Capítulo 72: Todo, sin importar el costo
El silencio en la sala de reuniones era abrumador y aterrador, tanto que cualquiera que no estuviera invitado se asustaría muy fácilmente. Era mejor no estar allí.
Los líderes más importantes de panteón se habían reunido de nuevo, con la excepción del DPDC; en su lugar estaban el mensajero Hermes, el guerrero Ares, la estratega Atenea y el rey del Inframundo Hades.
Fue el hermano mayor quien inició la reunión.
– En primer lugar, me gustaría pedir a todo el mundo que mantenga la cabeza fría.
– ¿Cabeza fría…? – Amaterasu fue la primera en estallar – ¡¿Cómo carajo vamos a estar con la cabeza fría!? ¿¡Te das cuenta de la situación en la que estamos!?
– Por supuesto que soy consciente. La situación no es nada agradable… Mucho más por el golpe que ha sido, emocionalmente hablando…
– Así es. – respondió Brahma, el único capaz de mantenerse al frente mientras los 1116 continuaban con sus lamentos – Ella era… muy querida para nosotros.
Oír esto causó una ligera incomodidad a Atenea, que apretó las rodillas contra su pecho mientras escondía la cabeza en el sofá dispuesto para su asistencia a la reunión; Ares le miró sentimentalmente.
– Hermana…
– Sí… Por lo que veo, esta derrota fue más fuerte de lo que esperábamos… – Hades se inclinó respetuosamente – Espero que puedan--
– Dejemos a un lado este tonto drama… ¡Esto es culpa suya!
La siguiente en enfadarse fue Syf, que se levantó de su asiento con firmeza; a su lado, Morrigan saltó como un ratoncito excitado.
– ¡Si, si! ¡Su culpa!
– Esto es culpa de Shiva por esa maldita obsesión que se le metió en la cabeza… ¡Su terquedad nos tiene aquí!
» ¡Tanto la suya como la de esa niña…!
Levantó la mano para señalar a Atenea, que levantó la cabeza.
– ¿Es culpa de mi sobrina?
– En lugar de discutir un plan objetivo, como se suponía que debía haber hecho, dejó que Shiva tomara el control para llegar al sexto asalto… ¡Dijo que sería una buena luchadora!
» ¡Y aquí estamos!
– … Tenía mis dudas… – replicó Atenea, en voz baja a modo de defensa – Su combate dependió más de la suerte que de mis estadísticas. Superó mis números…
– ¡¿Y por qué se te ocurre decir eso ahora que vamos perdiendo?! ¡Estúpida infantil…!
– ¡Basta! – Hades se levantó de un salto de su asiento – ¡No lo repetiré, no quiero discusiones ahora! ¡Tenemos más cosas qué pensar!
Mientras todos estaban en un ambiente tan tenso y poco amistoso, Huitzilopochtli jugaba con su nuevo brazo regenerado y se tocaba la cara con las vendas aún puestas. Coatlicue, a su lado, le tocó suavemente el hombro.
– Hijo… Presta atención.
– ¡Oh, si! ¿¡Quién sigue ahora!?
– Hay que tener cuidado – respondió Hermes – Aunque Lakshmí lo tenía todo para ganar, un solo momento en contra cambió toda la lucha.
» Si no elegimos con cuidado, volveremos a perder… Y ellos tomarán la delantera.
– ¿Y si nos ponemos… locos? – propuso Huitzilopochtli con una sonrisa – Yo digo que… ¡Un Primigenio!
– ¡Sí, sí! – Morrigan levantó la mano – ¡Estoy de acuerdo con el loco!
– Nada de eso hasta que tengamos en claro cómo va la situación con ellos… No quiero que ocurra otro problema como el de Nut. – contestó Hades.
– ¿Qué importa? – Morrigan saltó en su asiento, como un canguro – ¡Todo sea por mi querido Loki!
– Solo cállate. – Lugh golpeó la cabeza de Morrigan para controlarla.
– También tenemos un as en la manga que podemos usar cuantas veces queramos y no nos afectará… – Hades se giró en su asiento para dirigirse al sofá de su sobrina – Atenea, ¿qué dices--?
– ¡No, no, no! ¡Ella no se va a involucrar más en esto!
Una vez más, Syf se mostró errática en presencia de la diosa, aprovechando el momento para soltar más cosas que llevaba dentro.
– ¡Esa estúpida nos hizo perder! ¡Ella misma aseguró que saldría bien, y no fue así…!
» ¡Estúpida mentirosa! ¡No quiero que te involucres en ninguna otra decisión!
– ¡He dicho que nada de peleas…!
– ¡Cállense!
El grito de Atenea llamó la atención de todos; la niña se levantó del sofá y miró erráticamente a todos, encendiendo también su Conciencia de Guerra. Un nuevo sentimiento que ni siquiera los griegos habían visto en ella.
– He dicho todo lo que tenía que decir; la suerte siempre es mejor que los números… Hice mi trabajo, ¡Y no dejaré que ninguno de ustedes, calvos, me diga lo contrario!
– … ¿Calvos?
– Tú… – una ofensa dirigida sólo a Syf – ¿¡Cómo--!?
– ¡Si no les gusta mi trabajo, jódanse! – Athena les sacó la lengua con la cara roja – ¡Arréglense sin mi ayuda lo mejor que puedan! De todas formas, ¡Es la hora de mi séptima siesta diaria! ¡No me molesten más!
Con un fuerte pisotón la diosa se retiró de la habitación, cerrando la puerta con toda la fuerza que pudo y volviendo a hacerlo sólo por placer; Hermes giró a Ares de lado.
– ¿Te quedarás de brazos cruzados, grandote?
– ¿¡Eh!? ¿¡Por qué tengo la culpa!?
