Capítulo 41: Revolución Mexicana

La Revolución Mexicana, de 1910.

Ahora se le conoce como el evento que dio forma, inicio y fin al Einherjer seleccionado para la cuarta lucha en el segundo Ragnarok, Emiliano Zapata Salazar "El Caudillo del Sur".

Pero… ¿Qué sabemos de este evento histórico? Para aquellos que no lo conocen… ¿Por qué fue tan importante? ¿Qué ocurrió en ese periodo que culminó en el nacimiento de un Einherjer?

La historia nunca es fácil de comprender; si quieres estudiar y entender un evento, debes conocer incluso décadas antes de tal, por no mencionar los puntos de vista y participaciones de terceros.

Por hoy solo abordaremos desde el pasado del pasado…

Porfirio Díaz, nombre del primer y prácticamente único responsable de todo; en su juventud fue un militar muy destacado en el ejército mexicano, siendo que su participación en la Guerra de Reforma* y la Intervención Francesa* fueron maravillosos.

Entre esto se destaca su presencia y acciones decisivas en la batalla de Puebla del 5 de mayo, que quedó grabada en la historia como el momento en que la nación mexicana logró derrotar al, hasta ese momento, más poderoso ejército mundial; también la recuperación de los estados de Puebla y Ciudad de México que lo declararon héroes nacional.

Pero todo bajo el poder de Benito Juárez; también conocido como héroe nacional, aunque su puesto político siempre lo llevó a mancharse las manos de maneras indescriptibles. Y por eso Porfirio comenzó a disputar con él la presidencia desde 1867; esto dió lugar a una disputa entre ambos contendientes, que terminó con la muerte de Juárez y ascensión de Sebastian Lerdo de Tejada al poder, aunque rápidamente fue acumulando impopularidad pública.

Junto a su gran prestigio entre el ejército y renombre con los más importantes círculos políticos, Díaz llevó a cabo una rebelión militar contra Lerdo que culminó en una muy amplia y clara victoria suya. Así, Porfirio Díaz fue presidente de la República a partir del 28 de noviembre de 1876.

Pero, ¿Todo esto que tiene que ver? Ya que aquí vemos la primera caída de México que llevó a la Revolución.

Diaz consiguió industrializar México de una manera sorprendente; vías de ferrocarril cruzaban ciudades, las relaciones exteriores eran mejores que nunca, la tecnología de la época había alcanzado las ciudades, y el país estaba en paz aun cuando se uso la fuerza violenta en un par de pasiones.

Todo estaba tan bien en su lugar que, cuando llegó el momento de delegar la presidencia al siguiente candidato, surgió una pregunta retórica en la cabeza del militar…

« ¿Dejar la presidencia? ¿Para qué…? Si lo dejo, todo caerá en manos de alguien que lo mandara a la basura. Mejor permaneceré en esta silla, para traer orden y progreso que este país necesita… »

En efecto: a partir de 1876, Porfirio Diaz no soltó la silla presidencial sino que durante 31 años seguidos fue un dictador de mano de hierro que controló la nación. El Porfiriato.

Se podría destacar que en 1880 hubo una breve interrupción de su consecutiva presidencia ya que, para enmascarar su propósito de continuar regiendo, Manuel González Flores tomó la presidencia hasta 1884; sin embargo, Díaz tras los hilos de sus decisiones prácticamente siguió gobernando en esa pausa.

Hablando de esta época, se caracterizó por varios aspectos que desarrolló este hombre para la nación: políticos, económicos, tecnológicos, sociales, entre muchos otros.

Respecto a la política, en realidad era muy sencillo: el gobierno estaba bajo el control, en su totalidad o al menos la mayoría, de Porfirio Díaz; todo estaba subordinado a él, y todo se autorizaba o negaba con su palabra.

Respecto a la tecnología, industria y economía, se modernizó gran parte de la ciudad y país; tal como se mencionó, el ferrocarril cubrió más de 19.000 kilómetros de extensión, y la comunicación estuvo al orden del día gracias a las redes telegráficas. Por otra parte, la inversión extranjera creció en gran manera en la minería, agricultura y petróleo; se exportaron artículos nacionales, a cambio de importación de artículos internacionales.

Respecto a lo social, no hubo muchos cambios a la sociedad actual: el rico se enriquecía más y más, solo que en ese entonces era con negocios extranjeros, mientras el pobre de bajos recursos perdía fuerza y apoyo, además que las autoridades podían estar en su contra sin recibir sanciones ni castigos.

Aunado a esto, el extranjero en grandes cantidades solicitó a los barcos internacionales al menos una parada en el México industrializado, lo que aumentó ganancias e intercambio cultural de una manera nunca antes vista.

En resumen, el Porfiriato elevó a México internacionalmente hablando; sin embargo, el establecimiento de este periodo fue lo peor que Díaz pudo hacer en su carrera política-militar.

¿Por qué afirmamos esto? ¿Acaso no acabamos de repasar que, aunque tuvo puntos negativos, en general México creció gracias a él? Es cierto, pero se afirma lo anterior no por estos progresos, sino que este hombre perdió los principios por los cuales luchó para mantener el poder.

En su lucha contra Juárez estuvo presente la oposición a la reelección y Diaz terminó por reelegirse; la liberación de Puebla y la Ciudad de México trajo paz y consuelo a la gente, pero sus soldados y policías rurales trajeron pánico y miedo; se proclamó a gran voz sus actos heroicos, pero silenció con muerte a aquel que no estuviera de acuerdo con él.

Trajo grandes victorias, pero todo eso lo volvió en lo que quiso destruir; "Orden y progreso" fue el lema con que subyuga a la nación a cambio de "crecer" a los ojos mundiales. Tal como dijo Cernnunos: un humano esclavo a satisfacer su corazón y estómago…

Y aquí es donde debemos retomar la historia para hablar de Emiliano Zapata, ¿En donde quedó él?

Durante el Porfiriato también hubo un decaimiento del campo agrario nacional de manera alarmante:

Por un lado, los pueblos indígenas, además de ser reprendido y violentamente silenciados a la hora de hacer revueltas, también fueron explotados a tal grado que solo faltaban las cadenas para ser llamados "esclavos" (por ejemplo, Valle Nacional y una parte de Yucatán).

Por otra parte, las leyes nacionales sobre el uso de tierras agrarias tenía determinadas lagunas legales, las cuales con un cambio de redacción por parte de los altos mandos terminó por volverse en explotación laboral:

Las tierras eran arrebatadas de sus dueños por Hacienda, mediante el abuso de impuestos o "demostración" que las tierras eran baldías, y si los dueños querían trabajar en esas tierras, debían atenerse a muchas irregularidades y opresiones laborales, además que gran parte de ñas cosechas y ganancias iban a los bolsillos de Hacienda mientras ellos se quedaban con las sobras… De las sobras.

Una época de gran pobreza y opresión de parte del gobierno contra los campesinos, en un mero a capricho de hacerse más ricos; fue este el contexto en que nació y creció Emiliano Zapata.

