Capítulo 85: Pedazos que quedaron
– Así que… todo ha terminado.
– Sí… Eso parece.
El señor de las moscas se levantó del suelo y se sacudió el polvo de la pequeña sotana que aún le vestía; por su parte, Buda no se levantó, sino que permaneció en el suelo, de rodillas, junto a aquel espacio vacío donde había estado la diosa africana… antes de partir al Nilfheim.
El dios azteca estaba bañado en sangre, de pies a cabeza; su mano derecha estaba abierta con magia negra manando de sus dedos preparando un ataque, sus ojos muy abiertos y enfocados en Atlach-Nacha. Mejor dicho, lo que quedaba de ella:
Una masa de carne destrozada y despedazada después de tal frenesí asesino con que la había golpeado; ni siquiera se podría definir dónde había estado el rostro alguna vez. Lo único que tenía forma era la pequeña flor negra que había sostenido, entrelazada en huesos y carne cortada en pedazos. A pesar de ese estado putrefacto, Tezcatlipoca seguía en guardia pues sabía que una Criatura del Caos aún podía tener trucos después de muerta…
Para su fortuna, no fue así: la carne destrozada de Atlach-Nacha se convirtió en polvo negro, como el cabrón, y empezó a flotar por el aire, relajando la postura y la guardia del dios azteca.
– Bien. Así que será… ¿Eh?
Una curiosa luz de color llamó su atención, justo colocada en medio del montón de carne destruida de la reina de las arañas; con curiosidad el dios azteca movió las piezas mientras se deshacían en polvo y encontró aquel objeto de luz…
Algo que nunca esperé encontrar allí.
– No me jodas…
– Oye, dios Primigenio, volvamos allá arriba.
Las palabras de Beelzebu le sacaron de sus pensamientos; guardó aquel objeto con cuidado y volvió a la pareja de dioses del Valhalla, Beelzebu y Buda, quién ya se había recompuesto…
No, no se había recuperado del todo.
– Tú… ¿Tuviste que esperar hasta el último momento para hacer tu aparición?
Las palabras acusadoras de Buda dieron de lleno en la precaria participación del dios azteca: su aparición en los últimos momentos del combate y el ataque final que destruyó Atlach-Nacha justo después de que Dziva hubiera sido derrotado. Además, Buda, con su Octava Conciencia, ya había percibido suficientes advertencias del alma del dios: arrogancia, codicia, avaricia, orgullo, desprecio y gran odio hacia los humanos.
¿Habría ayudado Tezcatlipoca… O quería deshacerse de la diosa que más amaba a los humanos?
– … No espero que un dios como tú lo entienda, mocoso.
– ¿Cómo dices?
– Esa cosa… Nunca debería haber estado aquí. Hice todo lo que pude para eliminarla… Y de todos modos, tuve que dar más… – sus ojos se volvieron hacia el muñón de su lado izquierdo – Sólo necesitaba tiempo para darle el último golpe. Que lo haya conseguido muriendo no es mi problema… ¿O te hubiera gustado darme ese tiempo?
– Tú…
– Cuando comprendas la gravedad de lo que acaba de suceder, comprenderás que los sacrificios que acaban de ocurrir fueron… Milagrosamente mínimos.
– ¿Te importaría explicarlo?
La pregunta de Beelzebu bastó para romper la tensa atmósfera entre los dos dioses; Tezcatlipoca suspiró y se llevó una mano al espejo del pecho, aún intacto.
– Esperemos que no sea necesario.
El dios azteca activó de nuevo el espeso humo de su espejo con el que, llevando a ambos dioses, se teletransportaron de vuelta al coliseo en un abrir y cerrar de ojos; una vez llegaron a la zona del campo de batalla, destrozada en su totalidad e inundada por la lluvia de ofrendas, Tezcatlipoca se dirigió a la salida más cercana.
– ¡Oye! ¿Adónde crees que vas?
– Déjalo… – Beelzebu lo detuvo de inmediato poniéndole una mano en el hombro – Es inútil.
– ¿Eh?
– Tampoco te hagas demasiadas ilusiones. No me importa que vayas ahora y te enfrentes a él hasta que te mate de un golpe. Pero, teniendo en cuenta esta victoria, preferiría que te lo pensaras mejor.
– ¿Has dicho… "victoria"? ¿¡Crees que esto fue una victoria!?
– Al menos seguimos vivos, dioses y humanos… Ella lo dijo, ¿no?
Aunque Beelzebu sólo quería a Dziva para sus propios fines, aquellos pocos minutos que había compartido con su bando luchando por la misma causa… Digamos que habían sido más que suficientes para aflojar un poco el oscuro corazón del señor de las moscas; al menos lo suficiente como para hacerle cambiar de opinión sobre algunas otras cosas que tenía en mente…
– Eso debería ser suficiente. Ahora cada quien a su casa… – dicho esto, Beelzebu soltó a Buda y siguió los pasos de Tezcatlipoca, para dirigirse a la salida.
Por su parte, Buda se quedó solo en el campo de batalla, mirando al suelo, mientras la lluvia de ofrendas por los caídos le caía por el pelo, la espalda, hasta los pies y la punta del arma divina que le habían prestado…
– ¡Señor Buda!
Hablando de eso: a través de las aberturas del cristal protector, los dioses de la CAD se colaron en el campo de batalla para alcanzar al iluminado, especialmente los dioses de Shona.
– Señor Buda. – El primero fue Mwari, que tenía a Anansi pegado al cuerpo como cucaracha – Por favor, dame buenas noticias, ¿Han conseguido matar esa cosa? ¿M-Mi esposa y mi cuñada están bien? ¿Dónde están?
