Capítulo 63: Tormenta y destrucción

– ¿Lo has oído? ¿Ese rumor que se ha extendido…?

– Si… ¿Cómo se hacen llamar esos tipos?

– ¡Son tormenta y destrucción! Están venciendo a todos los dioses del Svarga.

– Se dice que quieren llegar a la cima de nuestro panteón…

– ¡Tonterías! ¡Nadie puede hacer algo así! ¡Solo un loco!

– O tal vez alguien con mucha pasión… ¡Un corazón ardiente!

– ¡Deja de decir tonterías!

Lakshmí parpadeaba perpleja cada vez que escuchaba esas noticias, que habían tocado todos los rincones del Svarga hasta el templo Orchha. Eso despertaba su curiosidad… ¿Quién tendría el valor suficiente para derrotar a los 1115 dioses del Svarga y llegar a la cima…?

« Ellos… ¿Quiénes son…? » [01]

– ¡Ayuda!

El grito de una mujer indicó un nuevo incidente en el templo Orchha: los guardias del templo se acercaron de inmediato a la diosa que estaba tirada en el suelo, junto a un cuerpo…

– ¿¡Qué pasa!?

– ¡Mi esposo… está muerto! ¡Acaba de morir!

El tumulto se hizo presente, incluyendo Parvati y Saraswati que dejaron sus lugares de trabajo, y al tiempo se apareció Kedara para arreglar la situación. A pesar de sus intentos de que todo estuviera en paz, la diosa afectada con sus gritos hizo saber lo ocurrido:

– ¡Fue culpa de esa mujer! – apuntó a Lakshmí – ¡Ella… Fue ella la que mató a mi esposo con su maldita mala suerte!

– Eso es ridículo. – se burló Kedara con una sonrisa – ¿Cómo puede ser qué--?

– ¡Ella hila el destino, y lo graba en los malditos talismanes caros! ¡Ella escribió que mi esposo moriría, y con descaro me lo vendió!

– Una tontería tras otra. Por favor, dejemos las cosas--

– ¡Te mataré, maldita! – se precipitó hacia Lakshmí para atacarla, pero Kedara la detuvo de un movimiento.

– ¡Suficiente! No voy a tolerar esta actitud tan agresiva, ¡Largo de aquí!

– … ¡No se ha terminado! – la diosa apuntó de nuevo a Lakshmí – ¡La mala suerte que arrastras tocará tus puertas! ¡Algún día recibirás tu castigo!

– ¡Ya váyase!

Con ayuda de los guardias, la diosa fue sacada lo más pronto posible del templo; fue entonces que Kedara se acercó a pasos acelerados y furiosos a Lakshmí. Ella se dió cuenta de qué era lo que sucedería a continuación.

– ¡Y-Yo no… no fui… lo juro…!

– ¡Maldita sea, Lakshmí!

El dios azotó las manos en la mesa dónde estaba sentada Lakshmí, asustándola lo suficiente para sacarle pocas lágrimas de sus ojos.

– Te he dicho mil veces que hagas talismanes de buena suerte… ¡No tus tonterías de desgracia!

– ¡P-Pero yo--!

– ¡Otro problema más y te haré conocer la verdadera desgracia! ¡Ya tengo suficiente con las quejas de todos tus problemas en Kedarnath!

El poder de Lakshmí le era incontrolable; su poca expresión emocional no le permitía manejarlo de manera correcta, de modo que se volvía una máquina de mala suerte que traía desgracia a su alrededor.

Incluso la muerte de alguien… Por eso, en Kedarnath se ganó también fama de la diosa del infortunio. Gracias a su decisión de vivir allí por siempre, el Svarga nunca conocería sus atrocidades…

Lakshmí con rostro afligido asintió con la cabeza.

– Está bien… No lo volveré a hacer…

– … Si solo fuera por eso, te habría echado de aquí… Pero tu también sabes cuál es la otra solución…

Kedara acercó su mano para tomar la barbilla de Lakshmí y levantar su rostro mirándola cara a cara.

– ¿Has pensado mi propuesta? Yo podría ayudarte a dar buena fortuna… Pero requiero una respuesta afirmativa.

Lakshmí se sonrojó de pena, y desvió su mirada con brusquedad.

– ¡N-No tengo una respuesta! ¡Quiero pensarlo más…!

– … Mi paciencia tiene límites.

Kedara se alejó de Lakshmí, dejándola con qué pensar:

De hecho, Kedara no era el primer dios que le hacía aquella propuesta: matrimonio. Era la más bella en Kedarnath y, según presumían viajeros que la conocieron, de todo el Svarga; era la diosa más codiciada de la región, así como la más peligrosa… Un dilema en su existencia.

Al fin del día, Lakshmí regresó a la entrada, tras haber cerrado ya el negocio, y dejó más monedas en el cofre.

– Bendiciones… – aplaudió y cerró sus ojos – ¿Qué debo hacer? ¿Debo aceptarlo…?

– ¿¡Otra vez!?

Saraswati y Parvati asustaron la meditación de Lakshmí; la diosa del amor fue la primera en acercarse para atender a su amiga.

– ¡Lakshmí-san, vi lo que pasó con esa mujer pero no pude ayudarte! ¿Te encuentras bien? ¿Te hizo algo?

– Sé quién es esa perra. Solo necesito 5 minutos para que entienda que no se debe meter con mi amiga.

– ¡N-No…! – Lakshmí negó con las manos – M-Me encuentro bien… No me hizo nada… ¡S-Saraswati… No le hagas nada… Por favor…!

– ¿En serio? Qué aburrida eres.

– ¡Me alegro…!

Parvati se aferró a Lakshmí para abrazarla por completo, pero Saraswati cambió el tema de conversación.

– También ví que hablaste con Kedara… ¿Se trata de… ya sabes qué…?

– ¿Eh? ¿Qué cosa? – Parvati no sabía a lo que se refería Saraswati, que sorprendió a Lakshmí.

– ¡S-Saraswati… quedamos que era… entre nosotras--!

– Ese maldito de Kedara le ofreció matrimonio a Lakshmí desde hace tiempo. No te lo quería contar, porque… podrías salir con tus cosas cursis.

– ¡N-No…! ¡Se va a preocupar por saberlo…!

Parvati volteó a Lakshmí; la sola palabra que había mencionado Saraswati le hizo brillar los ojos como doncella emocionada.

– ¿¡Te vas a casar!? ¡Felicidades!

– ¡Se trata de Kedara, idiota!

– ¡Cierto…! ¡Eso es malo! ¡No lo aceptes, amiga!

– Todavía no lo acepta, pero… lo sigue pensando. Si no, no se hubiera acercado a ti de esa manera, ¿O si?

– ¡Tienes qué pensarlo muy bien! ¡Un matrimonio no es nada fácil, Lakshmí-san!

– ¡Qué se trata de ese maldito, Parvati! ¡Deja de darle ánimos!

Lakshmí tembló un poco ante la presión de sus amigas; se llevó ambas manos al pecho y bajó la mirada.

– Él dice… qué puede ayudarme… con "eso".

– ¿¡Te está comprando con esa tontería!? ¡Ni en sueños! ¡Ni siquiera tus "terapias" aquí han ayudado, menos ese bastardo!

¿"Terapias"? ¿A qué se refiere?

"Si las leches de Kedarnath me dieron estos poderes, tal vez ellos puedan quitármelos"; esa fue la conclusión a la que llegó Lakshmí, y su motivo para trabajar en el templo Orchha a pesar de los problemas y accidentes. Pero… sin importar cuántas terapias tuviera, su poder no se iba…

– ¡Tiene razón! – Parvati asintió – ¡No puedes dejarle tu poder a alguien más! ¡Esa no es la solución!

– … ¿Cuál sí es…? – Lakshmí volvió a temblar, esta vez soltando pequeñas lágrimas – Este poder… hace que le haga daño a la gente… incluso a quienes quiero… ¿Qué hago para… ya no dañar a nadie más…? [02]

Solo quedó como respuesta un silencio; la fortuna incluso podría convertirse en desgracia en las manos equivocadas… Pero, ¿Lakshmí era la persona correcta? ¿Por qué…?

