Capítulo 62: La diosa de la fortuna

–  Así que usted es… ¿La traidora de los dioses?

La pregunta de la valkiria llenó la habitación con rotundo silencio, que invadió tanto a ella y a Afrodita sentada frente suyo, como a Leónidas, Hermes y los golem de piedra situados a sus espaldas. Aquello quedó impregnado en el ambiente unos tantos segundos más, hasta que…

Afrodita respondió, con una estridente carcajada de burla.

– ¡Jajajajajajaja!

– … ¿Eh?

– Eso… ¡Es tan gracioso! – llevó una mano a su estómago para aliviar el dolor de tanta risa y con la otra limpió uno de sus ojos – ¿Yo, traidora de los dioses? ¿Perdiste la cabeza? ¡Esa es una gran acusación, sin fundamento! ¡Me estás acusando directamente!

– Pero… – la pelimorada temió que sus propias dudas fueran incorrectas – Entonces, ¿Por qué me informa del orden de peleadores? ¿No se supone que sería para que… que gane este Ragnarok…?

La diosa terminó de reír y estiró sus brazos hacia arriba; bostezó abiertamente y llevó los pies descalzos al suelo para sentarse.

– Acusar de traición a una diosa como yo es un delito muy grave, semidiosa. Además… la palabra "traición" es un término fuerte que no me gusta.

– Entonces… ¿Qué significa todo esto? ¿Cómo debería… considerar esto?

La diosa sonrió coqueta y guiñó un ojo a Geir, haciendo que la valkiria se sonrojara; se levantó de su asiento por cuenta propia, provocando rebote en cada parte curvilínea de su cuerpo, y acomodó las ligeras y reveladoras túnicas que usaba.

Tomó otra túnica, más gruesa, que llevó a sus hombros, y caminó hasta Geir tomándola del hombro.

– Te ves cansada y muy… muy preocupada… ¿Qué te parece si damos una vuelta, un paseo de chicas?

– Claro que no. – Leónidas se acercó con mala cara – Ella no irá sola contigo a ningún--

– Tranquilo, galán. Ya tendrás tu tiempo a solas conmigo~♡

Afrodita guiñó un ojo al espartano, consiguiendo frenarlo en seco; la diosa notó aquellos sentimientos detrás del hombre, que le hizo sonreír.

– No te preocupes… Solo debo arreglar algunos asuntos importantes entre… "Líderes", tu linda valkiria y yo… No le quitaré sus preferencias así que puedes estar tranquilo de que seguirá--

– ¡Suficiente! ¡Ya entendimos! – Geir, con el rostro bastante sonrojado, desvió la mirada – I-Iré contigo.

– Pero, Geir, no puedes--

– Estaré… bien… No quiero… problemas o malentendidos…

La valkiria bajó la mirada, roja y sudorosa de los nervios ante lo que sea que pudiera hacer Afrodita; la diosa griega sonrió y apretó su agarre del hombro de valkiria.

– Muy bien. No perdamos nuestro momento de chicas~

La diosa tomó ambos hombros de la valkiria, la hizo dar media vuelta, y se fueron por otra puerta que daba a la habitación principal de la diosa; así quedaron solos y en silencio Hermes y Leónidas, a lo cual el espartano se dirigió al mensajero con rostro eufórico.

– ¿Qué le va a hacer a Geir?

– ¡Tranquilo! – Hermes levantó las manos en inocencia – No será nada malo. La señorita Afrodita tiene muchos planes, y en ninguno de ellos puede permitirse que la señorita Geir sea lastimada.

– ¿"Muchos planes"? ¿De qué clase de planes hablas?

– A decir verdad, no he prestado atención a ellos. Recuerdo unas cosas, pero no creo que tengan sentido sin ningún contexto… Lo único que puedo decir es que se trata de una amable oferta – Hermes extendió una mano con tono respetuoso – ¿Le gustaría tomar asiento, mientras esperamos el regreso de la señorita Afrodita y la señorita Geir?

Leónidas a volteó a la dirección de la mano de Hermes, quien se refería al diván dónde estaba acostada Afrodita; el hombre lo miró con recelo, esperando que alguna clase de trampa surgiera de repente.

Al cabo de unos segundos, decidió recostarse en el mismo y poner ambas manos bajo su cabeza y sobre las almohadas tan esponjosas y calientes que había. Era como estar acostado en el paraíso, pero faltaba…

– ¿Tienes vino y queso espartano?

– Con gusto. En un momento se lo traigo.

– Ya que no hay otra cosa qué hacer… Tendré que esperar a Geir y… a esa mujer… – dicho esto, dirigió la mirada a la pantalla para ver el comienzo de la sexta ronda…

– ¡¡PELEEN!!

El toque del Gjallarhorn se presentó y ambas mujeres se alistaron; Gangadevi tomó una postura de defensa, con el brazo izquierdo al frente como escudo y el derecho en el mango de su arma; por su parte, Lakshmí llevó ambas manos al frente, fijó su mirada en Gangadevi…

Y nada más.

La diosa quedó en silencio para mirar a la humana; los dioses se sorprendieron bastante.

– ¿Qué está haciendo…? – se atrevió a preguntar Kali – La pelea ya comenzó, ¿Verdad?

– ¡Ya deberían estar peleando! – exclamó Durga con molestia – ¿¡Para eso quería entrar!? ¿¡Solo para estar de pie como una estatua!?

– ¡Claro que no!

Aquella que le defendió fue Parvati, sorprendiendo a las otras 2 diosas.