En este contexto fue cuando observó por primera vez a Hacienda arrebatar las tierras de miembros de su pueblo que eran amigos cercanos de su padre. Fue entonces que en el corazón de Emiliano se originó un único y firme propósito.

Ya lo había dicho una vez, pero… ¿Quién no quiere volver a oír sus palabras?

¡Voy a recuperar las tierras que nos robaron!

Su gritos resonó con fuerza en su casa, justamente a la hora de la cena con toda su familia.

Pero, por supuesto que sus hermanos mayores no lo tomaron en serio, ya que solo era… El noveno de los 10 hijos del matrimonio Zapata…

– ¡Jajajajajajaja!

– ¡Eso es absurdo Emiliano!

– ¡Tan solo eres un niño!

Emiliano apretó el rostro con furia por la reacción de sus mayores; pero tampoco ayudó su expresión facial, pues sus hermanos rieron más fuerte mientras sus hermanas se enternecieron.

– ¡No es justo! – exclamó el joven – No es justo que pase esto en nuestro pueblo.

– Justo o no, es lo que pasa, chiquillo… – bromeó Eufemio, su hermano mayor, dándole un ligero golpe en su cabello oscuro.

– Ya te lo había dicho – le recordó su padre Gabriel, tomando de su café de olla – No podemos hacer nada.

– ¿¡Nada!?

– Absolutamente nada.

Emiliano volvió a enojarse, mordiendo de su bolillo para comerlo mientras tenía en la otra mano un vaso de leche.

Y nada vez que terminó la cena, cuando todos los hermanos estaban listos para dormir, hubo una persona que impidió que Emiliano se fuera a su cama:

Se trataba de su madre Cleofas Salazar; ella tomó uno de los sombreros de su esposo para depositarlo sobre la cabeza del joven Emiliano.

– ¿Eh? ¿Mamá…?

– Yo confío en ti, Emiliano.

De inmediato, la mujer se agachó a la altura de su hijo y tomó sus hombros para mirarlo cara a cara. Sonrió con una enorme sinceridad, mostrado de oreja a oreja, y le deposito un beso en su mejilla aprovechando para restregar la suya propia en la suave piel del chico.

– ¡Aunque seas el más pequeño en la familia, puedo verlo mi pequeño!

– ¿En serio…?

– Si. Veo en tus ojos un espíritu que es único de ti; no puedo decir lo mismo de ninguno de tus hermanos. Un espíritu guerrero, firme en tus convicciones y decisiones… – la mujer puso una mano en su cabeza – ¡Aún eres mi pequeño, pero eso no importa! Yo creo en que, cuando seas grande, lograrás grandes cosas.

Separó el rostro del joven para mirarle cara a cara.

– Yo confío en mi hijo, no importa si eres el menor. Si dices que recuperarás las tierras de nuestros amigos y hermanos, yo creo en que lo harás.

– Mamá… – Emiliano sonrió con gran seguridad – ¡Lo haré! ¡Quiero hacerlo; y quiero lograrlo! ¡Por ti!

– ¡Me alegra escuchar eso! – la mujer volvió a abrazarlo – Quiero ser la primera en ver el nuevo mundo que crearás, mi pequeño…

Un deseo puro y sincero desde el corazón de su madre, pero… quedando en tan solo palabras que el destino no quiso cumplir.

Fue cuando tenía edad de 16 años que su madre falleció; las malas condiciones en Anenecuilco la terminar por llevar a problemas de salud que le internaron en agonía interna hasta su muerte. Ese día,  Emiliano tiró muchas lágrimas al suelo frente al ataúd enterrado de su amada madre, quien fue…

Ella fue la primera persona que confío en el Caudillo del Sur.

No fue la única; 11 meses después fue la muerte de su padre, debido a problemas de pulmonía. Una partida que también fue muy dolorosa para su vida, esto sin mencionar las continuas partidas de sus hermanos y hermanas mayores, todos dejándose influenciar en las pésimas condiciones de salud en su pueblo natal, pero…

También por culpa del gobierno. De forma muy indirecta, claro esta: de no ser por el constante acoso policíaco, arrebatamiento de tierras, y opresión que vivían por culpa de las autoridades, muchas de las partidas de sus hermanos se habrían evitado.

Como si todo eso fuera un detonante dentro de sus emociones, ocurrió el evento que derramó su vaso: el 15 de junio de 1897 fue aprehendido por las fuerzas rurales de Cuernavaca durante la fiesta del pueblo de Anenecuilco, siendo este el primer altercado que tuvo con la policía. Al poco tiempo su hermano mayor que aún le quedaba, Eufemio, acudió a rescatarlo con pistola en mano, y a causa de ello tuvieron que salir del estado de Morelos por un tiempo.

Pero, ¿Esto significa que se acabo la historia de Emiliano Zapata? Por supuesto que no. Todo lo contrario; apenas vamos por sus comienzos.

12 de septiembre del 1909

Fecha de la asamblea anual de la Junta de Defensa de las tierras del complejo "Anenecuilco–Villa de Ayala–Moyotepec".

Esa junta se realiza, tal como dice su nombre, con el propósito de defender las tierras agrarias de esos pueblos en términos legales frente a las terribles exigencias de Hacienda; conformado solo por los miembros más importantes de tales pueblos y ciudades, todos los años se reunían para discutir cómo llevar a cabo su defensa sin ser arremetidos por la policía y presión política, incluso llegando a discutir la posibilidad del uso de armas de fuego.

En especial porque, con cada año que transcurría, la situación se volvía más difícil: los jefes de municipios enviaban más policías y soldados a sus tierras, los decretos políticos se volvían más estrictos, y el porfiriato aumentaba en poder sometiendo a la nación.

Cada año, mes y día, corrían más riesgo de perder todas sus tierras.

Ese día entraron al lugar los 2 hermanos Zapata, Emiliano y Eufemio, en especial motivados por la decisión del menor.

– ¡Emiliano…! – exclamó Eufemio siendo jalado del brazo por su joven hermano – ¡No puedes estar aquí!

– ¿Quién dice que no?

– ¿Quién? ¡El ejército mismo, cabrón!

Hace tiempo atrás, debido a su gran rebeldía frente a las autoridades locales, Emiliano fue condenado a la leva*; específicamente hablando al 9.º Regimiento de Caballería.

Esa ocasión no era la primera que caía en actos rebeldes al salir del ejército sin siquiera dar aviso para acudir a su pueblo y ayudarles en lo que pudiera; pero tras todas las amenazas que le lanzaban sus superiores era probable que pronto fuera su última fuga.

– ¡A quién le importa! – respondió Zapata sin darle nada de importancia. – De todas formas tengo permiso.

– ¡Permiso limitado, cabrón! – Eufemio se llevó la mano al cuello – Que bueno que le caes bien a ese wey… ¿Cómo dices que se llamaba?

