Capítulo 6. Soldado para Troya
Los pequeños pedazos del arma cayeron en el suelo, al tiempo que Huitzilopochtli miraba con total asombro lo que acababa de pasar, manteniendo en su mano únicamente el mango de su antigua arma.
- ... ¿Eh?...
Pero, en las gradas la emoción subía segundo a segundo, mientras Heimdall narraba lo sucedido para todos los presentes.
- ¡¡Ha ocurrido algo completamente espectacular!! ¡¡Un conjunto de movimientos muy rápidos para haberlos visto todos!! - exclamó - ¡¡Un golpe directo de Aquiles que tiró el casco de su oponente!! ¡¡Huitzilopochtli rebanando el escudo del semidiós y casi cortando su brazo, y Aquiles destruyendo el arma de Huitzilopochtli con un único golpe!!
Los troyanos se emocionaron bastante con aquel acontecimiento.
- ¡Si que Aquiles es increíble! - comentó Cicno.
- ¡Aquiles ha sobrepasado a un Dios tan poderoso! ¡Estoy muy emocionado!
- ... - Héctor inevitablemente dibujó una sonrisa en sus labios - Ese puesto en este Ragnarok lo tiene más que merecido...
Los Dioses miraban con asombro e impacto. En el panteón mexica, el silencio se hizo presente mientras trataban de digerir lo que acababa de ocurrir.
- ¡Hijo! - Coatlicue lloró amargamente con muchos sentimientos en su corazón.
- Imposible... su arma... - habló levemente Cuahuitlícac - El arma más poderosa de nuestro reino...
Ares y Hermes miraban con total asombro, tratando de entender lo que acababan de observar. Pero, Atenea no mostraba ninguna de esos sentimientos; al contrario, tenía una sonrisa.
- Lo sabía... mi lindo Aquiles no es ningún idiota en la batalla...
- ¿¡Sabias que haría eso!?
- Cállate, Ares. Me dejarás sorda. Y... pude predecir ese movimiento... aunque, todo dependía de que su brazo tuviera la fuerza suficiente para romper el arma...
- Entonces... ¿Qué hubiera pasado si Aquiles no contaba con dicha fuerza? - le preguntó Hermes.
- Se hubiera roto el brazo. O, se habría roto los 2: uno por golpear el arma, y el otro por recibir el golpe.
- ... - Ares miró en silencio - Así que...
- En este punto, ambos están iguales - habló Atenea con una sonrisa en sus labios - Solo tienen sus puños... ¡Estamos a punto de ver el clímax!
Huitzilopochtli mantenía su sorpresa, mientras que Aquiles tomaba los fragmentos del Xiauhcóatl que tenía clavados en su mano y en su escudo para tirarlos al suelo. Tomó la punta de metal y la arrojó hasta los pies del Dios.
Inmediatamente después, el héroe griego se quitó las cintas del brazo que sujetaban el pedazo de escudo que apenas sostenían; despues de tirar el escudo al suelo, tomó su capa y rompió otro pedazo grande con el cual envolvió su brazo. Finalmente, adoptó una posición ofensiva frente al Dios de la guerra, con una mirada seria y desafiante.
- Ahora ambos estamos iguales... - habló seriamente el héroe - Ven a mi, dichoso Dios de la guerra...
Huitzilopochtli seguía con su impacto emocional, pero tras un par de minutos emitió una sonrisa en sus labios, al tiempo que tiraba el mango de su arma en el suelo.
- A esto me refería... - habló divertido - Con una buena pelea...
Los Dioses se sorprendieron, junto con los troyanos que se levantaron de sus asientos.
- ¡Vamos Aquiles!
- ¡Derrota a ese Dios!
- ¡Aquiles! - exclamó Télefo - ¡Más te vale que no pierdas!
- ¡Da todo lo que tienes, Aquiles!
El héroe griego involuntariamente soltó una sonrisa al escuchar todo el apoyo que le daban los mismos hombres quien había matado en la guerra de Troya.
- Bueno... creo que esto es una gran oportunidad para mi... - habló para si mismo. - Cómo en aquella ocasión...
Atenea miró fijamente a Aquiles, y logrando entre leer lo que pronunciaba con los labios, la Diosa inevitablemente emitió una sonrisa de total agrado.
- Así que... recuerdas los viejos tiempos... - habló para si la Diosa, mientras se acomodaba en la silla - Los tiempos en que te volviste en el gran héroe que terminó la guerra de Troya...
...
La ciudad de Tesalia era como cualquier otra. Los ciudadanos realizaban sus actividades cotidianas día tras día; venta de artículos hogareños y comercio con otros pueblos cercanos a la gran ciudad; educación a los niños, amas de casa en sus hogares. Un rendimiento suficiente y completo en la ciudad.
En una calle polvorienta, un pequeño grupo de adolescentes caminaban con aires de orgullo y grandeza, mientras cargaban un par de jabalíes muertos.
- ¡Está si que ha sido una buena temporada! - exclamó uno de los chicos, de nombre Antíloco - En tan solo esta semana hemos cazado una buena cantidad de animales.
- Ya vendimos la mitad, y con la otra hemos llenado el estómago de nuestras familias - habló otro de ellos, que de llamaba Estentor.
- ¡Esto merece una celebración! - exclamó otro que se llamaba Teucro.
- ¡Si que si! - respondió el cuarto, de nombre Ayax.
Todos los chicos, que eran un total de 8 muchachos, lanzaron un grito de júbilo y emoción. Y Ayax dirigió su vista hacia un chico que cargaba las armas, al parecer un noveno en el grupo, que venía un par de metros detrás.
- ¡Aquiles! ¡No tienes que presionarte tanto!
Aquiles, quien futuramente se convertiría en el héroe griego que pelearía contra Troya, el día de hoy no era más que un muchacho: un adolescente con una condición física escasa, quien se encargaba de ayudar a sus amigos cargando las armas que ellos usaron para la cacería de los jabalíes.
- ¿Presionarme tanto? Claro que debo hacerlo - habló firmemente - No les ayude en el trabajo de hoy, así que al menos debo cargar sus cosas.
- ¿No nos ayudaste? ¡Por supuesto que si! Tu fuiste quien le tendió la trampa a los jabalíes.
- Además, has estudiado este campo durante tanto tiempo que... - otro de los chicos, de nombre Automedonte - Viejo, no sé cómo te da tiempo de estar con nosotros.
- ¡Con todo lo que planeaste, fuimos capaces de hacer estos trabajos todos estos días! Tu haz hecho más que los demás - concordaron al mismo tiempo los chicos Meríones y Eumelo.
- Tonterías - bufó Aquiles, pero se vio interrumpido cuando se le caían los objetos de sus brazos.
- ¡Siempre tan necio! - el último joven, con una condición física parecida a la de él, le ayudó con los objetos metálicos - No tengo más opción que ayudarte.
- ¡Patroclo! - el chico Aquiles observó al chico. Ambos, desde muy jóvenes, más que la edad que tenían al momento, habían sido mejores amigos; cómplices el uno del otro, hermanos del alma.
Patroclo cargó un par de lanzas en sus brazos.
- No tienes opción. Te ayudaré, y antes que te niegues, lo hago porque quiero.
- Jaja. Muchas gracias.
- Sigo sin entender por qué tan sumiso Aquiles - habló Estentor con suspiros - Deberías divertirte un poco más.
- Todo por el sueño de este muchacho - comentó Patroclo con sarcasmo - ¡Ser una leyenda militar para Grecia!
- ¡No exageres, Patroclo! - exclamó Aquiles - Pero mi sueño es ser un buen soldado para Tesalia y toda Grecia.
- Jeje, creo que estas en el sitio incorrecto - habló Teucro - Tesalia no es para la guerra. La guerra es de los espartanos, los atenienses, los tebanos... ¡Ellos son guerreros! Nosotros solo somos campesinos, uno que otro cazador, y muchos adolescentes sin futuro.
- ¡Pero eso lo cambiaré! - sonrió Aquiles - ¡Seré un soldado! ¡El primero en Tesalia, y el mejor!
- ¡Ya eres el mejor, hermano! - le respondió Patroclo - Con esa actitud y tu cabeza, podrías acabar con un ejército... ¡Solo faltan los músculos!
- ¡Por eso entreno todos los días!
- ¡Y aparte entrenas! - exclamó sorprendido Automedonte, mientras se rascaba la cabeza - ¡Cómo carajos te da tiempo para todo!
- ¡Quietos! - Antíloco, que encabezaba a todos, los detuvo al ver algo a lo lejos - Al parecer... los del otro grupo también traen algo, y van hacia el viejo.
- ¡Diablos! Esos idiotas quieren quitarnos el dinero del viejo - exclamó Ayax, al tiempo que comenzó a correr - ¡Hay que llegar antes!
