Capítulo 7: Añoranza
1
La propuesta de Enlil a los dioses fue descabellada y aún así algunos estaban considerando seriamente utilizar a los dos seres que más estragos le causaron a los dioses.
- ¡Nos estamos arriesgando demasiado confiando en Buda y ahora tú quieres que confiemos en criaturas que verdaderamente nos odian y están en nuestra contra! -Tsukuyomi (el Dios de la luna de la mitología sintoísta) reprendió a Enlil- ¡Debes estar bromeando!
- ¿Tienes alguna otra idea?, ¿Estás dispuesto a participar voluntariamente?
Tsukuyomi no contestó.
- Además, -continuó Enlil- si llegan a traicionarnos, yo personalmente entraré en su lugar si uno nos traiciona y les pido a los dioses de la muerte que se encarguen de matarlos al instante, sobretodo a Wukong.
- ¿Eso está permitido? -le preguntó Hera (la diosa griega del matrimonio) a Heimdall.
- No hay ninguna regla que lo prohíba -contesto.
- De acuerdo... Pero, ¿cómo puedes asegurarnos que van a participar?
- Voy a ofrecerles una oferta que no podrán rechazar.
- En ese caso... -Amaterasu agregó los nombres en el pergamino y señaló a Enlil- Están bajo tú responsabilidad ahora.
- No hay problema.
- Entonces vé por ellos -Amaterasu cerró el pergamino.
Buda se acercó con Enlil.
- Yo iré por Wukong, sino te molesta.
Enlil no confiaba en Buda.
- Que te acompañe alguien más.
- Okay -respondió, fueron Mictlántecuhtli y Shiva los que acompañaron a Buda.
Enlil le dijo a Buda qué tenía que hacer cuando estuviera con el mono y se dió la vuelta dispuesto a irse
- Ereshkigal, necesito que me acompañes.
- Supuse que lo pedirías, Enlil.
Enlil no tuvo necesidad de explicarle nada, Ereshkigal leyó su mente y sabía que tramaba.
2
Tanto Gilgamesh como Sun Wukong se encontraban retenidos en lugares que los dioses escogieron específicamente para ellos. Sun Wukong se encontraba debajo de la montaña Kanchenjunga sin posibilidad de moverse mientras que Gilgamesh estaba encadenado en el mismo lugar donde alguna vez también lo estuvo Prometeo, en el cáucaso, donde es azotado en la espalda sin descanso todos los días por el dios Marduk, el dios principal de Babilonia.
El sonido del látigo cortando la piel de Gilgamesh hacía eco a su alrededor. Gilgamesh estaba sobre sus dos rodillas, con los brazos extendidos a los lados, no mostraba ninguna señal de dolor ante los azotes de Marduk, quien estaba detrás de él propinando los latigazos.
- Gilgamesh... El hombre más fuerte de la tierra... -Enlil le indicó a Marduk que se detuviera- Cuyo puño logró matar a un dios... El rey que después de dirigir su reino tiránicamente, lo abandonó por un hombre mitad animal...
Gilgamesh levantó la mirada furioso.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Vine a proponerte un trato... Necesito que-
- ¡Yo no voy a atender las necesidades de nadie y menos las tuyas!
- Escucha, estoy dispuesto a perdonar tus crímenes y a liberarte de esta prisión si haces algo por mí.
- ¡ESO NO ME IMPORTA! Lo único que me importaba... ¡Me lo arrebataron!
- Y si te dijera... -Ereshkigal hablo- Que parte del trato es resucitar a Enkidu...
Gilgamesh los miró con interés.
- Este es el trato: Gana una pelea por mí y además de tu libertad, le devolveremos la vida a Enkidu...
Gilgamesh confío ciegamente en los dioses.
3
Balduino estaba intrigado en lo que acababa de decir Gilgamesh, quien había cambiado de semblante. Su rostro que antes mostraba amargura y seriedad ahora reflejaba añoranza y tristeza.
Balduino conocía bien esa expresión. Pues alguna vez él mismo la tuvo.
4
Nacido de padres que eran parientes, el futuro rey Balduino IV fue maldecido con la lepra a una temprana edad. Fue su mentor y tutor Guillermo de Tiro el que se dió cuenta de su enfermedad la tarde cuando el joven Balduino junto con otros niños jugaban a pincharse los brazos. Balduino no sentía dolor, lo que hizo sospechar a Guillermo. Después de aplicarle unas pruebas y salir positivo, el pequeño Balduino fue dejado a su suerte en las afueras de la ciudad. No obstante Guillermo no lo abandonó.
Balduino dejó de vivir en la corte de su padre para pasar a vivir en una sucia cabaña, alejado del pueblo y aún así Guillermo se encargo de enseñarle a leer y escribir estando en esa cabaña.
En una ocasión Guillermo fue a visitar a Balduino para su lección diaria por la tarde, sin embargo, él no se encontraba en casa. Guillermo salió a buscarlo dentro del reino. Después de una hora de buscarlo lo encontró.