– ¡Hablas del señor Ignacio! Ignacio de la Torre – Zapata era mejor aprendiendo nombres que su hermano mayor – Ya ves que es bueno saber andar a caballo, ¿Eh?

– ¿Saber andar a caballo? ¡Tú eres todo un prodigio con esos animales, casi…! ¡Hasta diría que en realidad eres un caballo!

– ¡No digas mamadas! – se burló Emiliano por tal chiste – Nunca podría haber sido tal prodigio, como dices, si papá no me hubiera regalado un a yegua cuando éramos niños, ¿No crees?

– Por supuesto que no lo puedo negar. Si no te llevaras tan bien con ese hombre nomás por lo caballos, no habría sido tan permisivo contigo y tus mamadas de hacer lo que se te da la gana.

– Nadie puede decirme que no con este bigote bien perrón, ¿No?

– No tienes remedio hermano.

– ¡Jeje!

Ambos entraron a la asamblea, que justo esos precisos momentos estaba envuelta en una gran y turbulenta discusión entre sus miembros; al percatarse de ello, los rostros tanto de Emiliano como el de Eufemio dibujaron expresiones de interés y curiosidad.

– ¿Qué está pasando?

– Hasta donde sé, estas juntas siempre han sido desmadrozas, pero.… Tienes razón – Eufemio estiró la cabeza para ver entre la gente – Hoy hay más desmadre de lo usual.

Los 2 se movieron rápidamente entre las masas de hombres y mujeres reunidos en el lugar, hasta llegar a la parte central de la habitación y la asamblea; en tal sitio, detrás de una larga mesa donde exponían mejor sus ideas con exposiciones visuales, estaban reunidos los ancianos de mayor edad quienes eran los líderes de la junta quienes llevaban a cabo toda la organización y administración.

De hecho, era por causa de ellos que había la asamblea estaba más turbulenta de lo usual:

– Es imposible. Nosotros 4 ya no podemos seguir trabajando aquí con todo esto. Renunciamos.

Al volver a escuchar esas palabras, los demás miembros de la asamblea estallaron en gritos y quejas.

– ¿¡Qué dicen!? ¡Ustedes son nuestros jefes!

– ¡No pueden hacernos esto!

– ¡Deben seguir trabajando! ¡Si quieren, nosotros hacemos más chamba, pero no se vayan!

Emiliano también se impactó un tanto por escuchar eso; así que de inmediato como pudo se acercó a uno de los ancianos de la mesa principal.

– ¡Patrón!

– ¡Muchacho Zapata! – el anciano, con movimientos lentos por su edad avanzada, sonrió en cuanto lo vio – Mucho tiempo sin verte, ¿Cómo va el ejército?

– Nada más es una huevada para rellenar los formularios.

– ¡Típico de ti!

– Por cierto, ¿Qué anda pasando? ¿Por qué dicen eso?

– Porque es nada más que la verdad, muchacho. Todos nosotros ya estamos muy viejos para seguir trabajando en esta asamblea.

– ¿Viejos? ¿Quién fue el pendejo que dijo esa mamada?

– Me gusta mucho tu entusiasmo, pero todos estamos muy conscientes de esa verdad, aún cuando nos gustaría seguir trabajando en la asamblea.

» En primer lugar, ya no podemos cubrir y saber todos los detalles como lo hacíamos antes, así que en muchas ocasiones no tenemos toda la información; por no mencionar que en cualquier momento nos podemos petatear, incluso aquí mismo en esta mesa esta misma noche.

» Con tantos asuntos que atender y un chingón de cabrones encima de nosotros,  en cualquier momento a estos ancianos se nos ira todo de las manos y terminaremos con un desmadre imposible de arreglar.

» Créeme; es mucho mejor que nos retiremos ahora que podemos, antes que sea en un mal momento.

Mientras ellos 2 estaban hablando, el anciano principal de la mesa de 4 terminó la discusión principal con voz firme y ronca, dando además un golpe en el inmueble.

– Ya está decidido. Nosotros ya no estamos en condiciones óptimas de seguir siendo los líderes que esta asamblea… ¡Por tanto, con todo el dolor en nuestros corazones y cuerpos viejos, renunciamos!

Toda la asamblea y sus miembros quedaron callados al escuchar su mandato tan serio y cerrado; unos murmullos salieron a relucir, pero terminaron por asentir en silencio. Y una vez que todo en el lugar se terminó el sonido, el anciano aprovechó para toser y entonces tomar de nuevo asiento; aclaró su garganta y continuó hablando.

– Ya saben lo que tenemos que hacer ahora.

– Hora de mostrar candidatos y elegir al o los siguientes líderes de la asamblea – asintió otro de los ancianos – ¿Quién se postula como candidato para ser siguiente líder de esta asamblea agraria?

De nuevo comenzaron los murmuros entre los miembros; algunos de ellos quisieron levantar la mano para postularse, pero después de pensarlo bien o de discutirlo con quienes estaban a su alrededor, terminaron por retractarse y con los ánimos bajos dejar caer su mano.

Pudieron haberse quedado toda la noche discutiendo sobre eso al ver que nadie quería tomar la iniciativa, de no ser por Eufemio Zapata que sujetó el brazo de su hermano menor Emiliano para levantarlo.

– ¡Yo propongo a Emiliano Zapata Salazar como candidato!

– ¿¡Eh!? – Emiliano le miró muy sorprendido – ¿¡Qué estás haciendo!?

– ¿No ves? ¡Te estoy postulando, wey!

– ¡Pero… No lo hagas tan repentino…!

– ¿Acaso no quieres? – Eufemio se le acercó para susurrarle con voz maliciosa de hermano mayor – Te has estado escapando del Ejército por pendejada y huevadas, como entrar a estas asambleas aunque sólo para oír o perseguir morras que son hijas de millonarios. Si vas a seguir escapándote, al menos que sea con la buena excusa que eres jefe de la asamblea.

– ¿¡Ehhhh--!?

– Estoy de acuerdo con tu hermano, Emiliano. – le sonrió el anciano con quien había hablado, mostrando en su rostro viejo auténtica sinceridad – Eres el candidato perfecto para este trabajo. Yo daré mi voto para ti, sin dudarlo.

– ¡No mamen, esperen un momento!

Antes que Emiliano pudiera refutar con algo más, escuchó a varios hombres y mujeres en la asamblea que ya estaban hablando bien de él y poco a loco comenzaban a asentir para darle su voto al hombre. Fue entonces que Emiliano tomó una profunda bocanada de aire para explicar su punto de vista.

– No… No creo que deba ser yo quien tome este puesto.

– ¿De qué hablas?

– No me refiero a que no quiera las responsabilidades o privilegios; al chicle, estaría bien chingón poderse sentar en esas sillas y trabajar partiendo las madres de esos policías hasta quedar panzón… – todos se rieron de su chiste, antes que continuara hablando.

» Me encantaría hacer todo eso, pero la verdad… ¿Soy el indicado? ¿De verdad creen que este simple hombre que soy, debería tomar ese puesto tan importante? Yo pienso en que podría haber un chingón de oportunidades en donde mostraría ser todo un pendejo que les falle a ustedes, mi gente.

