todo el espacio posible para abrumar a la humana; cosa que consiguió muy fácilmente con ese ataque además de haber roto su postura por completo.
Las estocadas de su lanza divina comenzaron a golpear el cuerpo de Jeanne aunque no lograban perforar la armadura, pero con ello se aseguraba de estar mermando las fuerzas de Jeanne aunque fuera de poco en poco…
Hasta que su mano dejó de reaccionar: sin previo aviso la mano de Atenea se acalambró, una sensación nerviosa que recorrió todo su cuerpo y que detuvo de forma repentina su ofensiva.
La diosa de la guerra dejó caer su lanza y su cuerpo casi cae de rodillas, para cobrarle factura por todos esos ataques múltiples que había lanzado; Atenea quedó con la cara muy rojiza y respirando a grandes bocanadas para recuperar el aliento así como aliviar la sensación de dolor nervioso que recorrió desde sus pies hasta su cabeza, aunque se concentró en especial en su mente.
« ¡Me lleva la…! ¡Tenía que pasar esto, justo ahora! »
En el palco de los dioses griegos, Ares y Hermes se mostraron preocupados.
– ¡No puede ser! ¡Está tocando su límite!
– Aunque me sorprende que sea en estos momentos… Normalmente debería aguantar más, ¿Será por ese malestar que demuestra con Jeanne D’Arc?
– No importa lo que sea… ¡Es muy malo que haya tocado sus límites en estos momentos! ¡Está descuidada y con la guardia baja!
– Ja… – Syf se cruzó de brazos con mala cara – Parece que la niña milagro no es tan milagro como solía presumir.
– ¡Niña…! ¡¿Qué rayos haces!? – exclamó Adamantino desde su sitio, lo más cerca posible de la orilla.
De pronto las puertas del palco especial se abrieron de par en par, dejando escuchar un grupo divinoque se adentraron en el sitio; tanto Syf y Adamantino como los demás griegos se voltearon a ver.
– ¿¡Huh!? – Syf levantó una ceja – ¿¡Ustedes quiénes son!?
Adamantino abrió los ojos con sorpresa.
– Parece que Hades si logró encontrarlos a todos… ¡Justo a tiempo!
– L-Lamentamos tardar un poco más de la cuenta.
– No importa. Como dice el pequeño Adamas, llegamos justo a tiempo.
– Justo a tiempo para que mi hermana gane de una vez.
Los dioses más fuertes del mundo griego: los Olímpicos.
Bueno, casi todos; Afrodita estaba en su habitación mientras que Atenea estaba en la batalla. Pero lo más importante era que los dioses Olímpicos estaban reunidos de nuevo, sin contar por el Concilio del Valhalla donde era obligatorio la presencia de los 12.
– Así que no estaba jugando Hades… – Deméter suspiró con sorpresa dirigiéndose a Zeus – De verdad dejaste que Atenea fuera a pelear.
– Después de todo, me lo pidió con tanta dulzura que no pude negarme. – sonrió Zeus con inocencia.
– ¿Ah si? Eso suena a una gran mentira. – Hestia se aceró a Zeus para atacarlo como su “hermana mayor”: apretar sus mejillas – Seguramente te sobornó con algo, o te chantajeo. Pero es imposible que la hayas dejado salir a pelear sin más.
– Parece que le está tomando mucho esfuerzo… – apuntó Asteria mientras se acomodaba los lentes – Nunca la había visto tan cansada como lo está. Bueno, creo que una vez… ¡N-No! ¡Fueron 2 o 3 veces…! ¡Ay, ya no recuerdo bien!
– ¡Asteria…! ¡Es un gusto verte de nuevo! – desde la distancia Adamantino le sonrió a la diosa, provocando que la misma se encendiera en rojo ardiente de pena.
– Oye, deja de echarle el ojo. Ella es una santa… – Artemisa fulminó a su tío con la mirada – No debería ni pensar en juntarse con patanes como tú que planean haer rebeliones.
– ¡¿Huh!? ¡Pero tú estabas de mi lado, Artemisa!
– Solo fue para volcar tu rebelión desde adentro… Hasta que Poseidón se metió. – Artemisa barrió a Adamantino con la mirada – No puedo creer que hayan vuelto a hacer hombre y pensaran que era buena idea.
– ¡Siempre he sido hombre!
– Qué lástima… – Artemisa se dirigió al sillón para sentarse, hasta que se encontró con Syf – … ¿Tú quién eres, rubia, y qué haces aquí?
– ¡¿Huh!? ¿¡Por qué me hablas así!? ¡Soy la señora de Asgard y esposa de Thor--!
– Que bien que no me importa. Fuera de este asiento.
– ¡Pero tú me preguntaste!
– ¡Hermana, no seas mala con las visitas!