Balduino se encontraba acurrucado al pie de las escaleras de la iglesia frente a la plaza principal; estaba encapuchado, vestía una larga túnica con agujeros -causados por rascarse intensamente para saciar su comezón hasta sangrar- de color café con manchas rojas. Veía a lo lejos cómo jugaban los niños a las atrapadas. Fue entonces cuando uno de los niños tropezó y cayó cerca de Balduino.
Sin dudarlo, el joven Balduino fue a levantarlo.
Una mujer emitió un estruendoso grito de horror al ver el brazo lleno de úlceras y llagas del niño.
- ¡Aléjate de él! -la mujer jaló al niño que había tropezado de la mano de Balduino- ¡Que no te toque ese niño maldito!
Balduino retrajo su mano hacia él y la miró, miró a su alrededor. Todos lo veían con desprecio y se alejaron desesperadamente de él, los niños que jugaban hicieron igual.
- ¡Balduino! -Guillermo fue el único que se acercó a él- ¿Te encuentras bien?
Balduino asintió lentamente mirando a la nada.
- Vámonos... -Guillermo lo tomó del hombro y miró a la señora- Es solo un niño.
- Uno maldito y así les llama el señor a los leprosos.
Balduino miró hacia atrás al alejarse del lugar. Deseaba poder jugar una vez más con los demás niños, extrañaba a sus amigos, ya no quería ser el motivo del terror en las plazas y en todo lugar donde el estuviera presente y aunque las quemaduras y las cortadas no le causaban dolor, el que los demás lo miraran como lo hacían ahora le destrozaba el alma. Al llegar a casa Balduino rompió en llanto.
5
Sin darse cuenta Gilgamesh había dejado pasar el tiempo pensando en el trato que le ofreció Enlil. Balduino bajó su guardia. Notó enseguida que Gilgamesh no extrañaba a algo, sino a alguien. El rey de Jerusalén tosió una vez más, sin embargo, este se escuchaba menos grave.
- Gilgamesh... Tú peleas por alguien, ¿no es cierto? -Balduino llegó a esta conclusión al reflexionar en cómo los súbditos de Gilgamesh reaccionaron a su presencia, a diferencia de él, no actuaba a favor de su reino y de la gente que vivía en él.
El rey de Uruk miró a su oponente. Había dado en el blanco.
- Así es... La vida de un amigo depende de mí ¡y no pienso perder!
Gilgamesh se dirigió de nuevo a Balduino. Ambos reyes volvieron a chocar espadas, Gilgamesh logró hacerle unos cuantos cortes al rey de Jerusalén que Hilda curó al instante.
Gilgamesh intentó decapitar al rey leproso pero este alcanzó a agacharse a tiempo, con su espada rebanó una de las piernas de Gilgamesh haciendo que se doblegara, Gilgamesh evitó que el rey lo siguiera atacando dándole un golpe en la cara. Balduino retrocedió unos pasos, su máscara se había roto de una parte, de la parte del ojo derecho para ser precisos. Balduino quedó un poco aturdido por el golpe mientras que Gilgamesh gimoteó.
dio un fuerte golpe al piso rompiéndolo, sacó algunas piedras y se las lanzó con toda su fuerza al rey.
Balduino no logró esquivarlas y las recibió todas de lleno, una de las piedras le dio justo en el orificio de la máscara, Balduino cayó de sentón al suelo por la contusión, afortunadamente Hilda lo curó al instante y se volvió a levantar. Las piedras le abollaron la armadura. Al mirarlo detenidamente Gilgamesh al fin se dio cuenta de que todos los cortes y lesiones que le causó no estaban.
6
- ¿Están insinuando que el humano tiene poderes de sanación? -Enlil preguntó.
- No, eso no tiene lógica... -Tezcatlipoca se cruzó de brazos- Si fuera eso..., El humano no habría entrado en el estado con el que estaba...
- Seguramente él tenga un volund que le regenere las heridas y cure su enfermedad... Y parece que Gilgamesh todavía no se da cuenta... ¿Estás seguro que Gilgamesh era una buena opción? Ya sabes... El no es muy brillante que digamos.
- Lo que Gilgamesh tiene de idiota lo compensa con su fuerza bruta... -contestó Enlil- Además, no había más opciones más que esos dos.
7
- Un segundo... Tú... No tienes ningún rasguño, -Gilgamesh se reincorporó- ¿Cómo es posible?
- Es gracias a la ayuda que me dio una bella valquiria.
- ¿Una valquiria? -Gilgamesh no estuvo presente en el Ragnarok anterior por lo que no conoce de la existencia del volund y las valquirias- ¡Sea como sea tengo que acabar contigo ya!
Gilgamesh se recuperó, se acercó al rey e hizo un corte ascendente que lo alcanzó, logró cortar la armadura y alcanzó a herir a Balduino, Hilda lo curó enseguida. El rey de Uruk realizó un tajo desde arriba, Balduino logró bloquearlo, pero fue con tanta fuerza el impacto que hizo que la rodilla derecha de Balduino se doblase hacia adelante fracturándosela, su rodillera se rompió y su espinillera quedó suelta, pero aun así Balduino se mantuvo firme.