» No creo que sea la mejor decisión escogerme.

Todos quedaron en silencio por varios minutos mientras pensaban en esas palabras; los siguientes en dar su opinión fueron los 4 ancianos ahora ex-líderes de la asamblea.

– Al chile, muchacho, ninguno de nosotros tampoco creíamos estar listos cuando nos llegó el momento de estar en la asamblea, ¡Y míranos!

– ¡Pero ustedes…!

– Joven, nosotros te conocemos desde que eras un escuincle ayudando en los campos de tu padre, Gabriel Zapata. No solo eso, sino que también cuidabas los ganados de tus vecinos, adiestrabas sus caballos… ¡Te conocemos de pies a cabeza!

– Eres uno de nosotros; no un extranjero que anda aceptando a nuestro pinche presidente, ni un hombre rico con posesiones de sobra, ni un avaricioso que se puede aprovechar de esta oportunidad. Eres un agricultor como todos nosotros; tierras que cultivas, ganado que alimentar, caballos que adiestrar…

– Por no olvidar que eres un jinete bien chingón, ¡Desde chamaco te veíamos con tu yegua, como todo un prodigio! ¡Eres todo un charro que conoce este lugar mejor que nadie!

Eufemio puso la mano en el hombro de su hermano.

– Emiliano, si lo que ellos te dicen no es suficiente yo añadiré a la lista: de todos los hombres que he conocido en mi vida, tu eres quien más inspira confianza con solo tu presencia…

» En especial por esas pendejadas que te encanta hacer de escapar del ejército y de la policía cada que te echan el ojo… ¡Gracias a ti, nadie aquí le tiene tanto miedo a esos cabrones!

Todos de nuevo asintieron, en especial por ese discurso de Eufemio: A pesar de haber sido detenido y arrestado en múltiples ocasiones, llegando a ser soldado de leva, siempre se escapaba y salía con la suya; tales signos de rebeldía eran para ellos símbolo de fuerza, valentía y coraje imposibles de ignorar. Sin consultar a Zapata por segunda vez, la asamblea hizo la votación rápidamente, y los resultados fueron favorables para el hombre:

De los 80 hombres y mujeres que estaban allí presentes, 80 votos fueron a favor de Emiliano Zapata Salazar, con lo cual pasó a ser el calpuleque* de la Junta de Defensa de las tierras de "Anenecuilco–Villa de Ayala–Moyotepec".

Emiliano quiso seguir negándose a aceptar el cargo, aún cuando las elecciones ya estaban hechas; solo tuvo que ser ignorado por los ancianos para que ellos continuasen con sus deberes en ese último día de trabajo.

Una vez que hubo terminado la asamblea, cuando ya era bastante entrada la noche, Emiliano fue llevado por los ancianos a una bodega en el patio afuera; de alguna manera le asustó esa reunión.

Al llegar, ellos comenzaron a buscar en los cajones y anaqueles del lugar con mucho fervor; ver lo que estaban haciendo le provocó además un poco de ansiedad. 

– ¿Qué hacemos aquí?

Pero los ancianos no le dijeron, sino que siguieron buscando y revisando sin prestarle la más mínima atención; eso provocó que Zapata diera grito más fuerte.

– ¿¡Qué hacemos aquí!?

– ¡Cállese! – la exclamación del primer anciano le tomó por sorpresa, por lo que optó por obedecerle; ellos siguieron en su búsqueda, hasta dar con lo que querían – ¡Ya está! ¡Buscamos esto… para ti!

Entre un montón de cajas viejas llenas de documentos, papeles y quién sabe que otras cosas, los ancianos sacaron un montón de portafolios que inmediatamente entregaron en las manos de Emiliano; les dio un vistazo rápido a los documentos, y al leer su contenido se llevó una gran sorpresa.

– Esto… esto es…

– Los papeles y escrituras… De todo Anenecuilco. Y algunas tierras extras que compramos.

– Es momento de pasarte la batuta, muchacho. Así como nosotros nos encargamos de cuidarlos y defenderlos, ahora es tu turno como líder de la asamblea, Emiliano Zapata Salazar.

Los ancianos sonrieron a una, todos expresando el mismo sentimiento en su mirada al mexicano: confianza.

– Confiamos en que podrás llevar a cabo la encomienda que te hemos puesto. No para recibir honor, como seguramente te gustaría también, sino para…

– Para hacer lo correcto. – finalizó Emiliano la frase, con un puño que se llevó al pecho – Por toda nuestra gente, Anenecuilco y Morelos; para que por fin que se nos cumpla la justicia.

– ¡Exacto! ¡Ya lo entendiste!

Los ancianos rieron a la par, mientras Emiliano tuvo en ese momento un nuevo deslumbramiento; una visión para su futuro. Esa votación de 80 a su favor y esa reunión privada para recibir los papeles fue una marca que selló la vida y el propósito de Emiliano hasta que diera llevado a la tumba, ¿Pero, por qué?

Con esos papeles, con esas votaciones, él decidió asumir su tarea con un compromiso impecable e incluso la envidia de muchos otros revolucionarios, rebeldes, etc. En ese momento, él sintió tanta responsabilidad por ese trabajo que, aunque por respeto no quería aceptar que ahora sería parte de ello… Eso le dejó una marca en su corazón y mente:

« No puedo y no lo haré… No los traicionaré. Nunca traicionaré a mi gente, mi pueblo, mi patria, y mi propósito. Por todos ellos… »

Tal asamblea engrandeció el numero la gente que puso su confianza en el hombre que poco a poco tomaba la forma que conocemos, y el coraje que hemos visto en el segundo Ragnarok:

En mayo del año 1910 tuvo su siguiente altercado, involucrando fuerzas policías y militares, en la recuperación por la fuerza las tierras de la "Hacienda del Hospital", protegidas por el jefe de policía. Fue en ese asunto que se le llamó por primera vez "Bandolero", más que nada como símbolo de rebeldía contra la presidencia de Díaz.

Fue en ese lugar y ese día que se le llamó por primera vez "Caudillo del Sur" de manera oficial, con un doble significado para la nación mexicana:

Para el gobierno, ese nombre sería conllevado con recompensas por traerlo ante "la justicia" vivo o muerto, además de amenazas contra quien siguiera su ejemplo. Para el pueblo, como la reunión celebrada en Villa de Ayala para defender y repartir sus tierras, tal apodo era un símbolo de esperanza.

La gente comenzó a confiar en el Caudillo del Sur.

Fechado el 5 de octubre para comenzar un movimiento armado el 20 de noviembre de 1910, fue publicado el manifiesto escrito por Francisco I. Madero conocido como "Plan de San Luis".

Las copias de tal comenzaron a divulgarse por la nación con rapidez,  más que el pan caliente, y sin lugar a dudas un ejemplar llegó a las manos de Emiliano Zapata, encabezando junto a otros hombres un movimiento agrario en Morelos.