El dios iluminado suspiró en voz baja, de mal humor; devolvió el mazo al dios y negó con la cabeza.
– … ¿No? ¿No qué…?
– … Ya no están aquí… – Anansi lo entendió perfectamente, y su lengua, ya desatada por el pánico, pudo hablar – Mataron a la reina de las arañas… A costa de la melosa y de su hermana.
– … ¿Qué? No puede ser… Ella volvió de la muerte… Ella no puede morir de nuevo, ¿verdad?
– Lo siento…
El iluminado giró sobre sus pasos y caminó lentamente hacia la salida, siguiendo los pasos de los dioses anteriores; sus oídos no tardaron en captar la respuesta de los dioses de Shona:
– ¡¡¡Noooooooooooooooooooo!!!
Un llanto profundo y desgarrador en nombre de un marido recién enviudado, mientras la araña africana bajaba la cabeza en señal de respeto por su única mejor amiga; los demás dioses de la CAD en cuanto sopesaron la noticia también comenzaron a llorar entre ellos, abrazándose y consolándose mutuamente. En las gradas, tanto divinas como humanas, el silencio sepulcral fue la única respuesta que tuvieron…
– Ambos… Dziva y Dzivaguru… – Horus se llevó una mano al plumaje – … Ambas están…
– Por culpa de ese puto loco… – Isis rechinó los dientes con los ojos llorosos – ¡Me lleva la mierda, maldito engendro!
En el palco oriental, los youkai sintieron la necesidad de unirse y elevar una plegaria, además de velas, al ver que tanto Amaterasu como el Emperador de Jade estaban bastante cabizbajos. La mayoría de los presentes en el estadio, sobre todo los del bando de los dioses, no emitieron sonidos ni gritos de victoria o derrota: entendían que no había motivo para hacer nada del tipo…
Pero había una minoría, no sólo divina, que tenía cosas que decir.
– … No puede ser… Las dos están… – la valkiria Geir cayó de rodillas al suelo, temblando incontrolablemente.
– Eso fue una locura… – comentó Sasaki con los ojos muy abiertos por el horror – Un monstruo como ese… Matando diosas del Valhalla. No será nada bueno para los de arriba…
– N-No te preocupes hermanita. – Hrist 'la que tiembla' se acercó a ella para consolarla – Seguro que ganaremos el próximo combate. Lo haremos lo mejor que podamos…
– Dziva… Chang'E… Las perdí… ¡¡Las perdí!!
La pelimorada soltó un grito desgarrador y lloró a mares, aferrándose con todas sus fuerzas a Hrist, que la abrazó a modo de reciprocidad, mientras ella seguía derramando sus lágrimas.
– Hermana…
– Ellas… ¡Ambas apostaron por nosotros y los humanos! ¡Ahora están muertas…! ¡Ni siquiera pude darle las gracias a Dziva por intentarlo!
Hrist quiso decir algo más para intentar calmar los sentimientos de su hermana pequeña, pero de alguna manera lo que acababa de ocurrir le recordó mucho a Brunhilde enviando a las 13 hermanas valkirias a luchar y morir.
Una sensación muy parecida, sólo que ahora no había Siegfried ni Odín que pudieran manipular a la pequeña y convertirla en una marioneta asesina de dioses, ¿Verdad…?
Finalmente, en el palco de los dioses griegos reinaba el caos; sobre todo por la aparición del rey Leónidas, que en ese momento sujetaba a Zeus por el cuello con rabia. Los demás dioses a su alrededor intentaban contraatacar, aunque temían herir al viejo y herido Dios Padre del Cosmos.
– ¿Qué te pasa, humano? ¡Suelta a mi hermano!
– ¡S-Suelta a mi padre…! – Ares tenía los puños cerrados, aunque temblaba por estar frente al asesino de Odín.
– Qué divertido… – murmuró Hermes con las manos a la espalda.
– ¿¡No vas a ayudar, tonto mensajero!? – Syf no sabía si debía meterse en aquella disputa griega.
Leónidas no tardó en reírse por lo bajo, provocando tanto la furia de los dioses griegos como los gritos de terror de Sigrune, la valkiria que acabó allí sin darse cuenta.
– ¡Leo, nos van a matar! ¡¡Por favor, actúa con más sensatez!! – exclamó la valkiria apretando la ropa militar del hombre.
– No quieran darme órdenes. Ahora, volvamos al punto original: ¿No se te ocurrió que habría sido buena idea parar la pelea antes de que pasara algo mayor, anciano?
– Me parece que la situación ya está controlada, ¿No crees, espartano?
– ¿No lo oyes? ¡2 diosas acaban de morir por no hacer nada!
– Así es… Supongo que habrías ayudado, ¿No?
– ¡No es por eso que existes, anciano! ¡¿No te llamabas a ti mismo el más fuerte del Olimpo?!
Zeus señaló el parche oscuro en el lugar de su ojo derecho, que se había ganado por no terminar el tratamiento médico de Dziva.
– Yo también tengo mis límites, espartano… Esto me lo hizo tu dulce bomboncito, que se encargó de que nunca lo olvidara; la felicito por conseguir lo que ni yo hubiera imaginado.
» Volviendo al tema… En la forma en la que estoy no hubiera ayudado, pero tampoco creo que hubiera logrado mucho si hubiera estado en mi mejor forma.
» Viste esa cosa de la misma manera que yo… Es un milagro que ya esté muerta. Pero deberías saber que no es sabio lanzar a todos los dioses contra una araña que podría matarlos a todos. Los reyes deberían saber tomar ese tipo de decisiones, ¿No?
