Capítulo 67: La reina de la suerte
A la mañana siguiente, la lluvia había llegado a su fin.
La luz matinal se adentró a través de las cortinas de la habitación, llenando con su luz el recinto dónde dormía la mujer hasta iluminar su lecho de descanso y por último su rostro moreno y somnoliento oculto entre los mechones castaños teñidos de carmesí.
Detrás de ello y su abundante maquillaje, se encontraba esa mujer de excepcional belleza física; la más hermosa en la India. Aunque su carácter no era el ideal; sintió un tanto de molestia cuando la luz solar golpeó sus párpados y consiguió despertarla.
Emitió un bostezo de sueño y se sentó en la cama, elevando una mano para rascar su nuca.
– Muy bien… un día más siendo reina.
Se trataba de Gangadevi, actual reina del imperio Vijayanagar.
Poco después las puertas de la habitación se abrieron por los guardias del palacio, quienes dejaron entrar a un joven hombre; apariencia agradable, buena complexión, rostro deseable detrás de mechones oscuros de cabello rizado, ropa de la realeza y la mirada esmeralda ocupada en rollos de papel que cargaba: el príncipe Kumara Kampana.
La mujer Gangadevi sonrió en cuanto lo vio, moviendo su mano para acomodar un mechón detrás de su oreja.
– Majestad Gangadevi, hoy es un buen día. Las lluvias terminan, y con esto los preparativos de la guerra volverán… – Kumara continuó su camino hasta la cama real, en dónde levantó la vista por primera vez.
Grande fue su sorpresa al ver a la reina en ropa interior y recién levantada, dando lugar a una imagen provocativa; el príncipe dejó caer los rollos al suelo al tiempo que su rostro se volvió rojo como una cereza, así que dió media vuelta para no verla.
– ¡Majestad!
– Buenos días, lindo Kuma~ – Gangadevi sonrió con satisfacción.
– ¡N-No puede llamarme de ese modo! P-Por favor, debe usar ropas más…
– ¿Tan pronto? Acabo de despertar~
La reina se arrastró por la cama hasta llegar a espaldas del joven, quien no se percató de su presencia tan cercana.
– Majestad… S-Si mi padre… Nos ve así… Aunque no haya pasado nada…
– ¿Tu padre te preocupa? No estuvo aquí toda la noche. No tiene por qué estar aquí ahora…
Gangadevi estiró los brazos y encerró al joven príncipe entre ellos en un abrazo que lo obligó a pegar su cuerpo con ella; el choque con su piel y figuras femeninas provocó emociones juveniles en el chico, que se mostró en su rostro todavía más rojo.
– ¿A qué le tienes miedo, Kuma?
– ¡N-No debo… No debo hacer nada… con mi madrastra…!
– ¿Tan vieja me ves? ¿Debo recordarte que soy un año menor que tú?
– ¡Pero usted… es la reina… No podemos--!
– Deja de pensar, lindo Kuma… ¿No se supone que obedeces al rey y la reina? ¿Por qué no cumples mi capricho~?
Kumara trató de zafarse con su fuerza pero era imposible; el agarre de Gangadevi, así como su fuerza para resistir, eran increíblemente altas para una mujer con su belleza.
– N-No… Majestad aunque… aunque quiera, no puedo…
Una triste realidad para el chico; Kumara tenía sentimientos por Gangadevi desde la primera vez que la conoció. De no haber sido por la decisión del rey, él la habría tomado por esposa…
Aunque eso tampoco le estaba importando ahora: sintió como su cuerpo comenzaba a ceder ante las palabras y el toque de la reina, quién se aventuró a tocar el pecho del joven mientras con la mano izquierda rozaba su mejilla ligeramente.
– Solo será una vez, mi lindo Kuma. Apaguemos esta llama de placer~
– Yo… yo… ¡N-No! ¡No apagaremos nada: solo se propagará!
Kumara aprovechó el momento para librarse del agarre de Gangadevi y echó carrera para desaparecer de la habitación en un santiamén, dejando a la reina con el rostro sorprendido y los ojos abiertos.
Expresión que cambió por una sonrisa coqueta, mientras mordía su labio inferior y se llevaba una mano a su pecho, para ocultar los latidos acelerados de su corazón.
– Qué niño tan difícil~
Un gesto que mostraba más que simple coqueteo; tal actuación fue más que solo molestar al príncipe, sino también mostrarle su corazón. Ella también había sentido atracción por él en su primer encuentro, que se transformó en amor; por fortuna ella era más discreta en ese ámbito.
La mujer se levantó y percató de los rollos de papel que dejó el príncipe; tomó uno de ellos y leyó su contenido, convirtiendo su rostro en seriedad de molestia.
– … Tiene razón. La guerra ya va a comenzar.
Desde la instalación del imperio, unas décadas atrás, habían surgido reinos rebeldes que buscaban su independencia, que llevó a una continua campaña de sumisión; ahora el turno de un sultanato instalado en Madurai, al sur de la India.
Pero a ella no le importaba para el reino o el sultanato; ella sabía que Kumara era el comandante en jefe del ejército, y que la guerra significaba estar separado de él. Si todo salía bien, volvería con él en unos meses, pero si todo salía mal…
Gangadevi enrolló todos los papeles y los dejó en la mesa de noche, para después dirigirse a su ducha matutina, y procesar todo lo que ocurriría. Tal vez con la mentalidad de crear un plan de contingencia…
Después de ello, la mujer se presentó en la sala del trono dónde se hallaba la figura más importante del reino: el segundo rajá* del Vijayanagar, Bukka I, y su actual esposo.
– Buenos días, mi reina.
– Majestad… Parece que estuvo muy ocupado anoche, para no dormir en sus aposentos.
– Si… Cosas del imperio y una guerra qué ganar, qué resolver día y noche.
– Ya veo…
Tal momento, de parte de Gangadevi, solo había sido cortesía; su instinto femenino sabía que el motivo por el que se había ausentado no era ese, que le hizo enfurecer por lo bajo, ¿Por qué desposarla si después la descuidaría? ¿Por qué no dejarla estar con él…?
– ¿Ya te ha contado mi hijo de su siguiente misión?
– … Si. Una guerra contra los invasores de Madurai, ¿No?…
– Esos insensatos que creen que pueden librarse de nosotros. Mi hermano y yo nos esforzamos por todo lo que tenemos, este imperio… ¡No lo permitiré!
– ¿Sabe cuál es el plan para combatirlos?
– Estoy enterado, pero… ¿Cuál es la prisa?
– ¿Acaso no puedo preocuparme por su muchacho? ¿Usted, Majestad, no está preocupado por su hijo?