Detrás de los demás olímpicos apareció una pequeña figura, bien vestida y de apariencia infantil, para detener la furia de Artemisa:
– ¡No seas mala con las visitas, hermanita! ¡Deja que disfrute del espectáculo así como nosotros…! Además, ¡Es amiga de Atenea!
– ¡No hables de esa niña como si fuera mi amiga!
– Dionisio… – Artemisa se quedó mirando a su hermano pequeño por un largo rato, hasta que asintió con la cabeza – Lo que sea.
– Muchas gracias, hermana… Ahora… ¿Podría tomar asiento ahí para ver el--?
– Te puedes sentar junto a mi siempre que tengas vagina. Sino, púdrete.
– Oh… Está bien…
– Parece que llegamos justo a tiempo. Qué bien que me llamaste en ese momento, querido… ¡Gracias a eso, pudimos llegar hasta aquí todas!
La última figura divina se hizo presente: cabello castaño oscuro, un vestido rosa muy claro con encaje blanco, muy pequeña para parecer una diosa y con una actitud muy sonriente, segura y llena de confianza.
Hades, el décimo cuarto miembro olímpico en sustitución de su hermano menor Poseidón, apareció desde sus espaldas y abrazó a Perséfone de su cintura, para después darle un beso en la mejilla.
– Gracias, querida…
– Oye, estoy aquí… – Deméter apretó uno de sus puños al ver la muestra de afecto entre Perséfone y Hades.
– Ya lo sé…
Hades levantó la mirada a Deméter y le plantó un beso directo a las mejillas de Perséfone, con claras intenciones rebeldes, lo cual provocó un sonrojo en la joven diosa mientras que ira divina en la diosa madre.
– ¡Si serás un hijo de…!
– ¡C-Cálmate hermana! – Asteria y Hestia detuvieron a Deméter de cualquier cosa que quisiera hacer.
– Padre, parece que Atenea está en problemas… – comentó Dionisio, subiéndose a la orilla del palco para intentar ver la pelea.
– Nada fuera de lo normal. – negó Zeus con tranquilidad – Solo que le tocó una humana llena de sorpresas.
– Pero se ve molesta… Muy molesta. – comentó Artemisa, lanzando ojos filosos a Zeus – ¿Está todo bien?
– Claro que está todo bien.
– Pero me sigue sorprendiendo que la hayas dejado pelear, sabiendo que hace 1000 años ni siquiera la dejaste salir del Olimpo – volvió a comentar Hestia – ¿Algo distinto?
– … Digamos que este Ragnarok ha estado lleno de más sorpresas de lo que pensaba. Así que… Ella entró para asegurarnos una victoria en medio de todo este desastre.
– Y gran desastre ha sido, lo que me recuerda… – Hades se despidió dándole un beso a Perséfone en la mejilla – Debo atender algunos asuntos, así que si me disculpan.
– Si, si, ya vete. – en cuanto Hades desapareció, Deméter rodeó a Perséfone en sus brazos.
Mientras que todos asentían y comentaban sobre la pelea, siendo guiados por Hermes sobre los sucesos ocurridos, Syf y Ares tenían pensamientos muy distintos a lo que los demás hablaban.
« ¿Quién carajos es esta niña para que tengan tanta confianza en ella…? » Syf apretó su mirada con disguto pero duda.
« Hermana… » Ares apretó su mirada con lástima y pena, siendo que él conocía mejor a su hermana que los demás dioses.
En el campo de batalla, el descanso de Atenea le permitió a Jeanne también descansar debidamente, aspirando aire con toda la fuerza posible además de abrazar su cuerpo en un intento inútil de callar el dolor que le arremetía; al cabo de unos momentos, la doncella de Orleans fue la primera en reincorporarse en la batalla.
– … No me importa lo que digas, diosa… Yo puedo… ¡Puedo seguir luchando…! ¡No tengo necesidad de usar eso, ni una sola vez más! ¡Voy a… superarte!
Palabras que volvieron a encender la furia de Atenea.
– Sigues con esa maldita mierda, Jeanne D’Arc… ¡Cerraré esa estúpida boca de una vez por todas!
» ¡Vamos, inténtalo maldita sea! ¡Te reto a que me hagas un solo maldito rasguño!
La Égida rebotó entre las construcciones hasta llegar a su brazo, tras lo cual volvió a tomar su postura de ofensiva múltiple.
Pallas Niké
[ Conciencia de Guerra: Modo ofensivo. Senatus Populusque Romanus ]
La diosa de la guerra se adentró en una ofensiva directa, usando el escudo como parte de su embestida para infringir más daño; llegando directamente con Jeanne la acribilló de nuevo con sus múltiples golpes aletorios cargados de fuerza bruta.
