Capítulo 23: Motivaciones
- Yo no soy como esos Dioses de los que hablas... Yo soy una existencia perfecta.
- Maravilloso. Coincidimos en algo tu y yo... Somos la perfección en nuestras razas.
Ambas peleadoras se miraron directamente a los ojos, soltando un aura de desafío.
- ¡El combate no ha terminado, damas y caballeros! - Heimdall estaba algo sorprendido y confundido por lo que hizo Nut, pero siguió como si nada - ¡Ahora que ambas peleadoras han mostrado sus mejores arsenales, ¿Cómo terminará esto?!
En efecto: las habilidades que ambas peleadoras se estaban igualando de forma impresionante. En las gradas de los Dioses, a diferencia de los humanos, se sentían más aliviados y entusiasmados al ver que Nut seguía de pie y que gracias a su poder estaba nuevamente completa.
- Eso fue lo que nos habló padre y Ra-sama- comentó Osiris - La extraña habilidad de regeneración de Nut.
- Si. La primera vez que lo vemos - explicó Isis con una sonrisa malvada - "Cada estrella del cielo es una año de Nut y una segunda oportunidad. Su vestido es el contador de todas las vidas que tiene, pierde una estrella cada vez que usa una vida extra."
- Una inmortalidad casi infinita - Horus habló con gran orgullo, cruzando los brazos - La única forma de matar a Nut será apagar todas las estrellas del cielo, lo cual es imposible para los Dioses, ¡Entonces cuanto más para una mortal!
Nut y Cleopatra respiraron con profundidad, y volvieron a su intercambio de ataques.
Con el arco de energía en sus manos, Cleopatra levantó su arma y empujó a Nut hacia atrás para lograr crear una distancia considerable entre ambas; la Diosa tomó fuertemente el mango de su hacha para frenar su movimiento repentino, enterrando la punta en el suelo.
Sin esperar a que su rival se detuviera, Cleopatra creó otra flecha en su mano; clavó el extremo del arco en el suelo y apuntó rápidamente hacia la Diosa.
- ¡Flecha de Artemisa!
La lanza salió volando a toda velocidad, y junto a la energía que cargaba el arma gracias arma la armadura, destiló una cantidad abrumadora de energía en el aire, como si fuera el rastro de un cometa de luz. Era exactamente el mismo flechazo que había usado anteriormente para destruir la mitad de la Diosa.
Nut, ahora consciente de lo que había sucedido en ese momento y de lo que se iba a enfrentar, no titubeó ni un segundo: la energía estelar rodeó tanto su cuerpo como su hacha, y sin esperar más saco el hacha del suelo, dio un cuarto de giro, y lanzó el arma hacia el frente.
- ¡Corte del cielo!
El hacha, brillando de dorado y blanco, voló a gran velocidad hacia la flecha, que a su vez emanaba un brillo azul metálico y eléctrico. Ambas armas chocaron rápidamente, soltando un gran eco de energía que se extendió en toda la arena y gran parte del estadio junto con un estallido luminoso que desvío las miradas de todos los espectadores. Tras ello, el hacha se desvío de dirección y siguió volando hacia el cielo, mientras que la flecha de Cleopatra desviada se clavó en el suelo, lejos de ambas peleadoras, con mucha fuerza.
Pero, ese choque no impidió que las mujeres siguieran en su enfrentamiento.
Cleopatra extendió las alas y voló a gran velocidad hacia Nut, quien se quedó quieta en su mismo sitio. La humana llegó hasta la divinidad, y cargando fuerzas y energía de la armadura en ambos brazos, soltó un puñetazo hacia el rostro de la Diosa.
Nut, del mismo modo que lo había hecho cuando Cleopatra tenía el martillo en sus manos, con tranquilidad dio un par de pasos hacia atrás mientras movía su cuello para esquivar el golpe de la mujer. La humana no se detuvo y lanzó un segundo puñetazo, que igualmente no tuvo éxito.
Tras ese segundo intento, Nut cerró uno de sus puños y atinó un golpe de lleno en el pecho de la armadura de Cleopatra. El golpe fue mucho más fuerte de lo que esperaba la mujer, puesto que además de provocarle una abolladura superficial también consiguió lanzar a Cleopatra varios metros hacia atrás.
Cleopatra voló largamente hasta usar sus pies para clavados al suelo y frenar en seco su movimiento; sin embargo, al mismo tiempo, el cielo sobre ella se turbó demasiado para mostrar que el hacha de Nut caía dando círculos directamente en ella.
- ¡¡El arma de Nut va a caer directamente en Cleopatra!!
Cleopatra miró hacia arriba frenéticamente, y estando llena de emoción cargó energía de la armadura a su pierna izquierda.
- ¡Amor! - exclamó Marco Antonio preocupado - ¡Sal de ahí!
- ¡Madre, no dejes que te toque! - Selene se mostró muy asustada.
Cleopatra hizo caso omiso a los gritos; al contrario, miró fijamente el cielo para calcular el momento en que caería el arma; y cuando estaba a muy pocos segundos de golpear, la mujer levantó su pierna y con toda la energía que había acumulado junto con su fuerza propia le arrojó una patada de lleno, que detonó un pequeño estallido.
El hacha fue desviada totalmente, cayendo varios metros lejos de la humana, pero lo suficientemente cerca de a Nut para que ella tomará el mango de la misma y comenzara su nueva embestida.
La Diosa llegó y girando sus caderas preparó un corte horizontal para partir a la humana, al mismo tiempo que ella cambiaba el arco para convertirlo en un escudo romano, el cual impusó de inmediato entre ella y el hacha de Nut, y provocando con ello el choque certero entre ambos armamentos.
La humana, sin esperar que su rival usara su fuerza física, recargó el escudo de energía eléctrica y la disparó como un rayo de luz, que quemó las manos de la deidad seriamente además que arrojó el hacha otros tantos metros lejos.
