Capítulo 89: Mujeres de guerra
– ¡Batalla de guerreras! ¡La batalla decisiva para ver qué mujer bélica se queda en la cima!
A pesar de la sorpresa de la mayoría de los espectadores al dar a conocer las nuevas peleadoras así como por la confusión respecto a la decisión de la pelea anterior, todos tenían el mismo sentir.
– ¡Qué emocionante…! – gran fervor por la nueva batalla.
– ¡Atenea, la diosa de la guerra, contra Jeanne D'Arc, la guerrera de Dios! ¡No esperaba que fuera a suceder este encuentro!
– ¡Además que ambas son tan lindas~!
En el palco de los humanos, los principales atentos eran los grandes estrategas en la historia militar humana: Alejandro Magno, Aníbal Barca, Gengis Khan, Julio César y Napoleón Bonaparte.
– No… ¡No puedo creerlo! – Bonaparte con amplia sonrisa se quitó el sombrero en señal de respeto – ¡La heroína de mi hermoso país! ¡Por fin podré verla en combate!
– ¿Tu heroína? – Barca se rió por lo bajo – No estás hablando en serio, ¿O si?
– ¡Solo es una niña! – exclamó Khan con una risa estridente.
– No debemos juzgar… Ya lo aprendimos. – respondió Magno con los brazos cruzados – Mucho menos ahora que veremos… Una verdadera pelea de estrategia militar y combate físico.
– Supongo que tienes razón… ¡Ya lo has dicho! – Khan tomó de su plato de fideos – Será una niña, pero seguro tiene sorpresas… Espero que tenga buenas sorpresas.
– ¿Hasta cuándo seguirás comiendo? – le preguntó Julio César con una ceja levantada.
– La verdad no sé. Yo sigo tomando platos desde que es gratis.
– … ¿Es gratis?
Entre los pasillos del coliseo en el lado de los humanos, la figura masculina de un hombre muy alto y con cuerpo deteriorado se asomaba, intentando permanecer en la oscuridad para no ser detectado, pero incapaz de no ver el combate que estaba por ocurrir…
Gilles de Rais, el demonio de Francia que, curiosamente, convivió con la doncella de Orleans en carne y hueso; por eso mismo, a pesar de su apariencia de demonio, el hombre no podía estar sin ver la batalla de su general…
Heimdall bajó la mano al suelo para indicar el comienzo de la pelea:
– ¡¡PELEEN!!
Atenea soltó una risa baja mientras se llevaba el micrófono a los labios.
– Así que ya podemos empezar, mi linda Juanita… ¡Excelente!
De inmediato la diosa dejó el escudo en el suelo y salió corriendo en dirección a Jeanne, apretando su micrófono junto a sus labios; tal acto sorprendió bastante a la humana.
– ¡¿Qué…!? ¡Atenea sin dudar es la primera en atacar a la doncella de Orleans!
– ¡¿Qué está haciendo!? – Ares se llevó las manos a la cabeza – ¡No me digas que va a…!
– Parece que hará "eso". – concordó Hermes, recién llegado después de tocar la música en la presentación de su hermana.
– ¿Huh? – Syf miró a ambos con rostro dudoso – ¿De qué rayos están hablando?
Atenea avanzó con total confianza y mucha velocidad, tomando por sorpresa completa a Jeanne quien apretó sus armas mientras concentraba sus ojos para prepararse a atacar en el momento indicado…
Hasta que, sin darse cuenta, Atenea llegó hasta ella y la "atacó": la tomó de los hombros de forma muy confiada y sonrió tras su micrófono.
– ¡Ay qué emoción! ¡Pero mírate!
– ¿Qué? ¿Qué pasa?
– ¿No te dieron un espejo antes de venir? ¡Deberías mirarte…!
Jeanne empezó a asustarse bastante, tanto por la presencia de Atenea tan cercana así como por sus palabras.
– Quoi? De quoi parlez-vous? Il y a quelque chose qui ne va pas?
– Silence! – Atenea puso su micrófono en los labios de Jeanne con fuerza suficiente para no dejarla hablar – No me respondas con ese acento francés tan sensual.
– Hé??
– ¡Déjame apreciar un poco más esta linda chatarra de armadura!
Atenea comenzó a dar vueltas alrededor de Jeanne a toda velocidad, analizando su cuerpo en contraste con la armadura divina que le habían dado los enanos.
– ¡Debo decir que el diseño me encanta! Aunque es muy parecida a la que usabas en Francia… ¡Te ves mejor en las fotos! ¡Pero esto es poco original! Aunque, bueno, estas alitas son nuevas, ¡Me gustan!
Por mero instinto Jeanne se cubrió el cuerpo al sentirse demasiado observada mientras se volvía a sonrojar; Syf y Adamantino quedaron con los ojos abiertos.
– … ¿En serio eso es "eso"?
– Si. Así es… – admitieron Hermes y Ares con vergüenza.
– Platicar con su rival como si fueran amigas… – el rostro de Syf se encendió en rabia creciente – ¿Están jugando? ¿En verdad dejaron que esa niña fuera quien tomara esta pelea tan importante?
– A fin de cuentas, ese es el actuar de mi hija. – rió Zeus por lo bajo y con las manos en su espalda – Siempre tan risueña y con gusto por los oponentes fuertes.
– ¿¡En serio dejas que haga lo que quiera!? – Adamantino volvió a mostrarse molesto.
– Claro, es mi hija.
– Espero que esto no nos salga caro, griego. – Syf afiló sus ojos junto con sus palabras.
Algo que molestó bastante a Zeus.
– Deberías dejar de lado tus arrogantes dudas. Puede que seas la esposa de Thor, pero eso no te da el derecho de hablar así de ella.
» No importa lo que crean, mi hija va a ganar.
En el palco de las valkirias, Lífthrasir soltó un estornudo repentino junto con su queja.
– ¡Están tardando mucho! ¿En qué momento comienzan los golpes?
– Pronto, pequeña niña traviesa… – le aseguró Sasaki con calma – Por lo que puedo percibir, ambas aprovechan el momento para conocerse un poco más…
» Eso significa, que están analizando a su rival.
– ¿Analizarse? ¿¡Lo mismo que la señorita Jingū y el coco!?
– Es correcto. – admitió Sasaki con un poco de orgullo – La señorita Jeanne-san estuvo en mi entrenamiento durante un tiempo; le enseñé los principios básicos del Senjuu Musou.
– ¿¡En serio!? ¡¿Igual que a mi!?
Hrist y Geir voltearon a ver a Sasaki.
– ¿Qué cosa? ¿Le enseñaste a usar tu Senjuu Musou?