Todos comenzaron a correr en estampida, quedando atrás Patroclo y Aquiles.
- ¡Vamos Aquiles!
Ambos chicos corrieron detrás del grupo principal. Y el otro grupo de chicos, a unos cuantos metros de ellos, también avanzaron con velocidad al ver el movimiento de los primeros. Y los 2 grupos comenzaron una carrera.
Aquiles y Patroclo, junto con su grupo de amigos, realizaban trabajos de cacería, para obtener carne que vender a su "patron", teniendo como pago algo de dinero y sobras de comida para sus casas.
No era del todo un buen trabajo; de hecho, podían conseguir algo mejor. Pero para ese grupo de jóvenes huérfanos que les encantaba la aventura, era como anillo directo al dedo.
En especial para Aquiles, quien todos los días entrenaba mente, mediante las estrategias de caza, y cuerpo, con su propia rutina, para lograr ser un soldado para Tesalia. Y cuando menos lo esperaba, una oportunidad llegó.
...
Un mes después, un grupo de soldados mensajeros montados en caballos atravesaron las puertas de la ciudad. Los habitantes quedaron sorprendidos por aquello, especialmente porque los soldados traían la bandera espartana.
- Mensajeros de Esparta... - susurraban mientras los veían avanzar. - ¿Qué han de querer?
Los soldados llegaron hasta el patio principal de la ciudad, y la gente ya se había reunido alrededor de todos ellos. El soldado que parecía estar al mando bajo de su montura y habló con voz firme y muy sonora.
- ¡Me gustaría hablar con los ancianos de la Ciudad de Tesalia!
Aquiles y sus amigos estaban saliendo de la ciudad para ir a su siguiente encargo cuando vieron la anglomeración de gente que había en el patio central.
- ¿Y eso? - preguntó Teucro con curiosidad.
- Al parecer acaban de llegar... - comentó Antíloco sin darle mucha importancia - Los vi poco después de salir de nuestra guarida...
- ¿Acaso... son espartanos? - la curiosidad entró en Patroclo y Aquiles al notar las banderas que cargaban.
- ¡Aunque lo sean, ellos no nos darán los ciervos que vamos a cazar! - exclamó Antíloco - Vamos de una vez por esos ciervos.
- Si quieren vayan ustedes... - habló Aquiles, dándole las armas a Automedonte y Meríones - Yo quiero ver que hacen ellos aquí.
- ¡No Aquiles! - Ayax corrió a los pies del muchacho - ¡Sin tu cabeza, esos cuervos no serán nuestros!
- Cálmense chicos. Ya saben el plan de pies a cabeza... Siganlo y habrá dinero para la siguiente semana.
- Yo... me quedaré contigo... - Patroclo acompaño al muchacho - Al parecer quieren hablar con los ancianos de la ciudad. Quiero saber de que se trata.
- ¿Tú también? - Estentor se quejó - Hemos perdido a 2 de nuestros amigos... ¡Por unos espartanos!
- ¡Jaja! ¡No digan estupideces! - exclamó Patroclo con sarcasmo - Son ustedes 7 contra un par de ciervos, ¿Qué puede salir mal?
- Bueno... ¡Nos vamos! ¡Pero cuando volvamos, nos cuentan el chisme! - exclamó Antíloco.
- ¡A la orden, jefe!
Los chicos se adentraron en el bosque que alcanzaba a Tesalia, mientras que Aquiles y Patroclo entraban nuevamente a la ciudad para saber lo que hacían ahí los mensajeros espartanos.
- ¿Por qué te quedaste? - preguntó Aquiles intrigado - A ti te hubiera gustado cazar esos ciervos.
- En primer lugar, tu más que yo deberías ir con ellos... - bromeó Patroclo, mientras agarraba a Aquiles de los hombros - ¡Quieres ser soldado, pero apenas lanzas una piedra a un ciervo!
- Quiero ser soldado para cuidar de Tesalia, no para lanzar piedras a ciervos.
- Pero deberías empezar por algo - sonrió el chico - Además, si te dejaba solo, sería más probable que regreses con nosotros y te quedes con la duda de que hacían los espartanos aquí.
- Supongo que tienes razón.
Los chicos llegaron hasta la anglomeración, quienes emanaban una aura de interés más y más conforme los espartanos hablaban con los ancianos de la ciudad, todos reunidos en el edificio principal. Al cabo de unos minutos, salieron los mensajeros, y Aquiles y Patroclo prestaron atención.
- ¡Ciudadanos de Tesalia! ¡Traemos un mensaje del Rey de Esparta, Menelao! - extendieron un pergamino y comenzaron a hablar - ¡El Rey de Esparta ha declarado la guerra contra la ciudad de Troya!
De inmediato los susurros y murmuros saltaron entre los habitantes. Aquiles y Patroclo se sorprendieron.
- Ahora lo recuerdo - habló Aquiles - Hace unas semanas había un rumor de que Esparta tenía problemas con Troya.
- Y parece ser que son más que problemas - confirmó Patroclo.
- ¡El Rey de Esparta ha extendido una alianza a otras ciudades! ¡Y de acuerdo con los tratados comerciales y militares hechos entre Tesalia y Esparta, se les pide que manden a su grupo de soldados para combatir en esta guerra!
De inmediato, las quejas y murmuros más altos surgieron entre las personas, al igual que la confusión y la duda. Patroclo contaba entre la gente confundida.
- ¿Se les pide mandar su grupo de soldados?
- Tesalia y Esparta tienen un tratado de paz o algo así - le explicó Aquiles - Si no mal recuerdo fue por algo que pasó entre ambas ciudades. Pero el punto es que el tratado dice que si atacan a una de las ciudades involucradas, las demás deben responder.
- ... Okey... ¿Y cuántas ciudades estaban involucradas?
- Ni idea. Pero es gran parte de Grecia, si no mal recuerdo.
- ¡Es un tratado que se hizo entre ambas ciudades que se debe respetar! - exclamó el mensajero ante toda la multitud que se enojaba y quejaba más y más.
Y mientras todos ellos arreglaban y discutan la situación, Aquiles y Patroclo se miraron el uno al otro.
- E-Eso significa...
- ¡Viejo! ¡Tú sueño! - Patroclo tomó de los hombros al chico - Puedes convertirte en un soldado. Ir a la guerra contra Troya, matar unos cuantos, y regresar con tu titulo.
- ¡Cierto! - Aquiles sonrió al escuchar eso - Pero... no creo que...
- ¿? ¿No crees que qué?
- Será... ¿Será bueno que vaya sin tener educación militar? Digo... aquí no hay escuelas, y como tu dijiste apenas puedo lanzar una piedra contra un ciervo...
- Por lo que están discutiendo allí con estos tipos, probablemente muchos de los que vayan, ya sean de Tesalia o de otro lugar, tampoco sepan. ¡Peor que importa! ¡Mejor tener la práctica que la teoría!
- ... Supongo que tienes razón - sonrió Aquiles - ¡Puedo conseguir mi sueño!
- Entonces ve y diles que vas con ellos... - le dio un leve empujón Patroclo que sorprendió a su amigo.
- ¿Qué vaya?
- Si. Es tu sueño. Ve y cúmplelo.
- Pero... tu... y los chicos...
- Ellos lo entenderán. Bueno, puede que Antíloco se vuelva loco, Automedonte un poco sentimental, y a Meríones le toque cargar las cosas. Pero estoy seguro que todos ellos lo entenderán.
- Pero... - Aquiles comenzó a dudar.
- Ve con ellos. Cumple tu sueño, y regresa con vida para que nos lo restriegues en la cara.
- ... ¡Lo haré! - el sentimentalismo atacó repentinamente a Aquiles, que comenzó a llorar levemente. Pero, antes de que Patroclo lo consolara, los mensajeros volvieron a hablar.
- ¡Ciudadanos de Tesalia! Como parte del tratado, deberán mandar a nuestra causa a todos los hombres varones mayores a 20 años y menores a 50 años que estén en condiciones físicas y mentales para pelear. Los esperaremos las siguientes 3 horas, y partiremos hacia el campamento que se está preparando entre todas las ciudades para el frente contra Troya.
Patroclo se quedó en silencio después de escuchar eso. Aquiles solo pudo sonreír con sarcasmo.
- Jaja... parece ser que el destino quiere que no te despegues de mi...
- ... O tal vez sea al revés... - bromeó Patroclo - Bueno, querido Aquiles... ¡Iremos a la guerra los 9 cazadores de Tesalia!
- ¡Genial!
- ¡! Es cierto... tengo que darte algo.
- ¿?
- Ven, acompáñame.
