Capítulo 30: ¿Victoria o amenaza?
- Ah... ah...
- ¡Geir! ¡Quédate dónde estás!
La voz masculina del espartano, a pesar cargar un serio tono de preocupación, tranquilizó de inmediato a la pelimorada valkiria quien soltó una gran bocanada de aire.
Sin embargo, decidió moverse para saber su estado: sintió una pesada una roca estaba sobre ella, pero la posición de las rocas a sus costados creaba una pequeña cueva en donde se hallaba encerraba. Podía moverse, aunque no lo suficiente para salir sola.
Miró a su alrededor, aunque el polvo que levantaba con sus movimientos arrastrados no la dejaban enfocarse con claridad, pero pudo verse rodeada de rocas y escombros. De inmediato una pregunta surgió en su cabeza.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo había terminado en esa cueva de escombros?
Lo último que recordaba era muy confuso: una densa y palpable oscuridad inundó todo de manera literal, como si de repente se hubiera quedado ciega. Momentos después una luz emergió del cielo para iluminar todo, y antes de reaccionar a lo que acababa de suceder el estadio entero se estremeció y los escombros, al parecer, cayeron sobre ella.
Sus oídos retumbaban, como si estuvieran así desde hace un rato, y un líquido corrió de su frente; se tocó y aún en la oscuridad alcanzó a distinguir las características de su propia sangre.
Estaba a punto de moverse en su pequeña cueva otra vez, cuando de repente la piedra que la encerraba se levantó y entró la luz. Se movió para mirar hacia arriba, pero se deslumbró unos momentos sin darse del todo cuenta del griego que arrojaba la piedra lejos.
- ¡Geir! ¡Ya te encontré!
El soldado se estiró y tomó a la pequeña valkiria de la cintura; por instinto Geir respondió similar y se aferró al agarre del espartano, para que momentos después la valkiria se abalanzara y abrazara el cuerpo de Leonidas en un pestañeo que sorprendió incluso al hombre.
- Geir... ¿Te encuentras bien?
- ¿Eh? Si, si... Muchas gracias.
Ambos se quedaron de esa manera por unos momentos en silencio. Entonces la valkiria levantó la mirada y vio un poco más el entorno, dándose cuenta que tuvo la mala suerte de estar en donde cayeron el 90% de los escombros, mientras que cayeron a su alrededor solo había vidrios rotos, hojas caídas, y una que otra piedra tirada.
A unos metros, la valkiria observó a sus otras 2 hermanas; al parecer Skuld atendía algo que le ocurrió a Sigrune, y eso le preocupó bastante. La valkiria se separó del espartano y con mal equilibrio se puso de pie y empezó a caminar hacia sus hermanas.
- ¡Her... Herma...!
- ¡No te esfuerces! Yo te llevaré.
Leonidas no dudo en tomar a Geir para cargarla debajo de su brazo y entonces ambos se acercaron a la escena de las valkirias.
- ¡Cuidado Skuld! ¡Me duele!
- Sé que te duele... ¡Y más te dolerá si sigues moviéndote!
- ¡Lo siento!
En cuanto se dieron cuenta de su llegada, Skuld (quien normalmente vivía con una cara fruncida) se alegró con un rostro de esperanza recuperada.
- ¡Geir! ¡Estás bien! ¡Y completa!
- S-Si... Me alegra estar completa, aunque no del todo... - levantó su dedo para indicar su frente; sin embargo, aunque por fuera parecía estar muy bien, por dentro no se sentía de la misma manera.
Geir volteó para ver a Sigrune.
- ¿Sigrune, tú estás...?
- Me gustaría decirte que si pero... - levantó su brazo izquierdo y con su derecha se señalo: un pequeño pero profundo corte se dibujaba entre las costillas de la valkiria, rasgando su piel y manchando su ropa de rojo carmesí - Estoy con una fea muy herida gracias a un maldito vidrio volador.
Geir se asustó en gran manera.
- ¡Hermana! ¡Tenemos que atenderte de inmediato!
- Ya lo está haciendo Skuld onee-sama... - sonrió la valkiria - Probablemente yo no sea la única que esté herida con este desastre. Así que... prefiero dejar mi lugar para alguien que lo necesite más que yo.
- ¡Pero...!
- Ni te molestes - Skuld respondió antes que Geir terminara su respuesta - Ya traté de convencerla mientras tu estabas bajo esas rocas. Aunque muchas veces sea tan linda como tu, sabes bien que Sigrune se puede volver tan terca como Brunhilde onee-sama. Si insistimos, se enojará y se herirá peor.
- ¿Mientras estaba bajo las rocas? ¿Cuánto tiempo...?
- No creo que hayan sido más de 15 minutos. Empecé a buscarte cuando escuches tu voz entre esas rocas...
Geir respiró profundo pero esta vez mostró malestar en su rostro, sintiendo un dolor fuerte en su pecho. El espartano lo notó de inmediato.
- ¿Qué pasa?
- Creo que... me golpee el pecho o algo así. No estoy segura... pero no me siento bien.
- Vayan ustedes de una vez a la enfermería - contestó Skuld, tratando de hacer un vendaje a su hermana - En cuanto convezca a Sigrune que no soy médica los alcanzaremos.
- Si...
Leonidas salió del lugar y, con Geir bajo el brazo, empezó a caminar por los pasillos, siguiendo en el que habían estado minutos atrás. La valkiria respiró con molestia, pero decidió hablar.
- Gracias... por salvarme...
- ¿Creíste que te dejaría sola? - Leonidas respondió con naturalidad - Hicimos la promesa de nunca abandonar al otro desde que dimos nuestras vidas hace mil años.