Las amigas fueron en sus propios caminos a sus hogares, siendo que Lakshmí vivía en las faldas de una cordillera montañosa, cercano al bosque que rodeaba Kedarnath; allí, una choza de gran tamaño hecha de piedra, era su hogar. En cuánto entro, sus siguientes personas especiales la recibieron:

– ¡Hermana! ¡Ya volviste!

– ¡Te extrañamos mucho!

Sus hermanas mayores; Lakshmí era la menor de 9 gemelas divinas, de nombres y orden Adhi, Dhanya, Dhairya, Gaja, Santhana, Vijaya, Vidhya y Dana. Dana y Vidhya, las menores y por consiguiente más cercanas a Lakshmí, fueron las primeras en recibirla, siendo que ambas rodearon el ostentoso vestido de Lakshmí con sus cuerpos.

– ¡Ya llegaste, por fin!

– ¡Debes dejar de trabajar! ¡Te matará!

– ¡Niñas, dejen a su hermana en paz…!

Adhi, la mayor de las gemelas y con un cabello corto recogido sobre el costado izquierdo de su cabeza, volteó a Lakshmí con una sonrisa calmada.

– Te ves muy cansada, ¿Te apetece cenar de una vez?

– ¡S-Si…!

La diosa mayor terminó el estofado de albahaca con arroz y mandó a las otras hermanas a preparar la mesa mientras Lakshmí se quitaba su túnica de trabajo para usar ropas más cómodas; entonces las 9 se sentaron, una junto a la otra en orden de nacimiento, de manera que Lakshmí quedó junto a Adhi, su lugar favorito en la mesa.

– ¡A comer!

– ¡Por fin! ¡Ya me moría de hambre! – Gaja comenzó a comer a grandes bocanadas, de manera que salpicada fuera del plato.

– ¡Sé más educada! – Vijaya le fulminó con la mirada – ¡Eso es tan asqueroso!

– Tiene razón. Tienes que limpiarte… – Dhanya levantó un pañuelo y lo llevó a Gaja para limpiar su boca.

– Bien, bien… cuéntanos… – Santhana puso las manos bajo su cabeza – ¿Qué tal el trabajo, Lakshmí? ¿Algo nuevo…?

Lakshmí tomó una cuchara de su estofado y negó con la cabeza.

– Nada. No ha pasado nada--

– ¡Mentirosa! – Santhana se levantó de un salto – ¡Murió un dios en el templo Orchha! ¡Me enteré hace poco!

– ¿¡Eh!? ¿¡En serio!? – Vidhya y Dana se asustaron, abrazándose la una a la otra y alejándose de Lakshmí.

– ¡Seguro es un rumor! – respondió Dhairya sin darle importancia – Ese lugar está lleno de tonterías que ocurren todos los días, por esas "fuentes de leches termales de la fortuna". Solo una de nosotras tiene poderes… ¡Lo demás es mentira--!

– ¡Fue por culpa de los talismanes de Lakshmí! ¡Me enteré también de eso!

Tales palabras provocaron el silencio de las hermanas, para después a una levantarse de una salto de la mesa y salir corriendo del comedor para ocultarse en sus habitaciones.

– ¡Se trata de "A-Lakshmí*"! ¡Esta vez nos matará a todas!

– ¡E-Esperen, eso no es…!

Lakshmí no pudo decir nada ni evitar que sus hermanas desaparecieran, quedándose con el plato de estofado que poco a poco perdía su calor…

– Cómetelo rápido, o se te enfriará.

Pero no sola. La única que no huyó fue Adhi, quien seguía comiendo como si nada hubiera pasado; por su parte, Lakshmí no hizo caso sino que mantuvo su mirada en el plato… Para ver su propio reflejo en el caldo.

Al ver su reacción, Adhi intervino.

– ¿Es cierto? ¿Un dios murió por tus talismanes?

– … Si… cayó muerto después… después que le vendí el… El…

– ¿Te caía mal? ¿Lo hiciste con esa intención?

– ¡N-No! – Lakshmí negó de inmediato – ¡No lo hice a propósito!

– Seguro fue uno de los talismanes que hiciste cuando Santhana estaba jodiendo hasta que te hizo llorar… – suspiró molesta Adhi – Voy a hablar con ella, y la castigaré.

– No tienes qué hacerlo… Tiene razón. Fue… mi culpa…

– ¿Es tu culpa que haya nacido sin cabeza, solo queriendo molestar? Seguro lo que acaba de hacer fue por aburrimiento. La voy a azotar para que aprenda--

– ¡No la golpees! ¡Solo habla con ella!

– … También tengo que hablar contigo. – Adhi dejó su estofado para voltear a Lakshmí – Debes entender que no es tu culpa haber nacido con… con "eso".

Una maldición que afectaba cada esfera de la vida de Lakshmí: su trabajo, sus amistades, la gente que apenas conocía… incluso a su familia.

El giro de cabeza de Adhi dejó ver lo que se ocultaba en la mitad de su rostro: una herida que atravesaba su cabeza, dejándola tuerta de ese costado; ver su marca le hizo recordar a Lakshmí que ese día, de no ser por Saraswati y Parvati, pudo haber matado a su hermana sin siquiera darse cuenta…

Adhi se levantó y abrazó a Lakshmí, con suficiente fuerza para comenzar a asfixiarla.

– Me… Me estás… ahogando…

– Para mostrarte el amor que te tengo, mi hermanita. Tienes que entender que no eres culpable de esto… Se supone que para eso trabajas en el templo, ¿No?

Si, para eso estaba allí, pero no daba resultado… eso le hacía sentir muy mal. Una fracasada…

– Perdón… perdón… perdón… perdón…

– Ya deja de pedir perdón. No eres culpable.

– Yo te… te hice eso… pudo haberle pasado a ellas… pude haberlas… podría…

– Si sigues llorando, tendré que noquearte aunque me rompa la mano. Recuerda que llorar también provoca "eso".

Lakshmí lo recordó de inmediato; se separó de Adhi, llevó ambas manos a la cara para limpiarse y sacudió su cabeza repetidas veces, hasta suprimir una vez más esa emoción en lo profundo de su corazón… Volvió a sonreír y dirigió la mirada nueva a su hermana mayor.

– Gracias, onee-chan.

– Sigue comiendo.

Lakshmí y Adhi siguieron con sus platos de estofado, hasta que la menor decidió sacar otro tema de conversación que se le cruzó por la mente.

– ¿Cuándo sería momento adecuado para… para casarse…?

– ¿Casarse? ¿Acaso ya estás pensando en el matrimonio…? – Adhi silbó con sarcasmo – ¿Quién es el afortunado, o desgraciado?

Lakshmí se sonrojó de la sorpresa, provocando una risa burlona de su mayor.

– Es broma… ¿Por qué lo preguntas? ¿Cuántos idiotas se metieron en el templo solo para pedir tu mano?

– No es eso… – Lakshmí se llevó una mano a su corazón – ¿Qué debería sentir… para pensar en el matrimonio…? ¿Qué debería… pensar…?

– Solo amor. Eso debería ser todo.

– ¿Solo amor…?

– Bueno… – Adhi se llevó una mano a la barbilla – Debería ser, mejor dicho… Pasión…

La pequeña levantó ambas orejas cuando escuchó de nuevo esa palabra que tanta atención le había estado atrapando desde los rumores del Svarga.

– ¿Pasión?

– El amor tiene muchas maneras de mostrarse… Amor a una hermana, a una amiga, a un amante, a un esposo, a un fallecido, a una mascota… Creo que el amor correcto para pensar en el matrimonio es la pasión: aquel amor que te forzar a superar los límites e ir más allá por alguien… Un amor que destruya todo lo que tienes en tu camino con tal de seguir a tu amado… Un amor que, como fuego, te consuma…

– ¿¡Me consuma!? – Lakshmí se sonrojó de sorpresa. [03]

Esa es la pasión… Un sentimiento que te consume, hasta que no queda nada de ti… Porque has dado todo de ti hacia alguien que dará también todo de sí para ti.