Lo que más le llamó la atención fue el artículo tercero del manifiesto que designaba…

– La restitución de las tierras a sus "antiguos poseedores"…

Junto con otros 4 hombres, Emiliano leía y analizaba el documento enviado; de hecho, no lo estaba leyendo puesto que no era el más letrado del grupo, sino que su amigo Pablo Torres Burgos, también influyente en el campo rural, era el lector principal. 

Tal parte del manifiesto era lo que más le llamaba la atención.

– Así que este señor Madero también ha pensado en las tierras de nuestra gente; devolverlas a quién debe tenerlas.

– No diría eso, exactamente… – comentó Pablo con el manifiesto impreso en mano – Más bien, su documento habla más del cambio de poder contra la dictadura y reelección de Díaz. Aunque si hace mención de nuestra causa, no es lo más importante en sus prioridades.

– No se si sea buena idea trabajar con ese hombre, – comentó otro de ellos – Suena igual a cuando Díaz comenzó todo este desmadre.

Emiliano se llevó los dedos a pasarlos por la punta de su bigote repetidas veces; ño pensó y pensó un par de veces, volteando a Pablo con duda en su rostro.

– Tú decides. Ahorita tu eres el que manda.

– ¿Eh? – Pablo le miró confundido – Wey, no pedí tu presencia aquí para que digas esa mamada de "Tú decides". Dame tu opinión, ¿Qué deberíamos hacer?

Emiliano no era muy fanático a ser el centro de atención en el lugar, ni siquiera desde la asamblea de Anenecuilco. Así que lo pensó un poco más, sabiendo que los demás dirían lo mismo aunque tal vez con otras palabras; era una decisión importante y difícil.

Según su parecer, una única conclusión llegó a su cabeza.

– Señores, no tengamos miedo a pasar a firmar, pero… Debemos saber que vamos a firmar el triunfo o la muerte, así que… ¿Estamos dispuestos a morir por el triunfo?

Todos asintieron rápidamente, y quedó entonces acordado:

Se dio la primera reunión entre Pablo Torres Burgos, el líder del movimiento suriano, y Francisco I. Madero como jefe de la Revolución, en San Antonio, Texas. Con esto el movimiento zapatista fue incluido a la lucha de la Revolución Mexicana.

Y la guerra revolucionaria dio comienzo:

Los ejércitos maderista y zapatista tuvieron varias batallas contra el gobierno porfirista, sobresaliendo unas cuantas victorias que, aunque no fueron en exclusiva las más relevantes, fueron las ideales para abrirse paso a la capital. 

En 1911, durante una incursión Pablo Torres Burgos perdió la vida; quedando libre el puesto de líder, el 29 de marzo de ese año la junta revolucionaria eligió a Emiliano como Nuevo Jefe Revolucionario Maderista del Sur y la lucha continuó.

Aunque no por mucho: poco después las fuerzas porfiristas comenzaron a caer, se dio el fin de Díaz: su renuncia y exilio a Francia de forma voluntarios, quedando con Madero como nuevo presidente de la nación y manteniendo a Francisco León de la Barra en la presidencia interina.

Pero, ¿Entonces las cosas ya se resolvieron? La derrota de Díaz y el cambio de poder político cumplían los objetivos de la Revolución, así que ¿Todo terminó…? Pues, al menos, no para Emiliano Zapata.

Para él la guerra no terminaba con derrotar a Díaz, sino con cumplir el objetivo campesino: devolver las tierras robadas por los hacendados. Es por esto que Emiliano no concibió que se licencien su tropas sin que a cada uno se le diera la seguridad de sus tierras para sembrar a cambio de las armas. En otras palabras, ellos no bajaron la cabeza.

Esto alargó el proceso de guerra interna; León de la Barra armó una fuerza militar de 1000 hombres para de una vez aplastar a Zapata, pero Madero pudo calmarlo para primero tener una discusión con el líder agrario y arreglar sus diferencias.

Cosa que tampoco funcionó…

– ¿Por qué no lo aceptas Emiliano? 

– ¡Porque es una mamada!

Fue en el Palacio Nacional donde se dieron muchas reuniones entre Francisco I. Madero y Emiliano Zapata para tratar de arreglar sus diferencias de opiniones, aunque como ya se dijo no salió muy bien. Pero…

¿Cuáles eras sus diferencias? Su relación en general fue bastante compleja,  considerando sus ideales: ambos eran hombres íntegros, de gran voluntad y comprometidos con sus principios, pero… su ruptura tal vez fue a causa de sus diferencias de proyectos.

– ¿Mamada? No deberías decir esas cosas.

– ¡No las diría si no estuviera tan necio!

– Puedo prometerme arreglar las cosas, ¡Puedo hacerlo! ¡Pero, en este momento, es todo lo que tengo para ti!

Madero, para tratar de apaciguar a Zapata, le ofreció como pago por sus servicios en la Revolución una hacienda en el estado de Morelos. Por supuesto, esto enfureció en gran manera al Caudillo del Sur:

– No, señor Madero. Entienda lo que he estado haciendo.

– Claro que lo entiendo, ¡Luchamos hombro con hom--!

– ¡No! ¡Entienda de verdad, chinga!

» Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas, como usted piensa. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le sea devuelto lo que le fue robado… ¡La tierra que toda mi gente ha trabajado arduamente!

» Así que, señor Madero, o nos cumple usted a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió… ¡O a usted y a mí nos lleva la chingada!

Dicho esto, levantó la carabina que tenía en mano y la azotó en el escritorio de Madera con fuerza, provocándole un gran susto; en ese momento Emiliano tuvo una mejor idea para explicar su punto de vista.

– Mire, señor Madero; le voy a poner un ejemplo sencillo para que entienda lo que quiero decirle.

» Si yo, aprovechando que ahora mismo estoy armado, le quito su reloj y me lo guardo, y con el tiempo nos llegamos a encontrar y con la misma fuerza, ¿Usted tendría usted derecho a exigirme su devolución?

Madero lo entiendo rápidamente y, un poco más calmada, pudo responder con facilidad.

– Como no, general, ¡Hasta tendría derecho de pedir indemnización por el tiempo que lo uso indebidamente!

– ¡Eso es lo que quiero decirle! – Emiliano dio una profunda bocanada de aire para continuar hablando – También entiendo lo que usted quiere.

» Pero, usted todo lo ve desde su lado "millonario"; desde sus élites, haciendas, empresas. Todo lo ve desde arriba, pensando que estar sentado en esa silla podrá cambiar las cosas, pero no es así señor Madero. En primer lugar, quien estuvo en esa silla antes que usted hizo y dijo las mismas cosas que nos llevaron aquí.

» Y lo más importante: mi pueblo y mi gente; Anenecuilco, Morelos y los campesinos con quienes he luchado hombro con hombro hasta ahora… Todos ellos y nosotros hemos sufrido las terribles injusticias desde mucho antes que usted escribiera sus condiciones de esta revolución. Así que…

» Voy a decir verdades amargas, pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente dicho. Eso es que no vamos a deponer las armas, ni aceptaré sus mamadas, hasta que usted nos cumpla.

