Capítulo 12. Esmero y verdad
Geir caminaba con rapidez en los pasillos de los Campos Elíseos correspondientes a las antecámaras de la humanidad, mostrando en todo momento el enojo y la molestia que sentía en cada parte de su pequeño cuerpo.
- ¿Por qué...? ¿¡Por qué diablos Hlökk cambió de oponente de forma tan repentina!? - comenzó a preguntarse la valkiria, tratando de no gritar mucho debido al gran eco que se producía - Sobek es muy fuerte y poderoso... y Cleopatra ya estaba designada para él... ¿Qué diablos tiene en la cabeza?
Siguió en aquel pasillo hasta descender unas escaleras y llegar a la zona donde estaba el taller de Brökk y Eitri, y ni siquiera tuvo que acercarse demasiado a la entrada para que el hedor a óxido metálico y la onda de calor le invadiera el rostro y la nariz, con lo cual tuvo que taparse la boca y la nariz.
- ¡Ugh! Aun no me acostumbro a ese terrible hedor... - habló para si misma en voz baja - Y... conociendo a Hlökk, ella ni siquiera hubiera puesto un pie en estas escaleras... así que volveré...
Se dio media vuelta y regreso por las escaleras hasta llegar nuevamente al pasillo de las antecámaras de la humanidad. Suspiró con cansancio, pero su enojo fue motivación suficiente para que volviera por sus pasos y diera una enésima inspección en el lugar.
- Hlökk seguramente está en una de las habitaciones que sobraron... - habló para si misma, pensando en el sitio donde estaría su hermana mayor - O tal vez... Este buscando a Jack... - la idea le cruzó por la cabeza y sonrió levemente - Si... tal vez... ¡No, espera! ¡Estoy enojada con ella! - se sacudió sus ideas de la cabeza y volvió a mirar al frente - Iré a la habitación de Jack para saber si él sabe-
En cuanto había levantado su vista y fijado sus ojos al frente, alcanzó a ver que dando la vuelta en una esquina más adelante, estaba el bordado de un vestido decoroso, elegante y extremadamente familiar para ella, además de que también alcanzó que ver de reojo una coleta de cabello claro.
Sin dudar ni un segundo, apresuró el paso para llegar hasta la esquina, sabiendo a quien le pertenecía el vestido y esa coleta de cabello.
- ¡Hey! ¡Hlökk!
En cuanto gritó, la coleta y el vestido desaparecieron fugazmente, y Geir entonces corrió con mayor enojo notble.
Giró en el pasillo y vio a Hlökk huyendo a toda velocidad, mientras trataba de permanecer en equilibrio debido a los tacones quede traía puestos. Y de inmediato Geir protagonizó la persecución a su hermana mayor Hlökk.
- ¡Hlökk, detente!
- ¡Claro que no!
- ¡Ven aquí, ahora mismo!
- ¡No!
- ¡Soy tu jefa! ¡Obedéceme!
- ¡Alcánzame primero!
Las hermanas corrieron unos segundos que se hacían más y más eternos, hasta que la valkiria menor apresuró el paso y antes de que la mayor se diera cuenta de la poca distancia, Geir dio un salto con todas sus fuerzas y consiguió alcanzar a Hlökk, aunque el resultado final fue más de lo que esperaba: Geir chocó estrepitosamente con la espalda de Hlökk, y ambas cayeron al suelo con un ruido muy sonoro que chocó y se repartió en todo el pasillo.
La valkiria mayor de coletas quiso enojarse por ese golpe repentino, pero el dolor que comenzó a inundarla por el choque de Geir y su golpe con el suelo fueron mayores para que sus emociones fueran reprimidas de inmediato. Movió una de sus manos para tocar su espalda baja, donde se encontraba Geir.
- Ah... - se alcanzó a quejar Hlökk - Mi espalda...
- Ya te tengo, Hlökk - presumió la menor, con un pequeño aire de orgullo por ese logro, mientras que se sentaba sobre la espalda de la valkiria.
- Si... mi espalda lo confirma... - volvió a quejarse Hlökk, con su voz mucho más débil por el dolor.
- Ahora dime... - el semblante de Geir volvió a su enojo inicial, y ahora que tenía a Hlökk debajo de ella, dicho enojo creció aún más - ¿Por qué rayos cambiaste a Cleopatra por Jingū?
Hlökk por su parte se quedó en silencio, y con una risa traviesa muy poco típica de ella trató de defenderse mientras levantaba sus manos.
- Sorpresa... onee-chan...
- ¡Nada de sorpresa! - gritó Geir enojada - ¡Dime por qué lo hiciste!
Ambas se quedaron en silencio cuanto escucharon y vieron que la puerta alado de ellas, que no habían visto antes, se abría, y que por la apertura Simo se asomaba con una mirada llena de confusión, sentimiento que creció aún más cuando él vio a Geir sentada sobre Hlökk en el suelo.
- ... - Simo miró a un lado y otro del pasillo, y después volvió la mirada a las valkirias - ¿Todo bien?...
- No, nada está bien. - Geir se levantó de un salto y le extendió una mano a su hermana - Ven, hablaremos en el cuarto de Simo.
- ... - Hlökk solo suspiró usando nuevamente su típica voz de niña molesta - Solo te recuerdo que deberás comprarme un nuevo vestido después de aplastar este... y de paso una cirugía de cuerpo completo...
- ¡Eso también fue en venganza de mis mejillas! - exclamó la valkiria, llevándose la otra mano a su mejilla derecha - ¡Aun me duelen!
- Oh si... entonces, creo que... estamos a mano...
...
- ¡El combate aumenta la velocidad a gran escala! ¡Sobek ataca con sus rápidas e infinitas estocadas, mientras que Jingū con gran esfuerzo repele todo y busca aperturas para contraatacar!
Sobek desistió de sus golpes con el tridente y dio un par de pasos atrás. Jingu aprovechó la apertura y tomando el arma en sus 2 manos con total firmeza corrió hacia Sobek, y de inmediato comenzó a atacar, esperando atinarle al Dios.
Las pequeñas valkirias vieron los movimientos de la mujer con total emoción, y tras descifrar la sincronía y el uso de la espada en sus manos, gritaron con total asombro y sorpresa.