– A pesar de que parezca que solo estará de pie, está pensando… ¡Nunca le gusta hacer las cosas a medias! ¡Todo lo hace justo, a la medida, preciso y perfecto! ¡Se toma su tiempo para todo, incluso en un combate a muerte!

– … Tiene razón. – respondió Shiva con el mismo sentimiento – Ella es así.

La diosa apretó un poco sus manos, debido a que su cabeza dió muchas vueltas mientras analizaba a la humana, de pies a cabeza y cabeza a pies. Sus ojos daban vueltas una y otra vez, con varias dudas que arremetieron en sus pensamientos…

« Ella es… es extraña y… muy atrevida… »

En su mayoría, dudas irrelevantes.

« Su armadura es extraña… Esa corona en su cabeza se ve muy pesada. Espero que su cuello esté bien, más porque lo mueve como si nada…

» Se trata de… de una armadura… ¡Con escote abierto! ¡Todo su pecho está fuera, y todo se ve! Esa malla… seguro es de protección, pero también cuida que no se le vea todo… Aunque… ¡Es una malla abierta que también revela todo!

» ¡También se le ve el… el abdomen! ¡La panza, el vientre…! ¿Podría darle frío, con esa lluvia…? ¡Y sus piernas! ¡Ni siquiera tiene protección, sino que… parece que solo está usando lencería, bajo una mini falda! ¡¿No tiene miedo que se le vea todo!?

» Tampoco tiene zapatos… ¿Estará bien? ¿No le entrará arena en los dedos? A mí también, pero me gusta… ¿A ella también? ¿O será por su altura… que si usa tacones se pueda caer…? ¿Es normal que sea tan alta…? ¿Será que su armadura se ve pequeña porque ella es muy grande? ¿No quiso una armadura de su medida…?

» Espera… ¿Está usando maquillaje? Apenas se ve, debido a las luces que pusieron, y acabo de notarlo… ¡Qué linda se ve con ese maquillaje! ¡Delineado en los ojos, labial, brillo y base apenas notable…! ¡Seguro a Parvati-san le gustaría saber su fórmula!

» Es una humana, mortal y frágil… ¡Pero es tan linda, bella, atrevida…! ¡Segura de sí misma, con tanta confianza! ¡Qué mujer…! »

Los pensamientos de Lakshmí solo halagaban a Gangadevi. La humana se percató que ese era el motivo de su falta de acción, por lo que relajó su postura.

– Así que… me miras y me admiras, ¿No?

Lakshmí se asustó del cambio de actitud, por lo que negó con la cabeza.

– ¡N-No, no, yo no--!

– ¡No lo niegues! Suelo generar esa reacción, no importa si sea humano o dios… ¡Está en mi naturaleza que todos me miren! ¡Es evidente que lo entiendes!

De nuevo Gangadevi extendió los brazos y comenzó a moverse de lado a lado, para seguir presumiendo de sí misma y ahora para hacer una pequeña pasarela de poses a Lakshmí.

– No has visto todo de mi, ¿O si? ¡Aprovecha ahora!

Los dioses se molestaron con la actitud tan arrogante de Gangadevi, en especial Shiva quien apretó una de sus manos al tiempo que sus ojos se tensaban.

« Esa humana… ¿¡Siempre tiene que ser así de… Insolente!? »

Rudra notó la molestia de Shiva, quedándose con eso para pensar; Gangadevi movió sus caderas de lado a lado y giró sus piernas para rotar su cuerpo, para que tanto Lakshmí, quien seguía con su mirada fija y silenciosa, así como el coliseo pudiera verla por completo.

– ¿Qué tal? ¿Soy más bella que tú, o quieres una competencia…?

La diosa siguió mirando a Gangadevi fijamente, hasta que se dió cuenta de un detalle importante…

"Verla así de fijo es lo mismo que observar la danza de apareamiento de un ave"; esa fue su conclusión. Se sonrojó de vergüenza y cubrió su rostro con ambas manos para no verla más…

– Así que esa es tu reacción, ¿Huh…?

El momento perfecto de Gangadevi.

La humana abandonó su pose, sus piernas se fijaron en la arena, el brazo izquierdo rompió las cintas de la funda en su espalda, y la derecha tomó el mango para desenvainar de inmediato.

Sus pies se enterraron en la arena y se dió impulso para lanzarse al ataque en embestida frontal; en un instante veloz la humana recortó distancia y, justo antes de impactar, frenó en seco en el suelo para redirigir la fuerza… al aire.

Gangadevi dio un salto de 3 o 4 metros, lo que sorprendió tanto a dioses como a humanos; el silencio alcanzado provocó que Lakshmí quitara sus manos de la cara y elevara la vista, para darse cuenta que Gangadevi ahora estaba encima suyo, sosteniendo la espada con ambas manos y cayendo en picada para dar un golpe directo.

De un movimiento Gangadevi dejó caer el filo del arma sobre la diosa, en una apuñalada directa que a su vez cortó el aire a su alrededor…

Pratham Shlok. Vijayanagar Saamraajy
[ Primer verso. Imperio Vijayanagar ]

El golpe fue contundente en el suelo, creando grietas alrededor y levantando una cortina de humo lo suficiente densa para que no se pudiera ver nada. Todos abrieron la boca, sorprendidos que una mujer tan alta y con un arma tan grande pudiera hacer ese ataque con tanta velocidad.

Antes que alguien pudiera decir algo, de la nube de humo, arrastrando los pies bajo su enorme vestido, salió volando la diosa con los brazos cruzados frente su rostro; por su parte, Gangadevi estaba en la zona de impacto, con una rodilla en el suelo y ambas manos en el mango de su arma. Su rostro se levantó y, al ver a la diosa, su maquillaje le decoró su sonrisa.