– No está mal… uno menos… – concluyó Syf, respirando hondo para intentar calmar su reciente enfado – Nos hemos librado de otro problema--
– ¡Oye! – Hades se dirigió a la nórdica – No me importa que seas la esposa de Thor… A mi sobrina no se le habla así.
Hermes volvió los ojos hacia Ares.
– Eso sí que es defender a nuestra hermana, ¿No crees?
– ¿Qué tengo yo que ver con esto?
– Hicieron enojar a mi sobrina… Por primera vez veo lo imposible…
Tras la primera respuesta airada, Hades dejó escapar una leve carcajada.
– Aunque agradezco que me hayan hecho ver ese lado tuyo que tanto deseaba ver…
» Ahora tenemos otro problema: ¿Terminar el Ragnarok sin una estrategia clara, o todos quieren ocupar el lugar de la mejor estratega de los Cielos? De la diosa que nos ha dado 3 victorias, sin fallar en sus estadísticas y números…
– ¿Sin fracasar? – Syf apretó las manos – ¡¿Estás diciendo que esta pelea, que ella eligió, no fue un fracaso?!
– ¡Claro que fue un error! – Huitzilopochtli salió en su defensa – ¿Y a quién le importa un solo error?
– ¿Huh? ¿Qué estás diciendo?
– ¡Digo…! Los culos de 3 líderes; el mío, el del viejo y el del vegetariano, se salvaron por sus decisiones… ¡3 victorias a favor!
» Los egipcios se volvieron locos y quisieron enviar a su lagarto y a su propia niña, contra su voluntad… ¡Y perdimos! Y ahora perdimos otra vez por un capricho, que seguramente quiso experimentar para ver si teníamos razón…
» ¿¡No creen que haya un patrón que nadie ve!? ¿¡O creen que soy el único loco aquí!?
Hermes asintió y se volvió a Ares.
– Hasta el demonio de sangre la defiende, ¿Cuándo lo harás tú?
– ¿¡Qué tengo yo que ver con todo esto!?
– ¿De qué están hablando?
La voz profunda y oscura del Berserker del Trueno llenó la sala y silenció a todos los reunidos; especialmente a la diosa Syf, cuyo rostro eufórico se apagó.
– Thor…
– Señor Thor, es un placer tenerle aquí… – Hermes hizo una reverencia – Así también a ustedes, señores Thot y Horus…
Detrás del nórdico estaba la pareja egipcia; Horus con torpes intentos de aparentar calma, mientras Thot asentía con la cabeza.
– Saludos, mensajero del Olimpo… Y también a los presentes. Parece que hay una reunión.
– ¿Funcionó su plan, señor Thor?
– ¿Eh? – Morrigan volteó a Lugh – ¿Cuál plan?
– Tonta. – Lugh le dio otro golpe en la cabeza, por placer – El señor Thor buscaría a Nut para discutir el tema de la tercera ronda.
– ¡Ohhhhh! ¡Cierto! – Morrigan usó su magia negra para moverse hasta los hombros de Thor, tal y como hacía Loki – ¡Thor-chan ♡! ¡Qué guapo y pelirrojo estás hoy! Cuéntanos, ¿Cómo te fue en tu cita con la enana lesbiana? ¿Te rechazó?
Syf se sintió muy molesta al ver a Morrigan allí, aunque no lo quiso mostrar; Thor se apartó de Morrigan y puso ambas manos sobre la mesa para anunciar la reunión.
– Hemos hablado con ella. Convencerá a los otros Primigenios de la lista, Viracocha-sama y Deví-sama, para que permanezcan de nuestro lado. Además, también aceptó volcar su victoria a nuestro favor.
– ¡Qué buena noticia! – Huitzilopochtli aplaudió emocionado.
– Más bien, noticias agradables en momentos tensos. – sonrió Lugh con satisfacción.
– P-Pero… – Horus terminó las condiciones – Ella… Mi abuela puso una… Una condición… Sólo aceptará si tenemos 3 victorias seguidas.
Todos guardaron silencio; Hades fue el primero en responder con una risa sarcástica.
– Esas son malas noticias. Muy malas noticias.
– ¿Por qué? ¡Se supone que sólo nos falta uno…! – Huitzilopochtli levantó las manos para hacer cuentas mientras miraba el holograma correspondiente; entonces se dio cuenta de su error – ¡Oh, no! ¡Hemos perdido el tren!
– No todo ha terminado. Todavía tenemos una oportunidad…
– ¡Eso es lo que has estado diciendo todo el tiempo, Thor! – Horus se permitió estallar de nuevo – ¡Pero no lo entiendo! ¡Sigo sin ver lo que tú ves!
» ¡No tenemos ninguna posibilidad…!
– No… Por supuesto – intervino Amaterasu después de tanto silencio por su parte – Hay una oportunidad más…
– ¿¡Tú también?!
– Ahora tenemos 3 puntos en el marcador… Si sumamos 3 victorias, el marcador será de 6 puntos. Si conseguimos que sean consecutivas, el punto de humanidad subirá a nuestro favor. Es decir…
» 7 puntos… Tan pronto como se cumpla esa condición, con nuestra victoria consecutiva, el Ragnarok habrá terminado. Será… Será nuestra completa victoria.
Se hizo de nuevo el silencio, aunque ahora con rostros alegres y esperanzados; el rey del Inframundo se levantó con expresión seria y muy realista.
– Vaya, se las arreglaron para llegar a un buen acuerdo con Nut y los Primigenios… Pero, es una tarea difícil.
» A menos que luchemos con todo lo que tenemos y demos aún más de lo que podemos… En cualquier momento, la humanidad podría darnos la vuelta. Basta con mirar esta lucha reciente: tan cerca, pero un paso en falso y…
– ¡Entonces hagamos nuestra selección! – Huitzilopochtli se incorporó – ¡Yo digo que mandemos a un Primigenio! ¡Ya estamos en buenos términos, ¿No?!