Patroclo echó a correr y Aquiles le siguió. Los 2 llegaron al pequeño refugio donde dormían los 9, que eran una sábanas tiradas al fondo de un callejón vacío y dividas en secciones de acuerdo con cada chico, y Patroclo comenzó al buscar algo entre sus pertenencias. Aquiles se interesó bastante.
- ¡Aquí está! - Patroclo sacó una pequeña botella de cristal con un líquido rojo, que se lo extendió a Aquiles.
- ¿Y esto?
- No recuerdo como se llama. Pero es un líquido especial para que te hagas superfuerte.
- ¿? - Aquiles reconoció la descripción - ¿No será ambrosía?
- No lo sé. Pero que importa; hay que llevárnoslo contra Troya. Probablemente nos ayude en el momento más necesario.
- ¿De qué hablas? No, espera. Antes que eso... ¿De dónde lo sacaste?
- Del templo de Zeus a unos kilómetros de aquí.
- ¡Entonces si es ambrosía! - regresó la botella a Patroclo de un movimiento - ¿¡Cómo la conseguiste!?
- Eso no importa - Patroclo se levantó y tomó de los hombros a Aquiles - Seré directo. Hable con los chicos desde antes de esto, y habíamos quedado de dártelo no un par de días.
- ¿? ¿Para qué? ¡Explícate!
- Sabemos que quieres ser soldado, y también sabemos que no eres muy bueno con tu condición física como lo eres con tu mente y tu cabeza. Así que pensamos y discutimos tras muchas ideas "Podríamos darle la ambrosía para que al menos sea muy fuerte, y así cumplirá su sueño"...
- ¿Por qué me dices eso con una voz tan lamentable?
- Bueno... todo eso lo planeamos, sacamos la ambrosía del templo de Zeus, e íbamos a dartela en unos días en la comida... - su voz combinaba sarcasmo con seriedad - Pero... ahora tenemos esta guerra de Troya que nos quiere llevar... ¡Y es mucho mejor! ¡Puedes tomar ambrosía, ser superfuerte, y ganar un vuelo puesto como soldado!
- Cálmate, Patroclo. Sigo sin entender que está pasando.
- Es sencillo. Tomas la ambrosía, que según indagamos te hace muy fuerte, y con eso puedes convertirte en un buen soldado.
- Pero... - Aquiles dudo - No puedo hacerlo. He entrenado todos los días desde que tengo mi sueño para ser un soldado. Tomar la ambrosía sería... mandar a la basura todo el esfuerzo anterior...
- Yo no lo veo así... - le conformó Patroclo - ¡Sería alcanzar tu sueño más pronto!
- ... No lo sé... Suena... - Aquiles se rascó la cabeza - Además, tampoco sabes si vaya a funcionar.
- Yo no lo sé, pero tú si. Con esa enorme cabeza que tienes, sabes que la ambrosía es lo necesario para ser un soldado tipo héroe.
- No... en realidad no sé mucho de la ambrosía...
- ¿¡Qué!? ¿Tan inteligente y no sabes de la ambrosía?
- Sé que existe, pero no sé ni siquiera que es. Si es sangre divina, o un jugo de uva muy añejado. Podría ser fatal...
- Si llega a ser jugo de uva añejado, lo más que te podría pasar es una semana en el baño.
- ... ¿Por qué me dices todo esto ahora?
- Cómo te decía... Los chicos y yo te lo íbamos a dar en unos días. Pero, ahora que veo que iremos contra Troya, podríamos llevarlo para que allá seamos un super soldado que pelee por Tesalia... ¡Suena muy bien!
- ... - Aquiles seguía dudando.
- Bueno... Si no darás una respuesta, me la llevaré...
- ¿Y cómo te la llevarás?
- Así -Patroclo envolvió todas sus cosas envolvió una sábana, y en la misma metió la ambrosía - Listo.
- ¿Y te llevarás todo eso?
- Obvio. No nos darán nada allá, supongo. Mejor ir prevenido.
- ... Tienes razón - Aquiles también metió todas sus cosas en una sábanas - ¡Así!
- ¡Exacto! ¡Y ahora vayamos por los demás, antes de que nos maten por no decirles que iremos de guerra!
- ¡Si!
Aquiles y Patroclo, de inmediato, corrieron hacia el bosque para avisarles a los demás chicos. Pero Aquiles en particular seguía muy turbado y pensativo acerca de lo que le había dicho Patroclo de la ambrosía y de llevársela a Troya.
...
Casi una semana después de haber juntado a todos los hombres de otras zonas de Grecia, el enorme ejército griego se detuvo en la región de Tespias, en Beocia, muy al sur de donde vivían Aquiles y Patroclo, por lo que en cuanto se establecieron los chicos se sintieron intimidados.
- Nos quedaremos a acampar aquí. - anunció el general del escuadrón donde estaba Aquiles, Patroclo y sus amigos; su nombre era Agamenón, y el inmediato dio un anuncio importante - Seré directo con todos ustedes: muchos, si no es la mayoría, de ustedes no tienen la menor idea de usar un arma. Por esto, nos quedaremos en esta región durante un mes para capacitarlos lo necesario para luchar contra Troya.
- ¿No te había dicho eso Aquiles? - susurró Patroclo al chico.
- El día de hoy descansarán, para instalar un campamento en este lugar - habló un segundo general, junto a Agamenón - Pero mañana, en cuanto el sol se asome por las montañas, comenzaremos el entrenamiento.
Aquiles, Patroclo y los chicos armaron unas pequeñas casas de acampar bastante improvisadas en la zona donde llegaron; específicamente hablando, junto al bosque que unía el campamento y el pequeño monte que se extendía y adornaba el paisaje.
- Así que... Un mes... - suspiró Ayax - Estaremos todo un mes estancados aquí.
- Pero, será algo bueno... - comentó Aquiles de forma optimista - Al final del mes, seremos capaces de pelear contra Troya.
- ¿Crees que eso es lo mejor? ¡Para nada! - habló Antíloco con una sonrisa - Díganme, ¿Saben dónde estamos exactamente?
- Si no mal recuerdo lo que nos dijeron, estamos es Beocia - contestó Automedonte - Pero... ¿Por qué preguntas?
- O sea, estamos en Beocia. Pero, de acuerdo con lo que hable hace unos días con los chicos de Ítaca que conocen mejor de lugares geográficos, llegaríamos a las faldas del Monte Helicón.
- ¿Monte Helicón? Ese nombre me suena - comentó Aquiles, mientras pensaba.
- ¿Dices que estamos en el Monte Helicón?
- Teóricamente si. Ahora, respóndanme... ¿Qué pasó en el Monte Helicón?
- ... Otra vez una de tus adivinanzas - se alejó Meríones al ver a Antíloco dar vueltas al asunto - Estoy fuera.
- ¡No, escuchenme! - Antíloco trató de captar la atención de los chicos - ¡Aquí paso algo importante!
- ... ¡Ya sé! - exclamó emocionado Aquiles - En este monte vive el ciego Tiresias, que tiene fama de profeta... ¡Podemos visitarle!
Todos prestaron atención y se interesaron bastante en el dato que soltó Aquiles, por lo que concordaron con él con emoción y alegría, pero Antíloco no mostraba esos sentimientos; más bien un poco de molestia.
- ¿En serio Aquiles? ¿Es lo único que tienes en la cabeza?
- ¿Entonces de qué hablas? - le preguntó, a modo de defender a su amigo, Patroclo -¿A qué quieres llegar?
- Bueno... la segunda pregunta que nos lleva a nuestro descubrimiento... ¿Cómo fue que Tiresias se volvió profeta?
- Oh, eso fue por... - pensó el joven Aquiles. Tras largos minutos de darle vueltas el asunto en su cabeza, el chico inexplicablemente se sonrojó. Todos los chicos se sorprendieron en gran manera.
- ¿Eh? ¿Aquiles sonrojado?
- ¿Qué demonios?
- Fue... - comenzó a hablar el chico - De acuerdo con la leyenda... fue por haber visto a una Diosa desnuda a mitad de un baño...
- ¡En efecto, Aquiles! Eso significa que...
Todos se miraron confundidos y sorprendidos, pero tras pensarlo un par de segundos todos se miraron con emoción.
- ¡Aquí se bañan las Diosas!
- ¡Si que si! - exclamó Antíloco - ¡Aquí podremos espiar a una Diosa en toda su magnificencia!
- Claro que si... - habló Estentor emocionado - Será lo mejor que vamos a experimentar en nuestras vidas y en este viaje... ¡Guerra y Diosas hermosas!
- ¡Por supuesto que si! - concordó Teucro.
- Me aseguraré de grabar esa imagen en mi retina. - concordó Ayax.