Madero se quedó callado por un momento; de verdad le sorprendía su perseverancia y necedad para seguir con lo mismo. Pero no iba a cambiar de parecer.

– Lo siento, Zapata, no será así. No hasta que todo de este lado se haya arreglado por completo; hasta que la democracia termine de resolver lo que Díaz hizo en estos años.

Emiliano suspiró pesado para negar con el movimiento de su cabeza.

– Tampoco estoy de acuerdo. Usted está actuando mal.

– Entonces, ¿Cómo crees que debería actuar?

– De una única manera: ¡Aléjese del viejo molde de esas dictaduras, e inspírese en el más puro patriotismo! Haga de lado a los traidores de las instituciones, escuche la voz de la Revolución, que es la voz del pueblo, y así habrá ganado la estimación y el aplauso de sus compatriotas.

» Ruego a usted y a… a sus secuaces, se dirijan la cabeza y no los pies para hacer los arreglos de paz.

Tales fueron sus últimas palabras en esa reunión. Al terminar, Zapata dio media vuelta y apresurado se retiró del Palacio Nacional para volver a Morelos.

Algún tiempo después, el 25 de noviembre de 1911, se dio la proclamación de los ideales que Zapata protegía: redactado por la mano de Otilio E. Montaño pero con los pensamiento del Caudillo del Sur, se publicó el Plan de Ayala.

Tal manuscrito expresaba elementos políticos destacables, como el desconocimiento de Francisco I. Madero como presidente de la nación y reconocimiento de Pascual Orozco como jefe legítimo de la Revolución, pero eso no era lo importante:

El Plan de Ayala fue el estandarte y más fiel ejemplo de la ideología de los campesinos morelenses: exigía la redención de los indígenas y la repartición de los latifundios* creados durante el Porfiriato, y en vistas de la falta de cumplimiento a las promesas que se le hicieron al campesinado, dictaba que la lucha armada era la única solución para obtener la justicia deseada.

Esto definió un poco más la importancia de este manuscrito, siendo que no sólo exponía los ideales zapatistas sino también fue declarado el primer documento oficial con pensamiento socialista escrito en México.

Esto nos habla un poco más de Zapata, ¿No? Inamovible en sus propósitos e ideales; sin doble cara, ni juegos, ni hipocresía…

Justamente un tema que estuvo en juego estuvo la siguiente etapa de la Revolución mexicana: la ascensión de Victoriano Huerta al poder en 1913 tras el asesinato de Madero.

Uno de los primeros actos de Huerta fue tratar de pactar la paz con Emiliano Zapata cumpliendo algunas de sus demandas; esta estrategia le permitiría quitarse de encima el frente bélico en el sur que era muy problemático, par así concentrar sus fuerzas en el norte contra Francisco Villa "El Centauro del Norte" y los recientes constitucionalistas bajo el liderazgo de Venustiano Carranza.

Teniendo varios estados de la República en el poder de su ejército campesino de más de 27.000 hombres, Emiliano demostró su, ahora desaparecida pero una vez buena amistad con el anterior presidente de la República con sus actos:

No sólo negó pactar la paz con Huerta, sino que también lo llamó "Asesino de Madero", fusiló al emisario que dio el mensaje, le envío de regreso una carta en donde repudiaba su gobierno y se levantó en armas para derrocarlo en nombre de su antiguo amigo.

La guerra continuó; aún con la caída de Huerta que se dio un año después, Carranza en el tablero y en contra de los ideales de Zapata fue un gran obstáculo a confrontar, además de ser quien se llevó el crédito se acabar con la vida terrenal del Caudillo del Sur.

Pero antes de eso, pasemos a un momento que se podría definir como "la calma antes de la tormenta"…

6 de diciembre de 1914.
Ciudad de México.

Estando Carranza en el poder, puso toda su fuerza para erradicar al caudillo y su movimiento sureño, consiguiendo grandes éxitos en su campaña.

Pero no toda la esperanza estaba terminada: con la alianza que formó con el Centauro del Norte, Francisco "Pancho" Villa, Emiliano y los zapatistas pudieron tener victorias contra Carranza hasta el grado de obligarlo a salir de la capital para refugiarse en Veracruz.

Una gran victoria que fue mostrada como tal; los ejércitos zapatista y villista entraron a la capital del país, en la famosa "Entrada triunfal de Zapata y Villa". Los miembros de ambos ejércitos comenzaron a celebrar en la ciudad mientras sus líderes tuvieron reuniones y conferencias en el Palacio Nacional

Aquí es donde se dio otro momento memorable de la Revolución. La fotografía, en la silla presidencial:

Detrás de ambos generales, las puertas de la habitación se cerraron con sonido estrepitoso. Estando ambos en la sala presidencial, Villa se quitó el sombrero y comenzó a abanicarlo en su rostro.

– ¡Al fin, chinga! Después de todos estos años de guerra, por fin tenemos un tiempo para estar de huevones.

– Claro que si, Pancho – Zapata rió de la misma manera – Desde que comencé a pelear con el señor Madero, no recuerdo una victoria tan chingona como esta.

– Por el momento, debemos disfrutar mientras podamos, que mañana tenemos que seguir con todas esas huevadas de los papeles.

– Es cierto… – Zapata se sentó en una silla junto a un escritorio que estaba por ahí, estirando brazos y piernas cómodamente.

Ambos soltaron una risa pero, cuando Zapata giró el rostro, se quedó callado al ver algo al fondo de la habitación, lo cual también llamó la atención de Villa.

Una pintura grande que retrataba la historia de la nación mexicana desde su independencia hace más de un siglo atrás hasta lo más reciente, que fue la época del la Guerra de Reforma. Frente a la pintura, 4 sillas dispuestas, de las cuales 3 eran enormes, negras y de apariencia como cuero muy cómodo.

La cuarta era la distinta y más vistosa de ellas: fundada con colchón rojo, adornos de oro y el águila dorada de Maximiliano de Habsburgo en su respaldo. Esa era la silla que generó una guerra civil en la nación mexicana desde 4 años, y que ese seguiría extendiendo algunos pares más.

– Así que… Esta es la silla presidencial.

Zapata se quitó el sombrero, solo porque hacía calor, y junto a Villa se acercó a la zona.

– Escuché que van a tomar una fotografía – comentó Villa – Tal vez quieran guardar este escenario.

– No me sorprende. No sé mucho de arte, pero sé que la pintura está chingona.

– Yo lo decía por "esa cosa"… – Villa señaló con el sombrero la silla principal – ¿Fue por esto que no estamos matando?

El Centauro la miró por un momento, para luego girar a Emiliano con amabilidad.

– Primero usted--

– Por supuesto que no – la negativa de Zapata tomó por sorpresa a Villa – Más bien, diría que quememos esta chingadera.