- ¡Esos son...!
- ¡Los movimientos de los maestros de Sasaki Kojiro!
- ¡Sasaki! ¡Se los enseñaste!
- Si, así es - afirmó el espadachín con seguridad - Le enseñé todo lo que pude en el poco tiempo que tuvimos. Todos mis movimientos con la espada, los de mis maestros, la Defensa de mil imágenes... La preparé en todo lo que pude para que pudiera enfrentar incluso a este Dios del mar.
- ¡En efecto! - sonrió Lif - ¡Y con todo eso puede atacar!
- ¡Podrá derrotar a Sobek!
Sobek tomó el tridente con su mano izquierda, y lanzó varias ráfagas de ataque alrededor de la chica para encerrar su espacio de movilidad; ella por su parte tomó su espada, y mientras esquivaba y repelía los ataques se fue acercando al Dios dirigiendo la punta de la espada al frente en todo momento.
- ¡Los "pasos como el agua"! - habló Lífthrasir.
- ¡Que pertenecen al estilo Yayoi Shinyin!
Una vez que Jingū estaba a unos pocos pasos del cocodrilo, Sobek retiró su tridente de los costados y dirigió una estocada a la parte superior del cuerpo de la espadachín. Ella alcanzó a retroceder para esquivar el golpe, que apenas pudo rebanar unos cabellos que tenía sueltos.
En cuanto Sobek regresó su tridente para volver a atacar, Jingu se incorporó rápidamente y tomando su espada con sus 2 manos comenzó a agitarla con movimientos precisos sobre el Dios, quien cambió el uso de su tridente a último segundo y tomó una postura defensiva ante los constantes golpes de Jingu.
- ¡El estilo de Itou Sai!
Sobek miró con cierto enojo a Jingū quien le había puesto a la defensiva, pero su mente actuó con mayor rapidez y anticipación para lanzar el siguiente contraataque.
Sobek se liberó de los golpes constantes de la espada de Jingū y después de girar el arma como distracción, lanzó el tridente directo al rostro de la mujer. Ella chocó armas con Sobek, y nuevamente Sobek retiró el tridente y dio nuevamente un par de giros, antes de volver a atacar y recibir el golpe seco de la espada de Jingū.
Pero, esta vez el choque fue diferente: en esta ocasión, Sobek golpeó la katana con la parte contraria del tridente, que consistía en una pequeña hoz afilada con una decoración de cabeza de cocodrilo; el báculo que usaba Sobek cuando era Dios del Nilo, mucho antes de tomar el título de Poseidón.
- ¡¡Después de haber estado a la defensiva, Sobek se atreve a usar su báculo como Dios de los faraones para enfrentarse a la katana de Jingū!! - exclamó con gran sorpresa Heimdall.
- Vamos, Majestad - sonrió con sarcasmo el Dios - Apenas se está sumergiendo en mis profundidades.
Jingū miró con seriedad al Dios, y tras dar un salto hacia atrás separando sus armas, comenzó a usar el estilo de Itou Sai para atacar nuevamente al Dios, quien por su parte contrarrestó la ráfaga enemiga usando la daga filosa de su báculo.
Ninguno de los 2 retrocedía ni avanzaba; se habían logrado enfrascar en un intercambio de filos que a la vez era estático. Las olas de agua dulce a su alrededor se movían constantemente al ritmo de la batalla, acompañando los movimientos de ambos luchadores.
- ¡Estoy muy feliz! - sonrió la Diosa de la sabiduría mostrándose de forma caprichosa en sus labios - ¡Esta pelea está llegando a ser muy buena!
- En efecto - comentó Hermes - Que Sobek haya tomado la iniciativa fue lo mejor para activar este duelo muy fuerte.
- Aunque parece que Sobek está ganando terreno - comentó Ares mientras miraba detalladamente el combate - Jingū apenas le sigue el ritmo, y Sobek fue el primero en herirla.
- No parece tanto así - sonrió Atenea - Es solo que Jingū no esperaba tanta ferocidad de Sobek. Pero... aun falta todo un espectáculo por ver.
Ambos continuaron usando sus armas, mientras Jingu también combinaba los movimientos de la espada para defenderse. Poniendo su espada de lado con su brazo izquierdo y toda la fuerza que tenía en dicho brazo, la daga de Sobek chocó sobre la punta de la katana y de esa forma la mujer evitó el daño del golpe.
Líf y Lífthrasir volvieron a sonreír con emoción al notar el movimiento.
- ¡Ese es...!
-¡"Toda no Daita Kodatoru"!
Sobre continuó golpeando con gran insistencia, pero los movimientos de la espada de la mujer junto con el cambio de mano que hacia constantemente para mover su arma hacían que fuera muy difícil acercarse a Jingū. Sobek únicamente era capaz de tocar y rozar varias partes de la ropa de Jingū de forma muy superficial.
Y aun cuando desde esa postura Jingu tenía mucha ventaja defensiva e incluso ofensiva, ella permanecía seria y muy atenta para no perder ninguno de los movimientos de Sobek.
En las gradas de la humanidad las opiniones comenzaban a variar mucho más: muchos habían cambiado su punto de vista y ahora apoyaban a la mujer que peleaba, otros se mantenían firmes con sus críticas y solamente murmuraban en voz baja para que los demás no escucharan. Pero entre todos los humanos, el emperador seguía con su sonrisa radiante y llena de orgullo a pesar de todo.
- ¡Eso es mamá! - Oujin levantó ambo brazos en señal de admiración - ¡Vamos, tu puedes!
- ¡¡Jingu está mostrando una igualdad de pelea que nadie esperaba hace unos segundos!! ¡Este combate tiene mucho que darnos!
Sobek después de notar que en la forma en que se mantenía atacando no sería capaz de hacerle un gran daño a Jingu, además de que la hoz de su báculo no conseguía el resultado que estaba buscando tanto, decidió dar varios pasos hacia atrás mientras giraba el arma en sus manos.
Jingu, viendo como nuevamente Sobek bajaba su defensa para mover y girar el tridente de forma presuntuosa, se incorporó completamente y tomando la espada con toda la firmeza de sus 2 manos se lanzó corriendo en dirección al cocodrilo.