– Sí… Es lo que más nos gustaría… – Brahma volvió a intervenir – Me gustaría que el próximo sea el Primigenio de nuestro panteón, para luchar en nombre de--
– ¿Dónde está Atenea? – Thor miró a su alrededor sorprendido – ¿No debería estar aquí para esta votación?
Syf cerró la boca de inmediato; aunque tenía muchas cosas que decir, no quería utilizar ni una sola palabra hacia su marido, con el que aún había asuntos pendientes que discutir. Hades sonrió suavemente, viendo por el rabillo del ojo a Syf.
– Digamos que mi sobrina está indispuesta en este momento. No podrá ayudarnos en esta lucha… Tendremos que elegir sin ella.
Thor frunció el ceño un poco incómodo.
– Prefiero tener este tipo de discusiones con ella. Si no está aquí, no quiero votar.
« ¿Ahora sólo tienes cabeza para esa maldita mocosa? » Las mejillas de Syf se pusieron rojas e hinchadas por el enfado.
– Eso no es un problema… De hecho, la propia Atenea nos dio su opinión mucho antes de que tuviéramos esta reunión.
Amaterasu, que ya había calmado su rabia y su ira, se levantó de su asiento y acercó a la mesa, al igual que el Emperador de Jade, que estaba de pie a su lado. La diosa japonesa puso ambas manos sobre la mesa y se dirigió a todos con seriedad.
– Propuso a la chica muda para la sexta ronda… Y también al representante tanto del panteón del Emperador de Jade como del mío…
» Chang'E.
– ¿Huh? ¿La lunática? – Huitzilopochtli se rascó la cabeza dubitativo – Por cierto, ¿Quién es ésa?
– Hijo, no seas irrespetuoso.
– Yo diría que es la mejor guerrera de China – admitió el Emperador de Jade, aunque con voz algo forzada al igual que su expresión – La conocen mejor por uno de los títulos que tomó de Grecia…
– "La hermosa sol bajo la Luna" – respondió Ares en voz baja – Chang'E, la segundo Apolo.
– ¿Apolo? ¿Ese narcisista gay?
– ¡Hijo! – Coatlicue extendió los brazos a Huitzilopochtli – ¡No puedes decir eso tan alto…!
– Del mismo modo que Sobek tomó una vez el título de Poseidón como tirano de los mares y utilizó su tridente… Chang'E ha entrenado y perfeccionado su combate, con tantas habilidades como las que tenía el propio Apolo, destacando sobre todo su puntería con el arco… La mejor tiradora de los Cielos, si no mal vieron en su participación hace unos siglos.
– … Cierto – comentó Hades, llevándose una mano a la barbilla – Hubo un medio tiempo durante el torneo en Grecia por… Por el tridente de mi hermano, ¿Cierto?
– ¡Ganó el concurso de tiro con arco! ¡2 veces seguidas…! – exclamó Amaterasu, indignada de que Hades no la recordara tan bien.
– No importa lo que haya hecho en el pasado. Importa lo que ella pueda hacer ahora… – Thor se volvió a la diosa japonesa y el emperador chino – Ella fue propuesta por Atenea por una razón, pero les pregunto…
» ¿Es capaz de comenzar nuestras victorias consecutivas?
– Absolutamente. – asintió el Emperador de Jade con la cabeza – Le informaremos de inmediato, y luchará en la séptima ronda. Y… Por supuesto que ganará.
– ¿Alguien tiene alguna objeción a eso?
Los demás dioses guardaron silencio, a falta de opiniones adicionales: Morrigan tenía una mano sobre la boca en nombre de Lugh para evitar un comentario inapropiado, Huitzilopochtli tenía la boca cerrada antes de hacer otra propuesta que saliera mal, y Brahma bajó la cabeza con palabras para refutar pero sin entusiasmo.
Thor asintió entonces.
– Está decidido. No perdamos más tiempo. Tenemos un Ragnarok que ganar de una vez por todas…
Ares estaba muy preocupado con toda la reunión, aunque incómodo de saber que la diosa que tomó el título de Apolo sería la elegida; nunca tuvo simpatía ni gusto por ese dios narcisista, pero le caía mejor que otros dioses. Que Zeus, su padre, hubiera decidido repartir tan a la ligera las cosas de sus perdedores había sido un golpe emocional que no esperaba que le doliera tanto…
De repente, al levantar la vista entre tantos dioses reunidos y furiosos, pudo ver que Hermes estaba utilizando su dispositivo electrónico a mitad de la conferencia.
– ¿Hermes? ¿Qué haces con eso?
– Un poco de pérdida de tiempo. – respondió tranquilamente el mensajero.
– ¿No ves que estamos en algo importante? ¡Debes prestar atención!
– Yo también te lo diría a ti; ¿Por qué estás aquí, tumbado y con cara de tonto, y no con nuestra hermanita Atenea?
– ¿¡Qué!? ¿Por qué tanto interés en que yo esté detrás de ella? ¿Desde cuándo me convertí en su niñera?
– Más bien al revés: ella es tu niñera. Perderás la cabeza si no está aquí.
– ¿¡Qué estás diciendo!?
El teléfono que Hermes deslizó en los bolsillos de su pantalón envió aquel mensaje con las noticias más frescas de la reunión. El texto viajó a gran velocidad, hasta que llegó al dispositivo de destino:
La diosa griega más voluptuosa cogió su aparato y leyó el mensaje, dibujando una sonrisa en sus carnosos labios.
– Así que la conejita… – Afrodita dejó su aparato a un lado y volvió a relajarse ante el masaje de sus golems – Esperaré a que Hermes lo confirme y luego se lo haré saber a la pequeña semidiosa…
» Ojalá pudiera estar con ella para ver su reacción… Tan linda y desesperada~
En otro lugar, en la sala de espera de la oficina de Dziva, los Einherjers y Valkyries estaban ahora reunidos. Todos sentados, esperando pacientemente desde que la diosa entró para operar a Gangadevi y Skogul.