– No necesito estarlo… ¡Él es el mejor guerrero y general que ha visto la India! Confío en sus habilidades de combate y liderazgo. Terminará con esos rebeldes y volverá con la victoria en un santiamén…
Ella quedó insatisfecha con esa respuesta; era cierto que Kumara era tal vez el mejor en toda su generación, pero ella mejor conocía las fallas del chico. De todas formas, saber que su amado iría a la guerra… No le dejaba a gusto para nada.
– Cierto… Debo disculparme por mis dudas.
– Disculpas aceptadas. Sin embargo, no deberías pensar en eso… ¡Solo cuando estemos en peligro necesitaremos que nos ayude una mujer, y eso nunca pasará!
– … Espero que no… Si no me dirá nada sobre la guerra contra Madurai, supongo que mi presencia no es más útil aquí.
– ¿Solo querías saber eso? ¡Ven conmigo, a estar a mi lado! ¡Después de todo, eres mi--!
– Con su permiso…
Su actitud fría y severa era la única permitida en el palacio para ignorar al rajá, darse media vuelta e irse de su presencia sin siquiera pedir disculpa. A pesar de tener ese poder dentro del reino… todavía no tenía todo lo que quería…
Pero, más que nada, un comentario del rey anciano fue lo que le molestó.
« ¿"Solo cuando estemos en peligro necesitaremos que nos ayude una mujer, y eso nunca pasará"? Qué tontería… Solo un anciano cómo él, que piensa todo el tiempo en ganar, sexo y mujeres, puede pensar eso de mi… ¿Acaso olvidó de dónde soy…? ¿Quién soy? »
Su caminata se detuvo cuando recordó su propia infancia: la niña joven, que se manchaba de tierra, jugaba a pesar de la lluvia o del abrasador sol; quién no se rendía a los retos y desafíos, y siempre buscaba la manera… de salir adelante…
« Yo… No soy una flor que deben cuidar porque sea delicada. Yo debo ser cuidada porque soy bella, fuerte, un talismán bello…
» Delicada como flor, fuerte cómo un árbol. Soy una diosa… Mi propia diosa. »
Su caminata se vio interrumpida por una persona con quién chocó por no fijarse, aunque él tampoco la había visto. Cayeron de espaldas al suelo, siendo que la mujer fue la primera en levantar la vista con molestia.
– ¡Hey! ¿¡Qué te--!? ¡L-Lindo Kuma!
– ¡Majestad, mi reina! – Kumara se levantó en un santiamén e hizo una reverencia – ¡Lo siento mucho, no la--! ¡Déjeme ayudarle!
Kumara extendió su mano con cuidado para levantar a Gangadevi, para después ser abrazado por ella con todas sus fuerzas.
– ¡Cuánto te he echado de menos!
– ¡M-Majestad…! No diga eso, apenas nos vimos en la mañana… – aunque quiso separarse no pudo; además de su gran fuerza, ella era más alta que él, de manera que podía aferrarse mejor.
Después de unos segundos, aligeró su abrazo y cambió su mano de sitio, para enredar los dedos en su melena rizada oscura.
– Acabo de hablar con tu padre. De verdad irás a la guerra…
– … Así es Majestad.
– Pero yo no quiero que sea así.
– Pero Majestad… Es mi deber como príncipe del reino. Pelear con mi pueblo y mi gente, por su bienestar y futuro. Así debe ser…
– No. No quiero que sea así… – en impotencia apretó un poco los mechones del chico.
– ¿Q-Qué otra cosa podría hacer, Majestad--?
– Ya te he dicho que no me llames así. Llámame por mi nombre.
– … No, Majestad Gangadevi. No puedo hacer--
– No, nada de prefijos. Y no uses ese nombre; quiero oírte decir mi nombre verdadero.
Kumara se separó de Gangadevi para poder respirar mejor, y una vez que recuperó el aliento, levantó su vista a los ojos carmesí de la reina y cumplió su orden:
– … Gan… Gangambika.
Ni bien escuchó su nombre, la mujer reaccionó: se acercó a Kumara tomando sus mejillas con las manos, para conectar un beso. Había esperado mucho por eso, y esa sería su oportunidad…
Pero el príncipe movió su cabeza de último momento, haciendo que Gangadevi le besara la mejilla; eso le molestó bastante.
– ¿Por qué hiciste eso?
– N-No es correcto--
– ¿Acaso dirás la misma tontería de "no es correcto"? ¿Me dirás qué no es correcto que sienta todo esto por ti, que mi corazón no debe latir solo por ti…? ¿Me dirás qué no debo… amarte…?
Gangadevi se sorprendió de haber dicho todo eso, así como Kumara; el príncipe tomó aliento de nuevo y terminó su frase:
– No es correcto… Que lo hagas. Yo lo haré.
– … ¿Eh?
– De está guerra dependerá si nuestro imperio seguirá siendo el más fuerte de la India o no… Todo depende de que logré derrotar al Sultanato…
» Por eso, si gano, podré reclamar una enorme recompensa… No importa que sea, sé que mi padre me lo concederá. La corona que decore mi cabeza, y… tu mano para gobernar conmigo.
» Supongo que con ese gesto… Es recíproco mi sentimiento de que… seas mi mujer.
La mujer quedó anonadada; tanto tiempo fantaseando con un momento como ese, y por fin lo escuchaba y presenciaba en vivo. Su rostro se volvió tan rojo como su cabello, así como sus ojos que se llenaron de lágrimas.
Pero no se dejó llevar por eso y sonrió de manera coqueta.
– ¿"Tu mujer"? ¿Solo me ves como una recompensa?
– … La mejor recompensa.
– Buena respuesta.
La mujer tomó la mano del chico y la levantó hasta su pecho, para que pudiera sentir el latido acelerado de su propio corazón para confirmar sus sentimientos; para ser más precisa todavía, sus labios se abrieron en un verso especial:
Capaz de mentiras atroces…
mi amado de noche junto a mí se tiende…
en un sueño que parece realidad ~♪
Desperté, aún engañada…
y acaricié mi lecho pensando en él ~♪
Por primera vez el joven escuchaba de parte del amor de su vida que era correspondido en sus sentimientos, cosa que le hizo sonreír de oreja a oreja; nunca se había sentido así de feliz.
Kumara separó su mano del pecho de Gangadevi así como creó espacio de separación de ella.
– No me permitiré esto… Hasta que haya derrotado a Madurai.
– … ¿Harás algo especial el día de hoy?
– Nada más importante que haber hablado con… con usted. Después, continuar la planeación de la guerra--
– Muy bien, nada importante… En ese caso, ven conmigo todo el día. Tendremos una cita.
– ¿Eh? ¿Eh…!? ¿¡Una cita!?
