Capítulo 61: El informante
Su mirada castaña oscura se abrió poco a poco, encontrando esa oscuridad que llenaba el lugar. Para ella era muy familiar esa sensación de oscuridad, soledad y vacío…
« ¿Eh? ¿Estoy meditando de nuevo…? »
Ng Mui volteó a los lados; la sensación física y emocional de ese lugar, era igual a las meditaciones que estuvo practicando toda su vida para alcanzar el estado de la iluminación.
Para ella no fue problema solo cerrar los ojos y dejarse llevar por la sensación, como si estuviera en otra de esas sesiones…
« Estoy en meditación, pero… ¿Por qué? ¿Por qué se supone que estoy meditando? ¿Qué fue lo último que hice…? »
Sin tener que pensarlo o siquiera desearlo su mente activó sus recuerdos: su vida desde que era pequeña en el monasterio shaolin, su crecimiento hasta ser una monje adulta y anciana que suspiró su vida en su cama, su ingreso ilegal al Valhalla tras haber golpeado a los Einherjers, su elección como quinta peleadora y la pelea feroz que sostuvo contra Zeus… Así como su derrota después de recibir de lleno el Puño que supera el tiempo junto con el rayo divino que destruyó su cuerpo y la sinestesia que destruyó su sistema nervioso…
Acabando con su vida. Eso último le asustó bastante, haciéndole abrir los ojos aunque no viera nada.
« ¿Qué? ¿Estoy muerta…? ¿¡Cómo!? »
Su cuerpo sintió caer como en un fondo abismo de fuerte gravedad, para segundos después volver a abrir sus ojos y encontrarse en una habitación de piedra, iluminada por antorchas, y ella misma acostada en una mesa de piedra…
Se sentó en un costado de la mesa para respirar agitada, volteando a su propio cuerpo: sus hombros, que habían sido perforados y quemados por el rayo divino de Zeus, intactos aunque con pequeñas masas de cicatrices lisas; el brazo izquierdo que había explotado ahora presente y sin heridas; su estómago liso sin agujeros, así como sus piernas; sus ojos completos y con vista perfecta, además que pasó la mano a su cabellera para encontrarla suelta, con una suavidad y esponjosidad que nunca había logrado antes.
Una vez que revisó y verificó su estado físico, completa a diferencia de cómo había quedado de su combate, se llevó ambas manos a las rodillas y la mirada al suelo. Sus ojos se sintieron pesados, y de repente el piso de piedra iluminado por las antorchas comenzó a mojarse por pequeñas gotas húmedas…
Gotas de lagrimeo.
– Y-Yo… Yo perdí. Perdí mi combate y… me perdí a mí misma… Perdóname, papá, por haber actuado así… Ahora debo vivir con este sentimiento… ¿O es que así es la muerte…?
Una puerta de piedra apareció en la pared frente suyo, que le hizo levantar la vista; por la misma se escucharon pisadas fuertes y decididas hasta que entró al recinto para hacer acto de presencia:
La primera hermana valkiria, Brunhilde. Ng Mui abrió los ojos sorprendida y consternada.
– ¿Eh…? ¿Pero qué…?
– Tú eres Ng Mui, ¿No es así? Mucho gusto… – se acercó a ella y le extendió su mano – Bienvenida al Nilfheim. Me llamo Brunhilde…
– ¡Tú…! – Ng Mui se levantó de un salto – ¡La valkiria que orquestó el primer Ragnarok para vencer a los dioses, consiguiendo la victoria aunque perdiera contra Bishamonten!
– Oh… Parece que ya me conoces. A decir verdad, yo también conozco mucho sobre ti… Consideré darte un lugar en el primer Ragnarok.
Los ojos de Ng Mui se abrieron en curiosidad emocionada y brillaron como estrellas; había vuelto su actitud risueña y delicada de la pequeña niña que solía tener.
– ¿¡De verdad!? ¡M-Me siento halagada! ¡Muchas gracias!
– Tenemos muchas cosas qué hablar y cosas qué aclarar. Pero primero, bajemos a encontrarnos con los demás, y poco a poco entenderás todo…
– … ¿Eh? ¿Con… con los demás…? ¿¡Te refieres también a…!?
– … ¿Qué carajos fue eso?
Una nueva reunión tenía lugar en los aposentos de Hela; los que estaban presentes eran Adán el padre de la humanidad y Reginleif la séptima hermana valkiria. Ambos sentados en el sofá de entrevistados, frente a Hela que en su propio asiento miraba a ambos personajes.
Pero… Esta vez era diferente. Hela tenía ambos puños cerrados con malestar y el ambiente se sentía muy pesado, mientras que Adán y Reginleif estaban con las manos bajo sus piernas y las cabezas gachas, como si estuvieran siendo castigados…
Porque así era.
– Pues… – Reginleif levantó los hombros con inocencia – ¿Un poco de ciencia y magia?
– No estoy jugando, semidiosa. Responde ahora.
Quien respondió ahora fue Adán, levantándose del asiento para después apuntar a la diosa con tono, mirada y actitud acusadoras.
– Hicimos lo que debías hacer desde el principio.
– ¿Lo que debí haber hecho?
– Yo tenía que ir a ayudarla, a mi hija… ¡No me lo permitiste! ¡Tenía qué hacerlo, y eso fue lo qué hicimos Hela!
¿Exactamente qué sucedió? Retrocedamos unos momentos atrás:
***
– ¡Un intento fallido! ¡Estuve estudiando sobre esto, por medio de las bibliotecas que nos ha dado Hela-sama!
» Hay muchos escritos sobre la unión de Flor de Loto que Buda-sama le enseñó a Brunhilde onee-sama para el Volund, y muchas cosas de sentimientos y actitudes según el budismo, que dan lugar a algo especial:
» ¡La reencarnación! ¡La posibilidad de renacimiento…! Si hacemos Volund de manera distinta a cómo lo hicimos, podemos llevar una parte de tu alma al mundo de los vivos… ¡Vamos a intentarlo de nuevo!
Adán quedó perplejo con ambos ojos abiertos… Sin entender nada de lo que dijo.
– … ¿Qué?
– ¡No importa! ¡Debemos volver a intentarlo, antes que Hela se dé cuenta de lo que estamos haciendo o nos irá muy mal…!
Reginleif tomó a Adán del brazo y con todas las fuerzas que tenía comenzó a arrastrarlo para llevárselo a otro lado; Adán no entendía lo que pasaba, pero decidió hacerle caso y cooperar para ir con ella a dónde fuera. La valkiria llegó hasta su propia habitación, entró junto con Adán, encendió las luces y cerró la puerta de un golpe.
La situación, de ambos encerrados en la habitación personal de la valkiria, incomodó un tanto al primer padre de la humanidad; por ello tuvo que hacer unas aclaraciones.
– … Oye, ya deberías saberlo, ¿No? Aunque estemos muertos aquí en el Nilfheim, mi corazón y cuerpo solo son de Eva, ¿De acuerdo?
– ¿Qué? ¿¡Qué tonterías estás pensando!? – Reginleif empujó a Adán de un solo golpe en su pecho, haciéndolo caer en su cama sentado – Ahora ponte cómodo.
– … Oye, esto se está malinterpretando mucho--
– ¡Qué tomes asiento, y ya deja de pensar cochinadas!