– ¿Eh? – Sasaki se sorprendió – No, no, creo que están oyendo mal…
Lífthrasir sonrió, al darse cuenta del error que había cometido, y volteó a mirar a las pantallas de la arena en silencio evitando responder a las preguntas de Hrist; Leónidas se acomodó un poco en su asiento.
– Es cierto. Yo también le di unas cuantas lecciones. La niña Jeanne es… Una mujer muy joven y muy peculiar. Recuerdo haber investigado mucho de ella, aunque algunas cosas decidió mantenerlas en secreto.
– ¡Oh si! – Sasaki admitió rápidamente – Había cosas que mantuvo en secreto en su entrenamiento. Parece que… El único que sabe ese tipo de cosas es Okita Souji, con quién ha pasado más tiempo.
– ¿¡En serio!? – Lífthrasir abrió los ojos con emoción – ¡¿Qué clase de cosas secretas!?
– Probablemente de su as bajo la manga… – respondió Leónidas – Sea lo que sea, lo veremos pronto… En cuanto comience la pelea.
La valkiria Geir, por su parte, solo podía observar el campo de batalla con cierto pensamiento en la cabeza dándole vueltas:
« Por qué… ¿¡Jeanne, por qué aceptaste el pedido de Atenea de cambiar la arena en su favor!? ¡Es una trampa que nos pondrá en jaque! » La valkiria se llevó ambas manos a la cabeza « Estamos perdidos… »
Por un momento las palabras de Afrodita pasaron por su mente, lo cual le hizo no querer pensar más en ella, sino en la pelea… Pero, entre más alejaba esas conclusiones, más realidad se hacían.
Atenea estaba en verdad emocionada con Jeanne mientras más la seguía mirando con detalle para ver su armadura.
– ¡Me gusta, pero no me gusta! Debiste ser más exigente con tu armadura.
– ¿Debí… serlo?
– Claro que si, ¡Estás ante la estrella del Olimpo! ¡La número 1, por encima de mi papi!
– Numéro un??
– Oui oui! – asintió Atenea de inmediato – ¡Estás ante la mejor diosa que ha tenido el Olimpo desde que nació! Por tanto, ante mi presencia, debes ser lo mejor…
» ¡La mejor versión de Jeanne D'Arc! ¡Nada de copias baratas ni mala calidad! Si quieres tratar conmigo, ¡Debes ser lo mejor de todo! ¡Las expectativas mínimas que debe tener la mujer que yo acepté como mi oponente!
La mujer francesa, ante tantas palabras que en general eran parecidas a unas que otras había oído hace tiempo atrás, no pudo más que asentir con la cabeza, sintiendo un poco de vergüenza.
– ¡Papá…! ¡Esto está tomando mucho tiempo!
– Ma ya debió haber comenzado.
– No se preocupen chicos. Ella comenzará en el momento que lo crea mejor.
Entre el lado de los dioses griegos, estaba presente el dios de la forja Hefesto, junto con sus hijos mellizos: Pandora y Erictonio. Ambos muchachos que había tenido el dios con una mortal muchos años atrás, y quienes fueron criados por Atenea como si fuera su verdadera madre.
« Espero que los arreglos que hice sean los mejores para ti Atenea… » comentó Hefesto en su mente.
– ¡Ya quiero que ma empiece! – Pandora en los hombros de Hefesto era la mas emocionada, así como la menos paciente.
– No te preocupes hermana… ¡Todo ocurrirá en el momento más adecuado! – exclamó Erictonio, tan entusiasmado pero con mayor confianza y menos impaciencia – ¡Aunque no importa!
» ¡Sea el momento que sea, mamá ganará! ¡Ella siempre gana!
– … Claro que sí… – respondió Hefesto a sus hijos con una sonrisa tranquila, pero en su mente tenía ciertas consideraciones que había hablado con Atenea momentos atrás…
– ¡Oye, oye…! Hay algo que quiero enseñarte.
Atenea tomó la mano de Jeanne y ambas corriendo, como si se tratasen de colegialas a punto de llegar tarde a clases, avanzaron por los valles de los Campos Elíseos hasta quedar cerca de algunas construcciones griegas que parecían un templo: el modelo de los pilares, la construcción del techo, incluso las muchas piedras que disponían del sitio.
Una construcción bella y perfecta; algo que Jeanne nunca había visto antes, ni siquiera en su estadía con la corona francesa, de tal forma que sus mejillas se sonrojaron.
– ¡Qué bien que aceptaste mi petición de pelear aquí! – exclamó Atenea con una amplia sonrisa.
– ¿Eh? ¡S-Si, si…! – asintió Jeanne con una sonrisa, evitando decir que aceptó el cambio de arena por error.
– ¡Tan solo mira este lindo lugar! ¡Me encanta demasiado! – sin dudar Atenea se agachó a atender el pasto bajo sus pies – ¡Pero qué bonito!
» El piso del estadio es demasiado recto y perfecto, tanto que mis tacones me iban a doler. Además que… Este es mi sitio preferido en todos los Cielos, donde me gusta descansar de mis largas batallas, a entrenar cuántas veces quiera, y en especial… ¡A disfrutar una lindas vacaciones!
» Por eso pedí este cambio de arena; la mejor batalla también debe tener el mejor suelo… ¡No te resistas! ¡Siéntelo también!
La mujer francesa estaba bastante confundida con las expresiones de la diosa que era su rival en esos mismos momentos; sus rivales no solían hacer eso.
A pesar de su enorme confusión, siguió las indicaciones de su oponente y se agachó a sentir el pasto con sus manos, las cuales tenían tacto a pesar de la malla metálica divina; así punto sentir la frescura y suavidad del pasto…
– Esto es… Tan… Doux et moelleux…
– Bien sûr!!
– Usted es… différent… Distinto a lo que pensaba de… Una diosa de la guerra…
– ¿Tú crees? – Atenea movió su rostro con curiosidad – ¿Pensabas que sería alta, con cara de mewing y músculos en los músculos?
– Hé?? Non, non…!
– ¡Jeanne-san! ¡No bajes la guardia!
Entre los espectadores humanos un hombre de pequeño tamaño y edad exclamó por encima de los demás humanos; aquello sorprendió al equipo que lo acompañaba.
– ¡Souji! ¡No grites en un momento tan tenso!
– Nagakura, no hagas un escándalo, que nos avergüenzas.
– Kukuku… No importa. Parece que el pequeño Souji está interesado en una damisela en apuros, ¿O me equivoco?
– ¿¡Eh!? ¿D-De qué hablan, chicos?
– ¿Huh? ¿Acaso Souji no puede sentir lo que quiera? ¿¡Quieres que empecemos una pelea, ahora mismo!?
– ¡Ja! ¡Me parece perfecto!
– Ustedes 2… ¡Ya compórtense!