- Si, lo sé. Solo quiero... agradecerte por seguir cumpliendo tu promesa... mi espartano...
Después de unos momentos Leonidas se detuvo en el pasillo en seco, sorprendiendo a la valkiria.
- ¿Qué pasa?
- Sé que esta pregunta está muy fuera de lugar pero... - El griego sonrió con timidez - ¿Dónde está la enfermería?
Geir río por lo bajo y levantó su mano para indicar la dirección por donde iban.
- Thor-sama me dio un mapa. La distribución del estadio es igual a la del Valhalla.
- Okey... - Leonidas cerró los ojos por un momento - Esto estaba aquí. Esto por allá, y esto hacia acá... - los abrió de golpe - ¡Lo tengo! No estamos tan lejos como parece.
Leonidas apresuró el paso y, casi corriendo, se siguió moviendo en los pasillos para llevar a la valkiria hasta su destino de una vez.
La valkiria no pudo evitar voltear de un lado al otro, encontrándose en todos los pasillos la destrucción y caos que generó ese estruendo y temblor. La confusión inundaba su mente, por lo que se dirigió al espartano con rapidez.
- ¿Qué diablos le pasó al estadio?...
...
Las 2 rodillas pequeñas y heridas de Nut permanecían sobre el pasto calcinado; la deidad aún no se levantaba del suelo.
A su alrededor el humo se volvía menos denso, con lo cual pudo observar cada vez con más claridad el escenario que había creado: escombros esparcidos en todas partes y dispersos de forma aleatoria; algunas rocas aún caían desde el suelo, y el retumbar en el suelo junto con el sonoro crujir de su caída inundaban las sensaciones y oídos de la deidad.
Pero, sus ojos no daban atención al caos a su alrededor. Sus ojos estaban mirando al suelo, que lentamente se llenaba de la sangre quemada del cadáver egipcio que estaba a tan sólo 50 centímetros de ella.
Ese cuerpo femenino que, en un tiempo fue terriblemente codiciado por los reyes y gobernadores, ahora no era nada más que un carne fundida con metal derretido, lleno de heridas abiertas y sangrientas, y el cuello cortado de lado a lado; la cabeza estaba tirada, cerca de la Diosa aunque ella ignoraba su ubicación.
Momentos después. El cuerpo humano crujió como vidrio mientras un brillo verde luminoso lo envolvía, para entonces convertirlo en polvo para elevarse y posteriormente ser devorado por el Nilfheim. La Diosa levantó la vista y pudo ver la belleza en un espectáculo tan grotesco como lo era la muerte del alma.
- Que... divino...
Nut se quedó quieta unos instantes, hasta que sintió gotas de agua salada salir de su ojo bueno y correr por sus mejillas; de inmediato se sacudió, a pesar del terrible dolor que sentía, para quitárselas de encima. Quiso usar su mano para limpiarse, pero recordó que toda su extremidad estaba rota
« ¡No, no, no! ¿¡Qué mierda estoy pensando!?… Yo soy... Yo soy... La perfección del cielo… Yo soy la Bóveda celeste, Nut... Y ahora soy la ganadora del tercer combate del Ragnarok, aunque... »
Agachó su mirada y miró al suelo con su ojo vacío.
- Gané esta batalla... He demostrado a los cielos quién soy en verdad, y esos humanos aprenderán a temer a los verdaderos Dioses. Logré todo lo que me propuse, y he exaltado mi perfección, pero...
Sin evitarlo, una última gota de lágrima salió de su ojo. Un sentimiento de gloria acompañaba esa extraña sensación oscura que, por primera vez en su vida, sentía.
- ¿Por qué... me siento... tan vacía...? ¿Por qué... me siento tan sola...?
La cabeza de Nut entró en un debate mental. Pero arriba, en el coliseo, las cosas no iban para nada bien; todo estaba yendo de mal en peor.
- ¡Ayudaaaa!
- ¡Por favor, ayúdenos aquí!
- ¡Hay un hombre herido!
- ¡Aquí estaba mi amigo y ya no está!
- ¡Tengo mucho miedo!
- ¡Llamen a la enfermería!
Por todas partes del estadio habían gritos de desesperación. Con las gradas de los espectadores llenas de derrumbes, escombros y casi partida al medio por el último choque de Nut y Cleopatra, mientras que la arena de combate estaba cubierta por un agujero que la atravesaba, todo era un completo e incontrolable caos.
Humanos y divinidades corrían de un lado a otro, ayudando y atendiendo a los innumerables heridos y escapando de los escombros que en algunos sitios aún caían. Definitivamente el estadio de los Campos Elíseos se había vuelto el sitio menos seguro.
- Ahhh... Mamá... Eva...
Eva y Lífthrasir habían caído de la silla. La mujer humana había conseguido cubrir a la pequeña valkiria con sus brazos, de forma que no había salido herida; sin embargo, en su cabeza y sus rodillas, que habian quedado al descubierto, había raspones pequeños.
La pequeña valkiria asomó la vista para tratar de encontrarse con la de Eva.
- ¿Mamá? ¿Estás bien?
Eva tosió por el polvo que se había levantado, de forma que pudo ver a Lífthrasir en sus brazos.
- Pequeña... ¿Te encuentras bien? ¿No estás herida?
- Eh... Si, si. Creo que... estoy bien...
Eva vio con más detalle a la pequeña valkiria, y pudo notar la herida en su cabeza y en sus rodillas. Se asustó casi de inmediato y, sin pensarlo ni una sola vez, se puso de pie mientras aferraba a la niña a su pecho.
- Estás herida, ¡Hay que llevarte a algún lado para que te revisen!
- ¿¡Eh!?