Nut se enfureció seriamente por eso, por lo cual sin dudar cerró los puños para golpear directamente a Cleopatra. A pesar del estado de sus manos, los fuertes golpes que resonaron en el escudo hicieron retroceder a Cleopatra más de lo que esperaba. En esos aprietos, Cleopatra tuvo que usar sus alas para salir de esa situación.
Nut no esperó, y en cuanto se separó de Cleopatra extendió su mano para atraer a su hacha; y en cuánto esta llegó, en vez de atacar, cambió la forma del Bastón del Cielo. Ahora, en vez de una hacha, el arma se alargó y en uno de sus extremos se llenó con cuchillas filosas como si fuera un gigantesco rastrillo. La Diosa tomó su nueva arma con ambas manos y se lanzó al ataque.
- ¡El Bastón del Cielo de Nut ha cambiado de forma nuevamente!
- Oye, oye - sonrió Cleopatra con molestia - ¿No te basta estar jodidamente rota, sino que ahora tienes que cambiar tu arma?
Nut no respondió, sino que siguió su camino y lanzando un movimiento vertical de arriba hacia abajo, la Diosa golpeó hacia Cleopatra con todas las cuchillas al frente. Ella, por su parte, interpuso su escudo de inmediato para evitar recibir de lleno su ataque; la cuchillas golpearon estrepitosamente el escudo, pero no ocurrió nada más sino unos cuantos rasguños en la armadura.
- Demonios... ¡Estás loca de remate!
- No me hables así mortal.
De inmediato, parte del rastrillo se separó y voló hacia la mano izquierda de la Diosa, formando en esta una lanza igual a la que había tenido antes, y con esta arma, Nut atacó el punto ciego de la defensa de la mujer; sus costillas. El golpe dio completamente en donde debía, que se notó en la expresión de dolor que reflejó el rostro de Cleopatra, pero gracias a la resistencia de la armadura salió intacta del golpe.
- ¡Déjame en paz!
Cleopatra empujó su escudo con todas sus fuerzas, logrando separarse de Nut lo suficiente. Tras ello, respiró con dificultad mientras se recomponía y tocaba su costado.
- Esto es distinto a lo que había imaginado... - comentó la humana - Creí que en el Ragnarok mi combate terminaría más rápido. Pero, si hemos durado tanto... significa que eres una digna rival para la cúspide de la humanidad...
Cleopatra sonrió con arrogancia, y Nut solo permanecía mientrs apretaba sus armas en ambas manos, lista para atacar nuevamente. La egipcia suspiró de emoción y el escudo en su mano se desvaneció.
- En ese caso... alguien como yo no necesita esta defensa, sino que necesito "esto"...
El escudo se desvaneció, y en su lugar apareció una nueva arma que sostuvo Cleopatra firmemente: el tridente de Poseidón. En las gradas los espectadores se espantaron con gran sorpresa y confusión.
- ¿¡Qué es esto!? ¡¡Cleopatra ha creado el tridente de Poseidón en sus manos!!
- ¿Qué diablos?
- ¿Esto es posible?
- ¡No puede ser! ¡El tridente de Poseidón y de Sobek!
- ¡No, no puede ser ese!
- ¡Debe ser una mera copia!
La Trinidad principal de Egipto se levantaron al mismo tiempo, confundidos y asustados.
- ¿¡Qué hace esa humana con el arma de Sobek!?
- ¡No lo puedo creer! ¡No puede ser esa arma; nos la entregaron los griegos después que terminó su pelea!
- Debe ser un error - Isis se llevó una mano a la cabeza - Pero Khonsu nos ayudará a resolver esto de inmediato, ya que él se encargó de-
La Diosa volteó para hablar con el halcón, pero se llevó la sorpresa de que el Dios ya no estaba ahí donde estaba anteriormente; entonces, la segunda confusión en Isis salió al aire.
- ¿Qué? ¿Dónde está Khonsu?
Los Dioses griegos se sorprendieron de igual forma.
- ¿Qué rayos?
- ¿Eso es posible? - preguntó Hermes.
- Parece que si... - Atenea contestó seria, mientras comía unas papas fritas - Con lo que me contaron y con lo que he visto, parece que puede.
- Como si creara sus armas a voluntad... - respondió Zeus, llevándose una mano a su barba.
Ares estaba pensando y pensando, especialmente en lo que había hablado con Líf hace un rato; pero, tener su cabeza concentrada en ello le hizo soltar un comentario certero sobre el combate.
- No creo que sea "crear armas a voluntad". De lo contrario, probablemente esa humana tendría en sus manos todo un arsenal listo para usar.
- ¡Oh! - sonrió Atenea con sarcasmo y sorpresa - Parece ser que aún tienes cerebro que usar, hermano mayor.
Ares no respondió ante el comentario de la menor, puesto que de guía pensando en la pequeña valkiria. Atenea, viendo que no obtuvo el resultado esperado, devolvió la mirada molesta hacia la arena, pero ese comentario de su hermano fue algo muy inteligente.
- Creo que Ares tiene razón. Su capacidad de crear armas debe estar limitada porque... De algún lado tiene que salir, ya no creo que esa humana tenga suficiente material para crear muchas armas.
- Es cierto... - concordó Hermes, asintiendo con la cabeza.
Cleopatra movió el tridente en sus manos, con una ligera risa.
- Entonces... ese par de enanos me permitieron usar este tan aclamado tridente de Poseidón y de Sobek, los tiranos del mar...
Ante ese comentario, la humana soltó una risa llena de diversión.
- ¡Que divertido! Ese Dios cocodrilo, que una vez adore cuando fui faraona... Estuve a punto de pelear contra él, hasta que Jingū me convenció de que lo quería a él como rival. Me hubiera gustado pelear contra esa lagartija, pero Jingū-chan me quitó esa oportunidad...