- ¡P-Pero chicos! - comenzó a hablar Aquiles mientras los chicos enloquecían con lo que hablaban y comentaban - ¡No creo que sea buena idea! Tiresias terminó ciego por hacer eso.
- Pero, querido... querido... querido Aquiles - se acercó Antíloco a Aquiles, tomándolo del hombro - ¿Tiresias está muerto?
- Bueno... no sé cuando nació, así que...
- Tienes razón. Pero, ¿Tiresias murió por haber visto a una Diosa desnuda?
- Eh... no...
- ¡Exacto! Al contrario, se volvió profeta... ¡Uno muy bueno! - concluyó el chico con soberbia y emoción - Así que, querido Aquiles, si conseguimos terminar esta misión y encontramos a una Diosa, como Atenea, Perséfone, Hera, o incluso a la mismísima Afrodita en uno de sus baños y nos descubren... Seguramente perderemos algo pero tendremos un premio como Tiresias... Así que, al final o ganamos la bendición de ver una Diosa desnuda, o ganamos un don para toda la vida... ¡Solamente veo un ganar-ganar!
- Ahora que lo dices, no parece que sea tan bueno que digamos... - comentó Patroclo - ¿Un baño de Diosas en una montaña a merced de que cualquier humano llegue como si nada? Suena demasiado bueno para ser cierto.
- ... - los demás chicos comenzaron a pensar - Es cierto. No es bueno querer hacer planes con la cabeza caliente.
- De todas formas... ¡No perdemos nada por intentar hacer algo así! - comentó Antíloco - Si existe el baño, tenemos un beneficio. Si no, solo habremos perdido algo de tiempo.
- ... Podría ser divertido - los demás chicos concordaron un poco - Conocer un poco este lugar y buscar un tesoro perdido... ¡Justo como en nuestras infancias!
- ... ¡Si lo ponen así, suena divertido! - las dudas de Aquiles se disiparon - ¡Estoy dentro!
- ¡Así se habla! - Antíloco sonrió - Bien, vayamos a buscar ese baño ahora.
- ¿Eh? ¿Ahora mismo?
- ¡Hora de la cena! - exclamó el cocinero del ejército desde la lejanía.
- Ahora... ahora no. Ahora despues de comer.
- Pero, creo que después de la cena debemos dormir - comentó Meríones - Ese es el horario, según nos había dicho eso general Agamenón.
- Bueno, "ahora después de comer" no. Será "ahora el día de mañana... después del entrenamiento" - concluyó Antíloco - ¡Iremos todos, nos aventuraremos en el bosque del Monte Helicón, y no descansaremos hasta encontrar la bañera celestial o confirmar la falsedad de los mitos! ¡Todos juntos iremos a la aventura!
- ¡Si!
Patroclo por su parte miró aventura Aquiles para confirmar.
- ¿Seguro que irás con nosotros?
- Por supuesto... ¡Será divertido si vamos todos juntos! - sonrió Aquiles.
- Muy bien. Ahora, vayamos a cenar.
...
- ¡Vamos, guerreros! ¡Den todo lo que tienen!
El entrenamiento de Agamenón, para ser el primer día en el campamento, era muy pesado desde el punto de vista de los 9 cazadores de Tesalia. Despertar con el primer rayo de sol y recorrer con trotes las faldas del Monte Helicón había dejado sin aliento a todos los chicos; lamentablemente eso era solamente el calentamiento.
Después de aquello, llegó la parte del armamento; los generales y soldados experimentados comenzaron a todos, sin excepción alguna, a enseñarles el uso de espada, lanza, escudo, flechas y arco; combate cuerpo a cuerpo, con armas, etcétera. Todo lo que necesitarían saber.
Y a pesar de que mayormente habían sido lecciones teóricas, el cansancio se presentó de inmediato en todos los chicos. Aquiles pudo ver como los que eran chicos más experimentados, como los espartanos, apenas se inmutaban por el entrenamiento, lo cual le fue bajando ánimos en el día.
Al caer la noche, Aquiles y sus amigos se encontraban en las lecciones de uso de la lanza.
- ¡Eso será todo por el día de hoy! - anunció el general que les entrenaba al momento - Pueden ir a descansar. Dentro de poco será la cena...
Aquiles y sus amigos se despidieron, y sin pensarlo más de 2 veces todos fueron a sus "camas" para recostarse.
- ¡Por los Dioses! - exclamó Ayax - ¡Esto fue horrible!
- ¡Un entrenamiento riguroso, completo, y exigente! - exclamó Automedonte - ¡Y eso que apenas fue el primer día! ¡Uno de 30!
- Deberíamos estar más contentos chicos... - habló Meríones - Ya pasamos el primer día. Solo faltan 29.
- ¿Es más fácil decirlo que cumplirlo, no? - se quejó Teucro - Aún faltan 29 días.
- El tiempo pasará volando. Se los aseguro; cuando menos nos demos cuenta, solo faltará un día.
- Tienes razón - concordó Patroclo - Ya pasamos el primer día. Es una buena noticia... ¿Y tu que dices Aquiles?
- ¿Yo? - el chico pensó en su respuesta - Será... muy difícil...
- ¿Difícil? Por supuesto - comenzó a explicar Estentor - Hace unos días cazábamos animales, y dentro de unos días pelearemos contra una ciudad. Es difícil tragarse todo esto.
- Los espartanos ya saben pelear... he visto muchos que pueden levantar espadas con los dedos... y nosotros... - el chico habló con pesadez - Ser un soldado es... una carrera larga...
- ¡No digas eso! - trató de confortarlo Patroclo - Ellos son buenos porque están obsesionados con la guerra. Pero nosotros... podremos alcanzarlos si nos esforzamos lo suficiente...
- ... - Aquiles permaneció en silencio, aún con sus ánimos bajos.
- ¡Lo tengo! - Antíloco se acercó a Aquiles - ¡Sé que te levantará una sonrisa en tu rostro!
- ¿?
- ... - Antíloco sonrió maliciosamente - ¿Qué te parece si vamos a echar un vistazo a unas Diosas?
- ¿Eh? ¿Ahora? - los demás chicos comenzaron a quejarse - Estamos cansados.
- ¡Vamos chicos! ¡Mientras más rápido comencemos, más pronto sabremos la verdad! - les trató de animar Antíloco - Vamos y comenzamos a echar un vistazo.
- ¿Pero ahora mismo? - preguntó Automedonte - Estamos muy cansados por todo este entrenamiento.
- ¿Acaso han olvidado el cansancio por nuestra hazaña de la cacería de las 3 semanas?
- Eso es diferente... - argumentó Patroclo - eso fue cacería. Esto es entrenamiento militar.
- Recuerdo que estuvimos como 3 días sin poder ponerse de pie por el cansancio de nuestras piernas - habló Antíloco - Y aun así no detuvimos nuestras tareas... ¿Es diferente por el contexto, o por qué eso fue mayor que esto?
- ... - Aquiles se levantó lentamente - Creo que... podríamos ir...
- ¿? - los demás chicos se miraron entre sí, sabiendo que rara vez Aquiles tomaba la iniciativa - ¿Seguro?
- Si. Tomar un poco de aire fresco del bosque... puede que nos relajamos un rato.
- Si, tiene razón - Antíloco sonrió - ¡Vayamos!
- ... - los demás está vez pensaron un poco más en la propuesta - De acuerdo. Vayamos.
...
- ¡Vamos Aquiles!
- ¡Tú puedes!
Aquiles se levantó por enésima vez del suelo del círculo dibujado en el suelo donde peleaba. Frente suyo, su oponente de Argos con nombre Diómedes notablemente estaba mucho más preparado físicamente para combatirlo.
El pequeño torneo que había organizado el general Agamenón para decidir a los mejores guerreros de cada región estaba dando sus buenos frutos, incluso sabiendo que apenas llevaban una semana en aquel campamento.
Después de haber estado luchando y pensando durante todo el día para pasar cada una de las rondas del torneo incluso sin usar fuerza física, Aquiles ya estaba muy cansado. Pero sabía que si lograba entrar a los octavos de final tendría un resultado satisfactorio para su sueño. Alrededor del círculo, Patroclo y los demás chicos apoyaban a su amigo en todo momento.
- ¡Derríbalo! - habló Ayax.
- ¡Ese chico de Argos no es nada!
- ¡Vamos Aquiles! - Patroclo tenía su confianza en el chico - ¡Tú puedes contra él!
Aquiles nuevamente se puso a la defensiva, mientras su rostro escurría por enésima vez su sudor; sin embargo, Diómedes apenas parecía inmutado por la lucha; su complexión física y facilidad en el manejo de las armas demostraba que aún le faltaba mucho que dar.