Adán cerró la boca y se acomodó en la cama, sentado en sus orillas; Reginleif llegó al otro extremo, lanzando sobre éste el mismo libro abierto en páginas que tenían dibujos de flores de loto que Adán identificó de inmediato; la valkiria de cabello negro se propuso a volver a explicar la situación:
– Quieres ayudar a Ng Mui a combatir a Zeus, para que ella pueda ganar, ¿No es verdad?
– Si, claro que si. Pero, para eso debo ir con Hela--
– ¡No será necesario! Pasar a través de Modgud, luego de Garm, y esperar que ella tome tiempo para atenderte, solo para decirte que no puedes ir porque ya estás muerto… ¡Todo eso tomará lo que queda del combate! Pero, como te decía, creo que hay una forma de pasar por encima de Hela para llevarte al mundo de los vivos…
» Todo está en las enseñanzas budistas que profesaba Gautama: la reencarnación, que consiste en que tu alma, tras la muerte de tu cuerpo físico, vuelve al mundo de los vivos en forma de otro ser vivo, sea un organismo complejo como un humano o uno más simple como una planta… Por desgracia, nuestras almas no pueden entrar a ese ciclo de reencarnación puesto que se rompió cuando perdimos en Ragnarok.
» ¡Pero, tengo una posible solución! Dejando de lado los conceptos de la reencarnación basados en las acciones en vida que tuviste, tenemos una posibilidad para lograr… para forzar una reencarnación: el Volund.
» El concepto que conocemos de la Flor de Loto dice lo siguiente: "Cuando alguien confía su vida en otro ser, ambos pueden superar los límites de su fuerza"; nosotros aplicamos ese principio en confiar nuestras almas, uno al otro, para formar lazos divinos que den a los humanos el poder de vencer a los dioses, pero…
» ¡Pero…! ¡Este lazo divino también se puede aplicar a lo espiritual! Si aplicamos la Flor de Loto de manera correcta, podemos elevar el poder vital de tu alma, de manera que adquiera las cualidades idóneas de la reencarnación… ¡Podríamos superar los límites del Nilfheim y, si tenemos éxito, puedes comunicarte con los vivos!
Adán parpadeó un par de veces, todavía más confundido con tanta explicación de Reginleif; pero ahora había puesto más atención, con lo que pudo entender mejor la propuesta de su valkiria.
– Me dices que puedo ir al mundo de los vivos… ¿Puedo volver a tener mi vida allá arriba?
– De eso no estoy segura… Es poco probable, pero lo que podemos hacer es llevar tu alma allá arriba por un periodo de tiempo…
– ¿Cuánto tiempo?
– Tampoco lo sé… Unos segundos de conexión deberían ser suficiente para ver los resultados.
– Unos segundos no son suficientes. Debo tener más tiempo para salvar a mi hija.
– Es todo lo que puedo ofrecerte Adán… Ni siquiera sé si esto vaya a resultar; solo estoy haciendo una teoría en base a todo lo que he estudiado del budismo. Lo único que podemos hacer es intentarlo… si quieres…
El primer hombre quedó en silencio unos momentos para pensarlo; sin embargo su cabeza no dio muchas vueltas al asunto y dio su respuesta casi de inmediato:
– Hagámoslo.
– Ponte cómodo.
Él hizo caso y cruzó las piernas, dándole suficiente espacio a Reginleif para que también ella pudiera sentarse con las piernas cruzadas; la valkiria tomó el libro que estaba estudiando, para leer varios párrafos que había subrayado en específico.
– Veamos… "Las acciones y actitudes de un alma son las que definen la reencarnación"… "Acumular buen karma para una buena reencarnación"… "Elegir el siguiente vientre materno para renacer"… "Enseñanzas del príncipe Gautama, cambio de una vida de lujos y riquezas por la búsqueda insaciable de la paz interna"… Qué gracioso es esto, sabiendo cómo es en realidad Buda… ¡Espera!
» ¡Aquí está: cambiar los lujos por la paz! ¡Aquí tengo la clave…! – Reginleif dejó el libro de lado y extendió ambas manos a Adán – Toma mis manos.
Él obedeció de inmediato y le tomó las manos a la valkiria; de inmediato ella cerró los ojos, gesto que imitó el hombre, y comenzó a hablar en voz baja para mantener el silencio y la quietud lo más posible:
– Ahora… Empecemos una pequeña sesión de meditación, ¿De acuerdo? Ya sabes cómo debe ser, ¿No?
– No prestar atención a nada… No aferrarse a nada… Solo dejar fluir todo… O algo así, ¿No?
– Si, así será, pero… En esta ocasión, en cuánto sientas en carne y hueso los recuerdos de tu vida física… aprieta mis manos. En ese momento haremos el Volund…
– De acuerdo.
Ambos permanecieron con los ojos cerrados, para respirar hondo varias veces, cada vez alentando más su ritmo de respiración, y con ello comenzar su proceso de meditación…
Poco a poco sus sensaciones físicas comenzaron a desaparecer, así como también sus sensaciones emocionales… De repente, el recuerdo comenzó a avivar en las mentes de ambos; en el caso de Reginleif, los recuerdos de su vida como hermana mayor valkiria, regañando a Geir porque no pasaba sus exámenes y tomando varias lecciones con ella, las discusiones que sostuvo con Brunhilde ya fueran por cosas sin sentido o por temas muy importantes… cómo lo fue su participación en el primer Ragnarok…
También Adán comenzó a revivir sus recuerdos: su estancia en el Edén, el juicio de Eva, su nueva estancia en la Tierra, sus primeros hijos, Cain y Abel, y su primera hija, Awa; su elección como segundo representante de los humanos y la discusión que tuvo con Eva antes de salir a pelear…
Tal conversación comenzó a sentirse tan viva como la que tuvo aquel día, por lo que Adán apretó la mano de Reginleif sin pensarlo.
– Aquí vamos… – La semidiosa suspiró por lo bajo y procedió a realizar de nuevo el método de fusión, aunque con cierta diferencia…
Völundr: Achchha Karm
[ Völundr: Buen Karma ]
La luz verde se apoderó e inundó por completo la habitación y la iluminación ya presente; Adán sintió como si estuviera a punto de desintegrarse aunque al mismo tiempo sintió que no estaba sucediendo eso. Las luces se infiltraron en las pequeñas aperturas de sus ojos y, antes que se diera cuenta…
Ahora se encontraba en otro espacio vacío, oscuro y solitario. Muy parecido al que había sentido el día que llegó a ese lugar…
– Acabo… acabo de volver a este espacio oscuro del Nilfheim. Parece que dio resultado esto… ¿Huh?
Su vista se percató de algo más… mejor dicho, alguien más.
A lo que podrían ser algunos metros de distancia de él, se encontró con Ng Mui que estaba en su última meditación, justo antes de recibir el último ataque de Zeus; sin pensarlo el hombre comenzó a moverse a esa dirección.
– ¡Hija! ¡Sal de ahí, no recibas ese ataque--!
Algo detuvo su avance, como si una cuerda invisible se hubiera adherido a su estómago para no dejarlo avanzar; se giró y encontró a Reginleif sujetándolo en aquella zona.
– ¿¡Qué haces!? ¡Déjame ir--!