Sobek permaneció con su defensa baja en todo momento, pero en cuanto vio que Jingu se acercaba a menos de 2 metros de ella, soltó una gran sonrisa orgullosa y muy arrogante.
- Bien... - susurro para si mismo - Cayó, Majestad...
Después de hacer girarla un par de veces más, Sobek detuvo el movimiento circular del tridente y aprovechando la fuerza del giro mientras tomaba el mango con firmeza para que no saliera volando, movió el arma y apuntó las puntas del tridente hacia Jingu, quien estaba más cerca que antes. La sonrisa feroz y seria de Sobek sorprendió a Jingu, pero no tanto como los movimientos que ocurrieron a continuación.
En primer lugar, de las olas que se agitaban alrededor de la plataforma salió volando una pequeña esfera de agua, no más grande que una pelota de béisbol, que se dirigió a toda velocidad hasta chocar con la cara de Jingū. Aunque no tenía intención alguna de generar un daño, sino que reventó al contacto y dejó empapada a la mujer en toda la cara, fue más que suficiente para funcionar como la distracción que necesitaba el cocodrilo.
Acto seguido, el segundo movimiento del Dios, fue la estocada que voló desde su tridente hasta el brazo derecho de la mujer, un golpe que evidentemente superaba la velocidad de todos los golpes anteriores, además de que la profundidad del corte que realizó fue un poco más grande que en los anteriores golpes.
El golpe contenía la fuerza suficiente para que la mujer nuevamente soltara la espada segundos antes de que ella fuera llevada por el impulso a volar por los aires hasta caer en el suelo un par de metros atrás de su posición. Cayó de espaldas sobre el suelo rocoso y metálico de la arena con un golpe seco y muy sonoro que retumbó entre todo el movimiento de las aguas.
Jingū escupió el agua que había tomado por la esfera que le lanzó Sobek, y acompañándola también de un poco de sangre que voló unos centímetros. Y para concluir el momento, un leve grito de dolor por el golpe en su espalda y el corte en su brazo se hicieron presentes. Sobek, con una mirada intimidante, bajó su tridente y volvió a mirar a Jingū.
- ¡Increíble! ¡Sobek usó el agua de esta arena para distraer a Jingū Kougou, sin mencionar que la estocada que le soltó fue más rápida y fuerte que las anteriores, lo suficiente para tirar a la peleadora de la humanidad de espaldas! - Heimdall estaba sorprendido y asustado - ¡Sobek nuevamente marca una gran diferencia en la arena!
Los Dioses soltaron muchos gritos con emoción y sorpresa ante tal acto de Sobek. Y todos, entre sus murmullos y susurros, soltaron las mismas conclusiones.
- Eso fue sorprendente. - comentó Shiva, con los ojos muy abiertos - Tal parece que ese tridente realmente puede controlar el agua a su voluntad.
- ¡Entonces significa el fin de esa mujer! - exclamó Durga con una amplia sonrisa - ¡Peleando en un campo que Sobek puede manipular significa su perdición total!
- ¡Otra victoria de los Dioses! - sonrió Ganesha.
- Realmente no esperaba que Sobek hiciera algo así - habló Atenea, mordiendo su paleta de caramelo - Usar el agua para distraer a Jingū, quien ha estado muy activa en estos momentos, y golpearla con más fuerza que antes.
- Parece bueno por un lado. Por otro se siente... como trampa de Sobek - comentó seriamente Hermes, mirando la arena - No creo que cuente como un golpe limpio hacer algo de ese modo.
- En una pelea a muerte en el Ragnarok todo cuenta. Lo único que no es posible son los empates - comentó Atenea con serenidad - Además, creo que Sobek debería usar el agua si tiene oportunidad... no como el estúpido del tío Poseidón.
- ¿Le dices así, ahora que no está para castigarme por hablar de ese modo? - preguntó Ares a su hermana.
- Puedo hablarle a ese rubio como se me dé la gana... - sonrió Atenea con soberbia - Después de todo, soy la única Diosa que ha conseguido derrotar a Poseidón.
- Atenea, deja de mentir - habló Ares nuevamente con seriedad - Todos aquí sabemos que Poseidón nunca ha sido derrotado por otro Dios.
- ¡Hijo mía, deja de decir eso! - habló Zeus con cierta discreción juguetona, muy típica de él - Recuerda que ese el secreto de Poseidón.
- ¿Eh?
- Perdóneme Majestad por ese movimiento tan agresivo... - comentó Sobek con ironía mientras miraba a la mujer - Creo que sería una ofensa y desperdicio no usar mi zona de juegos después haberla pedido... ¿No está de acuerdo?
Jingū se incorporó lentamente y miró al Dios con seriedad y silencio, mientras se limpiaba la sangre de la boca con una de sus manos.
- Sería como... conquistar la tierra prometida... Pero nunca usarla; que solo sea un trofeo más... - Sobek sonrió ampliamente y con mucho sarcasmo - Usted sabe de qué hablo...
Jingu respiró hondo repetidas veces, mientras su rostro cambiaba y mostraba una expresión que combinaba enojo y molestia.
- ¿¡Qué le pasa a ese lagarto superdesarrollado!? - exclamó indignada Lífthrasir.
- ¡Está ofendiendo a nuestra representante! - concordó Líf de inmediato.
- ¡La está provocando para que pelee con desesperación!
- ¡Pero no debe caer! ¡Jingū Kougou debe pelear con la cabeza fría! - habló con decisión Líf - ¡Y más aún que Sobek está usando el agua!
- ¡Es lo que más rabia me da! - acompaño Lífthrasir - ¡Ese dinosaurio si usa el agua, no como Poseidón!
- Poseidón por su arrogancia no uso el agua... ¡Pero la arrogancia de Sobek es mucho más grande, tanto como para si usar el agua!
- Jingū Kougou si tiene un terrible obstáculo gigante que derrotar - habló Sasaki con un ligero temblor en su hablar - Enfrentarse al nuevo tirano del mar que hasta el momento está dispuesto a usar todo para no ser derrotado.
- ¡Jingu también debe dar todo para derrotar a ese lagarto! - exclamaron a coro Líf y Lífthrasir - ¡Confiamos en ella! ¡Ganará este combate!