« Lo sabía… » pensó agotado Aquiles « Sabía que me tocaría contra este chico de Argos... escuché de los otros que era muy fuerte y hábil con las armas, y si que lo es... Pero debo vencerlo para avanzar en este torneo... ¡Lo haré por mi sueño! »
Aquiles tomó la punta de su lanza con firmeza, apuntando el fragmento metálico hacia el frente.
- ¡Ese golpe! - Patroclo se emocionó - ¡Lo que ha estado practicando toda esta semana!
- ¿? ¿"El devorador del cielo"?
- ¿Qué? ¡No! ¡Su golpe especial, hecho para atravesar la defensa de sus enemigos y de ser posible acabar con ellos al instante; la "Jabalina del Rey"!
- ¡Ahhh! - Aquiles comenzó a correr hacia Diómedes. Todos los chicos se quedaron en silencio.
Aquiles avanzó hacia Diómedes, quien mantenía su postura defensiva al ver el repentino movimiento del chico. Sin embargo, cuando estaban a escasos centímetros de separación, Diómedes dio un giro de un cuarto de vuelta, logrando que la fuerza y velocidad que llevaba Aquiles lo terminará tirando fuera del círculo marcado en el silencio elogios.
Todos se quedaron en silencio, mirando con algo de sorpresa la forma tan rápida en que había terminado el combate. Agamenón sin embargo se acercó y levantó el puño de Diómedes en señal de victoria.
- ¡Con esto, Diómedes sube en el torneo y Aquiles termina derrotado!
- ... - Aquiles solamente permaneció en el suelo debido a la vergüenza que lo invadió en ese mismo momento, y más aún cuando todos comenzaron a aplaudir a Diomedes.
Pero, las palabras que su oponente soltó instantes después le sorprendió.
- ¿Te ayudo Aquiles?
Aquiles levantó levemente su rostro y miró a Diómedes cara a cara, quien le extendía una mano. La aceptó sin chistar, y el chico de Argos le ayudó a levantarse.
- Hey, buena pelea - le elogio Diómedes después de levantarlo - Y si que eres bueno pensando en como ganar a tus rivales.
- Gracias - sonrió Aquiles.
- Pero, lamento decirte esto - Diómedes le susurró - Con tan solo tu cabeza no podrás ser un soldado...
Diómedes se alejó con sus amigos, mientras le dedicaba unas últimas palabras a Aquiles.
- ¡Esfuérzate más! ¡Tienes buen potencial!
Aquiles regresó con los demás a su pequeño campamento y el grupo de 9 chicos se sentaron tranquilamente en el suelo junto a sus "camas". Por unos segundos se formó un silencio molesto.
- Tienes que aceptarlo Aquiles - habló primero y decidido Estentor, tratando de animar a su amigo - Lo hiciste genial.
Los demás de inmediato lo imitaron.
- Pudiste vencer a muchachos incluso de Esparta con esas técnicas que te haces en la cabeza - comentó Teucro - A mi me eliminó de inmediato un espartano, pero tu le aguantaste a uno de ellos...
- ¡No te desanimes Aquiles! - le exhortó Patroclo - Aún nos quedan 3 semanas para seguir entrenando en este lugar. Te aseguro que podrás mejorar en todos estos días.
- ... - Aquiles no había escuchado a ninguno. Solo tenía en la cabeza la idea de no ser lo suficiente para cumplir su sueño; la respuesta que dio al final fue pura cortesía para no faltar el respeto a sus amigos. - Supongo que tienen razón...
- ¡Vamos chicos! ¡Muévanse! - Agamenón, dio un grito para llamar la atención de los jóvenes - Nuestro torneo de entrenamiento continúa. Por favor, todos los participantes que hayan pasado a los octavos de final vengan de inmediato.
- Bueno, debo irme - habló Patroclo a los chicos, seguido de Ayax yAutomedonte; los 3 habían pasado a la siguiente ronda.
Antíloco, Estentor, Eumelo, Meriones, Teucro, al igual que Aquiles, tampoco habían pasado la siguiente ronda. Y pocos segundos después los 5 se levantaron de repente y se dirigieron a Aquiles.
- Bueno... iremos a ver como los de Ítaca le parten el culo a Ayax - bromeó Antíloco, logrando asomar una sonrisa en Aquiles - ¿Vendrás?
- ... No se preocupen... - se levantó Aquiles y se estiró un poco - Creo que iré a dar una vuelta.
- ¿? ¿A dónde?
- Iré un rato a vagar en el bosque, para despejar mi mente. Este torneo me ha dejado agotado, y quiero ir a respirar aire fresco... - habló con decisión.
- Bueno, te acompañamos...
- ¡No! Quiero estar solo - Aquiles sonrió de lado, al tiempo que tomaba su manta para abrigarse del frío de la noche que se acercaba - Dar un paseo únicamente yo solo. Hace tiempo que no estaba conmigo mismo. Y no se preocupes por cuanto me tarde; trataré de regresar antes de la cena... ¡No quiero que los de Tebas se queden con la mejor carne!
- ¡Jaja! Tienes razón... - sonrió Antíloco - Bueno, pues da tu vuelta, y tu solito. Y nosotros nos encargamos de tirarle piedras a Automedonte por ti.
- ¡Jaja, como digan chicos! ¡Los veo al rato!
Aquiles sin pensarlo más de 2 veces, comenzó a trotar ligeramente dentro del bosque; gracias a que la noche aún estaba muy lejos de llegar, la luz iluminó perfectamente todo el camino de Aquiles hasta que llegó a las ruinas que habían hallado la segunda noche en Beocia.
Las mismas ruinas que los chicos creyeron que eran las bañeras celestiales que tanto buscaban. Sin embargo, después de curiosear lo suficiente, se dieron cuenta que solo eran montones de piedra tallada, por lo que la búsqueda aun seguía de pie a pesar de que esa noche, debido al torneo de Agamenón, no continuarían.
En cuanto se aseguró que estaba completamente solo, Aquiles se sentó en una de las rocas y usó su ropa para secarse el sudor en su frente por su reciente combate.
A su mente llegaron sus recuerdos acerca del campamento. Desde los entrenamientos excesivos y exagerados de Agamenón, sus combatrs en los que salia rozando la victoria, y su derrota tan humillante contra Diomedes. En todos ellos, las palabras que muchos le habían dicho golpearon su cabeza repentinamente:
- El cerebro no sirve en el campo de batalla... - susurró Aquiles, pensando largamente - Quiero ser un soldado, pero solo tengo cabeza para pensar en como derrotar a mis enemigos, más no manos ni fuerza para hacerlo...
Aquiles nuevamente suspiró, con gran pesadez y cansancio mientras dirigía sus manos dentro de su manta y unos segundos después extrajo lo que buscaba: la ambrosía del Templo de Tesalia.
- Es sorprendente que Patroclo me haya convencido para tener esto en mis pertenencias... - comentó con sarcasmo, mientras dejaba el frasco en el suelo y volvía a pensar un largo rato.
Nuevamente el sentimiento de nostalgia le invadió, y volvió a hablar para si mismo.
- Quiero pelear contra Troya por mi sueño... que Troya se vuelva en el empujón que necesito para ser reconocido como un buen soldado... - sonrió con orgullo - Quiero ser un guerrero que defienda su tierra de los invasores, un hombre que marque la diferencia... ¡No dejar que más gente como mis padres Mueran por no haber suficiente protección!
Dirigió momentáneamente su mirada a la ambrosía en el suelo.
- Pero... con mi condición actual... - se miró a si mismo - He hecho mucho entrenamiento físico por años... Pero sigo sin ser lo suficientemente fuerte para dejar de depender de mi cabeza... - murmuró con pesar - He estado entrenando día y noche, día y noche, día y noche... Y sigo sin ser capaz de alcanzar mi meta para, primero, pelear contra Troya...
Aquiles extendió su mano y tomó el frasco de ambrosía. Le quitó la tapa, olió su contenido levemente, y se quedó varios segundos viéndolo.
- Al final, tenían razón Patroclo y los chicos... mi condición física no es igual a mi mente... - sentía algo de miedo por su incertidumbre sobre la ambrosia, pero finalmente se tragó dicho miedo - Confiaré en que Patroclo me dijo la verdad sobre esta cosa.
Aquiles dirigió la boca del frasco a su boca y en único solo trago ingirió todo el contenido. Y gracias al pequeño tamaño de frasco, tomó todo sin dejar ni una gota.
- Que... asco... - declaró el chico con molestia, sientiendo el liquido entrar en su cuerpo. - Esta cosa sabe horrible...
De repente, un gran poder se encendió en su interior. Aquiles se levantó de golpe, al sentir un gran calor que comenzó a sofocarlo en todo su cuerpo, especialmente en su garganta.