– ¡Hey, más despacio! – bromeó el Centauro, usando su típico sentido humorístico.

– Deberías saberlo, igual que yo. Esa chingadera solo nos ha traído problemas; no debería volver a ser ocupada.

Villa quedo sorprendido en silencio; se ajustó el cinturón, y aunque Zapata lo estaba viendo, decidió ser él quien tomara asiento en la silla. Esto por supuesto asustó a Zapata por un momento.

– ¡No lo hagas!

– ¡Que chingue su madre! – Villa se sentó y acomodó en la silla, alzando la vista un poco – La verdad, lo único chido es el colchón; la vista está de la verga desde aquí. Ese Diaz era un pendejo escogiendo lugares para sillas.

– Debes dejarla.

La respuesta de Zapata era típica de él; amable pero también autoritario. Villa entonces le prestó atención, pero no dejó la silla.

– ¿Por qué lo dices? ¿La odias con tanto fervor?

– Esa silla es de asesinos, ladrones y mentiroso; desde allí, todos tomaron las decisiones ideales para dejar a nuestro pueblo en la miseria. Injusticia, pobreza, abuso… Desde allí, esos pinches perros oprimiendo a todos los que ahora estamos aquí, y sé que tal vez lo sigan haciendo.

» Es cierto: odio esa silla. Y también odio la idea de sentarme en el mismo lugar que esos perros ignorantes y asesinos… No debería volver a ser ocupada, nunca más.

Villa solo atinó a asentir con la cabeza.

– Es cierto. Nadie más debería ocupar esta silla… Nadie que no quiera el bienestar de nuestra nación.

Zapata le prestó atención a su amigo, quien le miraba con una sonrisa.

Por eso te la ofrecí. Esta silla debe usarse por el bien de nuestro pueblo y nuestro país. Que chinguen a su madre esos pendejos que hicieron puras pendejadas. Aquí, en este puesto de poder, debe estar aquel que hará un verdadero cambio, pero que en especial solo busca ayudar y no ser servido… ¿No crees que tú serías una persona más apta para sentarte aquí?

El caudillo quedó en silencio un momento, acercando al borde de la silla. Extendió la mano para al menos tocar el terciopelo que lo decoraba, pero incluso su conciencia lo detuvo de hacerlo. Terminó por soltar una burlona risa por lo bajo, y retiró su mano.

– No, claro que no… ¿Yo, el presidente de mi México? Imposible. No creo ser el indicado para tener ese poder en mis manos…

– ¿Qué te puedo decir? Yo, al chile, no lo quiero. – Villa estiró las piernas con comodidad, soltando un suspiro – Me basta con darle lata a esos putos americanos.

– Y yo estaré conforme cuando le den la justicia y libertad que quiero para Morelos y mi gente.

– Los hombres más capaces son los menos interesados… – Pancho rió en voz alta – ¡Tienes razón! ¡Hay que quemarla!

Ambos rieron a la par; en ese momento entró al recinto Eulalio Gutiérrez, presidente provisional de la nación por la ausencia de Carranza, junto a varios zapatistas y villistas.

– ¡Veo que están muy cómodos! En ese caso, no perdamos el tiempo y tomemos la foto del recuerdo.

– ¡Hey! – Eufemio se acercó agresivamente a Villa – ¡Mi hermano ordenó que nadie se sentará allí!

– Déjalo, hermano – respondió Zapata con calma, sorprendiendo en especial a Eufemio – Solo será para la foto.

– ¡Y tú debes estar conmigo! – Villa golpeó el asiento junto al suyo – Los 2 campeones de la Revolución deben estar juntos en esta foto.

– ¡Por supuesto, compadre!

Zapata se apresuró y tomó asiento en la silla junto a la presidencial, y luego los demás presentes comenzaron a tomar posiciones. Mientras Villa hablaba con los suyos entre bromas y chistes, Zapata estaba en silencio pensativo sobre lo que acababan de discutir.

« ¿Yo, ser digno de tomar el asiento…? No para nada. No soy capaz, y no quiero eso… Quiero lo que que ninguna silla puede o podría darme… La verdadera… »

El fotógrafo activó la cámara, y tras un flash se capturó la más famosa fotografía que se hubiera tomado en la historia de la Revolución Mexicana: la sonrisa despreocupada de Villa, y el rostro firme y seguro de Emiliano…

– La verdad es que, aunque no somos iguales, diría que soy distinto a los demás humanos…

Volviendo a la cuarta ronda del segundo Ragnarok, Emiliano Zapata levantó su pulgar extendido para apuntarse a sí mismo estando frente al celta Cernnunos, quien de pie escuchaba lo que fuera al decir.

– A diferencia de lo que usted piensa de nosotros, compadre vegetariano, yo peleo por una causa justa. Así como usted, que pelea para proteger animales y plantas, yo lucho para proteger a mi gente y mi pueblo.

– ¿Proteger… a tu gente? – Cernnunos dibujó en su rostro una expresión de confusión – ¿De verdad crees hacer un bien para los humanos…?

– ¿A qué se refiere, compadre?

– Los humanos son un cáncer sin fondo… Tus buenos ideales están enfocados en proteger gusanos y parásitos que se alimentan sin control de todo lo que consideren poco valioso… ¿En serio crees que luchas por una causa justa?

– ¡Así como usted recibió ese edificio para cuidar esos patitos, aún cuando hubiera sido arma divina, yo también quiero proteger a mis hermanos y pueblo--!

– En segundo lugar… – Cernnunos apretó el puño con seriedad. – Los humanos que tanto quieres proteger son su propia perdición; aún sabiendo lo que hay en los Cielos, aguardando cada 1000 años para exterminarlos, en esta oportunidad del milenio no mejoraron en lo absoluto… 

» Siguen siendo viles seres repugnantes que destruyen la indefensa y bella naturaleza a su alrededor. No voy a perdonarlo.

La magia verde apareció en sus cuernos, y sin siquiera preparar alguno de sus hechizos aún se arrojó contra el mexicano que tenía enfrente; Emiliano tuvo que empezar a correr de espaldas para crear distancia de él y recuperar munición para sus armas.

– ¡Tras su nuevo intercambio de diálogos, el combate se ha reanudado! ¡El guardián de la naturaleza de nuevo toma la iniciativa para luchar.

– ¡Vamos Cernnunos! ¡Hazlo pedazos! – Morrigan, Taranis y Teutates gritaron a voz en cuello al mismo tiempo, mientras Esus y Lugh veían en silencio.

– ¡Emiliano! ¡No te dejes matar…! – Josefa gritó desde lo más profundo de su corazón, llevándose ambas manos al pecho.

Corriendo de espaldas el mexicano comenzó a cargar el revólver con las balas de las cintas, pero Cernnunos estaba a muy corta distancia con magia preparada; podría volver a ocurrir lo de hace un moment de fallar sus disparos.