– ¡No, Adán! ¡Esto está dando resultado, pero no sé qué pasará si sigues avanzando y logras alcanzarla! ¡Podrías quedarte en el vacío del Nilfheim por siempre, sin posibilidad siquiera de regresar al palacio Hel! ¡No puedes tomar ese riesgo!
– ¡Entonces, ¿Para que rayos estamos aquí!? ¡Dijiste--!
– ¡Dije que podríamos lograr algo, pero no sé que tanto puedas interactuar con el mundo de los vivos!
» Empecemos con algo sencillo… Algo que pueda ayudar a Ng Mui pero que también nos mantenga lejos del mundo de los vivos… Tal vez mensaje.
El hombre estaba con el rostro fruncido tratando de encontrar un equilibrio entre la razón y sus agitadas emociones; unos momentos de respiración y silencio fueron suficientes para calmarlo y provocar que dejara de tensar su cuerpo. Una vez que Reginleif le hubo soltado, giró la cabeza a la dirección dónde estaba Ng Mui y se llevó ambas manos a la boca para gritarle.
– ¡Hija! ¡Hija, ¿Me oyes?!
– ¡Ng Mui…! – Reginleif también intentó establecer comunicación – ¡Debes salir de allí! ¡Si recibes el ataque de Zeus, será tu final!
Ambos gritaron por largo rato pero era inútil; la humana no los escuchaba ni percibía ninguno de los gritos que emitían. De repente al primer padre se le ocurrió una idea:
– Podemos… ¡Justo como ese momento! ¡El recuerdo… De ese momento…!
– … ¡No entiendo a cuál momento te refieres, pero hagámoslo!
– ¡Dame la mano!
Adán y Reginleif se tomaron las manos uno del otro, y cerraron sus ojos; de inmediato sus memorias comenzaron a sincronizarse, dejando ver entre ambos memorias de cada uno para después coincidir en aquellas que compartieron durante el primer Volund. Entre aquellas memorias, una se hizo presente que llamó la atención de la valkiria…
El llanto del bebé, justo momentos antes que Adán cayera.
« El llanto de aquel bebé… Era de todos mis hijos que pidieron que me detuviera… También era el llanto de mi hija… También seguí luchando por ti, mi niña… »
Ambos abrieron sus ojos y voltearon hacia Ng Mui, viendo las consecuencias de aquella sincronización de memorias: la humana había visto y recibido el recuerdo, que le provocó agacharse en el suelo y comenzar a llorar.
– Esas palabras… ¿Fueron para mi?¿Yo era ese bebé llorando que Adán escuchó…? ¿Siguió peleando hasta la muerte… solo por mi…?
– Por ti y por todos ustedes… – Adán extendió la mano hacia la humana – Por amor a ustedes…
Poco después la meditación de Ng Mui terminó, con ella dándose cuenta de aquella verdad que no había visto hasta ese momento: la verdadera razón por la que Adán peleó, y la verdadera razón por la que ella debió pelear desde el comienzo.
– Todo este tiempo luché… entrené y me fortalecí para cumplir con una insaciable venganza, pero…
» Es cierto lo que me dijo mamá Eva… Todo esto nunca fue por venganza y nunca debió haber empezado por venganza… Sino que era por amor… ¿Por qué no lo ví antes…?
Después de ese diálogo hacia sí misma, fue a correr hacia una imagen mental que se había encontrado, saliendo del campo de visión de Adán y Reginleif; el primer padre de la humanidad se consiguió una sonrisa en el rostro.
– Al parecer funcionó… más o menos cómo esperaba… – Reginleif parpadeó perpleja y sorprendida – ¿Crees que… esto le haya ayudado…?
– Espero que si. Parece que todo lo que necesitaba… era amor--
De repente ambos sintieron como si la oscuridad donde estaban inmersos fuera sacudida por un terremoto que los removió, enviándolos había abajo como absorbidos a las profundidades de nuevo. De una segundo a otro abrieron sus ojos, encontrándose de nuevo en la habitación especial de Reginleif de Eljudnir; por instinto levantaron las miradas para saber qué había ocurrido…
Hela de pie frente a ambos, con su mano izquierda en forma de garra levantada a ambos. Su rostro, cubierto por la máscara y su mechón de cabello, soltaba nubes de vapor ligeras que denotaba por primera vez algo que asustó de inmediato a ambos:
La diosa respiraba agitada en enojo; el brillo rojo de su máscara se intensificó un momento para denotar aquella emoción.
– Afuera, ahora.
***
Eso fue lo que ocurrió, y el motivo por el que tenían aquella reunión con Hela; Adán se puso a la defensiva, levantándose de su asiento para encarar a la diosa y acercándose peligrosamente.
– ¡Adán…!
– ¡Hice lo que tenía que hacer! ¡Como padre, no puedo permitir que ninguno de mis hijos sea herido por mis anteriores fracasos! No me importan tus leyes entre los vivos y los muertos… ¡No tiene ninguna relevancia para mi! ¡Lo único que me motiva y me mueve es el amor que le tengo a mi familia…!
» Supongo que pudiste verlo, ¿No? Pude intervenir en favor de mi hija para que saliera victoriosa de su encuentro contra ese maldito anciano… ¡Funcionó nuestro plan! ¡Ni siquiera tú, reina de los muertos, podrás detener este amor por mis hijos!
El primer padre respiró agitado tras todas las palabras erráticas que acababa de decir; Hela solo se había quedado mirando a Adán desde que había comenzado a hablar… esperando paciente por su turno.
– ¿De verdad crees que hiciste un bien?
La diosa tomó la tableta que estaba en la mesa de noche junto a su asiento, para encenderla y mostrar una ilustración holográfica en específico.
– Supongo que ya sabes leer estas cosas, ¿No? Dime… ¿Qué dice aquí?
La diosa le mostró la pantalla a Adán, quien se resignó a tomar el objeto y leer su contenido; Reginleif se le unió de inmediato y, en cuanto ambos leyeron lo que decía, quedaron en blanco y con los ojos abiertos en shock.
– En unos momentos tendremos más detalles de cómo ocurrió, pero… Tu "plan" no funcionó. Ng Mui fue derrotada por Zeus en la quinta ronda, dejando el marcador 3-2 favor a los dioses.
– N-No… No puede ser…
Adán dejó caer la tableta al suelo, así como sus propias rodillas y manos para evitar caer de cara.
– Ella… Ella estaba bien… Ella me escuchó y pudo… pudo verlo… Pudo ver mi recuerdo…
– Ese es el primero de los muchos problemas que se crean cuando acercas el mundo de los vivos con el mundo de los muertos… Los hilos del destino se corroen y, a veces, se llevan a alguien antes de tiempo… o, dejan vivo a alguien por mucho tiempo más del que debería.
» Su juego no sólo cobró una vida que… es muy probable que de todas formas hubiera perdido… Sino que han creado un puente entre el mundo de los vivos y del mundo de los muertos. Valhalla, Midgard y Helheim; todos se conectaron gracias a eso… Tendré que estar fuera para revisar cuánto daño ocasionaron, y… si es reversible…
Hela se levantó de su asiento de un movimiento.
– "Los muertos no pueden estar con los vivos" es una regla de la naturaleza que no se debe romper, sin importar cuántos sentimientos, voluntad, o estupidez estén involucrados.
– … Una regla que se cumple siempre y cuando sigamos siendo muertos, ¿No…?