Jingu respiró con molestia al tiempo que miraba la sonrisa llena de orgullo que emanaba el cocodrilo. Con desviaciones que trataban de ser sutiles, Jingu buscaba con la mirada la posición de su espada pérdida, pero también volvía la mirada constantemente al cocodrilo para no perder de vista ninguno de sus movimientos.
Sobek pudo vislumbrar el movimiento de ojos de su oponente, por lo que afirmó el tridente en su mano y también, con sutileza, buscaba con la mirada el arma de Sobek.
Unos segundos después, Jingu giró la cabeza y encontró su espada en la orilla de la plataforma. Sobek desvío su mirada en la misma dirección y también se quedó quieto. Intercambiaron miradas rápidamente, y de repente ambos se movieron.
- ¡Ambos saltan motivados por la espada de Jingu!
La primera en moverse fue Jingū, quien saltó a toda velocidad dirigiéndose a la espada; de ahí le siguió Sobek, quien apretando el tridente con su mano derehca también se dirigió ahí la zona de la espada.
Ella llegó primero, derrapándose en el suelo de la plataforma para que con su pie derecho pudiera tomar el mango del arma, unos segundos antes de que Sobek estuviera sobre ella con el tridente preparado para atravesarla de un golpe. La mujer sujetó el arma con los dedos e hizo un impulso como una patada para tomarla con sus manos.
Sobek con gran fuerza piso al suelo, tal que sus pies quedaron medio enterrados, al tiempo que movía el tridente para cortar a Jingu en 2 pedazos. Y finalmente con un sonido metálico que resonó en toda la arena, Sobek y Jingū chocaron sus armas y quedaron frente a frente, mirándose cara a cara.
Sobek sostenía un perfil arrogante y orgulloso que se podía ver en sus ojos, mientras que Jingū por el esfuerzo que hacia para no ser herida por el tridente tenía un rostro que mostraba mucho disgusto.
- ¡Ambos se han mirado cara a cara! ¡Mantienen sus armas contra la otra, listos para asestar el golpe final!
Jingū comenzó a cansarse por la gigantesca fuerza física de su rival. Entre tantos pensamientos que venían en su mente para librarse del cocodrilo, sus ojos se desviaron del Dios y terminaron dirigiéndose hacia sus propios pies, los cuales parecían tener menor área de trabajo que ella misma.
Una idea corrió por su cabeza con gran apuro; una idea probablemente suicida, pero en ese momento era lo único que podía hacer: al notar el gran espacio para maniobrar que tenía en el área de sus piernas, Jingū preparó una de ellas y con gran fuerza y rapidez la levantó, consiguiendo acertar una patada en el abdomen del Dios.
- ¡En medio del choque entre ambos rivales, Jingu lanza una patada al estómago de Sobek!
El Dios cocodrilo no sufrió ningún daño por el golpe; sin embargo fue el elemento clave para romper el equilibrio que tenía, lo que le provocó caer hacia atrás. Y debido a que los pies del cocodrilo estaban enterrados en la plataforma, el cocodrilo perdió aún más su equilibrio y cayó completamente. En medio de ese acto, Sobek lanzó su tridente de manera inconsciente hacia un costado. Y Jingu entonces pudo respirar nuevamente, mientras se incorporaba con algo de lentitud y apretaba el arma en sus manos.
Jingu miró todo el escenario que tenía frente a sus ojos: Sobek tirado de espaldas, y el tridente caído a poco más de un metro de ella.
- ... - Sasaki se quedó en silencio y expectante ante el siguiente movimiento de la mujer.
Sobek de inmediato comenzó a retorcerse, mientras sacaba sus pies de la plataforma de la arena. Jingu se asustó al ver los movimientos tan repentinos del Dios, y si pensarlo corrió hacia el tridente en el suelo.
- ¿? - Heimdall se quedó confundido ante la decisión de Jingū.
La mujer llegó hasta el tridente, llevando a cabo un segundo plan suicida que surgió en sus pensamientos: se agachó, y usando la mano libre de la espada, tomó el mango del tridente y trató de moverlo.
- ¿Eh? ¿Qué está haciendo Jingū Kougou?
Con su pequeña y delgada mano, tomó el tridente, y al momento de levantarse para cargarlo, su brazo no se irguió siquiera un par de centímetros gracias al penas enorme y terrible peso del arma del Dios, por lo cual ella volvió a caer al suelo. Dejó la espada al un lado y con sus 2 manos trató de levantar el tridente, pero apenas pudo moverlo unos centímetros.
- ¡Jingū Kougou está... tratando de usar... del tridente de Sobek!
Gracias a las palabras de Heimdall Sobek se dio cuenta de lo que trataba de hacer ella, con lo cual de un único movimiento logró sacar sus 2 pies del suelo.
Jingu se llenó de miedo y decidió empujar el arma con sus fuerzas disponibles en ambas manos, que resultó en más movimiento del que esperaba de parte del tridente. Cuando Sobek se levantó y estaba a punto de encaminarse a Jingu, ella empujó más y más el tridente hasta llrvarlo al borde, provocando que el peso del mismo lo introdujera al agua de la arena y sumergiera hasta el fondo.
- ¡Jingū ha dejado a Sobek sin su tridente, lanzándolo a las aguas de la arena para que se hunda! - Heimdall quedó muy sorprendido por la decisión de Jingū - ¡Un claro movimiento que indica lo que siente esta mujer: desesperación!
Jingu después de entender su mano para recoger su espada se volvió a incorporar, sopló los cabellos sueltos que tenía frente al rostro, y sujetó con fiermza la espada usando sus 2 manos. Después de ese pequeña introducción, miró nuevamente a Sobek, preparada para el siguiente ataque.
De inmediato muchos en la humanidad comenzaron a lanzar sus quejas ante aquel movimiento de la mujer, expresando con mucha claridad su disgusto.
- ¿Qué fue eso?
- ¿Qué mierda acaba de hacer?
- ¿Por qué lanzó el tridente al mar?
- ¡Eso es trampa!
- ¡Está peleando sucio!
- ¡Sabía que ella no debería ser nuestra representante!
- ¡Está luchando con todo!
- ¡Tiene razón! ¡Acabamos de verla usando muchos movimientos con su espada!