Estaban en silencio, todos sentados uno al lado del otro, esperando; la única que hacía ruido era Lifthrasir, que movía los pies colgando de su asiento y burbujeaba con la boca.
A la niña no le gustó tanto silencio, así que se volvió a Sigrune con curiosidad.
– Oye, nee-sama, dime…
– ¿Hm? ¿Qué es lo que pasa?
– ¿Por qué…? ¿Por qué Skogul nee-sama fue a luchar? ¿No se supone que no habrían más Volunds?
– … Cierto… – Geir levantó su vista hacia sus hermanas mayores.
– ¡No tengo nada que ver con eso! – Sigrune giró nerviosa a ambas chicas, sintiendo las miradas acusadoras – ¡Yo estaba contigo, Lifthrasir!
– Entonces… ¿Alguna de ustedes 2 sabía algo? – pregunto Geir a Hrist y Hlökk – ¿De nuevo hicieron sus planes?
– ¡Claro que no! – Hlökk levantó ambas manos.
– Tienen razón – aceptó Hrist al cabo de un rato – Nos enteramos del Volund… Pero no fue idea nuestra. Ella nos lo dijo, y antes de que pudiéramos evitarlo salió a la arena a luchar. No sabemos por qué decidió hacerlo…
– … Olvídenlo…
La menor volvió a bajar la cabeza en silencio, sin ganas de pelear. Tenía muchas cosas en la cabeza que le nublaban las ganas de pelear… Además, no quería pelearse con sus hermanas en un momento así.
« Después de todo, Skogul me dijo… Dijo que tenía que hacerlo para evitar la traición de Gangadevi… No me gusta pensar que sus palabras eran literales.
» Todavía tengo que hablar con ella, directamente, para aclarar este asunto. »
– Skogul tiene las respuestas. Nos lo contará todo.
– ¡Chi! – Lifthrasir juntó las manos como si rezara – ¡Que todo salga bien!
– Por cierto, ¿dónde estabas, Geir? – volvió a preguntar Hrist – No estabas con nosotros, y tampoco con Sigrune…
– ¡Eso…! – Leonidas cogió cariñosamente el hombro de Geir – Ella y yo teníamos que discutir algunos detalles pendientes para los próximos combates. Tuvimos que perdernos un combate por eso…
La mujer de pelo morado sonrió un poco ante el disimulo del espartano; Lifthrasir parpadeó un par de veces, curiosa.
– ¿Estaban coqueteando?
– ¡C-Claro que no! – Leónidas y Geir apartaron la mirada.
– ¡Ya que no pareces haberte dado cuenta, te lo diré! – Hlökk saltó de emoción – ¡Ganamos otra pelea!
– ¡Yeeeeei! – Lifthrasir imitó el gesto de su mayor – ¡Uno más! ¡Otro empate! ¡Cada vez más victoriosas…!
Las valkirias se contagiaron del buen ánimo de las hermanas, al igual que los demás Einherjers.
– Ahora me siento mal por haber dudado tanto – rió suavemente Simö.
– Un punto más… ¡Significa que estamos más cerca de que esos bastardos nos dejen en paz! – Leonidas sonrió de oreja a oreja.
– ¡Chi! – Lifthrasir imitó el gesto de Leónidas – ¡Cuatro culos más que patear y nos desharemos de esos perros!
– ¡Pequeña! ¡Ese es un idioma muy grande para ti!
– ¡Sólo un lenguaje tan espartano puede expresar mis emociones!
– Ahora entiendo por qué Eva estaba tan ansiosa por corregir tu lenguaje… – Hlökk se llevó la mano a la cabeza.
Geir también recordó lo que le había ocurrido a la primera mujer hacía algún tiempo atrás.
« Uno de sus hijos dijo… Dijo que también estaba buscando a Lif… Y seguimos sin saber nada de ella… » La pelimorada se llevó las manos a la cabeza « ¡Demonios! Tantos problemas con los que lidiar, ¡Y la lista sigue creciendo por más que siga resolviendo…! »
– Ahora, ¿Cómo avanzará este torneo…? preguntó Jack, llevándose una mano al bigote – Estamos en un punto muerto… La mitad del torneo ha terminado, y ahora sólo falta que un bando tome la delantera…
– Los dioses no nos dejarán ganar. – comentó Simö – Después de lo que pasó en la tercera ronda… No lo permitirán de nuevo.
– Espero que el asunto con los Primigenios siga siendo un problema. – confesó Geir – De lo contrario, es muy probable que uno de ellos entre en la séptima ronda
– ¡Eso sería malo! – Lífthrasir se cubrió la cara – ¡La pelea que dio la diosa enana fue tan bestial…! ¡No estamos preparados para eso!
« Estamos a mitad de camino. Cualquier… Cualquier cosa es posible… Tenemos que estar preparados si actúan así. » Geir tragó saliva suavemente « Entonces tendré que usar las mejores cartas que me quedan…
» Perdí bastante con Aquiles y Ng Mui… Pero aún tenemos más ayuda que los otros 4 nos pueden brindar en estos momentos críticos. »
La pelimorada se volvió a su teléfono, que empezó a apretar ligeramente; de seguro los dioses atacarían con todo a partir de ahora, quizá necesitara esa ayuda extra…
« Después de todo lo que hablamos, ¿Aún estás dispuesta… A mover este ajedrez como quieras? Cómo… ¿Cómo debo responder a eso…? »
Pronto se abrieron las puertas de urgencias, dejando salir a Dziva con su bata de enfermera cubierta de sangre, guantes de látex en las manos y una mascarilla que se quitó para respirar profundamente.
– ¡Demonios! ¡La magia del aura del destino es más difícil de manejar de lo que esperaba!
– ¡Señora Dziva…! – las valkirias se levantaron de inmediato para ir a la diosa africana – ¿¡Cómo está nuestra hermana!?