Esta vez intervino Reginleif con tono firme y esperanzador, levantándose para encarar a la reina de los muertos así como lo hizo su Einherjer.
– ¡Su habilidad de manipulación de almas… también nos puede devolver a la vida y con eso--!
– ¿Hasta cuándo entenderán… semidiosa y humano…?
Un aura oscura se dibujó alrededor de Hela, provocando miedo en la pequeña valkiria así como en Adán.
– Ustedes dieron sus almas en Ragnarok… y perdieron… Por tanto, sus almas son de Nilfheim… POR SIEMPRE. ¿HASTA CUÁNDO LO ENTENDERÁN?
La voz de Hela dio un toque oscuro así como su habitación tembló ligeramente, haciendo caer a Reginleif también; una vez que el escenario oscuro se hubo terminado, la diosa respiró hondo para calmar sus emociones negativas de una vez.
– Entrégame ese libro, semidiosa.
Reginleif quiso negarse pero tener a Hela de tan mal humor se lo impidió; metió la mano a la capa y le dio el libro budista. En cuanto el objeto tocó la mano de la diosa, una llama de fuego oscura apareció para incinerar el libro e incluso sus cenizas, dejando solo un leve olor a quemado que inundó por instantes la habitación antes de desaparecer por completo. Hela apretó la mano y dirigió la vista a Reginleif.
– Más vale que sea la última vez que intentas hacer algo así.
– … Está bien…
– Ambos, fuera de aquí. Ahora.
Adán y Reginleif obedecieron de inmediato el mandato eufórico de Hela; ambos se levantaron y encaminaron a la puerta de salida, saliendo uno a la vez y cerrando la puerta de un golpe, para dejar de nuevo sola a la diosa. Ella quedó en silencio por unos segundos, con la mente llena del recuerdo de ese encuentro entre Adán y Ng Mui que pudo percibir; en especial, las palabras de la humana que conectaron fue lo que le quedó rebotando…
– Papá… papá… – bufó molesta y se llevó su mano derecha a la cara, para suspirar cansada… – No importa.
Afuera, Adán y Reginleif caminaron a la sala de Eljudnir siendo vigilados por Garm; en cuanto llegaron a la mesa principal, ambos se desmoronaron sobre un par de sillas, y los demás acudieron de inmediato a interrogarlos. Munin y Hugin, de pie sobre la puerta a la entrada de la habitación de Hela, graznaron en advertencia y burla.
– ¡Maldición! ¡Una sola cosa…!
– ¡Pueden hacer lo que quieran excepto enojar a la señora Hela, y solo a ustedes se les ocurre hacer eso!
– ¡Con razón perdieron!
– ¿Qué fue eso? – le preguntó Aquiles a Adán muy curioso – ¿Qué ocurrió allí dentro?
– ¡Más vale que no haya sido un trío! – exclamó molesto Rasputín – ¡Porque de ser así, debieron haberme invitado--!
– Hela descubrió algo que hacíamos… Casi nos mata por eso. – Reginleif se llevó ambas manos a la cara con vergüenza de derrota.
– ¿Qué cosa? ¿Qué cosa? – Lu Bu se mostró muy emocionado – ¡Yo también quiero intentarlo!
– ¿Qué dices? – Randgriz volteó al héroe de China – Ni siquiera sabes qué fue lo que hicieron.
– Sea lo que sea que hayan hecho, eso provocó la furia de Hela… ¡Es perfecto para mi! ¡Así podré tener una pelea en serio con la reina de los muertos!
Lu Bu sonrió emocionado como niño en dulcería; Randgriz se llevó una mano a la cara en decepción.
– Tenías que ser tú…
– No… – Adán se llevó ambas manos a la cara – No es algo… qué deban intentar…
– ¡No se agüite, jefesito! – Zapata tomó una botella de tequila que estaba en la mesa para servir un caballito que extendió a Adán – ¡Un poco del manjar de los dioses y se sentirá mejor!
– … No, gracias… Solo quiero… estar… solo…
Adán se levantó y alejó de los presentes, con ambas manos en la cabeza teniendo aquel nuevo pensamiento culposo en su interior que se quedaría allí alojado:
« ¿Por qué…? ¿Por qué se me ocurrió que debíamos hacerlo? ¿Por qué no pensé bien las cosas…?
» ¿Cómo pude acceder a condenar a mi hija a esta eternidad…? »
En el balcón superior se hicieron presentes pasos de tacón; se trataba de Brunhilde llegando a Eljudnir con Ng Mui. La humana china, con ambas manos a sus costados para generar más calor, comenzó a mirar a su alrededor.
– Así que… Así funciona el mundo de los muertos…
– Más o menos… – Brunhilde levantó los hombros en duda – Aunque llevamos mil años aquí, no tenemos mucha información sobre eso.
– Ya veo… ¿Es normal que sea tan frío aquí abajo? ¿No tienen abrigos o--?
La vista de Ng Mui se vio interrumpida de inmediato: sus ojos habían comenzado a dar vueltas para percibir cómo era aquel lugar donde se encontraría de ahora en adelante, además de recordar los nombres y los rostros de los Einherjer que cayeron en batalla para evitar malentendidos a futuro.
En medio de esa exploración sus ojos se toparon con una figura que no necesitaba memorizar porque ya lo había hecho, ni aprender el nombre porque se lo sabía al derecho y al revés… Solo que se quedó en completo shock al verlo e identificarlo.
– Él… ¿Él… ¡Él es…!?
– Si… Él es Adán, el padre de la humanidad. Aunque, no es el único que se encuentra aquí abajo--
Brunhilde estaba por darle un tour sobre las figuras históricas presentes en el lugar, pero no pudo puesto que en un parpadeo Ng Mui desapareció de su campo de vista; de hecho, cuando se percató de ello, también vio que había desaparecido del balcón.
La humana china había dado un salto desde el balcón al suelo para llegar abajo en un santiamén; una vez que chocó estrepitosamente de modo que llamó la atención de los demás, se levantó de otro salto y fue corriendo al hombre rubio en un santiamén casi instantáneo.
Adán pudo verla, aunque en su rostro tenía la expresión de dolor y tristeza por la verdad que acababa de recibir; Ng Mui no se percató de ello, sino que solo quería llegar hasta sus brazos…
– ¡Papá…!
Ng Mui dio un último salto para abalanzarse a los brazos del hombre, cosa que Adán correspondió de manera involuntaria, uniendo a padre e hija en un abrazo que la humana ansío por 1000 años.
El choque entre ambos hizo que cayeran al suelo, siendo que Ng Mui y Adán se golpearon las cabezas; e escenario hizo que todos fueran hacia ellos, incluidos los cuervos.
– ¿¡Ahora qué están haciendo!? – graznó Munin con rostro molesto.
– ¡Tengan cuidado! – Hércules se acercó cauteloso – ¡Qué estemos muertos no significa que hagan lo que quieran!
– ¡Tremendo madrazo…! – Zapata se llevó una mano a la cabeza.
– ¿Están bien? – preguntó Raiden, siendo el más cercano para ayudarlos a levantarse.
Desde el suelo Adán tenía la cabeza sobre el suelo, llevándose una mano a la frente para aliviar el dolor que comenzó a sentir; Ng Mui tenía la misma sensación pero a ella no le importó: extendió sus brazos y rodeó el cuerpo de Adán para formar un abrazo de candado que no tenía intenciones de abrir.