– ¿Qué esperabas? Acabas de declarar tus sentimientos a tu madrastra y reina, jovencito. Hazte responsable~
Así Gangadevi y Kumara tuvieron un día completo para ellos. Un desayuno en los patios del palacio, disfraces para escapar de la guardia del palacio y poder visitar los pueblos, el mercado local donde la reina fue decorada con las mejores joyas, seguir huyendo de sus responsabilidades…
Un día para los enamorados de Vijayanagar. Al finalizar, volvieron a escondidas al palacio y la reina fue llevada a su alcoba personal, aquella que no compartía ni con su esposo por orden suya.
Cerró la puerta, puso el candado, y una vez que se quedó por completo en solitario cayó de espaldas en la puerta.
– ¡Ese chico si que me ama! – fue a su cama y hundió la cabeza en la almohada – ¡Ese chico…! ¡Tiene la cabeza en las nubes! ¡Ni siquiera se ha dado cuenta que pedirle mi mano a su padre es imposible! ¡Pero… como me encanta que tome la iniciativa!
» Y deje que tocara mi pecho… ¡Malditas feromonas! ¡Por poco y lo pude haber devorado, sin importar que estábamos afuera de la sala del trono! Pero es su culpa… ¡Su piel oscura, su cabello sedoso, su estatura…! ¡Todo lo quiero para mi! ¡Mío, mío, y solo mío!
» ¡Maldita sea, estoy tan enamorada y excitada por el pequeño y sexy hijo del rey!
Aprovechó para gritar todas las cosas que nunca se podría permitir decirle, ya que era esposa de su padre o por la guerra contra el sultanato…
– Ah, si… Esa estúpida guerra… – sus ánimos se bajaron al recordar lo que significaba.
Levantó la cabeza y volvió la cabeza hacia la mesa de noche, dónde descansando en una flor de loto de marfil se encontraba esa estatua; se puso de rodillas, cruzó las manos, y descendió la cabeza.
– Lakshmí, queridísima diosa de la fortuna… Escúchame.
Una estatua de Lakshmí, que a pesar de ser pequeña reflejaba con detalle todos sus atributos como diosa de la fortuna, la suerte, la abundancia y la belleza. Pero… ella no la convocaba para eso.
Ahora solo tenía un motivo para, por primera vez en muchos años, elevar sus plegarias a Lakshmí.
– Escucha mi plegaria, Lakshmí. Dale buena suerte a mi lindo Kuma para la guerra que se aproxima… Por favor, sálvalo del peligro y tráelo a mi lado para que… vivamos juntos por siempre…
No lo admitiría frente a nadie; su devoción a los dioses. De ser solo por sus habilidades e ignorancia, todo se lo atribuiría a sí misma, pero gracias a aquellos rollos que había leído desde niña, y que todavía conservaba, que era conocedora de esos dioses: Shiva el destructor, Vishnu el preservador, Lakshmí la fortuna.
Tras su manthra, sacó de sus armarios los rollos que guardaba para leerlos; sus ánimos habían vuelto.
– Mahabharata, los últimos capítulos traducidos por Tikkana, sobre la unidad divina de Shiva y Vishnu, el Hariharaadvaitamu… ¡Intrigante y majestuoso!
Volviendo a su actitud infantil, tomó asiento y leyó los rollos del poeta Tikkana, alguien que vivió 100 años antes que trajo cambios a la política y religión para Telangana, una región de la India…
La zona dónde había nacido Gangadevi. Gracias a Tikkana, ella pudo crecer con su primer amor a la literatura, el arte y el conocimiento… a la poesía.
Tras leer un poco, sus manos y pies se movieron a su mesa de trabajo para exponer su rollo secreto, su tinta, y comenzar a redactar; el único sitio donde podía exponer sus sentimientos.
El momento le permitió recordar a su príncipe y ese día tan memorable para ella; las manos que la sujetaban como su pareja, los ojos esmeralda que se perdían en ella, sus labios y su voz para llamarla, sus pies que corrieron junto a ella para escapar…
Era experto en el arte de la compasión…
Y miraba a Prithabhuva como si fuera…
Una multitud de personas ~♪
Jugaron con flechas digeridas y elefantes…
Y vieron una larga guirnalda floreciente…
De hermosos árboles sentimentales ~♪
Sus caderas, su figura lunar con sus ojos…
Y los rayos de luna parecían…
Los de un niño en apuros ~♪
Sus versos terminaron, con su mente fantaseada, su frente jadeante y sus manos sucias de tinta. Sus ojos carmesí leyeron el resultado, sintiéndose incapaz de redactar la perfección de su amado con tanta facilidad…
Su mano fue llevada al cartílago de su nariz, dónde se había hecho una perforación nostril* que tardaría unos meses en cicatrizar. Pero, lo mejor que podría conservar para tenerlo a su lado todo el tiempo, sin importar dónde estuviera…
Incluso si era una guerra dónde pudiera morir. Un escenario posible para el futuro…
– Te quiero para mi y solo para mi… – la humana cerró un poco sus ojos, reflejando en ellos determinación por la victoria que quería – Debo hacer algo por ti, ¿Tendré que ir por ti… mi Taabeej?
Aunque la idea corrió por su cabeza, negó de inmediato.
– No… No creo que sea necesario… No si yo puedo hacer algo antes – volvió la mirada a la estatua para un nuevo manthra: – Lakshmí, escucha mi ruego; ayúdame a recuperar a mi amado…
A partir de ese día se puso el propósito de frenar los planes de la guerra contra Madurai, o al menos asegurarse que Kumara no fuera allá.
Día y noche, semana tras semana; detrás de los entrenamientos del ejército, las reuniones personales con el rey y el príncipe, las expediciones en búsqueda de recursos. En todo momento hizo todo lo que podía para lograr su plan…
Pero… nada funcionó.
La fecha llegó y la mujer no había logrado nada; cada vez que metía las manos, por casualidad, por suerte o por destino terminó adelantando las cosas. Las reuniones dieron fruto por sus ideas, los entrenamientos fueron más estrictos, los recursos recolectados eran mejores. La presencia de Kumara se volvió menos frecuente, y la distancia entre ambos comenzó a crecer… Todo fue lleno de mala suerte.
Estando Gangadevi en su habitación personal, un día antes de la partida del ejército, con actitud eufórica, ambos puños cerrados sangrando un poco de sus nudillos, y un rostro oscuro…
Toda la habitación en desorden y caos, y una cosa era clara: lo único que sentía era desesperación e impotencia.
– ¡Me lleva un…! ¡Maldita sea! – sus ojos eufóricos fueron a la mesa de noche de Lakshmí, la única cosa intacta hasta ese momento – ¡Tú…!
Caminó hasta la estatua y la tomó con ambas manos.
– ¡Se suponía que debías ayudarme! ¡Intenté de todo, hice todo lo que estuvo en mis manos, pero tú…! ¡No me ayudaste, sino que siempre me diste mala suerte! ¡Tú eres la culpable de esto!