Leónidas no replicó ni dijo nada más, siendo que el dios griego tenía parte de razón; tal acción en esa circunstancia no habría sido lo mejor para nadie, aún cuando el espartano ya tenía experiencia en decisiones suicidas.
– … Lo que sea.
El espartano soltó por fin a Zeus, dejándolo caer al suelo y siendo atendido por Ares y Syf.
– Padre, ¿Estás bien?
– ¡Señor Zeus…!
– Humano… Nunca olvidaré esta ofensa que has hecho. – señaló Hades con ojos afilados y asesinos, a lo que Leónidas respondió con una mirada desafiante…
– Por favor, ¡No se peleen! – Sigrune se interpuso de inmediato – ¡Nada de peleas entre griegos, por favor! ¡Señor Zeus, a todos ustedes, les pedimos disculpas por esta loca intromisión!
– Sigrune, deja de disculparte.
– Dejaré pasar esta ofensa… Siendo que tenemos demasiadas cosas que atender como para que una simple pelea nos detenga. – Zeus tosió un poco y se levantó del suelo – Tenemos que atender a nuestros propios bandos, asegurarnos de que nadie ha resultado herido más de lo habitual, y luego podremos volver a las peleas y a las reuniones.
– ¿Reuniones?
– Después de todo, esta pelea no puede quedarse así… Debemos averiguar lo que pasó en su totalidad… Y determinar el ganador.
El espartano se dio cuenta entonces de lo que decía el pequeño griego, dado que al pensar rápidamente en la pelea se dió cuenta de lo frenética e irracional que había sido, dejando una pregunta al aire…
¿Qué bando se quedará con el resultado de la tercera eliminatoria?
– Lo primero es lo primero. Atiende a tus heridos, espartano, y asegúrate de que nuestra Geir-chan aún esté en forma para continuar esta partida de ajedrez entre diosas y humanos que ha sido… de lo más extravagante.
Las últimas palabras de Zeus sonaron más como una amenaza, acompañadas de su ojo dorado que brillaba bajo la oscuridad y la bruma ligeramente existente de la lluvia de ofrendas; a espaldas del dios griego la luz del sol de los Campos Elíseos se filtraba entre las nubes, dando lugar a un color rosa anaranjado que comenzaba a teñir la espesura climática de la lluvia de ofrendas. Un color en el cielo que los humanos conocían demasiado bien…
Atardecer; estaban cerca de entrar en la noche en los Campos Elíseos, lo que significaba que las próximas batallas, y tal vez el mismo final del Ragnarok, tendrían lugar en las horas nocturnas. Sin dudarlo, el espartano agarró a Sigrune por la cintura y salió corriendo del palco griego.
– ¿Adónde vamos ahora?
– ¡A nuestra reunión con Geir! ¡Tenemos que decidir nuestro próximo movimiento!
– ¡¿No podemos ir más despacio?!
– ¡En absoluto, o dejaré a mi valkiria sola! ¡Sujétate!
– ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…!
No sólo importaba la reunión con Geir, sino también la situación de los Einherjer que aún no habían luchado. Entre ellos, los veteranos que se habían reunido en la enfermería de Dziva…
Aquella zona era ahora un campo de destrucción: las explosiones desestabilizaron gran parte de la estructura interna y acabaron derrumbando escombros que sepultaron a las valkirias y a los Einherjers. Afortunadamente para todos, acabaron en una pequeña cueva de escombros apoyados en la presencia de los hombres que salvaron a las semidiosas:
Simö abrazaba a Lífthrasir mientras Jack estaba literalmente encima de Hlökk, con rocas a la espalda y usando su capa con propiedades divinas para proteger a ambos.
– Ma'am, Are you alright?
– S-Sí… Gracias Jack…
Ambos se sonrojaron un poco, pues hacía poco que habían pasado por algo parecido y se sentían cada vez más nerviosos; la pequeña melliza bajo el cuidado de Simö sonrió de oreja a oreja divertida.
– Waku waku.
– No sé lo que significa pero estoy de acuerdo contigo~ – Simö sonrió de la misma manera que la pequeña valkiria.
– Y ahora… ¿Qué hacemos?
Pasaron algunos minutos dentro de aquella cueva antes de que alguien los encontrara: las rocas sobre ellos se movieron y un par de brazos metálicos abrieron el paso suficiente para que todos pudieran salir de la cueva de escombros. Lo siguiente que percibieron fue la presencia de una sonrisa y unos ojos brillantes pertenecientes a una dama en particular.
– Señor Tesla, ¡Nuestro invento ha funcionado!
– ¡Claro que sí, mi querida alumna!
Marie Curie sostenía una tableta donde recibía datos, así como un par de auriculares para hablar, mientras que Nikola Tesla llevaba un exoesqueleto metálico a modo de armadura que tenía unos brazos gigantescos en forma de excavadoras portátiles; con ello el científico liberó a sus compañeros y a las valkirias. Una vez terminada su tarea, sus ojos brillaron con gran excitación.
– Las lecturas de energía térmica fueron fiables al 100% y la fuerza de agarre de las pinzas es espectacular… ¡Fascinante!
– ¡Justo como esperaba de usted, señor Tesla!
– No me des todo el crédito, jovencita… ¡Tú también me ayudaste mucho! ¡Igual que los enanos!
– Lo que tú digas… ¡Chispitas!
– … ¿Enanos?
Ante la pregunta de la valkiria Hlökk, detrás de Tesla y Curie aparecieron los 2 herreros enanos del segundo Ragnarok en apoyo de la humanidad; Lífthrasir los reconoció y saltó sobre ellos con emoción infantil.
– ¡Tíos Brökk y Eitri!
– Así que tú también estás aquí, pequeña traviesa.
– ¡Por supuesto chi! ¡Gracias a mi maestro sensei favorito Jack!