– ¡Papá Adán! ¡Eres tú, eres tú…!
– Si… así es, hija…
– ¡Se siente… genial estar abrazada a ti! ¡Es tan cálido y reconfortante, justo cómo lo esperaba!
– … Okey…
Ng Mui levantó la vista, percatándose de la pantalla que estaba transmitiendo el combate; una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y con ambos ojos ahora brillando con estrellas dirigió la mirada a Adán.
– ¿¡Viste mi combate!?
– Si… lo estuve viendo…
– ¿¡Qué te pareció!? ¿¡Te gustó…!? ¡¿Lo hice bien!?
Adán volteó a la cara de Ng Mui, viendo a través de su rostro de una mujer adulta una sonrisa y expresión inocentes de felicidad en busca de aprobación de parte suya… Del mismo hombre que selló su destino momentos atrás cuando intervinó con el otro plano, provocando su derrota en Ragnarok y muerte a manos de Zeus…
Pero los ojos de la humana estaban tan llenos de esperanza que no podía defraudarlos; levantó su mano y tocó ligeramente en palmadas suaves la cabellera castaña de la china para reconfortarla, dándole también una sonrisa.
– Si, mi niña… Lo hiciste muy bien…
Los preparativos ya estaban listos.
El campo de batalla ya había sido ordenado y listo para dar comienzo al siguiente combate; la estructura tanto del campo de pelea como de las gradas eran nuevos:
La arena era un cuadrilátero de grandes dimensiones, separado de las gradas por medio de murallas hechas de tablones de piedra de 2 metros y medio de altura, o un poco más. Además de ello, en las esquinas superiores del coliseo se elevaban pilares de piedra cubiertos de oro, llegando al cielo para cerrar con un techo en forma de bóveda, sirviendo de paraguas para que la lluvia no cayese sobre los espectadores ni los peleadores, hecha de oro puro con grabados en su interior de los eventos más importantes de ese Ragnarok: las 5 peleas que habían transcurrido. Otros pilares estaban dispuestos sobre el muro de contención, teniendo en ellos antorchas que servian de iluminación; esto junto al color dorado de la mayoría del coliseo, daba lugar a un resplandor del mismo color que se reflejaba en todo el lugar.
Otra característica especial de los dibujos en la bóveda y los diseños de los pilares era que estaban hechos con cierto arte especial antigüo…. De hecho, la disposición de los elementos en el coliseo era muy parecido a un templo sagrado, a excepción del cuadrilátero de combate.
– ¿Qué es este nuevo campo de batalla?
– ¡Es tan hermoso! ¡Mis ojos se derriten con solo verlo…!
– Ese arte de la bóveda… ¡Pertenece a la antigua cultura hindú!
– ¿Quieren decir que…?
Leónidas y Geir llegaron al palco personal de la valkiria, aquel que no había visitado desde la tercera ronda; la disposición de asientos que habían dejado Hlökk junto a Eva y Lífthrasir seguía intacto.
– No deberíamos estar aquí. Deberías estar en Gimlé, reponiéndote de--
– En un momento. Quiero estar aquí solo un momento…
La valkiria de cabello morado se sentó en uno de los asientos, frío al tacto y con cojín bastante cómodo, justo cómo lo recordaba. El espartano se llevó una mano a su cigarro para dejar escapar el humo en un soplido prolongado.
– Bueno… al menos la vista es mejor desde aquí.
– Es muy cómodo y agradable… – respondió Geir con una sonrisa – Prefiero estar aquí que en esa camilla de Gimlé, que ya me duele la espalda.
– Al menos ya no tendremos que estar allí todo el tiempo, ahora que tus hermanas mayores, incluso Hrist, ya se encuentran mejor de sus heridas y andan por ahí, cuidando de Lífthrasir y todavía buscando a Líf…
– Tengo mucho miedo… – la valkiria tembló un poco – Ella sigue desaparecida, y no tenemos ni una sola pista de su paradero.
– No te preocupes; la vamos a encontrar… – le sonrió el espartano con confianza – En el momento menos esperado, va a aparecer.
– … Pero quiero que sea ya.
Una campana sonó emitiendo un estruendo prolongado y profundo que recorrió el coliseo, llamando la atención de los espectadores humanos y divinos. En medio del campo de batalla apareció Heimdall, vistiendo su uniforme aunque con un collar de abundantes canicas en su cuello; sobre su cabeza se encendió un holograma y con ello comenzó a hablar por medio del Gjallarhon.
– ¡Bienvenidos de nuevo…! – se aclaró la garganta, y su voz pasó a ser más profunda – 3 victorias para los dioses y 2 para la humanidad… Con esto, el destino del segundo Ragnarok ha comenzado a escribirse…
» ¡Mil años de espera para esta revancha, y la humanidad ha dado un paso más hacia su extinción! No, más bien… ¡Ha sido arrojada a su extinción un escalón más!
La valkiria tembló de nuevo con esas palabras, reacción que fue acallada con la mano de Leónidas en su hombro. El holograma sobre Heimdall desapareció, y el dios apretó su cuerno con fuerza de emoción.
– ¡Demos entonces comienzo a la sexta ronda del segundo Ragnarok!
Un bramido animal surgió en el bando de los dioses, con suficiente fuerza para silenciar a todos, incluido Heimdall, y estremecer los suelos del campo de batalla. Un sonido inconfundible, imposible de no reconocer…
– ¡Un elefante!
Por el enorme portón oriental de las gradas, que se abrió con un chirrido pesado, entró una estampida de elefantes que hizo retumbar el coliseo; lo más curioso de ello era que los elefantes, a parte de estar vestidos con joyas y alfombras en sus espaldas, eran de color blanco.
Los dioses del Svarga se emocionaron en cuánto identificaron de quién se trataba aquellos elefantes blancos.
– ¡No puedo creer que se trate de…!
– ¡He estado esperando mucho por ella!
– ¡Podré admirar una vez más su divina belleza!
– ¡Del lado oriental del campo del batalla, tenemos a la siguiente diosa que peleará en este Ragnarok! ¡Así es, damas y caballeros; será la segunda mujer divina la siguiente representante de los Cielos en este torneo!
En medio de la multitud de elefantes que bramaban y se sacudían con violencia, capaces de matar a cualquiera que se pusiera en su camino, entró uno de mayor tamaño y complexión que los demás, cargando sobre sus espaldas un enorme capullo de flor de loto cerrado, con pétalos rosas con toque de vino.
– Aquella diosa es muy respetada y admirada en el mundo de los humanos… ¡Conocida no sólo en su tierra de origen, sino en todo el mundo, como la madre de las riquezas y la prosperidad!
» ¡Qué más grande ironía, que aquella mujer que es adorada como la maternal bendición terrenal, será la encargada de traer la maldición de la extinción a esos miserables humanos!
– ¡No puede ser…!
– ¡No puede estar pasando!
En cuanto los humanos supieron de quién se trataba, muchos se inclinaron hasta tocar el suelo con sus frentes, para elevar plegarias de arrepentimiento y rendición; por su parte, la flor de loto del mayor elefante comenzó a abrir, dejando caer sus pétalos en el suelo.