– Qué molesto… Eres mejor de lo que esperaba.

– ¡Qué comienzo para esta pelea de bellezas! – Heimdall no se hizo esperar – ¡Gangadevi es la primera en atacar con una embestida frontal, y Lakshmí apenas pudo esquivarlo…! ¡Justo por los pelos!

Los humanos se mostraron sorprendidos y emocionados por tal táctica rápida y fuerte de la humana, capaz de hacer retroceder a la diosa de la fortuna.

– ¡Qué ataque tan veloz! ¡Ni siquiera pude verlo!

– ¡Además… es tan bella y delicada! ¡Fue como el movimiento de un cisne!

– Sin lugar a dudas… se trata de la mejor reina del imperio Vijayanagar.

La voz de un hombre sobresalió entre los espectadores, tratándose de otro rey que, sentado en un trono real sostenido por cojines dorados, decoraciones metálicas y joyas preciosas, admiraba el combate con una amplia sonrisa; por más enojado que quisiera estar con ella, no podía estarlo…

– Aquella mujer que lideró el último ejército que me quitó Madurai… ¡Diablos, qué tiempos, y no ha cambiado nada!

Se trataba de Ala-ud-Din Sikandar Shah, sultán musulmán que gobernó en el Sultanato de Madurai; el rey que rivalizó con el esposo de Gangadevi en los últimos años de su reino.

Por su parte, había otros hombres que se mostraron escépticos al respecto; sus manos bajo las barbillas analizaron lo ocurrido, siendo que todos llegaron a la misma conclusión apática.

– Qué terrible comienzo.

– Una embestida frontal mal planeada.

– Aunque haya sido muy fuerte… No pudo elegir peor comienzo.

Eran generales de la milicia de la historia humana, todos ellos mentes maestras en la estrategia militar que lograron conquistar y destruir reinos:

Aníbal Barca, el conquistador que hizo temblar Roma…

Gengis Khan, el único unificador del imperio mongol…

Napoleón Bonaparte, el emperador de Francia y casi de toda Europa…

Alejandro Magno, el mejor general militar en la historia de Grecia y del mundo…

Por supuesto también Julio César, gobernador del imperio de Roma; él concordó con los compañeros militares a su lado.

– No cabe dudas que es fuerte… Pero no muy inteligente.

– Esa embestida frontal pudo haber salido mal… – comentó Magno con rostro serio y calculador – Haber atacado en el momento en que su oponente no prestaba atención fue buena idea, pero no tiene conocimiento de las habilidades de su oponente… ¿Sus fortalezas son la fuerza física? ¿La inteligencia? ¿La magia? Ese choque pudo haber resultado mal en todo sentido.

– ¡Desde ahora podemos ver su poco cerebro! – exclamó Gengis Khan, teniendo en la boca un enorme trozo de carne que masticaba salvajemente – ¡Ese choque de espadas contra esa diosa salió de todo menos bien! ¡No solo porque ni siquiera sabe cómo pelea su oponente, sino porque lo esquivó como si nada!

– Yo no diría que lo esquivó… – Aníbal se llevó una mano a su pequeña barba – No sé si ustedes también pudieron ser capaces de verlo, pero--

– No lo vi, pero por la postura de la diosa es fácil de deducir. – respondió Bonaparte con los brazos cruzados – Así que todos llegamos a la misma conclusión de lo que sucedió, ¿No?

Todos los generales asintieron con la cabeza, incluyendo Julio César, para que Bonaparte pudiera dar la respuesta:

– Ella no esquivó el ataque… Lo recibió de lleno.

En la arena, Gangadevi extrajo con fuerza la espada del suelo y comenzó a balancearla en el aire con la mano izquierda, mientras con pasos delicados se acercaba a la diosa; también había notado ese dato, más porque había un poco de tela púrpura en el suelo…

La misma tela que usaba su contrincante en su enorme vestido.

– Así que eres más fuerte de lo que aparentas… Lo suficiente para que mi "amuleto de la suerte" no te haya matado.

Lakshmí apartó los brazos de su rostro, levantando la mirada y dando cortas y jadeantes respiraciones a través de sus labios. Sus ojos coloridos y brillantes indicaban una sola cosa…

Estaba paralizada por el miedo.

Cuando vio que la espada se acercaba, su única respuesta fue levantar los brazos para protegerse; el impacto había sido muy fuerte, tal que cada célula de su cuerpo lo sintió aunque no fue herida. Estaba de pie, temblando como gelatina, cuando se dió cuenta de lo que había pasado:

« ¡Recibí un golpe directo! ¡Pude haber muerto! »

– ¿Y bien…? – Gangadevi levantó su espada a Lakshmí – ¿Vas a pelear de una vez, o seguiré siendo yo quien tenga los créditos?

Lakshmí se quedó en silencio unos momentos y después se sorprendió. Es verdad; no había hecho nada todavía, verdad que le provocó sonrojarse de la vergüenza.

« ¡T-Tengo que hacer algo! ¡El señor Shiva y los dioses del Svarga me están mirando! Y también… »

Su temblorosa mirada giró a los estrados de los dioses, al palco del Svarga con los más de 1116 dioses presentes; entre ellos, buscó al dios de color naranja con bufanda oscura que miraba el combate. Él era el único que mostraba sincera preocupación por ella; eso le dio más ánimos.

« ¡Debo pelear! ¡Quiero ganar! »

Dio un suspiro de convicción y se preparó.