Su comentario hizo enfurecer un tanto a los Dioses egipcios en las gradas. Sin embargo, como siempre, Nut estaba en silencio; no le prestaba atención a la palabrería de la humana, pero si al arma en sus manos.
- Me hubiera gustado saber si Sobek hubiera visto en mí a la divina realeza que soy... - suspiró, mientras un sonrojo recorría sus mejillas - En fin... No se podrá nunca más.
- ¿Ese tridente... es real...?
Esa fue la única cosa que preguntó Nut, siguiendo con sus ojos fijos el arma que sostenía su rival y todos sus movimientos.
Cleopatra se sorprendió ligeramente, y sonrió con diversión.
- Tendría que ser real para tenerlo en mis manos, ¿no? - rió con ese mal chiste - Pero, para su suerte o desgracia, no es del todo real. Solo es una recreación que me dieron esos enanos, pero no es la verdadera-
Ni siquiera había terminado de hablar cuando Nut se lanzó al ataque, apuntando su rastrillo desde atrás para atacar con toda su fuerza, especialmente al tener semejante tridente de frente.
- En ese caso, no tengo razones para detenerme.
El rastrillo golpeó hacia Cleopatra con gran fuerza, al tiempo que la humana levantaba el tridente para interponerlo como si fuera defensa. Las armas chocaron con gran resonancia, pero ninguna se detuvo con ello.
Nut regresó su arma y volvió a atacar de frente, ante lo cual Cleopatra lanzó una estocada del tridente logrando que el arma de Nut se detuviera, y por el tamaño que tenía el equilibrio le jugo una mala racha y concluyó en caer hacia atrás de la Diosa.
La divinidad no se preocupó por su arma caída, sino que apretó la mano donde sostenía la lanza y arrojó un golpe de frente, para herir el rostro; Cleopatra uso uno de sus brazos para defenderse y prosiguió a atacar con el tridente, aunque su fuerza y velocidad distabqn mucho de asemejarse a sus antiguos portadores.
Ambas retrocedieron y finalizaron por chocar armas con frenesí, y por cada choqhr que producían, ambas regresaban y de otra forma atacaban y chocaban; en medio de ese intercambio, de forma sorpresiva, Cleopatra desvío uno de los ataques de Nut y usando toda la fuerza de sus brazos junto con el filo de los picos del tridente, descendió con un golpe vertical que consiguió cortar limpiamente la mano izquierda de la Diosa.
Aquella pequeña mano, apretando la lanza divina, cayó en el suelo con un golpe seco, pero Nut no expresó dolor, sorpresa ni nada en absoluto; ni siquiera parecía ser consciente que acababa de perder una mano. Su rostro seguía siendo tan indiferente que producía un terrible miedo.
Cleopatra volvió a preparar su tridente en su mano, pero la Diosa sin hacer uso de su arma caída mantuvo la mirada fija en el tridente. Y, al mismo tiempo que la humana lanzó una estocada directa, Nut se movió con lentitud y tranquilidad, volviendo a esquivar el movimiento.
La humana hizo un cambio de mano, y con su brazo que estaba en mejor estado además de cargar el tridente con energía de su armadura, comenzó a lanzar una ráfaga de golpes que a la par destruían parte de la arena.
Pero Nut, sin prestar atención al daño a su alrededor, siguió esquivando los golpes con tranquilidad, y siempre la Diosa tenía fijos sus ojos en el tridente, de forma que veía exactamente como se movía su arma.
- ¡La humana ataca y ataca, llevándose consigo parte de la arena, pero Nut esquiva perfectamente todos los golpes sin salir herida en lo más mínimo!
Nut seguía moviéndose como en zigzag con seguridad, de forma que todos los golpes de la humana no le hacían daño en lo absoluto; con esfuerzo, la cabellera de Nut era la que salía herida.
- Ahhh... ¡Si que eres difícil de matar! - Después de un largo rato, la humana se enfureció seriamente.
Cesó de lanzar golpes y comenzó a juntar la energía de su armadura, en mayor cantidad, directamente en el tridente. Nut se quedó quieta de una vez, y sin querer hacer nada más que mirar (primeramente el tridente y luego a la egipcia), permaneció en el mismo sitio.
La humana terminó de cargar su tridente y lanzó su siguiente movimiento.
- ¡Déjame ver que tan poderosa eres en verdad! ¡Anfitrita!
Con la postura de ataque adecuada y drenando la energía de la armadura en su tridente, Cleopatra procedió a lanzar de forma irregular y continua estocadas hacia la Diosa, moviendo el tridente en todas las direcciones que le fueran posibles.
Los golpes atinaron en dónde estaba la divinidad, generando una gran nube de humo mientras los escombros del ataque volaban en la zona de pelea.
- ¡Cleopatra está usando uno de los movimientos de los soberanos de los mares para ir contra Nut!
- ¡Eso es amor! - sonrió con gran fervor Marco Antonio, apretando ambos puños con todas sus fuerzas - ¡Hazla trizas!
- ¡Vamos mamá! ¡Tu puedes! - le acompañó Alejandro.
- ¡Esa Diosa no se puede comprar contigo! - concordó rápidamente Selene, feliz en su mirada - ¡¡Tú eres mucho mejor que ella!!
Julio César levantó también un clamor de apoyo, junto con sus oficiales y soldados romanos.
Después de unos segundos, la humana comenzó a respirar con dificultad y sus estocadas se volvían un tanto más lentas que antes.
« Mierda… Todo este combate ya está dejando exhausta. Especialmente con este hombro perforado que tengo; lo bueno es que aún puedo usar el brazo, pero el dolor y la sangre siguen brotando... Debo terminar con esa pequeña Diosa lo más pronto posible y creo que con esta ráfaga será más que suficiente. »
De inmediato la humana cesó de sus ataques, dejando caer el tridente a un costado suyo. El humo de la ráfaga de golpes comenzó a disiparse, levemente y con constancia, mientras la humana respiraba grandes bocanadas de aire.