» Amor y pasión… Es es todo.

La diosa quedó sorprendida con ese nuevo punto de vista que nunca hubiera imaginado; por su parte, Adhi se terminó su estofado y se levantó de golpe.

– Bien… hora de sacar a esas niñas para que terminen de comer.

– Solo… solo las sacarás a comer, ¿No?

– A todas, excepto a Santhana. A ella la voy a azotar.

– ¡No, por favor no!

– Lo siento, Lakshmí. Decisión de tu hermana mayor, así que obedece.

Lakshmí asintió en silencio, pero dejando salir por su mejilla una pequeña lágrima con la esperanza que su hermana mayor la viera y sintiera lástima, para evitar que el castigo divino cayera sobre su otra hermana… [04]

– … ¿Qué?

– ¿¡Qué hiciste qué!?

Parvati y Saraswati quedaron sorprendidas con la respuesta que dio Lakshmí a su pregunta sobre la propuesta de matrimonio de Kedara… y la de todos los dioses que antes, pronto y después se la hayan hecho.

– ¿¡Un voto de castidad!? – Parvati exclamó con los ojos fuera de órbita.

– ¡Qué buena noticia…! – asintió Saraswati con una amplia sonrisa – Apresurado, pero me gusta.

– Es… es lo mejor… ¡Achú!

Durante el descanso en sus días laborales, la diosa tomaba su terapia de baño en las leches termales esperando que fuera el último. Saraswati y Parvati también tomaban un baño para ayudarle y hacerle compañía hombro con hombro… ¿Pero, por qué le ayudarían con un baño termal…?

Porque Lakshmí era intolerante a la leche, como si tuviera una pequeña alergia; por eso, cuando se quiso limpiar la nariz, Parvati tomó un pañuelo para hacerlo por ella.

– ¡No te limpies con esa mano! Volviendo al tema… ¿¡Qué te pasa!? ¿¡Por qué hiciste ese voto apresurado, sin consultarnos!?

– No creo que habríamos sido de mucha ayuda… – sinceró Saraswati – Tú le dirías que no, y yo le diría que sí. La habríamos confundido.

Lakshmí asintió, penosa que su respuesta pudiera molestar a Parvati, y ella tomó la palabra para expresar su opinión.

– Mi hermana mayor… Onee-chan me dijo… qué no me puedo casar… si no siento… fuego que me consuma…

– … ¿Qué?

– ¡Quiero decir…! Yo le pregunté… Qué debo sentir para casarme… y ella me dijo… Amor y pasión… Que me consuma por alguien más… Eso me dará la señal de qué estoy lista…

» Mi voto de castidad… Es porque todavía no siento pasión por alguien… El día que sienta esa pasión… Me casaré.

Ambas amigas asintieron, sintiendo satisfacción de esa respuesta; cada una tenía su opinión personal al respecto, pero… Era mucho más importante apoyar la decisión de su amiga. Hasta que…

– Ahora me pregunto… – comentó Saraswati con las manos bajo su cabeza – ¿Cómo planeas decírselo a ese zorro desgraciado, sin que te eche de aquí?

– … ¡Es cierto! – Lakshmí se sonrojó al recordar ese dato – ¿¡Cómo se lo diré a Kedara!? [05]

Pero, antes de eso, otra duda invadió su cabeza…

« Amor y pasión… ¿Cómo se siente? ¿Cómo sabré que estoy sintiendo eso…? »

– ¡Abran paso a la tormenta y la destrucción!

El grito de exclamación, seguido de muchos murmullos que surgieron entre multitudes indicando que una enorme a cantidad de dioses se habían congregado a las afueras, tomó por sorpresa al trío de diosas.

– ¿¡Qué está pasando allá afuera!?

– ¿Dijeron… tormenta y destrucción…? – Lakshmí abrió los ojos con sorpresa – ¡Son los… Los rumores del… Svarga!

– Ah, si. Los dioses que quieren alcanzar la cima del Svarga… ¿No era solo un tonto cuento de hadas?

– ¡Quiero verlos, con mis ojos!

Parvati salió de inmediato de la tina, se secó y envolvió todo su cuerpo con una toalla, y salió corriendo del recinto para ver lo que ocurría afuera; ni siquiera Saraswati ni Lakshmí tuvieron tiempo de reaccionar lo que había hecho.

– ¡Hey…! Esta tonta se volvió a ir sin pensar… ¡Más le vale no enamorarse de primer idiota que conozca! – Saraswati se levantó de golpe – Voy a encararla.

– ¡S-S-Saraswati…! ¡No te vayas!

– Debo ir, o esa tonta hará una de sus cosas tontas de amor… ¡No tardo!

Saraswati siguió los pasos de su amiga y salió de la tina para secarse, vestirse más recatada a lo que hizo Parvati, y salir del recinto. Eso dejó en soledad a Lakshmí; todo lo que debía hacer era permanecer dentro de la tina, sin hacer ningún movimiento que agitara mucho las leches, para podría salir sin malestares.

No pasó mucho tiempo cuando, por la pared dónde estaba la entrada, se escuchó un estruendo de roca acompañado de una explosión que abrió un agujero, provocando el susto de Lakshmí. Por tal entró volando Kedara, cubierto de heridas y golpeado por todos lados, que se estrelló contra el suelo muy cerca de la tina de Lakshmí.

– ¿¡Eh…!?

El dios hindú estaba por completo noqueado, con marcas en el rostro como si un millón de puñetazos le hubieran arremetido; la imagen de Kedara provocó susto en Lakshmí, quien se levantó para salir corriendo.

Al mismo tiempo, las puertas del recinto se abrieron, dejando entrar a un dios de color morado, con heridas mínimas pero los nudillos de sus manos enrojecidos y el rostro ardiendo en ira.

– ¿¡Dónde se encuentra ese perro!?

– ¡Shiva, ya cálmate! ¡Ya conseguiste vencerlo!

– ¡No me detendré hasta que su rostro esté tatuado con mis puños!

– Creo que eso ya lo conseguiste…

Detrás del dios morado apareció otro, de complexión física muy similar ee cuatro brazos, solo que era de color naranja y tenía tatuajes azules en los brazos y el cuello, con su cabello oscuro además de puntiagudo peinado en trenzas. Aquel dios sostuvo el hombro del primero para detener su frenesí violento.

– Logramos vencer a Kedara.

– ¿Tan rápido? ¡Solo me bastó un golpe! ¡Si que soy el mejor, ¿No crees, Rudra?!

– Parece que así fue…

Ambos dioses giraron la mirada, encontrándose con la diosa Lakshmí, de pie sobre las leches termales con ambas manos cubriendo su cuerpo desnudo y viendo a ambos dioses con el rostro rojo de vergüenza y los ojos abiertos en curiosidad. Así también ambos dioses, Shiva y Rudra, quedaron con la mirada puesta en Lakshmí… en especial por su divina belleza, que ninguno de ellos habían visto en otra diosa en toda su vida.

El primero en reaccionar fue Rudra con un sonrojo de sorpresa.

– Eh… Esto…

– ¡Pero qué mujer tan hermosa! – Shiva se abalanzó con los brazos abiertos hacia Lakshmí – ¡Justo como a mi me gustan!

Ante la actitud repentina de Shiva, Lakshmí se sorprendió tanto que cayó de espaldas sobre las fuentes de leches termales, consiguiendo hundir todo su cuerpo en la fuente… y comenzar a ahogarse. La tina no era muy profunda, sino de menos de medio metro…

Pero Lakshmí tampoco sabía nadar.

En cuánto cayó, comenzó a patalear y mover los brazos para tratar de salir, que le hizo no darse cuenta en qué momento Shiva llegó a dónde estaba con un rostro coqueto para ayudarla… y tampoco en qué momento su pierna se estiró con suficiente fuerza para golpear la mandíbula de Shiva, de tal manera que lo noqueó.

– ¡Eres un idiota! – Rudra se acercó corriendo.