Lakshmí separó las manos de su cuerpo, dirigiéndolas a su falda hecha por grandes y gruesas capas de tela, entre ellas la púrpura que fue rasgada por la espada, y la movió para soltarlo todo. Tal parte de su vestido quedó abultado en el suelo, dejando una minifalda de loto cubriendo hasta la mitad de sus muslos, y luego llevó las manos a su cabello largo y oscuro… para, con los dedos, peinarlo en una trenza.

Todos los humanos y los dioses masculinos, en especial los de Svarga, se emocionaron ante el nuevo estilo físico que tomaba Lakshmí; ideal para admirar la belleza de la diosa de la buena suerte.

– ¡Qué bella y hermosa es!

– ¡Qué buena suerte que la podemos ver desde aquí!

– ¡A esto se refieren con "buena fortuna"!

– … Cochinos…

Fue la respuesta degradante de Jeanne al notar, por medio de las pantallas, lo que hacían los hombres al mirar a Lakshmí cambiar su apariencia; su rostro era de desagrado, aunque por momentos cambiaba a aprobación juvenil.

– Es cierto que es muy bella. También me gustaría acosarla… Pero está mal.

– Es intrigante… – respondió Okita, moviendo su cabeza de lado a lado con emoción – Si bien es linda, también es interesante. Cambia su estilo físico para pelear.

– Eso a mi me preocupa… – comentó Isami con una mano bajo su barbilla – Un cambio de vestimenta para adaptarse al combate, me deja pensando… ¿Qué tipo de pelea dará? ¿Por qué hasta ahora decide ponerse seria?

Lakshmí siguió peinando su cabello mientras escuchaba detrás suyo los vítores de los dioses… ¿Halagos por su cuerpo y belleza? ¿Piropos descorteses que podrían molestarla? ¿Comentarios positivos para animarla y que pudiera pelear? No podía escuchar bien de qué se trataba, ni le importaba saberlo…

Solo sabía que tenía todas las miradas encima. El rubor se apoderó de nuevo de ella, por lo que bajó la mirada para que no se notara.

Después de unos momentos, logró peinar todo su cabello a excepción de un mechón que llevaba al frente; su nuevo estilo físico le hizo suspirar satisfecha. Flexionó ambas piernas para descender el tronco de su cuerpo, y extendió las manos con las palmas abiertas, una arriba y otra abajo como si estuviera derramando algo…

– … Perdón la… la tardanza…

– No importa, querida. – Gangadevi tomó la espada y la posicionó a sus espaldas, preparándose para el siguiente ataque – Ya terminaste… así que comencemos con esto.

– ¡Damas y caballeros, tras este largo tiempo de silencio e incertidumbre, ambas contrincantes se ponen de acuerdo: van a soltar sus ataques una contra la otra al mismo tiempo!

– ¡El primer impacto! – Ares se emocionó de repente – ¡¿Tan pronto!?

– No han hecho más que mirarse una a la otra, y presumir como si fueran modelos en una pasarela… – le respondió Syf con mala cara – Qué empiecen ahora es lo mínimo que deberían hacer.

Ares quedó en silencio, aún intrigado por la presencia de la reina nórdica heredera de Asgard quién llegó a su palco justo antes del comienzo del combate. Tragó saliva y por fin se aventuró a expresar sus dudas, aprovechando que Hermes ni Atenea se encontraban por el momento:

– Señora Syf… Si no es mucha molestia, ¿Cuál es el motivo por el que decidió quedarse con nosotros para ver el combate? ¿No se supone… qué debería estar con Thor, su… su esposo…?

La diosa Syf frunció el rostro tan solo escuchar el nombre de su esposo…

¿Su esposo? Mejor dicho, el hombre con quien estaba casada… Aunque, esa última afirmación parecía un estado que pronto cambiaría…

– Iré con Zeus-sama a contarle de tu secreto con los enanos. Te acusaré como traidor del Consejo del Valhalla.

La sentencia eufórica de Syf dejó tanto a la diosa como al asistente de baja estatura y al Berserker del trueno en absoluto silencio y gran sorpresa; Thor se decidió por tomar asiento en su trono, tomar el mango de Mjölnir, y sostener los ojos en su esposa.

Una mutua expresión seria, fría e indiferente… aunque Syf destilaba odio y desesperación.

– S-Señora Syf… – Forseti se acercó un poco para tratar de calmar la situación – Creo que está exagerando… Podemos solucionar esto de manera más--

– ¡Ya cállate, estúpido enano! – Syf volteó a Forseti para silenciarlo, y después regresó la mirada a Thor – ¡Estoy hablando en serio, maldito pelirrojo! ¡Ya me tienes harta con todo esto! ¡Así que, más te vale deshacer tus planes ahora mismo o--!

– Adelante.

La palabra de respuesta de Thor dejó sorprendido a Forseti, mientras que Syf se calló y quedó helada de la confusión.

– ¿Qué… dijiste…?

– Adelante. Puedes hacerlo… – Thor repitió con seriedad – Él ya me vio en la forja de los enanos, además que lo detuve de "pedirles" que dejen de trabajar con los humanos. No sé cómo pudo haber deducido su participación, pero… Él sabe que yo estoy consciente de su trabajo con las valkirias. No me sorprendería que él mismo dedujera que soy un "traidor".

» Si te hará sentir mejor, puedes decírselo directamente y esperar que actúe. No tengo ningún problema.

Tanto la diosa como el pequeño asistente quedaron anonadados; obviamente fue Forseti el primero en clamar con sorpresa a punto de estallar.

– ¿¡Qué está diciendo, Thor-sama!? ¡No diga esas cosas! ¡Debemos encontrar una solución a este dilema, que no sea involucrar a Zeus-sama de esa manera--!

– ¿Hablas… en serio…?