- La Diosa ha recibido de lleno la tremenda tormenta de golpes de la humana representante... ¿Será posible que haya sobrevivido a todo eso?
Cleopatra se llevó una mano al pecho, mientras seguía respirando fuertemente.
« Supongo que sigo de pie por ese suero que me dieron los enanos... Que bueno. » desvío la mirada y vio a unos metros de ella la flecha que anteriormente había usado « Oh, ahí está mi otra arma. La recogeré de una vez. »
Levantó uno de sus brazos, y el arma se hizo polvo metálico para volar hasta la humana, y entonces Cleopatra prestó más atención al humo disipado frente a ella, dándose cuenta de algo: una especie de sombra.
- ¿Eh?
El humo terminó de volar en el aire, y entonces se pudo ver con claridad lo que había allí: Nut, de pie en el mismo sitio. Cleopatra se sorprendió en gran manera.
- ¿¡Qué!?
- ¡Imp... Impresionante! - exclamó Heimdall - ¡Nut ha salido ilesa de esa ráfaga de golpes!
Los Dioses en las gradas, especialmente los egipcios, celebraron con aquello con gritos de júbilo.
Sin embargo, Nut no estaba del todo intacta. En su cuerpo, su vestido había sufrido muchos cortes y estaba rasgado especialmente en la zona de sus piernas, resultando su pequeña y delineada figura femenina; su cabello también se había cortado, pero no igual que antes sino que tenía un corte de cabello moderado. Lo más notable eran sus pies, agujereados y seriamente dañados, llenos de sangre y de alguna manera aún tenían forma de pies; pero, eso comparado a lo esperado, era intacto para los espectadores.
Entre los Dioses del reino egipcio, había una figura masculina que se había destacado mucho más que las demás deidades; vestido como un rey, destacando los colores verdes y al mismo tiempo daba aires de agricultor. Aquel Dios levantó su voz en un grito de apoyo, sonriendo ampliamente.
- ¡Vamos, Nut! ¡Tú puedes puedes contra esa escoria humana! ¡Tú puedes ganar, amor mío!
Aquel Dios era Geb, el Dios egipcio de la tierra y el Tercer Dios Faraón; en los mitos de esa tierra de Dioses, él era el esposo de Nut de cuya unión habían nacido 5 Dioses: Isis y Osiris, la pareja del trono egipcio; Neftis y Seth, los destructores; y Khepri, el amanecer del cielo.
Nut escuchó las palabras de Geb detrás suyo; pero, en de responder como debiera, se limitó a girar sus ojos disimuladamente para ver al Dios; pero, aún así, no le presto mucha atención y devolvió la mirada hacia Cleopatra.
La humana seguía muy sorprendida por ver que sus ráfagas no habían hecho el efecto esperado. Nut notando ello, por primera vez en el combate soltó una disimulada risa sarcástica para si misma, que sorprendió aún más a Cleopatra.
- ¿Ah? ¿Te estas riendo? - preguntó con incredulidad la humana, confundida - ¿Si sabes reír?
- Es gracioso... que hayas intentado acabar conmigo con esa ráfaga mediocre... - comentó mientras sacudía sus pies ensangrentados - Fueron tan mal hechos que ni siquiera quise esquivarlos.
Cleopatra se sorprendió aún más, especialmente por escuchar un diálogo largo de parte de Nut.
El cabello de la Diosa se estiró hacia suelo, mientras Nut tomaba un mechón cercano a su mejilla y, juguetonamente, lo enredaba entre los dedos de la mano que le quedaba.
- ¿Quieres que nos enfrentemos a ráfagas de ataques?... Te enseñaré como debes hacerlo, miserable gusana...
Antes de que Cleopatra pudiera decir algo, el cabello de la Diosa se clavó en la tierra con gran fuerza, e instantes después surgió nuevamente alrededor de Cleopatra, como si fuera un capullo de cabello; todas las hebras se levantaron en el aire, apuntando con puntas de flecha hacia Cleopatra por todos lados.
Nut siguió jugando con su mechón en mano, como si no le importara, al tiempo que sus ojos soltaban un brillo blanco.
- Ultratumba de Dioses.
Sin perder tiempo, las hebras se arrojaron contra Cleopatra en un capullo negro y morado que comenzaba a cerrarse de forma amenazante. La humana no se desesperó sino que sonrió con emoción.
- Así que realmente eres un pozo sin fondo... ¡Qué maravilla!
Las alas detrás suyo se extendieron, y con una ventaja de segundos pudo salir volando y escapar de la cúpula de cabello, los cuales chocaron en el suelo frenéticamente.
Nut se molestó, y tras dirigir la mirada hacia Cleopatra, el cabello cambió de dirección y voló directamente a la humana, quien apretó el tridente en su mano al mismo tiempo que creaba un escudo circular en su otro brazo.
Como si fueran un millar de cuchillas delgadas y finas, las hebras de cabello golpearon como una lluvia incontrolable y golpearon completamente a la humana que tenía el escudo ya de frente para recibir todo.
Cleopatra afianzó el tridente y comenzó a lanzar estocadas y cortes aleatorios mientras se resguardaba en la seguridad del escudo, logrando de forma irregular y poco constante cortar el cabello de Nut y disminuir la cantidad de hebras que le golpeaban; a su vez, las alas le permitían mantener el equilibrio en el aire además que le movían de lugar constantemente.
Permaneciendo en el aire, Cleopatra retrocedía con el escudo al frente y cortando cabello incansablemente, mientras que Nut solo estaba de pie, mirando seria y fijamente a la humana voy su mano en su mechón, y cuando menos lo esperaba la humana, unas hebras de cabello cambiaron de posición y comenzaron a atacar por detrás de ella, lo cual le obligó a cambiar su estrategia: golpes aleatorios con ambas armas.