Hlökk sonrió al ver a ambos enanos y se permitió abrazarlos, aunque eso ensuciara su vestido un poco más de lo que ya estaba.
– Gracias, chicos, por ayudar a Geir a superar esto lo mejor posible.
– Es nuestro deber. Ustedes son una parte importante de nosotros, y debemos responder de la misma manera.
– Además, ¡Estoy seguro de que el bando de la señorita Geir es el correcto! – exclamó Eitri con una risa – ¡Vamos a derrotar de nuevo a esos arrogantes!
– Por supuesto, ¡Chi! – Lífthrasir lo acompañó con una amplia sonrisa – Esperen un momento… ¡Los heridos de la señora Diva!
Jack, Simö y su perro que había quedado afuera se acordaron de la razón principal por la que estaban allí; se dirigieron a la enfermería que estaba bloqueada con algunos escombros, un obstáculo fácil de eliminar para el traje de Tesla, y encontraron el resultado del desastre en su interior:
Para su sorpresa, todo estaba en orden salvo algunos frascos rotos en el suelo; Hlökk revisó las primeras camillas y se alegró de ver que Gangadevi y Skogul seguían allí, ambas intubadas y lo suficientemente sedadas para descansar del proceso quirúrgico al que fueron sometidqs. Con eso, la valkiria aún no pudo respirar aliviada, ya que debía revisar la última sección de la enfermería, la sala de cirugía donde se encontraba Jingū…
Cuando la abrió, se encontró con el desastre: un agujero en el techo, escombros por todas partes, botellas y material médico destrozados en el suelo y, por último, un agujero en la pared. Ni rastro de la Emperatriz de Japón.
– … Maldita sea… ¡No me jodas!
– ¡Ay! – Lífthrasir se mordió las uñas – ¡Esto es obra de… la vaca loca! ¡Habrá entrado cuando todo se vino abajo y se robó a nuestra mujer!
» ¡Estamos condenados! ¡Geir onee-sama se enfadará cuando se entere de esta escena del crimen!
– Eso no es una escena del crimen.
Jack intervino de inmediato; como detective inspeccionó todas las muestras del espacio, tanto los objetos dañados como los agujeros y rocas presentes. Al cabo de unos segundos llegó a una rápida conclusión:
– No hay muestras de sangre, ni trozos de ropa… El aura emocional residual indica que, al parecer, alguien cayó del techo, se peleó con la señorita Jingū y ambos salieron de esta habitación por este segundo agujero. Una persecución, me parece, pero sin señales de daño a la señorita Jingū. Podemos estar seguros de que ella está bien.
– ¡Así es! – la pequeña gemela sonrió emocionada – La señorita Jingū es la mejor espadachina de todas… ¡Aunque ella no tiene un arma divina! ¡Eso será un problema para ella!
– Vaya… – los ojos de Simö se abrieron de par en par – Si es que ser un asesino en serie tan odioso te sirvió de algo.
– Thanks sir… – su rostro dibujó una sonrisa falsa para borrar la incomodidad de que le volvieran a llamar así.
– ¿Crees que eso me tranquiliza? – A Hlökk casi se le revienta una vena de rabia – ¡De todos modos, una Einherjer de Geir ha desaparecido y, lo que es peor, está siendo acechada por alguien! ¡No será diferente si muere aquí que si muere ahí fuera!
» Chico, acabas de decir que veías algo de sus emociones, como un rastro… ¿Con eso podrías encontrar a Jingū?
– Mientras la pista se mantenga fresca, podré hacer mi mejor trabajo.
– Entonces vamos a buscarla. Ustedes… – se volvió para dirigirse a Simö, la gemela y el grupo de científicos – Quédense aquí; Geir volverá y puede que nos quedemos aquí por un largo tiempo. Una vez que vuelva, intenten no asustarla cuando se entere lo que pasó aquí.
– ¡Decirle toda la verdad sin censura! – Lífthrasir se llevó una mano a la frente como soldado – Chi cheñol.
– Ma'am, me parece que tendremos que ir más que juntos… – Jack extendió sus pálidas palmas a Hlökk – Después de todo, podríamos encontrarnos con muchos peligros divinos.
– ¿Eh? ¿Tienes miedo, chico?
– No lo digo por mí… Me preocupa más su propia seguridad que la mía. Juntos así, puedo garantizar su seguridad mucho mejor.
Las mejillas de Hlökk enrojecieron mientras su rostro dibujaba una expresión de enfado.
– No necesito tu… Tu ayuda para cuidarme. Pero si tanto quieres un arma… Supongo que no tengo elección.
La valkiria se acercó al inglés con cierta confianza dudosa y le cogió las manos, apretándolas un poco al recordar la última vez que habían hecho el Volundr. Gracias a los mil años de cercanía entre ambos, más que como meros compañeros de guerra, las cosas serían muy distintas ahora…
Sus manos brillaron y Hlökk se convirtió suavemente en hilos de tejido divino que envolvieron las manos de Jack para formar los guantes divinos capaces de convertirlo todo en un arma asesina de dioses con un solo toque. A diferencia de los guantes de hace 1000 años, ahora tenían un bordado dorado en su superficie muy parecido al espejo que la valkiria utilizaba para peinarse y maquillarse.
Una vez que terminó su proceso de transformación, Jack sonrió con confianza y se dio la vuelta para correr en dirección al agujero de escape abierto. Lífthrasir se sonrojó ligeramente al verlos partir.
– Hlökk nee-sama y Jack se llevan muy bien… ¿Existe una posibilidad que ellos sean mis papis?
– Pequeña niña… – Simö le acarició la cabeza un poco – Eres muy imaginativa. Demasiado.