- ¡Está asustada!
La opinión en la humanidad se dividía con más y más rapidez y frecuencia.
El enojo del emperador Oujin por el griterio que había contra su madre se esfumó rápidamente después de haber visto los movimientos que ella realizó para deshacerse del tridente de Sobek. La confusión y duda le asaltaron rápidamente, y sin poder evitarlo susurró para si mismo.
- ¿Por qué hizo eso? - los pensamientos sacudierom su cabeza - No creo que... no... eso que hizo fue...
En las gradas de los Dioses, las emociones también se movían con gran rapidez; al igual que con la humanidad, la indignación era el tema a flote.
- ¿Qué acaba de hacer esa humana?
- ¿Acaso es idiota?
- ¡Eso debería ser trampa!
- ¡Como pudo hacer eso! ¡Es indignante!
Los Dioses de Egipto, por el contrario, aún mantenían la esperanza vida.
- No importa... ¡Sobek la aplastará aún así!
- ¡Sobek la hará pedazos!
- ¡Nuestro cocodrilo la hará añicos!
En el palco de Zeus, Atenea miraba constantemente con su típica curiosidad a Jingu, mientras que Hermes permanecia en silencio, meditando y analizando, y Ares claramente expresaba su disgusto por lo que había hecho la mujer en la arena.
- ¿Por qué hizo eso? Le quitó el arma a Sobek. - exclamó Ares - No debería ser un movimiento válido.
- Ahora es un combate disparejo... - comentó Hermes - Ella tiene en sus manos su arma divina de la forja de Brökk y Eitri. con que podría hacer daño a Sobek, mientras que él no tiene nada.
- Hermanos... a veces pueden llegar a ser muy tontos - comentó Atenea consiguiendo que los 2 se callaran por un segundo. Y Ares fue quien tomó la palabra primero.
- ¿Qué dices?
- Atenea está viendo lo que ustedes claramente no captan... Algo que me sorprende más de ustedes 2, quienes presenciaron las habilidades de Sobek durante el torneo de Grecia - respondió Zeus con obviedad - Sobek no necesita de su tridente como si su vida dependiera de ello... aun sin su arma, Sobek puede llegar a ser muy mortífero.
- Pero... ¿No sería desventaja tener solo sus manos para defenderse? - preguntó Hermes ante aquella duda.
- En un caso normal, sería desventaja - habló Atenea - Pero no estamos en un caso normal, puesto que estamos hablando de Sobek.
- Solo sigan viendo la pelea... - concluyó Zeus, muy confiado pesar de todo - Y se llevarán una gran sorpresa de lo que puede lograr Sobek sin tridente.
Líf y Lífthrasir, ambas sentadas y pegadas la una a la otra en la silla de Geir, también estaban sorprendidas y sobre todo confundidas por el movimiento tan desesperado de la mujer.
- ¿Por qué hizo eso? - preguntó Líf, tratando de pensar con objetividad. Pero los gritos de la menor no le dejaban.
- ¡Sobek se enojará por eso! ¡Sobek entrará en modo Loki!
- ¡Hermana, cállate! - le instó la mayor, al momento en que le tapaba la boca al su hermana. En cuanto tuvo silencio, prosiguió - No importa lo que haga o no haga Sobek. Tenemos la ventaja: sin tridente no hay agua... ¡Así que Jingū tiene más chance de ganar!
- ¡Es cierto! - comentó Lífthrasir - Pero... se siente como trampa...
- ¡Con un Dios tan arrogante y amenazante, no hay trampa alguna! - concluyó la mejor, con una mirada seria.
- ¡Tienes razón hermana!
Sasaki, quien analizaba el combate con su Defensa de mil imágenes, veía y encontraba muchas cosas que le asustaban; ataques de Sobek que serían ideales para terminar el combate en un segundo, pero la espontaneidad del cocodrilo provocaba que a veces fuera difícil ver sus movimientos "inofensivos".
Y ante todo lo que tenía dentro de su mente, una de sus prioridades era preocuparse y angustiarse por Jingū y su capacidad de visualizar la monstruosidad frente a sus ojos, e incluso tratar de desearle suerte desde su mente.
Jingū, quieta desde su sitio, podía escuchar aún entre el movimiento de las aguas todo lo que decían los humanos de las gradas sobre ella. Solo pudo disminuir sus ánimos de manera interna, ya que exteriormente se mostró firme mientras apuntaba el filo de su espada al Dios Sobek.
...
Sentada en una silla de madera en medio de la habitación, Hlökk mantenía su perfil bajo y en su rostro se veía serenidad mientras pensaba. Mientras tanto, su hermana menor Geir daba vueltas en la habitación de un lado a otro, mostrando en su rostro un gran contraste de emociones; enojo y disgusto total.
Los otros 3 que estaban en la habitación, Simo Häyhä y su antigua valkiria Mist, junto con la siguiente Einherjer Jeanne D'Arc a quien ambos ganadores estaban entrenando mientras se llevaba a cabo el Ragnarok, habían dejado de lado sus actividades para mirar el intento de interrogatorio de Geir con sorpresa y confusión.
Tras unos largos momentos de silencio de parte de los presentes, a excepción de los sonidos de la pantalla donde ocurría el segundo enfrentamiento del Ragnarok, Hlökk fue la primera en quebrarlo.
- Bien... ¿De qué me quieres hablar? - preguntó con cierta inocencia en sus palabras, que también mostraban cierto sarcasmo tipico de la valkiria.
- ¡Sabes de que quiero hablarte! - finalmente Geir se resolvió a hablar, lo cual asustó más a las 3 figuras externas que a Hlökk - ¿Por qué cambiaste el orden de peleador?
- ¿Eh? - preguntó Mist - ¿Fue Hlökk quien cambió el orden?
- ... - Hlökk solo mostró duda en su cara, que enfureció más a Geir.
- ¡No te hagas Hlökk! ¡Cambiaste el orden de peleador! - comenzó a explicar Geir - Sabías que iba a ir Cleopatra como segunda peleadora, pero ahora mismo el oponente de Sobek es Jingū Kougou, quien tu misma llevaste en la balsa hasta la arena.
- ... - Jeanne se quedó callada completamente.