Lo primero que hizo fue dejar a Shiva en la orilla de la tina y luego socorrer a Lakshmí; cómo pudo consiguió tomarla de la cintura y piernas, a pesar de su constante pataleo, y sacarla a la superficie. Con el otro par de brazos, Rudra limpió el rostro de Lakshmí para destapar su nariz y que pudiera respirar bien.

– ¿¡Te encuentras bien!?

– ¡Achú…!

La diosa estornudó y levantó la mirada hacia Rudra, siendo que ambos fijaron sus ojos en el otro…

Su primer momento de conexión: mientras que Rudra quedó de nuevo cautivado por la divina belleza y la suavidad extrema de la piel oscura de la diosa… Lakshmí estaba conmovida por el primer hombre que se le acercaba con sincera preocupación sin querer tomar provecho de ella…

Era una nueva emoción para la diosa que se acobijó en su interior…

– ¡Suelta a mi amiga, maldito perro!

Un golpe del sitar de parte de Saraswati dio de lleno en la cabeza de Rudra, al grado que el instrumento se rompió en pedazos y el dios, ya herido de su combate contra Kedara, se desmayó; Lakshmí cayó sobre él y ambos se hundieran en la leche batida.

– ¡Achú!

– ¡¿Cuántas veces te he dicho que no te puedes ahogar en esta fuente!?

En una pequeña choza, atendidos por los mejores médicos de Kedarnath, ahora se encontraban descansando Rudra y Shiva, la tormenta y la destrucción; tal pelea contra Kedara había sido la más intensa hasta el momento.

– ¡Qué buen combate! – Shiva rió, como pudo por el vendaje que cubría su barbilla – ¡Ese Kedara era un idiota debilucho!

– Lo dices porque te tocó enfrentarlo después que yo… – le respondió Rudra con una sonrisa, y un vendaje en su cabeza – Lo debilité para ti.

– Ni uno ni otro… ¡Juntos lo vencimos! – Shiva extendió su mano a Rudra para chocar puños, a lo que tormenta respondió igual.

– Así es. Lo hicimos juntos…

Poco después la puerta de la habitación dónde se encontraban fue abierta por uno de sus múltiples seguidores.

– Señor Shiva, señor Rudra… Se encuentran unas mujeres afuera que quieren hablar con ustedes.

– ¿En serio? Qué pesado… – suspiró Rudra muy cansado – Solo quiero dormir toda la noche hasta mañan--

– ¡Diles que pasen! ¡Toda hermosa mujer es bienvenida!

Con la respuesta de Shiva, el dios se retiró dejando a Rudra con mala cara a su mejor amigo; después entraron el trío de diosas del templo Orchha: Saraswati, Parvati y Lakshmí con la nariz roja y una caja de pañuelos.

– ¡Ustedes… ustedes son…! – Parvati sonrió con sus mejillas encendidas al rojo vivo – ¡Ustedes son tormenta y destrucción! ¡Los dioses que tanta fama tienen en Svarga! ¡Qué emoción estar aquí con ustedes!

– ¡Hasta aquí ha llegado nuestra historia…! – le sonrió Shiva con orgullo – ¡Parece que somos los mejores, Rudra!

– Después de todo, ya llevamos 499… Bueno, con Kedara son 500 los dioses que ya hemos vencido.

– ¿¡500!? ¡Son demasiados! ¡Si que son muy fuertes!

– Ni que lo digas… No viste la mitad de lo que somos con ese debilucho. Puede que pronto veas más de nosotros~

Las palabras de Shiva fueron un claro coqueteo que encendieron a Parvati, quién también se removió los mechones de cabello detrás de su oreja y sonrió pícara…

– ¡Ya deja de coquetear! – Saraswati golpeó la cabeza de Parvati – ¡No estamos aquí para eso! Estamos aquí para… disculparnos…

Saraswati se tragó su gran orgullo en una bocanada de aire y, tras dejarlo salir todo, dirigió la mirada a Rudra.

– Lamento haberte golpeado la cabeza con mi sitar.

– Está… está bien… Después de todo estabas protegiendo a tu amiga. Lo entiendo.

– Bien, ya hice mi parte.

Saraswati se volteó con Lakshmí, quien se estaba ocultando detrás suyo, y la movió de lugar hasta quedar enfrente para encarar a Shiva.

– ¡Ahora te toca, Lakshmí!

La diosa de la buena fortuna se sorprendió y asustó del movimiento repentino; se limpió la nariz, llevó sus manos al frente, y volteó a Shiva para verlo con su barbilla herida. Eso le provocó nervios.

– Per… Per… Perdón… por… por gol… golpearle… [06]

– ¡No pasa nada! – Shiva sonrió, también con expresión coqueta – Después de todo, eres una hermosura. Es imposible que no te resistas a mi~

– ¡Suficiente! – Saraswati tomó a Lakshmí de los hombros – ¡No vine para escuchar tontos coqueteos, sino solo disculpas! ¡Ya vámonos!

– ¡P-Pero Saraswati…!

– ¡No me importa! – Saraswati tomó el hombro de Parvati con suficiente fuerza para sacarla, mientras Lakshmí quedó de pie quieta – Tú también, Lakshmí. Ya vámonos--

– Quiero… hacer una pregunta… – Lakshmí volteó a Saraswati e hizo una reverencia – Por favor…

La diosa musical le miró con mala cara, a lo cual terminó por asentir.

– Si tú lo dices…

– ¡Espera…! – Parvati se renegó, moviéndose de lado a lado como gusano – ¿¡Por qué ella si puede estar aquí y yo no!?

– ¡Ya cállate, Parvati! ¡Eres muy escandalosa!

Saraswati arrastró a Parvati afuera con sus fuerzas, dejando a los dioses de la tormenta, la destrucción y la fortuna en soledad. Lakshmí se volvió a limpiar la nariz y volteó a Rudra y Shiva, viendo que ambos estaban muy vendados tanto del combate de Kedara como lo que ella y Saraswati les habían hecho. Eso le provocó intriga.

– … ¿Duele… eso…?

– No, para nada… – le respondió Rudra con calma – Bueno, al menos ahora ya no. Solo necesitamos un poco de descanso…

– Así que tú te llamas Lakshmí… – sonrió Shiva de lado – Hemos sido nosotros un poco descorteses en las presentaciones, ¿No?

» Yo soy Shiva, el dios de la destrucción. Él es mi mejor amigo Rudra, el dios de la tormenta.

– Destrucción… y tormenta… – Lakshmí dudó un poco – ¿Por eso los conocen así…? ¿No son apodos porque… porque causan caos en todos lados…?

Shiva y Rudra quedaron en blanco.

– Eh… no. El único que destruye todo es Shiva…

– ¡No es cierto! ¡El problema es que nadie aguanta mis golpes!

Lakshmí tuvo una siguiente duda… Pero mayor duda tenía de expresarlo en voz alta, por lo que de quedó callada una larga media hora en que los dioses Shiva y Rudra se quedaron viéndola.

– Es… es rara… – comentó Rudra extrañado.

– Es cierto. Aunque sea muy linda, es muy rara también…

Su nariz no aguantó y tuvo que estornudar; se volvió a limpiar y tal le dió suficiente valor para su siguiente pregunta.

– … ¿Por qué…?

– ¿Eh? ¿Por qué…? ¿A qué te refieres?

– … ¿Por qué… por qué… quieren… llegar… arriba…?

– Ese no soy yo – Shiva rió y extendió uno de sus brazos a Rudra – ¡Se trata del sueño de mi mejor amigo!

– ¿Sueño…? – esa declaración sorprendió a la diosa, tras otro estornudo – ¿Cómo un… Un humano…?

– Si, si, como un humano… – respondió Rudra, con mala cara cuando vió que Shiva estaba a punto de reírse; entonces el dios de la tormenta se tomó su tiempo de explicación – Mi sueño es alcanzar esa cima que todos han intentado tocar, pero que nadie nunca ha podido…

» Debo intentarlo… Mi corazón me lo dice. Quiero tener… la vista de la cima del Svarga… Saber qué se siente estar allá arriba, en nombre que todos aquellos que lo han intentado…

Las palabras de Rudra eran casi como poesía a oídos de la diosa de la buena fortuna; estaba viendo en ese dios viajero, con heridas en su cuerpo y solo queriendo descansar, ese sentimiento que le estaba llamando la atención y que había oído en rumores:

« Una convicción muy fuerte… Una decisión inquebrantable, aunque su cuerpo se rompa… ¿Así es como… debe ser la pasión…? »

– Yo… también quiero… yo quiero…

– ¿Eh? ¿También quieres…? – Shiva arqueó sus ojos – ¿Qué quieres?