– Parece que ahora nos toca limpiar este desastre… – comentó Brökk mientras cogía una bolsa para meter algunos trozos de cristal – No creo que el dueño de este lugar se ponga contento cuando descubra el desastre que hay aquí.
– Pues… La enfermería es de Dziva, pero ella salió a luchar. Me pregunto qué habrá pasado…
» Por desgracia, la pantalla donde vimos el combate cayó en mi espalda – Simö sonrió con un poco de dolor – Espero que haya algún medicamento para espaldas de ancianos.
– ¡Vamos a ver la tele! – Lífthrasir empezó a saltar emocionada señalando una pantalla intacta pero apagada – ¡Quiero saber qué ha pasado!
– Veamos si esta pantalla sigue funcionando…
El pequeño grupo decidió comprobar el estado del aparato para ver los resultados del combate si aún no había terminado…
Mientras tanto en el mismo lugar tenía lugar otra reunión no muy agradable: Nikola Tesla, tras abandonar el traje, se encontraba ante la camilla de la valkiria Skogul, que tenía vendajes en el lado izquierdo del brazo, en el estómago y en parte de la cara. Por primera vez, el hombre sintió un vacío en sus entrañas que ninguna teoría científica o método matemático podría resolver.
– … ¿S-Skogul…?
Por el lado de los dioses, Tezcatlipoca cruzaba con movimientos lentos por los pasillos con cierto enojo; haber perdido su prótesis por culpa de aquella araña le había molestado demasiado, pues ahora debería ir a Viracocha a pedirle un reemplazo.
Pero esa no era la única razón por la que estaba enfadado; la mayor parte del tiempo el dios azteca estaba enfadado.
La primera molestia fue un pequeño objeto que había encontrado en los Campos Elíseos, bajo el cuerpo de la reina de las arañas. El segundo motivo fue el brazo que le faltaba; el tercero la interrupción de los dioses Buda y Beelzebu en la batalla.
– Maldito par de inútiles… – gruñó Tezcatlipoca en voz baja – Hubiera podido acabar con esa araña yo solo si no se hubieran entrometido.
» Bueno… Esa mujer y yo lo habríamos hecho.
El cuarto motivo de su enfado fue la misma razón por la que decidió aceptar a la pareja de dioses: Dziva en su forma final. No estaba enfadado con ella exactamente, sino por no saber cómo había nacido aquella figura celestial, distinta de las del Valhalla, y por el hecho de que hubiera muerto en batalla.
– Estaría menos enfadado si no hubiera muerto… Estúpida debilucha.
La quinta razón fue un sonido como de pasos que oyó detrás de él; igual al sonido de pasos que fue motivo de su tardanza en pelear. En otras palabras, alguien había interrumpido su salida al campo de batalla… Pensar que ese alguien lo hubiese encontrado de nuevo, lo asustaba así como provocaba dolor de cabeza.
– ¡Maldita sea! – Tezcatlipoca se llevó ambas manos a la cabeza – ¡Estúpida hija de…!
– ¿Con quién estás hablando?
El dios azteca se tragó sus palabras al darse cuenta de que ya estaba en presencia de otros dioses: Nut montando a Audumbla. Ver que sólo se trataba de un par de Primigenias lo tranquilizó un poco…
Pero ver de qué se trataba Nut se convirtió en su sexto enfado consecutivo.
– ¿Qué haces aquí? Enana.
– También es bueno verte… En especial vivo.
Audumbla mugió un par de veces.
– Así es. Estamos aquí para llevarte a la sala con los demás, dadas tus heridas.
– ¿Eh? Por supuesto que no. No necesito ayuda para volver a mi habitación--
De repente, un dolor interno golpeó a Tezcatlipoca, que le hizo caer al suelo de rodillas, como si le hubieran sacado el aire sin previo aviso; esto hizo que Nut abriera los ojos y girara la cabeza con curiosidad.
– ¿Estás bien?
« Debes… Debes estar bromeando… » Tezcatlipoca respiró hondo un par de veces para intentar mitigar el dolor, al entender de dónde venía « Sólo recibí un golpe de esa araña, cuando me arrancó la prótesis… Fue el único golpe que recibí, pero… ¿¡De verdad tiene que doler tanto…!? »
Tezcatlipoca respiró un par de veces y terminó levantando la mano a ambas diosas.
– Me vendría bien… algo de ayuda.
– … ¿"Por favor"?
– ¡Sólo ayúdame, enana, y tú también, vaca!
Audumbla mugió malhumorada y lanzó una coletada a la cara del dios; después Nut le cogió de la mano para ayudarle a levantarse y tomó asiento a lomos de Audumbla. A pesar de su gigantesco tamaño, la diosa vaca no tuvo ningún problema en cargar con ambos con facilidad.
– … Curiosa caridad la tuya… – comentó Tezcatlipoca con mal humor – Dudo que hayas sido buena persona porque te nació, ¿No es así enana? ¿Qué es lo que quieres?
– … Algunas preguntas, antes de que las hagan los demás. – Nut miró a Tezcatlipoca – Esa araña, ¿Averiguaste de dónde venía?
– No exactamente. Estaba hablando de Cthulhu, el pulpo que mencionó Quetzal que controlaba todo el Nido del Caos, y perdió la cabeza cuando le dije que estaba muerto.
– Lo supuse después de que mencionara "señor" tantas veces.
– También dice que oyó su voz… Me gustaría pensar que estaba tan loca que oía cosas en su cabeza…
– … Pero no estás seguro.