– ¡Oigan, calma…! Fue difícil y muy costoso, ¡Pero lo hice! ¡La mujer y la valkiria están a salvo, fuera de peligro!
Las valkirias sonrieron y se abrazaron, mientras las Einherjer aplaudían a la diosa en señal de felicitación.
– Muchas gracias, mademoiselle… – Jack se quitó el sombrero en señal de respeto.
– ¡Ay…! – las mejillas de Dziva se sonrojaron – Sólo hago mi trabajo.
– Ambos están bien y fuera de peligro … – Geir se acercó a Dziva – ¿Pero…?
– Pero… Ahora están sedadas y en tanques de inmersión… Para que puedan descansar lo más posible y recuperar fuerzas…
» Voy a hacer más intervenciones en cuanto tus signos mejoren, para asegurarme de que todo está en orden, pero… Dependerá de su fuerza de voluntad.
Las palabras dieron a Geir un poco más de esperanza; si todo iba bien, pronto podría volver a hablar con su hermana Skogul.
– ¡De hecho…! – Dziva chasqueó los dedos – Tengo algo que decirte, querida Geir.
– ¿Eh? ¿A mi…?
– Parece que mi tratamiento para tu estado de embriaguez no resultó como esperaba… Bueno, tu mente aún no está despierta, ni te has dado cuenta.
– De… ¿De qué está hablando?
Dziva se quitó ambos guantes para guardarlos en los bolsillos de su bata, y luego colgó la túnica en un perchero presente; se acercó indiscretamente a Geir, atrayendo la atención del espartano y de las demás valkirias.
Y la atacó: su dedo se convirtió en un arma que golpeó repetidamente la mejilla de Geir, junto con una cara de regaño.
– ¿¡Qué te pasa!? ¡¿Cómo puedes dejar a Jingū Kougou sola en Gimlé, desprotegida por nada más que tus hermanas valkirias más jóvenes!?
– ¡¿Ehhhh…?! – Geir se cubrió con ambas manos.
– ¡Mientras yo hacía todo lo posible por salvar a Jingū y Zeus-sama, Hathor de Egipto intentó atacarla!
– ¿Qué? ¡¿Jingū estaba a punto de--?!
– ¡Sí, sí! – Lífthrasir exclamó – ¡Una diosa vaca nos amenazó a Sigrune nee-sama y a mí! ¡Quería lastimar a Jingū!
– ¡Si no hubiera sido por la llamada de Bishamonten, tu chica habría muerto!
– ¿¡Qué!? ¿¡Bishamonten estaba allí--!?
– ¿No se te ha ocurrido que los dioses podrían tomar represalias por matar a sus combatientes? – Dziva procedió a agarrar a Geir por las mejillas, apretando su carne y moviéndola como un juguete maleable.
– ¡Oh, eso duele…! – los ojos de Geir se llenaron de lágrimas – ¡Lo siento! No pensé que habría problemas, ya que todo iba bien, ¡Y para eso está Gimlé, ¿No?!
– ¡No hay excusas, jovencita!
La diosa siguió apretando con fuerza hasta que la cara de Geir se puso roja y llorosa; una imagen que rompió el mismísimo corazón de Dziva. Dejó de atacarla y procedió a abrazarla con todas sus fuerzas, como si tuviera un peluche entre los brazos.
– ¡No puedo enfadarme contigo tan fácilmente! Después de todo, ¡Eres una niña tan mona e inocente!
– Uh… ¿Gracias?
– ¡Déjate mimar, por tu propio bien!
Una imagen que sorprendió a los Einherjers y a las valkirias; al darse cuenta, Dziva soltó a la chica y se ajustó el pelo.
– Lo siento mucho, chicos. Es que… Su hermana es muy linda y adorable… y abrazable…
– ¡Mejor yo! ¡A mí! – Lifthrasir corrió hacia Dziva – ¡Abrázame a mi!
– ¿Puedo…? – Dziva se volvió a Geir, con cara un poco tímida.
– Es demasiado tarde para preguntar, supongo…
– ¡Gracias!
Dziva tampoco se contuvo con la otra menor; rodeó a Lifthrasir con sus brazos y la llevó a su pecho como a un bebé pequeño, lo que hacía juego con la actitud mimosa de la semidiosa.
El momento conmovió a los presentes, al tiempo que llamó la atención del asesino en serie; no por su trabajo anterior, sino por los colores de Dziva: transmitía confianza en su persona y en sus intenciones, y dulzura al sostener al pequeño en brazos…
Pero también… Había un extraño color incrustado en su interior… Una mezcla oscura de colores, que no parecía corresponder a su actitud…
Como si fuera… Una persona más…
– Gracias… – Dziva apretó su cara contra la de Lifthrasir – Realmente me gusta estar así… Tener a niños en mis brazos.
– ¡Entonces adópteme, señorita diosa! – Lifthrasir levantó los brazos – ¡Desearía ser miembro de una tribu africana! Para cazar mi comida y luchar contra leones todo el día.
– ¡Ohhhhh~! Así que ya sabes quién soy y de dónde vengo, pequeña.
– ¡Por supuesto! Como parte de la lista de luchadores para el segundo Ragnarok… ¡Eso le incluye, señorita diosa de la tribu Shona que abraza niños!
La sola mención de su lugar en la lista hizo que todos los presentes se pusieran tensos; Dziva sonrió por lo bajo y acarició ligeramente el pelo de Lífthrasir.
– Es una pena que me conozcas de allí… Ojalá fuera en otras circunstancias… – Dziva respiró hondo – De hecho, ya no será así.
– ¿Oye? ¿Qué quiere decir, señorita diosa?
– Voy a ayudar a la humanidad.
Los Einherjers fueron los primeros sorprendidos.
– ¿Qué dice?