Isami Kondo golpeó al par de espadachines que estaban tan tensos: Saitou Najime y Nagakura Shinpachi. Junto a ellos, así como con Okita, se encontraba el escuadrón completo del Shinsengumi, tanto los miembros como los capitanes de divisiones.
– Todos excepto Toshi-san… – comentó por lo bajo Kondo.
– Él debería estar aquí, sin importar qué. Después de todo, ni siquiera se trata de Okita esta vez, sino de su novia.
– ¡N-No es eso! – exclamó Okita de mala gana – ¡Es mi aprendiz!
– ¡Si, si, lo que digas!
– No es un hombre muy directo. – comentó Keisuke mientras se acomodaba los lentes.
– Siempre con su odio competitivo por esto. – habló Nagakura con un suspiro largo – Primero, no quiso venir porque no fue convocado a pelear.
» Y ahora, porque no fue convocado por segunda vez, y ni siquiera considerado para ser un maestro.
– ¡Qué mala suerte tiene!
Todos los demás rieron por lo bajo, mientras que Okita era el único que se mostraba preocupado por Jeanne D'Arc; más bien, dentro de él, sentía una chispa de empatía y compasión por la jovencita francesa en la arena de batalla, quien había perdido la vida antes que él. Tanto en contexto histórico como en edad…
« Ella tampoco… pudo encender su chispa hasta el final…
» A decir verdad, cuánto me encantaría pelear contra esa diosa… ¡De verdad lo ansio! Pero ella, Jeanne-san… Ella nunca ha tenido ese espíritu feroz por tener una buena batalla…
» Saciar la sed de sus armas, tener la menor pelea en su vida… Solo fue usada para cumplir un propósito más grande que ella y al final… Fue desechada…
» Me da rabia pensar en eso. Por eso, ahora… Jeanne-san, da lo mejor de ti, por favor. »
Jeanne quedó en silencio por unos momentos hasta que lanzó un pequeño estornudo que, a pesar de haber salido con mucha fuerza, emitió un sonido muy leve.
– Salute!
– He? M-Merci… – Jeanne se llevó una mano a la nariz – Creo que… alguien habla de mi…
– Si… Supongo que si…
Atenea volteó a ver el templo que se erigía a algunos metros de distancia, con un toque de nostalgia mientras la lluvia de ofrenda mojaba su cabellera y movía sus mechones de cabello.
– El público puede ser molesto. Por eso pedí este lugar, para que solo seamos tú y yo…
– ¿Solo nosotras?
– Para pelear adecuadamente con todas nuestras fuerzas, hasta saciar nuestros corazones… Tener la mejor batalla de nuestras vidas como guerreras, ¿No estás de acuerdo?
Jeanne volvió a quedar en silencio por un momento.
– O-Oui… Supongo…
– A decir verdad, desearía que este momento de tanta calma y paz sea eterno, ¡De verdad me encanta haber encontrado una persona que le puedan interesar mis gustos favoritos!
» Pero, en fin… The show must go on.
En un instante la pelea tomó forma:
Atenea levantó su micrófono, el cual accionó con un botón para convertirlo en una lanza divina: con una punta metálica de 3 filos como si fuera una cruz, y un doble tubo enrollado para conectar con el mango.
La diosa de la guerra tomó aquella arma con su mano con todas sus fuerzas y, en un santiamén, lanzó una estocada directa a la cabeza de Jeanne, aprovechando la poca distancia una entre la otra…
Un gesto que, a pesar de haber sido ejecutado en apenas 0.1 segundos, Jeanne D'Arc pudo reaccionar a tiempo:
Una de sus manos viajó a su cinturón para tomar una de las empuñaduras de su armadura divina, la cual levantó de golpe para usarlo a manera de escudo contra la ofensiva de la diosa de la guerra, al mismo tiempo que su otra mano se levantaba para tocar la diadema que decoraba su cabellera: aquello activó la diadema para convertirla en un casco completo, con aberturas para los ojos y la ventilación, con lo cual se cubrió mejor el golpe de Atenea.
La lanza divina especial de Atenea había chocado con la empuñadura de Jeanne y fue desviada, de manera que solo provocó un corte superficial en el casco de protección de la humana.
– ¡Ah…! ¡Damas y caballeros, atentos que la pelea ha comenzado de una vez!
– ¿¡Ya empezaron!? – Lífthrasir exclamó con una gran sonrisa – ¡Por fin! ¡Qué emoción!
– ¡¿Pero qué…!? – a Ares se le salieron los ojos – ¡Eso reflejos son muy impresionantes!
Atenea soltó una ligera sonrisa al ver el resultado de su ataque sorpresa.
– ¿Te asusté Juanita?
– … Non… – detrás de su armadura divina la francesa temblaba un poco.
– ¡Muy bien! Y perdón por ese ataque sorpresa… No, la verdad no. Solo quería que te despertaras… Y saber si pasaste mi prueba.
– Hé? Test?
– Oui! ¡La prueba de que puedes durar conmigo por lo menos 5 minutos! ¡No te desmayes antes…!
La diosa regresó la lanza y repitió el mismo ataque, ahora aumentando la fuerza de su brazo para conseguir un mejor resultado; en esta ocasión, la mujer francesa interponiendo su arma divina como escudo fue lanzada por los aires un par de metros a sus espaldas.
« Es… Es fuerte… » Jeanne se sorprendió bastante de ese dato una vez aterrizó en el suelo « Tal vez sea… Más fuerte que yo… »
Para su buena suerte, la suavidad de los pastos de los Campos Elíseos le permitió aterrizar correcto además de frenar adecuadamente en el suelo; una vez que su impulso se detuvo, tomó la empuñadura que tenia en sus manos con fuerza y con ambas manos…
Pero, para la sorpresa de todos los espectadores, la empuñadura de Jeanne solo era eso: el mango de un arma, como si a una espada le hubiera quitado todo el filo.
– ¿Pero qué…? ¿¡En serio!? – Nagakura abrió los ojos con sorpresa – ¿¡Tu damisela solo tiene una empuñadura para atacar!?
– ¡Pero qué tonto! – rió Pandora en los hombros de Hefesto – ¿¡De verdad esa humana cree que le hará algo a ma con esa cosita!?
– Cálmate hermana. A fin de cuentas, también eres parte humana. – le advirtió su hermano Erictonio.
– ¿¡Es una broma!? – Aníbal Barca y Gengis Khan rieron al mismo tiempo – ¡Pero qué ridículo!
Algunos otros, como Alejandro Magno, Okita Souji, y Napoleón Bonaparte no dijeron nada sino que miraron con espera; Atenea sonrió de oreja a oreja al ver la postura de Jeanne aún con su arma.
– Muy bien, cuando gustes Juanita… ¡Usa tu mejor arma contra mi!