- ¡Agh! - en cuanto se sujetó la garganta por instinto, su cuerpo comenzó a dolerle en gran manera, por lo que cayó al suelo - ¿¡Qué mierda es esto!?
Inmediatamente su cuerpo se prendió en llamas, de modo que comenzaba a consumirse completamente el chico. Aquiles lanzó varios gritos de dolor y agonía al sentir todo su cuerpo quemarse al instante, pero los gritos de júbilo por el torneo de entrenamiento impidieron que cualquiera de los chicos pudieran escucharle. Finalmente, Aquiles lanzó un último suspiro y las llamas consumieron su cuerpo completamente.
...
A mitad de la noche, en aquellas mismas ruinas ocurrió algo muy extraño y curioso. Los pedazos de ruinas que estaban esparcidos en el pasto y entre los árboles tenían ciertos grabados en la piedra, muchos inentendibles por la antigüedad de las mismas y otros muy gastados. Pero, de un momento a otro, los grabados se iluminaron de color azul celeste muy claro, iluminando gran parte del bosque por segundos.
Después de iluminarse, las ruinas comenzaron a moverse en el suelo para acomodarse de forma silenciosa y exacta, coincidiendo pedazo por pedazo. Finalmente, tras unos largos minutos, se formó un pequeño balneario de piedra, con escaleras en los costados y una pared de las cuales colgaban antorchas con fuego azul. Y en cuanto las antorchas se encendieron, la piedra dejó de emitir la luz celeste y pasó a transformarse a plata y cristal, y en el centro del mismo apareció una fuente que comenzó a verter agua cristalina hasta que el sitio se llenó completamente.
En una de las escaleras aparecieron varias jóvenes; entre ellas había una más baja de estatura y que estaba usando una bata de baño muy esponjosa y colorida, pero las demás estaban vestidas de forma muy formal y elegante.
- Señorita Atenea... no creo que sea buena idea usar este balneario... - habló una de las sirvientas - A menos de 2 kilómetros de aquí hay un campamento de humanos...
- ¿"Campamento de humanos"? ¿Por qué hablan de ellos como si fueran alienígenas o algo así? - preguntó sarcástica la Diosa, mientras caminaba por el balneario. - Son humanos, los que creo mi papá hace muchos milenios. Deberían ser tratados con un poco más de respeto.
- De todos modos, señorita Atenea - habló otra de las sirvientas - Está usted en peligro.
- ¿Peligro de que? ¿Ser descubierta por un humano? - a pesar de su anterior declaración, habló con sarcasmo - Si eso pasa, le clavó mi lanza en el ojo, lo convierto en un ciervo, o le pateo el culo... - Atenea se sentó en la orilla y sumergió la punta de sus pies en el agua cálida y transparente - Ahhh... está calientita el agua...
- Señorita Atenea, si alguien ve su desnudez... será una gran vergüenza...
- ... Si alguien ve mi desnudez, pagará con su vida. No hay problema por eso... - comenzó a jugar con el agua moviendo sus pies de manera tierna - Además, ya baje hasta aquí y preparé este baño. No voy a regresar toda el agua solo para ir hasta Tebas o Troya para preparar otro baño "seguro".
- Pero, señorita Atenea, también tenemos manantiales divinos en el Olimpo...
- Chicas, hablé con sarcasmo - aclaró la Diosa - Pero, es mucho mejor estar en el exterior, en el mundo de los Humanos. La limpieza del aire, el contacto con la naturaleza, los animales de aquí... - Atenea sonrió emocionada - ¡El mundo de los humanos me encanta de verdad! ¡Es mucho más que el Olimpo, Asgard, o cualquiera de esos sitios! Les puedo asegurar que vale más tomarse un baño en este balneario que vivir un milenio con las joyas olímpicas.
- ... Como usted decida, señorita Atenea... - hablaron las sirvientas con sumisión - Nos quedaremos con usted para|
- Chicas, ya discutimos esto en mi habitación. - les recordó la Diosa - Si mi papá se entera que no estoy durmiendo en mi cuarto, estaré en graves problemas. Ustedes se encargan de que eso no suceda... TODAS USTEDES....
- ... - las sirvientas se miraron unas a otras, y finalmente todas desaparecieron mediante una rápida rápida en instantánea luz dorada.
Atenea volteó un par de veces para asegurarme que se hallaba completamente sola, y finalmente se quitó la bata de baño. La Diosa se sumergió completamente en el agua y un suspiro de emoción salió de sus labios.
- ¡Ahhh! Estos balnearios son la gran cosa... Si que me hacía falta uno de estos deliciosos baños... - sumergió la cabeza en el agua para mojar sus cabellos, y comenzó a lavar su cabeza con delicadeza y elegancia.
La Diosa estuvo ahí durante un largo rato, combinando su baño con largos momentos de meditación en los que contemplaba el cielo oscuro, limpio y negro que mostraba un gran vacío, lleno de estrellas que dejaban verse entre los árboles e iluminaban la bóveda celeste; el aire casi frío y el olor de naturaleza que cantaban sus narices la hacían sonreír
- Por esto prefiero estos baños... aquí puedo gozar con autenticidad a la humanidad y todo lo que han hecho... - habló con orgullo, pero la idea se quedó en su cabeza durante unos segunods y pasó a pensar en aquello.
» Aunque algunos como Afrodita, Thor, Bishamonten, Shiva y Loki se ponen en modo "psyco-killer" y quieren matar a los humanos... ¡Eso es porque no pasan el suficiente tiempo aqui! - argumentó la Diosa, molesta con su propio comentario - Los humanos son lindos y su mundo es un lugar muy bello... a veces hasta más que el Olimpo - suspiró con aburrimiento, mientras se dirigía a una orilla del balneario para recargar su barbilla de forma tranquila y calmada.
» A veces... me pregunto cómo será el futuro... Si en algún momento la humanidad será destruida, si los Dioses decidan dejar a la humanidad a su merced por capricho de uno de ellos, si los humanos sean capaces de autodestruirse... - murmuró con nostalgia - O... de si alguien recordará que en la Constitución del Valhalla hay una curiosa regla donde humanos y Dioses pueden entrar en batalla...
Pensó largamente en eso último, y una sonrisa traviesa salió de sus labios.
- Será divertido proponer eso en la siguiente reunión que es dentro de unos años... ¡Podría pelear contra un buen guerrero!
Atenea con esa idea y esa sonrisa en sus labios nuevamente se sumergió en el agua, esta vez para ver cuanto aguantaba la respiración. Minutos después salió del agua con una risa realmente divertida.
- ¡Que tonta puedo llegar a ser! Un Dios no puede morir ahogado, o al menos eso cree el tío Poseidón... - se acercó a la orilla para tomar una de sus toallas, con la cual se secó el rostro un par de veces - Que bueno que no están invitadas mis hermanas... ¡Se habrían burlado de mi!
» Pero bueno... parece ser esa la principal ventaja de tomar baños a mitad de la noche... Ninguna de las Diosas esta despierta a esa hora, por lo que nadie verá mis vergüenzas de niña y tampoco hay ningún humano despierto que pueda hacerme pasar vergüenza alguna...
- Ahh... mi cabeza...
Atenea de inmediato se quedó en silencio y quieta al oír esas palabras. Se asustó por un momento por el tono masculino de la voz, pero lo que más le preocupó era el hecho de que nunca antes la había escuchado.
Giró lentamente la cabeza hacia la dirección de donde creía haber escuchado la voz, pero entre la oscuridad y la luz de las antorchas no visualizo absolutamente nada, por lo que su miedo desapareció inmediatamente mediante un suspiro de alivio y continuó secándose el rostro.
- ¡Jaja! Estoy oyendo cosas... creo que Perséfone onee-sama me llamaría loca, y eso que ella fue quien fue con el tío Hades para|
- ¿Perséfone? ¿Hades?
La doble pregunta de la voz masculina la asustó muchísimo, haciendo que se volviera a girar para confirmar lo que tanto temía. A un par de metros de balneario apareció un hombre, aunque tenía otras características a lo que ella esperaba en un humano.
En primer lugar, parecía haber estado ahí desde hace mucho tiempo porque se levantaba del suelo mientras sujetaba su cabeza, como si estuviera dormido; en segundo lugar, era demasiado alto: en cuanto se levantó, la Diosa pudo ver que media por lo menos 2 metros, lo cual ya era bastante en un simple ser humano.
En tercer lugar, y lo más importante; todo su cuerpo lucía mucha musculatura, lo cual a parte de poner en las mejillas de la Diosa un sonrojo también le plantó dudas en la cabeza. Y en cuarto y último lugar, y lo que le asustó: aquel humano estaba desnudo. Más bien, medio desnudo, ya que por algún motivo aun tenía una especie de falda cubriendo de su cintura a sus rodillas.