Lífthrasir no podía procesar la rapidez con que ocurría todo a su alrededor, mucho menos cuando de un instante a otro Eva pasó a correr a toda velocidad por los pasillos del coliseo con ella en brazos.
En el palco de los griegos, el cual parecía ser el lugar menos afectado, las cosas también comenzaban a tomar su rumbo nuevamente. Todos, a excepción de Atenea que estaba aferrada al sofá como gato, esstaban caídos en el suelo; y, poco a poco, todos fueron levantándose lentamente.
Isis y Osiris habían caído junto, siento que este último estaba cuidando de la Diosa en sus brazos; Hermes uso la silla de Ares para recargarse y poder levantarse de nuevo; Zeus estaba tirado como un pequeño anciano sobre el suelo, y lentamente pudo ponerse de pie, y finalmente Ares estaba tirado boca abajo sobre el suelo, siendo el último en levantarse y el primer en hablar, aunque fue con una queja.
- A-Au... mi cara...
Isis y Osiris levantaron la vista y se encontraron con todo el desastre generado en el coliseo, especialmente del enorme agujero en donde se suponía que estaba la arena de lucha. Los ojos de ambos egipcios se contrajeron en gran manera.
- Oh por... - Isis se llevó una mano a la boca. Osiris por su parte estaba tan impactado que no pudo hablar ni in solo sonido.
Atenea guardó las uñas de sus manos y se despegó lentamente del sillón. Al levantarse casi perdió el equilibrio, pero eso no fue impedimento suficiente para que soltara uno de sus comentarios cuando sabía que tenía la razón.
- Les dije que era mala idea enviar a Nut.
- ¿Huh?
- Estamos... muy jodidos... - en cuanto pudo estar bien de pie, Hermes entró a la conversación - Si que nos pasamos esta vez.
- Diablos... Mi hermano se va a enterar... - incluso Zeus, que solía tomárselo con calamares, estaba asustado.
- Me gustaría preocuparme por la discusión que teníamos... - respondió Isis asustada - Pero concuerdo contigo anciano. Estaremos en problemas con Hades-sama.
- Hay que arreglar este desastre.
- ¡Manos a la obra! - exclamó Atenea, usando una de esas sus poses de adolescente risueña - ¡Tenemos que salvar a muchos Dioses mediocres y humanos sexis!
Ares se llevó una mano a la cabeza la cual estaba sangrando; por algún motivo, un cierto pensamiento invadió su mente en cuanto tocó su herida.
« ¿Cómo se encontrará esa pequeña? Con este desastre, de verdad espero que no le haya pasado nada. »
Shiva con sus esposas, Rudra con Lakshmi; los 7 Dioses de la fortuna; Thor, Syf y Forseti; nadie en el estadio se librar de estar metido en serios problemas. Ni espectadores, e incluso algunos de los peleadores que no aguardaban en sus antecámaras.
Por su parte, Nut permanecía callada sobre el pasto quemado. Respiró profundamente, pero sintió un gran malestar desde su pecho, y sintió la sangre correr por su cuerpo, aún cuando fueran las últimas gotas que le quedaban. Pero, con todo eso...
- Esto... no es lo que quería. Quería ganar.... no sentirme derrotada...
Movió su cabeza ligeramente, observando que su mano rota de forma inconsciente aún sujetaba el Bastón del Cielo hecho espada. Levantó la cabeza, para darse cuenta por primera vez de que estaba muchos metros por debajo del coliseo, además de que veía ya sin humo ni polvo alrededor toda la destrucción del estadio.
Suspiró con malestar, al tiempo que dolorosamente se ponía de pie y negaba con un movimiento de su cabeza.
- Ya cumplí mi parte en esta tontería... Pero no puedo creer que vaya a hacer esto...
Levantó su bastón, que regreso agitó su forma original, y con mucha dificultad comenzó a dibujar un símbolo luminoso en el aire con la poca energía que le quedaba; tras ello, inhaló profundo como para aguantar la respiración.
- Zodiac. Segundo dibujo del cielo... Acuario...
Su cuerpo se cubrió cubrió de una armadura celestial, de color celeste; la primera de diferente color, comparada con las otras. Dicha armadura le daba una apariencia de sirena de cola larga con 2 grandes cántaros de agua reposando en sus hombros.
Movió la aleta de su cola y la deidad empezó a levitar en el aire como si fuera un pez nadando. Así, siguió moviendo tanto su cola como su cuerpo, y lentamente empezó a elevarse en el aire para llegar al misma área del coliseo.
En cuanto llegó, los espectadores se sorprendieron con el destello de luz celeste que emanaba; para ellos, parecía ser una esfera de luz que emanó desde el suelo. Pero, en cuanto se dieron cuenta que era Nut, todos se aterrorizaron en gran manera; tanto Dioses como humanos gritaron de terror.
Los oídos de Nut quedaron al parecer sordos, o su indiferencia ante lo que veía le hizo ignorar los gritos y quejas de todos ellos. No importó para ella, pues siguió haciendo lo que había planeado.
Levantó su brazo roto, y los cántaros en sus hombros comenzaron a moverse; todos de inmediato se sintieron más aterrorizados, pero la Diosa Nut siguió. Soltó todo el aireterterroire que había guardado y la voz que salió de sus cuerdas vocales fue mucho más dulce y calmada que antes.
- Na gennísei to kormí mou mia néa avgí...
Con delicadeza, Nut descendió su brazo mientras cerraba su ojo. Los cántaros derramaron su contenido y lo que ocurrió a continuación fue sorprendente.