« ¡Chico, hay que atacar de una vez! ¡No te quedes sin hacer nada, que nos matará! »

« El truco de escapar con las nubecitas no servirá ahora, supongo, a menos que queramos seguir manteniendo el secreto… ¿Tú tienes alguna idea, chamaca? »

« … ¡Si, hay algo! Saldremos heridos, pero tendremos un solo tiro para terminar esto. »

« ¿Te refieres a lo que hacía tu compañero…? De acuerdo. Veamos si a mi también me sale. »

Emiliano terminó de cargar el revólver y soltó una ráfaga de balas con efecto granada tanto a los costados como al Dios mismo; estando más consciente de la habilidad pistolera del humano, llevó la magia verde de sus cuernos a las palmas extendidas de sus manos.

Viridis Affinitatis… Cearcall Dìon Chaorach°!

En ambas manos su magia dio lugar a una especies de pompones verdes, los cuales uso como escudos para cubrirse y así mediante rebotes desviar todos los fragmentos de las balas granadas.

Algunos pedazos dieron en el mexicano; un rasguño en su brazo derecho, otro en la pierna izquierda ya herida, uno haciendo un agujero al sombrero, y uno notorio en su mejilla. Pero, estando ambos cercanos el uno del otro, Zapata pudo actuar de manera distinta.

Tomó el revólver por el cañón y, usándolo de nuevo tratando de darle función de nudillera; apretó con todas sus fuerzas y dio un derechazo en el abdomen del Dios celta lo cual fue perjudicial para este por sus heridas de bala. Cambio de mano el revólver, y con el brazo izquierdo lanzó otro golpe directo al cráneo animal que cargaba.

Ese golpe fue el que más le molestó al celta; apretó el pompón de su mano izquierda y dio un golpe directo al mexicano. Pero no dio el resultado del todo esperado: aunque lo arrojó con toda su fuerza, la consistencia algodonosa del pompón fue como un cojín ante el humano, terminando en lanzarlo con mucha más fuerza que el golpe previo sin hacerle tanto daño físico.

– ¡Emiliano Zapata es arrojado por el golpe de Cernnunos hasta el otro lado de la calle donde luchan!

« ¡Chico! ¡Dispara al suelo! »

Estando en el aire, el mexicano descargó de sus últimas balas del revólver al suelo en repetidos lugares, liberando nubes de polvo por todo el lugar y algunos fragmentos que fueron hacia Cernnunos, que fácilmente pudo repeler mientras fruncía el rostro.

« Ahora tengo más espacio… Para dar mi golpe de gracia. »

La magia del celta se acumuló desde los cuernos hasta su brazo derecho, cerrándolo en un puño que comenzó a tomar forma de animal.

Viridis Affinitatis… Adharcan Marbhtach Minotaur°!

Mientras Cernnunos preparaba su golpe mortal, Emiliano terminó su recorrido por el golpe del celta; sus pies derraparon en el suelo para frenarse, al tiempo que cambió su revólver por el fusil en su espalda. Lo ajustó, preparó el cañón y apuntó al frente.

Simo vio la manera específica en que preparó el fusil; eso le provocó, junto a las valkirias en Gimlé, un dejavu visual.

– ¡No puede ser…! ¡Va a hacer mi…!

Emiliano entrecerró un ojo y dejo salir una exhalación profunda mientras preparaba su disparo; levantó el cañón y con el ojo abierto veía entre las nubes de polvo dispersas en el campo de batalla.

– Ya está listo. – murmuró en voz baja.

En ese momento, en su costado derecho sobre una cinta de balas, surgió una luz con el típico billones del Volund que dio lugar abierto una bala plateada, con aspecto singular; el mexicano la tomó y colocó en el fusil, siendo la siguiente bala de que dispararía.

Entonces Cernunos terminó su hechizo; dando grandes zancadas que cubrían casi 3 metros por salto, el celta se acercó rápidamente al mexicano con un toro mitad humano de magia verde listo para lanzarlo.

Todo llegó a cuadrar de manera perfecta.

« ¡Ahora chico! »

Chasqueó un poco la lengua, agitó el cañon del fusil, y dando un pisotón que llevaba impulso, Emiliano dio su disparo hasta el celta.

Tal bala tuvo un efecto distinto a los otros; parecía ser efecto de granada, pero el impulso de Zapata junto a su movimiento agitado le dieron a la bala mayor fuerza y velocidad, como si fuera efecto de nube.

Pero mucho más distintos que los anteriores; el metal divino recorrió a gran velocidad el campo, abriéndose paso entre las nubes que ya estaban muy ligeras, hasta alcanzar al celta.

Cernnunos daba zancadas que liberarán mucha tierra del suelo empedrado donde estaban, por lo que no se percató tan a tiempo del disparo especial de Zapata; y cuando lo hizo, solo pudo girar la cabeza para tratar de contrarrestar.

Pero ocurrió lo mismo que las balas de hace un momento:

El metal especial entró en contacto con uno de los cuernos astados de Cernnunos, al mismo tiempo que con una nube de polvo que había levantado, y al instante explotó la bala; no como antes, sino con mayor detonación.

La explosión sacudió la cabeza de Cernnunos por lo que se detuvo en seco, por no mencionar mucha tierra del suelo, y una iluminación que llamó la atención de todos. Hermes y Ares fueron quienes reconocieron el disparo, más que Hades y Atenea.

 – ¿¡Acaso eso fue…!?

Cernnunos estaba quieto por el shock del sonido explosivo tan cerca; su rostro mostró signos de quemaduras, leves pero muy presentes, además que sintió que algo no estaba bien.

Lo pudo confirmar cuando sintió la magia verde en su brazo desaparecer.

– ¿Pero qué…?

Lo siguiente que se escuchó en la arena fue un crujido… óseo.

Pedazos minúsculos de hueso salieron disparados al suelo, y poco después el cuerno izquierdo de Cernnunos se fragmentó, despegó de su cráneo, y comenzó su caída al suelo…

Fecha de publicación: 14/07/22
ASFD

Nota de autor: UwU. Final inesperado, ¿verdad? No se preocupen, que en un rato sale capítulo doble.

¡Los leo en un rato!

***

Nuevos términos

* Guerra de Reforma – guerra civil mexicana para cambiar la estructura política y económica nacional, llevada a cabo entre 2 bandos denominados "Liberales" y "Conservadores". 

* Intervención Francesa – conflicto armado entre México y Francia debido a la cancelación de la deuda externa de parte de México.

* Leva – Reclutamiento forzado al ejército nacional.

* Calpuleque – En náhuatl, es un termino que se refiere a "Jefe, líder o presidente".

* Latifundio – Hacienda agrícola de gran extensión que pertenece a un solo propietario.

Términos no explicados marcados con (°) que se han usado para el Viridis Affinitatis de Cernnunos. Todos ellos fueron traducidos del idioma "gaélico escocés":

° Cearcall Dìon Chaorach – Círculo Protector de Oveja.

° Adharcan Marbhtach Minotaur – Cuernos Mortales del Minotauro.

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