– La mujer que se cuenta nació del océano de leche… La preservadora, que mantiene el equilibrio de las riquezas, la prosperidad, y la buena fortuna tanto en los Cielos como en la tierra… ¡Incluso se proclama la envidia misma de los dioses de la fortuna!
» Aquella que irradia en los cielos con su buena suerte… ¡Así como con su abundante belleza, siendo incluso considerada la Apolo de la India por ser… cómo un sol radiante…!
Ni bien terminó esa frase cuando varios pétalos de loto cayeron al suelo, y con ello del interior de la flor emanó un resplandor divino como si hubiera una linterna en su interior; ello también fue desvelando la figura de la diosa. Sus brazos, sus caderas, las abultadas ropas que usaba como vestidos, sus joyas…
Aunque era una diosa de tez oscura, cabello negro, y con muchas decoraciones, su entera presencia dejaba ver belleza y gloria divinas como si, en efcto, se tratase del sol; la mayoría de los dioses masculinos sonrieron con emoción cuando comenzaron a ver la figura de la diosa revelándose. Ella, por su parte, irguió por completo su cuerpo, levantó la cabeza y removió sus cabellos en un peinado suelto para ver mejor, con movimientos parecidos a una pasarela de modas.
– ¡¿Qué traerá a ese torneo?! ¿¡Desgracia a los humanos, y fortuna a los dioses!? ¡Conocida con varios nombres en el mundo de los humanos, pero aquí solo tendrá uno…!
» ¡¡La diosa de la divina belleza y la buena fortuna…!! ¡¡LAKSHMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIÍ!!
{ Lakshmí | India }
[ Sexta representante de los Dioses ]
La diosa levantó la mirada, encontrando tanto el estrado de los dioses como el de los humanos alborotados ante su encantadora y hermosa presencia; aquello sonrojó sus mejillas de vergüenza, y movió sus labios carnosos en una expresión de pena que ocultó tras sus manos.
El elefante principal llegó a su destino, casi al centro del cuadrilátero, y descendió sus piernas delanteras así como su cabeza, mientras otro par se acercaban y, mediante sus trompas, envolvían el torso y un brazo de Lakshmí con cuidado para ayudarla a bajar.
La diosa se sorprendió del atrevimiento de los elefantes pero dejó que hicieran su trabajo; una vez que descendió, extendió los dedos de sus pies descalzos para hundirlos en la arena del cuadrilátero; la sensación le hizo sonreír y ruborizarse un poco.
– Qué… suave…
En las gradas de los dioses, Atenea con sus hermanos mayores se quejó con un resoplido sonoro que escucharon ambos perfectamente.
– ¡Qué presuntuosa! Haciendo una entrada escandalosa con esa estampida de elefantes, sacando luces como si fuera una antorcha, y ahora disfrutando del campo de batalla…
– Eso no tiene nada de malo, ¿O si? – preguntó Ares con cautela – Digo… Fue una buena presentación…
– ¡Ese es el punto, hermano mayor idiota! ¡Fue una presentación… jodidamente genial! ¡Espectacular, así como la de papi! ¡Tengo que hacer algo más espectacular todavía, o quedaré en ridículo frente a los dioses!
– Pero todavía no es tu turno… – le respondió Hermes – Tienes tiempo para pensar.
– ¡Siempre debemos estar prevenidos…! – Atenea giró su cabeza de inmediato – ¿¡Tú qué dices, mi linda Syf!?
La diosa nórdica de cabellos dorados estaba sentada en un trono aparte, un poco lejos de los griegos aunque ella misma había pedido quedarse con ellos; con una mano bajo su barbilla, suspiró decaída y asintió con la cabeza.
– Fue una buena presentación…
– ¡¿Lo ven!? ¡Hasta ella lo dice…! – Atenea se levantó de su asiento y corrió a la salida – ¡Tengo que pensar en algo todavía más genial, y ahora! ¡Hermes, acompáñame!
– ¿Por qué yo? – suspiró rendido Hermes, aunque decidió seguirle el paso.
En el palco de los hindúes, Shiva tenía una expresión severa y con 2 de sus manos apoyadas bajo su barbilla pensativo; Rudra estaba sentado junto a él con una expresión muy similar.
– ¡Señor Shiva! – Parvati sonrió – ¡Le hicieron caso! ¡Lakshmí-san va a entrar a pelear!
– ¡Más le vale a esa mujer no dejarnos en ridículo! – exclamó Durga con expresión fría – ¡Después de hasta dónde hemos llegado, debemos quedarnos con la delantera!
– Usted cree… – Kali, apoyada más cerca de Shiva para estar cerca de su cuerpo, bajó su cabeza hasta que sus cabellos tocaron su piel – ¿Usted cree que Lakshmí-san sea una buena opción?
– Por supuesto que lo es… – afirmó Shiva sin parpadear – Ella es una excelente guerrera.
– Espero no te equivoques… Shiva… – Rudra le volteó a ver con ojos iracundos contenidos – De lo contrario--
– ¿Dudas de la mujer que casi te noquea de un golpe? ¿De la mujer que me derribo cuando me retó?
Rudra quedó en silencio cuando Shiva le dijo eso; ni siquiera tuvo que pensarlo para dar su respuesta.
– No.
– La he visto durante todo el tiempo que estuviste ausente… Su poder y habilidad no ha hecho más que ser más fuerte… Si en ese entonces era un tanque, ahora lo es al doble o triple…
– … Más te vale que no le pase nada, Shiva.
El espartano silbó por lo bajo para halagar el espectáculo montado por la diosa hindú.
– Qué presentación… Y por lo visto, tiene muchos admiradores.
– Todo radica en su belleza, pero… también es una diosa formidable. Estuve estudiando de ella… Y en serio es fuerte.
– Ya combatimos a un dios de la fortuna antes, ¿No?
– Y esa ocasión perdimos…
La respuesta de Geir dejó en silencio a ambos, siendo que se refería a Bishamonten; Leónidas levantó los hombros con duda.
– Que conste que nosotros se lo advertimos, así como también lo hicimos con la egipcia, ¿No?
– Entiendo que quiera confrontarla, puesto que… son cercanas. Me pregunto qué saldrá de esto.
El espartano dio otro sorbo a su cigarro, para después soplar el humo y soltar una risa sarcástica por lo bajo mientras desalojaban a los animales del campo de batalla.
– Ahora sabemos por qué los elefantes no estaban disponibles para su presentación.
– Eso parece.
– Aunque… me molesta que sean mis hombres los encargados de ella.
– Bueno… Ella preguntó y, cuando la vieron, ellos se ofrecieron.
– Lo sé… Son un montón de hombres con demasiada testosterona para pensar con la cabeza de arriba.
– ¿Eh? ¿Cabeza de arriba? ¿A qué te refieres?
– … Olvídalo.
– Ahora… – Heimdall volteó la mano al lado occidental de la arena – ¡Es momento de presentar al sexto representante humano…!
– ¡¡Auuuu!!
Un sonoro grito masculino se hizo presente en el estadio, llamando la atención de los dioses, de Lakshmí y de los propios humanos; todos voltearon para averiguar de dónde provenía el grito, llevándose una sorpresa cuando descubrieron…
A un espartano del lado de los dioses.
– ¡Hombres, es hora!
– ¡¡Allá vamos!!