Los escombros brillaron con luz celeste y comenzaron a moverse; se levantaban, y volvían a su sitio original calladamente, todos y cada uno de los escombros e incluso las piedras más pequeñas. También aquellos que habían caído al suelo de los Campos Elíseos, flotaron todo el recorrido hasta, como si fuera un rompecabezas enorme, tomaron sus posiciones para armar nuevamente lo que fue el campo de batalla.
Todos miraron atónitos en silencio el espectáculo, tan callado y silencioso que resolvía lo que pudo haber tardado inclusive años.
Unos minutos después la labor estaba terminada: el coliseo destruido con un cráter inmenso que le atravesaba ahora era nuevamente el estadio de los Campos Elíseos con que había comenzado el segundo Ragnarok; de hecho, hasta se podría decir que estaba más limpio y ordenado que antes. Todo, desde las gradas hasta las antecámaras mismas, estaban reconstruidas como nuevas.
Los presentes estaban helados, sorprendidos y especialmente asustados por ese resultado. A una miraron a la Diosa Nut que seguía levitando en el aire, con la armadura Acuario cubriendo su pequeño cuerpo.
Nadie estaba seguro de qué fue lo que ocurrió cuando Nut hizo todo oscuro, ni qué tanto poder tenía como para estallar el coliseo 2 veces y luego reconstruirlo completamente como si nada. Su embargo, Dioses y humanos sabían una cosa:
Los Primigenios son los verdaderos Dioses con los que no debes meterte ni en sueños.
Después de unos segundos, la armadura estelar desapareció y la Diosa cayó al suelo estrepitosamente, manchando la arena limpia y decorosa con su sangre carmesí: una gran cantidad salió de su boca, y más del doble fue exulpasada de su área íntima. Una expresión de terrible dolor y desagrado se dibujó en su destruido rostro.
« ¡Maldición! Esa frase debía ser en sentido figurado, no literal... » Con su mano rota trató de tocarse el vientre, pero el dolor era terrible.
En el poco vestido que aún mantenía se apagaron varias de sus luces, dejando prácticamente apagado la poca ropa que llevaba. Nut se miró a si misma y resopló con tristeza.
« Usé muchas de las vidas que me quedaban para reconstruir el estadio y salvar a uno que otro que estuviera de paso... » suspiró la Diosa « Tendré que usar una más si que quiero salir de aquí... ¿Eh? »
Sintió un pequeño calor surgir de su cuerpo. Como por arte de magia, una pequeña y hermosa estrella apareció en el escote de su vestido; Nut se quedó atónita por varios segundos hasta que recordó de qué se trataba.
- Oh... Al parecer acaba de ser mi cumpleaños...
La Diosa respiró y dicha estrella nueva desapareció para cubrirla por última vez. Unos instantes después, la Diosa egipcia del cielo estaba por enésima ocasión en perfecto estado: su cuerpo delgado y cúrveo, su cabello brillante y sedoso, su rostro redondo y liso, sus 2 ojos penetrantes y finos.
Toda su belleza había regresado a su estado original. Pero, a pesar de estar rebosante de su apariencia hermosa... no se levantó del suelo.
Sino que, en medio de toda la sangre que había expulsado, la Diosa se quedó como una pequeña niña triste, con sus ojos dorados un tanto apagados y sus manos llevadas puestas sobre sus rodillas.
Heimdall giraba la mirada por todo el estadio, sorprendido de seguir vivo. Volvió a mirar por todos lados, pero esta vez para confirmar que la humana egipcia ya no estaba.
- Todo parece indicar que Nut acabó con Cleopatra. No sé cómo ni cuándo, pero... realmente lo hizo...
Se llevo el Gjallarhorn a la boca y habló con voz tímida.
- Damas y caballeros... tanto yo como ustedes no entendemos nada que lo que pasó en los últimos 5 minutos. Pero... antes de hacer una cosa más, anunciaré el resultado final. Nut, la Diosa del cielo que cambió su bando para representar a la humanidad en último momento, es la única que queda en este escenario...
Heimdall respiró nuevamente y habló con una voz un poco más fuerte.
- Nut se lleva la victoria de la tercera pelea. Y con esto el marcador de la humanidad encabeza 2 a 1 frente a los Dioses...
A pesar de las palabras del nórdico, no hubo respuesta alguna.
Los humanos no celebraron por la primera delantera contra los Dioses, sino que todos a una sintieron terror y miedo de la pequeña Diosa recostada. Por su parte, los Dioses no se sintieron enojados ni molestos por el cambio de bando de su representante, sino que también miraron asustados a la pequeña.
Lamentablemente, en medio del silencio de la humanidad había un grito desconsolado que se acompañaba con lágrimas.
- ¿¡Dónde está mi mamá!? ¡Estoy muy asustada! ¡Quiero a mi mamá, por favor!
Selene lloraba a gritos, mirando a la arena a la espera de que su madre Cleopatra reaparecería; Alejandro azotaba sus puños cerrados al suelo con frustración y tristeza, mientras la mirada de Cesarión perdía su último brillo. Sus gritos y expresiones eran los únicos que desentonaban con la otra realidad que deban enfrentar.
Una segunda cosa que supieron todos en el estadio era que, fuera victoria para el bando que fuera, en realidad no era una victoria.
Ese resultado era una amenaza contra todos. Una amenaza de que podía destruir y crear lo que quisiera, por qué quisiera y cuándo quisiera. Más escalofriante era saber que había por lo menos un grupo de ellos, igual o más poderosos que Nut, en ese mismo estadio.
Nut se miró las rodillas con serenidad y calma, respirando lentamente. De no ser por su regeneración podría moriría del agotamiento que sentía; incluso mover sus pulmones para respirar era un dolor que se extendía a cada célula de su cuerpo.