- Esa persona debe ser realmente especial como para que traiciones a tu propia especie... -Balduino le costaba respirar, Hilda no le podía curar la rodilla, primero necesitaba reacomodarla; Balduino estaba parado con la rodilla por delante pero se mantenía fuerte y estático, si Hilda se la reacomodaba, corría el riesgo de que al perder su postura, Gilgamesh aprovechara y lo atacara mortalmente.
El rey de Jerusalén nuevamente había acertado, Enkidu lo era todo para él. Gilgamesh empezó a recordar el cómo fue que conoció a Enkidu.
8
El reinado de Gilgamesh era duro, a pesar de que en apariencia el reino era bello y próspero por sus altas edificaciones y grandes templos, los ciudadanos vivían con hambre y eran explotados para construir las edificaciones de la ciudad; todos los recursos iban directamente a las construcciones y al palacio del rey donde vivía con grandes lujos, tenía salas revestidas de oro, una gran bodega llena hasta casi explotar de alimentos y había un enorme ganado con el que cocinaban las mejores carnes del mundo.
Gilgamesh tenía a su disposición un enorme ejercito (que nunca llegó a usar) y un consejo real al que pertenecían más de cuarenta personas y cada vez que alguno de sus soldados o consejeros se casaba, Gilgamesh aplicaba el derecho de pernada* sobre ellos.
Todo el pueblo estaba cansado de su rey y le oraban a los dioses por su muerte.
Fue Aruru -diosa sumeria de la naturaleza- quien escuchó las súplicas y junto a Enlil creó una criatura mitad hombre, mitad animal con el objetivo de causarle la muerte a Gilgamesh.
El rey de Uruk al enterarse salió al centro de la ciudad.
- ¡Escúchenme!, He sabido que ha surgido una criatura enviada por los dioses para matarme, ¡déjenme decirles que esa criatura fracasara y to traeré su cabeza hasta aquí para demostrarles que ni siquiera con ayuda de los dioses podrán vencerme!
Gilgamesh fue en busca de Enkidu quien vivía en el bosque sagrado de los cedros.
Gilgamesh lo encontró al poco tiempo, era un hombre muy parecido en apariencia a Gilgamesh con la diferencia de que Enkidu tenía la piel ligeramente más rojiza, su barba no era tan grande, además de que era de color café y tenía cuernos de toro.
Enseguida Enkidu reconoció a Gilgamesh y se pusieron a pelear.
Gilgamesh estaba confiado, creía que con solo uno de sus golpes bastaría para matar a la criatura, no obstante, además de que Enkidu le aguantó el golpe, se lo devolvió con la misma fuerza.
Gilgamesh estaba impresionado, nunca nadie había sobrevivido a uno de sus ataques, se emocionó y alargó la pelea todo lo que pudo para disfrutarla al máximo. Por su parte Enkidu compartía el mismo entusiasmo por las peleas que su contraparte y después de que terminaran su combate, reconocieron la fuerza el uno del otro y se hicieron amigos.
Al ver que Enkidu no cumplió con su propósito, Aruru les envió al gigante Humbaba para matarlos a ambos. Humbaba era lo suficientemente fuerte como para acabar con cualquiera de los dos estando solos, sin embargo, Enkidu y Gilgamesh unieron fuerzas y lograron matar a la criatura. Afortunadamente para los habitantes de Uruk, gracias a que Gilgamesh estaba demasiado ocupado peleando contra las criaturas que le enviaban los dioses como Humbaba y el toro de los cielos, fue suplantado de su puesto como rey.
Cualquiera diría que con el hecho de que Gilgamesh ya no gobernara era un avance, una victoria, pero para los dioses no, los dioses son orgullosos y querían a Gilgamesh muerto, fue entonces cuando la diosa Aruru bajó en persona a encargarse de él.
9
- Sí... -Gilgamesh salió del trance- Enkidu... Es demasiado importante para mí.
- Es admirable que quieras ayudar a tu amigo, Gilgamesh, pero...Es la vida de todos los seres humanos la que está en riesgo ahora... Por favor... ¡Reflexiona! Aún puedes retractarte y apoyar a los tuyos... ¿Estás dispuesto a sacrificarlos a todos por una persona?
Gilgamesh golpeó a Balduino en la cara tan fuerte que lo mandó a volar, le rompió la máscara, su rodillera se desprendió y él rodó sobre los restos del jarrón de vino que tomó Gilgamesh; uno de los pedazos se le atoró en la espinillera suelta y finalmente se detuvo sobre algunas de las piedras que le lanzó Gilgamesh. Lamentablemente Hilda no podía curarle todo al mismo tiempo, debía curar su rodilla primero.
- Completamente -respondió sin rastro de duda.
- ¡EL REY BALDUINO IV HA CAÍDO! -anunció Heimdall- ¿A CASO SERÁ ESTE EL FIN DE LA SEGUNDA RONDA?
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