– … Oui…
Jeanne respiró profundo y usando impulso desde las caderas, la humana se lanzó directamente hacia Atenea con empuñadura en mano.
– ¡Parece que Jeanne D'Arc va a atacar de frente a Atenea, aún sin contar con un arma útil…!
Ni bien el nórdico terminó de hablar que la magia de Jeanne salió a relucir: el mango divino se iluminó de luz divina como si fuera luz de ángeles, para después brotar metales fundidos como su estuvieran flotando en el aire, envueltos en una pequeña columna de luz, que tomó forma alrededor del mango divino.
Una vez que terminó de brillar aquella luz, salió a relucir la nueva arma de la humana: una espada de filo largo y delgado, probablemente no mayor a un metro, con semejanza a una espina de gran tamaño, ademas de incluir en su mango una protección para la mano de ka humana.
– ¡Ah…! ¡Solo se trataba de una espada guardada! ¡Al parecer una de las habilidades de la armadura divina de Jeanne!
Los ojos de Atenea brillaron con fascinación.
– ¡Que bonito truco de mago! ¡El conejo apareció del sombrero…!
» ¡Estaba 100% segura que no me había equivocado contigo!
A pesar del mal agarre de su arma, Jeanne apretó el mango de su espada ropera* para lanzarse directamente contra Atenea en una embestida que fuera a golpear.
Contact D'Ange
[ Toque de ángel ]
Pero la diosa de la guerra respondió de manera adecuada: moviendo su lanza consiguió desviar la punta de la espada de su cuerpo, de manera que evitó cualquier daño posible.
Jeanne intentó otro ataque del mismo tipo pero falló otra vez, y entonces Atenea procedió a tomar la ofensiva:
La diosa lanzó un par de estocadas veloces en Jeanne, una a sus piernas y otra a la cabeza, con suficiente velocidad para tomar desprevenido a cualquier humano, pero no a la doncella de Orleans quien, dando un grito de su espada a manera de 360°, consiguió repeler de último momento los ataques de la diosa.
Souffle D'Ange
[ Soplo de ángel ]
La mujer francesa se desestabilizó un poco y retrocedió, para después tomar la espada divina con ambas manos, para ahora dedicarse a lanzar estocadas directas a la diosa: cargados con velocidad y fuerza de impacto por su punta de aguja.
Larmes D'Ange
[ Lágrimas de ángel ]
– ¡Pero qué gran espíritu…!
Con una amplia sonrisa Atenea se decidió por recibir el ataque; moviendo la punta de su lanza de un lado a otro, usando únicamente la punta metálica, logró golpear con extrema delicadeza la espada de Jeanne de forma que esquivó y desvió todos los ataques que le eran arrojados.
Lo más sorprendente fue la facilidad con que Atenea movía su arma divina, casi como si tuviera una flor en sus manos; algo tan delicado y con tanta suavidad que ni siquiera parecía un arma divina de gran tamaño.
« Ella… Ella se mueve… tan fluidamente… » Jeanne también estaba muy sorprendida por esa facilidad con que la diosa de la guerra esquivaba todo.
Sin esfuerzo, simplemente bailando con su arma divina como si fuera una serpiente al ritmo de la música de su amo.
Perséfs
[ Camada de serpientes ]
Sin embargo, Jeanne no se iba a rendir tan fácil; aumentó la fuerza de agarre en su espada divina para aumentar considerablemente la fuerza de sus golpes, intentando con ello tomar desprevenida a la diosa griega…
Cosa que no funcionó: ella con su lanza siguió moviéndose en el campo de batalla con fluidez completa, incluso girando su lanza alrededor de su cuerpo a manera de escudo. Muy parecido a lo que Jeanne misma había hecho hace poco…
« Entonces… Ella puede… ¡No! ¡No te desconcentres! » Jeanne apretó sus ojos con lo cual mostró más determinación.
Los golpes de la humana francesa siguieron, hasta que Atenea desvió por completo la espada suya para abrirse paso.
– ¡Parece que ahora es mi turno…! – Atenea tomó la lanza divina con una sola mano y arrojó una potente estocada directa.
La apertura de Jeanne indicaba que ese sería el primer golpe directo que alguna lograría conectar en la batalla; todos los dioses y la mayoría de los humanos guerreros en las gradas presintieron el momento y solo se quedaron con los ojos abiertos esperando a ver cómo reaccionaría Jeanne a aquello…
…
…
…
…
…
Todos, excepto Jeanne.
« Eso… ¡Eso lo predije! »
Jeanne entonces movió la punta de su espada para interceptar a último momento la estocada de Atenea, logrando desviar la punta metálica de su casco; incluso este salió sin daño alguno.
Todo esto gracias al entrenamiento que había recibido hace varias horas atrás:
Todos los candidatos del segundo Ragnarok habían sido entrenados cuidadosamente por los Einherjers ganadores del primer Ragnarok, de acuerdo a sus habilidades y capacidades. En el caso de Jeanne D'Arc, tuvo 2 maestros importantes: Okita Souji, el demonio de la espada, y Sasaki Kojiro, el mayor perdedor.
El primero se encargó de darle acondicionamiento físico a su cuerpo, más del que ya tenía para aguantar una larga jornada de combate, además de afinar su arte con las armas, más específicamente hablando de la espada.
En el caso de Sasaki Kojiro, además de sesiones físicas y manejo de arma, también recibió lecciones sobre el uso del Senjuu Musou, la habilidad casi divina para analizar a un oponente tan solo con los más mínimos gestos. De hecho, esta habilidad había sido enseñada a todos los participantes, sin embargo solo unos pocos lograron desarrollarla de manera correcta como en el caso de Jingū Kougou.
El caso era el mismo para Jeanne D'Arc: ella no necesitó tanto esfuerzo para aprender correctamente aquella técnica. De hecho, su memoria era muy buena así como su capacidad de replicar movimientos, sin mencionar su cuerpo bendecido con un talento muy sobresaliente…
Senjuu Musou
[ Defensa de mil imágenes ]
Desde el anuncio de Heimdall para su presentación, la doncella de Orleans se había dedicado exclusivamente a analizar todos los patrones visibles que pudiera en Atenea, de manera que en pocos segundos había creado una imagen mental de su oponente. Con ello, mientras más y más hablaba la diosa de la guerra, Jeanne ya había simulado suficientes escenarios de combate así como posibles ataques de la diosa de la guerra, consiguiendo con ello definir un patrón de combate muy… muy preciso.