- ¡Ambas entran a otro frenesí de combate! ¡Nut usa su cabello para atacar por todas direcciones, mientras que Cleopatra destruye el cabello sea donde sea que se esté acercando!
Sin parpadear prácticamente, la Diosa se fijaba en Cleopatra en todo momento, y en un momento dejó de jugar con su mechón para levantar su mano derecha, y por lo tanto convocar la presencia del rastrillo gigante a la misma. También fue un llamado a la lanza divina que, saliendo del agarre de la mano cortada, voló en el cielo hasta llegar al rastrillo gigante.
Ambas armas se fusionaron y dieron como resultado el anterior y original Bastón del Cielo, que sostuvo la Diosa con su mano; todo eso al mismo tiempo mantenía su ataque de cabello contra la humana.
Sin parar ni un segundo, la egipcia humana agitaba su tridente y su escudo en todas direcciones, destruyendo una gran cantidad de cabello; sin embargo, el cabello seguía llegando y llegando en gran cantidad, por lo que todo parecía ser esfuerzo en vano. Entonces, fue cuando la frustración comenzó a invadirle.
Finalmente, la humana lanzó un grito eufórico que a su vez liberó una gran cantidad de energía alrededor de su cuerpo, como un pequeño estallido en ella, que destruyó todo el cabello de Nut a su alrededor en un radio considerable.
La humana se sorprendió por esa reacción de la armadura, pero más aún al notar aún su cuerpo se había agotado exhaustivamente. Sin querer perder esfuerzo y oportunidad, la humana aferró su mano al tridente, y sin siquiera apuntar, lanzó el arma con todas sus fuerzas hacia la Diosa que no se movía de su sitio.
- ¡Cleopatra ha arrojado el tridente para golpear a Nut!
El arma voló con una inmensa velocidad y fuerza hasta quedar a segundos de atravesar la Diosa, quien sin darle importancia alguna simplemente levantó una de sus piernas y dio una patada que desvío el tridente para enterrarlo justo frente a ella.
Un brutal estallido de humo se generó y agitó buena parte de la arena; y cuando el mismo se desvaneció se apreció que el tridente estaba enterrado e intacto frente a Nut, y ella con su pie ya hecho pedazos totalmente estaba pisando el arma de una forma posesiva y arrogante.
- ¡De una solo patada Nut ha desviado el tridente de Cleopatra!
- ¡Onee-sama! - Lífthrasir brillaba llena de emoción y encanto - ¡Este combate se hace más y más violento! ¡Debe ser la batalla más sanguinaria en el Ragnarok!
- Aún faltan ver más batallas, pequeña. - respondió Geir con tranquilidad, dándole a la niña un par de palmadas en la cabeza - Además, si llega a haber más sangre de la que debería, tendré que taparte los ojos. Aun eres muy pequeña para ver esas cosas.
- ¡Onee-sama, no es justo! - hizo berrinche la menor - ¡Tengo 900 años! ¡Soy lo bastante grande para ver esta pelea sin censura!
- No lo discutiremos, jovencita. - concluyó la valkiria con una voz infantil.
De repente, su teléfono vibró dentro de su chaqueta. Geir se sorprendió y lo sacó para ver de qué se trataba.
- ¡Onee-sama! ¡Los teléfonos están prohibidos durante el Ragnarok! ¡¡Apágalo!! - exclamó la pequeña niña con un resoplido.
- Si, si. Solo voy a revisar esto...
Era un mensaje, y nada agradable. Tras leerlo, Geir se asustó demasiado, incluso más que lo que había estado presenciando en el combate.
"Ya la busque en ese jardín. No está". Era todo lo que decía el mensaje de Hlökk.
Geir sintió un vacío horrible en su estómago, y sin evitarlo se dirigió a su hermana menor.
- Lífthrasir... Respóndeme algo.
- ¿Eh? ¿Ahora? - Lífthrasir hizo otro berrinche - ¿Justo cuando el combate está en su clímax?
- Si. - sin dudar, la valkiria mayor continuó - ¿Estás segura que Líf estaba en los jardines de los Campos Elíseos?
- ¡Por supuesto! Cuando me di la vuelta, pude verla desaparecer por ahí.
- ¿Muy segura? - volvió a preguntar, pero esta vez con pesadez.
Y con esa repetición de pregunta, Lífthrasir se preocupó.
- ¿Qué pasa? ¿Alli no está Líf?
Tras un momento de silencio, Geir respondió con seriedad.
- No. Hlökk me acaba de mandar un mensaje diciendo que no está allí.
Lífthrasir se asustó, y rápidamente comenzó a hablar.
- ¡P-Pero yo la vi allí!
- Puede que después se fue de allí, pero... - las siguientes palabras le pesaron más - Lo que me preocupa es el terremoto que ocurrió por el ataque de Nut...
- ¡No! - de inmediato Lífthrasir comenzó a llorar - ¿Mi hermana está herida? ¡No, onee-sama, no! ¡Yo no quería hacerle daño!
- ¡Pequeña, tranquila! - Geir le tomó de los hombros - No te asustes sin razón. Que no esté allí no quiere decir que está herida. Más bien está pérdida.
- ¿Crees que tenga miedo? - Lífthrasir se sintió aún más culpable - ¡No debí haberla dejado sola!
- ¡Calma, calma! - sin pensar, Geir la rodeó en sus brazos de forma materna - No te preocupes. La encontraré, cueste lo que cueste.
- Déjame ir también...
- ¡No! - Geir miró fijamente a la menor - Tú te quedarás aquí.