El rostro de Syf cambió de emociones; su enojo e ira quedaron en silencio hasta desaparecer, dando lugar a sorpresa incrédula y… dolor emocional.

– Si… Puedes hacerlo, Syf.

La diosa cerró los ojos y bajó la mirada, para tomar una profunda bocanada de aire que empezó a asustar a Forseti, ya que parecía que la diosa tomaba aliento para saltar por los aires y atacar al Berserker del trueno de una vez por todas.

Después de unos segundos, soltó el aire que había contenido, junto con sus propias emociones; levantó la mirada con ojos fruncidos en enojo, y lágrimas asomadas por los costados que, tras el rojo de la impotencia de su rostro, rodaron por sus mejillas.

– Eres un idiota.

Syf dio media vuelta y salió caminando a toda prisa de la habitación de Thor, dejando a Forseti asustado y corriendo de un lado a otro mientras el Berserker del trueno se acomodaba en su trono y quedaba con la mirada vacía. La diosa abrió el portón con una mano, dio un último vistazo por encima del hombro al pelirrojo del que se había enamorado hace tantos milenios atrás, y cerró la habitación de golpe que resonó con eco…

– … No es de tu incumbencia.

– ¡Tiene toda la razón! ¡Lo siento mucho!

Ares agachó la cabeza en de respeto y disculpa, para después volver la mirada a la arena de combate, mientras que Syf se quedó en la cabeza aquel último recuerdo que tenía de Thor…

En el campo de batalla, la primera en lanzarse al ataque fue Gangadevi de nuevo. La humana tomó la espada con ambas manos y dio un salto con sus piernas para una embestida frontal de nuevo, con la misma velocidad sorprendente para alguien de sus dimensiones.

– ¡De nuevo hará eso! – exclamó Magno con rostro molesto – ¿¡Acaso es tonta!?

– ¡No…! – Julio César pudo percibir algo más – ¡Va a hacer otro tipo de ataque…!

– ¡De todas formas, es una tontería que saldrá mal! – exclamó Gengis Khan, así como los otros generales militares.

La humana llevó la espada a sus espaldas para, con la fuerza de sus brazos, el impulso de sus piernas, y la distancia, hacer un corte lateral horizontal que fuera capaz de partir a Lakshmí en pedazos de un solo tajo; cuando la distancia entre ambas ya era casi nula, Lakshmí fue la siguiente en actuar cerrando sus ojos y abriendo levemente sus carnosos labios…

Para encender su habilidad divina.

Bhaagy aur Durbhaagy. Padma
[Fortuna y Desgracia. Flor de Loto]

El suelo bajo la diosa se iluminó así como ella; bajos sus pies se dibujó una estrella de 6 puntas dentro una flor de loto, y siendo ella misma el centro. Los dedos de su mano extendida abajo se movieron, como en las pinturas suyas dónde derramaba monedas de tal mano.

« ¿Qué rayos está haciendo? No importa. Solo debo conectar este ataque para terminar con-- »

De repente la humana quedó por completo estática; se frenó en seco y, de no ser porque estaba tomando la espada con ambas manos y sus pies se clavaron en el suelo, hubiera caído de cara. La manera en que estaba de pie parecía que caería en cualquier momento… Pero no fue así.

Estaba suspendida en el aire, sin entender por qué.

– … ¿Eh?

Sus manos hicieron esfuerzo para mover su espada pero no sintió que cambiara de sitio; dirigió la mirada al arma y se percató que estaba en el aire, sostenida con sus 2 manos, lista para ser usada…

Pero no se movía. Sin importar cuánta fuerza usara, no se movía… como si se hubiera congelado.

– ¿Qué? ¿¡Pero qué…!?

– ¿¡Eh…!? – Jeanne volvió a prestar atención al notar aquello – ¿¡Qué le pasa!? ¿¡Por qué no ataca, si está tan cerca de Lakshmí!?

– ¡No me digas…! – Isami se llevó una mano a la boca – ¡Esa mujer quiere hacer lo mismo que la egipcia!

– Nada de eso. – Okita extendió una mano para apuntar a la diosa – No puede mover su arma divina.

– ¿¡Qué dices!? ¡Se ve que la está tomando con ambas manos…!

– Parece ser… qué se trata de la habilidad de Lakshmí. Ella está deteniendo el arma divina de Gangadevi.

– ¿¡Qué!? – Isami y Jeanne se sorprendieron.

La diosa hindú abrió un poco uno de sus ojos, viendo que su técnica para detener el avance de Gangadevi había funcionado; sus mejillas se sonrojaron y ambos ojos brillaron por lo bajo.

« Lo… ¡Lo hice! ¡Salió bien; mis hilos salieron sin hacerle daño a nadie más…!

» … ¡Es cierto! ¡A-Ahora me toca a mi…! »

Lakshmí cerró la mano extendida arriba y cambió su postura, levantando su cuerpo y moviendo su puño, preparándolo para soltar su primer golpe; sus pies se movieron tras trastabillar un poco por los nervios y se lanzó a Gangadevi. La diferencia de alturas era evidente cuando tuvo que saltar un poco y mover más su mano para que su puño pudiera ir en dirección a la cabeza de su rival; la humana se dio cuenta de ello y, por los pelos, pudo esquivar el primer puñetazo de Lakshmí.

En ese momento el rostro engreído y orgulloso de Gangadevi cambió por auténtica sorpresa. El aire que movió su cara, como resultado del puño de Lakshmí que pasó justo frente a ella, se lo dijo:

« Ella… ¡Es muy fuerte! ¡Si ese golpe me hubiera dado…! »

Lakshmí no se detuvo sino que con el mismo puño intentó dar otro golpe regresando por la misma trayectoria, que resultó en otro fallido cuando Gangadevi se decidió por soltar su espada y salir del rango de ataque de Lakshmí.