– Hablé con Geir, pero se lo aclararé a todos ustedes…– Dziva dejó a Lífthrasir en el suelo – No estoy de acuerdo con esa tonta venganza, que sólo causa dolor a humanos y dioses… Me obligaron a estar en la lista, y aunque no quería…
» Gracias a eso puedo estar aquí, para ayudar en lo que pueda. Y… Y eso es lo que haré. No quiero que la humanidad sea exterminada… Los ayudaré como pueda.
– ¿Una traición? – las mejillas de Lífthrasir se sonrojaron en fantasía infantil – ¡Qué emocionante!
– Mi palabra no es mucho, pero es todo lo que puedo ofrecer.
– No se preocupe, mademoiselle – Jack sonrió de lado – Confío en usted.
La respuesta de Jack tranquilizó a los demás, especialmente a Dziva.
– Gracias… Aunque no creo que sea necesario que llegue a tales extremos. No si ustedes ganan primero… – Dziva apretó las manos – Sólo necesitan 4 victorias más.
Pero aún quedaba una persona por convencer.
– Yo… No puedo con esto… – Geir se rascó la cabeza – Quieres ayudarnos, pero… ¿Por qué?
« No quiero lidiar con otro problema como el de Afrodita… »
Geir tenía muchas razones para seguir desconfiando; Dziva ya lo sabía. Sonrió con confianza y se agachó junto a Geir, cogiendo a la valkiria por ambas manos.
– Es cierto que no me gusta estar en el bando enemigo, con dioses que no son agradables. Pero no quiero ayudarte por estar en su contra…
» La verdad es que llevo mucho tiempo ayudando a los humanos… Conozco a muchos, crié a algunos y llegaron a ser como hijos para mí… He podido ver el corazón humano desde un ángulo no muy cómodo, pero he visto su bondad y su buen espíritu…
» ¿Has visto también ese hermoso corazón de la humanidad?
La valkiria asintió.
– Por eso quiero ayudarte… Amo a los humanos tanto como tú. – Dziva se llevó una mano al pecho – Quiero salvarlos, a todos.
– ¡Me encanta! – Lífthrasir se aferró a una de las piernas de Dziva – ¿Podemos adoptarla, onee-sama? ¿Podemos quitar el nombre de un Einherjer y poner a la señorita Diva? ¿Por fis?
– ¿"Diva"? – la diosa africana se rió por lo bajo – No, no se pronuncia así…
Una propuesta tan descabellada y directa frente a Geir; una nueva propuesta de ayuda, aunque ahora con mejores intenciones que la anterior… ¿Debía aceptar ésta en lugar de la primera? ¿Podría confiar en que todo saldría bien…?
El teléfono de Dziva apareció inmediatamente, llamando la atención de la diosa africana.
– ¿De qué se trata? ¿Una emergencia…?
La diosa cogió su teléfono y leyó el mensaje, lo que le hizo borrar la sonrisa sin intención de actuar con discreción; la primera en darse cuenta fue la valkiria Lifthrasir.
– ¿Señorita Diva…? ¿Qué está pasando?
– ¿Hmm? ¡Nada! – la diosa guardó su teléfono al instante – ¡Sólo una complicación médica por parte de los dioses! Tengo que irme.
– ¿Está bien…? – Geir volvió a acercarse a Dziva.
Ella respondió sacudiéndole el pelo hasta deshacer su peinado y luego con una sonrisa deconfianza.
– ¡No te preocupes! No pasa nada. Sólo tengo algunas cosas que atender…
» ¡Volveré lo antes posible! Después de todo, necesitarán toda la ayuda para esta séptima ronda.
– ¿Lucharías por nosotros, justo ahora? – los ojos de Lifthrasir se llenaron de un brillo de confianza.
– Depende de lo que decida tu hermana mayor – sonrió Dziva a Lífthrasir, y luego se volvió a la multitud – Pueden quedarse aquí todo el tiempo que quieran, valkirias y Einherjers. Nadie viene aquí sin informarme primero… Están a salvo.
– Muchas gracias, mademoiselle, por su cordial invitación. – Jack sonrió respetuosamente.
– … Espero que no tarde mucho. – admitió Geir en voz baja.
– No te preocupes por mí. Si no vuelvo… Puedes empezar sin mí.
La diosa se dio la vuelta y corrió por los pasillos para responder a la llamada de su teléfono; Hlökk se volvió hacia Geir con un gesto de total desconfianza que había logrado ocultar todo el tiempo.
– ¿Qué ha sido eso?
– Ayuda… Más de lo que podíamos imaginar.
– ¿Confías en ella…? – Hrist se acercó a Geir para agarrarla por los hombros.
– Es de confianza. – dijo Jack con una sonrisa, señalando su ojo especial.
– ¿En serio? – una pregunta de Hlökk que sonaba más como una muestra de celos.
La valkiria menor de pelo púrpura apretó los puños con confianza.
– Creo que ahora tenemos muchas más manos de las que Brunhilde onee-sama tuvo. Esto es bueno… Tenemos que aprovechar todo lo que podamos, a favor de nuestra victoria…
Hlökk giró la cabeza con incertidumbre en los ojos, pues era la más desconfiada de todas las hermanas valkirias. Aunque hubiera ayudado a Jingū, y ahora a Gangadevi y Skogul, no quería imaginar que todo aquello había sido en vano.
« No me gustaría ver a Geir tan emocionada… Y que las cosas salgan mal. Cómo nuestro intento de ayuda… » El recuerdo de su negativa golpeó su cabeza. « No quiero verla con el corazón tan roto para cuando terminemos esto… »
Mientras tanto, la diosa africana se apresuraba por los pasillos del lado divino del coliseo, hasta desaparecer de la vista de las valkirias y los Einherjers…
Entonces su mirada se volvió sombría y severa, como si estuviera de mal humor.