Con toda su fuerza, lanzó la estatua al suelo hasta que la rompió en pedazos, además de hacer un pequeño agujero en el piso.
– ¡Te maldigo, Lakshmí! ¡Te odio, te odio, te odio…!
Después de ese frenesí emocional, cayó a su cama para llorar a gritos mientras se aferraban a su almohada; así lo hubiera hecho de no ser por los golpes que dieron a su puerta.
Hubiera gritado que no quería ver a nadie, hasta que se percató del ritmo con el que golpeaban la puerta: era la clave que le había dado a Kumara. Con solo saber eso la mujer se levantó, limpió su rostro y maquilló con lo que aún tenía, recogió la habitación, y abrió la puerta.
– ¡Kuma…!
– Espero no haberte despertado a estas horas--
– ¡No, para nada! Yo también estaba despierta, haciendo ejercicio nocturno… ¿Eh?
Una combinación de palabras, mala con la imagen de mujer agitada y apresurada que tenía; mal jugada para una mujer poeta. Por su parte Kumara sonrió de lado.
– Me alegra que sigas despierta. Entonces puedo darte esto.
– ¿Hmm? ¿Un regalo?
– He podido ver qué… No solo estuviste en los entrenamientos para verme, sino también porque te interesan las espadas. Ser una guerrera… y creo que has querido ser eso por mucho tiempo…
El príncipe expusó el estuche tras su espalda y abrió la tapa: el mango para una espada. Cúrveo y un poco grande para una espada de una mano, con pico en el extremo e inscrito uno de los cuatro símbolos del imperio Vijayanagar: un sol. Todo lo que lo conformaba: su tamaño, el detalle, el material, su estuche… todo era hermoso.
« Bueno, simplemente que haya estado en sus manos lo hace hermoso » fue la conclusión de Gangadevi.
– E-Esto… es tan…
– Encargué que se hiciera una espada especialmente para ti, Gangambika… – escuchar su nombre hizo a la mujer voltear a los ojos de Kumara – Yo escogí el diseño del mango y al herrero que lo hizo. Yo mismo tallé el símbolo del sol; me costó bastante a decir verdad… Pero por ti, hice mi mejor esfuerzo…
» Te prometo que en Madurai encontraré al mejor herrero, no importa si es aliado o incluso musulmán… Buscaré los mejores metales, investigaré la mejor técnica de metalurgia y… Volveré para terminarla. Y esta espada… será mi primer regalo de bodas.
Cerró el estuche y lo dejó en manos de Gangadevi con un poco de temblor; un pequeño tic que apenas la mujer se dió cuenta, así como de su nerviosismo debido a la cercanía de la guerra.
– Volveré… Te juro que volveré por ti… Y esta… esta espada e-estará--
– ¡Hey! ¡Ya entendí, ya entendí!
Gangadevi volvió a encerrar a Kumara en sus brazos, así como lo estuvo haciendo por mucho tiempo para molestarlo; solo que ahora era un abrazo de amor, nacido desde lo profundo de su corazón.
– Gana y vuelve, Kuma. Tu mujer te estará esperando.
– Si, Gangambika.
Gangadevi se separó un poco, para tocar su mejilla con sus labios en un beso de despedida; suficientemente lento para impregnar en su piel la sensación de la mejilla de Kumara, así como para dejar grabado en el príncipe los labios de la reina.
Al finalizar, con dificultad, Gangadevi soltó a Kumara y lo dejó retirarse de sus aposentos, aunque él también se mostró renuente a irse. Tras unos momentos se separaron y desaparecieron de sus vistas…
La mujer cerró la puerta en soledad, llevando ambas manos al estuche de regalo y, con los ojos bastante llorosos, lo apretó en su pecho.
– Solo… solo debo esperarte. No será fácil, pero… Puedo hacerlo. La suerte está… de mi lado…
5 años pasaron tras este encuentro.
¿Qué pasó con los amados reyes? ¿Pudieron mantener la comunicación, así como viva la llama del amor? Esas respuestas no importan; bueno, claro que importan, pero esas no son las que deben conocer por ahora…
La respuesta es sobre la guerra contra Madurai, ¿El imperio Vijayanagar pudo derrotarlos? La respuesta es… NO.
Más bien, casi no lo logran; de hecho, estamos por entrar en su momento más bajo, cuando estaban por perder.
El mayor inconveniente presentado fue la estrategia defensiva del último sultán, Ala-ud-Din, frente a los ejércitos de Vijayanagar. Tan difícil fue el avance que el rey Bukka I, acompañado de otra compañía de soldados y de 300 elefantes armados, tuvo que asistir al frente en persona…
Para desgracia del imperio, en cuánto llegó se encontró con una trampa sorpresa que mermó el ejército en su totalidad, y con ello la vida del rey Bukka I. Tal noticia dejaba a la invasión como un intento fallido que se volcaría en su contra, pues Ala-ud-Din terminaría con lo poco que quedaba del ejército de Vijayanagar para avanzar a la capital y expandir el Sultanato.
En pocas palabras, era cuestión de días para que Kumara perdiera la batalla y con ello su promesa de amor…
Pero, el príncipe no podía rendirse todavía. Había una última forma de conseguir la victoria; una invasión sorpresa a la capital de Madurai, aprovechando el ejército diezmado y la confianza del enemigo. Aunque era una opción suicida: sin provisiones, ni refuerzos, ni comunicación con el imperio… Un desafío sin salida: pelear hasta ganar o morir en el intento…
O soportar hasta que el milagro llegase… Si es que había un milagro…
– ¡Agh…!
El príncipe fue golpeado en la armadura de su estómago hasta caer al suelo; su contrincante, el último sultán de Madurai, Ala-ud-Din Sikandar Shah, había descifrado su plan y movió su ejército para acabar con la estrategia de Kumara…
Teniendo al príncipe caído sin esperanzas ni fuerzas, no pudo evitar sonreír de satisfacción.
– Lástima que sea todo lo que el príncipe puede hacer…
– Quién… ¿Quién te dijo que estoy derrotado?
De nuevo Kumara se levantó, irguiendo su espada aunque tenía el filo roto, su armadura estaba despedazada, y el aliento apenas podía entrar a través del casco. Esa dificultad le obligó a quitárselo, aunque perdía su última defensa intacta…
– Sin casco contra mi, el sultán. Atrevido y suicida… ¿No deberías rendirte?
– ¿De qué hablas? Podría… podría hacer esto todo el día…
– … ¡Lo averiguaré!
Ala-ud-Din se lanzó de nuevo al ataque, apretando el agarre de su alfanje* y comenzó una embestida que apenas Kumara soportó. La forma del arma además de su fuerza hacían al sultán mucho más superior que Kumara, quien dependía de su velocidad e inteligencia…
Por desgracia, estando cansado y herido ya no era tan efectivo como antes; un golpe directo del sultán terminó por destruir la espada de Kumara, así como abrir otra herida en la armadura, hasta caer al suelo derrotado.