Equitatus Formatio
[ Formación de muralla caballeriza ]
Rápidamente Jeanne se vio envuelta en los múltiples ataques de la diosa de la guerra, aunque ahora el ritmo era ligeramente inferior que el anterior ataque, debido a que Atenea todavía no estaba del todo recuperada del esfuerzo que había hecho, y a que ahora estaba haciendo de nuevo esfuerzo…
Justamente lo que había previsto Jeanne; una de sus muchas imágenes del futuro por fin se cumplía.
« Por fin… ¡Por fin sucede! ¡Debo aprovecharlo! »
Les Anges Dansent la Lumière
[ Danza de luz de ángeles ]
Jeanne dió un giro ascendente moviendo sus armas a los costados, con lo que consiguió destruir la ofensiva de Atenea de inmediato; tanto la diosa como los espectadores quedaron sorprendidos.
« Rompió… mi estrategia… »
– Ya lo dije… Yo puedo… ¡Yo puedo hacerlo!
La humana apretó su arma y escudo para lanzarse contra Atenea, antes que la diosa tuviera tiempo de preparar otra estrategia.
Flèche D'Ange
[ Flecha de ángel ]
Atenea recibió el impacto, que realmente no le hizo mucho daño ya que había puesto su escudo para defenderse; teniendo tan cerca a Jeanne aprovechó para volver a atacar.
– ¿¡Eso sigues creyendo Jeanne D'Arc!? ¡Cierra tu estúpida boca de una vez!
Pax Augusta
[ Fin de la guerra mundial ]
La lanza de Atenea se clavó en el escudo de cruz de Jeanne y lo lanzó volando por los aires, dejando una abertura en donde podría golpear directamente a la humana.
– ¡Voy a terminar contigo de una vez! ¡Es una lástima que nunca hayas--!
– ¿¡Qué podrías tu saber de mi!?
Jeanne tomó su espada mandoble con ambas manos y comenzó una embestida furiosa contra Atenea.
Larmes D'Ange
[ Lágrimas de ángel ]
– ¿¡Que podrías tú saber de mi vida y mi misma para que quieras imponer tus deseos egoístas!? ¡Claro que no!
» ¡Yo fui maldita con ese poder, pero no importa…! ¡También fui bendecida con un corazón y un cuerpo con que puedo…!
» ¡Puedo luchar, puedo levantarme, puedo seguir de pie…! ¡No necesito ese estúpido poder para llegar hasta aquí!
Les Anges Dansent la Lumière
[ Danza de luz de ángeles ]
La espada de Jeanne se arrojó con violencia sobre Atenea, quien por la sorpresa del momento no pudo reaccionar de forma correcta: unos cuantos golpes en su escudo, que resonaron, hasta que Jeanne rompió su defensa personal…
De un solo tajo, la humana logró romper la falda de Atenea, destruyendo por completo la tela que colgaba de ahí; algo que dejó impresionada a la diosa.
« No… No puede ser… »
– No necesito esos dones que solo me han traído problemas… ¡Yo soy también esfuerzo! ¡Y mi esfuerzo es para…!
» ¡Para que pueda ganar siendo yo misma!
La humana apretó su espada con toda la fuerza que disponía su cuerpo, y dirigió la espada a la mano izquierda, con la cual lanzó un tajo directo y ascendente hacia Atenea que estaba en shock total…
Échelle D'Ange
[ Escalera de ángel ]
Fue gracias a eso que no esquivó ni evadió el ataque, sino que lo recibió de lleno…
Un golpe que golpeó directamente en su cabeza…
Por primera vez, Jeanne en su estado normal, consiguió abrirle una herida a Atenea, la diosa de la guerra.
Un momento que quedó grabado en todos los dioses que estaban viendo la batalla.
En especial… quedó grabado en Atenea…
Fecha de publicación: 10/10/24
Autor: ASFD
Editor: Darklord331
Nota de autor: Muy buenas mis queridos Ragnabros.
Una semana después debido a problemas técnicos ajsjsjsjs. Pero aquí estamos, con el segundo capitulo de la publicación normal.
Mención especial: créditos a IrnGuerrero por el diseño de Perséfone (más que nada su vestimenta)
La pelea se ha seguido intensificando pero llega a un punto cúspide una vez que Atenea ha sido herida por el esfuerzo de Jeanne… ¡Un hecho impresionante!
¿Que sucederá de ahora en adelante? ¿Este golpe significa que Jeanne ha llegado por fin al nivel de Atenea? ¿La diosa de la guerra permitirá que esto ocurra sin más? ¿Geir es culpable de haber aceptado este combate sabiendo lo que significa? ¿Beelzebu logrará estudiar a sus waifus pretendientes o se quedará solo con Mérope? ¿Quién es Mérope? ¿Hades resolverá los asuntos que tiene pendientes? ¿Deméter dejará que su hija Perséfone le dé nietos?
Todo esto y más en el siguiente capítulo; debido al desfase, la siguiente publicación será dentro de 2 semanas.
Sin más que decir, ¡Los leo en el siguiente capítulo!
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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