Continuó hasta entrar en la zona más importante de los dioses: las antecámaras de los líderes de panteón. Flanqueó el lugar hasta una gigantesca puerta divina de metal, con detalles dorados en inscripciones pictográficas en su cubierta, que eran más bien jeroglíficos que apenas podía leer; las lenguas extranjeras no eran su fuerte.
Era aquella antecámara, concretamente la sala del trono de los dioses de la Trinidad principal de Egipto; la diosa abrió las puertas y entró lenta pero segura:
Apenas iluminada por candelabros y, sin embargo, la oscuridad era palpable, decorada con una larga alfombra roja que terminaba en la trinidad de los tronos divinos. Ahora bien, dicha zona estaba ocupada por sólo 2 dioses: Isis, la diosa de la magia y las ciencias, junto con su esposo Osiris, dios de la resurrección y cuarto dios faraón por turno; el tercer lugar estaba vacío hasta que terminara la reunión divina que estaba teniendo lugar en otro lugar.
Dziva avanzó hasta situarse delante de los asientos divinos; cruzó las manos a la espalda y levantó la cabeza respetuosamente.
– Dioses de Egipto, señores Isis y Osiris, ¿En qué puedo ayudarles? ¿Para qué me llamaron?
Ambos dioses estaban hechos un desastre: sus ropas desgarradas, la habitación llena de objetos destruidos, sus cabellos irreconocibles y sus respiraciones agitadas, como si acabaran de terminar una reñida pelea.
Tras respirar hondo y poner la mirada roja de tantas lágrimas y rabia, Isis fue la primera en responder.
– Sabes lo que está pasando, ¿verdad?
– ¿Sobre qué?
– El Ragnarok, diosa africana… – Osiris respondió con gran furia en sus palabras – Estamos perdiendo a Ragnarok…
– … Si se refieren al marcador, es cierto que los dioses están en desventaja. Ahora que los humanos consiguieron el tercer empate--
– ¡Eso no importa! – Isis golpeó con una mano la mesa que había junto a su trono, destruyéndola por completo – No hablo de los dioses en general… ¡Hablo de Egipto! ¡Egipto está perdiendo este maldito Ragnarok!
– Sobek fue asesinado por esa maldita… y nuestra madre Nut fue cegada por el odio y nos traicionó, dándoles a los miserables mortales una victoria que nos superó…
» Lo que importa es que nosotros, Egipto, que fuimos un pilar tan poderoso de los dioses, estamos avergonzados…
– ¿Crees que aún nos queda una pizca de honor? – la diosa egipcia levantó su temblorosa mirada hacia la diosa – ¿¡Crees que Egipto tiene gloria!?
Dziva resistió el impulso de contestar; ya sabía que estar frente a la eufórica Trinidad era problemático y perjudicial, sobre todo para proteger su tierra africana de las garras de aquellos dioses…
La egipcia se levantó de su asiento.
– No estoy dispuesto a permitirlo. No dejaré que Egipto sufra esta maldita humillación por culpa de esos humanos…
– … Por eso lucharás en nombre de Egipto. – Osiris terminó y la señaló – Será tu nuevo deber vengarnos, que hemos sido tan destruidos después de este Ragnarok… En el nombre de Sobek y Nut, traerás la gloria que merecemos.
– Qué quede claro, Dziva, ¡Nadie se burlará más de Egipto! ¡Esos humanos pagarán por haber manchado nuestro nombre!
Dziva tragó saliva, tratando de mantener el rostro serio.
– Entonces, el motivo de su "llamada de emergencia" es…
– Para que sepas la decisión que hemos tomado: serás la séptima luchadora de los dioses. Prepárate para luchar, nos pondremos en contacto con Zeus-sama ahora mismo.
Isis cogió su artefacto y se dispuso a cumplir la orden; Dziva pudo ver que ambos egipcios estaban muy disgustados, pudiendo hacer cualquier cosa para recuperar la gloria que una vez tuvo su divina tierra.
Una época que, recordaba Dziva, era una tortura para los dioses de África; cuando eran esclavos de Egipto para complacer sus caprichos y deseos. Una época… a la que ella, junto con sus allegados, había conseguido poner fin.
La diosa respiró hondo y miró a los dioses egipcios; hacía tiempo que había dejado a un lado su seriedad y frialdad para dar paso a su corazón tierno y bondadoso. No le gustaba ser de mano dura… Pero a veces tenía que serlo.
– No voy a hacerlo. No voy a luchar por Egipto.
– ¿Huh? – Isis levantó la vista de inmediato – ¿Qué has dicho?
– ¿Cómo te atreves…? – Osiris se levantó rápidamente de su asiento – ¡Debes obedecer…!
– No, no debo. En primer lugar, África es una tierra libre que luchó por esa libertad desde que Ra nos creó a todos… No pienso dejar mi tribu o mi reino en sus manos tan fácilmente, sólo porque cometieron errores imposibles de borrar…
» Y en segundo lugar… Ustedes no deciden a quién doy mi apoyo y mi voto. Eso… Yo lo decidiré…
Antes de que pudieran hacer nada más, la diosa se dio la vuelta para salir de la habitación, a paso muy apresurado para escapar.
– Esperaba que esa llamada fuera una emergencia real… Si realmente necesitaran mi ayuda, se las daría, pero fue un error tomar esa llamada.
» No voy a hacer esto. No voy a luchar por ustedes--
– ¿Dijiste… ¿"NO"?
De la dirección a la que se dirigía la diosa africana, esa salida cubierta por las sombras, surgió una voz masculina sonriente que se dejó salir lentamente para mostrarse a la luz y a su público espectador. En cuanto Dziva la oyó y empezó a visualizarla, se paró en seco y cayó de espaldas al suelo; reconocía perfectamente a este nuevo personaje.
– ¿¡Tú…!? N-No… De ninguna manera…
– Sabíamos que no aceptarías, pero… Necesitábamos tenerte físicamente y con tu confesión…
» Eso es lo que este maldito loco nos pidió… – Osiris miró al nuevo invitado.