Incluso tomando en cuenta su desventaja de experiencia en el uso de aquellas habilidades, rápidamente su cuerpo se adaptaba para seguir estudiando, aprendiendo y descifrando el comportamiento de Atenea. En verdad era un talento tan maravilloso que…
« En verdad eso me enoja. » Okita Souji apretó con furia las manos mientras veía los movimientos tan delicados y perfectos de Jeanne, llegando a una sola conclusión:
De verdad era una desgracia que hubiera muerto tan joven. Si tan solo hubiera llegado a la edad adulta, podría haber sido una carta de triunfo para este segundo Ragnarok.
Jeanne seguía desviando los ataques que veía venir de Atenea, los cuales no eran demasiados a decir verdad, mientras que la diosa movía su lanza con cuidado y delicadeza mientras la humana seguía lanzando sus estocadas filosas directas.
En un momento dado, Jeanne tomó de su cinturón la segunda empuñadura, la cual rápidamente se volvió una espada igual a la que tenía en la segunda mano; y con ello intentó lanzar un ataque de improviso sobre Atenea.
Yeux D'Ange
[ Ojos de ángel ]
A pesar de la sorpresa que incluso se vio reflejada en los ojos de Atenea, la diosa simplemente hizo girar su lanza una vez más, con lo que consiguió desviar ambas puntas de espada, ganando en el proceso unos rasguños diminutos en su armadura.
Al final de aquella danza, ambas se detuvieron: Jeanne retrocediendo varios pasos hacia atrás y tomando ambas espadas roperas con postura ofensiva mientras que Atenea barría los pies en el suelo y se apoyaba en la lanza divina, como si fuera una bailarina al finalizar su rutina.
Todos quedaron absolutamente boquiabiertos con aquella presentación de fuerza y armas, de manera que soltaron gritos de emoción por ambas representantes.
– ¡Atenea y Jeanne están igualadas! – Heimdall también estaba bastante sorprendido – ¡Sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo son muy parejas, de forma que ninguna pudo lograr conectar un solo golpe directo en todo este tiempo!
Todos los miembros del Shinsengumi exclamaron con entusiasmo mientras que Okita sonreía emocionado, dejando salir un poco de chispas de su lado demonio al sentir envidia por no participar en aquel combate.
Por su parte, Alejandro Magno suspiró con bastante sorpresa.
– Atenea, la diosa de la estrategia… Igualada por una campesina.
– ¿No habías dicho que no se debía juzgar antes de tiempo? – preguntó Julio Cesar con una ceja levantada.
– No estoy juzgando. Estoy… impactado. No creí que una francesa campesina pudiera ser capaz de usar una estrategia que igualase a una diosa estratégica.
– ¡Claro que sí! ¡Me tomó por sorpresa…! – sonrió Aníbal Barca de lado – Usando un análisis para ver los movimientos de su oponente. Que magnífico…
– ¡No lo entenderías! – Napoleón Bonaparte se golpeó el pecho con orgullo – ¡Se trata de mi santa Jeanne D'Arc! ¡La única mujer que se merece mi respeto y mis rezos!
– ¡Jaja! – Gengis Khan sonrió con un tarro de alcohol en la mano – ¡El enano se nos enamoró!
– ¿¡Huh!? ¿¡Pero qué dices…!?
A Lífthrasir se les salieron los ojos de la cara tras el resultado de ataques entre ambas mujeres.
– ¡Onee-sama! ¡Jeanne-san tiene… armas que salen de la nada! ¡¿Qué rayos significa esto!?
– Es sencillo, pequeña loquilla. – respondió Leónidas a las dudas de la pequeña melliza – Se trata de las armas de su armadura divina.
– ¿Esas son sus armas? – comentó Hrist con sorpresa – Me recuerda un poco a la armadura de Cleopatra.
– El concepto es parecido: las empuñaduras pueden cambiar de forma para crear las armas que necesite Jeanne. En su mayoría, según nos contaron Brökk y Eitri, se tratan de armas de la época y tierra de Jeanne, para que ella esté familiarizada.
– Más aún con esa costumbre extraña… – comentó Geir, sin evitar soltar una sonrisa – Les puso nombre a ambas armas: Catalina y Margarita. Al parecer ella las puede diferenciar, pero yo no puedo.
– Supongo que es un método para aprender mejor el uso de armas a ambas manos… – comentó Sasaki – Hasta donde sé, ella no domina mucho ese estilo.
– ¿Entonces por qué lo hace? – interrogó Lífthrasir con curiosidad – Eso le saldrá caro.
– Mejor intentarlo ahora y aprender, que depender de ello en un momento crítico.
– … ¡Sabias palabras!
– Aunque la verdad… No estoy seguro que vaya a hacer mucho con esas cosas. – comentó Leónidas con los brazos cruzados – Parecen agujas de coser.
– Es el arma que ella más domina, la espada. Seguro que logrará hacer mucho con ello…
Ante el comentario de Sasaki, los demás asintieron con las cabezas; todos menos Geir que seguía con otras cuestiones en la mente. Por su parte, en el palco griego Ares se llevó ambas manos a la cabeza.
– ¿¡Atenea fue igualada por una humana!? ¡Es imposible!
– Al parecer, Jeanne D'Arc también usa habilidades de análisis para predecir. – comentó Hermes con una mano en la barbilla – De otra forma, no habría logrado escapar ilesa a esos ataques.
– ¿Sabes eso solo por deducción?
– … No sólo eso. También vi sus ojos saltando de un lado a otro, como si estuviera leyendo el campo de batalla.
– Vaya que esa humana es capaz de igualar a tu hija, anciano… – comentó Adamantino con los brazos cruzados.
Zeus se limitó a sonreír por lo bajo.
– Si que tienes muchas cartas sucias, Geir-chan. Aunque… Nosotros los dioses no nos quedamos atrás.
» Atenea, hija mía… Ya deja de jugar y demuestra por qué eres mi mayor orgullo.
En el campo de batalla, Atenea sonrió de oreja a oreja para después agitar su cuerpo un poco como si estuviera calentando.
– Esto es tan… Tan… ¡Tan divertido y emocionante, Juanita! ¿Leer mis movimientos? ¡Creí que serías capaz de todo, menos de eso! ¡Me sorprendiste bastante!
» ¡Justamente eso me encanta!
– Sois sérieux?
– Oui, oui! Más cuando pienso que una habilidad tan maravillosa como esa solo podría ser de algún anciano de la guerra… ¿Dices que eres muy anciana o muy talentosa? ¡Rayos, qué envidia!
Jeanne quiso sonreír al sentir un poco de orgullo en su corazón, aunque no lo dejó florecer.
– Esto solo me hace pensar una cosa… – Atenea levantó un dedo a Jeanne – Fuiste entrenada por alguien que sabe analizar oponentes. Déjame adivinar… ¿Sasaki Kojiro?
Las palabras de Atenea dejaron en blando a Jeanne.
– Hé?