Los pequeños ojos de la Diosa estaban apagados, aunque sus oídos percibían con toda claridad los llantos de Selene. A pesar de ello, movió su cabeza y bostezó un poco.
- De verdad me siento cansada. Quiero dormir...
Soltando una queja de molestia, Nut finalmente se puso de pie. Se restrego la cabellera un par de veces, y empezó a caminar hacia la salida: en silencio, sin levantar la mirada a las gradas, y sin esperar que siquiera alguien le felicitara.
Solo caminó hacia la salida, la misma puerta por la que había entrado.
Después de largos y casi eternos segundos de únicamente escuchar sus pies pisar el frío suelo de la arena, Nut entró por ese portón y desapareció de la vista de todos, quienes respetaron hasta el último momento ese silencio abrumador.
Ares fue el primero en hablar en el palco de los griegos.
- ¿Esto resuelve todo?
Isis y Osiris sentían lo mismo que los espectadores: confusión y miedo por esa conclusión. Zeus, por su parte, no se veía para nada contento; lo único que había grabado en su cabeza fue la declaración de Heimdall con respecto al marcador.
- Esto no es... nada bueno...
Los ojos del DPDC destilaron enojo.
- Lo siento mucho, Trinidad de Egipto. Pero no puedo permitir una derrota consecutiva. Mucho menos de este tipo.
Osiris e Isis miraron al griego al mismo tiempo; a quien antes querían matar, ahora le tenían miedo. El Dios faraón fue el primero en excusarse.
- ... Ella no haría algo así... Seguramente está confundida.
- Solo debemos hablar con ella para aclarar esta situación - le secundó Isis de inmediato - Pero... creo que esto fue solo un pequeño error.
- Si... yo también espero que solo sea un pequeño error...
Atenea solo se dedicó a tomar un dulce de su chamarra.
- Así es papi. Demuéstrales quien manda.
Dentro del pasillo, la Diosa siguió caminando con la mirada baja. En el lugar, sus paso eran como un eco que retumbaba en sus oídos; sin embargo, ese sonido le hacía sentirse muy tranquila después de haber peleado de esa manera.
Unos momentos después, levantó la mirada como por inercia y vio a una amiga suya a unos metros a la distancia.
- A... Audumbla...
...
El Ábaton* se atascó de inmediato.
Las enfermeras y sirvientes de Peán y Asclepio corrían de un lado a otro cargando vendas, alcohol, herramientas quirúrgicas, camillas con heridos, y todo tipo de cosas. Cada vez que un quirófano se desocupaba, llegaba otra camilla con un herido de gravedad para ocuparla de inmediato.
Leonidas aún cargando a Geir bajo su brazo, entró por la pierta principal. Ahí se dio cuenta de que habían llegado en un muy mal momento.
- Diablos... - comentó Geir por lo bajo.
- Esto está fuera de control... Pero debemos atenderte de inmediato, sin importar el costo. - concluyó Leonidas.
Se abrió paso entre la multitud de gente que se abalanzaba de lado a lado, cubrirnos a la pequeña Geir con sus brazos. Pero, a pesar de sus esfuerzos, no era eficaz su búsqueda.
- Ni siquiera vamos a poder salir de aquí... - habló Geir con malestar por sus heridas.
En ese momento una grito surgió para llamar a la valkiria.
- ¡¡Geiiiiiiiiiiiir!! ¡Por aquiiiiiiiiiiiiiiií!
Pero, al reconocer quien era el propietario de esa voz chillona, los ojos de la valkiria se contrajeron.
- Diablos... Nos encontró...
- No escuché bien, pero... ¿Es quién creo que es? - le susurró Leonidas con duda.
- Me gustaría decir que no pero... Tengo su voz tan grabada en mi memoria ni siquiera el Nilfheim podría hacerme olvidarla.
- ¿Y si nos damos la vuelta y nos vamos antes que nos vea?
- No tiene caso: ya sabe que estamos aquí. Además, si no le hacemos caso, querrá acosarme o andar por ahí usando mi ropa para llamar la atención...
Leonidas tomó una bocanada de aire y cambió de dirección en medio de la multitud, para dirigirse a donde había salido la voz. De hecho no estaban tan lejos de esa otra zona:
Una enorme puerta cerrada, que tenía por nombre "Gimlé**". Entró el espartano, y pudo llevarse la sorpresa, tanto Leonidas como Geir, de que esa zona estaba vacía en su mayoría, a pesar de que fuera todo estaba repleto de heridos.
- Supongo... - comentó Geir al respecto - Aquí estarán los que ganen en el segundo Ragnarok.
- Tal parece.
El espartano caminó un poco antes de escuchar otra vez aquella voz chillona que le demandaba ir a dónde estaba.
Momentos después llegaron a esa zona que encerraba tras las cortinas un total de 3 camillas, de las cuales 2 ya estaban ocupadas; sillas para varias personas y muebles con medicinas de todo tipo. Se podía decir que era la zona de reunión especial hecha por quienes estaban ahí.
En las camillas ocupadas estaban 2 chicas: Hrist sentada y cubierta de vendajes, mientras que Jingū permanecía inconsciente, aunque en mejor estado que antes. Sasaki estaba sentado en una de las sillas, y ahí la orilla de la camilla de Jingū ese hombre que desagradaba tanto a Geir:
El profeta del siglo y médico de la realeza en su época. Einherjer que logró tener el reconocimiento de Buda Gautama y criminal culpable de destruir el Bifrost: Michel Nostradamus.
El pequeño hombre, que ya no era tan pequeño, sonrió con emoción.