La diosa abrió de nuevo sus ojos y al ver el resultado obtenido un poco de ansiedad entró en ella.

« ¡Si no uso ambos, no conectaré ninguno! ¡Debo… Debo intentarlo…! »

La diosa cerró la mano que mantenía abierta, aquella que usó para encender la luz bajo ambas, y lo preparó en un puño; al instante la flor de loto en el suelo se esfumó, y con ello la espada de Gangadevi, que había quedado levitando en el aire como si estuviera volando, cayó al suelo en libertad. La humana tomó atención de aquello, volviendo a dar una sonrisa.

« Es… ¡Es mi oportunidad! »

La humana emprendió carrera a Lakshmí, sorprendiendo a la diosa hindú quien solo pudo cerrar los ojos y usar su puño hacia adelante en un intento de golpe; puño que falló cuando Gangadevi estiró sus piernas y dejó caer su cuerpo, para derraparse pasando a Lakshmí de largo con el objetivo de alcanzar su espada divina.

¡Lakshmí no está acertando ningún golpe por más que intente, mientras Gangadevi se mueve con ligereza y libertad por el campo de batalla como un cisne libre!

El comentario de Heimdall provocó pena en Lakshmí.

« ¿¡Eh…!? ¿¡En serio!? ¡Esto es malo! ¡Si se entera el señor Shiva, o el señor Rud… Debo conectar un golpe! ¡Aunque sea solo uno! »

Lakshmí se giró y lanzó otro golpe al aire, uno que obviamente no dio puesto que tenía todavía los ojos cerrados; la humana alcanzó su espada, que tomó con la mano izquierda, y de inmediato se puso de pie.

« ¡Es mi oportunidad! ¡Un corte de mi amuleto y estará acabada…! »

La humana emprendió carrera; aprovechando su estatura, tuvo que dar solo un par de saltos para alcanzar a Lakshmí. Levantó la espada y preparó sus fuerzas para dar un golpe directo que pudiera cortarle la cabeza. Por su parte, la diosa hindú…

Con los ojos cerrados puso atención; sus oídos captaron unas campanadas diminutas que le dijeron justo lo que debía hacer.

« … Allí. Debo golpear… allí… »

Levantó su puño cerrado con toda su fuerza y velocidad, superando en creces el intento de ataque de parte de Gangadevi. Ni siquiera la humana pudo terminar de procesar su propio ataque, cuando sin previo aviso por su flanco izquierdo se aproximó el puño cerrado de la diosa de la suerte…

La mejilla de Gangadevi fue la primera en ser herida, recibiendo de lleno el puñetazo de Lakshmí.

Todos los espectadores quedaron boquiabiertos por el espectáculo; una humana experta en la guerra acababa de ser golpeada por una diosa que ni siquiera parecía saber combatir.

La humana cayó ruidosamente de cara, arrastrándose en la arena del suelo, mientras su espada quedó clavada cerca de Lakshmí; la diosa abrió sus ojos al sentir las mejillas suaves de Gangadevi en sus nudillos, y se llevó gran sorpresa cuando vio lo que hizo:

– … ¿Le di…?

– ¡Nuevas noticias, damas y caballeros! – Heimdall fue el primero en dar aviso – ¡Los dioses se llevan el primer golpe! ¡La reina poética ha sido noqueada de un golpe!

Los dioses exclamaron en emoción y alegría victoriosas, con tal fuerza repentina que Lakshmí dio un pequeño salto de susto.

– ¡Qué buen puñetazo! ¡En la cara de esa mortal!

– ¡Por fin se le bajaron los humos a esa maldita arrogante!

– ¡Por eso te amo, Lakshmí! ¡Cásate conmigo!

– ¡No! ¡Conmigo primero!

La diosa hindú bajó sus puños y quedó con la mirada perdida, procediendo a temblar de ansiedad ante la atención que estaba recibiendo gracias a ese golpe; fue entonces que la duda entró en ella.

« … ¿Eso estuvo bien? ¿Así es…. cómo se deben hacer las cosas? »

La principal reunión del apoyo de la humanidad, los Einherjers y las valkirias, se estaba dando en la habitación especial que había escogido Hlökk: un enorme recinto, como una mansión con literas, mesas de trabajo, y una sala espacial con sillones cómodos y anchos para disfrutar del combate transmitido en una enorme pantalla.

– … Es muy afortunada, ma'am, de haber escogido esta habitación para este segundo Ragnarok… – le recordó Jack a su valkiria en susurros.

Hlökk no dudó en resoplar con orgullo y un guiño.

– Geir dijo… Gózenlo.

– ¿¡Qué rayos…!? – Hrist 'la que ruge' abrió uno de sus ojos, que empezó a vibrar en enojo – ¿¡Qué diablos acaba de pasar!? ¿¡Esa diosa… pudo noquear a Gangadevi… De un golpe!?

– ¿Cómo… puede ser posible? – incluso Simö estaba confundido y aturdido – No entiendo… lo qué acaba de pasar…

» Recibió la espada en su cuerpo y no le hizo nada, solo un rasguño a su ropa… Esa flor de loto apareció en el suelo y Gangadevi fue detenida en seco… A pesar de su rapidez, esa diosa conectó un golpe directo casi al instante, y la dejó noqueada…

» Quién… ¿Quién rayos es esa diosa… Lakshmí?

– Es la fortuna encarnada.

Sasaki tomó la palabra para explicar; de hecho, en la habitación de Hlökk, en una de las muchas mesas de trabajo, se encontraban algunos portafolios, de los cuales Sasaki tomó uno para hojear su contenido.