– … Me gustaría asegurarme de que no hay ninguna de esas cosas merodeando por ahí. Si sólo uno de ellos fue capaz de aparecer y usar ese horrible poder, no quiero imaginar que pueda haber más por ahí…
» Hablando de poder… ¡Qué mierda! – el séptimo motivo de ira se hizo presente: las telarañas de Atlach-Nacha que se habían adherido a su cuerpo – ¡Maldito insecto! ¡Me dejó embarrado con esta porquería!
– Al menos no te tocó con sus "hilos especiales".
– ¿Con su qué? Ah sí, algo así mencionó la otra mujer, ¿Qué se supone que era eso?
– Según mi hipótesis, los hilos especiales abren un puente entre mundos, en este caso quizá habrían abierto un puente del Cielo al Inframundo. Además usaron mucho vacío original de Cykranosh, que te habría hecho mucho daño.
– ¿Según tu hipótesis…? ¡¿Y se te ocurre avisarme hasta ahora?!
– No estás muerto. No deberías quejarte.
– ¡Pero podría haber muerto! ¡¿Te conformarías con saber que tu ignorancia mató a un Primigenio, enana estúpida?!
La diosa estaba a punto de responder hasta que se planteó esa pregunta más de una vez, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que había ocurrido con los otros dioses. Todo eso había abierto una fisura emocional… Algo de lo más profundo del corazón de Nut.
– Y-Yo…
– Mejor… ¿Quieres explicarme por qué le diste tan poca importancia a una araña que casi me mata? ¿Quieres resolver este acertijo antes de que te golpee?
La octava razón de la ira de Tezcatlipoca, aunque debería ser la primera más bien, fue haber confiado en Nut que no era un animal peligroso pero que casi le cuesta la vida. Si el dios azteca hubiera muerto en aquella batalla… Las cosas habrían sido oscuramente distintas a como eran ahora.
– … Lo siento… Pero no lo siento.
– ¡¿Eh?! ¡¿De qué demonios estás hablando?!
– Mi hipótesis era correcta, y te la voy a explicar ahora mismo: sin su fuente de energía original, esa araña no debería ser tan fuerte como lo fue. Es decir, sin Cykranosh sólo debería ser una araña fuerte…
» Aunque mi hipótesis era correcta, no tuve en cuenta todos los elementos: tal parece que… hay una fuente de Cykranosh en los Campos Elíseos.
– Estás… ¿Hablas en serio?
– Es la única forma que esa araña tendrá para adquirir tanto poder y tanta fuerza para casi matarte.
– Pero el Cykranosh ya no debería existir.
– Corrección: los dioses no deben tener acceso a lo poco que queda de Cykranosh. Todo lo que quedaba fue enviado al fondo de Helheim, lo que los dioses del Valhalla han llamado "Nilfheim", el lugar donde mueren las almas.
» Así que hay una fuente pero no debería ser accesible, lo que me hace plantear otra hipótesis: ya hay un puente entre este lado y el vacío original, aunque tan minúsculo que es prácticamente invisible e inútil. Mi primera teoría es que se debe a esa guerra del Ragnarok en la que luchan las almas, pero no tiene sentido que no lo hayamos sentido antes…
» Fue después de esta pelea cuando empecé a sentir ese hueco que está haciendo una fuga de vacío original… Pero es tan bajo que apenas puedo sentirlo, y mucho menos saber cuál es el origen.
– ¿Cómo sabes todo esto?
– Porque soy inteligente, idiota… Además que Viracocha me lo contó por si necesitaba saberlo.
– Qué conveniente… Siendo así, debemos poner todos nuestros recursos en encontrar esa brecha y cerrarla.
» Una Criatura del Caos aparece de repente y mata a una Primigenia, una fuga del vacío original que la alimentaba para hacerse más fuerte, una apertura de mundos… Qué molesto… – noveno motivo de ira detectado.
– Otra cosa… ¿Era de verdad una Primigenia?
Otra pregunta natural de Nut, que era muy obvio que tanto ella como los demás Primigenios querrían hacerle. El dios azteca se cruzó de brazos para responder.
– Su cuerpo emanaba una gran radiación de Shakti, así como todos sus ataques, aunque su cuerpo no tenía suficiente Kamaqen… No me cabe duda de que era una Primigenia primeriza que podría haber ido demasiado lejos con el tiempo suficiente para asimilar su existencia.
– … ¿Cómo coño ha podido pasar esto?
– A decir verdad, ya no me sorprende que una Primigenia haya nacido después de una Criatura del Caos que creíamos muerta. Que ambas estén muertas, da un poco más de equilibrio a las cosas… supongo.
Nut guardó silencio un momento, y luego volvió la mirada hacia el muñón del brazo del azteca, que habia perdido en su pelea contra la Criatura del Caos original, Cipactli. La pequeña diosa admirada en secreto aquella hazaña de los hermanos gemelos, que fue el punto decisivo para la creación del Cosmos, además que ella nunca hubiera sido capaz de tener tal sacrificio.
– Hay que hallar esa fuga de Cykranosh y matar toda Criatura del Caos que esté vagando por ahí. Espero que hagas bien tu trabajo esta vez.
– ¿Qué? ¿Qué acabas de decir? ¿Supones que yo… haré eso…?
– Sí, eso es lo que he dicho.
– ¿Qué te hace pensar que…?
» ¿Eh? ¿Qué tienes en el pecho?
– ¿Qué? ¿De qué estás hablando?
– ¡De esto! – Nut se levantó y con un rápido movimiento le quitó el objeto que Tezcatlipoca llevaba en el pecho.
– ¡Devuélveme eso, maldita enana!