– ¡Quiero ir con ustedes! ¡Quiero ver la cima!

Los ojos de Lakshmí se encendieron en curiosidad y emoción además de un estornudo infantil. El primero en reaccionar fue de nueva cuenta Shiva.

– ¡Imposible! Eso no se puede, belleza. Para llegar allá arriba, debes ser muy fuerte--

– ¡Yo… soy fuerte…! ¡Y quiero ser más fuerte!

– No, no lo entiendes. Debes saber pelear, ya que los dioses allá arriba son muy fuertes--

– ¡No sé pelear, pero…! ¡Puedo aprender, y quiero aprender!

– ¡Un segundo!

Rudra detuvo los entusiasmos repentinos de Lakshmí, se puso de pie como pudo y se dirigió a la diosa.

– Es un viaje que solo Shiva y yo debemos realizar.

– … ¿Por qué solo ustedes?… ¡Achú!

– Este chico quiere cumplir su sueño… ¡Y yo soy la compañía pesada! – Shiva sonrió de lado – ¡Después de todo, no hay de otra!

Rudra asintió con la cabeza por la respuesta de Shiva, para continuar con la suya propia.

– Debemos superar a los dioses que lo han intentado, para cargar sus sueños y esperanzas en nuestras espaldas… De esa manera lograremos llegar a la cima correctamente. Hemos vencido ya a 500, y faltan todavía muchos más… No podemos permitirnos que alguien que no ha estado involucrada desde el comienzo, se vea afectada ahora… ¿Qué pasaría si algo malo te sucediera?

– …. A veces quisiera que las cosas malas… Me pasaran a mi… Pero… nunca se me ha cumplido ese deseo…

Lakshmí descendió la mirada al suelo con vergüenza, provocando la curiosidad de ambos dioses; la diosa se volvió a limpiar la nariz y tomó más tiempo para dar su propia motivación.

– Yo… Tengo un poder, pero… siempre le provoco daño a la gente que está cerca de mí… No sé por qué me pasa esto. Yo no quiero ser así; quiero saber por qué, y quiero… quiero quitármelo…

» Ustedes… Son fuertes… Y saben que son fuertes… Porqué quieren llegar a la cima… Yo también… Quiero ir con ustedes… Para saber por qué… por qué soy así… ¡Achú!

Una respuesta un poco extraña y ambigua que no terminó de convencer a Rudra; estaba por hablar cuando Shiva fue el primero en hacerlo.

– ¡Contratada!

– ¡¿Qué!? ¡Shiva--!

– ¡Preséntate mañana al mediodía, y te haremos tu examen de admisión!

– … ¿Examen?

– ¡Ya puedes irte! ¡Nos vemos mañana, preciosa!

La diosa quedó con el rostro blanco de sorpresa; un estornudo la sacó de sus pensamientos y, sin más que decir, se dió media vuelta y se fue. Una vez que ambos dioses quedaron solos, Rudra encaró a su mejor amigo.

– ¿¡Qué te pasa!? ¿¡Estás loco!?

– No, estoy caliente.

– ¡Eres un idiota!

– ¿Por aceptar a la primera belleza que se nos acerca para acompañarnos en nuestro viaje?

– ¿¡Crees que es un juego!?

– No… ¡Pero, de vez en cuando deberíamos divertirnos! Además… Aparte de todo ese disparate extraño que no entendí…

El semblante de Shiva cambió a un rostro serio; algo muy atípico en él.

– Siento… siento que puedo confiar en ella, ¿No te pasa lo mismo?

– Y-Yo… No lo sé. Yo tengo un mal presagio.

– ¡Es porque no has estado cerca de mujeres por mucho tiempo, mi amigo Rudra! – Shiva sonrió pícaro – No tienes que temer, campeón. A mi me gustó más la chica entusiasta y la de mal carácter; te puedes quedar con la mudita.

– ¡Lo dices como si fuera un juego! ¡Si sigues así, podrías terminar con 3 esposas sin saberlo…!

Tres esposas… – el dios morado sonrió – Un reto que me gustaría completar~

Al día siguiente, desde muy temprano se presentó Lakshmí de nuevo con el par de dioses, tomándolos por sopresa debido a su extrema puntualidad. Por ello, la diosa tuvo que esperar un poco a qué se preparasen para hacerle su exámen:

Un duelo, entre tormenta y destrucción contra la fortuna. Podría parecer un duelo injusto, pero era necesario para medir su fuerza para los más de 600 dioses faltantes. Además…

En resumen: Lakshmí pudo derrotar a ambos dioses. Rudra cayó primero, mientras que Shiva tuvo que recibir varios golpes a la cabeza para empezar a tambalearse. Aún así…

– ¡Qué divertido! ¡Otro más!

– ¡Suficiente, Shiva…!

Rudra se levantó del suelo, tomando grandes bocanadas de aire para recuperar el aliento; así que aprovechó Lakshmí también con respiración jadeante, bañada en sudor y cansada de pies a cabeza. Había sido una buena pelea para ella.

Una vez que Ruda se recompuso, se dirigió a Lakshmí.

– Está bien. Puedes venir con nosotros.

– … ¡Qué bien! – Lakshmí sonrió emocionada.

– Pero con unas condiciones…

» En primer lugar. Esta carrera la debemos terminar solos… Los últimos 5 dioses del Svarga serán de nosotros, así que nuestros caminos se separarán…

» Segundo: Ese… "poder" que tienes… Es demasiado peligroso. Por favor, nunca lo uses sin supervisión.

– ¡Es cierto! – Shiva se levantó de golpe, mareado de su cabeza – ¡De acuerdo! ¡Nada de magias locas…!

– … S-Si…

– Tercero… Más que condición, un favor…

El dios de la tormenta no aguantó mucho y cayó tumbado al suelo, preocupando a Lakshmí.

– ¡S-Señor Rudra!

– … ¿Por favor podrías aprender enfermería, si es que no sabes…? Nos… nos sería de mucha ayuda…

La diosa asintió con la cabeza de nuevo.

– ¡Haré mi mejor esfuerzo!

– En ese caso… – Shiva levantó su puño a Lakshmí – ¡Bienvenida al equipo dinamita!

– ¿"Equipo dinamita"? ¿Te lo acabas de inventar?

– Suena muy bien, ¿No?

Lakshmí movió la cabeza en señal de reverencia.

– Gracias… señor Shiva… señor Rudra…

– … Ahora, si nos lo permites… – Shiva y Rudra coincidieron tanto en palabras como en acciones: se tumbaron boca arriba en el suelo. – Descansemos.

– … ¿¡Eh…!? ¿¡Los… Los herí bastante…!?

– ¡Qué más da! ¡Es bueno! – Shiva sonrió – ¡Es bueno que seas fuerte! ¡Ven con nosotros!

Lakshmí al principio dudó pero decidió ceder: fue caminando con lentitud y se tumbó en el suelo, justo en medio de ambos dioses, siendo que Shiva puso una mano sobre su hombro y Rudra quedó con sus brazos cruzados.

El dúo entre Shiva y Rudra era muy curioso para Lakshmí; no compartían lazos de sangre como ella con Adhi, ni compartían un lugar de reunión como con Saraswati y Parvati. De hecho, era diferentes: un dios dispuesto a dar su vida para llegar a la cima, y un dios aburrido buscando el placer y la diversión.

Pero… eran un dúo inseparable, invencible, entrañable: los mejores amigos, Shiva y Rudra. Eso… encendía la curiosidad en Lakshmí.

« Amigos así… ¿Esto también es pasión…? »

Ese fue el primer día de Lakshmí compartiendo con tormenta y destrucción.