- Pero, onee-sama-
- No sé en qué estado se encuentre todo el coliseo, y no podré cuidar de ti y de mi al mismo tiempo que busco a Líf. Tu te quedarás aquí, que... - la valkiria lo pensó un segundo, antes de terminar su frase con una sonrisa - Irónicamente, que es el lugar más seguro por el momento.
Lífthrasir se limpió las lágrimas con ambas manos, y asintió pesadamente.
- O-Okey, onee-sama.
- Y ahora, debo enviar unos mensajes para que alguien venga a estar contigo mientras busco a Líf.
- Si, onee-sama.
En la arena, Nut miraba con desprecio el tridente que estaba debajo de su pie hecho puré, al mismo tiempo que Cleopatra descendía con sus alas hasta tocar el suelo con sus pies.
- Una mísera copia... muy resistente... - con indiferencia, Nut pateó el tridente, logrando desenterrarlo y arrojándolo hasta los pies de su dueña - Pero... necesitarás más que eso para derrotarme...
Cleopatra se agachó para tomarlo, con una sonrisa en sus labios.
- Y tu necesitarás más que tu cabello para vencerme...
El cabello regresó desde el suelo hasta la cabeza de la Diosa, disminuyendo su tamaño hasta el que debería ser; sin embargo, las ráfagas de Cleopatra dieron resultado puesto que el cabello ahora estaba cortado muchísimo, a pocos centímetros de tocar los hombros de la divinidad.
Cleopatra respiró con dificultad, especialmente por ese estallido que soltó, mientras Nut afirmaba el Bastón del Cielo en su mano.
...
- ¡Hathor! ¡Hathor!
El Dios halcón entró con rapidez en la habitación, la que le habían dado a Sobek mientras esperaba su turno de pelear.
Tras haber buscado en otras habitaciones y antecámaras distintas, esa era la ultima opción que tenía en mente Khonsu para encontrar a su amiga. Detrás de él entró Anubis, un tanto apresurado por seguirla el paso.
Ambos entraron, y vieron que no ese lugar el terremoto no había afectado tanto; pero más aún, el leve llanto que escucharon hizo que ambos se sintieran más aliviados.
Khonsu caminó por el cuarto hasta llegar al origen del llanto femenino que se oía: la cama de Sobek, la cual tenía sus cobijas y sábanas hechas un desorden, y debajo de ellas un enorme bulto parecía moverse lentamente. El Dios levantó las cobijas lentamente, y encontró con la Diosa vaca, abrazaba en forma de cuchara a una almohada y apretando su rostro en la misma mientras lloraba.
- ¡Hathor! - de repente Khonsu gritó con preocupación - ¿Estás bien?
Hathor dejó de moverse y se calló de inmediato, para luego tartamudear con cierto toque de nerviosismo
- ¿Sobek, mi amor? - la Diosa separó la cara de la almohada - ¡¿Eres tu, cierto!?
Sin embargo, no se encontró con el Dios cocodrilo que quería sino que estaba allí Khonsu. Tras verlo, Hathor volvió a llorar con amargura al tiempo que ponía su rostro en la almohada.
- ¡No, no eres tu! ¡Fuera de aquí!
Pero Khonsu no le presto a tensión a su petición.
- ¿Estás bien? Hubo un terremoto hace unos instantes y vine a-
- ¡Qué te vayas!
La Diosa se separó de la almohada, apretó su puño y con todas sus fuerzas golpeó el rostro de Khonsu, mandándolo hasta el otro lado de la habitación.
Después de que el Dios cayera al suelo estrepitosamente, Hathor levantó la fiesta y vio que Anubis también estaba en la habitación, por lo que con un poco más de respeto volvió a ocultar su cabeza en la almohada.
- Por favor, fuera de aquí. No quiero visitas de ningún tipo.
- Lo sentimos, señorita Hathor. Solo vonimos aquí para saber si está bien... tras ese terremoto por Nut-sama.
Hathor se quedó sollozando en silencio un instante, apretando la almohada en sus brazos.
- Si, estoy bien... - respondió la Diosa secamente - Ahora, váyanse. Quiero estar sola en la habitación de mi amado.
Khonsu se levantó con dificultad mientras se acomodaba la quijada.
- Ahora entiendo... porque le tiraste los dientes a Sobek...
A pesar del golpe que había recibido, Khonsu volvió a dirigirse a Hathor, quien al notar su presencia se enojó seriamente.
- ¡Vete! ¡No quiero estar con nadie-!
- No, Hathor - Khonsu tomó a Hathor de uno de sus hombros con firmeza, viéndole al rostro fijamente - No quieras sumergirte tu sola en esto. Sé lo que estás sintiendo. Recuerda que él era mi mejor amigo.
Hathor se quedó en silencio, y con sus ojos caídos miró la almohada en sus manos.
- No creí que... estar sin él por tan poco tiempo me dolería tanto... Lo extraño mucho.
- Yo también lo extraño, Hathor.
Khonsu se sentó en la orilla de la cama mientras acariciaba el hombro de su amiga. Por su parte, Anubis se acercó a ambas deidades con cierta cautela.
- Señorita Hathor, me gustaría expresar mis condolencias. No conocí a Sobek del mismo modo que ustedes, pero-
Teniendo cerca al Dios de la muerte, un conjunto de epenamientos invadieron a Hathor llevándola de enojo hacia el Dios
- ¡Tú...! - de inmediato la Diosa se levantó para dirigirse a Anubis - Por... por culpa de tu maldita victoria en ese Ragnarok de hace 1000 años... ¡Mi Sobek está muerto!
- ¡Hathor! - Khonsu tomó a la Diosa de ambos hombros - Anubis no tiene la culpa de lo que pasó. Lo único que hizo fue pelear y ganar contra ese humano.
- Si me permite... - comenzó a explicar el Dios de la muerte - No debería decir esto, pero la Trinidad principal tiene un tanto más de culpa que yo. Ellos han sido responsables de muchas cosas, entre ellas mi repudio hacia ellos.