De entre las gradas de los dioses, un montón de hombres vestidos con uniforme militar de Esparta se hicieron presentes con gritos de júbilo y ovaciones; detrás de ellos, en los pasillos colindantes, se encontraba el Trono del Pavorreal* con un pequeño asiento en su interior sobre el cual una mujer reposaba con una amplia sonrisa de oreja a oreja en calma y orgullo.
– Es hora del show~♡
– ¿¡Qué es esto!? – los dioses se comenzaron a quejar – ¿¡Qué hacen esos humanos aquí!?
– ¡Fuera de aquí!
– ¿¡Quién está allá arriba!?
– … ¿Eh? – Geir volteó con sorpresa al tumulto que se estaba formando – ¿¡Qué diablos…!?
– ¡¿Qué diablos está haciendo esa mujer con mis hombres!? – le acompañó Leónidas con la misma expresión.
Heimdall también estaba atónito y sorprendido; sin embargo, llevó una de sus manos a su cara para darse a sí mismo una bofetada, de manera que volviera a reaccionar.
« ¡No es tiempo de pensar, es tiempo de actuar…! Nada de esto estaba planeado… ¡Pero el arte de improvisar forja a los profesionales! ¡Así es el mundo del espectáculo, nena! »
El dios nórdico se aclaró la garganta y comenzó de inmediato.
– El humano que representará a su raza en la sexta ronda… ¡Será aquella mujer! ¡La cuarta mujer que pisa con fuerza y voluntad la arena del Valhalla y los Campos Elíseos en nombre de toda la raza humana!
La mujer en aquel sofá sonrió ante ese halago de palabras; volteó a mirar a los hombres que yacían bajo ella.
– Chicos, ya podemos empezar.
– ¡Cómo ordene!
Los espartanos tomaron el trono por sus pilares, bajo una enorme y agolpaba alfombra, y con todas sus fuerzas levantaron aquel pesado asiento real para transportarlo desde lo más alto, dónde se encontraban, hacia la arena de combate; una tarea de gran esfuerzo, digno para los espartanos.
A su paso lento y con esfuerzo los dioses se hacían a un lado para dejarles avanzar; la humana aprovechaba para girar su vista hacia uno y otro lado, deleitando sus ojos con la presencia de aquellas figuras divinas en las gradas.
– Me agrada este lado del coliseo~
– Es el siglo XIV, en la península de la India, nació un pequeño reino que poco a poco fue creciendo, ganando poder, hasta proclamarse uno de los imperios más poderosos y temidos en todos los tiempos, tanto que incluso los sultanes temían enfrentarse a ellos… ¡El imperio Vijayanagara!
» Aquella mujer nació y creció allí, proclamándose la reina más fuerte de todas las que pisaron y tocaron el trono real… ¡Una mujer sin igual, poderosa y temible, fuerte y determinada!
» El registro histórico solo tiene como prueba el antiguo poema épico de la guerra… ¡Aquellos escritos hechos por ella misma, donde describe la historia de su esposo y cómo ganaron la guerra contra el sultanato que quiso rebelarse!
La mujer en el trono sonrió placentera; los espartanos llegaron a las orillas de las gradas, colindante con el campo de batalla, y unos soldados se dispusieron a desplegar los escalones que tenía preparada la plataforma que llegaban desde el asiento principal hasta el suelo.
– Su papel en esa guerra también fue definitivo, pues se cuenta que participó ella misma para mover la balanza a favor de su reino… ¡Una reina imperial dispuesta a ensuciarse las manos con su espada para establecer la corona que fue depositada sobre su cabeza!
Con ello, la humana se incorporó sobre la plataforma, estiró sus extremidades un tanto para despertar su cuerpo y ponerse en acción, y después procedió a estirar su cuerpo para tomar con las manos la espada enfundada que tenía junto a su trono; puso las cintas de la misma alrededor de sus hombros, echó el arma a sus espaldas, y con lentitud como si estuviera en una pasarela de modas, comenzó a descender los escalones.
– ¡Una emperatriz que gobernó con fuerza y carácter sobre su pueblo, ganando las guerras más sangrientas y redactando en poemas los actos heroicos de su gente! ¡La llamada "Reina de reinas"!
» ¡¡GANGADEVIIIIIIIIIIIIIIIIII!!
{ Gangadevi | India }
[ Sexta representante de la humanidad ]
Gangadevi siguió bajando las escaleras de su plataforma real hasta tocar el suelo con sus pies semidescalzos; la sensación de la arena le fue bastante agradable, a lo cual volteó para sonreír coquetamente a los espartanos.
– Muchas gracias, apuestos caballeros. Ya han recibido una gran recompensa por llevar a una divina reina en sus hombros~♡
Pero de inmediato se hicieron presentes los dioses con sus quejas y bufidos en contra de la humana y su atrevimiento por hacer su presentación de aquel lado del coliseo.
– ¡¿Qué fue eso!?
– ¿¡Cómo osaste bajar a la arena desde el estrado de los dioses!?
– ¡¿Quién rayos te crees que eres!?
La humana escuchó a la perfección todas las palabras y los otros tantos insultos que soltaron en su contra; se llevó una mano a la mejilla, para apuntar a si misma, y seductoramente dio un guiño apuntando a los dioses.
– No se preocupen… ¿Quién soy yo? Pronto lo averiguaran.
Algunos de los dioses se sonrojaron y quedaron sorprendidos por la expresión de la humana; muchos de ellos, tanto espectadores divinos como humanos, se percataron del parentesco familiar que surgió entre esa peleadora y la otra mujer que había provocado un escándalo en los Campos Elíseos…
– Cleopatra… – suspiró Leónidas de muy mal humor – Me recuerda mucho a esa mujer.
– A mi también… Por lo que me contó Cleopatra, se hicieron muy buenas amigas desde que se conocieron en el Valhalla antes de venir aquí. No me sorprende que sean tan parecidas…
– Entonces, ¿¡Por qué accediste que fuera la siguiente!? Podría ponernos en aprietos de nuevo.
– Podría darnos una victoria si está en una situación de vida o muerte, o… Tal vez, si hace lo mismo que Cleopatra, podría también funcionar…
– ¿Hablas de otro cambio de bandos? ¿Crees que esa mujer sería tan tonta para repetir el error de Cleopatra?
– … Vale la pena intentarlo…
Gangadevi siguió avanzando por el campo por de batalla, dando vueltas de un lado a otro exhibiendo su armadura de batalla, su cuerpo formado, así como la espada que cargaba a sus espaldas. Sus pies siguieron moviéndose y ella continuó con su espectáculo visual, hasta que por fin los primeros hallaron descanso y la humana se detuvo…
Justo enfrente de su rival Lakshmí.
Ambas quedaron con una diferencia de un escaso metro, justamente para analizarse la una a la otra; Lakshmí se llevó ambas manos al frente, una sobre la otra, y sus ojos se abrieron en curiosidad para mirar a la humana y su sorprendente altura, tal que debía elevar los ojos para verla directo. Por su parte, Gangadevi le sonrió.
– Así que tú eres Lakshmí, la diosa de la buena fortuna.
Lakshmí se sorprendió de ese diálogo repentino, a lo cual asintió con la cabeza.
– S-Si…
– Supongo que tú fuiste la responsable de la gloria y la victoria que viví en mi imperio, ¿No es así?