- Bueno... - comenzó a hablar Hlökk - Si, yo lleve a Jingū Kougou, y no te lo puedo negar.
- ¿Y entonces? ¿Me vas a explicar por qué lo hiciste?
- Pues... teóricamente... - Hlökk se levantó de hombros - Yo no hice el cambio de peleador.
- ¿? ¿Qué dices? - Geir quedó algo confundida - Claramente fuiste tu. Hablaste con Heimdall para informarle del cambio.
- ¿Cómo sacas esa conclusión? - preguntó Mist con curiosidad, interviniendo - Todos aquí vimos la entrada de Jingū, pero cuando hablaron con Heimdall nunca dice el nombre de Hlökk.
- Si, es cierto... - concordó Simo.
- Si, fui yo - habló Hlökk rápidamente, antes de que alguien más interviniera - Yo hable con Heimdall para cambiar el orden de peleador, pero... la idea de cambiar a Cleopatra por Jingū no fue mía. Yo solo hice la idea.
- ¿Entonces, si no fue tuya, de quien fue? ¿Quién te dio esa idea?
- Fue Hrist.
Los 4 se quedaron en completo silencio y entre ellos Geir era quien estaba más confundida.
- ¿Hrist?
- Si - respondió Hlökk, buscando entre sus vestidos - Ella me mandó un mensaje para que le informara a Heimdall el cambio de peleador, además de que me dijo por quien la iba a cambiar. Aquí tengo la prueba.
Hlökk encontró su teléfono y se lo extendió a su hermana menor. Geir revisó la mensajería de Hlökk, y, en efecto, poco antes de la entrada de Sobek había un mensaje de Hrist pidiendo a Hlökk que informara a Heimdall del cambio de oponente y que ella había escogido a Jingū Kougou como segunda peleadora.
- ¿Qué? - a pesar de las pruebas, ella seguía confundida, por lo que reviso todos los mensajes y vio toda la conversación que tuvieron sus hermanas mayores respecto a ese tema - Me dices que Hrist... ¿Fue quien cambió el oponente de Sobek?
- Así es. Ella me mandó el mensaje para hablar con Heimdall, y también me dijo que ya había hablado con Jingū y Cleopatra sobre el asunto.
- ¿Ambas estuvieron de acuerdo con el cambio?
- Mmm... - Hlökk bufó con algo de molestia - Algo así.
- Entonces, ¿Por qué tardaron en entrar a la arena? - alcanzó a preguntar Jeanne - Si ya tenían todo listo.
- Fue porque... tuve una pequeña discusión con Cleopatra poco antes de que entrara Jingū...
...
Hlökk caminó hasta la antesala para el segundo peleador de la humanidad. En un pequeño sofá en medio de la sala estaba Jingū, sentada en el mismo y preparándose mentalmente para entrar a la arena mientras miraba en una pantalla la introducción de la segunda ronda. En ese mismo momento, Heimdall anunciaba las hazañas de Sobek mientras el cocodrilo nadaba en el agua.
Hlökk llegó en silencio hasta el sofá donde estaba Jingū, y comentó al aire para que escuchara también la mujer.
- Se ve muy aterrador...
Jingū por su parte se asustó levemente, pero al ver que era una de las valkirias se tranquilizó de inmediato. Hlökk se disculpó al notar ello.
- ¡Lo siento! No quería asustarte.
- N-No se preocupe, señorita - sonrió Jingū - No esperaba que estuviera aquí.
- Creo que pase desapercibida... - comentó Hlökk para si misma, recordando una escena parecida - igual que Jack...
Ambas se quedaron en silencio unos segundos.
- Si... se ve muy poderoso... - respondió la mujer al primer comentario de Hlökk, mostrando cierto miedo en sus palabras al seguir viendo el potencial de Sobek en pantalla. - Pero...
- ¿Pero?
- Sasaki-dono me entrenó con mucho esmero durante toda la noche anterior... - comentó mientras soltaba un bostezo largo y agotador - A pesar de los descansos que tuvimos para no sobreesforzarnos, apenas pude dormir pocos minutos...
- Ya me lo imagino. - comento Hlökk. Entonces se levantó de su sitio y fue a sentarse en otro sofá - Y bueno... Supongo que mi hermana mayor ya te dijo sobre su cambio de peleador... Pero, creo que por eso estás aquí.
- Si, ya hablé con su hermana. Dijo que yo sería la siguiente, y que ya había hablado con Cleopatra para que no hubiera problemas... Y usted...
- Ella me pidió que me asegurara de que usted pelearía - habló Hlökk sin discreción - Dijo que podría haber algún problema. Como mi hermana Geir que no sabe del cambio, algún contratiempo en su entrada o algo así, y quería que yo estuviera al tanto.
- De... acuerdo...
Jingū tembló levemente, mientras sujetaba la funda de su espada en sus piernas. Hlökk lo notó rápidamente, y habló llamando la atención de Jingū.
- ¿Está... asustada, Jingū?
- ¿Eh?
Antes de decir otra palabra, fueron interrumpidos por un hombre con habla egipcio y vestido de forma muy ligera, quién entró en la habitación y habló con voz firme para Jingu.
- ¡Señorita Jingū! Lamento informarle que ya no seré su barquero.
- ¡! - Hlökk se quedó sorprendida, más aún por su interrupción - ¿Y tú quien eres?
- ¡Él! - Jingū se levantó y se dirigió a Hlökk - Él es mi barquero. Iba a llevarme en bote hasta la arena de combate pero... - volvió la mirada al hombre - ¿De qué estás hablando? ¿Por qué ya no me vas a llevar?
- Mi señora Cleopatra quiere hablar con usted. Se encuentra aquí presente.
El hombre se hizo a un lado, y caminando con firmeza entró una pequeña compañía de soldados egipcios que se detuvieron frente a Jingu y Hlökk. La compañía abrió paso y entonces a salió, vistiendo ropas ligeras pero llena de adornos de oro y piedras preciosas, un cabello largo y hermoso, todo que combianaba a la perfección con el rostro fino y puntiagudo, la Einherjer del país de Egipto y antigua faraona: Cleopatra. Se presentó con orgullo notable desde sus movimientos, y entonces se dirigió a la emperatriz.