Hathor se sorprendió por la declaración de Anubis.
- Si, tal como Sobek nos lo contó - concordó Khonsu - Le hicieron más alarde a Anubis que a él mismo para mandarlo a la arena.
- Le pido disculpas por la actitud de ellos 3. Se dejan influenciar rápidamente por cualquier cosa que pueda beneficiarlos, y por desgracia mi victoria en el primer Ragnarok ha sido una medalla para ellos, mientras que para mi... fue un aprendizaje más sobre esos humanos que conocía en la muerte.
Anubis inclinó su cabeza en señal de respeto, a lo cual Hathor respondió con más calma.
- O-Okey...
- Cómo le decía, le doy mis condolencias por su amigo fallecido, aunque puedo notar que para usted era más que un amigo. No lo conocí como ustedes, pero tras haber visto su combate... Seré capaz de entender si ustedes nunca superen su muerte.
Ambos Dioses se quedaron en silencio, y Anubis continuó.
- Sobek sin lugar a dudas fue mejor Dios de lo que somos muchos de nosotros. Desde su propia y peculiar perspectiva, supo valorar a la humanidad como algo más que creaciones. No quiso aceptar la victoria sin haberlo dado todo, y no aceptó que su rival se sumergiera en la desesperación sino que le dio esperanza. Creo que todos nosotros deberíamos aprender de él.
- Si... - comentó la Diosa - Siempre creí que era... un fetichista y fanático muy loco, pero... veo que aún sus fantasías son la causa de que sea el Dios de Dioses...
La Diosa soltó una sonrisa amable mientras apretaba la almohada en su mejilla.
- Si... ahora entiendo por qué acepté amar a ese fetichista.
Así, la calma llegó a la habitación de una vez; aunque se sentía muy vacío el silencio que se produjo, los 3 Dioses estaban muy cómodos.
Tras un largo rato, Anubis se acercó a Khonsu para susurrarle.
- No quiero presionarte. Pero, si queremos salir adelante en este Ragnarok, debes decirme y aclararme tus argumentos sobre... ya sabes...
- Si, es cierto.
Khonsu dio un par de palmadas en la espalda de la Diosa, y cuando estaba dispuesto a irse le tomó del brazo.
- ¿A dónde vas, Khonsu?
- Tengo que hablar con el señor Anubis de un asunto importante.
- ¿Y s rienen que ir? - Hathor puso en su rostro una expresión de tristeza - ¿No podrían discutirlo aquí, por favor?
La Diosa dejó el brazo del Dios halcón y abrazó la almohada con ambas manos., mientras sus lagrimeo nuevo recorría sus ojos.
- No quiero que hagan caso a lo que dije antes. En verdad este lugar se siente muy solo, en especial sin él. No me dejen aquí por favor...
Anubis le miró a Khonsu, esperando respuesta de su parte.
- Eh... yo... - el Dios halcón pensó un par de veces - Yo... no sé si...
- Por favor, Khonsu - le suplicó Hathor - Me quedaré callada y los ignoraré por completo, si no quieres que oiga. Y negaré cualquier cosa si alguien me preguntan. Pero... por favor no me dejen sola...
Anubis volvió a mirar a Khonsu, quien a su vez se sintió presionado por ambas partes. Dejó de pensar y el inmediato la respuesta salió de su boca con tono serio.
- Después de todo, no puedo dejar abandonada a mi mejor amiga de la infancia.
- ¡Gracias ♡! - Hathor dio un salto y se lanzó para abrazar al Dios halcón; sin embargo, el no perdió la seriedad de asunto.
- Lo que vamos a hablar es algo muy importante. Puedes oírnos, pero lo único que te pediré es que, si sales de aquí y el Ragnarok aún no ha terminado, no se lo cuentes absolutamente a nadie.
Hathor, de haber mostrado una sonrisa de gratitud, pasó a mostrar confusión en su rostro para mirar cara a cara a Khonsu.
- ¿De qué van a hablar?
- ¿Me lo prometes, Hathor? - Khonsu levantó una mano para Hathor.
Ella dudo un par de segundos, pero después entrelazó su mano con la de él.
- De acuerdo. Puedes confiar en mi. - y ambos separaron las manos.
- Bueno, si ambos están bien con esto, le explicaré - Anubis fue quien tomó la palabra - Hace unos momentos me encontré con Khonsu que me comunico que, tras unir algunos cabos que han surgido en lo que llevamos del Ragnarok, cree que hay un traidor del lado de los Dioses.
Hathor se quedó completamente perpleja y paralizada frente a esa noticia, por lo cual parpadeo un par de veces.
- ¿Un... que?
...
Nut apretaba el báculo en su mano completa, mientras Cleopatra estaba con la guardia en alto, preparada para cualquier cosa que hiciera la Diosa.
Pero, aunque por fuera parecía lista, por dentro se sentía cansada; respiró con gran pesadez con la boca abierta, y sintió un escalofrío recorrerse cuerpo.
« Esta cosa de armadura… se está volviendo cada vez más cansado. Y tendré que seguir hasta que sepa cómo parar la regeneración de esa loca... »
Tomó una enorme bocanada de aire, mientras escuchaba la sangre de sus heridas caer en el suelo.
« Estoy mal pero… Solo debo seguir peleando... Es todo lo que tengo que hacer... »
Cleopatra dio un vistazo a las gradas de la humanidad, encontrándose con la familia que tenía y que había formado: Julio César, su primer amante, y Cesarión, su primer hijo; Marco Antonio, su segundo amante, junto con Cleopatra Selene y Alejandro Helios, sus gemelos. Por lo bajo sonrió para si misma.