– Por fin he terminado contigo.
– Claro… que no… – rió Kumara por lo bajo – Solo… Solo dame un respiro… Y te partiré la cara…
Ala-ud-Din sonrió de lado.
– ¿Sabes? Eres admirable… Tan joven, con una mente asombrosa que incluso me obligaste a usar mis mejores cartas… Tienes mis respetos, príncipe de Vijayanagar…
» Justamente porque eres príncipe te permitiré morir en esta capital, Madurai, y no dejaré que tu nombre muera… Serás recordado como el príncipe que luchó aunque había perdido…
Kumara suspiró por lo bajo, sintiendo culpa en su interior… ¿Culpa por perder? ¿Culpa por fallarle a su padre muerto? ¿Culpa por ser débil? No, para nada…
Culpa por haber incumplido esa promesa…
« Lo siento, Gangambika, por haberte fallado… Espero que en mi siguiente vida pueda volver a tus brazos para sentirte una última vez… »
– Descansa, príncipe de--
– ¿Qué… dijiste…?
Otra voz apareció, llamando la atención de ambos; un soldado de alta estatura con abundante armadura, y una espada con un leve color carmesí. El sol grabado como bandera en sus hombreras dió a conocer su origen:
– ¿Un soldado de Vijayanagar? ¿Cómo llegó aquí?
– ¿Uno de… mis hombres…?
El soldado comenzó a avanzar a la escena con pasos quietos, casi en silencio; detalle que llamó la atención de Ala-ud-Din.
« Sus pasos son tan silenciosos… Con razón no lo oí. »
– Ustedes, hombres de Vijayanagar, si que no saben darse por vencidos.
– Dijiste… – detrás de su casco completo, la misma voz seca se hizo presente – Dijiste que… las generaciones hablarán… de su derrota…
– … Claro que si… – Ala-ud-Din preparó su espada – La historia del imperio que peleó aunque perdieron… Espero que sea todavía más recordado que la leyenda de Esparta--
– No. Eso es una mentira.
– ¿Eh? ¿Qué dices?
El soldado se detuvo y levantó la espada en un santiamén, acto que provocó un aura de color carmesí alrededor del filo de su inmensa espada; sus piernas se doblaron, el tronco bajó, y sus labios se abrieron para tomar aire.
Levantó un poco la mirada y fijó sus ojos carmesí en el sultán, con claras intenciones de matarlo.
Parecía estar rodeado de…
Guirnaldas de fuego y llamas de gloria…
La reputación de los reyes enemigos…
Quedó empañada ~♪
El cambio de voz a cuerdas vocales femeninas tomó por sorpresa a Ala-ud-Din quien no pudo reaccionar a tiempo…
– ¿¡Eres una mujer--!?
Aunque, aún si quisiera, no hubiera tenido tiempo.
Pahala Shlok. Raajaon Kee Agnimaalaen
[ Primer verso. Guirnaldas de fuego de reyes ]
En un parpadeo la mujer acortó distancia con la espada desenvainada, que fue directamente al cuello del sultán. El único vestigio de su camino fue un haz de luz roja, como si una llamarada de fuego hubiera cruzado el campo, que terminó con la cabeza del sultán volando por los aires debido a la velocidad y fuerza sobrehumanas.
La cabeza del sultán soltó sangre, que bañó el rostro de la mujer a quien se le cayó el casco a mitad del camino; sus últimos segundos de vida fueron para presenciar a su asesina.
« ¿¡Qué fue eso!? ¡Ni siquiera pude verlo! ¡Fue cómo… cómo si hubiera muerto por… la mano de una diosa… »
Su cabeza cayó al suelo y rodó un poco, al tiempo que la mujer se levantaba y sacudía el filo de su espada.
– Es una mentira… Porque nuestros hijos oirán de sus labios sobre su victoria.
No hace falta decir que se trataba de la reina poética, Gangadevi, quien se llevó una mano al rostro para quitarse la sangre del sultán; Kumara se levantó del suelo con dificultad y caminó a la mujer…
Aquella alta, sexy y hermosa mujer, portando una armadura tal vez robada y una espada con la empuñadura que le había hecho. Aunque… ahora su rostro era frío y severo, muy diferente al que había visto por última vez 5 años atrás.
– Gan… Gangambika… ¿Acaso tú…?
– Hay que irnos, príncipe Kumara. – la mujer se giró y envainó la espada – Y… Mi nombre es Gangadevi…
– … Está bien… – por más que quiso discutir, no tenía suficientes fuerzas para hacerlo.
Gangadevi puso uno de sus brazos en los hombros de Kumara para ayudarlo a caminar, siguiendo el paso del herido príncipe. Él aprovechó para estirar su mano y tomar la de Gangadevi esperando un gesto amoroso…
Para su sorpresa la mujer correspondió, enredando sus dedos con los suyos y apretando un poco. Eso fue una buena señal para el príncipe.
« Todavía me amas, pero… Tu rostro es tan distinto… ¿Qué ha pasado contigo, Gangambika, en estos años…? »
– … ¿Por qué?
Aún cuando ya se encontraba muerto, como espectador en los Campos Elíseos, todavía no hallaba respuesta a su pregunta.
– ¿Por qué cambiaste tanto… mi Gangambika? – se sintió a punto de llorar, en especial por ver cómo la diosa de la fortuna la estaba matando con tanta frialdad.
Tan solo imaginar que la perdería otra vez, esta ocasión para siempre, le hacía temblar por dentro.
– No te excedas, mi amor… Todavía quiero estar a tu lado. Y quiero… quiero saber por qué…
En la arena de batalla, Gangadevi respiró a grandes bocanadas; todos los golpes de Lakshmí si que habían sido aterradoramente devastadores, aún para la armadura divina del Volund que recibió la mayor parte.
Tosió más sangre que antes, que esta vez la escupió directamente al suelo al tiempo que inhalaba más aire para prepararse.
– Yo voy… a ganar… ¿Entendido?
« ¿Qué estás haciendo? » Skogul se dió cuenta de la postura de Gangadevi, así como de su respiración « ¡Te dije que no usaras--! »
– Eso fue cuando estabas "investigando". Pero ahora… Quiero terminar con esto. Además, ella es más fuerte todavía…
« ¡Claro que es fuerte! ¡Pero eso no quiere decir que te debas matar! »
– Los sacrificios son necesarios…
« ¡No estoy dispuesta a sacrificarme contigo! ¡Solo un milagro podría ayudarte a lograr tus tonterías y salir viva…! »
– … Un milagro… – sus labios sonrieron – Puedo hacer uno de esos… No te preocupes.