– ¡No me mientas, santita traviesa! Eso es el "Senjuu Musou" o "Defensa de mil imágenes", de acuerdo al idioma que más te guste… Es una buena habilidad, y me alegro mucho de por fin verlo en persona…
» ¡Aunque…! Todavía me sorprende que un viejito la haya desarrollado viendo animalitos del bosque. Eso suena a cosas de princesas.
– Comme…? Usted… ¿Cómo sabe eso…?
– ¿No lo sabías Juanita? Por favor, no me dejes en vergüenza. Te lo diré una sola vez:
» Esta pelea comenzó mucho antes de lo que piensas: desde hace 1000 años.
– ¿¡¿1000 años!?!
– Después del primer Ragnarok, mi papi y mis onii-chan me contaron lo que había pasado, además que mi canal favorito de TV transmitió por una semana entera el torneo completo.
» Eso… Me dió la oportunidad de observar por 15 horas diarias a hombres musculosos sabrosos, y entender las 13 habilidades que mataron dioses.
» ¡Para mí, eso es manos a la obra! ¡No dejaría que ningún nudista, vagabundo, viejo amante del té ni enano se crea superior a mi! Así que estudié y analicé a los 13 Einherjers, ¡Hasta encontrar la manera de destruirlos a todos!
» Incluso ese Senjuu Musou que tanto te gustó usar… ¿Quieres que te cuente un secretito?
Atenea sonrió con arrogancia y puso una mano en su boca para apuntar sus palabras a Jeanne.
– Yo hago algo parecido, pero mucho mejor.
La mirada de Atenea se concentró tanto en Jeanne que a la muchacha le pareció ser devorada con los ojos; aquello le hizo cubrir su cuerpo de nuevo con mucha vergüenza.
– S'il vous plaît, ne faites pas cela! ¡No me mire así!
– ¿Ah? ¿Piensas que te voy a…? ¡Pero qué divertida! – Atenea se rió a carcajadas – ¡Yo también soy cuidadita con mi flor del amor! No te haré nada malo…
» Bueno… No te haré nada malo… AÚN. Podría hacer una excepción por ti, tesorito.
– Hé!?
– Así que, te diré un acertijo. Si lo logras adivinar, te haré todo lo que quiera.
– Que dit-il!?
Ahora era el turno de Atenea: respiró con profundidad, plantó ambos pies en el suelo, apretó su lanza divina y posicionó el arma frente suyo, de manera que la punta del arma mirase al cielo…
Una postura extraña, que de hecho no era apta para ningún usuario de lanza; algo que alertó a todos los humanos quienes comenzaron a quejarse y comentar al respecto.
Hasta que…
– … Esperen… ¿No es eso…?
De un instante a otro, los humanos y dioses relacionados con la guerra se dieron cuenta de algo más…
– ¿Es posible? ¿Se trata de una defensa abierta?
– No, debe ser una bandera en son de paz.
– ¡Para nada! ¡Eso es una estaca dispuesta a no dejarla pasar!
– ¡Tampoco! ¡Es una ofensiva provocativa!
Todos los humanos comenzaron a comentar unos con otros, a tal grado que Hrist y Geir quedaron confundidas por completo.
– ¿Por qué tanto alboroto? ¿No se supone que eso estaba mal?
– Ya no, onee-sama… – exclamó Lífhrasir con los ojos bien abiertos – ¡Ahora es el fin!
Sasaki Kojiro y Leónidas sonrieron con el mismo toque de nervios así como de sudor frio corriendo por sus cuellos.
– ¿Pero qué carajos…? – Sasaki no pudo evitar reír – Eso es…
– Una diosa muy… muy fuerte… Ahora me siento mal por Jeanne.
– ¿Qué? – Geir abrió bastante los ojos – ¿De qué se trata?
Incluso el Shinsengumi sabían que algo andaba mal, en especial Okita que sintió el mismo escalofrío que sus compañeros Einherjers. Por último, Jeanne tampoco era la excepción, quién abrió los ojos y sintió un vuelco en el pecho…
Más porque su Senjuu Musou fue capaz de ver exactamente lo que Atenea estaba haciendo; entonces la diosa de la guerra sonrió de lado.
– ¿Ya lo viste Juanita? ¿Qué me dices…?
Una visión que asustó y aterrizó a Jeanne así como a todos los humanos que pudieron verlo con claridad:
La postura de Atenea, así como toda su información tal como la respiración, la lanza, las manos, los brazos, la ropa… Todo destilaba la fuerza y presencia de un ejército completo. A ojos del Senjuu Musou, la diosa de la guerra se había convertido en un frente espartano de 300 hombres, furiosos y listos para la guerra.
Un total de 300 simulaciones distintas que saturaron la cabeza de Jeanne en cuestión de instantes… De todas las posibilidades, ¿Cuál sucedería?
– ¡Vamos Juanita! ¡Trata de adivinarme…!
De inmediato Atenea se lanzó al ataque:
Apretó su lanza y la posicionó a su costado derecho para lanzar una ofensiva directa, como si se tratase de un avance espartano para romper filas.
– ¡Atenea de nuevo toma la iniciativa de atacar después de haberse preparado con tanto esmero!
– ¡Ahhh…! – gracias a Heimdall fue que Jeanne reaccionó, moviendo a Catalina y Margarita al mismo tiempo para bloquear el ataque de Atenea.
La lanza de la diosa había avanzado lo suficiente para golpear, aunque sea por la superficie, la armadura divina de Jeanne, abriendo una grieta que asustó bastante a la humana francesa.
« ¿¡Qué!? ¡¿Se hizo más rápida de pronto!? No, no… No se trata de eso… »
– ¡Esto todavía no acaba Juanita…!
Atenea no se inmutó y siguió atacando; a pesar de hacer sido bloqueada, dió un giro con sus piernas para liberar su lanza e intentar un golpe ascendente con el arma. Jeanne apenas pudo reaccionar levantando su Margarita para desviar el golpe…
Pero esta vez no fue del todo suficiente, siendo que la punta de la lanza abrió parte de la armadura de Jeanne, descubriendo la cota de malla que usaba.
– ¡Ay…!
– ¡Hora de descubrir si de verdad eres virgen! ¡Y si lo eres… Ya no más!
La diosa Atenea comenzó una ofensiva directa: tomando la lanza con ambas manos dirigió un golpe ascendente hacia Jeanne, que logró golpear en la barbilla de la humana para abrirle una cortada.
Jeanne intentó lanzar un golpe con la espada para alejar a la diosa, pero ella ya se había retirado; dio giros con la lanza y se lanzó de nuevo a la ofensiva.
Una ofensiva imposible de esquivar.
– ¡Atenea ha rodeado a Jeanne D'Arc con una ofensiva de estocadas múltiples así como golpes de gran fuerza!