– El señor nórdico pelirrojo ayudó a la señorita Geir a juntar información sobre los panteones divinos y sus miembros durante los mil años entre ambos Ragnarok, para que ella como representante del Valhalla estuviera enterada de todo…

– Acaso… – Hrist 'la que tiembla' hizo acto de presencia – ¿También tenemos información de Lakshmí?

Sasaki hojeó repetidas veces en una carpeta de gran tamaño perteneciente al panteón del Svarga, hasta encontrar la indicada en la sección de sus dioses.

– ¡Aquí está, esa bella mujer…! "Lakshmí, la diosa hindú de la buena fortuna, la riqueza, la prosperidad y la belleza. Consejera de más alta confianza de Shiva, miembro principal de los líderes de Svarga"

– ¿¡Qué!? – Hlökk abrió los ojos – ¿¡Esa muda… es consejera de Shiva-sama!? ¿¡Cuáles son sus consejos: "Guardar silencio"!?

– Miembro líder del Svarga… – Simö pensó en aquello más de una vez – ¿Estamos hablando de una líder de panteón?

– … A decir verdad, no dice mucho esta guía… Aquí habla poco de sus habilidades y hace énfasis en su rol político… Esta parte comienza con…

⟨ Antes que Shiva se volviera su líder, los 1116 dioses del Svarga estaban envueltos en una guerra civil para tomar el liderazgo de este panteón.

Todos conocemos esta historia, ¿No? Mejor dicho… Conocemos esta historia desde el punto de vista de Shiva y Rudra.

Existe una tercera versión de esta historia, que nos dice de la existencia de alguien más… un tercer miembro en la aventura del Svarga, que fue de gran ayuda para que la destrucción y la tormenta llegaran hasta el final. Aquella que trajo suerte a sus amigos y desgracia a sus enemigos, volviéndose el pilar de mayor importancia en la carrera por la cima del Svarga…

La diosa de la buena fortuna, Lakshmí.

Fragmento de los registros del Valhalla.
Dioses > Svarga > Mujeres divinas > Lakshmí.

Templo Orchha en Kedarnath, Svarga. Hace unos miles de años atrás…

Un santuario natural del cual brotan fuentes de leches termales que brindan prosperidad y fortuna a quiénes tomen sus lácteos… también aquí hubo un comienzo de violencia:

Después de su descubrimiento, los dioses de Kedarnath pelearon por su control de tal manera que pudieron haberlo destruido. Pero un día, el dios más fuerte llamado Kedara, se apropió de las fuentes y puso orden, además de crear un templo que designó como sauna: comenzó un negocio para acumular riquezas a cambio que los habitantes de Kedarnath pudieran usar las leches.

En el templo, todas las mañanas aparecía, con el sol matutino del Svarga a sus espaldas, una figura femenina muy hermosa de rostro amigable y tímido; llegaba a sus puertas, depositaba una moneda de oro en el cofre de ofrendas, y daba una palmada para realizar una pequeña oración.

– Bendiciones. Hoy… hoy será un buen día.

Se trataba de la joven Lakshmí, sacerdotisa del templo Orchha.

– ¡Aquí estás! ¡Temprano, como siempre!

Lakshmí volteó sorprendida al escuchar la voz de otra mujer, que en realidad era una pareja que se acercaba al lugar; otro par de sacerdotisas del templo, y las más cercanas y mejores amigas de la diosa:

Saraswati, la sacerdotisa que, con su música, trae armonía y paz; Parvati, la sacerdotisa que, con amor y dulzura, trae placer y alegría. Lakshmí administraba el dinero y… Ella era la encargada de dar fortuna y buena suerte a los visitantes, con su poder…

Saraswati mostró mala cara en cuanto vio que Lakshmí depositaba su dinero en el cofre.

– ¡¿Cuántas veces te he dicho que no debes dar dinero en dónde trabajas!?

– No la regañes. – sonrió Parvati con dulzura – Después de todo, trabajamos aquí; está bien recibir la bendición de este lugar.

Lakshmí asintió con la cabeza; Saraswati en cambio se negó y señaló su pecho con su mano libre.

– ¡Tonterías! ¡La única manera de conseguir bendiciones, no es dar ni regalar ni recibir: todo está en uno mismo!

– ¿De dónde sacas esas ideas? – Parvati se mostró confundida – Que Lakshmí-san pueda, no quiere decir que nosotras también. Seguro has estado mucho tiempo con tu sitar*, ¿Verdad?

La diosa bajó el instrumento enorme de sus espaldas para golpear el suelo y levantar el semblante en completo orgullo y ferocidad.

– ¡No te metas con mi sitar! Además… ¡A ustedes les encanta cuando hago sonar esta cosa!

– ¡S-Si…! – Lakshmí respiró con emoción – ¡Por favor! ¡Tócala--!

– Buen día, señoritas.

Detrás del trío una voz masculina áspera y cortante hizo acto de presencia, a lo cual las diosas guardaron silencio e inclinaron las cabezas; se trataba de Kedara, el señor de Kedarnath y gobernador del templo Orchha.

– Se ven muy activas, ¿No?

– Listas para trabajar, con la mejor actitud. – asintió Parvati con la cabeza.

– Eso espero… Días atrás parece que no hubo los mismos ánimos, pues hubo muchas pérdidas, ¿No es así… Lakshmí…?

Kedara se detuvo en la diosa de la fortuna para mirarla fijamente, provocando el rubor de vergüenza en la mujer; ella sabía que era cierto lo que decía, en especial por… por el infortunio que ocurrió por su culpa…

– Espero que hoy sea un día diferente… Espero que "eso" esté bajo control.