- ¡Hola Geir! Hace mucho tiempo que no nos vemos ♡
Geir, separándose de Leonidas para andar por su cuenta, bufó con enojo.
- Y esperaba no volver a encontrarme contigo nunca más.
- ¡Que mala eres! - se dirigió a Sasaki con un puchero - ¡Siempre ha sido mala conmigo!
- Incluso tienes el descaro de no creerlo - suspiró la valkiria - De no ser porque eres ridículamente fuerte...
- Geir... tu cabeza. - Hrist fue la primera allí en notar la herida en la cabeza de su hermana menor.
- Geir necesita atención médica, lo más pronto posible.
- ¡Que coincidencia! - sonrió Nostradamus - ¡Soy un médico, y estoy aquí!
Se puso de pie, pero en ese mismo momento la valkiria dio un paso atrás, tratando de usar al espartano como escudo.
- Prefiero estar muerta antes que me toques.
- ¡Geir! - Hrist, 'la que ruge', levantó la voz para llamarle la atención - Déjalo hacer su trabajo. Para eso lo llamaste, ¿No?
- ¡No lo llame para que me toque! ¡Y no dejaré que me toque ese-!
Antes de terminar su frase, Nostradamus usando veloces movimientos urgó, tocó y manoseó cada parte de su joven cuerpo para inspeccionar sus heridas. Después de un milenio de crecer, Geir pudo sentir y procesar cada toque del francés, incluso las veces que disimuladamente le apretó alguno de sus pequeños pechos; todo eso la hizo enrojecer en gran manera.
El francés tomó algunas vendas para limpiar y cubrir la herida en la cabeza de la valkiria, además de ponerle para venda que rodeó su pecho debido a cómo había recibido los escombros en su cuerpo.
Ese examen médico fue en realidad en menos de 3 segundos. Al terminar, Nostradamus regresó a su sitio anterior mientras tomaba una hoja de prescripción para escribir unas cosas, y Geir cayó de rodillas al suelo cubierta por el rubor de su vergüenza.
- ¡Geir!
- Ahhh... - esos toques habían delicado el espíritu de la valkiria - Maldito y... pequeño pervertido...
- Afortunadamente solo fue una caída muy dura para ti; unas pocas contusiones, pero nada que te mate - sonrió mientras le extendía el papel con letras innentendibles - ¡Un poco de reposo y estarás como nueva!
La valkiria tomó el papel con furia y la arrojó a un costado.
- ¡Me tocaste... en... en... mis...!
- Solo hice mi trabajo, querida. Últimamente los niños no están acostumbrados a hacerse revisiones médicas de este tipo... ¡Qué gran descuido!
Geir gruñó con enfado. Sasaki por lo bajo, sin que se diera cuenta, soltó una risa algo burlona. Nostradamus por su parte sonrió con descaro.
- Querida Geir... ¿Tienes pruebas de que hice lo contrario?
- Eres un... ¡Argh! - la valkiria bufó muy enojada para después tomar asiento en la orilla de la camilla de su hermana Hrist - Saldré de aquí después de esto. Así no tendré que verte más tiempo.
- ¡Me duele el corazón por tu frialdad! Más aún cuando me tome el tiempo de salvar a tu primera ganadora.
Involuntariamente, la valkiria volteó a ver a Jingū. Comprada a cuando terminó su pelea, ahora estaba completamente fuera de cualquier peligro. Geir solo pudo suspirar enojada y mirar hacia otro lado.
- Por el momento, te odiaré menos.
- ¡Así me gustas más!
Un sonrojo brilló en sus mejillas, pero no se dejó intimidar; sabía muy bien que el profeta del siglo podía ser un burlón de mal gusto.
Geir sintió la mano de Hrist sobre su cabeza al mismo tiempo que 'la que tiembla' tomaba la palabra.
- Con todo esto que ocurrió... Me alegra saber que estás bien hermanita.
- Y... a mi también me alegra saber que estás bien después de esa pelea.
Ambas hermanas se quedaron un momento en silencio, que se extendió también a Sasaki y Leonidas, ambos sentados en las sillas. Pero, ese silencio fue roto por el francés.
- ¿Por qué tan serios? ¿Qué les pasa?
- Todo lo que acaba de ocurrir fue confuso... - comentó Sasaki, rascándose la cabeza - Ni siquiera pude predecir algo de lo que pasó.
- Todo se hizo... muy oscuro. Hubo un temblor que nos tiró al suelo, saque a Geir de los escombros, y antes de terminar de procesarlo todo el coliseo se reparó a si mismo.
Geir tragó saliva asustada, e involuntariamente una de sus manos tocó y apretó la mano que Hrist aún tenía en su cabeza.
« Eso fue... Nut. La Bóveda celeste y madre de la Trinidad de Egipto. Es la primera Primigenia a la que nos enfrentamos. Lo peor es que todavía faltan 2 de ellos por enfrentar... Definitivamente no estamos preparados para esto. »
- ¡No pongan esas caras tristes...! ¡Lo tengo! ¡Una predicción que los pondrá de mejor humor! - Nostradamus sonrió de oreja a oreja, al tiempo que levantaba su mano al aire con 2 dedos estirados - ¡Tenemos la ventaja en este Ragnarok!
Los 4 le miraron sorprendidos y confundidos.
- ¿Qué dices?
- ¿Nadie puso atención a la pelea? - soltó una risa mientras explicaba - Después de que Cleo-chan se declaró a favor de los Dioses, Nut al parecer por despecho o solo para seguirle el juego se volvió nuestra peleadora. Ya anunciaron el resultado, con Nut como ganadora, por lo que... ¡El marcador está 2 a 1, a nuestro favor!
Todos abrieron los ojos completamente.