« Tengo buenos motivos para seguir haciendo esto, aunque duela tan horrible. Solo debo seguir peleando... hasta ganar e ir con ellos... »
- ¡Vamos, amor! - exclamó con felicidad Geb, levantando ambos brazos y dando aplausos - ¡Tú puedes contra ella! ¡Peleará como quiera, pero no conoce a la Diosa de quien estoy enamorado: la bóveda celeste Nut! ¡Tú puedes, amor mío y esposa mía!
Los Dioses egipcios se sintieron acogidos por las palabras de Geb, especialmente por saber cual era la historia popular de ambos: esposos y amantes desde la antigüedad.
- ¡Que bueno!
- ¡Geb-sama apoya a su esposa en todo momento!
- Es tan romántico~
Isis había desaparecido de su palco, por lo que el par de Dioses restantes soltaron comentarios entre ellos.
- Geb-sama apoya a Nut-sama en todo momento. Es muy encantador... - comentó Osiris con franqueza.
- Supongo que tu también apoyarías a Isis de esa forma si estuviera en el Ragnarok, ¿Verdad? - sonrió Horus con picardía.
- ¡Por supuesto!
Ambos rieron unos instantes, pero un nuevo tema salió a la luz para ambos.
- Aunque... con respecto a ellos, hay algo que nunca he entendido.
- No eres el único. A mi también me preocupa eso... - comentó Horus, dirigiendo su mirada a Nut - ¿Por qué nunca los ha reconocido a ti, a Isis, a Seth y a Neftis como hijos suyos?
- Geb-sama siempre nos contó que fue ella quien quiso tenernos a pesar de las órdenes de Ra-sama. Pero, después de darnos a luz, desapareció por completo, y ahora que volvió a casa, parece que nos odia.
- ¿Por qué...?
Nut pudo escuchar las palabras de todos los Dioses de su panteón, y soltó un suspiro con fastidio.
« Simples mediocres... »
Sus ojos se desviaron momentáneamente, para encontrarse con Geb que le apoyaba en todo momento; sus ojos se movieron un poco más y vio a Osiris y Horus sentados en su propio palco.
« Geb… mis hijos... »
Sintió una gran pesadez en los ojos, por lo cual regresó su mirada a la arena de forma inmediata. Unas pequeñas gotas de agua salieron de sus ojos, los cuales cayeron y desaparecieron en el poco cabello que tenía en su cabeza.
Tras ellos, respiró lentamente para después volver a mirar a la humana.
« Todos ellos… No son más que insignificantes pedazos de basura... Este combate será victoria en mi nombre, y no en el de esos Dioses... »
La Diosa levantó el báculo de su mano derecha y de inmediato este comenzó comenzó a brillar en su punta de forma fluorescente.
Cleopatra, tras recomponerse, levantó la vista y vio el báculo de Nut.
- ¿Hmmm? ¿Qué vas a hacer?
Nut permaneció en silencio, pero en cuanto comenzó a mover el báculo, fue que habló a Cleopatra.
- Si realmente te crees lo mejor de la humanidad, sobrevive a esto.
Cleopatra se sorprendió ante esas palabras, por lo que se puso en guardia de inmediato apretando el tridente en su mano, mientras que la Diosa movía su báculo constantemente, dejando un ligero halo de luz detrás del mismo.
Geir ya ni estaba sentada junto con Lífthrasir; de pie detrás de ella, se movía de lado a lado con impaciencia.
« Ya no puedo esperar a que me den una respuesta… O todas están ocupadas, o... tal vez estén buscando a Líf. No sé lo que están haciendo, pero Líf... quien sabe dónde pudo haberse metido. »
Geir guardó su teléfono, y salió del palco de una vez, aún sabiendo que Lífthrasir se quedaría sola por un tiempo. Comenzó a caminar en el pasillo de forma apresurada, de forma que no se dio cuenta de quien tenía frente suyo, con quien chocó repentinamente.
- ¡Ah!
- ¡Lo siento! - se disculpo rápidamente la valkiria, y en cuanto la reconoció se llevó una sorpresa - ¡Eva!
- ¡Oh, señorita Geir! - se disculpó la mujer - No la vi venir, le pido disculpas.
- No, no. Fue mi culpa, estaba muy apresurada... - Geir se sacudió el cabello - ¿Qué haces aquí?
- Eh, yo... - la mujer cruzó sus dedos de forma avergonzada - Yo estaba caminando por aquí, en un paseo, y... - bajó la cabeza con vergüenza - Me perdí.
- Oh. Ya veo. Si quieres, puedo acompañarte de regreso a tu habitación.
- Si, eso sería muy bueno. Muchas gracias, señorita Geir.
La valkiria sonrió y comenzó a caminar por el pasillo, seguida de Eva. Tras unos segundos así, Geir se detuvo en seco al tener una extraña idea en su cabeza.
- De hecho... acabo de recordar algo.
- ¿Eh? ¿Qué ocurre?
Geir le volteó a ver, con curiosidad en su rostro.
- Antes de que estuvieras aquí, paseando en el Coliseo... ¿Estabas haciendo algo importante?
Eva se sorprendió por la pregunta.
- ¿Eh? Yo... yo estaba con mis hijos, pero... No, no estaba haciendo algo muy relevante... - la mujer de repente sintió algo de culpa - ¿Está mal, verdad? Usted nos había pedido que entrenáramos para este Ragnarok, pero yo no-
- ¡No, no! No te preocupes. No te preguntaba por eso.
- O- Okey...
- Te preguntaba porque... - la valkiria le miró con pena en su mirada - ¿Podrías hacerme un pequeño favor?
- ¿Hm? ¿Un favor?
ASFD
...
Nota de autor 1: Por tercera vez tendremos capítulo doble. Así que esperenlo que se estrenará pronto UwU.
Nota de autor 2: Recuerden acudir a "Noticias Ragnarok" en mi perfil para participar en el sorteo que les tengo preparado ;)
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