Sus labios volvieron a tomar aire, al tiempo que su cuerpo entero se tensaba, y siguió con su nuevo canto.
Algunos de los oponentes fueron…
Engañados por el tablero…
Y les llovieron flechas ~♪
Las patas del caballo fueron cortadas…
Por los misericordiosos que cayeron…
Desapercibidos al instante ~♪
Fueron adheridos a la boca de los cuervos…
Y soltados en fila sobre la tierra…
Mientras caminaba por el camino…
Brillaba como una guirnalda…
De arcos levantados por la muerte ~♪
Taabeej tomó otra forma mientras su aura divina se volvía de un color tornasol, como si fuera un arcoiris que se concentraba en los colores rojo, naranja y amarillo; el ruido de rueda lo convirtió un bastón de gran tamaño, que concentró su material en 3 puntas afiladas formando un tridente, aunque…
Con un aspecto extraño, siendo que tenía 7 puntas alrededor de su mango…
Nauvaan Shlok. Maut Se Uthe Meharaab
[ Noveno verso. Arcos levantados de la muerte ]
– ¡Acabemos con esto!
– Algo que debes aceptar si o si, ¿No lo crees, semidiosa?
La mano sujeta de Afrodita en sus mejillas le hacía siquiera difícil poder responder, pero Geir no se dejó llevar; tragó el poco pastel que le quedaba y, haciendo un poco de fuerza en los labios, dio su respuesta.
– … No… No lo haré…
Una negación que sorprendió a Afrodita; la diosa le soltó y negó con la cabeza, como si estuviera bromeando.
– Bueno, solo era broma cuando dije que me gustaba tu lado valiente. Ahora no tienes por qué--
– No estoy… Queriendo aparentar… – Geir tosió un poco y recuperó el aliento – Señorita Afrodita, me niego a formar parte de su plan.
– ¿Hablas en serio? ¿Acaso no entendiste nada de lo que te dije?
– Si, hablo en serio… También entendí todo.
– Todo lo has logrado por mi. Tus 2 victorias han sido gracias a mi… De lo contrario estarías suplicando con 5 derrotas seguidas… Debes aceptar mi ayuda, y por ende debes ser mi pieza para mis--
– Señorita Afrodita… Lamento interrumpir, pero…
La valkiria respiró hondo y levantó la vista para conectar con la de la diosa.
– Ahora es mi turno de hablar.
Nauvaan Shlok. Ghode Ke Pair
[ Noveno verso. Patas de caballo ]
La humana afianzó el agarre de su arma divina y se lanzó al ataque, siendo que la misma convirtió su aura divina en una especie de flama que rodeó todos sus filos para atacar con mayor poder destructivo. Lakshmí abrió los ojos con sorpresa ante la nueva arma divina de la humana; pero tenía qué actuar.
Bhaagy aur Durbhaagy
[ Fortuna y Desgracia. Flor de Loto ]
Los hilos de la diosa se hicieron presentes, en especial para envolver sus manos y pies, y se enfrascó en esquivar el primer ataque de la humana que era un golpe descendente con toda la fuerza de su cuerpo.
Un surco profundo se abrió en el suelo al impacto con Taabeej, que soltó una explosión considerable que incluso asustó a Lakshmí.
« ¡Es más fuerte que antes…! »
Los tallos de las manos de elefante…
De los arqueros estaban hechos…
De caras en forma de luna ~♪
Las serpientes cayeron sobre…
Los corazones manchados de sangre…
Tal como los fuegos de sacrificio cayeron…
Sobre los fuegos de sacrificio de Pārīkṣit ~♪
La punta del tridente se encendió en llamas y, al tiempo que Gangadevi sacaba el arma del suelo, se aventuró a atacar de nuevo de frente a Lakshmí; con ambas manos en el mango arremetió estocadas múltiples a toda velocidad y fuerza.
Nauvaan Shlok. Chandrama Dhanurdhar
[ Noveno verso. Arqueros de luna ]
Una lluvia de ataques, frontales y laterales, arremetió todo el espacio disponible para acercarse y alejarse; Lakshmí tenía que actuar antes de ser golpeada por el tridente.
Padma. Kama
[ Flor de Loto. Deseo ]
Sus manos soltaron hilos que desplegó por el campo de batalla, con la intención de chocar y detener las estocadas de Gangadevi; de todas maneras, sus estocadas fueron con mucha más fuerza que los ataques anteriores, provocándole dificultades para detenerla…
Entonces los ojos de Lakshmí, que se habían cerrado ante la inminencia de ser herida, al abrirse se percataron que la humana ya no se encontraba frente suyo…
– … ¿Eh?
Nauvaan Shlok. Ghode Ke Pair
[ Noveno verso. Patas de caballo ]
La mujer había saltado para intentar superar los hilos defensivos de Lakshmí; siendo que la humana atacó solo de frente, aquella zona estaba desprotegida en su totalidad. Una buena oportunidad para conseguir de nuevo hacerle daño y acercarse todavía más…
Los ojos de Lakshmí voltearon hacia arriba y miró con sorpresa la inminencia de otro choque directo.
« ¡Me caerá encima…! »
Aunque quisiera, sabía que usar sus hilos para detener su caída sería imposible; terminó por extender sus manos a los costados y mover su propio hilo para retroceder. Justo cuando Gangadevi dejaba caer de nuevo el tridente al suelo, provocando otra explosión que resonó en la arena.
Aunque el ataque había logrado herir a Lakshmí; un corte sobre la canilla* de la diosa, desde su rodilla hasta el empeine. Tal herida le permitió sentir que ese verso era todavía más peligroso que los anteriores; igual que ser rebanada y quemada al instante.
« ¡M-Mi pierna…! ¡Duele mucho! » apretó sus ojos a punto de llorar.
– ¡Hermana! – Adhi se aferró a la orilla de las gradas – ¡No te dejes vencer! ¡Contraataca!
– ¡Vamos, amiga! – Parvati también se unió en las ovaciones a favor de Lakshmí.
Gangadevi sacó el tridente del suelo y lo levantó, mientras sus pulmones se llenaban de aire para lanzar su siguiente ataque. Ahora más que nunca la humana no perdería la ventaja que tenía…
La diosa Afrodita estaba sorprendida por la nueva actitud de Geir, lo que le hizo no decir nada para evitar que ella hablara.
– Ahora es mi turno… Usted sabe, ¿Por qué acepté hacer el segundo Ragnarok?
– ¿Huh? – el tono y la pregunta tan directa sorprendieron y molestaron un poco a Afrodita – ¿No es obvio? Una revancha para desafiarnos; tú misma lo dijiste ayer, ¿No?