– … Si… Así es…

Kedara sonrió pícaro y volvió su camino al interior del templo, hasta perderse de la vista de las diosas; al instante Saraswati mostró su enojo contra ese dios.

– ¡Maldito pervertido rabo verde hijo de--!

– ¡Saraswati! ¡No digas esas palabras enfrente de Lakshmí-san! – Parvati tapó los oídos de la diosa con sus manos.

– ¡No voy a evitarlo, así que lo siento mucho Lakshmí! La verdad es la verdad… ¡Ese maldito solo nos tiene aquí porque "somos hermosas" que atraen clientes a su maldito negocio!

– Eso debería ser un halago, ¿No? – Parvati puso una mano sobre su cabeza para dar una pose de orgullo – Qué nos considere lo suficientemente lindas para manejar este templo, es también una bendición, ¿No?

– ¡Eres una tonta e ingenua! – Saraswati golpeó la cabeza de Parvati – ¿Dejarás que un dios de esa categoría se apodere de ti?

– ¿Qué otra cosa podríamos hacer? Es el dios más fuerte en todo Kedarnath.

– Claro que no lo es… ¡Lakshmí es mejor!

La diosa hindú de la suerte abrió los ojos con gran sorpresa.

– Tú eres la más fuerte y poderosa que he conocido, ¡Incluso para ser la menor de tus hermanas! ¡Si te lo propusieras, podrías derrotar sola a Kedara, y a todos esos idiotas que quieren ponerte la mano encima!

Tales palabras eran halago para Lakshmí, quien respondió con un sonrojo ligero en sus mejillas. Pero su respuesta no fue la que esperaba.

– … No.

– ¿No? ¿¡No quieres librarte de ese maldito que solo quiere aprovecharse de nosotras en la más mínima oportunidad!?

– Yo… no sé golpear…

– ¡Mentira! ¡Todos los años, cuando se hace la ceremonia de purificación, te gusta golpear un saco de frijoles que tenemos en la bodega! ¡Si no es eso, golpeas la montaña de piedra detrás nuestro!

– … No… En realidad, no soy muy fuerte…

– ¡Mentira! ¡Ayer, de un golpe, casi me dejas inconsciente!

– … Yo… Debo cumplir mi palabra y… y mi promesa…

– ¡Mentira! ¡Siempre estás a punto de orinarte encima cuando quieres hacer una promesa!

Lakshmí se asustó por la actitud de Saraswati hasta el grado de casi llorar; Parvati le dio un golpe a la cabeza de su amiga y negó rotundamente.

– ¡Déjala en paz! ¡Sabes que si tuviera una pelea en serio, podría ocurrir "eso" y sería muy malo, para ella y todos a su alrededor!

Saraswati puso mala cara, tanto por el regaño de Parvati como por la cara entristecida de Lakshmí, pero terminó por dar un suspiro rendida.

– … Tienes razón. Mejor dejamos las cosas así.

– ¿Qué les parece si ya empezamos a trabajar? Este templo no se limpiará por si solo… ¡Debemos darle una mano!

Ante la propuesta de Parvati, Lakshmí sonrió y asintió de inmediato mientras que Saraswati tomó el sitar con ambas manos.

– Pongamos un poco de música para avivar esto, ¿No?

– ¡Si…!

Saraswati se sentó en la muralla del templo y comenzó a tocar su música metálica, en volumen bajo para evitar que Kedara le regañara, mientras Lakshmí usaba una escoba para barrer y Parvati sacudía polvo y suciedades… En ese momento, los movimientos de cadera y piernas de Lakshmí se adaptaron a la música en una danza especial… Una que ella misma había creado para controlar su poder de la fortuna…

Así era la vida cotidiana de la trinidad divina del Svarga, sirviendo en el templo Orchha de la leche batida para traer paz, tranquilidad y armonía a sus diversos visitantes. Aunque Parvati y Saraswati trabajaban allí por las ganancias materiales, Lakshmí tenía otro propósito…

¿Quién es exactamente Lakshmí? La menor de 9 hermanas gemelas que nacieron de las fuentes de leche batida de Kedarnath, muchos milenios antes que Kedara impusiera su mano en esa región.

De sus hermanas, ella fue la única que nació con los dones divinos proveídos por las leches batidas de Kedarnath, teniendo en sus manos el control del destino, trayendo fortuna y riqueza a sus devotos, mientras da desgracia a sus enemigos y blasfemos.

Todo reside en su capacidad de conectar correctamente los hilos… De lo contrario, podría traer una catástrofe que nadie podría ser capaz de deshacer…

Fecha de publicación: 17/08/23
ASFD

Nota de autor: Muy buenas mis queridos lectores.

Ya hemos dado comienzo a la sexta ronda, y también en el pasado de la besto kawaii de LR. Hablando de Lakshmí, estuve pensando hacer una ilustración a color de ella, pero no me decido por su piel… ¿Ustedes cuál creen que sería el color perfecto para Lakshmí?

Hoy no hay capítulo doble, y la siguiente publicación tampoco jajaja, pero tendremos un poco más de esta belleza UwU, ¿Qué más nos está ocultando la besto kawaii? ¿Podrá Gangadevi reponerse del madrazo que le dieron y no dejar en ridículo al #TeamGangadevi? ¿A dónde fueron Afrodita y Geir…?

Sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!

Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.

***

Nuevos términos

* Sitar: instrumento musical de la India y Pakistán, de cuerda pulsada (similar a la guitarra, laúd o banyo, pero con el mástil más grande), de sonido metalizado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top