- ¿? - Aquiles estaba muy mareado, tratando de enfocar su mirada en un único sitio - ¿Qué? ¿En dónde estoy?
- ... - Atenea estaba muy sonrojada para actuar. No solo acababa de encontrar a un humano en un balneario de Dioses, sino que también estaba desnuda frente a uno medio desnudo. Después de un rato en esa situación incómoda, finalmente lanzó un grito. - ¡¡Ahhh!!
- ¿¡!? - el grito fue más que suficiente para despertarlo completamente - ¿¡Eh!?
Aquiles se volteó a mirar por un segundo, y entonces se dio cuenta del nuevo cuerpo que tenía. Lo toco un par de veces para confirmar, y al final sonrió.
- T-Todo mi cuerpo... ¡Si! ¡La ambrosía funcionó!
- ¡Maldito humano pervertido! - Atenea en 3 movimientos muy rápidos tomó una toalla, se la envolvió en todo su cuerpo, y en sus manos agarró su lanza con la cual apuntó a Aquiles - ¿¡Quién mierda eres!? ¿¡Y qué haces aquí!?
- ¡! ¡Ahhh! - Aquiles se asustó por la presencia femenina que acababa de notar y puso sus manos para cubrirse - ¿¡Quién eres!? ¿¡Y por qué me amenazas así!?
- ¡! ¿¡Cómo te atreves a usar esa voz para dirigirte a una Diosa!?
- ¿Diosa? - se descubrió las manos para ver a Atenea, pero suw ojos miraron primero con detalle donde estaba, dándose cuenta del balneario. Involuntariamente, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro - ¡Si! ¡Encontré el baño de Diosas!
- ¡Y será lo último que verás! - Atenea se lanzó al ataque sobre Aquiles, con su lanza en mano. El chico, al ver que Atenea estaba segundo a segundo encima de él, estaba a punto de dar la media vuelta y correr, hasta que recordó su combate contra Diomedes y que había hecho exactamente lo mismo.
Entonces, su cuerpo y mente se sincronizar onda e hicieron lo mismo que había hecho el chico de Argos: en cuanto Atenea estaba a pocos centímetros de él, Aquiles dio un cuarto de giro para esquivar el ataque. Fácilmente la Diosa cayó en la trampa, y mientras trataba de reaccionar se tropezó y cayó en el suelo con un golpe sordo.
Aquiles observó lo que acababa de hacer y un sentimiento de orgullo salió de su corazón al tiempo que sonreía.
- ¡Increíble! Ese movimiento fue más rápido que el que hizo Diómedes en nuestro combate... - caminó un poco para admirar su nuevo cuerpo - ¡Parece ser que esa ambrosía tuvo un gran resultado!
- ... - Atenea levantó su rostro con mucho enojo, sujetando con una mano su toalla y con la otra la lanza.
Y, aunque en su corazón yacía ferviente el sentimiento de ira por haber sido burlada recientemente por un simple humano, hubo otra cosa que le llamó la atención: haber escuchado 2 veces seguidas la palabra "ambrosía" de los labios del joven.
Aquiles volteó a ver a Atenea, que aún estaba en el suelo, y se dio cuenta de lo que hizo.
- ¡! ¡Acabo de dejar caer a una dama! - se acercó a Atenea con lentitud - ¿Estás bien?
- ¡Hey! ¡Ni se te ocurra tocarme! - Atenea de un salto se levantó y quedó frente a Aquiles, quien se alejó un par de pasos asustado por el rápido movimiento de la Diosa.
Con orgullo y resentimiento, Atenea se guardó su coraje dentro de si y dirigió su vista al muchacho, a quien podía verlo ahora un poco más de cerca, lo que le provocó otro sonrojo. Después de eso, habló con autoridad.
- ¡Tu! ¿Qué dices que funcionó?
- ¿? - Aquiles le miró con confusión y respondió de inmediato - Eh... ambrosía...
Atenea se sorprendió mucho, ya que creía que sus oídos estaban mal.
- ¿En serio bebiste ambrosía? ¿Y sigues vivo?
- Eh... - Aquiles miró a su alrededor, y habló con algo de sarcasmo - No creo que el cielo se vea así... ¿O estoy equivocado?
- Entonces eres digno de beberla... - susurró para si misma - Un guerrero justo, un hombre de buen corazón... o alguien muy idiota e ignorante para beberla sin saber que es...
- ¿Qué?
- Nada, suposiciones mías. - Atenea se aclaró la garganta - Así que... parece ser que tu... - la Diosa estaba a punto de dar una pequeña explicación de lo que veían sus ojos, hasta que recordó que aún estaba en toalla frente al chico medio desnudo - ¡Oye, maldito pervertido! ¡Sigo desnuda!
- ¿? Pero si tu|
- ¡Tápate los ojos y no me veas! ¡Ahora mismo!
Aquiles actuó con rapidez y se cubrió el rostro. La Diosa, un tanto enojada, caminó hacia el balneario, y con un rápido movimiento dejo la toalla y regresó al agua. Aquiles, aún sin mirar, se confundió por el sonido del agua.
- ¿No... no te cambiarás de ropa?
- Idiota. Hace menos de un par de minutos me dejaste caer en el suelo y me ensucié. Tengo que volver a limpiarme.
- ... - Aquiles se quedó en silencio - Oye... dijiste hace poco algo de unas Diosas...
- ¿? ¿Y qué tiene? - preguntó Atenea con indiferencia.
- Y dijiste que... o bueno, confirmaste que este balneario es de los Dioses...
- ¿Cuál es tu punto, humano?
- ¿Tú... entonces tu eres una Diosa?
- ¡! - Atenea se sorprendió por la pregunta de Aquiles - Por supuesto que si.
- ¡! ¡En ese caso ofrezco mis disculpas! - el joven se giró hacia Atenea y agachó al suelo en señal de reverencia - ¡Ofrezco mis plegarias y súplicas a ti y a los Dioses para que me perdonen por estar contigo, o con usted, y por haberla dejado caer en el suelo! ¡N-No lo sabía!
- Se nota que no lo sabías. Pero... no tienes que ponerte tan alterado... - habló Atenea con más tranquilidad - Ya que también eres un Dios...
- ¿? ¿Un Dios? - Aquiles levantó la mirada, y Atenea rápidamente le volvió a regañar.
- ¡Pervertido! ¡Te dije que sin miradas!
Aquiles se volvió a cubrir con miedo, mientras Atenea continuaba su baño, más apresurada que antes por la presencia de Aquiles.
- Bien... - volvió a hablar la Diosa tras unos minutos - Ya puedes mirar...
Aquiles se descubrió el rostro con algo de temor, pero se encontró con Atenea usando un vestido largo de color blanco con una especie de peluche beige en el área del cuello.
La Diosa tomó asiento en un banco de plata del balneario e invitó a Aquiles a sentarse junto a ella mediante un movimiento de su mano, cosa que negó rápidamente.
- No podría sentarme junto a una Diosa...
- ... Como quieras... - concluyó Atenea sin siquiera insistir - Cómo te decía, tu... ¿Cómo te llamas?
- ¡! ¡M-Mi nombre...! - Aquiles se irguió - Me llamo Aquiles, oriundo de Tesalia.
- Bueno, Aquiles... lindo Aquiles... te informo que te has convertido en un Dios...
- ¿Un Dios? ¿¡Un Dios!? - Aquiles no podia procesarlo - Podría... ¿Explicarme?
- Es fácil en realidad - comentó la Diosa - Tomaste la sangre de mi papá y tu cuerpo mortal murió, dando lugar al cuerpo de un Dios. No tiene mucha ciencia entenderlo.
- ¿? ¿Sangre de... tu papá?
- ¿? ¿No sabes que es la ambrosía?
- Eh... - habló Aquiles algo avergonzado - En Tesalia no tenemos mucho conocimiento sobre cosas divinas. Solo levantamos nuestras plegarias y listo.
- ... - Atenea se quedó en silencio unos segundos y prosiguió a seguir explicando - Cómo sea. Eso que tomaste, ambrosía, no es una droga ni nada: es la sangre del todopoderoso Zeus, padre de los Dioses...
- Sangre... de Zeus - el chico se sorprendió - Pero... ¿Entonces, tu eres...?
- ¡Admírame, recién convertido Dios! - habló con superioridad Atenea, mientras se inventaba un largo monólogo al instante - Yo soy Atenea, la Diosa de la guerra, la estrategia, la sabiduría, la justicia y la libertad... ¡Has sido afortunado al encontrarte conmigo! ¡Cualquier otra Diosa te habría matado de inmediato, pero yo he sido misericordiosa y al ver que te has convertido en un Dios, perdonaré tu agresión y te dejaré con vida!