- Querida Jingū... - comenzó a hablar, sin rodeo alguno - Supongo que la valkiria te informó sobre el acuerdo que llegue con ella hace unos minutos.
- Eh... si... - respondió levemente - Hablé con ella y me dijo-
- Cambio de planes, querida. - rapidamente le interrumpio Cleopatra - Considere mejor todas mis oociones y decidí retractarme. Ahora quiero mi puesto de vuelta como segunda peleadora.
- ¿Qué? - Hlökk se quedó boquiabierta.
- Si, así es - Cleopatra miró la pantalla, en donde se mostró el final de la presentación de Sobek y las últimas palabras de Heimdall - Creo que ya debería irme. Ese Dios está terminando su entrada, y no querrá perderse a esta belleza en batalla.
- ¡Espera un segundo! - Hlökk se levantó de su asiento y fue a encarar a la mujer egipcia, interponiéndose en su paso - No puedes hacer un cambio tan de repente sin avisarnos. Mi hermana Hrist ya habló contigo, hizo todo un plan para-
- Bueno, niña, la cosa ya cambió. Ahora quiero mi turno de pelear, y al menos espero que respetes esta orden que doy.
- ¿Niña? ¿Orden que das? ¿¡Quién te crees para traer ese orgullo!? - exclamó Hlökk con sus emociones a flote, algo que solo había logrado Jack - ¡No deberías estar aquí con semejante orgullo enfermizo! ¡Deberías respetar a la valkiria que ganó problema la humanidad hace 1000 años!
Hlökk se dio cuenta de la gran diferencia de estatura entre ella y Vleoptara, por lo que disimuladamente levantó la punta de los pies para tratar de quedar a la altura de la Einherjer. Cleopatra por su parte sonrió con descaro y habló con una arrogancia similar a la del mismo Poseidón.
- ¿O si no que, "valkiria ganadora"? Dime... ¿Qué es lo que vas a hacerme, a una de las 13 Einherjer que eligió y entrenó tu hermanita para derrotar a los Dioses? Te reto a que toques uno de mis cabellos...
Hlökk y Cleopatra cruzaron miradas que ardían en enojo y molestia muy claras, que llenaron el ambiente de la antesala con tensión y mal humor. Era muy evidente que ambas se odiaron en el segundo en que sus miradas y palabras se cruzaron. El silencio y la tensión se combinaron gravemente en el lugar, mientras el tiempo iba avanzando.
Pero, unas palabras temblorosas que expresaron un deseo fueron más que suficientes para detener la riña de mujeres.
- Yo... quiero ir a pelear...
Cleopatra y Hlökk dejaron de lado su concentración de miradas iracundas para ver a Jingū, quien levantada del sofá y tomando la funda de su espada con sus 2 manos miraba a ambas con decisión y firmeza.
- El Dios Sobek ya está esperando a su oponente, y a mi... me gustaría ser quien lo enfrente. Quiero ser la segunda representante de la humanidad.
Hlökk se quedó sorprendida por ello, pero a pesar de sus palabras temblorosas le interrumpió con determinación.
- Jingū, no te preocupes. Ahora mismo me encargo de esta-
- Que curioso, emperatriz de Japón - ignorando completamente a Hlökk, Cleopatra dirigió su atención a la tercera mujer presente - Por más de 15 horas hemos estado unos con otros, entrenando y oyendo lo que tenemos que decir antes de probablemente morir. Y de todo eso, es la primera vez que te oigo expresar con la boca algo que que quieres específicamente... - sacudió la cabeza con negación - No, no puede ser. Seguramente mis oídos y ojos están mal por haber oído y visto a esta niña.
- ¡Hey!
- Entonces, dilo una vez más - sonrió con sarcasmo la mujer mientras soltaba su orden - ¿Qué es lo que quieres?
- Yo... - nuevamente se preocupó Jingu que se notó en su rostro, aunque sólo duró unos segundos antes de que nuevamente hablara en voz alta y con la frente en alto - Estoy decidida. Quiero ser la segunda representante de la humanidad.
- ... - Cleopatra se quedó en silencio unos momentos, pensando con ligereza - De acuerdo. Si tanto quieres ese puesto como para repetirlo, entonces no creo tener derecho a quitarte el único deseo que he escuchado provenir de tus labios... - suspiró con aburrimiento y dio media vuelta, ignorando nuevamente a Hlökk - No te estorbaré más. Puedes ser la siguiente en pelear.
- Muchas gracias, Cleopatra - afirmó Jingū, mientras agachaba su cabeza en señal de respeto.
- Oh, pero eso si - comentó con voz maliciosa - No te prestaré a mi barquero para tu entrada.
- ¿Qué? ¿Por qué no? - Hlökk se enojó al oír aquello, mientras que Jingu se quedó sorprendida.
- A pesar de que lo acepte, fue una ofensa que me hayan quitado mi lugar, y tengo que cobrarla de alguna manera. Además... - sonrió son sarcasmo, mientras seguía caminando - A ustedes se les ocurría algo bueno para sacarte de aquí, Jingū.
Sin decir más, Cleopatra salió de la antesala con total autoridad y firmeza seguida de su escuadrón de soldados, dejando a Hlökk y Kingu en silencio. En cuanto la egipcia desapareció completamente, Hlökk comenzó a gritar y refunfuñar llena de enojo y rabia.
- ¡Esa estúpida...! ¿¡Quién se cree!? ¿¡Acaso piensa que todos en los Campos Elíseos deben obedecer sus... ideas estúpidas y egoístas solo porque en vida fue una reina!? ¡Es una completa idiota! ¡Me dan ganas de...! ¡Ahhhhhhhhhh!
- S-Señorita Hlökk... - habló Jingū tímidamente, acercándose a la valkiria - ¿Cómo iré a la arena, si ya no tengo barquero?
- Oh cierto... - Hlökk dio un par de vueltas pensando en una solución, cuando de repente recordó otro deber que había omitido - ¡Antes de eso! ¡No le he avisado a Heimdall sobre el cambio de peleador!
Hlökk se alejó un par de pasos y marcó en su teléfono para hablar con Heimdall, quien contestó de inmediato.