La despedida de sus hermanas mayores fue difícil; más todavía estar en presencia de las abundantes lágrimas de Parvati, aferrándose a ella para que no se fuera, y de la mano de Saraswati en su hombro, con rostro a punto de llorar, también pidiéndole que no se fuera.

Al atardecer, los 3 dioses tomaron sus cosas y, seguidos de sus séquitos formados por toda Svarga, partieron rumbo a la cima…

Fue una completa nueva experiencia para tormenta y destrucción: acampar en los pueblos que visitaban, librar sus peleas con los líderes de las zonas y regiones, quedarse a dormir una noche o una semana… Todo, con una mujer. Era nuevo.

Así como sus nuevos hábitos y comportamientos, adecuados para no perturbar a Lakshmí; evitar gestos groseros y ser educados, darle privacidad, pensar en ella aunque leer sus pensamientos fuera un enigma, ser compañía adecuada para ella; uno que otro regalo de amistad, uno que otro "momento de chicas" que sacaba emociones extrañas en el dúo.

Lo que antes era una situación incómoda se volvió un ambiente agradable y deseable para otros dioses: el trío se conoció mejor, hasta volverse 3 amigos profundos e inseparables. Una amistad grabada en el corazón del Svarga:

El dios de la destrucción y la diversión, Shiva; el dios de la tormenta y la responsabilidad, Rudra; la diosa de la fortuna y el silencio, Lakshmí. Los dioses más diferentes, pero al mismo tiempo los más iguales. Un lazo especial que se formó entre ellos, en especial entre un par…

Así también las peleas por el Svarga cambiaron, siendo que… bueno, Lakshmí se aburría de solo pensar en ropa y maquillaje. Ella también quería pelear:

– ¿Tormenta y destrucción? ¡No me hagan reír!

Ese fue el caso de Aditia, el dios hindú del Sol; un monstruo de 5 metros de altura, con una piel tan brillante que ni siquiera su hogar, las oscuras cuevas del Svarga, era capaz de sofocar esa luz. Así también era su arrogancia…

– Todos los dioses que han enfrentado hasta ahora no son nada, comparados conmigo… ¡Yo soy el Sol, Aditia! ¡Un par de debiluchos no podrán conmigo!

– Nosotros… nosotros somos Shiva y Rudra--

– ¡No me importan sus nombres de mierda! ¡Peleen de una vez!

Rudra se estaba calentando debido al ardor del enojo. Iba a ser el primero en atacar, cuando sintió la pesada mano de su compañero en su hombro; volteó y se encontró con la mirada eufórica de Shiva, quien también quería ser el primero en golpearle, aunque…

– ¿Eh? ¿Quieres tener el honor de--?

– ¿Qué te parece, Rudra… si dejamos que este cabeza hueca conozca a A-Lakshmí…?

El dios de la tormenta entendió el mensaje, por lo que se dió media vuelta y llamó a la diosa que estaba en la entrada de la cueva; al oír su nombre entró corriendo, como podía por el vestido que unos niños del pueblo le hicieron, hasta el lugar de reunión. La luz de Aditia le obligó a cerrar sus ojos.

– ¿Señor Shiva…? ¿Señor Rudra…?

– ¿Cuántas veces te he dicho que solo "Rudra"?

– Esta mujer, ¿Quién es? – Aditia se rió burlón – ¿Es mi recompensa cuando acabe con ustedes?

– Claro que no… – le respondió Shiva – Ella es tu oponente.

– ¿¡Eh!? – Aditia y Lakshmí se sorprendieron.

– Veamos cómo has progresado… – Shiva dejó caer una mano sobre el hombro de Lakshmí en señal de confianza – Cuento contigo. Recuerda nuestro entrenamiento personal.

– … ¡E-Está bien!

La diosa se acercó y preparó su estilo de combate, quitándose la mayor parte de su vestido y acomodando su cabello en su trenza, mientras que Aditia se burlaba del trío divino.

– ¿¡Quiénes se creen para hacerme pelear con una mujer!? ¡Les diré lo que pasará: también acabaré con ella, sea aquí peleando o en mis aposentos! ¡Entonces ustedes serán mis esclavos!

Rudra y Shiva en serio que estaban fastidiados por su actitud tan arrogante, mientras que Lakshmí lo ignoró… ¿Eran acaso ofensas muy crueles que no podía soportar? No, no era eso…

Su estatura y la brillantez de su piel. Eso la dejaba sin poder decir ni una palabra, sino temblar de nervios. [07]

Ni bien terminó de cambiarse la pelea dió comienzo con Aditia acercando su puño para golpear con un gancho que terminar todo de una vez… Pero, no a Lakshmí.

Una flor de loto brillante bajo sus pies, el brazo detenido en seco, y una patada giratoria tumbaron a Aditia directo al suelo. Rudra y Shiva se asombraron al ver la facilidad con que ganó.

– ¡Vaya, vaya! – Shiva sonrió con orgullo flamante – ¡Sí que aprendiste a usar mi patada especial! ¡Me siento como un padre!

– … ¡G-Gracias, señor Shiva!

– Esa patada… – Rudra se llevó una mano a su barbilla – Fue más fuerte que la última vez, ¿No?

Lakshmí se percató de ello y asintió con la cabeza.

– Debe ser… debe ser mi poder… que crece y crece… con cada victoria…

– ¡Siempre eres más fuerte! ¡Me gusta! – Shiva palmeó con uno de sus brazos superiores la cabellera de Lakshmí, y con un brazo inferior la tomó del hombro – ¿Segura que no quieres ser mi primera esposa?

Lakshmí negó con la cabeza, moviendola eufóricamente de lado a lado. [08]

– ¡Ya sé, ya sé lo de tu voto! Aunque, creo que alguien aquí podría romperlo, ¿O no~?

Lakshmí quedó en blanco unos segundos hasta que entendió a lo que se refería y guardó silencio con rubor; Rudra también entendió y se volteó con la misma expresión, provocando la risa pícara de Shiva.

– A todo esto… Con Aditia, ¿Cuántos llevamos? ¿Mil y algo?

– 1110 para ser exactos… – respondió Rudra – Solo faltan Agni y Varuna… Indra… Brahma y Vishnu…

– Los últimos cinco…

El silencio quedó en el ambiente, siendo que los 3 entendieron a qué se refería esa oración; Lakshmí abrió los ojos en sorpresa.

– Ya es hora de que vuelvas a tu hogar, Lakshmí. Así acordamos.

– … No… No quiero. [09]

Lakshmí se separó de Shiva para correr a Rudra y extender ambas manos a las suyas, con tal de sujetarlo para no dejarlo ir.

– ¡No me quiero ir!

– Lakshmí…

– Es cierto que nos has ayudado mucho, aunque fue trampa. Pero ya no. Es nuestro trabajo terminar esto solos.

– … ¿Por qué…? ¿Por qué…? – los ojos de Lakshmí se empezaron a cargar de lágrimas – Yo me… me la pase… muy bien con… con ustedes…

Rudra sonrió con ternura y usó un par de brazos para tomar las pequeñas y suaves palmas de Lakshmí, llevándose de nuevo el pequeño placer de sentir la piel de la diosa más hermosa del Svarga.

– Nosotros también hemos disfrutado de tu compañía. En especial, yo me la pase muy bien contigo…

» Pero es una carga que nosotros debemos llevar… Nosotros debemos llegar a la cima en nombre del Svarga. Por eso estamos aquí; es nuestro propósito, ¿Lo recuerdas?

– Pero yo… ¡Yo todavía no sé… no sé por qué yo… yo soy así…!

– ¿¡En serio!? – Shiva abrió los ojos – ¿¡Más de 600 dioses y todavía no lo sabes!?

– Si no lo has encontrado con nosotros, es porque seguramente aquí no debes estar… Tal vez sea con tus hermanas y tus amigas en Kedarnath, ¿No las extrañas? ¿No quieres volver a verlas?

Lakshmí no podía negar a eso; por muchas noches anheló la compañía de Adhi, la música escandalosa de Saraswati y las risas de Parvati.