– … Es cierto…
« Diablos, había olvidado eso. No te desesperes; continúa. »
– Tiene razón en eso; me complace tener una revancha contra ustedes, y fue parte de lo que pensé en las 3 horas que me concedieron para pensar mi decisión…
» Pero, al final, no se trata de eso. Pensar en desafiarlos no fue la primera opción que cruzó mi cabeza…
Nauvaan Shlok. Dil Aur Khoon Saanp
[ Noveno verso. Corazones y serpientes de sangre ]
El tridente de Gangadevi encendió fuego para después moverse en un avance de zigzag; un tajo hacia un costado, después hacia el otro, y de reversa; cada golpe cargaba confuso suficiente fuerza para lanzar violentas ráfagas de viento que abrieron muchas heridas en el cuerpo de la diosa.
Lakshmí movía su hilo para escapar de Gangadevi, pero la humana avanzaba todavía más rápido que antes y con cada golpe le provocaba daño aún cuando lo tocaba directamente. Eso le indicó a la diosa que debía actuar…
« Tanto esmero en la batalla… ¿Acaso esto es…? »
Ambos puños se envolvieron en hilos y, la sorpresa y curiosidad que sentía, provocó que sus hilos del destino comenzarán a tornarse de color púrpura.
Ksirabdhitanaya
[ Hija del mar de leche ]
Los infinitos puños luminosos de Lakshmí llenaron el campo de batalla, todos direccionados a Gangadevi que se paralizó por un segundo; si volvía a recibir esos ataques, aunque fuera uno solo, la resistencia que apenas estaba manteniendo se volvería puré de inmediato y perdería todo el avance que había logrado…
– … ¡Valkiria! ¡Haz lo tuyo!
« ¡De acuerdo…! »
Volund. Dhal-skjoldet til den poetiske dronningen
[ Volund. Escudo Dhal de la reina poética ]
La humana estiró uno de sus brazos, en dónde apareció el escudo divino de Skogul que fue el encargado de recibir todos los puños de Lakshmí. El sonido estridente de los golpes arremetieron a la valkiria, al tiempo que hicieron retroceder a Gangadevi ante la tremenda fuerza que aumentaba con cada golpe.
– ¡El ataque de Lakshmí ha encerrado a la reina poética! ¡A este paso, los infinitos golpes de sus manos destruirán su escudo divino…!
– … ¿En serio? – Ganagdevi rió por lo bajo – Los dioses si que son… fantasiosos…
Sus labios se abrieron un poco para hacer cambiar la forma de Taabeej, ahora volviendo a su espada original; con toda su fuerza en las piernas la humana comenzó a avanzar, a pesar de los golpes que se estrellaban en el escudo divino.
El momento también fue idóneo para que Skogul pusiera a prueba su experimento de ciencias…
– Todo esto lo hago… por el sentimiento de ser humano…
La respuesta de Geir tomó por sorpresa a Afrodita, de tal manera que sin evitarlo estalló en risa.
– ¿Sentimiento de ser humano? ¿De qué hablas? Tú eres hija de Odín, el Padre de Todo… ¿Qué sabes de ser un humano?
– Si; soy una semidiosa sin relación de sangre que ellos. Eso… eso también pensé hace 1000 años y se lo dije a mi hermana… "Ellos son diferentes a nosotras, ¿Por qué debemos arriesgar nuestras vidas por ellos?"
» Ella… Ella me dijo el por qué… Ella me enseñó, mediante 13 batallas contra los dioses, por qué…
» Los humanos son mortales, débiles y frágiles. Tienen límites físicos y mentales, una vida muy corta que se merma si no comen o beben. Su diseño está tan mal que hasta podríamos pensar que Zeus-sama cometió un error al crearlos…
» Pero, hay una verdad que usted ha visto: la evolución del ser humano. Usted lo ve como su herramienta, pero yo lo veo como su mejor don…
» Su evolución les ha permitido aprovechar esas vidas tan limitadas al máximo: entrenan para ser más fuertes, tienen emociones duraderas y verdaderas, entienden la belleza de la vida… Aman a sus seres queridos y hacen todo por ellos, aprenden de sus errores, disfrutan la dulce victoria y la amarga derrota… Ese es el valor del ser humano: dan todo de sí para vivir.
» Hace 1000 años ellos pelearon hasta la muerte para demostrar esto, y en esta ocasión nos era diferente… Por eso pelean en este Ragnarok, ¡Y por eso acepté este Ragnarok…!
« Göndul dijo esto
apoyada por el mango de una lanza:
"Ahora el poder de los dioses crece
ya que los lazos (los dioses) han invitado
a Hákon a su casa
con un gran ejército" »
Fragmento del poema Hákonarmál, dónde Odín envía a Gondull y Skogul a la misión de buscar al rey digno.
Por desgracia, los poemas nórdicos no son muy exactos en cuanto a la mención de las valkirias, siendo que está ocasión no fue diferente: aquí tenemos el poder de la Valkiria Skogul, "torre alta"… también llamada Gondull: "magia".
Hace 1000 años Nikola Tesla desarrolló la tecnología de las células solares que le permitió recibir los ataques de Susano'o No Mikoto sin ser herido, ¿Por qué? Porque las células convierten la electricidad divina en batería para el Autómata β, de manera que siempre podía seguir atacando. Esa misma tecnología fue aplicada a Alas de Isis, la armadura divina con que Cleopatra pudo enfrentar al cielo nocturno…
Ahora es lo mismo; Skogul no solo funciona como una defensa, sino también como un ataque mágico. Uniendo los lazos entre lo divino y la ciencia, consiguió la mayor magia para superar a un dios…
Volund. Dynr Sköglar
[ Volund. Estruendo de batalla ]
El escudo divino de Skogul brilló intensamente, y al contacto con el siguiente puño de Lakshmí…
Los hilos divinos de su mano desaparecieron por completo, siendo absorbidos por el escudo divino; Lakshmí abrió los ojos con sorpresa cuando se percató de ello, pero más todavía de lo que conllevó…
« Su escudo… ¡Absorbió mis hilos! »
Rukmini
[ Reina de Krishna ]
Por mero instinto un torbellino de hilos del destino salieron disparados de las manos de Lakshmí, golpeando y encerrando a Gangadevi de nuevo; afortunadamente, su frenesí emotivo de no entender provocó que la humana y el escudo, que se transformó de nuevo en la armadura, fueran lanzadas por los aires para tomar distancia.
Gangadevi rodó por el suelo y terminó a varios metros de diferencia; a pesar del movimiento tan repentino no se detuvo, sino que volvió a ponerse de pie y levantó su espada, con una postura ofensiva un tanto extraña.
« ¿Ya estamos listas? »
« ¡Por supuesto! » Skogul sonrió con confianza por primera vez « ¡Terminemos con esta unión! »
« Hagamos un buen show, querida… » sus labios se abrieron y comenzó a cantar…
Un nuevo verso.