- ¿Si?... Heimdall, tenemos un cambio de peleador del lado de la humanidad... - Hlökk escuchó atentamente, y su semblante se puso serio y molesto en cuanto escuchó al Dios nórdico - ¡Hey! ¡No me hables con ese tono de voz!
- ¿? - Jingū se asustó con ese grito de Hlökk.
- ... Si, así está mejor... La peleadora del lado de la humanidad será Jingū Kougou. Ya vamos para allá... Si, adiós.
Hlökk terminó la llamada y miró a Jingū con decisión, mientras soltaba un suspiro y veía el barco y remos que estaban junto a la antesala.
- Bueno... Yo le llevaré.
- ¿Eh? ¿Usted? - Jingū se avergonzó un poco después de decir esas palabras.
- Si. La emperatriz de Japón debe ir a esa arena, y yo estoy dispuesta a llevarla... - habló Hlökk con sarcasmo - Además, solo es tomar un remo y nadar... ¿Qué puede salir mal?
...
Geir se quedó en silencio después de escuchar el largo relato de su hermana mayor. También Simo, Mist y Jeanne, que se sentían algo incómodos por estar en medio de ese interrogatorio. Entonces Geir volvió a hablar, con una pregunta un orco fuera de lugar, considerando sus intenciones originales.
- ¿Por qué discutiste con Cleopatra?
- ¡Ella es una...! - sin detenerse, Hlökk empezó a quejarse - ¡Egoísta, arrogante, muy altanera! ¡Iba a cambiar los planes de Hrist a último momento, sólo para cumplir sus caprichos! ¡No podía permitirlo!
- ¿Y por qué no?
- Cómo puedes ver en esos mensajes, Hrist también me pidió que me asegurara de que Jingū entrara en la arena... ¡Y obviamente no dejaría que esa "Cleopatra" hiciera lo que se le diera la gana"
- ... Tienes razón... solo en la petición de Hrist - suspiró la chica pesadamente, mientras volvía a checar los mensajes en el teléfono de Hlökk. Después, habló con decisión y enojo - Necesito hablar con Hrist ahora mismo... ¡Tengo que saber por qué hizo esto!
- Emmmm...
La valkiria Hlökk soltó un extraño y curioso suspiro que llamó mucho la atención de los presentes, en especial la de Geir.
- No creo que sea posible eso...
- ¿? ¿Y por qué no?
- Emmmm... - Hlökk miró hacia otro lado un tanto incómoda.
- ¡Hlökk! - Geir tomó de los hombros a su hermana mayor para mirarla cara a cara - ¿Por qué no puedo ir a hablar con la hermana Hrist? ¿Qué pasa?
Hlökk quiso resistirse, pero finalmente soltó un suspiro de rendición al tiempo que decía lo que había pasado con voz lenta y casi baja.
- Hrist... ella hizo volund con Jingū...
Todos quedaron en silencio, llenos de una sorpresa muy extraña, a excepción de Geir que no pudo resistirse a hablar en medio de la confusión que sintió al instante.
- ¿¡Qué!?
- Lo que dije. Hrist hizo el cambio de peleador para hacer volund con Jingū y ayudarle a luchar contra Sobek... Sabía que es una espadachín, y como peleó con Sasaki en el Ragnarok pasado, me dijo que podría ayudarla a ella de esa forma...
- ... ¡No! Es imposible - Geir se separó - No viene en tus mensajes de texto... Es mentira.
- No, no es mentira - habló Hlökk - Hrist me lo dijo personalmente antes de hablar con Cleopatra y Jingū. Me dijo que me mantuviera al margen y no levantara sospechas con ninguna, y que luego me mandaría mensaje de texto para confirmar que había terminado.
- No... - Geir miró a Mist - ¿No sabías de esto?
- Ella ha estado conmigo después de que llegaron - la defendió Simo - No ha salido de aquí, a excepción de cuando llego Jeanne para nuestro entrenamiento.
- H-Hernana... - se defendió Mist - Yo no sabía nada. Te lo juro.
Geir empezó a caminar con mucha ansiedad de un lado a otro, pensando y pensando con muchas emociones a flote.
- No... no puede ser... No puede ser verdad... - murmuró para si misma - Brökk y Eitri... ellos le hicieron una katana... y una armadura de samurai... - Geir pensó unos segundos, hasta recordar la presentación.
- Cómo pudiste ver en su presentación, ella no llevaba armadura. - completó Hlökk - La cuestión es que... Hrist es la katana que tiene Jingū...
...
Jingū tenía un rostro muy serio, aunque podía escuchar muchas de las críticas de la humanidad por quien peleaba. Se sintió algo desanimada por dentro.
La voz de Hrist dentro de ella trató de consolarla.
« Jingū, tu no los escuches... Tú y yo debemos seguir luchando, a pesar de lo que digan. »
« Pero, aún así... » Jingū tembló levemente al volver a ver en su mente lo que le había hecho al tridente « Tienen razón. Estoy mostrando mucha de mi debilidad. »
« ¡No es cierto! Estamos luchando con lo que tenemos... Ellos solamente lo podrían entender hasta cuando estén frente a un Dios, como tu lo estás. Y aún así, sus críticas nunca cesarán »
Jingu se quedó en silencio, mientras respiraba para calmarse.
« ... ¿Lo conseguiremos? ¿Podremos... superar a este monstruo? »
« Ya pelee anteriormente con alguien como él... ¡Así que no te preocupes! ¡Con las enseñanzas de Sasaki y mi experiencia personal, podremos derrotar a ese monstruo! »
Jingu respiró profundamente una última vez, preparándose en mente y cuerpo para continuar atacando. Dirigió su mirada con seriedad y determinación hacia el Dios cocodrilo.
« De acuerdo... Lucharemos hasta el final para ganar esta pelea... »
Sobek, por su parte, miraba con seriedad y enojo autoritario a la mujer. Antes de que ella hiciera algún movimiento, el hocico del cocodrilo asomó sus hileras de dientes filosos en forma de una ñeligrosa y malévola sonrisa.
Las palabras que le acompañaron destruyeron de inmediato la serenidad que había conseguido Jingū y la hicieron temblar notablemente.
- Muy mal, Majestad... Un punto en contra de su trono...
ASFD
...
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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