– … Si…

– Entonces vuelve con ellas… Cuéntales todo lo que hiciste con tormenta y destrucción, la leyenda de los idiotas que subieron al Svarga… Cuándo nosotros hayamos pisado la cima, volveré por ti para que puedas verla con tus propios ojos. Y estaremos juntos los tres de nuevo…

Esa frase sonrojó a Lakshmí; no por pena ni vergüenza, ni sorpresa ni emoción ni curiosidad, sino por un nuevo sentimiento presente…

– En ese caso… ¡Hagamos la despedida! – Shiva rompió el momento, con su danza para festejar – ¡Será nuestra última noche juntos, y luego derroraremos a esos idiotas de allá arriba! ¡Está será la última noche del trío dinamita!

– ¡Nunca decidimos ese nombre tan absurdo!

Lakshmí sonrió y también se dejó llevar por la danza de Shiva… Le era pegajosa, por lo que no pudo evitar bailarla junto al dios de la destrucción, para que después Rudra se les uniera.

Esa noche fue una fiesta como nunca la habían tenido los 3 dioses, llevándose también al pueblo que vivió regido por la dictadura de Aditia: comer hasta engordar, beber hasta que Lakshmí se quedó inconsciente 2 veces y vomitó otras tantas, bailar hasta que los pies de les quemaran…

Disfrutar su última noche juntos.

A la mañana siguiente, Lakshmí recogió sus cosas (en su mayoría, regalos hechos por los pueblos vecinos y su propio club de fans con cartelones "Para la diosa de la fortuna") y se fue en silencio, dejando a Rudra y Shiva durmiendo solos; no quería despertarlos, así que les dejó una nota…

No quería despedirse en vivo para evitar sus propias lágrimas. Por más que quería, no podría soportarlo…

En el camino se quedó pensando, ¿Cómo les contaría todas sus aventuras a sus hermanas mayores y sus amigas? ¿Le creerían, o pensarían que son mentiras para excusar su ausencia? Tantas cosas que decir, y su mente se atascó con tanta información.

Pero entonces… el primer trueno rugió en el cielo.

Pero no era un trueno normal; Lakshmí lo escuchó y, siendo la que estuvo hombro con hombro con aquellos dioses por tanto tiempo, identificó de inmediato el sonido:

Un choque de puños entre Rudra y Shiva.

– … ¿Eh?

Sus manos soltaron lo que cargaba, se quitó sus vestidos mayores para liberar ambas piernas, y comenzó a correr…

De vuelta a la cima del Svarga.

Preguntas comenzaron a recorrer su mente, mientras corría como podía y descansaba cada tanto en cada pueblo que visitaba. Todos la reconocían, pero también estaban confundidos tanto por su aspecto sudoroso como por los golpes que escuchaban provenir del cielo; ella en cambio nunca se detuvo y siguió avanzando, tan rápido como se lo podrían permitir sus piernas.

Cada trueno que explotaba en el cielo era uno de sus golpes, dándole a su compañero para derribarlo. Cuando la lluvia torrencial comenzó a caer… No había dudas; era el sudor de ambos peleando hasta el cansancio.

– No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no…

El miedo se apoderó de la diosa, además que sus piernas querían perder fuerzas para que se detuviera, sus pulmones se agotaban de respirar, su cuerpo rogaba por comida y agua.

Por ello la carrera se le hacía cada vez más eterna… Pero no quería permitírselo. Sino, llegaría tarde y… si llegaba tarde…

– No, no… ¡Ya casi llego…!

Por más difícil y agotador que se volviera, no se detuvo. La motivación era aquella pregunta que, entre otras tantas dudas, arremetía en su cabeza:

« ¿Por qué estan peleando? ¿Por qué?… ¿¡Por qué el señor Rudra y el señor Shiva pelean!? »

Una posible respuesta había llegado a su interior, pero no quería escucharla… Ya que, de ser la respuesta correcta, significaba que la pelea terminaría con la sangre de uno de ellos bañando el Svarga.

Imaginar de quién sería esa sangre solo la llenaba de más terror y pánico.

« Esto… Esto es… No, no puede ser… ¿¡Y si esto es… es mi culpa…!? ¿¡Yo ocasioné esto…!? »

Sin darse cuenta ya estaba envuelta en el tumulto de los dioses seguidores de tormenta y destrucción, que también subían la cima.

Tales multitudes eran abismales, de manera que el pequeño laberinto de obstáculos se volvió un asfixiable océano de tumulto, que arrebató el poco aliento que le quedaba a la diosa.

Pero debía llegar… Debía llegar a detenerlos, o… De lo contrario…

« Por favor… muévanse… Debo pasar… »

Sus peticiones estaban sumisas en sus pensamientos; aún si las hablara, tantos dioses interrumpían que nadie la escucharía. Estar en esa multitud era ser tan pequeña… tan indefensa… ¿La diosa de la buena fortuna ahora envuelta en la desgracia?

« Debo llegar… debo llegar… debo llegar a él… ¡Por favor! »

Sus piernas solo usaban toda su fuerza para abrirse paso como podía, incluso llegando a golpear uno que otro dios; ya no le importaba ser amable, y mucho menos pedir permiso a aquellos dioses.

Debía llegar y detenerlo.

« ¡Aún puedo hacerlo! ¡Debo llegar! ¡Debo--! »

De repente el silencio arremetió en el lugar…

Un silencio de golpes, que significaba que ya no había combate, lo cual conllevó a un silencio de la gente al darse cuenta que todo terminó.

De repente reinó el silencio en el Svarga; incluso Lakshmí fue capaz de oír los latidos agitados de su corazón y sus labios carnosos inhalando bocanadas de aire para recuperar el aliento.

Un grito que terminó con el primer grito de victoria.

– ¡Qué viva Shiva!

Los gritos de la multitud poco a poco se hicieron presentes para ovacionar al dios de la destrucción, hasta llegar a la pequeña diosa. Su gran temor se hizo realidad, más cuando los dioses comenzaron a moverse y con ello pudo llegar a la cuna y ver el resultado con sus ojos:

El campo de pelea lleno de sangre y sudor, los dioses ovacionando con letreros en alto, estando en medio de ellos el dios de la destrucción Shiva… Además de tener un puño en alto, con los tatuajes de Rudra.

Y a sola conclusión arremetió la cabeza de Lakshmí, que sin darse cuenta su poder mágico empezó a emanar…

« No… No llegué a tiempo… No pude evitarlo… ¡No, no, no--! »

Pero se vio interrumpida.

En el suelo, un pequeño rastro de sangre avanzaba hasta hacerse desaparecer por una ladera de la montaña; ¿Acaso podría ser…?

Sus piernas se movieron y comenzó a correr para seguir el rastro de sangre, moviéndose entre las rocas por las cuales se movía tal rastro sangriento… Para su fortuna, el resultado fue justo el que esperaba: tras algunos minutos de búsqueda, se encontró al dios naranja caminando cuesta abajo para abandonar la montaña; de él provenía la sangre, y se podía ver que su cuerpo carecía de sus tatuajes.

Una pregunta resuelta, pero no todas sus preguntas.

– ¡Rud… señor Rudra! ¡Señor Rudra!

– ¿Eh? – Rudra se sorprendió de escuchar esa manera de llamarlo que solo correspondía a una persona; se volteó y abrió los ojos por completo cuando la vio – ¡Lakshmí! ¿¡Qué haces--!?

– ¡Señor Rudra!

Lakshmí dio un salto y se abalanzó sobre el dios, haciéndolo caer de espaldas sobre la dura roca de la montaña; eso provocó un quejido en Rudra.

– ¡Eso dolió! Acabó de salir de un--

Rudra se vio interrumpido cuando notó que Lakshmí estaba abrazada a su abdomen, y con la cabeza apretando sus músculos sus ojos lloraban. Por primera vez, Rudra veía esos sentimientos en Lakshmí.

– ¿¡Qué pasa!? ¿¡Estás bien!?

– … ¿Por qué…? ¿¡Por qué!? – Lakshmí levantó la mirada – ¿¡Por qué… por qué allá arriba dicen… qué el señor Shiva ganó…!?