- ¿¡Ehhh!?
- ¿Estás seguro? - preguntó Hrist 'la que tiembla'.
- ¿Bromeas? ¡Soy el profeta del siglo! - sonrió emocionado el francés - ¡Debo estar un paso adelante del futuro para mantener mi puesto! ¡Y créeme que no es nada fácil, querida!
- ¡Ahhhhhhhhh!
Un grito femenino sorprendió a los 4, por lo cual Leonidas y Sasaki abrieron las cortinas para ver de quién se trataba:
Entrando por esa misma puerta de Gimlé, Hlökk estaba sujeta completamente por Jack; ambos tenían heridas en sus cuerpos, pero Jack lucía menos dañado comparado con la valkiria. Detrás les seguían Mist, Skogul, Simo y su perro, todos caminando con precaución ante las rabietas de Hlökk.
- Señorita, tiene que calmarse.
- ¡Me duele mucho! ¡Deja de agarrarme de esa forma, niño!
- Pero se hará más daño si no lo hago.
- ¡Demonios!
- La reunión se ha vuelto mejor que antes... - Nostradamus levantó una de sus manos y saludó al grupo nuevo - ¡Hola chicos! ¡Aquí está la sección de los populares!
Simo y las 2 valkirias miraron al francés, y únicamente el finlandés respondió, de manera muy seca por cierto.
- ¿Qué haces aquí enano?
- ¿¡Con qué derecho lo dices tu!? - se puso de pie y se encaminó hacia la pareja de anterior cuarta ronda - Soy un médico, aunque no lo parezca, ¿Quedó claro?
- En ese caso, debe quedarse quieta señorita.
- ¡Quítame las manos de encima! ¡Estoy bien!
Mientras Nostradamus trataba de ver las herida de la eufórica Hlökk, Mist y Skogul fueron a la camilla donde estaban Geir y Hrist.
- ¡Geir! ¡Nos preocupaste mucho!
- Nos dimos la vuelta y desapareciste. Y de repente todo se vino abajo.
Hrist se sorprendió de las palabras de Skogul y Mist. 'La que ruge' de manera amable pero impaciente se dirigió a Geir.
- ¿En dónde estabas antes de estar aquí, Geir...?
- Eh... Eso lo arreglaremos después... - la pequeña se dirigió a sus 2 mayores - Ustedes 2, ¿Se encuentran bien?
- Tal vez algún moretón eterno, pero nada grave. - con un pulgar, Skogul señaló a Jack y Hlökk - Ese par se llevaron la peor parte... ¡Aal menos deleitamos nuestros ojos con un bonito momento romántico!
Geir río por lo bajo mientras Mist empezaba a explicar. Pero, su cabeza estaba dispersa en otro lugar tratando de asentarse al panorama detrás de esa reunión en Gimlé.
« Si… Conseguimos una victoria, pero... Podría decir que esto no fue una victoria... » movió los dedos con incomodidad « Cleopatra nos traicionó a último momento, y dudo que Nut-sama realmente quiera estar de nuestro lado. Fue un completo fracaso... »
Geir suspiró por lo bajo en voz baja.
« Creo que fue un error escoger a Cleopatra... Aún cuando- »
De repente, el trasero de la valkiria vibró, asustándola en gran manera. Entonces recordó que arreglar había guardado su celular.
Saco el dispositivo y se encontró con varios mensajes de texto, proveniente de 2 personas. Ambos fueron una sorpresa, pero al mismo tiempo pudieron calmar sus nervios. Esas expresiones fueron vistas por sus otras hermanas.
- ¿Eh? ¿Qué ocurre?
- Un... Un mensaje de Hermes-sama. El Ragnarok se va a suspender por un tiempo hasta que Ábaton esté desalojado - suspiró Geir, estirándose un poco - Parece que tendremos un descanso por un buen tiempo.
- Después de todo este desastre, es lo menos que pueden hacer - comentó Skogul - No sabemos dónde ni cómo están los demás.
- ¡Espera! - Mist tomó a Geir de los hombros - ¿¡Dónde están Sigrune y Skuld!?
Sasaki se levantó de su asiento.
- Es cierto. Tenemos mucho con qué lidiar. Tal vez deberíamos buscar a los demás participantes y a las señoritas valkirias. Aquí solo estamos 5 del primer Ragnarok y la señorita Jingū.
De repente, las palabras de Nostradamus hicieron debut de su presecia de una manera...
- Parece que tendremos pronto una reunión muy importante. Tal como lo predije.
... ESCALOFRIANTE...
- ¿De qué hablas, niño? - preguntó Simo confundido.
Nostradamus habló de manera siniestra tras esa pregunta.
- Estamos reunidos casi todos los Einherjer. Solo nos faltan Okita Souji y Nikola Tesla, además de los que ganen este segundo Ragnarok... ¡Puede que tengamos una festín muy pronto!
Geir miró con silencio al francés, pero dentro de sí su cuerpo se estremeció.
Sabía que Nostradamus no siempre era una persona que hablaba por hablar. A pesar de sus palabrerías sin sentido, sabía cosas importantes y algunas escalofriantes; no por nada se atrevió a destruir el Bifrost antes del primer Ragnarok.
Geir supo que ese comentario no eran palabras vacías, sino un presagio al parecer nada bueno. Aun cuando lo odiaba por su conducta, dentro de sí agradecía que aún estuviera de su lado...
...
En un rincón alejado en Ábaton, ocurrió algo distinto...
- ¡Ahhhhhhhhh!
- ¡Con un demonio, ya cállate!