Aprovechando que Tezcatlipoca estaba herido, la diosa se bajó de Audumbla y se alejó lo más posible para comprobar el objeto en sus manos:
Una pequeña pluma de ave, pintada de hermosos colores pero sobre todo de una combinación de verde, rojo y azul que parecía metálica bajo la luz del pasillo, que reconocería en cualquier lugar que la viera; una pluma que le hizo apretar ambas manos muy enfadada.
– ¿De dónde sacaste esto?
– No te importa.
– ¡Por supuesto me importa! ¿¡Dónde lo sacaste!? ¡Responde!
– Cállate enana fastidiosa… – Tezcatlipoca suspiró de mala gana – Lo encontré debajo del cadáver de esa araña. Aparentemente estaba en el suelo desde antes.
– ¿Por qué pensabas guardarte esto para ti? ¿Cuáles eran tus planes?
– No eres nadie para cuestionarme. No tienes la autoridad--
– ¡Responde a la maldita pregunta!
El rostro de Nut tenía los ojos muy abiertos y temblorosos, al igual que su boca y sus labios, mientras sus manos apretaban la pluma con gran valor; por primera vez la diosa mostraba ese lado iracundo que ocultaba…
Cuando se dio cuenta de lo que hacía, la diosa bajó la cabeza, tragó saliva y se metió la pluma en el escote del vestido.
– Ya no me apetece estar junto a ti. Voy a caminar.
– … Lo que sea.
¿De qué podría tratar esa pluma? Un tema específico para la diosa egipcia, y un toque emocional muy fuerte; algo que le gustaría tener en esos momentos en los que su corazón y sus sentimientos hervían sin control. Más que respuestas a sus palabras, alguien especial a su lado…
– ¡Nut-chan! – al final del pasillo apareció Deví corriendo a toda velocidad a pesar de su robusto cuerpo; inmediatamente saltó hacia Nut para abrazarla con gran fuerza – ¡Nut-chan! ¡Has huido tan rápido que no he podido alcanzarte!
– No tanto… Aunque ese era el punto.
– Por otro lado. – Deví sonrió al dios azteca con total pureza y sinceridad – ¡Tezca-chan, lo hiciste muy bien! ¡Enhorabuena por matar a esa araña!
– Obviamente, ¿Con quién estás hablando?
La frialdad e indiferencia con la que hablaron ambos dioses entristeció un poco a Deví; pero no lo suficiente pues su mente poco ética dedujo un par de cosas ante el despliegue de pocas emociones tan iguales en ambas figuras.
– Las mismas respuestas y las mismas caras de amargura… ¿Son pareja?
– ¿Pero qué…? ¡Claro que no! – ambos dioses dibujaron las mismas caras de gran enfado – ¡¡Qué asco!!
– Por cierto… Tezca-chan, hay un tipo buscándote. Apareció como un rayo… ¡De repente!
– ¿Eh? ¿Un tipo? ¿Qué tipo de "tipo"?
– Bueno… Es un tipo delgado como una salchicha, vestido muy elegante como si fuera a una boda. Llevaba un bonito peinado y un tatuaje sexy… Si fuera de mi tamaño o más grande, podría haberlo entretenido mientras llegabas~
– No quiero oír hablar de tus indecencias, idiota.
– Ugh… Sé quién es… – Nut mostró una muy mala cara – El mensajero del niño Zeus.
– ¿Qué es lo que quiere?
– ¿No es obvio? Estoy segura de que van a hacer un gran alboroto de lo que acaba de pasar con esa maldita araña y esa nueva Primigenia.
– ¡Cálmate, querida! ¡No estás pensando con claridad!
A pesar de sus esfuerzos por buscar respuestas, Brunhilde no pudo encontrar nada; más enfadada por la gran vacilación que Gjöll mostró a sus preguntas, para que acabase respondiendo con un "No lo sé, lo siento mucho, no tengo edad para saber esas cosas".
– ¡Brunhilde! – Baldr se levantó de su asiento para acercarse a la enloquecida valkiria, que seguía destrozando estantería tras estantería– ¡No busques más! ¡Ya se ha acabado todo!
– ¿Eh? ¡¿Qué dices, niño malcriado?!
– ¡La lucha ha terminado!
Inmediatamente se volvió a las pantallas y las señaló, en las que destacaba un texto flotante:
Combate concluido
Resultado incierto
A espera de respuesta de los altos mandos
Houyi estaba tranquilo pero inseguro abrazando a su pequeña Wu Gang que había estado llorando a gritos durante mucho tiempo, mientras que Nanna estaba un poco vacía y con la mirada cabizbaja; muchos sentimientos bajos que hicieron que Nilheim se enfriara más de lo habitual…
Pero… No lo suficiente para apagar a Brunhilde.
– No es posible. Tengo un mal presentimiento…
– Cariño, por favor, no empieces…
– No me quitaré esa araña de la cabeza hasta que sepa qué demonios era y sepa que mi hermanita está a salvo.
– ¡Pero querida! No encontraremos nada si sigues así. Por favor, cálmate.
– Más bien… No encontraré nada si sigo buscando aquí.
Inmediatamente se levantó para dirigirse a la entrada ósea de la sala especial y privada de Hela; sabía que la diosa de los muertos tenía acceso a más información, mucha de la cual no compartía con los invitados de la sala Eljudnir. Allí debía de estar la respuesta…
Pero Hugin y Munin se interpusieron en el camino de Brunhilde.
– ¡Ah no! ¡No irás más lejos!
– ¡Brunhilde, conoces las reglas! ¡Todo está permitido…!
– ¡Excepto involucrar a la señora Hela y sus pertenencias! ¡Ni se te ocurra poner un pie en--!
La valkiria reaccionó con gran velocidad para tomar a ambas aves entre sus manos y apretar lo suficiente como para hacerlas callar.
– No tengo tiempo para tus tonterías… ¡Fuera de mi camino!