Oh, dulce victoria ~♪
Reina de la humanidad, en los cielos…
Descansando entre el estrado de los dioses…
Una entrada triunfal le espera ~♪
Tomando asiento entre los pavorreales…
Asiento de reyes y de dioses, anhelado…
Cargada por los guerreros de antaño…
Deseando las miradas de los cielos ~♪
Escalones de oro hasta la arena…
Tocando el suelo con sus pies y el viento con sus pechos…
Tocando a la fortuna con sus dedos…
Coqueteando con los cielos y sonriendo a la belleza ~♪
Taabeej comenzó a dar lugar a un brillo blanco intenso, un brillo anormal que no había dado hasta el momento que provocó la sorpresa de los espectadores divinos y humanos.
Entre los generales militares, Bonaparte tenía una copia del Madhura Vijayam donde estaba leyendo las hazañas de la reina; pero se extrañó al oír esos versos recientes.
– Eso no está en este libro, ¿Pero qué…?
– ¿Nuevos versos…? – Ala-ud-Din también se sorprendió de ello, aunque él sonrió ampliamente – ¿¡Está cantando algo nuevo!?
Kumara apretó los puños y se levantó de su asiento.
– ¡Mi reina Gangadevi…! ¡Tú puedes hacerlo!
El grito de Kumara no fue ignorado por la humana en la arena; todo lo contrario, fueron palabras más que suficientes para ignorar todas sus heridas internas y externas, y lograr su ataque final…
– Ese es el verdadero motivo… ¡Lucho en este Ragnarok para salvar la belleza del ser humano! – Geir llevó un puño cerrado a su propio pecho, y levantó un dedo a Afrodita en acusación – ¡No dejaré que los dioses dañen eso! Si quieres jugar con ellos para lograr tu cometido… ¡Tendrás que pasar sobre mi!
Un ruido estremecedor de rueda llenó el campo de batalla, indicando el cambio de arma de Taabeej; solo que esta vez era un cambio distinto a los anteriores.
El filo de la espada se volvió un enorme disco cortante, así como el de su octavo verso, del cual salieron puntas afiladas de navajas como el tridente del noveno verso. Del mango del arma surgió una cadena filosa, igual que el látigo del tercer verso, y se enroscó en la mano izquierda de Gangadevi como un guante, aquellos del segundo verso.
Una nueva arma divina hacía acto de presencia, que iluminó el campo de batalla; a la par, en Gimlé, Bishamonten y Ebisu cayeron al suelo ante la sensación de estar siendo drenados de poder divino. Aquello asustó a Sigrune y Lífthrasir que estaban con ellos.
– ¿¡Señor Bishamonten!? ¿¡Qué pasa!?
Gangadevi apretó sus piernas y avanzó un par de saltos, para enterrar en la arena sus pies y asegurarse que tuviera soporte suficiente; su brazo se movió de inmediato y lanzó su ataque: el disco giró y voló por los aires hacia Lakshmí, guiándose con el látigo que lo unía a Gangadevi.
El disco de metal acortó distancia en un santiamén de Lakshmí, quien apenas pudo reaccionar: su Padma le permitió ver la nueva aura del destino de esa arma divina, que la dejó consternada…
« Su arma del destino… ¡Es enorme! ¡Combina el aura de esa humana, de su compañera semidiosa, y… también el mío! ¡M-Mis hilos que absorbió están entremezclados…! Pero también…
» ¿Qué es eso? ¿El aura del destino de… de otro dios…? No puede ser… ¿Un dios está… ayudándole…? »
No se dejó llevar por las muchas dudas que surgieron en su cabeza; el Padma se iluminó por un instante de púrpura y levantó ambas manos al frente.
Rukmini
[ Reina de Krishna ]
De sus manos surgieron las redes de hilos de la fortuna que rodearon por completo a Lakshmí, tanto al frente como a los costados. Todos ellos se sobrepusieron, uno tras otro, para formar una malla de hilos que fuera lo bastante gruesa para resistir el impacto del arma divina; así también, muchas redes de hilos se conectaron al aura del destino de Taabeej, de manera que de una forma u otra se frenara su avance.
Por primera vez Lakshmí estaba usando su aura del destino con tanto esmero y concentración, logrando provocarle sudor que corriera por su frente y su cuerpo. Pero al final valdría la pena; todos esos hilos serían más que suficientes para que el golpe de Gangadevi no surtiera efecto…
O eso pensaba…
Volund. Dynr Sköglar
[ Volund. Estruendo de batalla ]
Todos los hilos de Lakshmí fueron erradicados por completo; aquellos que trataron de conectar con el arma para frenarla fueron evaporizados, mientras que más redes de hilos al frente suyo cortados en pedazos.
De nuevo, Lakshmí perdió el control del destino… Ahora, de su propio destino.
– ¡Lakshmí…! – Rudra se levantó de su asiento.
– ¡Hermanita! ¡Noooo…! – Adhi cubrió las caras de Dana y Vidhya, mientras los rostros de Parvati y Saraswati palidecieron.
Lakshmí solo pudo cruzar ambos brazos, cubriéndolos con sus hilos divinos, con la esperanza que eso pudiera frenar el ataque. La punta de Taabeej chocó con sus muñequeras…
El impacto se dió, y la sangre voló por los aires, así como Lakshmí que fue arrastrada por la fuerza de Taabeej y del nuevo verso de la humana.
Doosara Chhatha Shlok. Svarg Mein Raanee
[ Segundo sexto verso. Reina en los Cielos ]
Lakshmí fue herida de gravedad por la nueva arma de Gangadevi; su pecho fue cortado, desde su primera herida estomacal hasta el cuello. Su camino por los aires continuó mientras comenzaba a descender al suelo, escupiendo sangre de su boca y dejando a dioses y humanos boquiabiertos por completo…
Fecha de publicación: 19/10/23
ASFD
Nota de autor: Hola querida gente. Por favor, Team Lakshmí, no me funen; ya tenía que darle protagonismo a la reina poética.
Con esto ya entramos al clímax de la batalla y a su punto final; ¿Podrá Lakshmí sobrevivir a la herida mortal que le acaban de hacer? ¿Geir logrará defender a la humanidad del plan de Afrodita? ¿Alguien se acuerda de dónde dejamos a la pequeña Líf?
Todo esto y más, o tal vez menos, en el siguiente capítulo… ¡Estén a la espera! ¡Los leo en la siguiente publicación!
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
***
Nuevos términos
* Rajá – Rey.
* Perforación nostril – Perforación nasal, sea en el tabique o en el alar de la nariz (cartílagos de tal zona).
* Alfanje – Espada de los árabes, de anchura mayor a otras armas y filo cúrveo en su extremo; ideal para tajos y golpes contundentes.
* Canilla – Músculo de la pierna situado al frente, contrario a la pantorrilla.
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