Benzaiten limpió las heridas de Ebisu mientras seguía gritando. Las 7 deidades, a excepción de ella y Bishamonten, recibieron una buena porción de escombros encima que los llevó a Ábaton en cuanto Nut desapareció de la arena. Ahí en la enfermería, Benzaiten atendía las heridas de todos.
[Nota de autor: a continuación, les daré una imagen de los Dioses de la fortuna para que recuerden quién es cada quién. A mi también me costó recordar sus nombres xd]
- Eso fue peligroso... - comentó Fukurokuju, con voz temblorosa mientras se apoyaba en su bastón.
Daikokuten, fuera de su gigantesca armadura era muy pequeño y tierno. Pero, aún así, su actitud era pesada.
- ¡Tenemos que salir de aquí pronto! ¡Para darle un castigo divino a esa Diosa!
Los demás se quedaron en silencio.
- Estoy de acuerdo, pero... ¡Será estúpido si lo hacemos! - exclamó Jurojin.
- Es cierto. Igual que el maldito de Buda que ayudó a las valkirias y se rindió para darle la ventaja a la humanidad hace mil años... - comentó Ebisu molestándose más y más - ¡Esa Diosa también merece un castigo divino!
- ¡Debemos darles varios castigos divinos a esos traidores! - complementó Hoteison, pero sus ánimos bajaron de inmediato - Sin embargo...
Benzaiten fue la que terminó la frase.
- No sean idiotas. No estamos a la altura de Nut-sama: ella es una Primigenia muy poderosa para nosotros.
- ¡Debemos castigarla! - volvió a exclamar Daikokuten - ¡Se proclamó la perfección de los cielos pero ha traicionado a los Dioses sin mostrar remordimiento!
- No es prudente que lo hagamos - habló Fukurokuju con cautela - Menos en nuestro estado actual. Su poder es como las estrellas; infinito, vasto y profundo.
- Si quisiéramos darle un castigo en nuestro estado, seremos presa fácil. - complementó Jurojin - Debemos esperar el momento adecuado para darle su castigo por profanar de esa manera sus propios ideales.
- ¡Y también al maldito de Buda! - exclamó Ebisu otra vez - ¡No lo hemos castigado desde que traicionó a los Dioses en el primer Ragnarok-! ¡Ah, mi mano!
Mientras los Dioses de la fortuna seguían intercambiando palabras, Bishamonten estaba en silencio. Siempre lo estaba pero esta vez no parecía ser el típico silencio suyo.
Con su mirada, a través de la multitud de heridos y enfermeras, veía las puertas de Gimlé, mientras recordaba un par de escenas que le marcaban. Un humano que lo humilló frente a una gran multitud, y la cabellera negra que inconscientemente entró a Gimlé, quien casi una hora atrás se llamó a si misma-
- Castigo divino ♪ ... castigo divino ♫ ... castigo divino~
Una voz más infantil que la de Daikokuten surgió en una camilla al fondo de donde se ubicaban. Los siete, incluido Bishamonten, voltearon a la par.
- ¿Quién está ahí? - preguntó Ebisu casi gritando - ¿¡Un intruso!?
Un pequeño par de ojos, junto con una cabellera larga y un sombrero pequeño se asomaron en la orilla. Y una prolongada risita traviesa le acompañó antes de continuar.
- He escuchado cosas muy interesantes de parte de ustedes, Dioses de la fortuna.
- ¿¡Quién eres!? - Ebisu se puso a la defensiva - ¿¡Te gusta escuchar conversaciones ajenas!?
- Me recuerda a... cierta niña que también era así de curiosa. Quién escuchó cosas que no debía... - comentó Hoteison por lo bajo.
- Oh... - ese par de ojos se encerreraron con diversión - Así que escuchar a los Dioses de la fortuna no parece ser un logro del cual jactarse.
- ¡Sal de ahí! - gritó Jurojin con autoridad - ¡O recibirás el castigo de los Dioses!
Los ojos soltaron otra pequeña risa, y un par de manos pequeñas tomaron la orilla y escalaron con mucho esfuerzo, hasta que todo su pequeño cuerpo estuvo de pie sobre el colchón de la camilla. Los Dioses de la fortuna se sorprendieron al ver la apariencia tan infantil de la intruso.
- ¿Eh? ¿Tan solo una pequeña niña?
- "Niña" es el término incorrecto, Dios... - sonrió la pequeña con emoción, levantando su mano - ¡Prefiero el término más acorde para mi: "cazadora de talentos"!
La pequeña niña, Líf, de algún modo logró librarse de todo el desastre que azotó el estadio. Y ahora, estaba a punto de hacer uno de sus juego con los 7 Dioses de la fortuna
Al parecer, ha surgido un nuevo plan en sus manos.
...
Fecha de publicación: 25 de enero del 2022
ASFD
Nota de autor: Aquí tenemos el capítulo adelantado. Aunque no gane nada en los Nestor Wattys, al menos con este capitulo recordaremos que esta historia va hacia las ligas mayores. Un regalo especial para ustedes ;)
Abajo les dejaré unas notas para que se guíen mejor con los términos que usaré de aquí en adelante (cada que haya nuevos términos, los dejaré al final de dicho capítulo).
Sin más que decir... ¡Los leo en el siguiente capítulo!
...
Nuevos términos
* Ábaton: pórtico sagrado en algunas ciudades-estado donde los enfermos, después de hacer un ritual, dormían esperando la visita de Asclepio para que les curara sus enfermedades. Aquí será considerado la enfermería en los Campos Elíseos.
** Gimlé: único lugar que no es destruido tras Ragnarok, donde viven los que sobrevivieron. Aquí será la zona especial en Ábaton y otras partes de los Campos Elíseos, exclusivo para los participantes y ganadores de ambos Ragnarok.
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