Al poco tiempo, la mancha negra ensangrentada del suelo se alzó para dar forma a Garm, el perro guardián de Hela; el animal alzó sus caninos rojizos contra ella y erizó el lomo.
– ¡B-Brunhilde! ¡Déjanos ir ahora!
– Si no… ¡Garm te considerará una amenaza… y te atacará…!
– … No si le doy un aperitivo primero.
Los ojos furiosos de Brunhilde se posaron en los pájaros y en Garm con una idea, muy agresiva y malvada en muchos sentidos; los apretó a ambos y acercó las manos con la intención de lanzárselos al perro guardián. Eso le daría tiempo suficiente para entrar en la habitación de Hela…
– ¡Querida! – Siegfried corrió por la habitación – ¡No lo hagas!
– ¡Espera! ¡Morirás si haces esto! – Baldr también se involucró con la cara pálida.
– Eso no será necesario, señora Brunhilde.
La tranquila y serena Gjöll intervino una vez más; con su repentina voz a sus espaldas sobresaltó tanto a la valkiria como a los cuervos, sobre todo por la sorpresa de que no la hubieran oído llegar. Sus manos húmedas se posaron sobre las de la valkiria para impedir que estrujara a los pájaros.
– ¿Quiere un libro? No se preocupe. Puedo traérselo, ya que no afectan en mi las normas de mi señora.
– ¿Eh…? ¿¡Por qué no me lo dijiste antes!?
– ¡Gjöll! – los cuervos empezaron a graznar enfadados – ¿¡Cómo se te ocurrió ofrecer eso hasta ahora!?
Gjöll parpadeó un par de veces con sorpresa y levantó los hombros.
– Es que… Nunca preguntaron.
– ¡Eres una…! E-Está bien. – Brunhilde se cruzó de brazos tras soltar a los cuervos; no le gustaba mucho depender de las criadas para conseguir cosas que Hela no quería darle.
– Vuelvo en un momento.
Gjöll alargó la mano para acariciar la cabeza de Garm, calmando su eufórica furia y haciendo que se tumbara en el suelo; entonces la doncella abrió la puerta de huesos y la cerró tras de sí con un sonido poco perceptible. Una vez dentro de la habitación de Hela, la mujer se sonrojó un poco; de todos los lugares del palacio de Hel, aquel era su favorito, aunque no podía permanecer allí mucho tiempo.
– Veamos… – la criada se secó los pies para no mojar la habitación de su ama; avanzó a las estanterías repletas de libros y comenzó a buscar entre los numerosos textos – Algo que hable de arañas asesinas de dioses. No debería ser muy difícil encontrar algo tan particular… ¿Eh?
A su lado, la magia divina de la diosa Hela se hizo presente junto con el sonido de las campanas; de repente, una luz apareció, sobresaltando a la mujer. Esta luz se solidificó y acabó convirtiéndose en esferas de cristal, diferentes entre sí: una de color grisáceo claro con ligeras manchas oscuras, otra negra con un toque verde muy oscuro, y por último una verde fosforescente con un toque cálido, de modo que hasta Gjöll sintió una gran paz con sólo verla.
Aquellas esferas de cristal levitaron en el aire durante unos segundos para finalmente posarse en el estante de las almas: las 3 en el mismo estante, como si tuvieran que estarlo a pesar de ser diferentes.
– Así que el resultado fue este. – su mente divagaba tanto que estaba olvidando lo que estaba haciendo ahí – 3 dioses muertos… ¿Eh? Eso me suena familiar…
Sin embargo, su mente también era capaz de tener una memoria tan fina y meticulosa como para recordar algo que hubiera leído hace miles de años.
Eso fue justo lo que ocurrió: una vez Hela le había permitido quedarse en su habitación y leer todo lo que quisiera, incluso libros prohibidos; fue entre ellos que Gjöll había leído una vez y había recordado palabras semejantes en aquel mismo momento.
Pasó entre los libros hasta encontrar el indicado, abrió sus páginas que hojeó una por una, hasta detenerse en el párrafo exavtonque le estaba sonando en la cabeza:
Serán 2 mujeres del Cielo las que logren lo imposible: derribar 3 coronas divinas.
- Última profecía de Pitia, la última profetisa de Delfos -
Fecha de publicación: 04/07/24
Autor: ASFD
Editor: Darklord331
Nota de autor: Muy buenas a todos, mi queridos y amados lectores.
Después de un mes de espera volvemos a la programación habitual UwU. El segundo Ragnarok debe continuar, así como KNY con la fortaleza infinita y JJK con el regreso de Sukuna madreando hechiceros 💪💪
Se recogen vestigios de la batalla más sangrienta y desesperada del segundo Ragnarok, mientras cada bando vuelve a reunir fuerzas… Pronto tendremos las reuniones que decidirán el siguiente movimiento del sehundo Ragnarok, ¿Quiénes podrían ser los elegidos para librar la siguiente ronda? ¿Qué bando tomará la victoria contra la reina de las arañas? ¿Tezca dejará de estar enojado? ¿Jingū habrá tenido un ataque de sonámbula? ¿Pronto Líf volverá a los brazos de sus hermanas o seguirá provocando el apocalipsis? ¿Algún día SNV manga canon dejará de descanonizar LR como si estuvieran en Olimpiadas?
Todas estas preguntas y muchas más en el siguiente capítulo, que se estrenará… Pronto. (Depende de cuánto se tarde mi editor en corregir, y cuánto me tarde yo en hacer dibujitos XD). No tengo idea de cuándo, pero espero sea pronto.
Por lo mientras, disfruten del capítulo… ¡Y los leo en el siguiente capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top