– … Supongo…
– Malas noticias, mi querida… – Gangadevi levantó una mano directo a la diosa, para tomarla de su barbilla y elevarla un poco para admirar mejor los rasgos faciales de Lakshmí – Tengo a mi propia diosa de la fortuna para darle las gracias por todo lo que viví, y por desgracia no eres tú.
Lakshmí abrió los ojos con sorpresa; Gangadevi le soltó y procedió a posar un poco para presumir de sí misma.
– Tú no eres la única belleza divina que da buena suerte… Yo también lo soy. Yo debo ser la única aquí, ¿Okey…?
Lakshmí tragó saliva por lo bajo; se sintió un poco asustada de la actitud tan confiada de Gangadevi, pero entonces recordó las palabras que Rudra le había dicho antes de entrar a pelear. Eso le provocó respirar hondo para calmar sus nervios, y levantar su rostro con los ojos apretados en determinación.
– Quieres dar todo de ti… Yo haré lo mismo…
Heimdall procedió de estar en el campo de batalla a subir a las gradas de los dioses; en específico a la plataforma que habían usando los espartanos para bajar a Gangadevi, de manera que el dios nórdico tuvo su propio sitio para ver la batalla y narrarla; se puso cómodo en el asiento de la humana, tomó su Gjallarhon con ambas manos y sopló por medio de ella.
– Sexta ronda del segundo Ragnarok, el enfrentamiento entre las bellezas de los Cielos y de la tierra… La emperatriz poética y la diosa de la suerte…
» ¡¡PELEEN!!
Fecha de publicación: 27/07/23
ASFD
Nota de autor: Muy buenas, querida gente. Con esto llegamos al final de este ansiado capítulo (tanto para mi como para ustedes; le he estado tomando mucha estima a esta pelea. Espero que sea tan genial como las anteriores).
Primero que nada, vayamos a la pregunta especial del día:
Veamos quiénes apoyan a la Komi-san de la India, y quiénes a la Cleopatra de la India… ¡Esto será épico papus! Si tienen algo interesante que agregar para la pelea, estaré leyendo sus comentarios que sería de mucha ayuda (no traigo tanta imaginación como esperaba xdn't).
Y sin nada más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!
***
Nuevos términos
* Trono del Pavorreal: nombre usado para un tipo de trono usado por los emperadores persas; una plataforma con un baldequin/techo sostenido por columnas y un trono en su parte central, incrustaciones de metales preciosos y joyas, entre otros.
¿Eso es todo? Creo que olvidé mencionar algo más…
***
El teléfono se hizo sonar, asustando tanto a la valkiria como al espartano; Geir tomó el dispositivo y lo abrió para ver el mensaje que había llegado. Tragó un poco de saliva en cuanto lo terminó de leer:
"Ya lo envié para recogerte"
– ¿Qué pasa?
– Es… es… – la valkiria volteó a Leónidas – Es el informante. Debo ir a reunirme con--
– ¿"Reunirme"? Eso suena muy solitario. Yo iré contigo.
– ¿Eh? Pero yo debo--
– Ni lo pienses. No dejaré que te pase algo, menos en el estado en que estás. Además… yo también tengo una reunión pendiente con… ya sabes…
– … ¿Qué? ¿En qué…? – Geir revisó el historial de mensajes, encontrando lo que había hablado el espartano con el informante mientras ella estaba ebria en la cuarta ronda – ¡Oye! ¡Eso no se hace!
– ¿Qué ibas a hacer al respecto? ¿Vomitarme, o gritarme borracha?
– ¡Eres un…! – la valkiria se puso roja de la vergüenza y el coraje, para después respirar hondo y dejarlo salir en un suspiro rendido – Supongo que no tengo otra elección.
– Claro que tienes otra opción. Vencerme: si logras eso, te dejaré ir sola.
– … Ya lo averiguaré… – la valkiria le sonrió coqueta.
Poco después por el pasillo que conectaba el balcón con el estadio apareció un rostro familiar de cabello oscuro y tatuaje facial.
– ¿Buenas…? ¿Están disponibles?
– Así que a ti te enviaron por ella… – Leónidas se volteó y cruzó los brazos – Malas noticias. Ella no irá sola.
– ¿En serio? No tengo problemas… – la persona levantó los hombros con inocencia – Yo solo tengo la orden de traerla, pero nunca me dijeron que iba a estar sola.
– Entonces no alarguemos esto… – Geir se abrió paso para salir del palco – Vámonos.
Leónidas acompañó a Geir, quien a su vez siguió el paso del caballero de vestimenta elegante para ir a la reunión que la valkiria estuvo anticipando desde que se lo propusieron hace más de 2 horas atrás… El estómago vacío le dio vueltas por los nervios que comenzaba a sentir, pero no se dejó llevar por ellos tan fácil; apretó el rostro con determinación y siguió avanzando de frente.
Poco a poco pudo sentir la diferencia de ambiente, entre dónde estaba y el lugar donde sería dicha reunión; las voces entusiasmadas y esperanzadas de los humanos cambiaron a las voces ásperas y secas de los dioses, dando apoyo a su representante o quejándose todavía de la intervención de Gangadevi en su estrado.
Los pasillos también se volvían cada vez más confeccionados, tranquilos y oscuros, como si se estuvieran adentrando en el coliseo para estar lejos de las gradas, y de los dioses principales que podrían poner sus oídos donde no quisieran… Geir agradeció internamente que Leónidas estuviera con ella; aquello parecía más bien como la preparación de una emboscada en contra de la valkiria.
Aunque, de todas formas con el espartano, así se sentía…
Llegaron a un enorme portón de madera el cual el caballero tocó unas cuantas veces con una melodía especial; un código. Tras unos segundos de silencio, abrió la puerta él mismo y extendió la mano a su interior.
– Ya pueden pasar.
Cautelosamente entraron Geir y Leónidas, ambos con la guardia en alto esperando alguna trampa o truco.
Una persona sentada en el centro de la habitación con la vista dirigida a la pantalla de enfrente para ver la sexta ronda. En cuanto entró la pareja, unos guardias que se encontraban en la misma habitación se pusieron alertas, lo que a su vez alertó también a los 2.
– No hay necesidad de eso… – aquella persona levantó una mano – Vienen conmigo.
Entonces los guardias volvieron a sus lugares, y la persona se giró para dirigir su mirada a Leónidas y a Geir dibujando una sonrisa en su rostro.
– Por fin tenemos tiempo a solas… Qué sorpresa, espartano… No esperaba que de verdad fueras a venir.
– No voy a dejar que le hagas nada a Geir.
– ¡Tranquilo! No tengas tan poca confianza en tu valkiria.
– Ya estamos aquí… – Geir se aclaró la garganta y dio un paso al frente para encararle – ¿De qué quería hablar?
– ¿Acaso lo olvidaste? Tú eres la que tiene tantas preguntas en la cabeza… Esta reunión es para resolver todas tus dudas, y puedas confiar en que soy una "ayuda".
– … Cierto… – la valkiria se pasó una mano a la cabellera – ¿Ayuda…? ¿Realmente quiere ayudar a la humanidad?
– … No. Pero… qué estén vivos los indicados me sirve. Tengo planes a futuro que me gustaría llevar a cabo.
– … ¿Entonces, eso quiere decir que…?
La valkiria tragó saliva un poco asustada con la cabeza baja; respiró hondo, con nuevo valor para levantar la cara y hacer su primera pregunta:
***
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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