Aquiles se quedó pensativo al igual que sorprendido. Pero, entre todo lo que inundó su cabeza, una sola pregunta surgió de sus labios.
- ¿Diosa de la sabiduría y estrategia? ¿Y... lo de hace un momento cuando te|?
- NO ME LO RECUERDES. - advirtió de inmediato la Diosa - Ni se te ocurra decirlo a ninguno de los Dioses o a alguno de tus amigos humanos... O me arrepentiré de dejarte con vida.
- Okey, lo siento... - se disculpó el chico - Pero, a todo esto... ¿Realmente soy un Dios?
- Bueno... mi papá tendría que hacerte una ceremonia de premiación o algo así, probablemente después de dejarte hacer un montón de cosas sin sentido como sacar a un perro de su jaula. En pocas palabras... eres un Dios casi completo...
- ¿Ceremonia de premiación?
- Bueno, ni siquiera sé si se debe hacer algo así. Es la primera vez que un humano toma ambrosía y vive para contarlo.
- ¿Eh? ¿Vivir para contarlo?
- Claro. Si bebes la ambrosía y por algún motivo no eres digno, te mueres...
- ¡! - Aquiles se sorprendió mucho, y elevó su voz al cielo - ¡Maldita sea Patroclo! ¡Iré ahora mismo a golpearte por dejarme beber eso sin saber que pude haber muerto!
- Oh, sobre eso - habló Atenea - Creo que no podrás ir con tu amigo.
- ¿Eh?
- Cómo te acabo de decir, eres el primer humano que toma ambrosía. Según lo teórico, como te dije, te conviertes en un Dios, pero realmente no lo sé. Tendría que llevarte con mi papá para que veamos este asunto, y si resultas ser un Dios, probablemente te debas quedar en el Olimpo.
- ¿Pero por qué?
- Bueno, piénsalo Aquiles... ¿Qué crees que pasaría si un humano con el cuerpo de un Dios vive entre humanos?
Aquiles se quedó callado pensando en eso. Y tenía un punto la Diosa; aunque no lo sabía completamente, tenía una idea de lo que podría pasar. Pero, entre todas las cosas que surgieron en su cabeza, preguntó una de ellas.
- Y si soy un Dios, ¿Qué pasará con mis amigos... mortales?
- ... Probablemente ya no los veas. El trabajo de Dios, como dice mi tío Poseidón, es algo perfecto y reservado, por lo que tu relación con los seres humanos tendría que ser poca o nula para ser un Dios.
- Pero... he oído que tu ayudas ayudas los humanos muy seguido...
- Bueno, yo tengo privilegios por ser la hija de Zeus. Pero tu, siendo un Dios recién convertido, probablemente no debas hacerlo para evitar alguna situación.
- ... - el ánimo de Aquiles cayó en picada, por lo cual se sentó en el suelo pesadamente.
La Diosa miró su nostalgia y bufó un poco, pero no con superioridad sino con simpatía.
- Parece ser que fue mala idea que te tomarás esa ambrosía. Desde que la primera gota cambia tu cuerpo, tu vida será completamente diferente - recordó el monólogo que había dicho hace unos minutos y lanzó un suspiro - Pasar de ser un chico humano que hacia muchas cosas humanas a ser un Dios que tiene que cumplir con un rol en un mundo divino. Puede que no sea algo tan lindo para un humano...
- Ahora lo veo. - habló cabizbajo Aquiles.
- ¿Y entonces? - Atenea se sorprendió - Ni siquiera sabias lo que te tomaste, ¿Entonces para qué bebiste esa ambrosía?
- ... Fue por un sueño que tengo... - comenzó a explicar Aquiles - Quiero ser un soldado, para cuidar de mi patria y mis seres queridos; o mejor dicho, los que me quedaban... Quería ser más fuerte para ser un buen soldado y cuidar de mis amigos, pelear en la guerra por Tesalia, y traer seguridad a mi tierra. También para que no haya gente que muera por la guerra, como mis padres...
- ¿? ¿Eres huérfano por la guerra?
- En pocas palabras... - habló Aquiles - En Tesalia nunca han habido soldados, y en una ocasión que fue atacada por extranjeros, mis padres murieron porque nadie nos defendió. Quiero cambiar eso, y para eso decidí convertirme en soldado. Aunque... creí que con la guerra de Troya que se aproxima, podría alcanzarlo más rápido...
- ... ¿Tú también te metiste a eso? - respondió con pesadez la Diosa - Esperaba que hubiera al menos un humano con cerebro suficiente para tener sus asuntos fuera de Troya...
- ¿Tan famosa es? - a Aquiles le sorprendieron las palabras de la Diosa.
- Obvio. En el Olimpo se armó un caos por Troya. - comenzó a mover sus manos para indicar lo que pasaba - Por un lado, unas cuantas de mis hermanas, el estúpido de Ares, y tíos diciendo que están a favor de Troya porque debe hacer un nuevo control imperial. Por otro lado, otras hermanas, el lindo de Hermes, y tíos diciendo que Troya no debe ser una potencia porque son estúpidos. Al final, mi papá Zeus quiso prohibir nuestras intervenciones pero al parecer terminó provocando que se hicieran apuestas por ver quien ganaría.
- Oh, vaya... - comentó Aquiles sorprendido - Parece ser que los Dioses no son tan diferentes de los humanos.
- ¡Si supieras! Somos parecidos, pero ese no es el punto... - la Diosa habló con molestia - Es molesto que este en boca de todos, pero que no puedas participar porque tu papi te dice que es peligroso y toda la cosa... ¿Sabes lo molesto que es ser la Diosa de la guerra, y no poder estar en la guerra?
- Eh... no. Apenas llevo un día de ser un Dios...
- Cierto... ¡Un momento! - Atenea se levantó de su lugar, y comenzó a caminar de un lado a otro, pensando en algo. Aquiles se sorprendió por su movimiento decidioso.
- ¿Qué pasa?
- ... ¡Lo tengo! - Atenea chasqueó lo dedos - ¡Un plan! ¡Perfecto, para que tu y yo consigamos lo que queremos!
- ¿? ¿De qué hablas?
- Un plan para que tu sigas viviendo con los humanos, cumplas ese sueño que tienes, y para que yo participe en ka guerra de Troya como quiero hacerlo...
- ¡! - Aquiles se sorprendió - ¡Entonces habla!
- ¡Te entrenaré para que seas un soldado para Troya!
- ¿?
- Verás. Si yo te entreno, la Diosa de la sabiduría y la estrategia, te volverás un buen soldado que sabe atacar a sus rivales con la mente. Y, con este cuerpo divino que tienes, podrás aplastar a toda Troya con tus manos. Y, ya sea que hable con mi papá para que te cumpla el vivir con los humanos o no pueda hacerlo, mientras sea la guerra contra Troya podrías seguir viviendo con tus amigos... Mientras, yo me beneficio porque participo de la guerra al mandar a un Dios que aún no existe oficialmente para el Olimpo a pelear y lo entreno personalmente; puedo entrar, sin salir herida o lastimada porque sea peligroso... ¡Es un excelente plan! ¡Una gran oportunidad!
- ¡S-Suena muy bien! Pero... - de inmediato Aquiles recordó lo que le había dicho Diómedes -Pero... no creo que una cabeza pueda ganar la guerra...
- ¡No digas eso! - Atenea, sin siquiera preguntar porque decía eso, le dio una bofetada a Aquiles.
- ¡Au! ¿Y eso?
- Ya estoy harta de que digan que las cabezas no pueden ganar guerras... tu no eres el primero en decírmelo... ¡Pero claro que se puede! ¡Por algo soy la Diosa de la estrategia y la sabiduría!
- Okey, lo siento. No quise... hacerte enojar... - se disculpó nuevamente Aquiles.
- ... ¿Y bien? ¿Te unes a mi plan o no?
Aquiles, después se sobarse la mejilla, sonrió orgulloso.
- ¡Por supuesto que si! ¡Cumplamos nuestro sueños, Atenea!
...
Atenea, inmersa en sus pensamientos, recordó los días en que había sido entrenadora personal del semidiós que ahora estaba luchando contra Huitzilopochtli para salvar a la humanidad. Sonrió levemente al pensar en ello.
- ¿Y esa sonrisa? - preguntó Ares con curiosidad.
- Recuerdo cosas... - afirmó Atenea - Cosas que confirman lo que pasará en el combate ante mis ojos.
- ¿Y eso es?
- ... Entrené a Aquiles personalmente para que no pierda ni una sola vez - confirmó la Diosa - Estoy segura que Aquiles no perderá. Pero, si lo llega a hacer... no perderá sin antes enorgullecerme por mi trabajo...
ASFD
...
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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