– … Porque Shiva y yo peleamos por la cima del Svarga, y él ganó.

– … ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué pelearon!?

– Así debe ser… Ningún panteón debe tener más de un dios… Ningún humano puede rezarle a 2 dioses… Solo puede haber uno en la cima.

– Pero… ¡Pero…! ¡Debiste ser tú! ¡Era tu sueño! ¡Todo esto fue gracias a ti! ¡Tú deberías ser el líder del Svarga!

– Solo el más fuerte puede estar arriba, Lakshmí. Ese fue el trato desde que comenzamos este sueño… y Shiva ganó.

La diosa tuvo pensamientos culposos al respecto, que le hizo negar con su cabeza… Asustada y con miedo.

– Esto… fue mi culpa… Todo fue mi culpa…

– No, Lakshmí. No es cierto--

– Claro que lo es. Yo… Yo tomé la fortuna… que debió ser tu suerte para que ganaras… Todo lo tomé yo y… Por eso perdiste…

– ¡No es cierto!

Rudra tomó los brazos de Lakshmí con firmeza.

– ¡No es tu culpa! Todo lo contrario… ¡Gracias a ti, nos hiciste llegar a la cima, hasta este momento! Cumpliste con lo que nos dijiste cuando te acogimos: diste todo de ti, en todo momento. Nunca podría ser tu culpa.

– Pero… yo… yo quería que… que tú…

Aunque tenía las palabras en la boca, sus labios no eran capaces de terminar de expresar todo lo que quería decir… No tenía la suficiente fuerza ni valor para lograrlo.

Solo podía quedarse con sus ojos llorosos, que le hizo sonreír a Rudra; extendió su mano para limpiarle los ojos.

– Por favor, deja de llorar. Ya te pareces a Shiva.

– … ¿Al señor Shiva?

– También estaba llorando. Deberías ir con él… En estos momentos, necesitará a un amigo cercano que le ayude. Me gustaría que fueras tú…

– … ¿¡Qué dices!? ¿¡Te vas…!?

Rudra no respondió, lo que confirmó las palabras de Lakshmí; una verdad que no quería aceptar.

– … Quiero ir contigo--

– No. Tienes que quedarte, por tus--

– ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué tiene que ser así!? ¿¡Por qué no puedo… por qué no…!? ¡Yo… yo no quiero separarme de ti… no quiero…!

El momento fue suficiente estímulo para deshacer su nudo:

Lakshmí apretó los ojos para llorar con lo que sentía, además de los sentimientos que se estuvo guardando desde hace mucho tiempo. Rudra sonrió y tomó la mejilla de Lakshmí con sumo cuidado, para levantar su vista llorosa.

– Eres… muy hermosa, ¿Ya te lo había dicho?

Lakshmí se sorprendió, más cuando Rudra se acercó y le dio un delicado beso en la mejilla.

– Todavía te falta mucho, Lakshmí. Puedo verlo: aún no has respondido tus preguntas… Conmigo no encontrarás ninguna respuesta. Aquí, con Shiva, tus amigas y tus hermanas, encontrarás lo que buscas. Lo sé…

El dios soltó la mejilla de Lakshmí y se separó de ella.

– Eres la diosa de la fortuna por un motivo… Encuéntralo, y te aceptaré…

El dios de la tormenta se dio media vuelta, se despidió con una de sus manos en alto, y siguió su camino en soledad… hasta desaparecer. Lakshmí quedó con otro nudo en la garganta y el cuerpo; por fin había declarado esos sentimientos que se despertaron en ella desde que Rudra la sacó de la tina de leche, pero seguía sin tener el valor suficiente para no importarle su monólogo y correr detrás de él…

Quería correr por él, pero no pudo. Una debilidad más a su lista, que la hizo tenderse de rodillas al suelo y volver a llorar con amargura…

Después, Lakshmí volvió a dónde se encontraba Shiva junto con los dioses del Svarga que festejaban por ser el primer y único líder del Svarga. El dios de la destrucción, al levantar la vista y ver a la diosa de la buena fortuna, le sonrió de lado y levantó un puño en victoria. Lakshmí solo respondió con un asentimiento de su cabeza…

En ese momento, una pequeña parte del corazón de Lakshmí abrigó un poco de rencor a Shiva por lo que le había hecho a Rudra… A pesar de no entender lo que había pasado en esa cima, ella solo entendía que Rudra había perdido su sueño…

Tal vez… tal vez, si moviera un poco los hilos… podría desquitar un poco ese rencor… ¿Debería abstenerse de ese deseo… o debería cumplirlo…? [10]

– ¿Por qué esa cara tan larga?

A su lado, un dios de máscara facial y cabello largo claro le habló, haciéndola sacar de sus pensamientos y despertar en la realidad; se sorprendió y asustó un poco, girando su temblorosa vista para ver de quién se trataba…

Vishnú, el preservador. [11]

– Te ves de mal humor, ¿No estás contenta con nuestro nuevo líder?

La diosa se asustó de que le estuvieran dirigiendo la palabra con tanta confianza, así que tembló un poco con ansiedad; aquella respuesta provocó un bufido de risa a Vishnú.

– Qué curiosa eres. Tanto silencio y aún así dejas expresar mucho…

El dios se cruzó de brazos y separó de la roca dónde estaba recargado para irse con Shiva.

– Es cierto que es un cabeza dura, y seguramente te enoja que sea el líder de los dioses aunque sea un gran idiota. Yo mismo lo puedo decir; choque mis puños contra él cuando subió a la cima. Pero… supongo que has seguido su carrera hasta aquí, ¿No?

» Es un dios con un gran compromiso que deja mucho de qué hablar. Suficiente para tomar sobre sus hombros la cima del Svarga, aunque sea muy pesada…

» Una gran pasión por hablar con sus puños, de manera que los 1116 dioses lo oyeron y se inclinan a él. Eso debería ser de admirar más que de enojarse, ¿No lo crees?

La diosa de la buena fortuna quedó en silencio ante el discurso de Vishnú, en especial por la palabra que tanto interés captaba en ella y que era el motivo por que el había escrito con sus acciones y presencia la tercera versión de la cima del Svarga: pasión.

Shiva también representaba esa pasión que quería conocer.

– ¿Te unes a nosotros…?

Vishnú levantó una mano y la extendió a Lakshmí esperando su respuesta; el rostro de la diosa se suavizó y con cuidado tomó la mano de Vishnú, para que ambos pudieran acercarse a Shiva y celebrar su ascenso como el dios del Svarga.

« Shiva… Él tomó el sueño de Rudra y lo carga, aunque no haya sido suyo… Eso también es pasión, ¿Verdad?

» Señor Rudra… Todavía no sé por qué soy quién soy, pero… Quiero descubrirlo… No voy a descansar hasta que lo sepa, y hasta que cumpla mi propósito…

» Yo, Lakshmí la diosa de la fortuna… Voy a saber por qué soy la fortuna. »

Una nueva vida para la bella y divina diosa de la buena fortuna le esperaba de ahora en adelante… [12]

Galería de "Lakshmí-san no sabe dar fortuna" (XD)

***

Fecha de publicación: 07/09/23
ASFD

Nota de autor: Muy buenas, mi querida gente.

Con esto llegamos al final de la historia de Lakshmí *inserte gritos de perra loca que ha querido escribir esto desde que Lakshmí fue puesta en la lista oficial de peleadores*. Es cierto; ella fue de las primeras en estar en la lista y tener su historia; ya quería escribirla desde hace tanto tiempo.

En el siguiente capítulo volveremos con el sexto combate, ¿Cómo se desenvolverá? ¿Podrá la humanidad superar a la diosa de la buena fortuna? ¿Cómo funciona el poder-maldición de Lakshmí?

¿Alguna idea en especial para este combate? ¿Algo que pueda salvar el orgullo destrozado de Gangadevi, o que haga que Lakshmí-san pueda ganar la sexta ronda? Los estaré leyendo en los comentarios.

Sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!

Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.

***

Nuevos términos

*A-Lakshmí: en la mitología hindú, Alaksmí es una diosa menor que representa el infortunio y la desgracia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top