– Así es. Cuando dicen "No", es cuando entro yo.
Aquel dios oscuro y malvado salió de las sombras, de pie y con una amplia sonrisa asesina apuntó a Dziva. La diosa africana volvió la mirada a los egipcios, asustada y confusa.
– ¿¡Qué estás haciendo!? ¿¡Saben con quién se están metiendo!?
– ¿No lo sabían? Es una pena… Tendré que hacer la presentación de nuevo…
Levantó la mano y rodeó con sus dedos el cuello de Dziva, estrangulándola y levantando su cuerpo del suelo hasta su altura, y con ello los pies de la líder africana quedaron colgando en el aire.
– Bamapana, servicios especiales. A sus órdenes.
– ¿Qué están haciendo…? – Dziva se llevó ambas manos al cuello para recuperar el aliento, mientras pateaba torpemente al dios australiano para intentar liberarse – ¿Por qué… a este demonio…?
– ¿Demonio? – Bamapana apretó un poco más, consiguiendo asfixiar a Dziva de tirón – Qué bonito cumplido. Nadie me lo había dicho nunca~ ♡
– Bamapana, ya basta. – ordenó Isis con una mano en alto. – Sólo tienes que hacer que luche de nuestro lado, o sabrá que habrá graves consecuencias.
– ¿Has oído, zorrita? Vas a hacerlo, pase lo que pase, ¿No?
Dziva intentó respirar, aunque le resultaba muy difícil con el agarre del dios; sus movimientos empezaron a ralentizarse, sus dos manos abriéndose paso entre los dedos del dios y sus pies colgantes.
Con todo, su respuesta fue la misma que hace un momento; su deseo seguía siendo el mismo.
– N-No… No haré eso… Nunca haré… Algo así.
– ¿Sigues diciendo 'no', incluso conmigo aquí…? Qué lástima…
El dios australiano soltó una risita y levantó la mano libre para mirarse las uñas un momento.
– ¿Sabes? Hay una cosa que disfruto más de este trabajo… Un pequeño placer culpable, podrías llamarlo… ¿Sabes lo que es?
Sin dudarlo, el dios apretó los dedos, como una espada, y atravesó el estómago de Dziva; sus órganos, sangre y parte de su ropa volaron por los aires, haciendo que su apagada mirada estallara de sorpresa y sangre.
Con la mano en el estómago de Dziva, Bamapana se rió a carcajadas.
– ¡Me encanta cuando me dicen y me suplican "NO"! ¡Eso hace mi trabajo todavía más placentero!
– ¡¿Bamapana…?! – incluso Isis y Osiris quedaron estupefactos por lo sucedido – ¿¡Qué has hecho, maldito enfermo!?
– Estoy haciendo mi trabajo, cagada de dioses. No me molesten.
– ¡Sólo tenías que hacerla pelear! ¡No matarla…!
– ¿No te has dado cuenta? – Bamapana arrojó con indiferencia el cuerpo de Dziva al suelo, manchando la alfombra de un rojo aún más intenso; sacó un pañuelo de sus bolsillos y se limpió los dedos – No puedo creer que el incesto los vuelva tan estúpidos.
– ¿Cómo te atreves…?
– Dziva nunca lucharía de su lado… Pude verlo y confirmarlo con mis ojitos… – uno de sus dedos apuntó a sus ojos oscuros – No creía que nadie tuviera una voluntad tan inquebrantable ni siquiera delante de mí…
» Así que facilité las cosas, para ustedes y para mí. Si la quieren de su lado, tendrá que compartir su filosofía en contra de esas ratas, y conozco a la persona ideal para cumplir sus caprichos…
» La necesitamos a "ella". Un ajuste de tuercas… ¡Y listo!
– ¿¡Qué!? ¿¡De qué estás hablando!?
– ¿Te refieres a la loca que…? ¡No, no y no! ¡Me niego rotundamente…!
– No les he preguntado. Cierren sus sucios picos y esperen a que termine mi trabajo… Así funciona esto.
– ¡No habíamos acordado nada de esto! Ese no era el trato… ¡Maldito tramposo!
– ¿Quién les dijo que yo juego limpio…? ¿No saben quién soy?
El cuerpo de Dziva se desangraba lentamente en el suelo, pero la fuerza y la vida de su interior aún no la abandonaban; Su mano se abrió un poco y su mirada se dirigió a la salida de la habitación, con un último pensamiento y ese deseo que aún no había cumplido…
« Tengo que … ayudar a Geir… Por favor, tengo que llegar con ella…
» N-Nee-chan, ayúdame por favor… » su mano cayó y su vista se volvió borrosa y pálida.
Fecha de publicación: 18/01/24
Autor: ASFD
Edición: Darklord331
Nota de autor: …
Fuera de bromas, lo siento mucho por esta escena; espero en el siguiente capítulo compensarlos ;3. Pero bueno, vaya que las cosas están muy tensas especialmente del lado de los dioses. Todos están dispuestos a lo que sea, literalmente a lo que sea, para recuperar el marcador…
¿Lo van a lograr? ¿El siguiente representante divino logrará comenzar su ansiada meta de las 3 victorias consecutivas? ¿Skogul despertará a tiempo para advertir a Geir de Cortés? ¿Jingū estará bien, o al menos ya habrá despertado? ¿Necesitamos otro motivo para odiar a Egipto y a Bamapana? ¿Podrían bajar esos bates con clavos, por favor?
Muy bien, sin más que decir… ¡A esperar! ¡Dentro de algún rato saldrá el siguiente, tercer consecutivo y último capítulo de esta publicación! ¡Y la cosa se pondrá mejor todavía, con el comienzo de la séptima ronda! Ya quiero ver sus caras UwU.
¡Los leo en el siguiente capítulo!
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