» ¡No importa en dónde voltee la humana, Atenea la tiene completamente rodeada sin posibilidad de defenderse de sus múltiples ataques!
» ¡Uno a uno caen sobre la humana como si fuera una lluvia…! ¡No, más bien, como si un ejército furioso se hubiera aparecido para hacer desaparecer a Jeanne D'Arc!
– ¡Jeanne-san! – Okita abrió los ojos con mucha sorpresa y pánico.
De igual forma en el palco especial de las valkirias, todos quedaron sorprendidos por completo al ver el cambio de ritmo de Atenea; en tan solo unos instantes se había vuelto muy fuerte y veloz con todos sus ataques.
– No… La velocidad no ha cambiado mucho… – Sasaki también se dió cuenta de lo que había visto Jeanne – ¡Lo que pasa es que…!
» ¡Jeanne ya no puede predecir los movimientos de Atenea!
– ¿¡Qué!? – Lífthrasir abrió los ojos con sorpresa – ¡¿Cómo es eso posible!?
Brökk y Eitri, ambos en la enfermería de Dziva con los demás Einherjers, no pudieron evitar morderse las uñas al ver la paliza que estaba recibiendo la humana.
Jeanne recibía bastante estocadas múltiples por todos lados, sin posibilidad de contraatacar adecuadamente; poco a poco la armadura se llenaba de aperturas por doquier, ninguna de gravedad pero… En algún momento, la armadura cedería y le terminaría abriendo su propio cuerpo.
« ¡No puedo…! ¡No puedo seguir! ¡Ella no para de atacarme con… Con esa cosa que haya hecho…! Voy a… voy a…
» ¡N-No! ¡No puedo caer todavía! »
Con intentos inútiles la humana se dedicó a lanzar golpe uno tras otro por doquier, sin lograr atinar a Atenea que se movía de lado a lado: primero con una ofensiva a modo de embestida, para después cambiar por giros con golpes ascendentes, luego hacer cambio de manos para dar estocadas desde otro ángulo, y finalmente retroceder para juntar fuerzas y lanzar un golpe directo.
Una rutina impredecible, con constantes cambios, que por más esfuerzo que hiciera Jeanne no podía ver el siguiente movimiento antes que la diosa cambiase la táctica por completo.
Ante una estocada directa que se veía con aquellas mismas intenciones, Jeanne logró interponer un cruce entre sus espadas para usarlo como escudo, lo cual logró frenar parte de la fuerza de la diosa.
– ¡Muy bien hecho Juanita! ¡Sigue así… hasta que yo lo diga!
Pero no fue suficiente; Atenea impuso más fuerza en su lanza y logró atravesar la defensa de Jeanne, dando el golpe directamente en el estómago.
La lanza por fortuna no había atravesado la coraza de la humana, pero fue más que suficiente para sacarle todo el aire de los pulmones y hacerla caer de espaldas al suelo.
« No… No puedo… No puedo hacerle frente… Mucho menos con ese escudo… ¿Eh?
» ¿En qué momento usó su escudo…? ¿Qué? »
Jeanne cayó al suelo con fuerza rodando un poco, para después levantarse con toda la fuerza que pudiera en sus piernas; entonces sus ojos físicos más no sus simulaciones mentales se dieron cuenta de un detalle…
« Ella no tiene… Ese escudo… ¿Por qué lo estaba viendo entonces? Así que… Podría… »
La humana apretó ambas espadas en sus manos, las cuales todavía sostenía, y se lanzó directamente a una ofensiva un tanto desesperada; moviendo sus armas de lado a lado intentando avanzar hacia Atenea.
Ailes D'Ange
[ Alas de ángel ]
Ante aquella ofensiva desesperada de parte de la humana, Atenea movió sus brazos a manera de defensa, aunque no tenía en sus manos el escudo de su presentación que le pudiese ayudar a defenderse mejor.
Jeanne abrió los ojos con sorpresa cuando se percató de ese hecho.
« ¡No lo está usando! ¡Entonces…! »
La humana se acercó bastante más que nada porque Atenea había desistido de atacar para esquivar los ataques aleatorios de Jeanne; tanto de esta forma que, sin previo aviso, la francesa llegó hasta una zona relativamente cerca de Atenea.
« ¡Por fin! ¡Puedo darle un golpe…! »
Jeanne cargó todas sus fuerzas en su espada aguijón y lanzó su estocada al tiempo que Atenea cambiaba el agarre de su lanza; la diosa de la guerra levantó la mirada y se encontró con la espada ropera de la humana a punto de impactar…
Contact D'Ange
[ Toque de ángel ]
Un golpe cargado de fuerza chocó en el metal de la diosa y resonó en los Campos Elíseos, mostrando aquella gran fuerza que cargaba la humana a pesar de su pequeño y joven cuerpo.
– ¡Eso es…! – Okita y el equipo Shinsengumi celebraron el golpe acertado, lo mismo que Napoleón Bonaparte y sus compañeros.
Por el contrario, el único humano que estaba atento con todo su esplendor era Alejandro Magno; por otra parte, en las gradas divinas, Zeus junto a los demás griegos no estaban en lo más mínimo asustados o sorprendidos.
– Un golpe directo… Parece que ya acabó. – comentó Syf con mala cara, a punto de reclamarle a los dioses.
– Cállate Syf, y mira bien…
Fue tras la advertencia de Zeus que ocurrió algo más en el campo de batalla; tras la nube de polvo y humo que se levantó por el golpe, Jeanne se dio cuenta que su espada había golpeado en algo inusual…
Un objeto muy duro y seco para ser la armadura o carne de la diosa griega.
– Hé?
– Tal como lo calculé… Aquí estabas, mi primer tesorito.
– ¿¡Pero qué…!? ¡El primer golpe directo de la humanidad fracasó rotundamente…!
» ¡En manos de la diosa griega acaba de aparecer el mítico escudo de las leyendas griegas: la Égida!
Del humo del estallido entre armas divinas surgió Atenea sosteniendo el escudo de la Égida, que había tenido durante su presentación: de gran tamaño, con vivos colores de oro y bronce, y con aperturas en los costados para permitir una buena ofensiva para la diosa.
Justo en el momento exacto para defenderse de la estocada directa de Jeanne; Atensa sonrió de lado nuevamente mientras que la humana estaba boquiabierta.
– C-Comme…?
– ¿No te diste cuenta, Juanita? Te traje al mismo lugar donde comenzamos… Justo al lado de mi lindo escudo.
– Hé? ¿Por eso lo veía…?
– Tal vez, o podrían ser los hongos que le puse a tu desayuno. Ya están haciendo efecto ~♡
– Hé!? Champignons!? ¡Pero yo no he desayunado!
– … ¿Qué? ¿¡Viniste a pelear conmigo sin desayunar!? ¿¡Qué te pasa, mujer!?
La diosa juntó fuerza en su escudo y empujó con todas sus fuerzas, de manera que la humana salió volando por los aires para quedar separada de Atenea por algunos metros.
– ¡Eso es indigno de mi rival perfecta! ¡Mereces un castigo divino!
La diosa apretó su escudo y suspiró largamente mientras daba una indicación especial:
– Anoígo.
– ¿¡Qué…!? – Ares se sorprendió bastante – ¡¿Vas a usar eso, hermana!? ¡¿Tan pronto!?
La Égida soltó unos sonidos como de engranajes moviéndose, en especial en la zona central del escudo donde los relieves de serpiente se movieron como si de verdad estuvieran vivas, junto con un cascabel que llenó el campo de batalla.
En la figura central de la Égida, un par de luces de abrieron a manera de ojos, y lanzaron una luz blanca que dió de lleno a Jeanne antes que ella pudiera hacer algo.
El resplandor divino solo duró unos instantes, de modo que incluso en el estadio de los Campos Elíseos se sorprendieron al ver que la técnica había sido tan corta de tiempo.
Una vez que la luz terminó, todo parecía estar en su sitio sin ningún cambio relativamente importante; solo Atenea acon su escudo en alto y Jeanne consu postura ofensiva lista para atacar…
El problema era que no se estaba moviendo. O mejor dicho: no podía moverse.
« ¿Eh! ¿Qué es esto? ¿Por qué… mi cuerpo no responde? »
– Este es uno de mis mejores trucos, Juanita. – admitió Atenea mientras relajaba su postura – No me gusta usarlo ya que las peleas terminan muy rápido, pero…
» Esto me ayuda a confirmar mi segunda prueba especial…
Atenea tomó la lanza divina con una nueva postura extraña: su mano avanzó en la lanza hasta tomarla de la punta donde estaba el filo metálico y su punta no ofensiva hacia el suelo. Un movimiento que, en las gradas griegas, Adamantino reconoció de inmediato.
– ¡Pero eso es…!
– ¡Mi prueba final! ¡Si puedes sobrevivir a esto…!
La diosa griega dio un par de pasos y procedió a realizar un golpe descendente con la lanza, soltando el agarre de su mano para que el arma divina recorriera de extremo a extremo, aumentando la fuerza centrífuga de golpe y la potencia de impacto.
Una técnica del rey del Inframundo, hecha para acabar peleas con un solo ataque.
Jeanne, con su cuerpo inmovilizado por causa del poder reflector de la Égida, solo pudo ver la lanza avanzar a su cara.
– Ah--
La arma divina dio de lleno en su objetivo, con la suficiente fuerza para que la diosa griega diera un salto por los aires como si fuera entrenadora de gimnasia.
Todos los espectadores quedaron boquiabiertos al ver aquel ataque, que mostraba mucho la diferencia de poder y habilidad entre ambas mujeres, así como…
– ¡Parece que la pelea ha acabado con ese golpe! ¿¡Así fue…!?
Tras la declaración de Heimdall, todos los espectadores se miraron unos a otros, en especial los humanos que estaban preocupados: los generales militares, Okita con el Shinsengumi, el palco especial de las valkirias…
Pero, los herreros nórdicos en el interior del coliseo, no solo estaban preocupados: sus rostros indicaban que sabían más información al respecto.
– Eso debería suceder pronto, ¿No?
– Eso espero… Me dolería que ya hubiera terminado todo.
En los jardines de los Campos Elíseos, Atenea aterrizó en el suelo con una pose tranquila y elevó las manos a los costados.
– ¡Eso fue relajante! Mis hombros estaban muy tensos… ¡Espero todavía sigas viva, Juanita!
La diosa agitó su lanza en la dirección donde había golpeado a Jeanne, rodeado de nubes de polvo: una ráfaga de aire voló con suficiente fuerza para llegar hasta la zona de impacto y mostrar el resultado de su ataque:
Para sorpresa de todos, la conclusión a la que habían llegado era errónea. Muy errónea:
Jeanne todavía estaba viva, y completa de cuerpo, solo que había una diferencia en su composición: la armadura que la recubría había aumentado su tamaño, como si estuciera inflada, al tiempo que de su cabeza corría una no tan pequeña cantidad de sangre, mostrando que si había salido dañada.
Pero, de no ser por la habilidad de la armadura divina que estaba usando Jeanne, ahora mismo habría terminado muerta.
– ¡No! ¡Todavía no cae la doncella de Orleans!
– ¡Genial! – Atenea sonrió de oreja a oreja – ¡Lograste sobrevivir! Pero más importante aún… ¿Acabas de subir de peso, Juanita?
Con un movimiento Jeanne se dió cuenta que ya no estaba petrificada, por lo que pudo levantarse tras toser un poco y sacudir su cuerpo que le dolía por el golpe.
A los pocos momentos la armadura regresó a su tamaño normal, y con ello la mujer francesa pudo moverse de nuevo con libertad; se agachó a tomar a Catarina y Margarita, para apuntar con ellas de nuevo a Atenea.
« Gracias… Gracias por no dejarme morir. »
– ¿Tan rápido quieres continuar? ¿No te gustaría primero un descanso, Juanita?
– Non… Estamos en una pelea así que… Debemos pelear.
» En guardia, señorita Atenea… Por favor…
Fecha de publicación: 01/08/24
Autor: ASFD
Editor: Darklord331
Nota de autor: Muy buenas a todos mis queridos lectores. Hora de terminar el capítulo UwU
La pelea ha comenzado por fin, con Atenea y Juanita intercambiando golpes con su lanza y su espada. Parece que son más traviesas que lo que pensábamos UwU, más viendo a Juanita usar la habilidad especial del viejito sabroso y de su armadura, así como Atenea atacando al estilo Poseidón… ¿Pero mejor o peor?
¿Qué fue lo que hizo Atenea para superar a Jeanne? ¿Qué fue lo que hizo Jeanne para sobrevivir a Atenea? ¿La pelea terminará pronto o esto tomará mucho tiempo? ¿Próximamente ambas sacarán sus power-ups locos? ¿Líf volverá a aparecer algún día o ya le encendemos su veladora?
Todo esto y más en la próxima publicación; debido a problemas personales y de creatividad no habrá capítulos dobles hasta nuevo aviso.
Sin más que decir, ¡Los leo en el siguiente capítulo!
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
***
Nuevos términos
* Espada ropera – También llamada "tizona" (no confundirse con la espada del Cid), era un arma de uso personal como aditamento a la ropa, accesorio de moda, y arma de duelo y defensa personal.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top